ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 6 de octubre de 2010

Santa Sede

La Santa Sede establece las directrices de la visita apostólica a Irlanda

El centro de una vida feliz es la amistad con Jesús, afirma el Papa

Cardenal Bertone: Los periodistas católicos pueden abrir la sociedad a Dios

El Papa propone “recuperar” el Rosario cotidiano

Especial

El Papa en Barcelona: 1.100 concelebrantes, 150 millones de televidentes

Mundo

Líderes religiosos auspician una década de paz, diálogo y esperanza

Llega a Egipto el “Meeting” de Rímini

“La identidad mexicana no se entiende sin Guadalupe”

La atención espiritual es un derecho de todos los ciudadanos

Nuevo centro de espiritualidad de los frailes capuchinos en Jerusalén

Informe Especial

Las categorías de las iglesias “sui iuris” (I)

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: santa Gertrudis la Grande

Documentación

Documento final del XXV Encuentro Internacional de Oración por la Paz


Santa Sede


La Santa Sede establece las directrices de la visita apostólica a Irlanda
Reunión en Roma con los arzobispos y cardenales visitadores
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha establecido las directrices que seguirán los cardenales y arzobispos que realizarán una visita apostólica a Irlanda como parte de la respuesta de Benedicto XVI a los escándalos de abusos sexuales cometidos por miembros de su clero.

Las orientaciones han sido comunicadas este miércoles por un comunicado emitido por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, tras varias reuniones celebradas entre el martes y el miércoles, entre los arzobispos de Irlanda, los visitadores apostólicos, que proceden de Estados Unidos y Canadá, y representantes de la Santa Sede.

Ante todo este martes los visitadores mantuvieron una reunión con el prefecto de la Congregación para los Obispos, el cardenal Marc Ouellet, y el secretario de la misma, el arzobispo Manuel Monteiro de Castro.

Los visitadores nombrados por el Papa para las cuatro arquidiócesis metropolitanas de Irlanda son el cardenal Cormac Murphy-O'Connor, arzobispo emérito de Westminster; el cardenal Seán P. O'Malley, O.F.M. Cap., arzobispo de Boston; monseñor Thomas C. Collins, arzobispo de Toronto; y monseñor Terrence T. Prendergast, S.J., arzobispo de Ottawa.

Un comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede emitido en la noche de este miércoles explica que en esa reunión, "conscientes del trágico abuso de niños que ha tenido lugar en Irlanda, los participantes discutieron los detalles de esta importante visita apostólica".

"Pastoral en su naturaleza, la visita pretende asistir a la Iglesia local en su camino de renovación", afirma la nota citando la carta que envió Benedicto XVI a los católicos de Irlanda.

Asimismo, aclara el comunicado vaticano, "es un signo del deseo del Santo Padre, como sucesor de Pedro, de ofrecer su solicitud pastoral a la Iglesia en Irlanda".

"Los visitadores prestarán particular atención a las víctimas de abusos en y a sus familias, y encontrarán y escucharán a diferentes personas, incluyendo autoridades eclesiásticas, fieles laicos y aquellos que están involucrados en el trabajo decisivo de salvaguardia de los niños".

El 6 de octubre el cardenal Seán B. Brady, arzobispo de Armagh, monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín, monseñor Dermot Clifford, arzobispo de Cashel y Emly, y monseñor Michael Neary, arzobispo de Tuam, celebraron la misa del Espíritu Santo junto a los visitadores y superiores de la Congregación de los Obispos y la Secretaría de Estado.

"El encuentro sucesivo, caracterizado por una fraterna cordialidad y una mutua colaboración, sintetizó la discusión del día precedente y se centró en la organización de la visita apostólica y las arquidiócesis involucradas", subraya la nota.

El comunicado vaticano concluye asegurando que "todos los participantes desean que este significativo esfuerzo sea un instrumento de purificación y de curación para la Iglesia en Irlanda y ayude a restablecer la confianza y la esperanza de sus fieles".

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El centro de una vida feliz es la amistad con Jesús, afirma el Papa
Santa Gertrudis la Grande, en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- “El centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús el Señor”, afirmó hoy el Papa Benedicto XVI durante la Audiencia General, celebrada en la Plaza de San Pedro.

Tras Matilde de Hackeborn, el Papa quiso dedicar su catequesis semanal a la segunda de las cuatro grandes místicas alemanas de la Edad Media, Gertrudis la Grande, cuya existencia “no es sólo cosa del pasado, histórica”, sino que “sigue siendo una escuela de vida cristiana”.

La amistad con Jesús, dijo el Pontífice espontáneamente, fuera del discurso, al final de la catequesis, “se aprende en el amor por la Sagrada Escritura, en el amor por la liturgia, en la fe profunda, en el amor por María”.

Así se puede conocer “cada vez más realmente a Dios mismo” y se alcanza “la verdadera felicidad, la meta de nuestra vida”, añadió.

De Gertrudis, que fue discípula de Matilde, se la llamó “la Grande”, explicó, “por su estatura cultural y evangélica: con su vida y su pensamiento incidió de modo singular en la espiritualidad cristiana”.

“Es una mujer excepcional, dotada de talentos naturales particulares y de extraordinarios dones de la gracia, de profundísima humildad y ardiente celo por la salvación del prójimo, de íntima comunión con Dios en la contemplación y disponibilidad para socorrer a los necesitados”.

Aunque de ella han llegado pocos escritos, pues el monasterio de Helfta, donde vivió, fue secularizado después de la Reforma, se sabe que era una mujer de una vasta cultura, y que dominaba los saberes de su época.

No se sabe nada de su origen familiar, sólo que entró en el monasterio con cinco años.

“Gertrudis fue una estudiante extraordinaria, aprendió todo lo que se podía aprender de las ciencias del Trivio y del Cuadrivio; estaba fascinada por el saber y se dedicó al estudio profano con ardor y tenacidad, consiguiendo éxitos escolares más allá de toda expectativa”, explicó el Papa.

A pesar de sus éxitos, en un momento determinado “empieza a sentir disgusto de todo ello, advirtiendo su vanidad”.

El 27 de enero de 1281, Gertrudis recibe una revelación mística, en la que Jesús mismo se le aparece como un muchacho, “Desde aquel momento, su vida de comunión con el Señor se intensifica”, afirmó el Papa.

“Su biógrafa indica dos direcciones de la que podríamos definir una particular “conversión” suya: en los estudios, con el paso radical de los estudios humanistas profanos a los teológicos, y en la observancia monástica, con el paso de la vida que ella define como negligente a la vida de oración intensa, mística, con un excepcional ardor misionero”, añadió.

