ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 27 de septiembre de 2010

Santa Sede

Benedicto XVI: vivo mi pontificado “con los sentimientos del peregrino”

El Papa a los obispos brasileños: la renovación se funda en el perdón

Equilibrio entre familia y trabajo, un reto cada vez mayor

El Papa se despide de la comunidad de Castel Gandolfo

Benedicto XVI vuelve al Vaticano este jueves

Mundo

México: Acompañar a familias de personas desaparecidas

“La familia es la base de la sociedad e incluso de la naturaleza humana”

El Vaticano organiza un Foro para el desarrollo en África

India: Un concurso sobre la Biblia atrae a casi medio millón de personas

Papúa Nueva Guinea: Traducido al pidgin el Catecismo de la Iglesia católica

Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, modelos de caridad para hoy

Documentación

Benedicto XVI: Despedida de Castel Gandolfo

Benedicto XVI: los santuarios, centros de espiritualidad

Benedicto XVI: la Iglesia es la juventud del mundo


Santa Sede


Benedicto XVI: vivo mi pontificado “con los sentimientos del peregrino”
El Papa pide que se resalte la riqueza de peregrinar a los santuarios
CASTEL GANDOLFO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- “En estos momentos históricos, en los que, con más fuerza si cabe, estamos llamados a evangelizar nuestro mundo, ha de resaltarse la riqueza que nos brinda la peregrinación a los santuarios”.

Lo señala el Papa en su Mensaje al II Congreso Mundial de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios, que se celebra en Santiago de Compostela desde hoy 27 de septiembre hasta el jueves 30 de septiembre bajo el lema Y entró para quedarse con ellos, tomado del pasaje evangélico de los discípulos de Emaús.

Benedicto XVI destaca en primer lugar la “gran capacidad de convocatoria” de los santuarios, que reúnen “a un número creciente de peregrinos y turistas religiosos, algunos de los cuales se encuentran en complicadas situaciones humanas y espirituales, con cierta lejanía respecto a la vivencia de la fe y una débil pertenencia eclesial”.

“A todos ellos se dirige Cristo con amor y esperanza -afirma-. El anhelo de felicidad que anida en el alma alcanza su respuesta en E1, y el dolor humano junto a El tiene un sentido. Con su gracia, las causas mas nobles hallan también su plena realización”.

Orientaciones

El Papa afirma que “como Simeón se encontró con Cristo en el templo (cf. Lc 2,25-35), así también el peregrino ha de tener la oportunidad de descubrir al Señor en el santuario”.

Para que se dé este descubrimiento, el Pontífice ofrece diversas orientaciones. “Se procurará que los visitantes no olviden que los santuarios son ámbitos sagrados, para estar en ellos con devoción, respeto y decoro”, pide.

“De esta forma -explica-, la Palabra de Cristo, el Hijo de Dios vivo, podrá resonar con claridad, proclamándose íntegramente el acontecimiento de su muerte y resurrección, fundamento de nuestra fe.

Por otra parte, Benedicto XVI señala que “hay que cuidar además, con singular esmero, la acogida del peregrino, dando realce, entre otros elementos, a la dignidad y belleza del santuario, imagen de la 'morada de Dios con los hombres' (Ap 21,3)”.

También indica la importancia de cuidar “los momentos y espacios de oración, tanto personales como comunitarios; y la atención a las prácticas de piedad”.

Además, añade, “nunca se insistirá bastante en que los santuarios sean faros de caridad, con incesante dedicación a los mas desfavorecidos a través de obras concretas de solidaridad y misericordia”.

El Papa destaca la importancia de fomentar en los santuarios “una constante disponibilidad a la escucha, favoreciendo en particular que los fieles puedan acercarse al sacramento de la Reconciliación y participar dignamente en la celebración eucarística, haciendo de ésta el centro y culmen de toda la acción pastoral de los santuarios”.

De esta manera, indica Benedicto XVI citando la homilía en la solemnidad del Corpus Christi del año 2008, “se pondrá de manifiesto que la Eucaristía es, ciertamente, el alimento del peregrino, el 'sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que nos acompaña y nos indica la dirección'”.

El Obispo de Roma destaca que “la celebración de la Eucaristía bien puede considerarse la culminación de la peregrinación”.

El Papa exhorta a “los que os dedicáis a esta hermosa misión” a que “con vuestro cuidado pastoral, favorezcáis en los peregrinos el conocimiento y la imitación de Cristo, que sigue caminando con nosotros, iluminando nuestra vida con su Palabra y repartiéndonos el Pan de Vida en la Eucaristía”.

“De este modo -subraya-, la peregrinación al santuario será una ocasión propicia para que se vigorice en los que lo visitan el deseo de compartir con otros la maravillosa experiencia de saberse amados por Dios y ser enviados al mundo para dar testimonio de ese amor”.

El Papa, peregrino

En su Mensaje, Benedicto XVI revela que “desde el inicio de mi pontificado, he querido vivir mi ministerio de Sucesor de Pedro con los sentimientos del peregrino que recorre las vías del mundo con esperanza y sencillez, llevando en sus labios y en su corazón el mensaje salvador de Cristo Resucitado y confirmando en la fe a sus hermanos”.

“Como signo explicito de esta misión -explica-, figura en mi escudo, entre otros elementos, la concha de peregrino”.

También recuerda: “Yo mismo peregrinare próximamente a la tumba del Apóstol Santiago, el "amigo del Señor", del mismo modo que he dirigido mis pasos hacia otros lugares del mundo, a donde acuden numerosos fieles con ferviente devoción”.

El Mensaje está dirigido al presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, monseñor Antonio Maria Vegliò, y al arzobispo de Santiago de Compostela, monseñor Julián Barrio Barrio, representantes de la organización del II Congreso Mundial de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios.

En él, Benedicto XVI hace llegar a los congresistas su “cercanía espiritual, que los aliente y acompañe en el ejercicio de una labor pastoral de tanto relieve en la vida eclesial”.

También saluda a las autoridades civiles que han colaborado en la preparación del encuentro, así como al rey de España, “quien ha honrado esta iniciativa aceptando su Presidencia de Honor”.

