ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 3 de septiembre de 2010

Santa Sede

Benedicto XVI anima a los jóvenes a buscar sus propias raíces

El Papa cuenta su experiencia de cuando era joven

La calidad de la JMJ dependerá de la preparación espiritual, indica el Papa

El Papa tiene mucha esperanza en las negociaciones sobre Tierra Santa

Finalizan las nuevas obras de mantenimiento de la Capilla Sixtina

Jornadas Mundiales de la Juventud

La Jornada Mundial de la Juventud en Madrid renovará la Iglesia

Jóvenes del mundo idean pequeños negocios para financiarse la JMJ

Mundo

El Papa envió un rosario bendecido por él a cada minero chileno atrapado

“Recemos a la Virgen de Coromoto por las próximas elecciones parlamentarias”

Acuerdo histórico para restaurar la iglesia de la Natividad de Belén

El presidente de Corea del Norte visita una iglesia católica en China

Entrevistas

El cardenal Newman y la búsqueda de la verdad

Informe Especial

Pío IX y Juan XXIII beatificados hoy hace una década

Documentación

Mensaje del Papa para la JMJ Madrid 2011


Santa Sede


Benedicto XVI anima a los jóvenes a buscar sus propias raíces
El relativismo no da libertad sino inestabilidad, afirma el Papa

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI afirma que es “vital” para la persona “tener raíces y bases sólidas”, al contrario de lo que afirma el pensamiento actual, y por ello invita a los jóvenes a “ahondar en las raíces” y a buscar “puntos estables” que sostengan su vida.

Es el mensaje que entregó hoy a los jóvenes que participarán en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid el próximo mes de agosto. Un mensaje en el que el propio Papa habla sobre sus años juveniles, sus aspiraciones y dudas.

En él, el Papa invita a los jóvenes a resistir al pensamiento actual relativista, a no dejar de aspirar a “una vida más grande”, a buscar, en definitiva, a Dios mismo.

“La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social”, a pesar de que “el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio”.

El Papa constata que existe “una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza”.

Por ello les invita a “volver a las raíces”: “Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros”.

“El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento”, advierte.

Por ello anima a los jóvenes a reclamar “el derecho de recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto, capaz de dar fruto”.

“¿Cuáles son nuestras raíces? - se pregunta -. Naturalmente, los padres, la familia y la cultura de nuestro país son un componente muy importante de nuestra identidad”.

Sin embargo, invita a los jóvenes a ir “más allá”: “Echar raíces significa volver a poner su confianza en Dios. De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad”.

En el contexto actual, afirma el Papa, “hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él”.

Sin embargo, advierte, “la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un 'infierno', donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza”.

“En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva”.

Así, les pone en guardia: “Hay cristianos que se dejan seducir por el modo de pensar laicista, o son atraídos por corrientes religiosas que les alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin dejarse seducir por ellas, sencillamente han dejado que se enfriara su fe, con las inevitables consecuencias negativas en el plano moral”.

“Por ello, también yo, como Sucesor del apóstol Pedro, deseo confirmaros en la fe. Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasión, soportó nuestros sufrimientos, cargó con nuestros pecados, nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna”.

El Papa concluye el mensaje invitándoles a “dar testimonio de la fe en la era de la globalización”.

“Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás. En la era de la globalización, sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza”, añade.

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El Papa cuenta su experiencia de cuando era joven
Los jóvenes no buscan seguridad, sino “una vida más grande”

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- La guerra y las dificultades, las propias dudas, el encuentro con Jesús, son algunas de las vivencias personales que el Papa Benedicto XVI revive en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011, que ha sido hecho público hoy por la Santa Sede.

En éste, el Papa recorre los años de su vocación, y propone su propia experiencia a los jóvenes, pues las aspiraciones de un joven “son las mismas en cada época”, y pueden resumirse en “el anhelo de una vida más grande” que no termine en “mediocridad”.

Los jóvenes, “como en cada época, también en nuestros días”, sienten el “profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad”.

“Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz”.

Sin embargo, afirma el Papa recordando su propia juventud, “veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes”.

“Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande”.

El Papa recuerda su juventud, que transcurrió entre la segunda guerra mundial y la inmediata posguerra.

“Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza”.

Ciertamente, reconoce, “eso dependía también de nuestra situación. Durante la dictadura nacionalsocialista y la guerra, estuvimos, por así decir, “encerrados” por el poder dominante. Por ello, queríamos salir afuera para entrar en la abundancia de las posibilidades del ser hombre”.

Con todo, afirma, “este impulso de ir más allá de lo habitual está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven”.

“¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? - se pregunta -. No , el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente”.

Citando a uno de sus pensadores favoritos, afirma: “san Agustín tenía razón, nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti. El deseo de la vida más grande es un signo de que Él nos ha creado, de que llevamos su huella”.

Dudas

La juventud, reconoce el Papa en su mensaje, es también “una fase fundamental que puede turbar el ánimo, a veces durante mucho tiempo. Se piensa cuál será nuestro trabajo, las relaciones sociales que hay que establecer, qué afectos hay que desarrollar…”

Benedicto XVI vuelve de nuevo a sus años juveniles, y comparte con los jóvenes sus propias vacilaciones y dudas.

“En cierto modo, muy pronto tomé conciencia de que el Señor me quería sacerdote. Pero más adelante, después de la guerra, cuando en el seminario y en la universidad me dirigía hacia esa meta, tuve que reconquistar esa certeza”, explica.

“Tuve que preguntarme: ¿es éste de verdad mi camino? ¿Es de verdad la voluntad del Señor para mí? ¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio?”

La decisión al sacerdocio no fue fácil: “Una decisión así también causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará también la fuerza. Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo. No cuenta la realización de mis propios deseos, sino su voluntad. Así, la vida se vuelve auténtica”.

Encuentro con Jesús

Otro de los “tesoros” de su experiencia de joven que el Papa quiere compartir es el del encuentro personal con Jesús, una “perla preciosa” que de alguna forma ha querido transmitir con sus libros sobre Jesús de Nazaret, del que la próxima semana santa se publicará el segundo volumen.

“A muchos se les hace hoy difícil el acceso a Jesús. Muchas de las imágenes que circulan de Jesús, y que se hacen pasar por científicas, le quitan su grandeza y la singularidad de su persona”, afirma el Papa.

Por ello, “a lo largo de mis años de estudio y meditación, fui madurando la idea de transmitir en un libro algo de mi encuentro personal con Jesús, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al Señor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer”, añade.

“El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud”, afirma el Papa a los jóvenes.

“Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda”, concluye.



 

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La calidad de la JMJ dependerá de la preparación espiritual, indica el Papa
En su mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud 2011

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido a los jóvenes que se preparen intensamente en sus comunidades para la próxima Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) durante los meses que faltan para el encuentro de Madrid.

En su mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, hecho público este viernes, les recuerda que “la calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco”.

“A lo largo de este año, preparaos intensamente para la cita de Madrid con vuestros obispos, sacerdotes y responsables de la pastoral juvenil en las diócesis, en las comunidades parroquiales, en las asociaciones y los movimientos”, pide.

En su mensaje, Benedicto XVI reitera a los jóvenes, a quienes se dirige como “amigos”, la invitación a asistir a la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid del 16 al 21 de agosto de 2001 y les asegura su “recuerdo paterno en la oración”.

“Con profunda alegría, os espero a cada uno personalmente” en la JMJ 2011, asegura, refiriéndose al encuentro como a “este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal”.

El Papa anima a los jóvenes a buscar “el apoyo de la comunidad cristiana, el apoyo de la Iglesia” en su seguimiento de Cristo, sin desanimarse por las “infidelidades personales y por muchas voces que nos sugieren vías más fáciles”.

También expresa su voluntad de “que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros”.

Al mismo tiempo, asegura que la Iglesia cuenta con los jóvenes -“necesita vuestra fe viva, vuestra caridad creativa y el dinamismo de vuestra esperanza”- y destaca que la juventud “renueva la Iglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso”.

Por ello, añade, “las Jornadas Mundiales de la Juventud son una gracia no sólo para vosotros, sino para todo el Pueblo de Dios”.

Benedicto XVI confiesa que piensa con frecuencia en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, celebrada en el 2008.

“Allí vivimos una gran fiesta de la fe, en la que el Espíritu de Dios actuó con fuerza, creando una intensa comunión entre los participantes, venidos de todas las partes del mundo”, recuerda.

Y añade: “Aquel encuentro, como los precedentes, ha dado frutos abundantes en la vida de muchos jóvenes y de toda la Iglesia”

Por otra parte, recuerda a los jóvenes que “la Iglesia en España se está preparando intensamente para acogeros y vivir la experiencia gozosa de la fe”.

En este sentido, da las gracias “a las diócesis, las parroquias, los santuarios, las comunidades religiosas, las asociaciones y los movimientos eclesiales, que están trabajando con generosidad en la preparación de este evento” y asegura que “el Señor no dejará de bendecirles”.

Recuerda que “ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela”.

Y afirma que “ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe (cf. Col 2, 7).

Finalmente, desea a los jóvenes “que la Virgen María acompañe este camino de preparación” y que interceda para que en esa JMJ “podáis crecer en la fe y en el amor”.

