Experiencia misionera de tres jóvenes de Tortosa

 

01:00 (15-09-2010)

"Después de unos días de intensísimo calor ya han comenzado las lluvias. La carretera que nos une con la ciudad ya se está estropeando y todo vuelve a reverdecer. Pero esta no es la principal novedad. Lo mejor que ha pasado últimamente es la llegada de Mariona, mi sobrina y con ella, Mireia y Montse, las dos de Vandellós.


La Gaceta de la Iglesia / Ecclesia. 14 de septiembre. Mariona se va a quedar tres meses mientras que Montse y Mireia ya han vuelto a Cataluña después de haber estado 15 días de experiencia misionera. Tal vez se pueda pensar que dos semanitas es muy poco, pero estoy convencido que tal como las han vivido, ha sido suficiente para tener una fuerte impresión de cómo es el país y su gente. Han sido admirablemente valientes al introducirse en una realidad tan distinta a la de sus orígenes. Sé que han quedado marcadas por esta experiencia. Ha sido para ellas un enriquecimiento personal. También para mí ha sido un privilegio tener 'gente de casa' y compartir con ellas la experiencia de mi misión.

Me imagino que lo que más echarán en falta son las tardes con los niños de Sangrelaya, con los que han compartido largos ratos. Han jugado, pintado, han hecho repaso de inglés y matemáticas. Han descubierto también que detrás de sus sonrisas espontáneas, hay una realidad menos simpática, un rostro que llora, que sufre. La mayoría huérfanos de madres fallecidas a causa del sida, o abandonados por padres borrachos, niños con tan pocos recursos que les espera un futuro que hace daño imaginar. La marginación de nuestras comunidades, la pobreza material y cultural, la dejadez de muchas familias son impedimentos que no dejan soñar un futuro con esperanza. Por unos días, los niños de Sangrelaya han encontrado a unas chicas catalanas que les llenaban de atención, que estaban por ellos, que les hacían sentirse importantes, queridos y valorados.

Y es que realmente los más pequeños son los más vulnerables en un mundo de pobreza y, a la vez, son el signo más claro de que Dios sigue confiando en los hombres. Si hay alguna cosa limpia, pura, santa e inocente en el mundo son los niños. Son chispas divinas."