Gertrudis transforma su saber en apostolado, “se dedica a escribir y divulgar las verdades de la fe con claridad y sencillez, gracia y persuasión, sirviendo con amor y fidelidad a la Iglesia, hasta el punto de que fue útil y bienvenida para los teólogos y las personas piadosas”.

Obras suyas son “Heraldo del divino amor”, “Las revelaciones” y los “Ejercicios Espirituales”, que el Papa calificó como “una rara joya de la literatura mística espiritual”.

“Me parece obvio que estas no son sólo cosas del pasado, históricas, sino que la existencia de santa Gertrudis sigue siendo una escuela de vida cristiana, de recta vía, que nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús el Señor”, concluyó Benedicto XVI.


 

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Cardenal Bertone: Los periodistas católicos pueden abrir la sociedad a Dios
Homilía en el congreso mundial de la prensa católica
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).-  Los medios de comunicación católicos tienen el desafío de abrir la sociedad a Dios, considera el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI.

Así lo explicó a los 230 comunicadores procedentes de 83 países que participan en el congreso mundial de la prensa católica, convocado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, que mañana concluirá Benedicto XVI en el Vaticano.

El purpurado, en la homilía que les dirigió durante una misa concelebrada este miércoles en la basílica de San Pedro, aclaró que los periodistas católicos, "como los demás, están llamados a informar y formar", pero también tienen que contribuir "al anuncio de Cristo y a la apertura de la sociedad a Dios".

El purpurado invitó a los comunicadores a mostrar "la relación entre fe y razón en una relación respetuosa y clara con las diferentes posiciones presentes en el debate público".

"Sin caer en la tentación de dar espacio a intereses partidistas, políticos, económicos o incluso religiosos, para servir únicamente a la verdad".

Una gran tarea, por tanto, "si se tiene en cuenta la pobreza de recursos disponibles. Pero precisamente esta condición forma parte del estilo con el que el Reino de Dios se abre camino. Vuestra riqueza y fuerza está en el Evangelio que comunicáis, vuestro apoyo es Dios. Dejadle espacio".

La misa en la basílica de San Pedro fue concelebrada por doce prelados, entre los que se encontraba el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, y por unos sesenta sacerdotes.



 



 

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El Papa propone “recuperar” el Rosario cotidiano
Durante los saludos tras la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Antes de concluir sus saludos en los distintos idiomas, durante la Audiencia General celebrada hoy en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI animó a los fieles a “redescubrir” el rezo del Rosario.

“Octubre es el mes del Santo Rosario, que nos invita a valorar esta oración tan querida a la tradición del pueblo cristiano”, afirmó el Pontífice, durante su tradicional saludo a los enfermos, los jóvenes y los recién casados.

Recordando que mañana la Iglesia celebra la fiesta de la Virgen del Rosario, el Papa invitó a los jóvenes a “hacer del Rosario su oración de todos los días”.

“Os animo a vosotros, queridos enfermos, a crecer, gracias al rezo del Rosario, en el confiado abandono en las manos de Dios”, prosiguió.

A los recién casados, el Papa concluyó exhortándoles “a hacer del Rosario una contemplación constante de los misterios de Cristo”.

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Especial


El Papa en Barcelona: 1.100 concelebrantes, 150 millones de televidentes
Casi siete mil personas dentro de la Sagrada Familia y más de 40.000 en el exterior

 

 

BARCELONA, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org)-. Casi siete mil personas podrán asistir a la dedicación de la Sagrada Familia desde el interior del templo barcelonés, alrededor del cual se dispondrán cuarenta mil sillas. La organización calcula que más de 150 millones de personas verán por televisión al Papa dedicando ese templo el 7 de noviembre.

Lo anunció el arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach, este miércoles en una rueda de prensa celebrada en Barcelona, en la que también hizo público el itinerario que recorrerá el Papa en papamóvil desde el palacio episcopal hasta el templo de Gaudí y otros detalles de la visita papal.

La ceremonia estará concelebrada por 1.100 sacerdotes, entre ellos numerosos cardenales, obispos y abades.

Entre las 6.900 personas que podrán celebrar el acto en el interior del templo, habrá 2.100 fieles de parroquias de Barcelona, 180 procedentes de los obispados de Cataluña, 450 religiosos y religiosas y 800 cantores.

También habrá autoridades, jóvenes, familias, trabajadores del templo de la Sagrada Familia, enfermos, periodistas y representantes de asociaciones de enfermos, así como representantes de los sordos y de asociaciones religiosas.

Hasta el momento, se han acreditado más de dos mil periodistas de los cinco continentes para cubrir la visita papal a Barcelona y a Santiago de Compostela.

La televisión pública autonómica Televisió de Catalunya transmitirá en directo el evento de Barcelona y ofrecerá la señal a todas las televisiones interesadas en las imágenes de ese acontecimiento.

Los actos también podrán seguirse por internet a través de varias páginas web, entre ellas la que ha habilitado el arzobispado de Barcelona para la visita papal.

800 personas de parroquias, colegios, movimientos y facultades de comunicación se han ofrecido como voluntarios para colaborar.

Ya se han recibido más 40.000 peticiones para seguir el acto desde el exterior del templo de la Sagrada Familia, donde se colocarán 40.000 sillas y varias pantallas gigantes.

La preparación de esa zona cercana al templo para que la ciudadanía pueda vivir allí el acontecimiento costará aproximadamente medio millón de euros, de los que unos 300.000 ya se han ingresado a través de donativos.

El cardenal Sistach deseó que "todo el mundo pueda salir a la calle a agradecer al Santo Padre su gesto de dejar Roma y venir a visitarnos".

El Papa Benedicto XVI recorrerá el corazón del Ensanche barcelonés en papamóvil para llegar a la Sagrada Familia desde el Palacio Episcopal, situado en el Barrio Gótico de la ciudad.

El papámovil ascenderá a las nueve de la mañana y por la Vía Laietana-Pau Claris, girará por la calle Diputación y avanzará por la calle Marina para llegar a la Sagrada Familia hacia las 9.30 horas, cuando mantendrá un encuentro con los Reyes de España.

Al llegar al templo, el papamóvil dará la vuelta a toda la iglesia hasta la fachada de la Gloria.

El coordinador general de la visita, el Padre Enric Puig, precisó que todo el mundo recibirá indicaciones y sugerencias para acceder a los lugares desde los que seguirán el acto, tanto en el interior de la iglesia como en la zona acordonada en el exterior.