Alto nivel

Cerca de 300 personas de los cinco continentes comprometidas en el ámbito de la atención pastoral a las peregrinaciones y los santuarios participan en este congreso, con el objetivo de profundizar en la importancia de las peregrinaciones a los santuarios en cuanto manifestación de vida cristiana y espacio de evangelización.

La edición anterior se celebró hace 18 años en Roma. Entre los numerosos ponentes, se encuentran los subsecretarios de las Congregaciones Pontificias para el Clero y para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el rector de los Santuarios de Lourdes, y el presidente de Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Las sesiones de trabajo comenzarán este martes a las 9 horas con el saludo de monseñor Vegliò, una presentación del congreso y una ponencia del arzobispo de Santiago de Compostela.

El Papa confía los frutos del congreso “a la intercesión de María Santísima y de Santiago Apóstol, a la vez que dirijo mi oración a Jesucristo, 'Camino, Verdad y Vida' (Jn 14,6), al que presento a todos los que, peregrinando por la vida, van buscando su rostro”.

Su Mensaje, con fecha del 8 de septiembre, concluye con una oración a “Cristo Señor, peregrino de Emaús que por amor te haces cercano a nosotros, aunque, a veces, el desaliento y la tristeza impidan que descubramos tu presencia”.

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El Papa a los obispos brasileños: la renovación se funda en el perdón
Audiencia a los prelados de la región Este 1 en visita “ad Limina”
CASTEL GANDOLFO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Del perdón nace la verdadera renovación de la Iglesia y de la sociedad. Así lo subrayó el pasado sábado Benedicto XVI en el discurso dirigido a los obispos brasileños de la región Este 1, que comprende el Estado de Río de Janeiro, de visita ad limina Apostolorum en Roma.

De hecho, afirmó el Papa, “el núcleo de la crisis espiritual de nuestro tiempo tiene sus raíces en el oscurecimiento de la gracia del perdón”. Y cuando esto no es reconocido como “real y eficaz”, añadió, se tiende a liberar a las personas del peso de su culpa a base de negar ésta, aunque en el fondo “saben que esto no es verdad, que el pecado existe y que ellas mismas son pecadoras”.

Benedicto XVI criticó por tanto ciertas corrientes de la psicología que “sienten gran dificultad en admitir que entre los sentimientos de culpa, puedan darse también los debidos a una verdadera culpa”.

Sin embargo, subrayó el Pontífice, “todos necesitamos la ayuda del Señor para quitar el polvo y basura que se posan sobre la imagen de Dios inscrita en nosotros. Necesitamos el perdón, que constituye el núcleo de toda verdadera reforma: reconstruyendo a la persona en su interior, se convierte también en el centro de la renovación de la comunidad”.

Solo a partir de esta renovación profunda del individuo nace la Chiesa, “que une y sustenta en la vida y en la muerte. Ella es una compañía en la subida, en la realización de esa purificación que los hace capaces de la verdadera altura de ser hombres, de la compañía con Dios”.

Jóvenes

El Papa mostró también su especial solicitud por los jóvenes, revelando que un tema habitual de sus conversaciones con los obispos que acuden en visita ad Limina es la situación de los jóvenes en sus diócesis.

Cuando transparenta el rostro de Cristo, afirmó el Papa, la Iglesia es la juventud del mundo. “Pero será muy difícil convencer a alguien de esto, si no se revela en la generación joven de hoy”.

“Confiado en la providencia divina que amorosamente preside los destinos de la historia sin dejar de preparar los tiempos futuros, me complace ver el amanecer de mañana en la juventud de hoy”, añadió, recordando el apelativo que el papa Juan Pablo II dio a los jóvenes en Roma en el año 2000, “los centinelas de la mañana”.

Los jóvenes cristianos tienen “la tarea de despertar a sus hermanos para que remen mar adentro en el vasto océano del tercer milenio”, afirmó, rcordando “las largas colas de jóvenes esperando a confesarse en el Circo Máximo y que volvió a dar confianza a muchos sacerdotes en el sacramento de la Penitencia”.

 



 



 

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Equilibrio entre familia y trabajo, un reto cada vez mayor
Presentación en Roma de la carta de Benedicto XVI sobre la Familia
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org) La carta del Papa Benedicto XVI en ocasión del VII Encuentro Mundial de las Familias que se realizará en Milán en el año 2012 ofrece elementos “preciosos” para “orientar la reflexión en las Iglesias locales” sobre la importancia de la conciliación entre vida familiar y trabajo.

Así lo expresó el pasado viernes el cardenal Ennio Antonelli, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, durante una rueda de prensa que se realizó en la Santa Sede, en ocasión de la presentación de este documento pontificio.

La carta, dijo el purpurado, “presenta la familia, el trabajo y los días de fiesta como bendiciones y dones de Dios, íntimamente unidos y necesarios para el desarrollo humano e integral”.

El cardenal Antonelli aseguró que el hombre, para vivir y desarrollarse, tiene necesidad, por un lado de bienes instrumentales que son queridos en vista de algo más. Y por otro lado “de bienes gratuitos que son queridos por sí mismos”.

“La comprensión de lo útil y de lo gratuito, como felizmente subrayó la reciente encíclica Caritas in Veritate, es indispensable para las personas, la sociedad y para la misma eficiencia económica”. señaló el purpurado.

Amenazas

Sin embargo, cada vez más “la lógica del máximo rendimiento tiende a aumentar la producción y el consumo, en detrimento de las relaciones humanas y de los valores espirituales”,  advirtió.

El purpurado manifestó su preocupación por el hecho de que, en ocasiones, el empleado se vea sometido a trabajar los siete días de la semana o que el día de descanso sea dedicado solamente a la evasión, y no a actividades que eleven el espíritu y propicien los lazos familiares.

También señaló su desconcierto por el hecho de que, en algunos casos los jefes consideren más productivas a las personas solteras, debido a que no tienen responsabilidades familiares. Igualmente subrayó que en muchas ocasiones, la familia “no recibe adecuadamente el sostenimiento cultural, jurídico, económico y político; se somete un pesado condicionamiento de complejas dinámicas disgregadoras”.