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El Papa tiene mucha esperanza en las negociaciones sobre Tierra Santa
Reflexión del padre Lombardi sobre la visita del presidente Peres

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI tiene grandes esperanzas en la reanudación de las negociaciones entre judíos y palestinos en Washington, pues el único camino para la paz es el diálogo.

Así lo explica el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, analizando la visita de ayer del presidente Simon Peres en el último editorial del semanario “Octava Dies”, del Centro Televisivo Vaticano.

El presidente de Israel, Simon Peres, visitaba ayer al Papa en Castel Gandolfo, y ambos expresaban su esperanza de que se llegue por fin a una solución pacífica que respete “las legítimas aspiraciones de los pueblos”.

Esta visita, subraya el padre Lombardi, tuvo lugar “precisamente mientras comenzaban en Washington los coloquios directos entre israelíes y palestinos, bajo los auspicios de la Administración americana”.

El Papa “manifestó a Simon Peres la intensa esperanza, suya y de toda la Iglesia, por el éxito de las negociaciones, de cara a una paz estable en Tierra Santa y en toda la Región, sobre la base de un acuerdo respetuoso de las legítimas aspiraciones de ambos pueblos”, afirma el portavoz vaticano.

En este sentido, subraya Lombardi, “a nadie se le oculta la dificultad de esta empresa, tras tantos intentos fracasados y en un contexto en el que muchos actúan – no sólo de palabra, sino también con la violencia – para hacer fracasar también éste”.

Sin embargo, subraya, el camino del diálogo “sigue siendo el único para construir a la larga un futuro de paz en la justicia, que es en realidad a lo que todos aspiran, aunque los sufrimientos o el odio les hayan oscurecido la vista”.

“Es el camino que la Iglesia ha indicado siempre, con constancia y paciencia, y que también el papa Benedicto anunció valientemente en su inolvidable viaje del año pasado, también después de la terrible crisis de Gaza”.

A este “valor paciente” del Papa, señala el padre Lombardi, daba ayer un “extraordinario testimonio” la dedicatoria que el presidente Peres compuso personalmente para el regalo que ofreció al Papa, una menorah de plata.

En este candelabro de siete brazos, antiquísimo objeto ritual judío, copia del que una vez estuvo en el templo de Salomón y que hoy es también el símbolo del Estado de Israel, según revela Lombardi el presidente Peres había añadido esta inscripción: “A Su Santidad el Papa Benedicto XVI, el Pastor que se empeña en conducirnos a los campos de la bendición y a los campos de la paz. Con gran afecto”.

“Al compromiso de los políticos le acompaña por tanto el compromiso de las grandes autoridades morales y religiosas”, concluye el padre Lombardi en su editorial. “¿Llegará finalmente la paz? Todos debemos comprometernos en esta dirección”.


 

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Finalizan las nuevas obras de mantenimiento de la Capilla Sixtina
El espacio sufre una “excesiva presión humana”, alerta Paolucci

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Los trabajos para “desempolvar” la Capilla Sixtina concluyeron el pasado 10 de agosto, informó el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci en un artículo publicado en L'Osservatore Romano.

Desde mediados de julio, una treintena de especialistas se ha ido alternando en las paredes de esta joya artística, ”trabajando de noche porque sólo de noche la Capilla Sixtina está libre de turistas, visitas especiales y tareas de distinta clase”, señala Paolucci.

La responsable de la Oficina del Conservador en los Museos Vaticanos (Ufficio del Conservatore nei Musei Vaticani), Vittoria Cimino, ha coordinado la obra.

“Después de que los clavigeri (amos de llaves) con su eficiencia bloqueaban las puertas y pronunciaban el fatídico extra omnes, en el silencio de la noche entraban en la Sixtina los 'nuestros'”, explica Paolucci.

Han trabajado por turnos los especialistas del Laboratorio de Restauración de Pinturas y el Equipo de Mantenimiento de Antonio Maura.

Todos “han demostrado una dedicación y profesionalidad absolutamente admirable, llevada más allá de lo que en el lenguaje burocrático se llaman los 'deberes de oficio'”.

“Basta decir que la obra acabó cuatro días antes de la fecha programada”, comenta el director de los Museos Vaticanos.

Hacía cuatro años que en la Capilla Sixtina no se llevaba a cabo el delicado trabajo de quitar el polvo acumulado y sedimentado y de revisar el conjunto del estado de salud de la superficie, en la jerga, spolveratura.

“Trabajando sobre andamios metálicos montados y desmontados cada noche, suspendidos como astronautas sobre la plataforma de la “araña”, la grúa móvil y desmontable que lleva al trabajador hasta a veinte metros de altura, al alcance, con la vista y las manos, de los profetas y las sibilas de Miguel Ángel”, los restauradores han quitado “una cantidad inimaginable de polvo y de sedimentos” depositados en la Capilla durante cuatro años en los que han pasado una media de veinte mil visitantes al día.

Paolucci recuerda haber subido también a la “araña” “en estas noches romanas que me resultarán inolvidables”.

“Hacía veinte años que no tomaba contacto con la “piel” de la Sixtina -explica-; desde cuando, como director de la Oficina de las Piedras Duras y superintendente de Florencia, tuve que subir a los andamios durante la gran restauración de Fabrizio Mancinelli y de Gianluigi Colalucci”.

En aquel momento, confiesa, “furibundas polémicas” acompañaron la limpieza de la bóveda. El desacuerdo, en su opinión, “se explica por el inesperado impacto visual que un Miguel Ángel increíblemente “colorido” produjo en quien estaba habituado a verlo y sobre todo a imaginarlo en 'blanco y negro'”.

Retos actuales

Respecto a los problemas actuales, Paolucci observa que el principal está representado por la “excesiva presión humana”, “por el no tan adecuado control climático, por la eliminación insuficiente de los contaminantes”.

“Si queremos conservar la Sixtina en condiciones aceptables para las próximas generaciones, éste es el desafío que debemos vencer y es un desafío aún más arduo que el que Gianluigi Colalucci supo afrontar victoriosamente a finales del siglo pasado”, destaca.

Si “no hay y no habrá, en nuestros días, nuevos Miguel Ángel y nuevos Rafael”, señala, “podemos, sin embargo destinar, para la conservación del patrimonio, recursos de creatividad y de inteligencia no inferiores a los que los grandes han utilizado al hacer arte”.

Los recursos actuales ayudan, concluye, porque “las oportunidades ofrecidas por la ciencia y la técnica son hoy virtualmente infinitas”.



 

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Jornadas Mundiales de la Juventud


La Jornada Mundial de la Juventud en Madrid renovará la Iglesia
Entrevista con el sacerdote que organiza desde Roma esas Jornadas Mundiales de 2011
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-  La Jornada Mundial de la Juventud de Madrid no será un evento puntual, sin que renovará a toda la Iglesia, asegura el responsable de la Sección Jóvenes del Consejo Pontificio para los Laicos.

En virtud de este cargo, el sacerdote francés Eric Jacquinet, está dando seguimiento desde el Vaticano a la preparación de esas Jornadas que tendrán lugar el próximo mes de agosto.

En esta entrevista concedida a ZENIT, reflexiona sobre el mensaje que el Papa acaba de dirigir a los jóvenes con motivo de esa Jornada Mundial, que lleva por tema: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (cf. Colosenses 2, 7).

--El Papa ha escrito una encíclica sobre la caridad y una sobre la esperanza, ¿por qué ha optado ahora por afrontar con los jóvenes el tema de la fe?

--Padre Eric Jacquinet: El Papa presta mucha atención a la situación de los jóvenes en el contexto actual. Sabe que la juventud es un período caracterizado por grandes aspiraciones. En este sentido, ofrece un testimonio personal muy impactante, en este mensaje, recordando su propia juventud, su aspiración a una vida grande y bella, en momentos de la dictadura del nacional-socialismo. Ahora constata que muchos jóvenes están desilusionados y sin puntos de referencia para edificar sus vidas. Y el Santo Padre está convencido de que es el resultado de una cultura occidental marcada por tres males: el eclipse del sentido de Dios, el relativismo y el nihilismo. Como respuesta, el Papa ofrece a los jóvenes una visión positiva de la existencia, basada en la fe en Dios.

--¿Cómo articula el Papa esta propuesta?

--Padre Eric Jacquinet: Para hablar de la fe, el Papa utiliza dos imágenes presentes en el tema: la del árbol arraigado y la de la casa edificada sobre cimientos. Así como el árbol necesita raíces para vivir y resistir a la intemperie, del mismo modo el Papa invita a los jóvenes a encontrar en Cristo el manantial de su vida. Y así como la casa sólo es sólida si se basa en cimientos estables, del mismo modo nuestras vidas sólo se edifican de manera duradera sobre la Palabra de Dios, acogida con la Iglesia. La fe en la Palabra de Cristo es, por tanto, el antídoto a los venenos del eclipse de Dios, del relativismo y del nihilismo, con su cohorte de consecuencias negativas para la vida de los jóvenes. El Papa les exhorta a entrar en comunión profunda con Cristo, en quien encontrarán la vida.

--¿Cuál es, según usted, el punto clave de este mensaje del Papa a los jóvenes del mundo?