El cardenal explicó que una vez el Papa haya rezado el Ángelus en la fachada del Nacimiento, volverá a entrar a la Sagrada Familia para descubrir una placa conmemorativa con el nombramiento del templo expiatorio como Basílica, mientras la escolanía de Montserrat interprete el canto del Virolai.

Las monjas benedictinas del monasterio barcelonés de San Pedro de las Puel.las están preparando los manteles para el altar que se consagrará ese día.

También las benedictinas de Montserrat están preparando los más de 300 sencillos copones de cerámica que se usarán para repartir la comunión.

El almuerzo del Papa en el palacio episcopal contará con ingredientes propios de la cocina catalana y no faltará la crema catalana.

Además, el gremio de pasteleros de Barcelona prepara una "mona" de chocolate de la Sagrada Familia para que el Santo Padre pueda conocer la tradición catalana de estas figuras de chocolate propias de la Pascua.

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Mundo


Líderes religiosos auspician una década de paz, diálogo y esperanza
En el Encuentro por la paz organizado por la Comunidad de San Egidio
BARCELONA, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Que ésta sea la década de la paz, el diálogo y la esperanza.

Es el llamamiento de los centenares de líderes religiosos y políticos y personalidades de la sociedad civil y la cultura reunidos del 3 al 5 de octubre en Barcelona para el Encuentro Internacional por la Paz organizado por la Comunidad de San Egidio en colaboración con el arzobispado de Barcelona.

A través de un manifiesto, proclamado este martes en el acto conclusivo del encuentro, reconocieron que la anhelada paz -en el corazón de cada persona, entre los pueblos y en el mundo entero- necesita diálogo y oración.

“Hay que abrir una nueva década en la que el mundo globalizado se convierta en una familia de pueblos”, señala el documento, titulado Llamamiento por la paz.

“La paz necesita oración -añade el texto-. No hay odio, ni conflicto, ni muro que pueda resistirse a la oración, al amor paciente que se convierte en don y perdón, al mismo tiempo que educa desde la raíz para construir un mundo en el que no todo es mercado y donde lo realmente importante no se compra ni se vende”.

El Encuentro Internacional por la Paz comenzó el domingo con una misa y un acto inaugural que contó con la asistencia de destacadas personalidades religiosas y políticas.

Continuó el lunes y el martes con veinticuatro mesas redondas que abordaron diversos temas, como el diálogo entre israelíes y palestinos para lograr la paz en Tierra Santa, la ética de la globalización, los pobres como tesoro de la Iglesia, la importancia de respetar la vida y el diálogo interreligioso.

Siguió el martes por la tarde con intensos momentos de oración compartidos por los participantes de las distintas confesiones religiosas en seis lugares del barrio Gótico de Barcelona, que después se dirigieron en procesión a la plaza de la catedral.

Allí, al anochecer, concluyó el Encuentro con un acto lleno de fuerza y simbolismo, en el que algunos de los participantes destacaron los aspectos principales del manifiesto, así como la importancia de las religiones y del compromiso para mejorar el mundo.

Un momento especialmente emotivo llegó cuando niños de distintas razas se acercaron hasta el estrado donde se encontraban algunos líderes religiosos y recogieron de sus manos unos pequeños rollos en los que estaba escrito el manifiesto.

Después, las autoridades religiosas fueron encendiendo unas velas de un gran candelabro y firmaron el manifiesto.

Al acabar el acto, se anunció que el próximo Encuentro Internacional por la Paz se inaugurará el 11 de septiembre de 2011 en la ciudad alemana de Munich.

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Llega a Egipto el “Meeting” de Rímini
Entrevista al responsable para Oriente de la comunidad de Comunión y Liberación
ROMA, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Meeting para la amistad entre los pueblos de Rímino, gran manifestación anual organizada por el movimiento eclesial católico Comunión y Liberación, se celebrará próximamente en Egipto.

Por iniciativa de una élite d intelectuales y magistrados egipcios, se celebrará en Egipto, del 28 al 29 de octubre próximos, una edición de dos días del Meeting.

El acto está promovido por la Fundación Meeting per l’amicizia fra i popoli, junto al Centro Cultural Ta’Wassul de El Cairo y el Centro Cultural Sakakini de Alejandría, y tendrá como tema “La belleza, espacio del diálogo”.

Según sus promotores, “la belleza de la realidad es un acontecimiento que en todo hombre puede crear ese espacio para el diálogo”.

En el encuentro se celebrarán debates, una exposición y diversos espectáculos. En él intervendrán cuatro ministros del gobierno egipcio.

Será el ministro de cultura Farouq Hosni quien abrirá los trabajos en la cena inaugural del 28 de octubre, junto a Hosam Kamil, rector de la Universidad de El Cairo, y Tahani al-Jibaly, vicepresidente de la Suprema Corte Constitucional y Presidente del Comité Organizador.

El Meeting se celebrará en algunos de los lugares más importantes desde el punto de vista histórico y cultural de Egipto: la memorable sala de la Universidad (donde el Presidente de EE.UU. Obama lanzó hace unos meses su mensaje al Islam), la Opera House egipcia y la Ciudadela de Saladino.

En declaraciones a ZENIT, el responsable para Oriente de Comunión y Liberación, Ambrogio Pisoni, que es también asistente pastoral de la Universidad Católica de Milán, explicó el surgimiento de esta importante iniciativa.

La idea de llevar el Meeting a Egipto, explicó Pisoni, nació del profesor Wael Farouq, miembro de la Universidad Americana de El Cairo.

Farouq “visitó el Meeting de Rímini primero solo, y después, el año pasado, con tres amigos, entre ellos una señora que actualmente ostenta el cargo de vicepresidenta de la Corte Constitucional egipcia.

“Participando en él, en calidad de huéspedes quedaron impresionados, hasta el punto de empezar a pensar en la manera de hacerlo conocer tambiñen en su país”, añadió Pisoni.

Respecto a si este evento puede ayudar al diálogo con los musulmanes, Ambrogio Pisoni aclaró que el Meeting “no se propone objetivos particulares”, pues “ha nacido de forma inesperada, y procederá de la misma forma”.

“Para nosotros es importante permanecer fieles a la amistad nacida con estas personas. Veremos qué sorpresas saldrán a la luz: juzgaremos juntos cómo proceder después”.

Además, afirmó, “para nosotros el diálogo no es objeto de discusiones: el método cristiano es el del encuentro. Lo que sucede supera siempre todas nuestras previsiones”.

Pisoni subrayó también la importancia de que las obras de Luigi Giussani, fundador de Comunión y Liberación, estén empezando a traducirse al árabe.

