ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 7 de octubre de 2010

Santa Sede

Benedicto XVI: La crisis de fe plantea un desafío comunicativo a la Iglesia

Los periodistas católicos escriben la Verdad con mayúsculas

El Papa exhorta a “una colaboración leal y respetuosa” entre Iglesia y Estado

El Papa recibe una bandera chilena firmada por los mineros bajo tierra

Relevo en la Congregación para el Clero y en “Cor Unum”

Benedicto XVI rinde homenaje al testimonio de las mujeres católicas

Santa Sede: distribuir los recursos al servicio de la vida y el desarrollo

Sínodo de los Obispos

La mirada hacia el futuro de la Iglesia en Oriente Medio

Mundo

Chile: La sociedad ha pasado de ser postcristiana a “cristofóbica”

Conferencia sobre la “persecución de los cristianos” en Bruselas

El canto gregoriano, clave para la renovación de la música sacra

Entrevistas

Monseñor Piacenza: el sacerdote no es “funcionario de Dios” sino “otro Cristo”

Informe Especial

El Consejo de Europa contra la restricción de la objeción de conciencia

Las categorías de las Iglesias “sui iuris” (II)

Documentación

Discurso del Papa a los miembros de la prensa católica mundial

Discurso del Papa al nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede


Santa Sede


Benedicto XVI: La crisis de fe plantea un desafío comunicativo a la Iglesia
Interviene ante el congreso mundial de la prensa católica
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La actual crisis de fe plantea a la Iglesia un "desafío comunicativo" "muy empeñativo", reconoce Benedicto XVI.

Este desafío consiste en "ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo, único Salvador, y a mantener encendida en el mundo la llama de la esperanza para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro".

El Papa compartió esta inquietud con los 230 participantes, procedentes de 85 países, en el congreso mundial de la prensa católica, a quienes recibió en audiencia al concluir este evento convocado por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

"Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que ha llegado a la sociedad. O simplemente, confiar en que el patrimonio de los valores transmitido a lo largo de siglos pasados pueda seguir inspirando y plasmando el futuro de la familia humana", aseguró el obispo de Roma.

"Parece evidente que el desafío comunicativo es, para la Iglesia y para cuantos comparten su misión, muy comprometido. Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que ha llegado a la sociedad", aseguró en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano.

"La idea de vivir 'como si Dios no existiese' se ha demostrado deletérea --añadió el Papa--: el mundo necesita más bien vivir 'como si Dios existiese', aunque no tenga la fuerza de creer, o de lo contrario éste produce sólo un 'humanismo inhumano'".

En este contexto, "La búsqueda de la verdad debe ser perseguida por los periodistas católicos con mente y corazón apasionados, pero también con la profesionalidad de operadores competentes y dotados de medios adecuados y eficaces".

En su análisis del desafío comunicativo que se plantea a la Iglesia, el pontífice constató que ante todo está "es el riesgo de la indiferencia hacia la verdad".

" De hecho, las nuevas tecnologías, junto a los progresos que conllevan, pueden hacer intercambiable lo verdadero y lo falso, pueden inducir a confundir lo real con lo virtual".

"Además, la grabación de un acontecimiento, alegre o triste, puede ser consumida como espectáculo y no como ocasión de reflexión".

"La búsqueda de los caminos para una auténtica promoción del hombre pasa entonces a segundo plano, porque el acontecimiento es presentado principalmente para suscitar emociones".

Para el Papa, "estos aspectos suenan como campana de alarma: invitan a considerar el peligro de que lo virtual aleje de la realidad y no estimule a la búsqueda de lo verdadero, de la verdad".

En las palabras de saludo que dirigió durante la audiencia al Papa, el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, reconoció que para los periodistas católicos "no faltan dificultades, tensiones en el trabajo cotidiano".

"En un contexto de 'dictadura del relativismo', en una 'época de pasiones tristes', donde es problemático encontrar una respuesta a la profunda búsqueda de infinito, de un sentido de la vida, tenemos necesidad de su magisterio", añadió dirigiéndose al pontífice.

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Los periodistas católicos escriben la Verdad con mayúsculas
Comentarios de comunicadores a las palabras que les dirigió Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Algunos de los 230 comunicadores católicos de 85 países que fueron recibidos por Benedicto XVI este jueves han comentado con ZENIT el discurso del Papa: todos coinciden en subrayar que para ellos la Verdad se escribe con mayúsculas.

Entre los presentes en la audiencia se encontraba Saverio Gaeta, periodista del semanario más grande de Italia, "Famiglia Cristiana", quien reconoce: "Me ha impresionado el llamamiento que nos ha hecho a todos nosotros, periodistas católicos, a buscar la Verdad con una mente y un corazón apasionados, pero también con profesionalidad".

"Su llamamiento apunta fundamentalmente a la responsabilidad que se deriva de ser católicos de manera explícita a través del compromiso para recorrer el camino maestro de la Verdad", añade el periodista y escritor de libros de gran éxito.

"Precisamente la palabra Verdad ha salido muchas veces de los labios del Papa, pues para él la Verdad significa obviamente Jesucristo", explica el comunicador, que ha participado en el inédito congreso mundial de la prensa católica.

"En este sentido, ha pedido que no se confunda el mundo virtual con el mundo real, no confundir la idea ficticia de un bien abstracto respecto a lo que es el bien concreto, que para nosotros es Jesucristo, que nosotros queremos anunciar con nuestro trabajo como periodistas católicos", concluye Gaeta.

Miguel Ángel Velasco, director del semanario "Alfa y Omega", editado por la arquidiócesis de Madrid y distribuido por el diario ABC, reconoce que le ha llamado la atención especialmente el llamamiento personal que nos ha hecho a optar por Cristo. De eso se derivará todo lo demás".

En concreto, este periodista y escritor, subraya dos ideas originales, típicas de Joseph Ratzinger, que tocó en su encuentro con los comunicadores católicos.

"Por una parte, explicó que 'vivir como si Dios no existiera' se convierte en un humanismo inhumano".