--Padre Eric Jacquinet: El tema de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid está tomado de la carta de Pablo a los Colosenses, pues éstos estaban contaminados por filosofías religiosas que desviaban a los cristianos del Evangelio. El Papa constata que nos encontramos en la misma situación. Una corriente laicista quiere excluir a Dios de la vida pública y corrientes religiosas anuncian una felicidad sin Cristo. Como hacía san Pablo, el Papa recuerda que el camino de la felicidad pasa por la salvación de la Cruz de Cristo y que las demás propuestas no son más que ilusiones. Benedicto XXVI lleva, por tanto, a los jóvenes a encontrar a Cristo en la Cruz, con palabras muy fuertes: "la cruz a menudo nos da miedo, porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el 'sí' de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna [...] Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva". Luego mostrará cómo el apóstol Tomás, que nos representa muy bien, pasó de la duda a la fe en Cristo muerto y resucitado.

--¿Cómo pueden llevar a la práctica los jóvenes durante este año la enseñanza del Papa?

--Padre Eric Jacquinet: Durante todo este año, se invita a los jóvenes a reunirse en grupos pequeños, en sus parroquias, capellanías, movimientos, grupos de oración, para meditar esta carta. ¿Por qué no leer un párrafo al mes, pidiendo a cada joven que reflexione con anticipación sobre algunas preguntas para dejar espacio después a un momento de intercambio?

--En el año 2010, la Jornada Mundial de la Juventud ha celebrado sus 25 años: Benedicto XVI ve "una iniciativa profética que ha dado abundantes frutos". ¿Cuáles son estos frutos?

--Padre Eric Jacquinet: Los frutos son muy numerosos. Ante todo, para algunos jóvenes, son un lugar de experiencia espiritual, de descubrimiento de la presencia de Cristo vivo. Por otra parte, es una experiencia eclesial muy fuerte. Encontramos a jóvenes católicos, sólidamente arraigados en Cristo, procedentes del mundo entero. Los sacerdotes y obispos (que ofrecerán las catequesis) también se acercan a los jóvenes. Esto refuerza considerablemente el lazo de los jóvenes con Cristo y con la Iglesia. Y muestra al mundo entero una imagen renovada y hermosa de la Iglesia. De hecho, las Jornadas Mundiales de la Juventud existen porque hay jóvenes que se comprometen como voluntarios de toda la organización, ya sea en el país de origen, ya sea en el país de acogida. Estos jóvenes luego siguen comprometiéndose al servicio en la Iglesia. Las Jornadas Mundiales de la Juventud han generado, también, numerosas vocaciones consagradas y sacerdotales. Por último, se puede decir que para el país de acogida, la Jornada Mundial de la Juventud es una gran bendición. Dado que exigen el compromiso de todas las realidades eclesiales, la Jornada Mundial de la Juventud es la oportunidad para una renovación profunda de la Iglesia, de las parroquias, de los grupos de jóvenes, en el país de acogida.

--A veces se dice que las Jornadas Mundiales de la Juventud son un acontecimiento puntual, pero sin proyección ni continuidad posterior. Usted, ¿qué piensa?

--Padre Eric Jacquinet: En el Evangelio, los encuentros de los discípulos con el Resucitado son acontecimientos puntuales, de duración corta, pero que sin embargo han cambiado la vida de los discípulos y han dado fruto para la historia del mundo. Puede suceder lo mismo con algunos acontecimientos eclesiales, como es la Jornada Mundial de la Juventud. Además, cada Jornada Mundial de la Juventud no es un simple acontecimiento de cinco días. Es un proceso que se desarrolla en uno o dos años de preparación y que luego da frutos, si se saben recoger. En general, se puede decir que, durante estos 25 años, las Jornadas Mundiales de la Juventud han contribuido realmente a la formación de nuevas generaciones de católicos, que hoy están comprometidas en la Iglesia y en la sociedad. Y esto tiene un impacto mensurable en algunos lugares.

--¿Cómo se desarrollarán las Jornadas Mundiales de la Juventud?

--Padre Eric Jacquinet: La apertura tendrá lugar el martes, 16 de agosto, con una misa presidida por el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela. El papa llegará el jueves, 18 de agosto. En las mañanas del miércoles, jueves y viernes tendrán lugar las catequesis, en unos 300 lugares, por grupos lingüísticos. El viernes, tendrá lugar el Vía Crucis, que sin duda será muy emocionante, como en cada ocasión. El festival de la juventud propondrá actividades culturales (exposiciones, espectáculos, debates, encuentros) todas la noches. El sábado por la noche, será el momento de la gran vigilia de oración y el domingo por la mañana, 21 de agosto, la misa de clausura. ¡No nos vamos a aburrir!

--El Papa sabe que habrá muchos jóvenes en Madrid. ¿Cómo inscribirse?

--Padre Eric Jacquinet: Es muy sencillo. La página web oficial (http://www.madrid11.com) permite inscribirse en grupo desde el 1 de julio. La idea es alentar a todos los jóvenes a unirse a un grupo, allí donde están, para viajar juntos. Puede ser un grupo de la parroquia o de la diócesis. También hay movimientos, comunidades y asociaciones que proponen viajar con ellos. Estos grupos proponen una primera escala en una diócesis española, en los días precedentes a la Jornada Mundial de la Juventud, para participar en un primer encuentro, acogidos en las parroquias y las familias, hasta el 15 de agosto. Todos los grupos se dirigirán luego a Madrid.

Por Anita S. Bourdin

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Jóvenes del mundo idean pequeños negocios para financiarse la JMJ
Lavan coches, venden comidas, dulces o pulseras

MADRID, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Viajar hasta Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) no es tarea fácil para la mayoría de los jóvenes. En muchos países el coste del desplazamiento es elevado y la economía de los jóvenes no alcanza para costearse el viaje. Sin embargo, la ilusión y el entusiasmo les llevan a desplegar su creatividad para llevar a cabo actividades que les permitan ganarse un dinero para pagar el viaje.

El Departamento de Comunicación de la JMJ ha dado a conocer algunas de estas iniciativas desplegadas por diversos grupos de jóvenes de todo el mundo para financiarse la asistencia a este evento juvenil.

Karen, Paulina y Nataly, de 23, 19 y 17 años, respectivamente, son tres amigas que en menos de un año viajarán hasta Madrid. Nacieron en Medellín, Colombia, donde trabajan y estudian.

“Después de la JMJ de Sydney, vimos un vídeo en el que el Papa anunciaba que la próxima JMJ tendría lugar en Madrid --cuenta Karen--. Nos llenó de emoción y le pedimos al Señor que nos concediera estar”.

Para lograrlo, realizan actividades con el fin de conseguir el dinero necesario para costearse el viaje. “Estamos haciendo diferentes trabajos, como la venta de pasteles, salpicones, y tamales, entre otros”. También preparan desayunos en su parroquia algunos domingos.

Otro ejemplo es el de Deissy, de la ciudad colombiana de Cundinamarca. Relata que junto con su grupo de amigos vende almuerzos en las convivencias que se organizan cada mes y todos juntos han hecho ya la llamada “marcha del huevo”, en la que los jóvenes visitan las casas del barrio “para pedir que nos regalen huevos y después venderlos”.

En Pereira, población colombiana situada en el afamado Eje Cafetero han puesto toda la maquinaria en funcionamiento para que acuda a Madrid el mayor número de jóvenes posible.

Por eso, financiados por una empresa, les han encargado miles de “manillas” o pulseras, que “vendemos en las calles, ferias y centros comerciales”, explica Didier Duque, responsable del grupo de jóvenes de la catedral Nuestra Señora de la Pobreza.

Por otro lado, Ieda, de Brasilia, Brasil, explica que en su parroquia “estamos haciendo de todo”. Lo que más éxito tiene es “la venta de agua mineral en eventos diversos” o “lavar los coches de otros feligreses de la parroquia”, cuenta entusiasmada.

En Arequipa, Perú, los jóvenes también están volcados a la hora de realizar actividades para acudir a Madrid. Jesús, de 20 años, y varios de sus amigos confeccionan llaveros y separadores para Biblias, además de libros adornados con imágenes religiosas. Sin embargo, la idea más novedosa que han tenido es la venta de colgadores para móviles. Algo de lo que otros muchos jóvenes tomarán nota para “fabricarlos” también.

Algunos jóvenes tienen a Madrid presente casi las 24 horas del día. Consultan con asiduidad mapas y atlas en los que situar la sede de la próxima JMJ. Otros lo hacen a través de Internet.

Para alimentar este interés por España y dar a conocer sus tradiciones, un buen número de estos futuros peregrinos se ha puesto manos a la obra y se dedica a la venta de dulces típicos españoles.

Es el caso de María, que desde El Salvador cuenta cómo en Navidad “vendemos roscones de Reyes”, algo “muy típico en España”, explica. “También elaboramos torrijas”, otro dulce tradicional español que se consume en Semana Santa.

La mayoría de estos jóvenes coincide en señalar que el viaje comienza en el momento en el que se ponen en marcha estas tareas. Son sólo algunas ideas, pero hay muchas otras que les abrirán el camino hacia Madrid.

Por eso, la Jornada Mundial de la Juventud, para ellos, ya ha comenzado.