Tras la publicación en árabe de “El sentido religioso”, tanto a Jerusalén como en El Cairo, se ha producido recientemente la publicación en este idioma de otro volumen de Giussani, “Los orígenes de la pretensión cristiana”. Además, está preparándose la traducción de una tercera obra, “Por qué la Iglesia”.

Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Inma Álvarez

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“La identidad mexicana no se entiende sin Guadalupe”
Próxima celebración de un Congreso sobre la Virgen y la Independencia
CIUDAD DE MÉXICO, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org El Observador).- Con el objetivo de ofrecer al pueblo de México una visión de fe  en el marco de las celebraciones del bicentenario de la independencia, se llevara a cabo el congreso guadalupano 2010, los próximos 7 y 8 de octubre en la Antigua Basílica de Guadalupe (hoy Templo Expiatorio a Cristo Rey).

Así lo informó monseñor Jorge Palencia Ramírez de Arellano, vicerrector de la Basílica de Guadalupe en conferencia de prensa en la que aclaro que el congreso se desarrollara apegado a la verdad histórica guadalupana, eclesial y pastoral.

El objetivo es, afirmó, “reconocer a Santa María de Guadalupe como corazón de nuestra identidad nacional e identificar los ideales de valores que inspiraron a nuestros antepasados, para emprender el camino del perdón y de la purificación de la memoria nacional”.

“México –expresó monseñor Palencia-- no se entiende sin Guadalupe, su devenir histórico está enraizado en ella. Ha estado presente inspirando y acompañando con su maternal presencia nuestros más caros ideales de libertad”.

El congreso se realizará bajo tres ejes temáticos: Intelectualidad católica y vida religiosa en los umbrales del siglo XIX;  Santa María de Guadalupe: Conciencia de Nación y vigencia de la identidad mexicana y El papel de Santa María de Guadalupe hoy.

Acompañado de Guillermo Macías, académico de la Universidad Anáhuac, monseñor Palencia dio a conocer las instituciones académicas que participaran en el congreso: como son la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Pontificia de México, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Panamericana, la Universidad Anáhuac, la Universidad la Salle, la Universidad de Colima, el Colegio de las Vizcaínas y la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.

Otros temas a analizar en el congreso serán los periodos de 1808 a 1810 y 1821, en donde en las agitadas aguas de la política no era fácil ser un eclesiástico, ni buen católico en la Nueva España, en donde la vida pública comenzaba a experimentar una transformación profunda de conflictos por la libertad.

“En otro momento -señaló monseñor Palencia- se analizará la figura del cura Miguel Hidalgo y Costilla como teólogo, ortodoxo, maestro, rector del seminario y renovador de la Teología”.

Por Sergio Estrada

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La atención espiritual es un derecho de todos los ciudadanos
Dijeron en Madrid líderes de tres religiones
MADRID, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Líderes de tres religiones (musulmana, judía y cristiana) coincidieron en afirmar en Madrid, España, que la atención espiritual es un derecho de todos los ciudadanos, independientemente de sus creencias.

Los líderes religiosos intervinieron en una mesa redonda, al cierre de las XV Jornadas Nacionales de Humanización de la Salud, organizadas por los Religiosos Camilos, celebradas el 5 y 6 de octubre, a las que han asistido unas doscientas personas.

En la mesa participaron Riay Tatari, imán presidente de las comunidades islámicas de España, Moisés Bendaham, rabino mayor de Madrid, y Francisco Álvarez, superior provincial de los Religiosos Camilos en España.

En la mesa redonda, que llevaba por título “Atención espiritual y pluralismo religioso”, los intervinientes conincidieron en señalar que “la atención espiritual no sólo es un hecho sino que es un derecho de todos los ciudadanos independiente de sus creencias”.

“La atención espiritual al final de la vida” es el tema central de estas Jornadas a las que asistieron profesionales y agentes de pastoral llegados de todo el país.

Al abordar este argumento, los organizadores afirman que se trata de una dimensión “esencial para dar una respuesta integral a los enfermos terminales y sus familias”.

El acto de inauguración de las Jornadas contó con la presencia de Marc Simon, director de Área de Integración de la Obra Social Fundación La Caixa, Javier Rocafort, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) y José Carlos Bermejo, director del Centro de Humanización de la Salud, de los Religiosos Camilos.

Los tres coincidieron en que la espiritualidad es un eje central en la atención a los enfermos en el final de la vida. De hecho, las tres instituciones están implicadas en un proyecto innovador que intenta mejorar esta atención en diferentes Hospitales y Unidades de Cuidados Paliativos en toda España, y en el que están participando más de 30 Equipos de Atención Psicosocial (EAPS).

En la conferencia inaugural, Enric Benito, médico especialista de Oncología y Cuidados Paliativos, subrayó la importancia de atender también en el ámbito científico las realidades de sentido que no se pueden “pesar” ni “medir”. 

De igual modo, señaló la hospitalidad, la presencia y la compasión, como dimensiones esenciales a tener en cuenta por los profesionales que van a cuidar a las personas en los momentos finales de su vida.

Para más información: http://www.humanizar.es/cursos/2010_2011/44_jornadas_humanizacion_salud.html

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Nuevo centro de espiritualidad de los frailes capuchinos en Jerusalén
Inaugurado el 28 de septiembre bajo el nombre “Yo soy la luz del mundo”
JERUSALÉN, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Los frailes capuchinos han abierto un nuevo centro de espiritualidad en Jerusalén llamado Yo soy la luz del mundo, informó su curia general.

El nuncio apostólico Antonio Franco, el patriarca latino de Jerusalén monseñor Fouad Twal, el patriarca emérito Michel Sabbah, el custodio de Tierra Santa Pierbattista Pizzaballa, el ministro general de los capuchinos Mauro Jöhri y el obispo de la diócesis italiana de Bérgamo monseñor Francis Beschi asistieron a la inauguración, el pasado 28 de septiembre.

La nueva casa no es un centro de peregrinación, sino más bien un lugar para los frailes capuchinos que estudian en institutos bíblicos o siguen otros cursos en Jerusalén y para grupos o personas que están realizando allí una estancia de formación espiritual.

Yo soy la luz del mundo ofrece asistencia espiritual a sacerdotes, religiosos, catequistas y agentes de pastoral que están asistiendo a seminarios o cursos especializados.

En el jardín de la casa se han plantado diez olivos como reconocimiento y gratitud a todos los que han trabajado con dedicación, compromiso y pasión para crear el nuevo centro.