"Y, en segundo lugar, explicó que nuestra misión como periodistas católicos consiste en ayudar a mantener encendida la lámpara de la esperanza", sigue diciendo Velasco. "En un momento tan difícil como es el de la sociedad actual, un llamamiento a la esperanza por parte del Papa viene muy bien".

Entre los participantes en el encuentro con el Papa Ricardo Grzona, presidente de la Fundación Ramón Pané, que se dedica a comunicar con nuevas tecnologías la Palabra de Dios, creador del proyecto "Lectionautas".

Residente en Miami, Grzona comienza su reflexión con ZENIT a partir de las palabras que en la audiencia dirigió al Papa el arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, en las que presentó el contexto del trabajo de los comunicadores católicos, la "dictadura del relativismo".

La expresión había sido utilizada por el cardenal Joseph Ratzinger en la homilía que dirigió al colegio cardenalicio al comenzar el cónclave del que saldría elegido Papa.

"Y el Santo Padre le responde con una frases muy contundentes --revela Grzona--. En primer lugar, dice, todo el que trabaja en el periodismo debe estar dispuesto a ser un mensajero de la Verdad y hay que tener cuidado, pues la Verdad no puede confundirse con la mentira o con la ausencia de Verdad".

"Hoy en día es muy común la confusión entre lo real y lo virtual. Por eso el Papa concluyó su discurso llamándonos a ser testigos de la Palabra con mayúscula, que se hace carne en el seno de María, Jesús de Nazaret, la única Palabra que el Padre ha pronunciado para salvarnos en la totalidad".

Y Grzona termina diciendo: "Jesús dijo 'Yo soy la verdad'. Tenemos que ser testigos de la Verdad y no de la apariencia de la Verdad".

La audiencia también dejó un breve espacio a encuentros más personales entre los comunicadores y el Papa.

Entre quienes le saludaron personalmente se encuentra uno de los ponentes en el congreso de la prensa católica mundial, Daniel Arasa, profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.

"He saludado al Santo Padre, le he dicho que rezamos mucho por él --explica Arasa a ZENIT--. Sabiendo que era de Barcelona, me ha dicho que pronto viajará a España. Yo le he dicho que rezamos por ese viaje y que le esperamos en la Universidad de la Santa Cruz. Y en ese momento me ha sonreído".

Por Jesús Colina



 

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El Papa exhorta a “una colaboración leal y respetuosa” entre Iglesia y Estado
Al recibir al nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Entre Iglesia y Estado debe haber “una colaboración leal y respetuosa·, afirmó el Papa Benedicto XVI este jueves tras recibir al nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede.

Fernando Zegers Santa Cruz fue recibido en audiencia por el Pontífice con ocasión de la presentación de sus cartas credenciales.

“Si bien el Estado y la Iglesia son independientes y autónomos cada uno en su propio campo, ambos están llamados a desarrollar una colaboración leal y respetuosa para servir a la vocación personal y social de las mismas personas”, explicó el Papa en el discurso que ha dirigido al diplomático.

“En el cumplimiento de su misión específica de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, la Iglesia busca responder a las expectativas y a los interrogantes de los hombres, apoyándose también en valores y principios éticos y antropológicos que están inscritos en la naturaleza del ser humano”, añadió.

“Cuando la Iglesia alza su voz frente a los grandes retos y problemas actuales, como las guerras, el hambre, la pobreza extrema de tantos, la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural, o la promoción de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer y primera responsable de la educación de los hijos, no actúa por un interés particular o por principios que sólo pueden percibir los que profesan una determinada fe religiosa”.

“Respetando las reglas de la convivencia democrática, lo hace por el bien de toda la sociedad y en nombre de valores que toda persona puede compartir con su recta razón”.

Cercanía a Chile

El Papa expresó su propia cercanía a Chile, país que “aunque esté lejano geográficamente de aquí”, afirmó llevar “muy dentro de mi corazón, y muy especialmente después del terrible terremoto sufrido recientemente”.

“No me olvido tampoco de los mineros de la región de Atacama y sus seres queridos, por quienes rezo fervientemente”, añadió.

A propósito de esto, quiso “resaltar y valorar la unidad del pueblo chileno ante las desgracias, su respuesta tan generosa y solidaria cuando el sufrimiento arrecia”.

También subrayó “el esfuerzo inmenso que la Iglesia católica en Chile, muchas de cuyas comunidades han sido también duramente probadas por el seísmo, está realizando para intentar ayudar a quienes más lo necesitan”.

Iglesia fecunda

Recordando que el embajador comienza su misión ante la Santa Sede en el año en que Chile celebra el Bicentenario de su Independencia, Benedicto XVI subrayó también el papel de la Iglesia en los acontecimientos más importantes del país, “así como en la consolidación de una identidad nacional propia, profundamente marcada por el sentimiento católico”.

El Evangelio, explicó, ha producido en el país “frutos abundantes de santidad, de caridad, de promoción humana, de búsqueda constante de la paz y la convivencia”.

En este sentido, recordó también la celebración, el año pasado, del 25° aniversario de la firma “del Tratado de paz y amistad con la hermana Nación Argentina que, con la mediación pontificia, puso fin al diferendo austral”,

Este “acuerdo histórico” permanecerá “che “para las generaciones futuras como un ejemplo luminoso del bien inmenso que la paz trae consigo, así como de la importancia de conservar y fomentar aquellos valores morales y religiosos que constituyen el tejido más íntimo del alma de un pueblo”.

Sobre todo en las circunstancias actuales, en las que “hay que hacer frente a tantos desafíos que amenazan la propia identidad cultural”, es importante “favorecer especialmente entre los más jóvenes un sano orgullo, un renovado aprecio y revalorización de su fe, de su historia, su cultura, sus tradiciones y su riqueza artística, y de aquello que constituye el mejor y más rico patrimonio espiritual y humano de Chile”, dijo el Papa.