El trabajador siempre debe ver su productividad dentro de la empresa, “no para el máximo rendimiento a cualquier costo para el justo rendimiento, compatible con las exigencias de los trabajos, de las familias, de la sociedad, de la protección del ambiente, ofreciendo en las relaciones de trabajo una flexibilidad a medida de la familia, tema que dista mucho de la precariedad”, dijo el cardenal.

Exhortó también a que en el ámbito familiar se puedan distribuir las labores domésticas con un acuerdo común de parte de los miembros de la familia.

También invitó a los esposos a asumir un estilo de vida  “inspirado en la sobriedad, el cuidado de las relaciones personales, la apertura hacia la comunidad eclesial y las necesidades del prójimo”.

Dijo además que el día de descanso debe celebrarse “de manera que se pueda iluminar el sentido de la vida y del trabajo mismo, reforzando la concesión de la familia y su inserción en la comunidad, reviviendo la relación con la persona de Cristo, Señor y Salvador, quien nos acompaña en nuestro camino diario”.

Por su parte, monseñor Erminio de Scalzi, obispo titular de Arbano y obispo auxiliar de Milán y delegado para la organización del VII Encuentro Mundial de las Familias, agradeció al Pontífice por haber elegido esta ciudad del norte de Italia como sede de este certamen y dijo que el tema “está particularmente lleno de significado”.

Refiriéndose a la cuestión del trabajo y del día feriado, dijo que resultan: “dimensiones necesarias y estrechamente unidas hasta el punto que se dan un significado recíproco”.

El obispo auxiliar de Milán dijo que esta ciudad “se siente particularmente interpelada por el tema del Encuentro, también porque la laboriosidad tradicional ambrosiana puede correr el riesgo de trasladar el trabajo y la profesión al centro de la vida, sacrificando los días de descanso” a pesar de que el Papa los considere “dones y bendiciones de Dios para ayudarnos a vivir una existencia plenamente humana”.

Por Carmen Elena Villa



 

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El Papa se despide de la comunidad de Castel Gandolfo
Antes de su regreso al Vaticano
CASTEL GANDOLFO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI dirigió hoy un discurso de despedida a las autoridades civiles, religiosas y militares que le han acompañado durante su estancia en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo durante estos meses del verano.

El Pontífice recibió hoy por la mañana, en la Sala de los Suizos del Palacio, a una delegación del Ayuntamiento de Castel Gandolfo, encabezada por el alcalde, Maurizio Colacchi; también estuvieron presentes el obispo de Albano, monseñor Marcello Semeraro, y los representantes de la Aeronáutica militar italiana, encargados de los traslados del Papa a Roma.

Como es tradición, en la audiencia estuvieron también los responsables de los diversos servicios internos de la residencia papal (médicos, guardias suizos, etc), que acompañaron al Papa durante su residencia en esta pequeña ciudad del Lazio.

Benedicto XVI quiso agradecer especialmente a las autoridades civiles locales su colaboración en la acogida de peregrinos, así como “por la bien conocida cortesía y la atención solícita con la que me rodean y siguen mis actividades al servicio de la Iglesia universal”.

Quiso agradecer también el trabajo de las fuerzas del orden y de los aviadores que se encargan de sus traslados en helicóptero a Roma, así como de los servicios vaticanos.

“Al despedirme de vosotros, quiero confiar a vuestra consideración la figura de san Vicente de Paúl, cuya memoria hoy celebramos”, les dijo el Papa.

“Este apóstol de la caridad, tan querido al pueblo cristiano y conocido especialmente a través de las Hermanas fundadas por él, fue proclamado por el papa León XIII 'patrón universal de todas las obras de caridad diseminadas por el mundo'”.

El Papa les auguró que el ejemplo del santo “susciten en vuestras comunidades y en cada uno de vosotros un renovado compromiso de solidaridad, para que los esfuerzos de cada uno cooperen en la edificación del bien común”.

“Con su incesante acción apostólica, hizo de modo que el Evangelio se convirtiera cada vez más en faro luminoso de esperanza y de amor para el hombre de su tiempo, y en particular para los más pobres en el cuerpo y en el espíritu”.



 

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Benedicto XVI vuelve al Vaticano este jueves
Tras una estancia de casi tres meses en Castel Gandolfo con paréntesis
CASTEL GANDOLFO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI anunció que vuelve a Roma, al Vaticano, este jueves 30 de septiembre, después de una estancia de casi tres meses en Castel Gandolfo, que ha incluido también algunos desplazamientos y viajes.

Este verano, el Papa no ha pasado unos días de vacaciones en los Alpes como en años anteriores, sino que ha permanecido casi todo el verano en la residencia papal de Castel Gandolfo, desde el miércoles 7 de julio.

Retomó las audiencias generales de los miércoles el 4 de agosto, así como las audiencias privadas y las visitas ad limina.

“Queridos amigos -anunció el Papa este domingo después de rezar el Ángelus-, si Dios quiere, el jueves que viene volveré a Roma; así que, deseándoos un feliz domingo, dirijo un 'hasta la vista' cordial a la comunidad de Castel Gandolfo”.

Durante sus vacaciones, el Papa viajó al Reino Unido, del 16 al 19 de septiembre, y también visitó Carpineto Romano, el 5 de septiembre.

Es posible que haya preparado su próxima visita a Palermo, que tendrá lugar el 3 de octubre, y su viaje a España, en noviembre.

Sin olvidar la música, el Pontífice también habría trabajado en su tercer libro sobre Jesús de Nazaret, y en una cuarta encíclica, quizás sobre la fe, después de las encíclicas sobre las otras dos virtudes teologales: la caridad -Deus Caritas Est- y la esperanza -Spe Salvi-.

Benedicto XVI también ha recibido, como cada año, a sus ex-alumnos del Ratzinger Schülerkreis, durante un encuentro que tuvo lugar del 27 al 29 de agosto, con el ex-obispo de Basilea y nuevo presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, monseñor Kurt Koch, como invitado de honor, a quien el Papa recibió en audiencia el 29 de agosto.

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Mundo


México: Acompañar a familias de personas desaparecidas
XIV Encuentro Nacional de Visitadores de Enfermos Misioneros
SALTILLO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- En el XIV Encuentro Nacional de Visitadores de Enfermos Misioneros, llevado a cabo del 16 al 19 de septiembre en Saltillo, Coahuila, mujeres que tienen familiares desaparecidos, pidieron oración y acciones de solidaridad.