La historia de la casa se remonta al año 1930, cuando los frailes capuchinos, animados por la invitación del entonces patriarca arzobispo Luigi Barlassina decidieron construir un convento en el área judía de Jerusalén.

La idea es que sirviera como lugar de acogida para los hermanos que visitaban la ciudad y para jóvenes que estaban realizando estudios bíblicos u otro tipo de formación.

Pero el proyecto no se llegó a realizar porque los capuchinos tuvieron que abandonar Jerusalén durante la Segunda Guerra Mundial. El Estado utilizó después parte de esa propiedad para un hospital psiquiátrico.

Sin embargo, el viejo proyecto revivió en la década de los noventa y pudo completarse gracias a la significativa colaboración de un arquitecto de Bérgamo para la renovación del edificio, así como a los incansables esfuerzos de los frailes capuchinos y al apoyo de innumerables benefactores.

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Informe Especial


Las categorías de las iglesias “sui iuris” (I)
Para conocer mejor las iglesias orientales
Por Hani Bakhoum Kiroulos

ROMA, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ante la próxima Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Tierra Santa, ofrecemos a nuestros lectores un nuevo artículo de fondo para contribuir a un mejor conocimiento de las iglesias de Oriente, sus ritos, su liturgia y su vida eclesial. Escrito por el padre Hani Bakhoum Kiroulos, doctor en derecho canónico, fue publicado originalmente por la edición de ZENIT en árabe.



 

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El Código de los Cánones de las Iglesias Orientales establece que las categorías de las iglesias sui iuris son cuatro: la primera es la de las Iglesias patriarcales, seguida de las otras tres, que son las Iglesias arzobispales mayores, las Iglesias metropolitanas y las demás Iglesias sui iuris.

Estas categorías “representan la escala ascendente de la autonomía eclesiástica de estas Iglesias, que corresponde a su madurez en el plano eclesiástico” [1]. Esta diversidad eclesiástica, sin embargo, no afecta a la igualdad de la dignidad entre las diversas categorías.

La Iglesia patriarcal

El Concilio Vaticano II no sólo afirma que la institución de la Iglesia patriarcal pertenece a la antigua tradición y que está reconocida desde los primeros Concilios Ecuménicos, sino que su declaración más importante es que esta consuetudo “debe atribuirse a la divina Providencia” [2].

Esta divina Providencia se mostró con el nacimiento de muchas comunidades cristianas, con la predicación de los Apóstoles y de sus sucesores y con la institución de los obispos y de las diócesis en las grandes ciudades. Se inició, por tanto, el llamado “reagrupamiento” de las diversas diócesis en torno a una diócesis principal. Este reagrupamiento estaba determinado por varios criterios: cultural, social y político, que hizo que los obispos se reunieran en torno a grandes ciudades como Roma, Alejandría y Antioquía.

La primera persona que atribuyó el término de “Patriarca” a los obispos de Roma, de Alejandría y de Antioquía, fue el emperador Justiniano I (527- 565). El título de Patriarca, por tanto, comenzó a sustituir al término “Eparca” [3] solamente para estos tres obispos. Nació por tanto la llamada “triarquía jurisdiccional”.

Con la institución de los patriarcados de Jerusalén y Constantinopla, la triarquía se transformó en pentarquía jurisdiccional de los Patriarcas.

- La jerarquía de la Iglesia patriarcal sui iuris

La Iglesia patriarcal está presidida por el Patriarca y está constituida por varios institutos, los cuales junto con el Patriarca gobiernan esa Iglesia de forma colegial.

El Patriarca es elegido según las normas de los cánones 63-77. Canónicamente, el Patriarca es elegido por el Sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal. El Sínodo se reúne, según las normas del derecho, antes de cumplirse un mes de la vacancia de la sede patriarcal.

Tienen derecho de voto solamente los miembros del Sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal. Para la validez de la elección es necesaria la presencia de al menos dos tercios de los obispos convocados. Quien recibe los dos tercios de los votos es declarado elegido. Si los escrutinios superan un cierto número – al menos tres – sin poder llevar a esta mayoría, a menos que por derecho particular no sea establecido de forma distinta, la norma establece que sea suficiente la mayoría de los votos y que la elección se lleve a término según la norma del can. 183 §§ 3 y 4. Antes de quince días, si la elección no se produce, la misma se remite al Romano Pontífice en cuanto que “el Romano Pontífice es el garante del funcionamiento de la vida sinodal de las Iglesias orientales y vigila para que este funcionamiento se lleve a cabo según las normas del derecho” [4].

Tras la elección y la aceptación del nuevo elegido, si este ya es obispo, se procede por parte del Sínodo a su proclamación y entronización como Patriarca, según las normas del derecho, “que implica el previo consentimiento del Romano Pontífice en lo que respecta a la dignidad episcopal” [5]; si, en cambio, el elegido ha sido legítimamente proclamado obispo pero aún no está ordenado, antes tiene que ser ordenado obispo y después se procede como en el caso precedente.

Toca al Sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal informar a la Sede Apostólica de la elección realizada. Mientras por parte del nuevo electo debe ser enviada una carta, como signo de comunión, a los Patriarcas de las demás Iglesias orientales y otra carta al Romano Pontífice para pedir la comunión eclesiástica.

- La potestad del Patriarca

El Patriarca es un obispo calificado como “primus inter pares” [6]. Una vez que el Patriarca ha recibido la “communio ecclesiastica” puede también convocar al Sínodo y ordenar obispos. El Patriarca preside su propia Iglesia como “pater et caput”, preside el sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal, el sínodo permanente y la asamblea patriarcal, y representa a su propia iglesia en todos los asuntos jurídicos.

La potestad del Patriarca, ejercida según la norma del derecho establecido o aprobado por la Suprema Autoridad de la Iglesia, es ordinaria y propia, pero personal. Esta potestad está limitada dentro de los confines del territorio de la Iglesia patriarcal, a menos que no conste diversamente por la naturaleza del asunto, o también por el derecho común o patriarcal aprobado por el Romano Pontífice. Fuera del territorio, el Patriarca, tiene de hecho la potestad personal sobre todos los fieles, solamente respecto al patrimonio litúrgico.

Dentro de los límites de su patriarcado, el Patriarca posee la potestad ejecutiva pero no la legislativa ni la judicial. Su potestad, algunas veces, está condicionada por el Sínodo de los obispos de su propia iglesia o por el sínodo permanente. Es decir, el Patriarca goza de una potestad personal, que ejerce sin ser condicionado por nadie, y de otra potestad limitada por el consenso del sínodo de la Iglesia patriarcal y por el sínodo permanente.