 

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Mundo


El Papa envió un rosario bendecido por él a cada minero chileno atrapado
El cardenal Errázuriz celebró una misa junto a la mina San José

COPIAPÓ, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El cardenal Francisco Javier Errázuriz celebró este jueves la eucaristía junto a la mina San José, en Atacama, e hizo entrega, a los familiares de los 33 mineros atrapados, de un rosario bendecido por  Benedicto XVI.

El cardenal Francisco Javier Errázuriz destacó el gesto del Santo Padre, que el domingo tuvo una palabra especial durante el rezo del Angelus para expresar su cercanía hacia los mineros chilenos y sus familiares, comprometiendo su oración por el pronto rescate. Ahora el Papa quiso manifestar de otro modo su afecto y especial preocupación, a través de la entrega de un rosario a cada uno de los mineros, mediante sus familiares más cercanos.

“Es impresionante cómo este hecho nos unió a todos como familia y no hay nadie en Chile que no esté pendiente día a día de lo que a ellos les ocurre”, señaló el arzobispo de Santiago en conferencia de prensa ofrecida este jueves en dependencias del obispado de Copiapó, junto al pastor diocesano, monseñor Gaspar Quintana.

El purpurado destacó el valor de los trabajadores, la fortaleza, alegría, solidaridad y disciplina con que han enfrentado esta situación. Y apreció la inmensa fe que han expresado en todo este tiempo, su amor al Señor, su devoción a la Virgen de la Candelaria, a san Lorenzo.

También manifestó la importancia que ha revestido la colaboración de todos los sectores por salir adelante en la faena del rescate. “Cuántas labores importantes en Chile podríamos abordar con ese espíritu de solidaridad”, subrayó.

“Este esfuerzo proclama el valor de toda vida humana, que no tiene precio”, concluyó el cardenal Errázuriz.

Junto a la eucaristía desarrollada en el casino del Campamento Esperanza, el cardenal Errázuriz se logró comunicar a través del hilo telefónico con los trabajadores.

El purpurado les señaló que se sentía orgulloso de ellos, además de comunicarles que el Papa rezó el Ángelus dominical por los 33 atrapados.

“Pude expresarles por teléfono a los mineros que yo había venido trayéndoles esos 33 rosarios que el Papa les había enviado especialmente a ellos, que él mismo bendijo, de manera que a las palabras de él en la plaza de San Pedro el día domingo, unía este gesto. Palabras de él que iban dirigidas al mundo entero, para que todos nos acompañaran y todos rezáramos para que tuviéramos mucho éxito esta operación de rescate”, manifestó Errázuriz.

Asimismo, “les dije que estábamos orgullosos de ellos, que el espíritu con el que fueron afrontando esta enorme dificultad, (fue) con mucha fortaleza, con mucha disciplina entre ellos y mucha fe y no sólo esperanza, sino con alegría, (que) era un gran regalo al comienzo de las celebraciones del Bicentenario”, señaló.

Los mineros “tienen un ánimo esperanzador, solidario, con mucha fe, que nos da esperanza en que puedan resistir hasta que sean rescatados”, dijo el cardenal Errázuriz.

“Todos los días hay un momento de oración por los mineros”, agregó.

El cardenal dijo también que “todo Chile” está pendiente del caso de los mineros, atrapados a 688 metros de profundidad tras un derrumbe en la mina San José, en medio del desierto de Atacama.

“El Presidente, los ministros, los rescatistas, todo Chile están detrás de esto”, afirmó el cardenal.

Sin embargo, también se refirió a la creación de la comisión investigadora en el Congreso, sosteniendo que “no quiero ser juez (...) no puede ser que una mina no tenga vías de escape habilitadas”.

Tras la breve comunicación se dirigió al campamento Esperanza, donde presidió una misa con las familias de los mineros.

El cardenal llevó 33 rosarios bendecidos por el Papa que fueron entregados a la intendenta de Atacama, Ximena Matas, para que se les envíen por el sistema de “paloma” a los mineros.



 

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“Recemos a la Virgen de Coromoto por las próximas elecciones parlamentarias”
Comunicado de la Presidencia de la Conferencia Episcopal Venezolana

CARACAS, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Este 11 de septiembre la Iglesia en Venezuela celebra la solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, patrona del país.

Con este motivo, los obispos de la Presidencia de la Conferencia Episcopal hicieron llegar este miércoles “un mensaje de fe, de unión y esperanza” a todos los fieles católicos de Venezuela, y a todas las personas de buena voluntad, y pidieron rezar a su patrona por el resultado de las próximas elecciones parlamentarias del 26 de septiembre.

Los obispos señalan que “la Madre de Jesucristo, nuestro Señor, ha acompañado la vida y el quehacer de los venezolanos y las venezolanas a lo largo de su historia”. “Con diversos títulos y bajo diferentes imágenes, --pero siempre con el mismo cariño y devoción--, es invocada por nuestro pueblo como madre y protectora, tanto en los momentos alegres como en los momentos difíciles de la vida”.

En especial, recuerdan, “la imagen de nuestra Señora de Coromoto, cuya reliquia ha sido recientemente restaurada, y que reúne a todos los venezolanos en la única y siempre sentida devoción a la Virgen María, nos recuerda nuestras raíces como nación, y nuestra vocación a ser familia y pueblo de Dios por el Bautismo”.

Por tal motivo, invitan “a todas las Iglesia Particulares, parroquias y comunidades cristianas de Venezuela a dar un gran realce a esta celebración litúrgica y hacer de ella un momento importante de reafirmación de fe cristiana y de compromiso eclesial”.

Como hacen siempre, piden “que renueve la fe en toda la extensión de nuestra patria, para que todos los venezolanos y venezolanas, nos esforcemos por construir una patria cada vez más justa, solidaria, incluyente y participativa, en la cual todos, superando nuestras diferencias, podamos reconocernos como hermanos, y vivamos en paz”.

Exhortan a aprovechar “esta ocasión para pedir insistentemente a Dios que nos ayude para construir una sociedad fundamentada en el amor a Dios y al prójimo, aplicando los principios y valores contenidos en los diez mandamientos de la ley de Dios, y que nos ayude con su gracia a la superación de la violencia que enluta tantos hogares venezolanos, en la lucha contra la corrupción, el narcotráfico, el hedonismo y otros tantos males que contrarían el designio de Dios”.

Piden rezar particularmente a Dios, por intercesión de la Virgen de Coromoto, “para que las elecciones parlamentarias del próximo 26 de septiembre sean una oportunidad para renovar y consolidar la vocación democrática del pueblo venezolano, y contemos con diputados que trabajen por el bien de las regiones y por la solución de los grandes problemas nacionales”.

Firman el comunicado los obispos Ubaldo Ramón Santana Sequera, arzobispo de Maracaibo, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV); Baltazar E. Porras Cardozo, arzobispo de Mérida, vicepresidente 1° de la CEV; Roberto Lûckert León, arzobispo de Coro, vicepresidente 2°de la CEV; y Jesús González de Zárate, obispo Auxiliar de Caracas, secretario general de la CEV.



 

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Acuerdo histórico para restaurar la iglesia de la Natividad de Belén
Las Iglesias católica, ortodoxa y armenia mostrarán su capacidad de colaborar

BELÉN, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Las Iglesias católica, ortodoxa y armenia han llegado a un acuerdo histórico, impulsado por la Autoridad Palestina, para la restauración del techo de la iglesia de la Natividad de Jesús, de Belén.

El custodio de Tierra Santa, el franciscano Pierbattista Pizzaballa; el patriarca griego ortodoxo Theophilos III, y el representante del patriarca armenio, Torkom II Manoogian, firmaron el acuerdo este jueves en Belén.

Lo hicieron en presencia del primer ministro palestino, M. Salam Fayyad y del consejero del presidente Mahmoud Abbas para los Asuntos Cristianos y presidente del Comité para la renovación de la iglesia, M. Ziad Al Bandak.

El padre Pizzaballa declaró al Centro Franciscano de Medios que “se trata del principio de una nuevo modo de vivir juntos en Belén”.

“Esta basílica, muy antigua y necesitada de restauración, se había convertido en el símbolo de nuestra incapacidad de hablar -explicó-. Espero que se convierta al contrario en el nuevo espacio en el que las Iglesias demostrarán su capacidad de colaborar”.

En efecto, para cualquier restauración de la basílica de la Natividad, como de todos los santuarios regidos por el Statu Quo, se necesita el acuerdo de los tres “co-propietarios”.

La insistencia del presidente de la Autoridad Nacional Palestina ha resultado fundamental para lograr el acuerdo.

Ya en noviembre de 2008, Mahmoud Abbas había instado a las Iglesias a entenderse. Además, la Autoridad Palestina ha destinado un millón de dólares a la obra, según la agencia Agence France Presse (AFP).

En el acto de firma del acuerdo, estaba presente también el jefe del grupo internacional de expertos para la restauración, el profesor Remigio Rossi. Está previsto que la obra dure 150 días, y por el momento se desconoce la fecha de su inicio.

Intervención urgente

Lo que sí es evidente es la urgencia de las obras de restauración del templo; visitándolo en días de lluvia, pueden verse charcos en distintos puntos del interior.