Antes del inicio de la Misa de clausura –informa la Diócesis de Saltillo--, Lourdes y Diana, quienes tienen familiares desaparecidos en Coahuila, se acercaron al micrófono, en la capilla del Colegio México, para compartir a los y las presentes la situación de dolor que viven por este hecho.

Lourdes expresó que desapareció su hijo de ocho años, su esposo y dos hermanos, mientras que Diana tiene desaparecido a su hijo de 23 años.

Las dos, expresó Lourdes, participan en un grupo llamado FUUNDEC (Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila) y explicaron que la presencia en este encuentro se propone hacer tomar conciencia de esta lacra que sufre la sociedad mexicana.

La petición, dijo por su parte Diana, es que desde sus lugares de origen, se sumen a oraciones en grupo, sobre todo en la calle para que la gente tenga conocimiento del problema.

Sugirió también que se hable del asunto en la familia, y con los vecinos y grupos de Iglesia; Pidió su apoyo para difundir la información que se les haga llegar, y finalmente, que todos los lunes de 6:00 a 7:00pm realicen alguna actividad en solidaridad con quienes desde Saltillo, Coahuila se manifiestan en la Plaza de Armas a esa hora.

“Hay muchas cosas que están pasando en Coahuila y nadie sabe por qué no se difunde y pensamos que ustedes pueden ayudarnos, además, les pedimos sus oraciones que nos hacen fuertes”, dijo Diana.

Además de las palabras de las dos mujeres, se repartieron volantes donde se da la información sobre los desaparecidos y desaparecidas en Coahuila, incluso teléfonos para que se comuniquen los interesados.

Por su parte, fray Raúl Vera López, obispo de Saltillo, que presidió la Misa, dijo en la homilía que “este dolor” que compartieron (Lourdes y Diana) refleja “la impunidad de las autoridades” y que no “debemos estar ajenos al grito agresivo que hace el mundo actualmente”.

Sin embargo, también alimentó a “tener esperanza” porque “las tribulaciones no duran para siempre”.

FUUNDEC es un grupo que cuenta con el apoyo del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, cuyo fundador es el obispo fray Raúl Vera López, OP.

Dicho centro tiene 81 casos documentados de desapariciones en Coahuila. Sin embargo, muchas de las personas son originarias de diversos estados del país como Tamaulipas, Nuevo León, Guerrero, Querétaro, Estado de México, Sinaloa, Tijuana, Michoacán, Jalisco y el Distrito Federal.

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“La familia es la base de la sociedad e incluso de la naturaleza humana”
Afirmó el obispo de Ciudad de Este, Paraguay
CIUDAD DEL ESTE, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El obispo de Ciudad de Este, Paraguay, ha afirmado que la familia no sólo es la base de la sociedad sino incluso “de la naturaleza humana”. Monseñor Rogelio Livieres lo dice en una declaración hecha pública este viernes.

El obispo paraguayo afirma que se ha decidido a escribir esta declaración porque “en estos momentos, la identidad de nuestras familias está siendo atacada en sus raíces. La familia es la base de la sociedad e incluso de la naturaleza humana”.

En este sentido, invita a defenderla “contra agresivos grupos minoritarios que ejercen una poderosa presión mediática, económica y política” y cuyo objetivo, asegura el prelado, es “cambiar la definición misma de familia y de matrimonio”.

El pastor de Ciudad de Este constata la existencia de una “propaganda que nos inunda a través de los medios de comunicación”, a través de la cual “estas minorías están llevando a cabo estas campañas en la mayoría de nuestros países”.

La declaración de obispo responde al hecho de también en Paraguay están a punto de cambiar leyes fundamentales que, afirma, “atentarán contra lo que somos como personas humanas y como hijos de Dios”.

Que el matrimonio es la unión del hombre y la mujer es una enseñanza contenida en la Biblia, la tradición de todos los pueblos y el sentido común, asegura monseñor Livieres.

El pastor se remonta al origen de la palabra “matrimonio”, entre los romanos antes de que fueran cristianos, y que significa “hacerse cargo de la madre” o “proteger a la mujer que es madre”. Es decir, “matris” y “munio”, “matri-monio”.

El matrimonio, explica, “es la institución que protege a la mujer para que, al unirse a un hombre y volverse madre, no quede desamparada junto con sus hijos, que necesitan protección, mantenimiento y educación. El matrimonio asegura que ni la madre ni los hijos puedan ser abandonados irresponsablemente por el padre”.

Exhorta a vivir la propia tradición y a estar “abiertos al futuro, respetando siempre a todas las minorías legítimas” aunque advierte que estas “no pueden agredir los derechos de la mayoría”.

“Ni tampoco pueden las mayorías ni las minorías manipular la naturaleza humana ni agredir la ley de Dios”, señala.

Denuncia el prelado paraguayo que “quieren definir a la familia no como la unión de hombre y mujer, sino también de mujer con mujer o de hombre con hombre. Y quieren darles a estas uniones homosexuales el derecho de adopción de hijos”.

“Sin caer en discriminación injusta –indica--, no podemos permitir que esas minorías nos roben nuestra identidad como seres humanos e hijos de Dios”.

“Que no quieran robarnos lo que sólo un hombre y una mujer pueden dar con la ayuda de Dios… ¡la vida!”, añade.

Y concluye invitando a “apoyar todas las manifestaciones públicas legítimas en favor de la vida y de la familia porque nos urge evitar que se aprueben leyes en los próximos meses que terminarán arruinando a nuestra sociedad”.



 

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El Vaticano organiza un Foro para el desarrollo en África
Abiyán acoge un encuentro para organizarlo
ABIYÁN, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- El Consejo Pontificio para la Cultura, en colaboración con la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, organiza un Foro para promover el “desarrollo” en África, “haciendo de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, el corazón de toda consideración e iniciativa”.

Según un comunicado del dicasterio difundido por Radio Vaticano, el Foro tendrá lugar en marzo de 2011, reunirá a diversas organizaciones eclesiásticas internacionales y no gubernamentales y tendrá como tema Culturas, identidad de los pueblos y desarrollo en África y en la diáspora negra.