- El sínodo de la Iglesia Patriarcal

Este sínodo constituye la instancia superior de la Iglesia patriarcal. El Patriarca convoca el sínodo y lo preside. De hecho “no se puede entender el funcionamiento del sínodo sin la presencia del Patriarca, el cual lo convoca, lo preside y promulga sus decisiones, atribuyendo así la canonicidad a su tarea” [7].

El sínodo de los obispos está compuesto solamente por todos los obispos ordenados para el servicio de esta iglesia donde estén constituidos, dentro y fuera de los confines del territorio de la Iglesia patriarcal.

El sínodo goza de la potestad legislativa que consiste en la emanación de leyes para toda la Iglesia patriarcal y en su interpretación. Toca también al mismo sínodo la potestad judicial. Éste constituye el tribunal superior dentro de los límites del territorio de la misma iglesia, quedando salva la competencia de la Santa Sede.

- El sínodo permanente

Este sínodo es el instituto fundamental de la curia patriarcal. El sínodo permanente está compuesto por el Patriarca y por cuatro obispos, de los cuales tres son elegidos por el sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal y uno es elegido y nombrado por el Patriarca. La elección de los tres obispos es “la mayor novedad del Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium que por lo demás considera la figura del sínodo permanente sustancialmente sin cambios respecto al derecho precedente, aparte de cuanto se ha dicho ya sobre su poder judicial” [8].

Toca al Patriarca convocar el sínodo permanente y presidirlo. Este sínodo debe ser convocado en tiempos determinados, al menos dos veces al año, y cada vez que necesita su consenso o consejo, para la validez de los asuntos de la Iglesia patriarcal.

El sínodo permanente, por tanto, tiene la tarea de “acompañar al Patriarca en el ejercicio ordinario – se diría casi cotidiano – de su potestad ejecutiva” [9]. Dada la importancia del papel de este sínodo, este se considera indispensable para la Iglesia patriarcal. El sínodo permanente, por tanto, no es simplemente un instituto de consulta, sino sobre todo un modo permanente de participación para los obispos eparquiales en el gobierno de su propia Iglesia patriarcal.

- La asamblea patriarcal

La asamblea patriarcal ofrece la posibilidad, no sólo a los obispos, sino a muchos miembros de la Iglesia patriarcal: sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos, de tener un papel consultivo para algunos asuntos que tienen que ver con su propia Iglesia. De hecho el can. 140 define esta asamblea como la agrupación consultiva de toda la Iglesia patriarcal, que tiene el papel de colaborar con el Patriarca y con el sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal.

La asamblea patriarcal debe ser convocada al menos una vez cada cinco años y cada vez que lo requiera el Patriarca con el consenso del sínodo de los obispos o del sínodo permanente.

Toca al Patriarca convocar la asamblea patriarcal, presidirla y nombrar al vicepresidente que le sustituya al presidir la asamblea en caso de ausencia suya.

La asamblea patriarcal se dirige por sus estatutos aprobados por el sínodo de los obispos de la Iglesia patriarcal.



 

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1) G. NEDUNGATT, Le Chiese Cattoliche Orientali e il Nuovo Codice dei Canoni, en La Civiltà Cattolica 1992, I, 329.

2) I. ŽUŽEK, Un Codice per una “Varietas Ecclesiarum”, 5.

3) Cfr. F. SOLLAZZO, I Patriarchi nel Diritto Canonico Orientale e Occidentale, en Atti del Congresso Internazionale: Incontro fra Canonisti d’Oriente e d’Occidente (Bari 1991), dirigido por R. COPPOLA, II, Bari 1994, 240.

4) D. SALACHAS, Le Chiese Patriarcali, 83.

5) I. ŽUŽEK, Un Codice per una “Varietas Ecclesiarum”, 14.

6) Nuntia, 15 (1982) 5 e 22 (1986) 5.

7) D. SALACHAS, Lo Statuto “sui iuris” delle Chiese Patriarcali nel Diritto Canonico Orientale, 596.

8) I. ŽUŽEK, Un Codice per una “Varietas Ecclesiarum”, 19.

9) Idem.



 



 

[Traducción de la versión italiana por Inma Álvarez]

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Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: santa Gertrudis la Grande
Hoy en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la Audiencia General, en la Plaza de San Pedro, y que dedicó a santa Gertrudis la Grande, mística alemana del sigo XIII.

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Queridos hermanos y hermanas,

Santa Gertrudis la Grande, de la que quisiera hablaros hoy, nos lleva también esta semana al monasterio de Helfta, donde nacieron algunas de las obras maestras de la literatura religiosa femenina latino-germánica. A este mundo pertenece Gertrudis, una de las místicas más famosas, única mujer de Alemania que lleva el apelativo “la Grande”, por su estatura cultural y evangélica: con su vida y su pensamiento incidió de modo singular en la espiritualidad cristiana. Es una mujer excepcional, dotada de talentos naturales particulares y de extraordinarios dones de la gracia, de profundísima humildad y ardiente celo por la salvación del prójimo, de íntima comunión con Dios en la contemplación y disponibilidad para socorrer a los necesitados.

En Helfta se compara, por así decirlo, sistemáticamente con su maestra Matilde de Hackeborn, de la que hablé en la Audiencia del pasado miércoles; entra en relación con Matilde de Magdeburgo, otra mística medieval; crece bajo el cuidado maternal, dulce y exigente de la abadesa Gertrudis. De estas tres hermanas suyas adquiere tesoros de experiencia y sabiduría; los elabora en una síntesis propia, recorriendo su itinerario religioso con confianza ilimitada en el Señor. Expresa la riqueza de la espiritualidad no sólo en su mundo monástico, sino también y sobre todo en el mundo bíblico, litúrgico,patrístico y benedictino, con un sello personalísimo y con gran eficacia comunicativa.

Nació el 6 de enero de 1256, fiesta de la Epifanía, pero no se sabe nada de sus padres ni de su lugar de nacimiento. Gertrudis escribe que el Señor mismo le revela el sentido de este primer desarraigo suyo, dice que el Señor habría dicho: “La elegí por morada mía porque me complazco de que todo lo que hay de amable en ella sea obra mía […]. Precisamente por esta razón la alejé de todos sus parientes para que nadie la amase por razón de consanguinidad y yo fuese el único motivo del afecto que la mueve” (Las Revelaciones, I, 16, Siena 1994, p. 76-77).