“El pueblo chileno sabe bien que la Iglesia en esa Nación colabora sincera y eficazmente, y desea seguir haciéndolo, en todo aquello que contribuya a la promoción del bien común, del justo progreso y de la pacífica y armónica convivencia de todos los que viven en esa hermosa tierra.”, concluyó.

Fernando Zegers Santa Cruz nació en 1932, está casado y tiene cuatro hijos. Licenciado en Jurisprudencia, es abogado y ha sido profesor y cofundador de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica.

Tras entrar en la carrera diplomática en 1964, fue entre otras cosas presidente de la Delegación chilena en la III Conferencia de la ONU sobre Derecho Marítimo (1968-1982), delegado en misión especial en la Asamblea de la ONU (1772, 1973 e 1975) y embajador en Brasil (1978-1981), en España (1984-1986) y en Australia (1992-1996).


 


 

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El Papa recibe una bandera chilena firmada por los mineros bajo tierra
Entregada al concluir el congreso de la prensa católica
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 30 de septiembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI recibió este jueves una bandera de Chile firmada a 700 metros bajo tierra en la mina San José por los 33 mineros que todavía esperan ser liberados.

Los 230 comunicadores de 85 países llenaron con un aplauso la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano cuando la entregó al Papa el director de Comunicaciones y Prensa de la Conferencia Episcopal de Chile, Jaime Coiro.

El emotivo gesto tuvo lugar al concluir el inédito congreso mundial de la prensa católica convocado del 4 al 7 de octubre en Roma por el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.

Además de Coiro, participaron en ese encuentro, como representantes de Chile, Paz Escárate, de la Iglesia de Santiago, y María Eugenia Quitral, de la diócesis de Valparaíso.

Según explican fuentes de la Conferencia Episcopal de Chile, la idea surgió de la esposa del minero Claudio Yáñez, quien le pidió recoger las firmas en dos banderas. Su marido, además, escribió "Estamos vivos en el refugio los 33".

Una de las dos banderas se envió a las escuela local. La otra fue entregada a la periodista Doris Pons, directora de Comunicaciones de la diócesis de Copiapó, quien a su vez la entregó a la delegación chilena de periodistas católicos que ha viajado a Roma para agradecer a los países hermanos la solidaridad que las Iglesias locales han manifestado con los mineros, y su comprometida oración por su pronto rescate.

"Pero la oportunidad de entregársela al Papa fue una verdadera sorpresa, porque Dios habla a través de estos misterios", reconoce Coiro.

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Relevo en la Congregación para el Clero y en “Cor Unum”
Monseñores Piacenza y Sarah sustituyen a los cardenales Hummes y Cordes
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa nombró a monseñor Mauro Piacenza prefecto de la Congregación para el Clero, en sustitución del cardenal Cláudio Hummes, que había presentado su renuncia por motivos de edad, informó este jueves la Oficina de Información de la Santa Sede.

Por otra parte, Benedicto XVI nombró al arzobispo africano Robert Sarah, hasta ahora secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, que sustituye el cardenal Paul Josep Cordes, quien también había presentado su renuncia al cargo por razones de edad.

Tras hacerse público su nombramiento, monseñor Piacenza, hasta ahora secretario de la Congregación para el Clero, destacó a ZENIT su voluntad de “trabajar incansablemente por el verdadero bien del clero y de la santa Iglesia, sin anteponer nunca nada al amor de Cristo”.

También señaló la necesidad de la formación, inicial y permanente del clero, “sobre la que es necesario vigilar continuamente porque no se deben formar 'funcionarios de Dios', sino 'otro Cristo'”.

Monseñor Piacenza trabaja en la Congregación para el Clero desde el año 1990. En 1997 fue nombrado Jefe de Oficina; en 2000, subsecretario, y ahora prefecto.

Nacido en Génova (Italia) hace 66 años, fue ordenado sacerdote en 1969. En 2003, fue nombrado presidente de la Comisión Pontificia para los Bienes Culturales de la Iglesia. Al mismo tiempo ha sido presidente de la Comisión Pontificia de Arqueología Sacra.

El cardenal Cláudio Hummes, OFM, ha estado al frente de la Congregación desde el 31 de octubre de 2006. El pasado mes de agosto cumplió 76 años.

Nacido en Montenegro, al sur de Brasil, en el seno de una familia de origen alemán, fue ordenado sacerdote en Divinópolis (Minas Gerais), en 1958, perteneciendo a la Orden Franciscana de los Hermanos Menores.

Nombrado obispo coadjutor y después obispo diocesano de Santo André en 1975, Juan Pablo II le nombró arzobispo de Fortaleza el 21 de julio de 1996. El mismo Papa le nombraría arzobispo de Sao Paulo, en 1988, y en 2001 le crearía cardenal.

En el año 2002, el Papa Karol Wojtyla le encomendó la tarea de predicar los ejercicios espirituales a la Curia romana, meditando sobre cómo ser discípulos de Cristo.

Destaca su compromiso a favor del diálogo ecuménico, de la promoción de los laicos, y de la pastoral obrera y la formación de los sacerdotes.

Fue uno de los artífices del Encuentro Mundial de las Familias con Juan Pablo II en Río de Janeiro en 1997.

Su labor por los sacerdotes ha encontrado un momento culminante durante el Año Sacerdotal, que la Iglesia ha celebrado desde junio de 2009 a junio de 2010.

La Congregación para el Clero recoge, sugiere y promueve iniciativas para la santidad y la formación intelectual y pastoral del clero (sacerdotes diocesanos y diáconos).

Vigila sobre los Capítulos Catedralicios, sobre los Consejos Pastorales, sobre los Consejos Presbiterales, sobre las parroquias y sobre los párrocos y sacerdotes que ejercitan el ministerio pastoral, y realiza también el seguimiento de la catequesis.

Esta Congregación vaticana también es competente en materia de conservación y administración de los bienes temporales de la Iglesia: bienes inmuebles, tasas, tributos y alienaciones.