Este Foro quiere convertirse también en un lugar de reflexión permanente para mostrar propuestas concretas y permitir un compromiso en el ámbito de la cultura y la educación y en un trampolín para el desarrollo de África.

Los dos dicasterios consideran que la reflexión común de los pastores y los teólogos de África y de la diáspora tiene una importancia decisiva.

La ciudad de Abiyán, en Costa de Marfil, en concreto el Centro pastoral y misionero RECOWA/CERAO (Conferencia episcopal regional de África occidental), acoge desde hoy hasta el 1 de octubre un encuentro de preparación a este foro.

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India: Un concurso sobre la Biblia atrae a casi medio millón de personas
Impulsado por la Sociedad Bíblica Católica de Kerala
COCHIN, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Este domingo, cerca de medio millón de personas participaron, a lo largo del estado de Kerala, India, en un concurso sobre la Biblia, a nivel diocesano. La etapa final del popular Quiz se celebrará en noviembre en Kochi, la capital comercial de estado.

La singular iniciativa, de la que se hacía eco este domingo el diario vaticano L’Osservatore Romano, es un modo para “dar a conocer cada vez más y mejor la Biblia y animar a su estudio”, según afirmó el padre Joshy Mayyattil, secretario de la Kerala Catholic Bible Society, impulsora de la iniciativa.

El Logos Quiz, celebrado este domingo, contó con la participación de “cerca de medio millón de personas, pertenecientes a 3.200 parroquias de Kerala” en la que ha sido su décima edición.

Los concursantes –informa una nota de prensa de los organizadores- fueron divididos en grupos por edades, desde diez años hasta más de sesenta; los ganadores de la primera fase participarán en la final que tendrá lugar en noviembre en Cochin, capital comercial del estado.

Kerala es el estado indio en el que los cristianos con más numerosos: cerca de siete millones, de los que más de cuatro millones son católicos.

Esta zona de la costa suroeste de la India goza de una fe con siglos de historia ya que, según la tradición, llegó a estas tierras gracias al apóstol Tomás.

El concurso, iniciado en 2000, ha visto aumentar sus participantes desde los 125.000 iniciales hasta los 483.170 que se inscribieron este año.

El testimonio de Leena Mathew, empleada bancaria de Cochin, que ganó el concurso en 2007 y 2008, revela la evolución de esta iniciativa.

Hace tres años, Leena accedió a preparar a su hija que quería participar en el quiz. Considera la lectura de la Biblia sólo una tarea más que se añade a las que ya tiene en casa y el trabajo. Poco a poco, descubre que la Biblia es “fuente de gran alimento espiritual”, decide participar ella también y gana en dos ediciones seguidas.

Kerala es el estado más alfabetizado del país, con una tasa de más del 90%. Aquí los católicos están diez veces más presentes que en otra parte, y conviven en paz con hindúes y musulmanes. Es también el estado con más alto índice de lectura de todo el país.

En la actualidad, se imprime en la lengua local, el malayalam, una edición semanal de L'Osservatore Romano.

Para más información: www.keralabiblesociety.com.

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Papúa Nueva Guinea: Traducido al pidgin el Catecismo de la Iglesia católica
Proyectos para traducir la Biblia y elaborar materiales para evangelizar
GOROKA, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Los obispos de Papúa Nueva Guinea han aprobado con alegría la traducción del Catecismo de la Iglesia católica al pidgin, el idioma más difundido en Papúa.

Un grupo de religiosos y teólogos liderados por el obispo de Goroka, monseñor Francesco Sarego, SVD, ha ultimado la obra, que ya se ha publicado e impreso, informó la agencia Fides.

Cada diócesis de Papúa ha recibido cinco mil copias, disponibles para vender al público al precio de 3 euros.

Los misioneros y fieles también han acogido con alegría esta publicación. Especialmente los catequistas están muy contentos por tener este nuevo instrumento.

Además, se espera que se realice, lo más pronto posible, una traducción de la Biblia al idioma pidgin, así como películas didácticas y bíblicas, vidas de santos y documentales para las escuelas.

Frente al gran predominio de las denominaciones protestantes en los medios de comunicación, la comunidad católica recibe numerosas peticiones para que invierta más en la evangelización a través de la prensa, la radio, la televisión, películas, DVD y CD, así como en la formación de personal profesional y espiritualmente preparado para este tipo de apostolado.

Papúa-Nueva Guinea es un país de Oceanía formado por un grupo de islas, incluyendo la mitad de la isla de Nueva Guinea, entre el Mar del Coral y el este de Indonesia.

En 2008, tenía casi 6 millones de habitantes, de los que los católicos, la más numerosa de las confesiones del país, representaban el 27% de la población.

En proporción, también son muy numerosas las denominaciones surgidas de la Reforma protestante y los anglicanos, así como los seguidores de creencias indígenas.

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Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, modelos de caridad para hoy
Clausura del Año Vicenciano en Roma
ROMA, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- San Vicente Paúl y su principal colaboradora, santa Luisa de Marillac “fueron páginas del Evangelio vividas con intensidad”.

Lo señaló el prefecto emérito de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal José Saraiva Martins, el 24 de septiembre en la misa celebrada en la Sala del Augustinianum, en Roma, en la inauguración del congreso sobre el tema Caridad y misión.

Los tres días del congreso, en el que participaron unas 500 personas, sirvieron para sellar el Año jubilar convocado con motivo de los 350 años de la muerte de los fundadores de la Familia Vicenciana.

“Fueron dos grandes maestros de caridad porque fueron en primer lugar dos grandes maestros de vida espiritual”, dijo el purpurado.

Después destacó que “los carismas son un don del Espíritu Santo concedido a la comunidad cristiana para que tenga la valentía de evangelizar, enseñar y curar, pero sobre todo dando testimonio, amando”.

“En el siglo XVII -continuó-, para responder al hambre de Dios, el Espíritu Santo dio a luz a san Vicente y a santa Luisa, que se comprometieron en la construcción de una nueva sociedad basada en la solidaridad y la caridad. Ellos supieron implicar a todos, a bien situados y a pobres, a rey y reina, a mayores y pequeños”.

San Vicente de Paúl, nacido el 25 de abril de 1581 en Pouy, en el sudoeste de Francia, dio vida a las Damas de la Caridad (después Voluntariado Vicenciano), a la Congregación de la Misión y a las Hijas de la Caridad, comprometidas en hospitales y escuelas.