A la edad de cinco años, en 1261, entra en el monasterio, como se acostumbraba a menudo en aquella época, para la formación y el estudio. Aquí transcurre toda su existencia, de la que ella misma señala las etapas más significativas. En sus memorias recuerda que el Señor la preservó con paciencia generosa e infinita misericordia, olvidando los años de su infancia, adolescencia y juventud, transcurridos – escribe: “en una tal ceguera de mente que habría sido capaz […] de pensar, decir o hacer sin ningún remordimiento todo lo que me habría gustado y donde hubiese querido, si tu no me hubieses preservado, sea con un horror inherente por el mal y una natural inclinación al bien, sea con la vigilancia externa de los demás. Me habría comportado como una pagana […] y ello aún habiendo querido tu que desde la infancia, desde mi quinto año de edad, habitara en el santuario bendito de la religión para ser educada entre tus amigos más devotos” (Ibid., II, 23 140s).

Gertrudis fue una estudiante extraordinaria, aprendió todo lo que se podía aprender de las ciencias del Trivio y del Cuadrivio; estaba fascinada por el saber y se dedicó al estudio profano con ardor y tenacidad, consiguiendo éxitos escolares más allá de toda expectativa. Si no sabemos nada de sus orígenes, ella cuenta mucho sobre sus pasiones juveniles: la literatura, la música y el canto, el arte de la miniatura la cautivan; tiene un carácter fuerte, decidido, inmediato, impulsivo; a menudo dice que es negligente; reconoce sus defectos, pide humildemente perdón por ellos. Con humildad pide consejos y oraciones por su conversión. Hay rasgos de su temperamento y defectos que la acompañarán hasta el final, hasta el punto de hacer asombrar a algunas personas, que se preguntan cómo es posible que el Señor la prefiera tanto.

De estudiante pasó a consagrarse totalmente a Dios en la vida monástica y durante veinte años no sucedió nada excepcional: el estudio y la oración fueron su actividad principal. Por sus dotes sobresale entre sus hermanas; es tenaz en consolidar su cultura en campos diversos. Pero, durante el Adviento de 1280, empieza a sentir disgusto de todo ello, advierte su vanidad y el 27 de enero de 1281, pocos días antes de la fiesta de la Purificación de la Virgen, hacia la hora de Completas, el Señor ilumina sus densas tinieblas. Con suavidad y dulzura calma la turbación que la angustia, turbación que Gertrudis ve como un mismo don de Dios “para abatir esa torre de vanidad y de curiosidad que, ay de mí, aún llevando el nombre y el hábito de religiosa, había ido elevando con mi soberbia, y al menos así encontrar el camino para mostrarme tu salvación” (Ibid., II,1, p. 87). Tiene la visión de un jovencito que la guía a superar la maraña de espinas que oprime su alma, tomándola de la mano. En esa mano, Gertrudis reconoce “la preciosa huella de esas llagas que abrogaron todas las actas de acusación de nuestros enemigos” (Ibid., II,1, p. 89), reconoce a Aquel que sobre la Cruz nos salvó con su sangre, Jesús.

Desde aquel momento, su vida de comunión con el Señor se intensifica, sobre todo en los tiempos litúrgicos más significativos – Adviento-Navidad, Cuaresma-Pascua, fiestas de la Virgen – aún cuando, enferma, no podía dirigirse al coro. Es el mismo humus litúrgico de Matilde, su maestra, que Gertrudis, sin embargo, describe con imágenes, símbolos y términos más simples y lineales, más realistas, con referencias más directas a la Biblia, a los Padres, al mundo benedictino.

Su biógrafa indica dos direcciones de la que podríamos definir una particular “conversión” suya: en los estudios, con el paso radical de los estudios humanistas profanos a los teológicos, y en la observancia monástica, con el paso de la vida que ella define como negligente a la vida de oración intensa, mística, con un excepcional ardor misionero. El Señor, que la había elegido desde el seno materno y que desde pequeña la había hecho participar en el banquete de la vida monástica, la vuelve a llamar con su gracia “desde las cosas externas a la vida interior, y desde las ocupaciones terrenas al amor por las cosas espirituales”. Gertrudis comprende que ha estado lejos de Él, en la región de la disimilitud, como dice san Agustín: de haberse dedicado con demasiada avidez a los estudios liberales, a la sabiduría humana, descuidando la ciencia espiritual, privándose del gusto de la verdadera sabiduría; ahora es conducida al monte de la contemplación, donde deja al hombre viejo para revestirse del nuevo. “De gramática se convierte en teóloga, con la lectura incansable y cuidadosa de todos los libros sagrados que podía tener u obtener, llenaba su corazón de las más útiles y dulces sentencias de la Sagrada Escritura. Tenía por ello siempre dispuesta alguna palabra inspirada y de edificación con la que satisfacer a quien venía a consultarla, y al mismo tiempo los textos escriturísticos más adecuados para confutar cualquier opinión errónea y cerrar la boca a sus oponentes” (Ibid., I,1, p. 25).

Gertrudis transforma todo esto en apostolado: se dedica a escribir y divulgar las verdades de la fe con claridad y sencillez, gracia y persuasión, sirviendo con amor y fidelidad a la Iglesia, hasta el punto de que fue útil y bienvenida para los teólogos y las personas piadosas. De esta intensa actividad suya nos queda poco, también a causa de las circunstancias que llevaron a la destrucción del monasterio de Helfta. Además del “Heraldo del divino amor” o “Las revelaciones”, nos quedan los “Ejercicios Espirituales”, una rara joya de la literatura mística espiritual.

En la observancia religiosa, nuestra santa es “una columna firme …], firmísima propugnadora de la justicia y de la verdad”, dice su biógrafa (Ibid., I, 1, p. 26). Con las palabras y el ejemplo suscita en los demás gran fervor. A las oraciones y a las penitencias de la regla monástica añade otras con tal devoción y abandono confiado en Dios, que suscita en quien la encuentra la conciencia de estar en la presencia del Señor. Y de hecho Dios mismo le da a entender que la ha llamado a ser instrumento de su gracia. De este inmenso tesoro divino Gertrudis se siente indigna, confiesa no haberlo custodiado y valorado. Exclama: “¡Ay de mí! ¡Si Tu me hubieses dado para recuerdo tuyo, indigna como soy, incluso un solo hilo de estopa, habría sin embargo debido guardarlo con mayor respeto y reverencia de cuanta he tenido por estos dones tuyos!” (Ibid., II,5, p. 100). Pero, reconociendo su pobreza y su indignidad, ella se adhiere a la voluntad de Dios, “porque – afirma – he aprovechado tan poco tus gracias que no puedo decidirme a creer que me hayan sido concedidas para mí sola, no pudiendo tu eterna sabiduría ser frustrada por alguien. Haz, por tanto, o Dador de todo bien, que me has concedido gratuitamente dones tan inmerecidos, que, leyendo este escrito, el corazón de al menos uno de tus amigos se conmueva por el pensamiento de que el celo por las almas te ha inducido a dejar durante tanto tiempo una gema de valor tan inestimable en medio del fango abominable de mi corazón” (Ibid., II,5, p. 100s).

