14.09.10

Mira que presumir de que sólo hayan matado a 112.000 seres humanos

A las 11:06 AM, por Luis Fernando
Categorías : Cultura de la vida, Cultura de la muerte, Actualidad, Sociedad siglo XXI
 

El gobierno parece muy contento de que en el año 2009 la cifra de abortos realizado en las clínicas y hospitales en España haya sido “sólo” de 112.000, lo que supone un 3% menos respecto al año anterior.

La ministra de Sanidad atribuye el “éxito” a la introducción masiva de la píldora postcoital, que se puede comprar sin receta e incluso es administrada gratuitamente por algunas comunidades autónomas. Dado que esa píldora tiene efectos abortivos -impide la anidación de un embrión previamente fecundado-, tenemos como resultado que aunque haya menos abortos “artesanales” -realizados manualmente por los artesanos de la muerte-, lo más probable es que se haya disparado el número de abortos totales provocados por la voluntad de las madres de no tener hijos.

En otras palabras, estamos ante la gran farsa de un aumento exponencial de abortos que se esconde detrás de las cifras oficiales de un gobierno cuyo gran afán es impedir que nazcan más niños “no deseados".

Hay un dato aterrador que habla, y mucho, de la calidad moral del sector de la sociedad que está en edad de procrear hijos. En los seis primeros meses que siguieron al decreto por el que la píldora abortiva se puede comprar como se compra un paquete de gominolas, se despacharon cerca de 380.000 dosis. Como para estar orgullosos, ¿verdad?

Estamos viviendo en medio de la generación donde se ha convertido en “normal” la mayor salvajada en la historia de la humanidad, no comparable con ningún otro tipo de barbaridades cometidas por los seres humanos desde tiempos de Adán. Hubo civilizaciones que sacrificaban a sus hijos a deidades paganas, arrojándolos al fuego o tirándolos por la ladera de un monte. Pero incluso entonces los sacrificios eran “limitados". Hoy la sociedad los sacrifica al ídolo del bienestar social y los arroja al cubo de basura de las clínicas abortistas o, en su versión química más sofisticada, a la taza del WC. Pues bien, si alguien piensa que esta generación genocida, a menos que se arrepienta, no pagará por su crimen, es que no conoce bien al Autor de la Vida. Y es que no creo que sea descartable la idea de que si algo molesta especialmente al Señor es que se atente contra aquellos que ni siquiera pueden abrir la boca para defenderse.

Luis Fernando Pérez