Por su parte, el nuevo presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, monseñor Robert Sarah, es el arzobispo emérito de Conakry (Guinea Bissau), de 65 años de edad.

Nacido en Ourous (en la arquidiócesis de Conakry), recibió la ordenación sacerdotal el 20 de julio de 1969.

El 13 de agosto de 1979 fue nombrado obispo de Conakry, y fue consagrado el 8 de diciembre de ese mismo año.

El 1 de octubre de 2001 fue nombrado secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.

El cardenal Cordes (a quien precisamente Benedicto XVI recibió hoy en audiencia) deja la presidencia del Consejo Pontificio Cor Unum, cargo que Juan Pablo II le confió el 2 de diciembre de 1995, a los 76 años de edad.

Nacido en Kirchhundem (Alemania), fue ordenado sacerdote en 1961. Fue nombrado obispo auxiliar de Paderborn en 1975.

En 1980, fue nombrado vicepresidente del Consejo Pontificio para los Laicos y el 24 de noviembre de 2007 fue creado cardenal.

Cor Unum (un solo corazón) es el consejo pontificio encargado de coordinar y promover la caridad en la Iglesia.

Fue creado para la promoción humana y cristiana por el papa Pablo VI con la Carta autógrafa Amoris officio del 15 de Julio de 1971.

Cor Unum expresa la solicitud de la Iglesia católica hacia los necesitados para que se favorezca la fraternidad humana y se manifieste la Caridad de Cristo", según estableció Juan Pablo II en la constitución apostólica Pastor bonus (art. 145).

Entre sus objetivos, el dicasterio vaticano busca ser instrumento ejecutivo del Santo Padre cuando emprende especiales iniciativas humanitarias en caso de calamidad o en el campo de la promoción humana integral.

También promover la catequesis de la caridad y estimular a los fieles a dar testimonio concreto de la caridad evangélica, y favorecer y coordinar las iniciativas de las instituciones católicas mediante el intercambio de informaciones en el espíritu de fraterna colaboración con el fin de favorecer el desarrollo integral.

Entre otras, tiene la tarea especial de seguir y acompañar la actividad de Caritas Internationalis, confederación de más de 160 organismos caritativos, por lo general instituciones nacionales responsables de la actividad caritativa reconocidas por sus respectivas Conferencias Episcopales.

También aplica las disposiciones del Papa referentes a las ayudas en caso de emergencias y calamidades y al sostenimiento de la promoción humana integral en los países en vías de desarrollo.

Por otra parte, el Papa aceptó hoy la renuncia al gobierno pastoral de la archidiócesis colombiana de Manizales, presentada por monseñor Fabio Betancur Tirado, a quien sucede el hasta ahora obispo coadjutor de la misma archidiócesis metropolitana, monseñor Gonzalo Restrepo Restrepo.

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Benedicto XVI rinde homenaje al testimonio de las mujeres católicas
La Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas cumple cien años
JERUSALÉN, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha rendido homenaje al testimonio de las mujeres católicas en un mensaje enviado a la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), que celebra este año la asamblea de su centenario en Jerusalén.

El Papa se ha hecho presente en el encuentro enviando una carta, a través del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, dirigida a la presidente de la institución, Karen Hurley, y a sus miembros.

Su Santidad da "gracias por las numerosas bendiciones que se han derramado sobre la Iglesia a través del testimonio de fidelidad de mujeres católicas que viven y trabajan en el mundo, transformándolo en su interior, y proclamando el Evangelio con la palabra y con los hechos".

El Santo Padre reconoce que en estos cien años de historia "los miembros de la UMOFC ha contribuido a la misión de la Iglesia a nivel local, nacional e internacional, enriqueciendo a la Iglesia con frutos de santidad femenina".

El Papa Benedicto XVI invoca "los dones del Espíritu sobre la UMOFC para que "siga promoviendo la contribución única de las mujeres a la vida y la misión de la Iglesia, tanto en la esfera pública como en el hogar".

La asamblea del centenario de la UMFOC se celebra del 5 al 11 de octubre de 2010, en el Instituto Pontificio Notre Dame, de Jerusalén, con el tema "Vosotros seréis mis testigos" (Hechos, 1, 8).

El objetivo de la UMOFC es promover la presencia, participación y corresponsabilidad de las mujeres católicas en la Iglesia y la sociedad para facilitarles el cumplimiento de su misión de fe, y para trabajar por el desarrollo humano y la paz en el mundo.

Esta Unión Mundial está integrada por casi cien organizaciones de mujeres católicas, que representan a más de cinco millones de mujeres que actúan en más de sesenta países y que han sido reconocidas por sus conferencias episcopales.

El Consejo Pontificio para los Laicos erigió a la UMOFC como asociación pública internacional de fieles.

Más información en: www.wucwo.org

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Santa Sede: distribuir los recursos al servicio de la vida y el desarrollo
El arzobispo Chullikatt interviene en las Naciones Unidas
NUEVA YORK, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Reconociendo los desafíos financieros que la comunidad global debe afrontar, el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Francis Chullikatt, expresó la esperanza en que las Naciones Unidas respeten su responsabilidad de combatir la extrema pobreza.

El prelado intervino este martes en Nueva York, dirigiéndose a la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Destacó que el aumento del 15% de los gastos militares globales del año 2007 al 2009 a pesar de la crisis económica es todavía más inquietante a la luz del hecho de que más de 1,4 millones de personas en el mundo viven con menos de 1,25 dólares al día.

“El desafío es real, pero no es una barrera infranqueable si las naciones trasfieren los recursos de los programas dirigidos a la destrucción a los que promueven la vida y el desarrollo”, declaró.

Monseñor Chullikatt destacó que la promoción de un auténtico desarrollo humano y económico requiere un compromiso con los derechos humanos fundamentales y auténticos, entre ellos el derecho a la vida del concebido y el derecho de las familias a criar a sus hijos. 