De hecho, no se ha llevado a cabo ninguna obra de mantenimiento del techo desde la anterior restauración en 1832, de manera que está notablemente dañado, lo cual está causando también el deterioro de los restos de mosaicos y frescos.

Además de ser uno de los lugares santos más importantes de la cristiandad, donde según la tradición nació Jesús, la basílica de la Natividad de Belén es una de las iglesias más antiguas del mundo.

Construida a principios del siglo IV por el emperador Constantino y reconstruida a principios del siglo VI por el emperador Justiniano, se salvó durante las invasiones árabes del siglo VII porque los Reyes Magos representados en el edificio estaban revestidos de hábitos orientales.

Lo esencial de la estructura actual del techo se remonta a su mayor restauración, llevada acabo entre los años 1435 y 1479.

En el informe que la UNESCO dedicó al techo de la basílica de la Natividad en el año 2000, los expertos afirmaron que la antigüedad de un techo suele situarse en torno a los 150 años y se mostraron impresionados porque éste ha podido resistir tres veces más.

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El presidente de Corea del Norte visita una iglesia católica en China
Una “peregrinación familiar” sin otras intenciones

CIUDAD JILIN, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- De visita en China, el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-il, visitó una iglesia católica de Jilin, informa Eglises d'Asie (EDA), la agencia de las Misiones extranjeras de Paris.

Durante su viaje a China del 26 al 30 del pasado mes de agosto -el segundo de este año, tras un primer desplazamiento en mayo de 2010-, el jefe del Estado norcoreano visitó Jilin, en el noreste de la República Popular China, donde entró en una iglesia católica.

Además de los objetivos políticos evidentes, el viaje, rodeado de un gran secreto como es habitual, tomó el aspecto de una peregrinación familiar.

El líder de Corea del Norte iba acompañado de su tercer hijo, Kim Jong-un, considerado por muchos analistas como su probable sucesor.

Además, la delegación visitó diversos lugares en los que había vivido el padre del actual presidente, entre los años 1927 y 1930.

El 26 de agosto, en Ciudad Jilin, Kim Jong-il fue visto en una escuela en la que habría estudiado su padre y se detuvo para realizar una visita de cinco minutos a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.

Situado en la orilla norte del río Songhua (Sungari en coreano), el edificio, de estilo gótico, fue construido en 1919 y sirvió como catedral de la diócesis durante varias décadas.

Actualmente restaurado, y siempre consagrado al culto católico, entró en la lista de monumentos históricos de la provincia en 1999.

El 26 de agosto fue el párroco del lugar, el padre Nicholas Liu Wenhui, quien acogió al líder norcoreano para la visita relámpago a su iglesia.

Según fuentes locales, el dirigente se limitó a decir que su padre había visitado el lugar.

En Corea del Sur, donde los medios de comunicación han intentado seguir paso a paso el transcurso de la visita de Kim Jong-il a China, la visita del líder norcoreano a la iglesia de Jilin no ha dejado de suscitar comentarios e interrogantes.

Algunos han especulado sobre una posible flexibilización de la política del régimen comunista hacia las religiones en general y el catolicismo en particular.

En el diario Hankyoreh, pudo leerse que un oficial surcoreano pensó que la visita “podría constituir una especie de mensaje sobre las religiones, entre ellas el catolicismo”.

Sin embargo, en el seno de la Iglesia católica en Corea del Sur, el entusiasmo es notablemente menor.

“Parece que la visita forma parte del programa enmarcado en el desplazamiento a Jilin y eso no quiere decir que contenga un mensaje subliminal”, declaró el padre Kim Hun-il, del secretariado de la conferencia episcopal.

En el Comité por la reconciliación de Corea de la arquidiócesis de Seúl, el padre Park Chang-ho añadió: “Todo esto no se basa más que en suposiciones; esta visita a la iglesia se enmarca en una peregrinación 'personal'”.

Corea del Norte ha sido calificada como el peor perseguidor de cristianos durante siete años consecutivos en la Lista de 2009 de Open Doors Watch.

Los norcoreanos son obligados a practicar un culto a la personalidad que incluye a Kim Jong-Il y a su difunto padre. Cualquier otra religión, en especial la cristiana, está prohibida.


 

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Entrevistas


El cardenal Newman y la búsqueda de la verdad
Entrevista a Cristina Siccardi, biógrafa del futuro beato

TURÍN, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Después de viajar cinco horas bajo la lluvia, el 8 de octubre de 1845, el sacerdote pasionista Domenico Barberi se encontró con el entonces pastor anglicano John Henry Newman, (Londres, 1801- Birmingham, 1890) quien le pidió que lo acogiera en los brazos de la Iglesia católica, después de décadas de búsqueda en la teología y la filosofía.

El entonces cardenal Ratzinger escribió en 1990, a propósito del centenario de la muerte de Newman: “… fue su conciencia la que lo condujo de los antiguos lazos y de las antiguas certezas dentro del mundo para él difícil y extraño del catolicismo”.

Y será el ahora el Papa Benedicto XVI quien lo beatificará en Coventry, centro de Gran Bretaña, el próximo 19 de septiembre durante su viaje a Inglaterra.

Sobre la vida y constante búsqueda de Newman, en la que siempre estuvieron entrelazadas la fe y la razón, ZENIT entrevistó a la escritora italiana Cristina Siccardi, autora del libro Nello specchio del cardinale Newman (En el espejo del Cardenal Newman n.d.t 2010, editorial Fede e cultura), cuya publicación en Italia se espera para los próximos días. Cristina escribe para varios medios de comunicación católicos en Italia.

Es autora, entre otros libros de La «bambina» di padre Pio. Rita Montella 2003.  (La “niña” del Padre Pío. Rita Montella n.d.t) Santa Rita da Cascia e il suo tempo 2004 (Santa Rita de Cascia y su tiempo n.d.t); Paolo VI. Il papa della luce 2008 (Pablo VI el papa de la luz n.d.t); Tutto il mondo in un solo cuore. Maddalena Sofia Barat 2009. (Todo el mundo en un solo corazón. Magdalena Sofía Barat n.d.t)

-¿Cómo transcurrió la infancia de Newman?

Cristina Siccardi: John Henry Newman era el primogénito de seis hijos de los esposos John Newman y Jemina Fourdrinier. Nació en Londres y fue bautizado en la Iglesia anglicana de Saint Bennet Fink.

Su padre, un hombre emprendedor, fue subiendo de posición a nivel social hasta convertirse en banquero. Pero luego de varios años de éxito, cayó en bancarrota. Fue el propio John Henry quien tuvo que mantener a toda su familia cuando asistió a la universidad de Oxford.

“Fui educado durante mi infancia a tener el gran placer de leer la Biblia, pero no tuve sólidas convicciones religiosas sino hasta los 15 años”, así Newman abrió el segundo párrafo de aquella obra maestra titulada Apología pro vita sua. Historia de mis convicciones religiosas, que escribió en 1864 para combatir a quienes, a raíz de de su conversión, lo habían atacado ácidamente.

Un día, en la ermita de Littlemore, donde se convirtió, encontró y ojeó un viejo cuaderno suyo de escuela. En la primera página encontró maravillado un emblema que le cortó la respiración: había dibujado la figura de una cruz robusta y, al costado, una figura que representaba un rosario con una pequeña cruz unida a este. En aquel momento tenía sólo diez años. Estas imágenes no tendrían por qué haber sido dibujadas por el lápiz de Newman, debido a la aversión que los protestantes tienen hacia las imágenes sagradas.

-¿Por qué le llamaban tanto la atención los Padres de la Iglesia?

Cristina Siccardi: Cuando todavía era anglicano, en 1826, Newman decidió estudiar con un método sistemático a los Padres de la Iglesia y así nació un profundo amor por ellos. En primer lugar, los examinó con la óptica protestante, luego, en 1835 y en 1839 retomó el estudio con una óptica más parecida al catolicismo.

En una carta a su amigo Pusey dijo: “No me avergüenzo de basarme en los Padres, y no pienso en lo más mínimo en alejarme de ellos. La historia de sus tiempos no es todavía para mí un almanaque viejo. Los Padres me hicieron católico (The Fathers made me a Catholic) y yo no pretendo arrojar al suelo la escala con la cual he subido para entrar en la Iglesia”.

Los Padres fueron para Newman su gran amor, en ellos encontró la respuesta a las persistentes preguntas religiosas y de fe que lo torturaron durante 44 años hasta que, el 9 de octubre de 1945 fue acogido en la Iglesia católica por el padre Domenico Barberi, pasionista italiano quien fue beatificado por Pablo VI en 1963.

-Cuéntenos más sobre su conversión al catolicismo…

Cristina Siccardi: Ésta llegó través de un fatigoso recorrido intelectual y espiritual. Su biografía se identifica con la elaboración del pensamiento y con el empeño del alma. John Henry Newman está situado entre los grandes pensadores, filósofos y teólogos de la historia de la humanidad: Su bibliografía, que se ha ido edificando en el mundo, en el transcurso de los 120 años desde su muerte, es enorme.