Fundamental en la realización de su obra fue la contribución de santa Luisa de Marillac, nacida en París en 1591 y perteneciente a una de las familias más célebres de la corte del rey de Francia.

Mujer y madre, Luisa empezó a dedicarse intensamente a las obras de solidaridad tras la muerte de su marido y, en particular, fue activa en la Compañía de las Damas de la Caridad bajo la guía de san Vicente.

Según el cardenal Saraiva Martins, ellos sentían un amor por los pobres “que no nace de un sentimiento paternalista” y “trabajaron con valentía teniendo intuiciones proféticas, viviendo su compromiso como una verdadera y propia exigencia de la fe”.

“La Iglesia y el mundo necesita vuestra obra”, añadió, dirigiéndose a los centenares de vicencianos presentes en la sala de la Agustinianum. “¡La caridad vicenciana -concluyó- no es de rendición sino de resistencia!

El sábado 25 de septiembre el prefecto de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las Sociedades de vida apostólica, el cardenal Franc Rodé, presidió una misa en la Basílica de San Pedro en presencia de los participantes en el congreso Caridad y misión.

En ella, el purpurado destacó el ejemplo de los santos fundadores y señaló que “la demanda de amor es tan insistente hoy como lo era en el siglo XVII, si no mayor”.

“Ser vicenciano hoy -dijo- significa seguir de nuevo a Cristo, el evangelizador de los pobres, y su misión; significa ser misioneros, “inflamar” el corazón de los hombres con un estilo de vida sencillo, humilde, amable, mortificado, cuidadoso”.

En este sentido, explicó, “un vicenciano deber tener un plus de amor y de conocimiento de los pobres: el verdadero vicenciano conoce a Cristo, lo pone en el centro, conoce a san Vicente, a santa Luisa y a los santos vicencianos y conoce a los pobres.

“Se deja evangelizar y cambiar por ellos y actúa y trabaja por ellos -concluyó-. Un vicenciano es en primer lugar todo de Dios y al servicio de todos”.

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Documentación


Benedicto XVI: Despedida de Castel Gandolfo
Discurso a los representantes civiles, religiosos y militares
CASTEL GANDOLFO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso de despedida que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a las autoridades civiles y religiosas de Castel Gandolfo, así como a los miembros de los servicios que atienden el Palacio Apostólico.

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Queridos hermanos y hermanas,

antes de dejar Castel Gandolfo, al término del periodo estival, estoy contento de encontraros a todos vosotros, que representáis a la comunidad eclesial y la civil de esta amena ciudad, a mi tan querida, donde la Providencia me concede cada año transcurrir una estancia serena y provechosa.

Ante todo, mi saludo fraternal y mi cordial gratitud van al obispo de Albano, monseñor Marcello Semeraro, extendiéndose a toda la diócesis, a la que sigo con especial afecto en la oración en su vida de fe y de testimonio cristiano. Saludo también al párroco de Castel Gandolfo y a la comunidad parroquial, junto con los diversos Institutos religiosos masculinos y femeninos que viven y trabajan aquí para servir en alegría al Evangelio y a los hermanos.

Dirijo un deferente saludo al Señor Alcalde y a los componentes de la Administración Comunal, expresando una vez más mi sincero reconocimiento por la contribución indispensable que ofrecen, en el ámbito de sus competencias, para que Castel Gandolfo pueda acoger adecuadamente a los numerosos peregrinos que vienen aquí desde todas partes del mundo. A través vuestro, deseo hacer llegar a vuestros conciudadanos mi vivo aprecio por la bien conocida cortesía y la atención solícita con la que me rodean y siguen mis actividades al servicio de la Iglesia universal.

Quisiera agradecer cordialmente también a los dirigentes y a todos los miembros de los Servicios de la Gobernación, comenzando por el Cuerpo de la Gendarmería, la Florería, las Direcciones de los Servicios Sanitarios y de los Servicios Técnicos, como también la Guardia Suiza Pontificia. Queridos amigos, a todos vosotros os dirijo un “gracias” especial por la solicitud y la profesionalidad con la que habéis trabajado para salir al encuentro de mis necesidades, a las de mis colaboradores y a las de cuantos, durante los meses de verano, han venido a Castello para visitarme. Para cada uno de vosotros y para vuestras familias os aseguro un constante recuerdo en la oración.

Un pensamiento de sentido agradecimiento va también a los funcionarios y a los agentes de las diversas Fuerzas del Orden italianas, por su trabajo puntual y eficiente, como también a los oficiales y aviadores de la 31° Escuadra de la Aeronáutica Militar. Doy gracias a Dios y os estoy agradecido a todos vosotros, porque todo se ha llevado a cabo siempre en orden y tranquilidad.

Al despedirme de vosotros, quiero confiar a vuestra consideración la figura de san Vicente de Paúl, cuya memoria hoy celebramos. Este apóstol de la caridad, tan querido al pueblo cristiano y conocido especialmente a través de las Hermanas fundadas por él, fue proclamado por el papa León XIII “patrón universal de todas las obras de caridad diseminadas por el mundo”. Con su incesante acción apostólica, hizo de modo que el Evangelio se convirtiera cada vez más en faro luminoso de esperanza y de amor para el hombre de su tiempo, y en particular para los más pobres en el cuerpo y en el espíritu. Que su ejemplo virtuoso y su intercesión susciten en vuestras comunidades y en cada uno de vosotros un renovado compromiso de solidaridad, para que los esfuerzos de cada uno cooperen en la edificación del bien común.

Acompaño este cordial augurio con la seguridad de mi recuerdo al Señor, para que os asista a todos vosotros y vuestras familias con su gracia y os colme de abundantes consolaciones, Os doy nuevamente las gracias, queridos amigos, y os bendigo de corazón.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Benedicto XVI: los santuarios, centros de espiritualidad
Mensaje al II Congreso de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios

SANTIAGO DE COMPOSTELA, lunes 27 de sptiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el mensjae que el Papa Benedicto XVI ha enviado a los participantes en el II Congreso de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios, que se celbra en Santiago de Compostela (España) desde hoy hasta el próximo jueves 30 de septiembre.

