Declaraciones en el avión que le ha llevado a Gran Bretaña

Benedicto XVI reconoce que la Iglesia no ha actuado bien ante los casos de abusos

 

El Papa Benedicto XVI ha realizado en el avión que le trasladó del aeropuerto italiano de Ciampino hasta el Internacional de Edimburgo las primeras declaraciones de su viaje apostólico al Reino Unido y las ha dedicado a los abusos sexuales de menores por parte de religiosos y sacerdotes y ha asegurado que son una enfermedad y que la Iglesia debe ofrecer ayuda a víctimas. Para el Papa, la Iglesia en su conjunto, los obispos y el Vaticano, no han sido suficientemente «vigilantes, veloces y decisivos».

16/09/10 12:35 PM


 

(Agencias/InfoCatólica)  El Papa ha aterrizado pasadas las 10.15 horas en Edimburgo (11.15 en España). El avión de Alitalia en el que viajaba el Pontífice ha recorrido las pistas con las banderas británicas y vaticanas ondeando desde las ventanas de la cabina de mando del aeroplano.

Los británicos se acercan a las inmediaciones para saludar a Benedicto XVI en la que es la primera visita oficial de un Papa al país. El Pontífice ha descendido del avión en torno a las 10.30 horas y ha saludado estrechando sus manos al Duque de Edimburgo, Lord Patten, así como a varios líderes religiosos que han acudido a recibirle.

A continuación, el Santo Padre, que no ha besado el suelo como lo hizo su antecesor, Juan Pablo II en su visita a Gran Bretaña en 1982, ha caminado entre las filas formadas por los soldados del Regimiento Real de Scotland, todos ellos, vestidos de negro, con algunos problemas causados por el viento.

Durante el vuelo, Benedicto XVI, preguntado por los periodistas que le acompañaban, ha calificado los abusos sexuales de menores de enfermedad y ha asegurado que “la Iglesia debe ofrecer ayuda a las víctimas” y proteger a los niños.

Además, el Santo Padre ha reconocido que la Iglesia en su conjunto, los obispos y el Vaticano, no han sido suficientemente “vigilantes, veloces y decisivos” a la hora de afrontar los casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes. “Tengo que decir que siento una gran tristeza. Tristeza también porque la autoridad de la Iglesia no ha sido lo suficientemente vigilante, ni suficientemente veloz, ni decidida, para tomar las medidas necesarias”.