También advirtió que “conceptos de salud reproductiva y derechos sexuales que incluyen el acceso al aborto o a otras formas de servicios o investigaciones que destruyen la vida, promueven la lógica equivocada de una cultura de la muerte” en lugar de respetar y acoger la vida.

Teniendo en cuenta la naturaleza social y espiritual de la persona humana, el observador permanente declaró que el derecho de un individuo a participar públicamente en celebraciones religiosas debe ser respetado.

Constató que conceptos como la difamación de las religiones deben ser “revisados para garantizar que la intolerancia religiosa y la incitación a la violencia sean justamente condenadas sin obstaculizar el derecho a la auténtica libertad religiosa que es un beneficio para todos”.

Finalmente, el arzobispo Chullikatt pidió la solidaridad universal con los más necesitados y lanzó un llamamiento a ampliar los recursos financieros y a un mayor respeto a la fe.

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Sínodo de los Obispos


La mirada hacia el futuro de la Iglesia en Oriente Medio
Presentado en Roma el workshop de Pax romana sobre el próximo Sínodo
ROMA, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- “Del Sínodo espero una mirada hacia el futuro que evite el peligro de permanecer demasiado concentrados sobre el pasado de nuestros territorios”, afirmó ayer monseñor Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia.

El prelado participó en la rueda de prensa celebrada ayer en Roma para presentar el workshop sobre la inminente Asamblea especial del Sínodo de los obispos para Oriente Medio, promovido por Pax Romana, movimiento internacional de intelectuales católicos.

El laboratorio, que comenzó ayer y que trabajará hasta el 9 de octubre, “reúne – explicaron los organizadores – a cincuenta representantes del laicado y del mundo intelectual católico de los países del área mediooriental”.

Su objetivo es el de “reflexionar sobre algunos temas indicados en el Instrumentum Laboris del Sínodo, como la cuestión política, la relación Occidente-Islam, las migraciones, el ecumenismo, la libertad religiosa, y elaborar un documento que represente una contribución del laicado a la asamblea sinodal”.

“A menudo, cuando en Occidente se habla de Oriente Medio – afirmó monseñor Hinder, cuya jurisdicción comprende Emiratos árabes, Bahrein, Qatar, Omán, Arabia Saudita y Yemen, seis Estados en los que viven más de 2,5 millones de católicos – se piensa sólo en Tierra Santa, o como máximo en Dubai, también a causa de la crisis económica”.

En cambio, afirmó, “Arabia es una realidad importante, aunque desconocida, donde hay una comunidad cristiana viva, compuesta exclusivamente por inmigrantes, sobre todo filipinos e indios, que sigue adelante a pesar de las restricciones a la libertad religiosa”.

El riesgo para la Iglesia de Oriente Medio de una mirada dirigida sólo al pasado afecta, según monseñor Hinder, “también a las relaciones con el Islam y a la posibilidad de bloquearnos en las cuestiones jurídicas”.

Por esto, añadió, es eficaz “el tema elegido por la asamblea sinodal: comunión y testimonio, que mira al reforzamiento del sentido de pertenencia a la Iglesia católica en las diversas tradiciones para un testimonio más incisivo no sólo en esta región, sino en el mundo entero”.

Para sor Katia Mikhael, javeriana y médico, comprometida en Cáritas de Oriente Medio y Norte de África: “Hoy los cristianos de Oriente Medio están ante un desafío: el replegamiento o la emigración”.

El Sínodo, en cambio, “intentará delinear una tercera vía: el sentido de la presencia de los cristianos en esta región a través de la vocación a la comunión y al testimonio en un sentido amplio que es cultural, económico, político y social”.

En esta dirección son muy importantes “las instituciones educativas y asistenciales de la Iglesia, así como los medios de comunicación que llevan a la cultura oriental el concepto de los derechos humanos y de la protección de los más vulnerables”.

Gran parte del radicalismo islámico, según Mikhael, “nace de la desigualdad social y económica, y esto nos plantea un interrogante a todos”.

Cuando “se adquiere la conciencia de que el fundamentalismo no es un problema religioso sino de justicia social, entonces los cristianos pueden ofrecer a la sociedad otra ética que pone a la persona en el centro y persigue la solidaridad y el bien común”.

“Se trata – concluyó la religiosa – de un proceso largo, pero es la clave para quedarnos en Oriente Medio”.

Del “papel profético” de la Iglesia sobre las cuestiones de los derechos humanos y de la solidaridad habló también William Gois, del Migrants Forum of Asia, una red que une asociaciones y entes que se ocupan de los migrantes en el continente asiático.

"Estamos ante una cuestión global – explicó Gois – que afecta a una gran cantidad de personas, en gran parte mujeres, en la búsqueda de un trabajo decente y mejores condiciones de vida”.

Se trata de “sujetos débiles con fuerte riesgo de explotación y de violaciones de los derechos humanos”. Existe, de hecho, “un gran silencio en torno a estos movimientos de personas porque nadie les da voz, pero la Iglesia puede hacerlo”.

Hay un significado de “resistencia” de connotaciones positivas y que no hay que confundir de modo alguno con el terrorismo: de ello habló el padre Rafiq Khoury, párroco de Bir Zeit (Patriarcado de Jerusalén de los latinos) que presentó el Documento Kairos, nacido de la reflexión y de la puesta en común entre los cristianos palestinos a la búsqueda de la paz en su propio territorio.

“Nosotros – recordó Khoury – somos cristianos desde hace 2000 años y nuestra gente es originaria de esta tierra, como lo son los árabes y los hebreos”.

En el Documento Kairos "se expone nuestra situación, se subraya cómo la Palabra de Dios en Tierra Santa debe ser interpretada como dirigida al bien de todos y no sólo de una parte, y se realiza la elección de resistir al mal debida y pacíficamente”.

“Occidente – concluyó Khoury – tiene una responsabilidad inmensa en una solución justa y duradera de un conflicto que tiene consecuencias no sólo sobre Oriente Medio, sino sobre el mundo entero”.

