Y llegó el día

 

09:48 (20-09-2010)

Ayer era el último día del Papa en Inglaterra. Su avión salía a las 18:45 del aeropuerto Internacional de Birmingham. Todos los días han sido intensos y llenos de una gran profundidad, cargados de fuertes ingredientes teológicos, históricos y afectuosos, porque el amor a Benedicto XVI, por mucho que se diga se ha visto reflejado en calles, ventanas y balcones y, por supuesto en los actos litúrgicos celebrados.


La Gaceta de la Iglesia / Evaristo de Vicente -enviado especial a la visita del Papa- 20 de septiembre. Alguien decía a mi lado junto a la catedral de Westminster que si Enrique VIII levantara la cabeza, se daría con ella contra la pared, contra el muro de Westminster que fue concretamente donde se condenó a Tomás Moro por no ser consentidor o partenaire de este lujurioso rey inglés, lo que también demuestra que muchas veces nuestros personales caprichos sino el rumbo de la Historia, si pueden cambiar el rumbo de nuestra pequeña historia, con minúscula, personal.

Pues si todos los días han gozado de esa intensidad que les decía, el día de ayer con la misa de beatificación de Newman la apoteosis llegó al máximo. A las 10 comenzaba en la explanada de Cofton Park la “jornada laboral del Papa”. El helicóptero lo hacía descender a pocos metros de este parque donde unas setenta, ochenta mil personas le esperaban. No es verdad que, como se ha dicho, fueran gente mayor y anclada en el pasado. Hace un rato tan solo, antes de ponerme a escribir esta crónica, la BBC, nada sospechosa de cohonestar con catolicismo, hacía un reportaje que, si me permiten decirlo así, me hubiera gustado firmarlo yo: la gente que la cámara nos mostraba eran chavales con sus padres, a ellos también les preguntaban, naturalmente a los padres, por supuesto a personas mayores, la típica señora inglesa con sobrero horroroso, y enfundada en un impermeable trasparente dejando ver un conjunto un tanto raído y, al gusto español diríamos que de complicada combinación de colores y estilos. Pero a parte de eso que se queda en el orden de la estética, por lo demás el Papa ha estado a sus anchas.
 
Por la edad de Benedicto XVI y por su nacionalidad, es decir que ha vivido lo que ha vivido, me parece que su sonrisa era de lo más sincera. Tan sincera como cuando al inicio de la homilía de beatificación de Newman resulta que se acuerda de mencionar lo malos que fueron los nazis con ese pueblo inglés y en concreto en esa zona donde se estaba produciendo la beatificación en los alrededores de Birmingham. Un recuerdo que no puede menos que abiertamente calificar de “ideología diabólica”. No le importa al Papa que esos “diablos” fueran alemanes, como no le importa llamar “delito innombrable” lo que han hecho sacerdotes en los abusos sexuales, aunque sean “sacerdotes” y se muera de pena el tener que admitirlo y tener que pedir perdón por ellos. Es curioso, es la Iglesia Católica una familia: el padre está pidiendo perdón por lo mal que se han portado los hijos. Así son las cosas.
 
Pero el Papa lógicamente tenía que hablar de Newman, así alabó su “delicada erudición, profunda sabiduría humana y amor intenso por el Señor” Y algo que seguro habrá gozado el Papa diciéndolo: “sus intuiciones sobre la relación entre fe y razón” que “ hoy también siguen inspirando  e iluminando a muchos en todo el mundo”. Hay quien dice que en éste párrafo nos está contando Benedicto XVI el por qué a este hombre, Newman ha venido a beatificar a Inglaterra, ya que el Papa había dicho al inicio de su pontificado, como probablemente recordarán, que no beatificaría, que solo estaría en canonizaciones, y, desde luego en Roma. Pues ya se ve que no. Y el motivo, el que acabamos de apuntar: su paralelismo personal del Papa con Newman si no en otros temas, sí, al menos en este.
Termino resaltando el comentario que hizo el Pontífice sobre el lema de Newman: “cor ad cor loquitur” el corazón habla al corazón, porque este lema, dice Benedicto XVI “nos da la perspectiva de su comprensión de la vida cristiana como una llamada a la santidad”.