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A los Venerados Hermanos,
Mons. Antonio Maria Vegliò,
Presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral
de los Emigrantes e Itinerantes,
y Mons. Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela

 

Con ocasión del II Congreso Mundial de Pastoral de Peregrinaciones y Santuarios, que se celebra en Santiago de Compostela del 27 al 30 de septiembre, deseo dirigiros mi cordial saludo, que hago extensivo a los venerados Hermanos en el Episcopado, a los miembros de la Delegación Fraterna, a los participantes en esta importante reunión y a las Autoridades civiles, que han colaborado en la preparación del Congreso. Expreso igualmente mi deferente saludo a Su Majestad el Rey de España, quien ha honrado esta iniciativa aceptando su Presidencia de Honor.

Bajo el lema: «Y entró para quedarse con ellos» (Lc 24,29), tornado del pasaje evangélico de los discípulos de Emaús, os disponéis a profundizar en la importancia de las peregrinaciones a los santuarios, en cuanto manifestación de vida cristiana y espacio de evangelización.

Con viva complacencia quisiera hacer llegar a los congresistas mi cercanía espiritual, que los aliente y acompañe en el ejercicio de una labor pastoral de tanto relieve en la vida eclesial. Yo mismo peregrinare próximamente a la tumba del Apóstol Santiago, el "amigo del Señor", del mismo modo que he dirigido mis pasos hacia otros lugares del mundo, adonde acuden numerosos fieles con ferviente devoción. A este respecto, desde el inicio de mi pontificado, he querido vivir mi ministerio de Sucesor de Pedro con los sentimientos del peregrino que recorre las vías del mundo con esperanza y sencillez, llevando en sus labios y en su corazón el mensaje salvador de Cristo Resucitado y confirmando en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32). Como signo explicito de esta misión, figura en mi escudo, entre otros elementos, la concha de peregrino.

En estos momentos históricos, en los que, con más fuerza si cabe, estamos llamados a evangelizar nuestro mundo, ha de resaltarse la riqueza que nos brinda la peregrinación a los santuarios. Ante todo, por su gran capacidad de convocatoria, reuniendo a un número creciente de peregrinos y turistas religiosos, algunos de los cuales se encuentran en complicadas situaciones humanas y espirituales, con cierta lejanía respecto a la vivencia de la fe y una débil pertenencia eclesial. A todos ellos se dirige Cristo con amor y esperanza. El anhelo de felicidad que anida en el alma alcanza su respuesta en E1, y el dolor humano junto a El tiene un sentido. Con su gracia, las causas mas nobles hallan también su plena realización. Como Simeón se encontró con Cristo en el templo (cf. Lc 2,25-35), así también el peregrino ha de tener la oportunidad de descubrir al Señor en el santuario.

Con este fin, se procurara que los visitantes no olviden que los santuarios son ámbitos sagrados, para estar en ellos con devoción, respeto y decoro. De esta forma, la Palabra de Cristo, el Hijo de Dios vivo, podrá resonar con claridad, proclamándose íntegramente el acontecimiento de su muerte y resurrección, fundamento de nuestra fe. Hay que cuidar además, con singular esmero, la acogida del peregrino, dando realce, entre otros elementos, a la dignidad y belleza del santuario, imagen de la "morada de Dios con los hombres" (Ap 21,3); los momentos y espacios de oración, tanto personales como comunitarios; la atención a las practicas de piedad. De igual modo, nunca se insistirá bastante en que los santuarios sean faros de caridad, con incesante dedicación a los mas desfavorecidos a través de obras concretas de solidaridad y misericordia y una constante disponibilidad a la escucha, favoreciendo en particular que los fieles puedan acercarse al sacramento de la Reconciliación y participar dignamente en la celebración eucarística, haciendo de esta el centro y culmen de toda la acción pastoral de los santuarios. Así se pondrá de manifiesto que la Eucaristía es, ciertamente, el alimento del peregrino, el "sacramento del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que nos acompaña y nos indica la dirección" (Homilía en la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, 22 de mayo de 2008).

En efecto, a diferencia del vagabundo, cuyos pasos no tienen un destino final determinado, el peregrino siempre tiene una meta, aunque a veces no sea consciente explícitamente de ello. Y esta meta no es otra que el encuentro con Dios por medio de Cristo, en el que todas nuestras aspiraciones hallan su respuesta. Por esto, la celebración de la Eucaristía bien puede considerarse la culminación de la peregrinación.

Como "colaboradores de Dios" (1 Co 3,9), exhorto a todos los que os dedicáis a esta hermosa misión a que, con vuestro cuidado pastoral, favorezcáis en los peregrinos el conocimiento y la imitación de Cristo, que sigue caminando con nosotros, iluminando nuestra vida con su Palabra y repartiéndonos el Pan de Vida en la Eucaristía. De este modo, la peregrinación al santuario será una ocasión propicia para que se vigorice en los que lo visitan el deseo de compartir con otros la maravillosa experiencia de saberse amados por Dios y ser enviados al mundo para dar testimonio de ese amor.

Con estos sentimientos, confío los frutos de este Congreso a la intercesión de Maria Santísima y de Santiago Apóstol, a la vez que dirijo mi oración a Jesucristo, «Camino, Verdad y Vida» (Jn 14,6), al que presento a todos los que, peregrinando por la vida, van buscando su rostro:

Cristo Señor, peregrino de Emaús,

que por amor te haces cercano a nosotros,

aunque, a veces, el desaliento y la tristeza

impidan que descubramos tu presencia.

Tú eres la llama que aviva nuestra fe.

Tú eres la luz que purifica nuestra esperanza.

Tú eres la fuerza que enciende nuestra caridad. Enséñanos a reconocerte en la Palabra,

en la casa y en la Mesa donde el Pan de Vida se reparte,

en el servicio generoso al hermano que sufre.

Y cuando atardezca, ayúdanos, Señor, a decir:

"Quédate con nosotros". Amén.

Imparto a todos la implorada Bendición Apostólica, prenda de copiosas gracias celestiales.

Vaticano, 8 de septiembre de 2010.