Del mismo parecer fue Philippe Ledouble, vicepresidente mundial de Pax Romana, para quien el objetivo de la iniciativa actual es precisamente “solicitar cada vez más una toma de conciencia sobre la situación de los cristianos en Oriente Medio".

Para Carlo Cirotto, presidente del MEIC (Movimiento Eclesial de Compromiso Educativo) existe “una obligación moral de los cristianos occidentales de despertar a nuestra opinión pública de cara a esa realidad”.

El documento final del laboratorio de Pax Romana será presentado el sábado 9 de octubre en la sede de la Acción Católica Italiana, y entregado a los Padres sinodales presentes.

Por Chiara Santomiero, traducción del italiano por Inma Álvarez

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Mundo


Chile: La sociedad ha pasado de ser postcristiana a “cristofóbica”
Congreso de estudiantes de Doctrina Social de la Iglesia
SANTIAGO DE CHILE, jueves 7 octubre 2010 (ZENIT.org).- Jóvenes que buscan una sociedad más justa y más cristiana participaron, este lunes, en el I Congreso Estudiantil de Justicia y Moral Social “Juan Enrique Concha”. Durante el encuentro, se trataron numerosos temas de Doctrina Social de la Iglesia.

El encuentro, organizado por Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Católica de Chile, contó con una nutrida participación de asistentes durante todo el día.

El evento es una respuesta de este centro académico a la urgencia de cooperar a construir una sociedad más justa y cristiana.

Los jóvenes católicos asistentes al congreso hicieron suyas las palabras de san Alberto Hurtado, de que "la universidad debe ser el cerebro de un país", y que el universitario "no es solo un técnico, sino el obrero intelectual de un mundo mejor”.

A lo largo de la jornada, intervinieron cinco académicos. El decano Arturo Yrarrázaval realizó una semblanza del insigne pensador, precursor de los temas sociales en el Derecho nacional y maestro de san Alberto Hurtado, Juan Enrique Concha Subercaseaux.

Juan Antonio Widow, por su parte, expuso las relaciones de la doctrina social de la Iglesia con la economía y el problema de la usura, mientras que Matías Petersen desarrolló la cuestión de la fundamentación moral de la economía y la inhumana visión filosófica de las escuelas austríaca y de Chicago.

Josef Seifert indagó en las razones por las cuales la Iglesia se alista en la defensa de la vida.

Y por último, Hugo Alberto Verdera, de la Universidad Pontificia Católica de Argentina, mostró el mundo en que debe moverse el católico fiel a la Verdad y cuál es su rol en una sociedad “ya no poscristiana, sino derechamente cristofóbica”.

No obstante, donde radicó lo determinante de este Congreso Estudiantil fue en el amplio interés de parte de universitarios. Hubo 28 trabajos elaborados por alumnos, en que reflexionaron sobre los distintos tópicos que aborda el Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.

A lo largo de las presentaciones, informan los organizadores, “se mostró la equivocidad que existe al hablar de democracia, pluralismo, tolerancia y mayorías, cuyo contenido en muchas ocasiones resulta frontalmente opuesto al magisterio social”.

“Se ventiló –añaden-, el error fundamental de la teología de la liberación, que pone su acento en una redención terrena y no cristiana”.

En materia de aborto terapéutico, eutanasia y matrimonio homosexual, los ponentes “se encargaron de mostrar cuál es el sustrato de estas banderas y por qué la Iglesia las combate con decidida energía”.

Hubo, además, total consenso en “rechazar el liberalismo económico que, con su lógica materialista y economicista, postula una antropología contraria a la dignidad espiritual y cerrada al orden de la gracia.”

Aparte de la reflexión, el debate no estuvo ausente durante toda la jornada, contribuyendo éste a forjar un pensamiento crítico ante las máximas “de un mundo que se pretende edificar de espaldas a Dios”.

El premio “Juan Enrique Concha”, atribuido al mejor trabajo de alumnos evaluado por la comisión académica del Congreso, recayó en el egresado de Derecho y actual estudiante de Filosofía en la UC, Joaquín Reyes Barros.

Con su ponencia titulada “El fin sobrenatural como fundamento de la unidad política”, el ganador muestra que el fin último del hombre (aquello en lo que consiste la felicidad humana) posee no sólo una dimensión natural, sino también otra sobrenatural, a la cual la primera se subordina.

Dicho fin sobrenatural, al constituirse como verdadero fin último de la vida humana, no puede quedar excluido del orden propio de la sociedad, por cuanto la sociedad debe orientarse a que los hombres sean felices.

Dicho de otro modo, al autor sostiene que “no es lícito a la sociedad política, después de la Redención, excluir el cristianismo del orden social”.

El premio “Juan Enrique Concha” consiste en la publicación del trabajo ganador en la revista Humanitas y, además, la entrega de un libro sobre El Magisterio de la Iglesia, gentileza de la editorial San Pablo.

“Esperamos que el Congreso Juan Enrique Concha sea un referente en el pensamiento universitario de América Latina, siempre teniendo como norte el mensaje de Cristo y el de sus santos varones que a lo largo de la historia nos han bendecido con su ejemplo y magisterio” señaló Juan L. Lagos, director del certamen.

Ahora la comisión organizadora del evento se prepara para la segunda versión, que se llevará a cabo en octubre de 2011. Entre sus novedades, estará la internacionalización del evento a toda Sudamérica, esperando acrecentar el diálogo entre hermanos en la región.

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Conferencia sobre la “persecución de los cristianos” en Bruselas
Europa no puede permanecer indiferente a los sufrimientos de los cristianos
BRUSELAS, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- “La libertad religiosa debe integrarse en las políticas exteriores de la Unión Europea”, afirma la declaración escrita presentada por diputados europeos con motivo de la conferencia sobre la “persecución de los cristianos”, celebrada este martes en el Parlamento Europeo, en Bruselas.

El acto fue organizado por el grupo del Partido Popular Europeo (PPE), el grupo Conservadores y Reformistas Europeos (CRE) y la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE).