Con espíritu de explorador, atento y escrupuloso sondeó aquel interminable nudo de caminos que es el protestantismo. Primero como calvinista y luego como anglicano, para después llegar con alegría a la Iglesia de Pedro, como pudo experimentar también otro converso excepcional: San Agustín. Newman se comportó como el capitán que gobierna su destructor (tipo de nave de guerra, n.d.t.) con destreza y competencia y sin dar tregua alguna, alcanzó con gran humildad y sobre todo con celo, la meta anhelada.

-¿Qué dijeron sus amigos cuando dio este paso?

Cristina Siccardi: Newman, a pesar de que dio una especial importancia al valor de la amistad y a los lazos profesionales, cuando vio y comprendió la verdad y dónde estaba, no se preocupó más de nada ni de nadie y abandonó todo y todos, así como hicieron los apóstoles. Sus amigos anglicanos comprendieron que habían perdido un gran hombre: algunos lo lamentaron, otros lo juzgaron ferozmente, otros, en cambio, lo animaron.

El elogio más bello, a nuestro parecer, que le han dado en su vida, es la misiva que Edward Pusey envió a un amigo:

“Dios está todavía con nosotros y nos permitirá seguir adelante a pesar de esta pérdida. No debemos esconder su importancia porque es la pérdida más grande que hemos podido tener. Quienes lo han adquirido conocen bien sus méritos… Nuestra iglesia no ha sabido beneficiarse. Era como si una espada afilada durmiese en su vaina porque nadie sabía empuñarla. Era un hombre predestinado a ser un gran instrumento divino, capaz de realizar un amplio proyecto que restableciese la Iglesia. Se ha ido – como todos los grandes instrumentos de Dios – inconsciente de su propia grandeza. Se ha ido para cumplir un simple acto de deber sin pensar en sí mismo, abandonándose completamente en las manos del Altísimo. Así son los hombres en quienes Dios se confía. Se podría decir que no tanto quien ha dejado sino quien ahora se ha transferido a otra zona de la viña, donde puede utilizar todas las energías de su poderosa mente”

-¿Recibió muchos ataques de parte de la Iglesia anglicana y de los intelectuales de la época?

Cecila Siccardi: Ciertamente de la Iglesia anglicana, de los intelectuales protestantes y además de la misma Iglesia católica. Los primeros lo consideraban un traidor, los segundos, alguien de quien se debe desconfiar…

También algunos católicos en Irlanda estuvieron en su contra: fue removido del cargo de Rector de la Universidad de Dublín. John Henry Newman escribió Apologia pro vita sua justamente para defenderse de los ataques de los intelectuales. Este libro dio pie a muchas conversiones. Recordemos que fue el papa León XIII quien “cayó la boca” a tantos rumores maliciosos, cuando concedió a Newman el birrete cardenalicio.

-En una sociedad donde prima el relativismo moral e intelectual, ¿Qué nos dice la beatificación de Newman?

Cristina Siccardi: El cardenal Newman combatió sincera y lealmente el liberalismo, trazando, con un método sistemático y analítico, uno de los perfiles más reales de aquella Europa en fase de corrupción, de abandono de la civilización cristiana y de acuciante apostasía.

Logró identificar las connotaciones de secularización y relativismo de nuestros días, fruto de la presunción que ya los griegos paganos, depositarios de verdaderas semillas del Verbo definían ύβρις (übris = la arrogancia de quien no se somete a los dioses), o lo que es lo mismo, la idea de anteponer los lugares comunes supuestamente racionales de la propia época a la racionabilidad y racionalidad de la Tradición.

Newman, quien, como dijo el cardenal Ratzinger en 1990, “pertenece a los grandes doctores de la Iglesia”, ese gran caballero del siglo XVIII inglés, alcanzó la Verdad cuando tenía 44 años, después de décadas de estudio y de profundización: Con valentía exprimió su propia mente para entender, indagar, sondear los meandros de la historia, la filosofía, la teología y descubrir finalmente la perla preciosa… fue así que “vi mi rostro en aquel espejo: era el rostro de un monofisita, el rostro de un hereje anglicano y lo descubrí casi con terror”.

El epitafio de la tumba del futuro Beato Newman, cuya vida es la prueba más evidente y concreta de que la razón puede unirse a la fe para traer a la tierra la Iglesia de Jesucristo, la única verdad que lleva a la salvación eterna. Creer en la verdad y ser libre: “Si permanecéis fieles a mi palabra, seréis de verdad mis discípulos; conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8, 31 – 32). John Henry Newman es el modelo que la Iglesia, bajo el pontificado de Benedicto XVI, propone a los cristianos y a los católicos a seguir: Es la respuesta clarísima del Papa al mundo relativista.

Por Carmen Elena Villa

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Informe Especial


Pío IX y Juan XXIII beatificados hoy hace una década
Ambos marcaron importantes hitos en la historia de la Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).-  A pesar de que los separa casi un siglo de diferencia tienen algo en común: Pío IX y Juan XIII sacaron adelante un concilio ecuménico (Vaticano I y Vaticano II respectivamente), afrontaron momentos difíciles en el orden mundial (movimiento de unificación italiana y la posguerra tras el segundo conflicto mundial) y fueron beatificados por Juan Pablo II un día como hoy hace diez años.

Pío IX, un pontificado largo y fecundo

Es el pontificado más largo del que la historia tenga registrado. Giovanni Maria Mastai Ferretti (nacido en Senigallia, provincia de Ancona el 13 de mayo de 1792) estuvo en la sede de Pedro durante casi 32 años: entre 1846 y 1878.

Con la constitución apostólica Inefabilis Deus proclamó en 1854 el dogma de la Inmaculada Concepción, luego de realizar una consulta con todos los obispos del mundo en la que la gran mayoría (546 de 603 en total), se declararon a favor.

"Más allá del significado doctrinal de aquella definición, este dogma tiene especialmente un valor espiritual", ha explicado a L' Osservatore Romano en su edición de este viernes, monseñor Walter Brandmüller, quien fue hasta el año pasado presidente del Pontificio Comité de Ciencias.

El prelado alemán aseguró que este hecho "Demuestra especialmente la gran sensibilidad de Pío IX hacia la realidad sobrenatural de la fe con particular atención a la cuestión del pecado y de la gracia". Un discurso que, según él, hoy cobra gran actualidad hoy: "no por casualidad, este es uno de los temas que está particularmente en el corazón de Benedicto XVI", dijo monseñor Brandmüller.

Pío IX fue el papa que convocó al Concilio Vaticano I (1869 - 1870), donde se definió por medio de la constitución dogmática Pastor aeternus, la infalibilidad del Papa para sus pronunciamientos ex cátedra, así como el fortalecimiento del primado romano.

En este concilio se discutió además la relación entre la fe y la razón, tema que quedó consignado en la constitución Dei filius: "En ella se afronta directamente la cuestión de las ideologías y de los movimientos que inquietaban el panorama intelectual y que exigían una respuesta también en el plano teológico", aseguró monseñor Brandmüller.

La vida consagrada fue también uno de los pilares de Pío IX: aprobó canónicamente 160 órdenes religiosas, muchas de ellas femeninas y misioneras. Varias habían nacido en Francia, pese a la persecución religiosa de finales del siglo XVIII. "Esto confirma que buena parte los frutos del pontificado de Pío IX han sido recogidos después de su muerte. Y hoy también se siguen recogiendo", dijo  monseñor Brandmüller.

"Su larguísimo pontificado no fue fácil, y tuvo que sufrir mucho para cumplir su misión al servicio del Evangelio", recordó Juan Pablo II hace diez años durante la homilía de su beatificación. "Fue muy amado, pero también odiado y calumniado", aseguró.

Juan XXIII: más que un papa de transición

Angelo Giuseppe Roncalli (1881 - 1963) tenía una profunda devoción hacia su predecesor Pío IX: "Pienso siempre en Pío IX, de santa y gloriosa memoria, e, imitándolo en sus sacrificios, quisiera ser digno de celebrar su canonización", expresó en uno de sus escritos, recopilados en el libro Diario de un alma.

Hoy, miles de fieles visitan su cuerpo incorrupto, que yace en una urna ubicada en la Basílica de San Pedro.

Por su edad avanzada en el momento de su elección como sucesor de Pío XII (casi 77 años), se pensaba inicialmente que su pontificado sería sólo de transición. Sin embargo Juan XXIII convocó al acontecimiento eclesial más importante del siglo XX: el Concilio Vaticano II.

"Gracias también al Papa Juan, en cuyo pecho exultaban las aspiraciones y las iluminaciones de sus antecesores inmediatos, de obispos y de teólogos, de hombres y mujeres iluminados por la palabra revelada, hoy, nosotros sabemos mejor que ayer, quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos", dijo a L' Osservatore Romano monseñor Loris Francesco Capovilla, obispo emérito de Loreto (Italia), quien durante varios años fue secretario del papa Roncalli y quien se ha encargado de recopilar sus escritos para posteriores publicaciones.

El anciano obispo de 95 años recordó el momento del anuncio del Concilio: "El Papa se levantó en la madrugada, dirigiendo su oración matutina con el Angelus que recitó sobre el solemne abrazo de la columnata berniniana".