En particular, dos favores le fueron más queridos que ningún otro, como escribe la propia Gertrudis: “Los estigmas de tus saludables llagas que me imprimiste, como preciosas joyas, en el corazón, y la profunda y saludable herida de amor con que lo marcaste. Tu me inundaste con estos dones tuyos de tanta alegría que, aunque tuviese que vivir mil años sin ningún consuelo ni interior ni exterior, su recuerdo bastaría para reconfortarme, iluminarme, colmarme de gratitud. Quisiste también introducirme en la inestimable intimidad de tu amistad, abriéndome de muchas firmas ese sagrario nobilísimo de tu Divinidad que es tu Corazón divino […]. A este cúmulo de beneficios añadiste el de darme por Abogada a la santísima Virgen María Madre Tuya, y de haberme recomendado a menudo a su afecto como el más fiel de los esposos podría recomendar a su propia madre su esposa querida” (Ibid., II, 23, p. 145).

Dirigida hacia la comunión sin fin, concluyó su vida terrena el 17 de noviembre de 1301 o 1302, a la edad de casi 46 años. En el séptimo Ejercicio, el de la preparación a la muerte, santa Gertrudis escribe: “Oh, Jesús, tu que me eres inmensamente querido, estate siempre conmigo, para que mi corazón permanezca contigo y tu amor persevere conmigo sin posibilidad de división, y mi tránsito sea bendecido por tí, de modo que mi espíritu, libre de los lazos de la carne, pueda inmediatamente encontrar reposo en ti. Amen” (Esercizi, Milán 2006, p. 148).

Me parece obvio que estas no son sólo cosas del pasado, históricas, sino que la existencia de santa Gertrudis sigue siendo una escuela de vida cristiana, de recta vía, que nos muestra que el centro de una vida feliz, de una vida verdadera, es la amistad con Jesús el Señor. Y esta amistad se aprende en el amor por la Sagrada Escritura, en el amor por la liturgia, en la fe profunda, en el amor por María, de forma que se conozca cada vez más realmente a Dios mismo y así la verdadera felicidad, la meta de nuestra vida. Gracias.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Documento final del XXV Encuentro Internacional de Oración por la Paz
“Llamamiento por la paz” de líderes religiosos y políticos
BARCELONA, miércoles 6 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el Llamamiento por la paz, publicado este martes tras el Encuentro Internacional de Oración por la Paz celebrado en Barcelona del 3 al 5 de octubre por iniciativa de la Comunidad de San Egidio.

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Llamamiento por la paz

Hombres y mujeres de diferentes religiones, procedentes de muchas partes del mundo, nos hemos reunido en Barcelona, en una tierra que celebra con el arte la belleza de la familia de Dios y de la familia de los pueblos, para pedir al Altísimo el gran don de la paz.

Hemos dejado atrás una década difícil. Ha sido un tiempo en el que el mundo ha creído más en la contraposición y en el conflicto que en el diálogo y en la paz. Tenemos presentes los miedos de muchos hombres y mujeres en numerosos lugares del mundo, el dolor de guerras que no han traído la paz, las heridas causadas por el terrorismo, el malestar de sociedades afectadas por las crisis del trabajo y por la incertidumbre del futuro, el sufrimiento de muchos pobres que llaman a la puerte de un mundo más rico y que a menudo encuentran puertas cerradas y desconfianza.

Nuestro mundo está desorientado a causa de la crisis de un mercado que se ha creído omnipotente y a causa de una globalización que a veces no tiene alma ni rostro. Pero en realidad la globalización es un oportunidad histórica: une mundos lejanos, y para conseguirlo tiene que encontrar una inspiración generosa. En cambio, se ha visto acompañada del miedo, la guerra, el cerrarse al otro y el temor a perder la identidad.

Hay que abrir una nueva década en la que el mundo globalizado se convierta en una familia de pueblos. Este mundo necesita alma. Pero sobre todo necesita paz. La paz es el nombre de Dios. No es algo superficial. Proviene de lo más profundo de cada tradición religiosa. Quien utiliza el nombre de Dios para odiar y humillar al otro abandona la religión pura. Quien invoca el nombre de Dios para hacer la guerra y para justificar la violencia actúa contra Dios. No hay nunca ninguna razón u ofensa recibida que pueda justificar la eliminación del otro. Lo más profundo de nuestra identidad religiosa, nuestras diversas historias, la oración vivida los unos junto a los otros, nos permiten decir al mundo: debemos vivir juntos en un destino común. Las religiones dan testimonio de que hay un destino común de los pueblos y los seres humanos. Este destino se llama paz.

A través del diálogo, se hace realidad este destino común que es la paz. El diálogo es el camino para encontrarlo y construirlo. Nos pretege a cada uno de nosotros y nos hace continuar siendo humanos en un momento de crisis. El diálogo no es ingenuidad. Es la capacidad de ver lejos, incluso cuando todos miran sólo de cerca a su alrededor y por eso se sienten solos, resignados y asustados. El diálogo no debilita, sino que fortalece. Es la verdadera alternativa a la violencia. No se pierde nada a través del diálogo. Todo es posible, incluso imaginar la paz. En una sociedad donde cada vez es más frecuente que personas diferentes vivan juntas, hay que aprender el arte del diálogo. No debilita la identidad de nadie y permite redescubrir lo mejor de uno mismo y de los demás. Nuestras sociedades necesitan volver a aprender el arte de convivir.

Después de estos días estamos cada vez más convencidos de que un mundo sin diálogo no es un mundo mejor. Necesitamos paz, y no hay paz sin diálogo. La paz es el don más grande de Dios. La paz necesita oración. No hay odio, ni conflicto, ni muro que pueda resistirse a la oración, al amor paciente que se convierte en don y perdón, al mismo tiempo que educa desde la raíz para construir un mundo en el que no todo es mercado y donde lo realmente importante no se compra ni se vende.

Queremos entrar a la nueva década con la fuerza del Espíritu, para crear un tiempo de esperanza para el mundo. Es necesaria la esperanza. Pero nosotros tenemos esperanza. Nuestra esperanza viene de lejos y mira al futuro. Un destino común es el único destino posible.

Que ésta pueda ser la década de la paz, el diálogo y la esperanza.

 

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