La Declaración escrita lanzada por los diputados Mario Mauro (PPE) y Konrad Szymański (CRE) deberá someterse a la plenaria del Parlamento Europeo en las próximas semanas, informa un comunicado de la COMECE.

Para ser adoptada, tendrá que recibir las firmas de 380 miembros del Parlamento Europeo en tres meses.

Con motivo de esta conferencia, el secretariado de la COMECE presentó su informe sobre la libertad religiosa.

El estudio recuerda que “el derecho a la libertad religiosa está tan estrechamente ligado a los demás derechos fundamentales que se puede argumentar con razón que el respeto a la libertad religiosa es como un 'test' para la observancia de los demás derechos fundamentales”.

“Violaciones del derecho a la libertad religiosa o de creencia se producen en todo el mundo y afectan a más de cien millones de cristianos cada año”, destaca la asociación cristiana Open Doors International.

Según las últimas estadísticas, precisa el organismo al servicio de la Iglesia perseguida, en 2010, los diez países en los que los cristianos son más perseguidos a causa de su fe son: Corea del Norte, Irán, Arabia Saudita, Somalia, Maldivas, Afganistán, Yemen, Mauritania, Laos y Uzbekistán.

La conferencia dio la palabra a testigos eminentes de la persecución de cristianos en el mundo: monseñor Eduard Hiiboro Kussala, obispo de la diócesis católica de Tombura, Yambio (Sudán del Sur); monseñor Louis Sako, arzobispo caldeo de Kirkuk (Irak); el Dr T.M. Joseph, director del Newman College de Thodupuzha (La India) y Kok Ksor, presidente de la Montagnard Fondation (Vietnam).

Entre los diputados, Konrad Szymański (CRE) recordó que el “75% de las muertes relacionadas con crímenes de odio basados en la religión afectan a personas de fe cristiana, siendo así los cristianos los creyentes más perseguidos en el mundo”.

“Europa no puede permanecer indiferente”, advirtió. Destacó que “el sufrimiento masivo de cristianos es un crimen que está hoy todavía olvidado” y recordó a los responsables políticos “las responsabilidades que son suyas”.

Por su parte, el diputado Mario Mauro (PPE) afirmó que “la libertad religiosa es la condición por la que deben pasar todas nuestras demás libertades”.

“Tener la libertad de expresar y de practicar la religión en la que creemos significa escapar del abuso de poder -añadió-. Ésta es la razón por la que debemos insistir en la defensa de este principio”.

Finalmente, el vicepresidente del grupo del PPE encargado de asuntos religiosos, destacó que “la no discriminación es universal”.

“La libertad religiosa y la no discriminación van a la par”, afirmó. Dijo que “las religiones son elementos importantes de la identidad europea” y calificó el diálogo religioso como “crucial” para “la conciencia política y europea”.

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El canto gregoriano, clave para la renovación de la música sacra
Conferencia del padre Lang en la Academia Urbana de las Artes de Roma
ROMA, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El canto gregoriano es la clave para la renovación de la música sacra.

Ésta es la conclusión de la conferencia que el padre Uwe Michael Lang, consultor de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice, pronunció este miércoles por la tarde en la Academia Urbana de las Bellas Artes, en Roma.

En la primera sesión del año académico 2010-2011 del seminario superior Las razones del arte, el padre Lang explicó que “la carta encíclica Annus qui del 1749 es el pronunciamiento papal más importante sobre la música sacra, antes del Motu proprio Tra le sollecitudini de san Pío X en 1903”.

“En ella -explicó-, el Papa Benedicto XIV propone los criterios importantes de la música sacra que son válidos más allá de los límites de su contexto histórico y resuenan también en nuestro tiempo”.

“La encíclica -añadió el padre Lang- presenta el canto llano como normativa para la liturgia romana, mientras aprueba la polifonía no acompañada y permite también la música orquestal, aunque con ciertas condiciones, en el culto divino”.

“Ésta ha sido la postura secular de la Iglesia católica, y se refleja en la Constitución sobre sagrada liturgia del Concilio Vaticano II, que exalta el canto gregoriano como la música 'propia' de la liturgia romana”.

“La preeminencia del canto -recordó- fue confirmada por Benedicto XVI en su Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis del 2007”.

“El valor del canto gregoriano es su íntima relación con el texto litúrgico, al cual da forma musical”, indicó.

Annus qui pide explícitamente la integridad y la inteligibilidad de los textos que se cantan en la misa y en el oficio divino -dijo-. Esta preocupación ya fue debatida en Trento, pero no incluida en los documentos oficiales del concilio”.

Y concluyó: “Si bien la música sacra no puede limitarse exclusivamente al canto gregoriano, es esto, sin embargo, lo que tiene en sí las claves para una verdadera renovación de la misma”.

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Entrevistas


Monseñor Piacenza: el sacerdote no es “funcionario de Dios” sino “otro Cristo”
Habla el nuevo prefecto de la Congregación para el Clero
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La renovación profunda espiritual de los sacerdotes es indispensable para la nueva evangelización, como el Papa Benedicto XVI ha señalado en varias ocasiones durante el Año Sacerdotal. Éste es el “programa” que lleva en mente el nuevo prefecto de la Congregación para el Clero, el arzobispo Mauro Piacenza.

El prelado concedió esta entrevista a ZENIT nada más conocerse hoy su nombramiento, por parte del Papa, a presidir este dicasterio, tras la renuncia del cardenal Cláudio Hummes por motivos de edad.

Monseñor Mauro Piacenza, que ha trabajado muchos años en la Congregación para el Clero, reconoce que una de sus tareas será mejorar la formación del clero, también a raíz de los escándalos protagonizados por algunos de sus  miembros en los últimos meses.

- El Santo Padre le ha llamado a la alta responsabilidad de guiar el dicasterio de la Curia romana que se ocupa de los sacerdotes. ¿Qué razones han llevado al Santo Padre a realizar esta elección?