(...) "En el coche, cuando se dirigía hacia San Pablo extramuros, pronunció pocas palabras" continuó el prelado. "Presidió la misa celebrada por el abad y luego pronunció la homilía. El rito se prolongó más de lo previsto y el Papa cruzó el umbral del aula capitular del monasterio benedictino, poco después del mediodía: la hora en la que terminaba el embargo del anuncio".

"De este modo, la divulgación de la noticia del Concilio por parte de los medios de comunicación tuvo lugar antes de que el Pontífice la hubiera comunicado a los cardenales", recordó el obispo emérito de Loreto. Juan Pablo II definió a Juan XXIII el día de su beatificación como "el Papa que conmovió al  mundo  por  la afabilidad de su trato, que reflejaba la singular bondad de su corazón".

"Los designios divinos han querido que esta beatificación uniera a dos Papas que vivieron en épocas históricas muy diferentes", señaló Juan Pablo II hace 10 años, "pero que están unidos, más allá de las apariencias, por  muchas semejanzas en el plano humano y espiritual".

Por Carmen Elena Villa

 



 

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Documentación


Mensaje del Papa para la JMJ Madrid 2011
Texto íntegro en español

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 3 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto del Mensaje del Papa Benedicto XVI para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid en agosto del próximo año, y que ha sido publicado hoy por la Santa Sede

* * * * *



 

MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA XXVI JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
2011



 

Arraigados y edificados en Cristo,
firmes en la fe”
(cf. Col 2, 7)

Queridos amigos

Pienso con frecuencia en la Jornada Mundial de la Juventud de Sydney, en el 2008. Allí vivimos una gran fiesta de la fe, en la que el Espíritu de Dios actuó con fuerza, creando una intensa comunión entre los participantes, venidos de todas las partes del mundo. Aquel encuentro, como los precedentes, ha dado frutos abundantes en la vida de muchos jóvenes y de toda la Iglesia. Nuestra mirada se dirige ahora a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid, en el mes de agosto de 2011. Ya en 1989, algunos meses antes de la histórica caída del Muro de Berlín, la peregrinación de los jóvenes hizo un alto en España, en Santiago de Compostela. Ahora, en un momento en que Europa tiene que volver a encontrar sus raíces cristianas, hemos fijado nuestro encuentro en Madrid, con el lema: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). Os invito a este evento tan importante para la Iglesia en Europa y para la Iglesia universal. Además, quisiera que todos los jóvenes, tanto los que comparten nuestra fe, como los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida: la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros.

1. En las fuentes de vuestras aspiraciones más grandes

En cada época, también en nuestros días, numerosos jóvenes sienten el profundo deseo de que las relaciones interpersonales se vivan en la verdad y la solidaridad. Muchos manifiestan la aspiración de construir relaciones auténticas de amistad, de conocer el verdadero amor, de fundar una familia unida, de adquirir una estabilidad personal y una seguridad real, que puedan garantizar un futuro sereno y feliz. Al recordar mi juventud, veo que, en realidad, la estabilidad y la seguridad no son las cuestiones que más ocupan la mente de los jóvenes. Sí, la cuestión del lugar de trabajo, y con ello la de tener el porvenir asegurado, es un problema grande y apremiante, pero al mismo tiempo la juventud sigue siendo la edad en la que se busca una vida más grande. Al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada. Queríamos lo que era grande, nuevo. Queríamos encontrar la vida misma en su inmensidad y belleza. Ciertamente, eso dependía también de nuestra situación. Durante la dictadura nacionalsocialista y la guerra, estuvimos, por así decir, “encerrados” por el poder dominante. Por ello, queríamos salir afuera para entrar en la abundancia de las posibilidades del ser hombre. Pero creo que, en cierto sentido, este impulso de ir más allá de lo habitual está en cada generación. Desear algo más que la cotidianidad regular de un empleo seguro y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven. ¿Se trata sólo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito. Cualquier otra cosa es insuficiente. San Agustín tenía razón: nuestro corazón está inquieto, hasta que no descansa en Ti. El deseo de la vida más grande es un signo de que Él nos ha creado, de que llevamos su “huella”. Dios es vida, y cada criatura tiende a la vida; en un modo único y especial, la persona humana, hecha a imagen de Dios, aspira al amor, a la alegría y a la paz. Entonces comprendemos que es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente de la vida; eliminarlo equivale a separarse de esta fuente e, inevitablemente, privarse de la plenitud y la alegría: «sin el Creador la criatura se diluye» (Con. Ecum. Vaticano. II, Const. Gaudium et Spes, 36). La cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio –como el sentido de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia–, se constata una especie de “eclipse de Dios”, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza.

Por este motivo, queridos amigos, os invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Vosotros sois el futuro de la sociedad y de la Iglesia. Como escribía el apóstol Pablo a los cristianos de la ciudad de Colosas, es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento. Vosotros, jóvenes, tenéis el derecho de recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto, capaz de dar fruto.

2. Arraigados y edificados en Cristo

Para poner de relieve la importancia de la fe en la vida de los creyentes, quisiera detenerme en tres términos que san Pablo utiliza en: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). Aquí podemos distinguir tres imágenes: “arraigado” evoca el árbol y las raíces que lo alimentan; “edificado” se refiere a la construcción; “firme” alude al crecimiento de la fuerza física o moral. Se trata de imágenes muy elocuentes. Antes de comentarlas, hay que señalar que en el texto original las tres expresiones, desde el punto de vista gramatical, están en pasivo: quiere decir, que es Cristo mismo quien toma la iniciativa de arraigar, edificar y hacer firmes a los creyentes.

La primera imagen es la del árbol, firmemente plantado en el suelo por medio de las raíces, que le dan estabilidad y alimento. Sin las raíces, sería llevado por el viento, y moriría. ¿Cuáles son nuestras raíces? Naturalmente, los padres, la familia y la cultura de nuestro país son un componente muy importante de nuestra identidad. La Biblia nos muestra otra más. El profeta Jeremías escribe: «Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza: será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto» (Jer 17, 7-8). Echar raíces, para el profeta, significa volver a poner su confianza en Dios. De Él viene nuestra vida; sin Él no podríamos vivir de verdad. «Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo» (1 Jn 5,11). Jesús mismo se presenta como nuestra vida (cf. Jn 14, 6). Por ello, la fe cristiana no es sólo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo. El encuentro con el Hijo de Dios proporciona un dinamismo nuevo a toda la existencia. Cuando comenzamos a tener una relación personal con Él, Cristo nos revela nuestra identidad y, con su amistad, la vida crece y se realiza en plenitud. Existe un momento en la juventud en que cada uno se pregunta: ¿qué sentido tiene mi vida, qué finalidad, qué rumbo debo darle? Es una fase fundamental que puede turbar el ánimo, a veces durante mucho tiempo. Se piensa cuál será nuestro trabajo, las relaciones sociales que hay que establecer, qué afectos hay que desarrollar… En este contexto, vuelvo a pensar en mi juventud. En cierto modo, muy pronto tomé conciencia de que el Señor me quería sacerdote. Pero más adelante, después de la guerra, cuando en el seminario y en la universidad me dirigía hacia esa meta, tuve que reconquistar esa certeza. Tuve que preguntarme: ¿es éste de verdad mi camino? ¿Es de verdad la voluntad del Señor para mí? ¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio? Una decisión así también causa sufrimiento. No puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará también la fuerza. Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo. No cuenta la realización de mis propios deseos, sino su voluntad. Así, la vida se vuelve auténtica.

Como las raíces del árbol lo mantienen plantado firmemente en la tierra, así los cimientos dan a la casa una estabilidad perdurable. Mediante la fe, estamos arraigados en Cristo (cf. Col 2, 7), así como una casa está construida sobre los cimientos. En la historia sagrada tenemos numerosos ejemplos de santos que han edificado su vida sobre la Palabra de Dios. El primero Abrahán. Nuestro padre en la fe obedeció a Dios, que le pedía dejar la casa paterna para encaminarse a un país desconocido. «Abrahán creyó a Dios y se le contó en su haber. Y en otro pasaje se le llama “amigo de Dios”» (St 2, 23). Estar arraigados en Cristo significa responder concretamente a la llamada de Dios, fiándose de Él y poniendo en práctica su Palabra. Jesús mismo reprende a sus discípulos: «¿Por qué me llamáis: “¡Señor, Señor!”, y no hacéis lo que digo?» (Lc 6, 46). Y recurriendo a la imagen de la construcción de la casa, añade: «El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra… se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida» (Lc 6, 47-48).

Queridos amigos, construid vuestra casa sobre roca, como el hombre que “cavó y ahondó”. Intentad también vosotros acoger cada día la Palabra de Cristo. Escuchadle como al verdadero Amigo con quien compartir el camino de vuestra vida. Con Él a vuestro lado seréis capaces de afrontar con valentía y esperanza las dificultades, los problemas, también las desilusiones y los fracasos. Continuamente se os presentarán propuestas más fáciles, pero vosotros mismos os daréis cuenta de que se revelan como engañosas, no dan serenidad ni alegría. Sólo la Palabra de Dios nos muestra la auténtica senda, sólo la fe que nos ha sido transmitida es la luz que ilumina el camino. Acoged con gratitud este don espiritual que habéis recibido de vuestras familias y esforzaos por responder con responsabilidad a la llamada de Dios, convirtiéndoos en adultos en la fe. No creáis a los que os digan que no necesitáis a los demás para construir vuestra vida. Apoyaos, en cambio, en la fe de vuestros seres queridos, en la fe de la Iglesia, y agradeced al Señor el haberla recibido y haberla hecho vuestra.

