3.10.10

Cristianos... de Ronaldo

A las 11:33 PM, por J. Fernando Rey
Categorías : Actualidad
 

No suelo poner demasiadas trabas cuando me piden que bautice a un niño cuyos padres se encuentran en eso que llamamos “situación irregular”, y que suele traducirse en que no están casados por la Iglesia, ya sea por indolencia, o por que uno de ellos -o ambos- han estado casados anteriormente con otra persona. De acuerdo con la doctrina de la Iglesia, me reúno con los padres, y me aseguro, en la medida de lo posible, acerca de su intención de educar al niño en la Fe Católica. Suelo aprovechar ese encuentro para hablarles acerca de su situación matrimonial, y ofrecerles las soluciones que en cada caso convengan para que puedan llevar una vida cristiana. En una de esas ocasiones, ante una pareja formada por un hombre soltero y una mujer divorciada, para explicarles que su estado no era el más recomendable, les leí las palabras de Jesús en el Evangelio de San Lucas: “Todo el que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y el que se casa con una divorciada de su marido, comete adulterio” (Lc 16, 18). Cuando terminé de leer el texto y cerré la Biblia, la mujer me miró con ojos de sorpresa, y me preguntó, con asombrosa naturalidad: “Oiga… ¿Y uno puede ser cristiano y no creerse eso?”. Mi respuesta fue contundente: “hombre, cristiano, sí, pero de Cristiano Ronaldo. Cristiano, del Cristo del Evangelio, que pronunció las palabras que yo acabo de leer, es más bien difícil, si no le hacemos caso”.

El Presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, se ha proclamado públicamente cristiano, asegurando que lo es “por elección”. Pero, a la vez, se ha cuidado mucho de mostrarse desligado de cualquier institución religiosa. Y, de nuevo, como a la mujer divorciada que tenía yo frente a la mesa de mi despacho, habría que haberle preguntado: “¿De que Cristo es usted cristiano? ¿Del que puso tanto empeño en instaurar la Iglesia, y en poner en manos de sus apóstoles el poder de atar y desatar, es decir, del Cristo del Evangelio… O se refiere usted a “cristiano” de Christian Bale, el maravilloso actor protagonista de “El Imperio del Sol” y “Enemigos públicos”?.

Aquí, en España, Moratinos se declara cristiano; José Blanco se declara cristiano; de José Bono no hace falta que les diga nada; la mayoría de los políticos peperos se declaran cristianos; y puede que, si rascamos un poco, le arranquemos una confesión de Fe al propio Cándido Méndez, vaya usted a saber. Y, a la vez que se declaran cristianos, favorecen el aborto, lo promueven, o defienden la vuelta a una ley anterior que despenalizaba el asesinato de seres humanos no nacidos en casos más que discutibles. Y, de nuevo, habría que preguntarles: ¿de qué Cristo son ustedes cristianos? ¿del del Evangelio, de ese Cristo que dice: “el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe” (Mt 18, 5), del Hijo del Dios que en el Sinaí prohibió matar… o son ustedes cristianos de Christian Dior?

Al final, todo es vestir la mona. Ya saben, cuestión de imagen. En Occidente, decir que se es cristiano todavía queda bien: da uno la impresión de persona comprensiva, tolerante, humanitaria, dispuesta al perdón y a la misericordia… Pero acercarse demasiado a los curas o a los obispos le hace quedar a uno como un retrógrado, cavernario y trasnochado, sometido a la jerarquía opresora de los hijos de la Inquisición. Y eso, a un político, no le interesa.

Luego está ese farragoso asuntillo de la verdad. Pero, a día de hoy, semejantes detalles apenas importan a la mayoría de las personas. Vaya por esa minoría para quien la verdad no es un matiz sin importancia: “cristiano” viene de “Cristo”. En primer lugar, sería difícil que quien se proclama cristiano pudiera hacerlo de no haber sido por la Iglesia, que es quien nos ha transmitido el nombre , la vida y la doctrina de Jesucristo. Ese Jesucristo, el del Evangelio, se llamó a Sí mismo “Hijo de Dios”; por tanto, el cristiano cree que Jesucristo es el Hijo de Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. Y ese mismo Jesucristo otorgó, especialmente, a Pedro, y, en segundo lugar, a los apóstoles y a sus sucesores el poder de atar y desatar. Así se vivió en la Iglesia desde el mismo momento en que el Señor ascendió a los Cielos. Por tanto, creer en Jesucristo lleva aparejado, necesariamente, creer en Pedro, en los Apóstoles, y en la Iglesia. Si no es así, no se cree en el Jesucristo de los Evangelios. Y, en ese caso, quien se declara cristiano tendrá que explicar a qué Cristo, Christian o Cristina se está refiriendo… O si es que nos quiere engañar a todos para quedar bien, aún a costa de tomarnos por bobos.

José-Fernando Rey Ballesteros
jfernandorey@jfernandorey.es