Benedictus PP. XVI

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Benedicto XVI: la Iglesia es la juventud del mundo
Visita “ad Limina” de los obispos de Brasil Este 1
CASTEL GANDOLFO, lunes 27 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió el pasado sábado a los obispos de la Región Este 1 de Brasil, a quienes recibió en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico de Castel Gandolfo con motivo de la visita ad Limina Apostolorum.

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Venerados Hermanos en el Episcopado,

Os doy la bienvenida, feliz de recibiros a todos en el transcurso de la visita ad Limina Apostolorum que estáis haciendo en nombre y a favor de vuestras diócesis de la Región Este 1, para reforzar los lazos que las unen al Sucesor de Pedro. De esto mismo se hizo eco monseñor Rafael Cifuentes en las palabras de saludo que me ha dirigido en vuestro nombre y que le agradezco, apreciando mucho las oraciones que día a día se elevan al Cielo por mí y por la Iglesia entera en las diversas comunidades familiares, parroquiales, religiosas y diocesanas de las provincias eclesiásticas de Río de Janeiro y de Niterói. Sobre todos y cada uno descienda, radiante, la benevolencia del Señor: que Él “haga brillar su rostro sobre ti y muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz” (Nm 6, 25-26).

Sí, amados Hermanos, que el resplandor de Dios irradie de todo vuestro ser y vida, a semejanza de Moisés (cf. Ex 34, 29.35) y más que él, pues ahora todos nosotros “reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu” (2 Cor 3, 18). Así lo sentían los Padres conciliares cuando, al final del Vaticano II, presentan a la Iglesia en estos términos: “Rica de un largo pasado siempre vivo, y caminando para la perfección humana en el tiempo y para los destinos últimos de la historia e de la vida, ella es la verdadera juventud del mundo. (…) Miradla y encontraréis en ella el rostro de Cristo, el verdadero héroe, humilde y sabio, el profeta de la verdad y del amor, el compañero y el amigo de los jóvenes” (Mensaje del Concilio a la humanidad: A los jóvenes). Dejando transparentar el rostro de Cristo, la Iglesia es la juventud del mundo.

Pero será muy difícil convencer a alguien de esto, si no se revela en la generación joven de hoy. Por ello, como ciertamente os habréis dado cuenta, un tema habitual en mis conversaciones con vosotros es la situación de los jóvenes en vuestras respectivas diócesis. Confiado en la providencia divina que amorosamente preside los destinos de la historia sin dejar de preparar los tiempos futuros, me complace ver el amanecer de mañana en la juventud de hoy. Ya el Venerable Papa Juan Pablo II, viendo a Roma volverse “joven con los jóvenes” en el año 2000, les saludó como “los centinelas de la mañana” (Carta ap. Novo millennio ineunte, 9; cf. Homilía en la Vigilia de Oración de la XV Jornada Mundial de la Juventud, 19/VIII/2000, 6), con la tarea de despertar a sus hermanos para que remen mar adentro en el vasto océano del tercer milenio. Y, para demostrarlo, más que nunca llega a la memoria la imagen de las largas colas de jóvenes esperando a confesar en el Circo Máximo y que volvió a dar confianza a muchos sacerdotes en el sacramento de la Penitencia.

Como bien sabéis, amados Pastores, el núcleo de la crisis espiritual de nuestro tiempo tiene sus raíces en el oscurecimiento de la gracia del perdón. Cuando este no es reconocido como real y eficaz, se tiende a liberar a la persona de la culpa, haciendo de modo que las condiciones para su posibilidad nunca se verifiquen. Pero, en lo más íntimo, las personas así “liberadas” saben que esto no es verdad, que el pecado existe y que ellas mismas son pecadoras. Y, aunque algunas líneas de la psicología sienten gran dificultad en admitir que entre los sentimientos de culpa, puedan darse también los debidos a una verdadera culpa, quien sea tan frío que no pruebe sentimientos de culpa ni siquiera cuando debe, que procure recuperarlos por todos los medios, porque en el orden espiritual son necesarios para la salud del alma. De hecho Jesús vino a salvar, no a aquellos que ya se libraran por sí mismos pensando que no tienen necesidad de Él, sino a cuantos sienten que son pecadores y que le necesitan (cf. Lc 5, 31-32).

La verdad es que todos tenemos necesidad de Él, como Escultor divino que quita las incrustaciones de polvo y basura que se posan sobre la imagen de Dios inscrita en nosotros. Necesitamos el perdón, que constituye el núcleo de toda verdadera reforma: reconstruyendo a la persona en su interior, se convierte también en el centro de la renovación de la comunidad. En efecto, si se retiraran el polvo y la basura que hacen irreconocible en mí la imagen de Dios, me vuelvo verdaderamente semejante al otro, que es también imagen de Dios, y sobre todo me vuelvo semejante a Cristo, que es la imagen de Dios sin defecto ni límite alguno, el modelo según el cual todos nosotros fuimos creados. San Pablo expresa esto de modo muy concreto: “y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Gl 2, 20). Soy arrancado de mi aislamiento y acogido en una nueva comunidad-sujeto; mi “yo” es insertado en el “yo” de Cristo y así se uno al de todos mis hermanos. Solamente a partir de esta profundidad de renovación del individuo nace la Iglesia, nace la comunidad que une y sustenta en la vida y en la muerte. Ella es una compañía en la subida, en la realización de esa purificación que los hace capaces de la verdadera altura de ser hombres, de la compañía con Dios. A medida que se realiza la purificación, también la subida – que al principio es ardua – se va volviendo más jubilosa. Esta alegría debe transparentarse cada vez más en la Iglesia, contagiando al mundo, porque ella es la juventud del mundo.

Venerados hermanos, una obra semejante no puede ser realizada con nuestras fuerzas, sino que son necesarias la luz y la gracia que proceden del Espíritu de Dios y actúa en lo íntimo de los corazones y de las conciencias. Que ellas os amparen a vosotros y a vuestras diócesis en la formación de las mentes y de los corazones, Llevad mi saludo afectuoso a vuestros jóvenes y respectivos animadores sacerdotales, religiosos e laicales. Dirijo la mirada a la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora Aparecida, a cuya protección os entrego, y de corazón os concedo, extensiva a todos vuestros fieles diocesanos, la Bendición Apostólica.

[Traducción del original portugués por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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