3. Firmes en la fe

Estad «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe» (cf. Col 2, 7). La carta de la cual está tomada esta invitación, fue escrita por san Pablo para responder a una necesidad concreta de los cristianos de la ciudad de Colosas. Aquella comunidad, de hecho, estaba amenazada por la influencia de ciertas tendencias culturales de la época, que apartaban a los fieles del Evangelio. Nuestro contexto cultural, queridos jóvenes, tiene numerosas analogías con el de los colosenses de entonces. En efecto, hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un “paraíso” sin Él. Pero la experiencia enseña que el mundo sin Dios se convierte en un “infierno”, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, le adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde cada uno es respetado en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva. Hay cristianos que se dejan seducir por el modo de pensar laicista, o son atraídos por corrientes religiosas que les alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin dejarse seducir por ellas, sencillamente han dejado que se enfriara su fe, con las inevitables consecuencias negativas en el plano moral.

El apóstol Pablo recuerda a los hermanos, contagiados por las ideas contrarias al Evangelio, el poder de Cristo muerto y resucitado. Este misterio es el fundamento de nuestra vida, el centro de la fe cristiana. Todas las filosofías que lo ignoran, considerándolo “necedad” (1 Co 1, 23), muestran sus límites ante las grandes preguntas presentes en el corazón del hombre. Por ello, también yo, como Sucesor del apóstol Pedro, deseo confirmaros en la fe (cf. Lc 22, 32). Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasión, soportó nuestros sufrimientos, cargó con nuestros pecados, nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna. De este modo, hemos sido liberados de lo que más atenaza nuestra vida: la esclavitud del pecado, y podemos amar a todos, incluso a los enemigos, y compartir este amor con los hermanos más pobres y en dificultad.

Queridos amigos, la cruz a menudo nos da miedo, porque parece ser la negación de la vida. En realidad, es lo contrario. Es el “sí” de Dios al hombre, la expresión máxima de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna. De hecho, del corazón de Jesús abierto en la cruz ha brotado la vida divina, siempre disponible para quien acepta mirar al Crucificado. Por eso, quiero invitaros a acoger la cruz de Jesús, signo del amor de Dios, como fuente de vida nueva. Sin Cristo, muerto y resucitado, no hay salvación. Sólo Él puede liberar al mundo del mal y hacer crecer el Reino de la justicia, la paz y el amor, al que todos aspiramos.

4. Creer en Jesucristo sin verlo

En el Evangelio se nos describe la experiencia de fe del apóstol Tomás cuando acoge el misterio de la cruz y resurrección de Cristo. Tomás, uno de los doce apóstoles, siguió a Jesús, fue testigo directo de sus curaciones y milagros, escuchó sus palabras, vivió el desconcierto ante su muerte. En la tarde de Pascua, el Señor se aparece a los discípulos, pero Tomás no está presente, y cuando le cuentan que Jesús está vivo y se les ha aparecido, dice: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo» (Jn 20, 25).

También nosotros quisiéramos poder ver a Jesús, poder hablar con Él, sentir más intensamente aún su presencia. A muchos se les hace hoy difícil el acceso a Jesús. Muchas de las imágenes que circulan de Jesús, y que se hacen pasar por científicas, le quitan su grandeza y la singularidad de su persona. Por ello, a lo largo de mis años de estudio y meditación, fui madurando la idea de transmitir en un libro algo de mi encuentro personal con Jesús, para ayudar de alguna forma a ver, escuchar y tocar al Señor, en quien Dios nos ha salido al encuentro para darse a conocer. De hecho, Jesús mismo, apareciéndose nuevamente a los discípulos después de ocho días, dice a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente» (Jn 20, 27). También para nosotros es posible tener un contacto sensible con Jesús, meter, por así decir, la mano en las señales de su Pasión, las señales de su amor. En los Sacramentos, Él se nos acerca en modo particular, se nos entrega. Queridos jóvenes, aprended a “ver”, a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda.

Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica; hablad con Él en la oración, confiad en Él. Nunca os traicionará. «La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado» (Catecismo de la Iglesia Católica, 150). Así podréis adquirir una fe madura, sólida, que no se funda únicamente en un sentimiento religioso o en un vago recuerdo del catecismo de vuestra infancia. Podréis conocer a Dios y vivir auténticamente de Él, como el apóstol Tomás, cuando profesó abiertamente su fe en Jesús: «¡Señor mío y Dios mío!».

5. Sostenidos por la fe de la Iglesia, para ser testigos

En aquel momento Jesús exclama: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto» (Jn 20, 29). Pensaba en el camino de la Iglesia, fundada sobre la fe de los testigos oculares: los Apóstoles. Comprendemos ahora que nuestra fe personal en Cristo, nacida del diálogo con Él, está vinculada a la fe de la Iglesia: no somos creyentes aislados, sino que, mediante el Bautismo, somos miembros de esta gran familia, y es la fe profesada por la Iglesia la que asegura nuestra fe personal. El Credo que proclamamos cada domingo en la Eucaristía nos protege precisamente del peligro de creer en un Dios que no es el que Jesús nos ha revelado: «Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros» (Catecismo de la Iglesia Católica, 166). Agradezcamos siempre al Señor el don de la Iglesia; ella nos hace progresar con seguridad en la fe, que nos da la verdadera vida (cf. Jn 20, 31).

En la historia de la Iglesia, los santos y mártires han sacado de la cruz gloriosa la fuerza para ser fieles a Dios hasta la entrega de sí mismos; en la fe han encontrado la fuerza para vencer las propias debilidades y superar toda adversidad. De hecho, como dice el apóstol Juan: «¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Jn 5, 5). La victoria que nace de la fe es la del amor. Cuántos cristianos han sido y son un testimonio vivo de la fuerza de la fe que se expresa en la caridad. Han sido artífices de paz, promotores de justicia, animadores de un mundo más humano, un mundo según Dios; se han comprometido en diferentes ámbitos de la vida social, con competencia y profesionalidad, contribuyendo eficazmente al bien de todos. La caridad que brota de la fe les ha llevado a dar un testimonio muy concreto, con la palabra y las obras. Cristo no es un bien sólo para nosotros mismos, sino que es el bien más precioso que tenemos que compartir con los demás. En la era de la globalización, sed testigos de la esperanza cristiana en el mundo entero: son muchos los que desean recibir esta esperanza. Ante la tumba del amigo Lázaro, muerto desde hacía cuatro días, Jesús, antes de volver a llamarlo a la vida, le dice a su hermana Marta: «Si crees, verás la gloria de Dios» (Jn 11, 40). También vosotros, si creéis, si sabéis vivir y dar cada día testimonio de vuestra fe, seréis un instrumento que ayudará a otros jóvenes como vosotros a encontrar el sentido y la alegría de la vida, que nace del encuentro con Cristo.

6. Hacia la Jornada Mundial de Madrid

Queridos amigos, os reitero la invitación a asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid. Con profunda alegría, os espero a cada uno personalmente. Cristo quiere afianzaros en la fe por medio de la Iglesia. La elección de creer en Cristo y de seguirle no es fácil. Se ve obstaculizada por nuestras infidelidades personales y por muchas voces que nos sugieren vías más fáciles. No os desaniméis, buscad más bien el apoyo de la comunidad cristiana, el apoyo de la Iglesia. A lo largo de este año, preparaos intensamente para la cita de Madrid con vuestros obispos, sacerdotes y responsables de la pastoral juvenil en las diócesis, en las comunidades parroquiales, en las asociaciones y los movimientos. La calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco.

Queridos jóvenes, la Iglesia cuenta con vosotros. Necesita vuestra fe viva, vuestra caridad creativa y el dinamismo de vuestra esperanza. Vuestra presencia renueva la Iglesia, la rejuvenece y le da un nuevo impulso. Por ello, las Jornadas Mundiales de la Juventud son una gracia no sólo para vosotros, sino para todo el Pueblo de Dios. La Iglesia en España se está preparando intensamente para acogeros y vivir la experiencia gozosa de la fe. Agradezco a las diócesis, las parroquias, los santuarios, las comunidades religiosas, las asociaciones y los movimientos eclesiales, que están trabajando con generosidad en la preparación de este evento. El Señor no dejará de bendecirles. Que la Virgen María acompañe este camino de preparación. Ella, al anuncio del Ángel, acogió con fe la Palabra de Dios; con fe consintió que la obra de Dios se cumpliera en ella. Pronunciando su “fiat”, su “sí”, recibió el don de una caridad inmensa, que la impulsó a entregarse enteramente a Dios. Que Ella interceda por todos vosotros, para que en la próxima Jornada Mundial podáis crecer en la fe y en el amor. Os aseguro mi recuerdo paterno en la oración y os bendigo de corazón.

Vaticano, 6 de agosto de 2010, Fiesta de la Transfiguración del Señor.

BENEDICTUS PP. XVI

 

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