Monseñor Piacenza: ¡Habría que preguntárselo al Santo Padre! Por lo que yo puedo imaginar es que algún papel habrá tenido lugar mi larga presencia en este dicasterio, en el que he llevado a cabo la mayor parte de mi servicio a la Curia romana.

Aprovecho la ocasión para renovar mi profundo agradecimiento al Sumo Pontífice por la confianza que me ha mostrado, y para invocar para mi y para todos los colaboradores de la Congregación su bendición paterna, para que todos juntos podamos trabajar incansablemente por el verdadero bien del clero y de la santa Iglesia, no anteponiendo nada al Amor de Cristo.

- También por las conocidas circunstancias recientes, ¿la Congregación para el Clero asume hoy un papel estratégico en el gobierno de Benedicto XVI?

Monseñor Piacenza: De los delitos más graves se ocupa la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es ciertamente necesario y un deber, con todo, poner en marcha todos esos instrumentos que impidan que vuelvan a suceder hechos semejantes.

El primero de todos es la formación, inicial y permanente, sobre la cual es necesario vigilar continuamente porque no debe formarse a “funcionarios de Dios”, sino a “otros Cristos”: un buen pastor, que, viviendo totalmente de Dios y para Dios, ofrezca la vida por su rebaño, edificándolo en el amor auténtico.

-¿Y cuáles son los caminos para obtener esto? ¿Cuál es su programa?

Monseñor Piacenza: “No tengo otro programa que el de obedecer a Cristo y a su Iglesia, cuya voluntad se expresa, de manera totalmente peculiar, en la del Santo Padre. Él mismo nos ha remitido muchas veces, también durante el Año Sacerdotal, a una lectura no funcionalista sino ontológica del ministerio ordenado, capaz realmente de “llevar a Dios al mundo” a través del carisma del celibato, la fidelidad evangélica, la caridad pastoral. La Eucaristía, celebrada y adorada, en una concepción semejante del ministerio ordenado, no puede dejar de tener un papel absolutamente central: en ella está el secreto, la fuente de toda existencia sacerdotal “lograda”. La propia respiración del alma sacerdotal es la Eucaristía.

-¿Cuál es la identidad sacerdotal, entonces, que tiene en mente el nuevo Prefecto?

Monseñor Piacenza: ¡Siempre la de la Iglesia! La identidad sacerdotal no puede ser sino cristocéntrica y por ello eucarística. Cristocéntrica porque, como muchas veces ha recordado el Santo Padre, en el sacerdocio ministerial, “Cristo nos atrae hacia sí”, involucrándose con nosotros e involucrándonos en Su misma existencia. Esta atracción “real” sucede sacramentalmente, por tanto de forma objetiva e insuperable, en la Eucaristía, de la que los sacerdotes son ministros, es decir, siervos e instrumentos eficaces.

-Ha señalado hace un momento el celibato. ¿Se prevén novedades a propósito de esta ley?

Monseñor Piacenza: Ante todo hay que quitar la palabra “ley”. La ley es consecuencia de una realidad mucho más alta que se capta sólo en clave cristológica. El celibato es siempre una novedad, en el sentido de que, también a través de él, la vida del presbítero es “siempre nueva”, porque siempre es entregada y, por tanto, siempre es renovada, en una fidelidad que tiene en Dios su propia raíz y en el florecimiento y dilatación de la libertad humana su proprio fruto.

- ¿Como piensa realizar este programa?

Monseñor Piacenza: ¡Si pensara realizarlo yo, sería un temerario! Es el Espíritu el que guía a la Iglesia en la realización de Sus programas. Ciertamente es necesario un profundo redescubrimiento de la dimensión vertical del la vida y de la fe, también para los sacerdotes, volviendo a poner a Dios en su sitio: ¡el primero!.

El Orden, en la vida del discípulo, es garantía de fecundidad apostólica, unido a un profundo espíritu de oración y a una intensa vida eucarística, tanto sacramental como en el don total de sí.

Pido el acompañamiento y el apoyo, por la nueva tarea que me ha confiado el Santo padre, a todos mis hermanos obispos y sacerdotes y a todas las almas consagradas, sensibles a la causa esencial de la santificación del clero, fundamental para toda la gran empresa de nueva evangelización. Que la Virgen María nos acompañe, nos ilumine y nos proteja. A ella confío y consagro todo mi humilde servicio. ¡Gracias!

 


 

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Informe Especial


El Consejo de Europa contra la restricción de la objeción de conciencia
Aprueba una resolución para reconocer esta posición ante el aborto o la eutanasia
ESTRASBURGO, jueves, 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha rechazado este jueves el informe de la diputada británica Christine McCafferty, que pretendía restringir los derechos fundamentales de los ciudadanos a la objeción de conciencia, en particular de quienes trabajan en el sector de la salud ante el aborto o la eutanasia.

El proyecto de resolución ha sido totalmente sustituido por un nuevo texto, que afirma, defiende y promueve el derecho del personal médico a la objeción de conciencia.

Tras el debate, en el que se modificó el texto propuesto por la Comisión para las Cuestiones Sociales, la resolución adoptada afirma que "ningún hospital, institución o persona puede ser sometido a presiones, considerado responsable o sufrir discriminación alguna por su rechazo a realizar, acoger o asistir a un aborto o un acto de eutanasia".

El texto adoptado invita a los Estados miembros a elaborar reglamentaciones amplias y precisas que definan y reglamenten la objeción de conciencia en el campo de la salud y de los servicios médicos.

Grégor Puppinck, director del European Center for Law and Justice, institución que con argumentos jurídicos había denunciado los peligros del informe McCafferty, ha manifestado a ZENIT su satisfacción ante el extraordinario e inesperado cambio.

"El Consejo de Europa reafirma el valor fundamental de la conciencia humana y de la libertad ante los intentos de manipulación ideológica de la ciencia y la medicina", constata el experto.

"El informe McCafferty era una aberración, y estamos satisfechos por haber logrado abrir los ojos de la Asamblea. Numerosas organizaciones no gubernamentales se han movilizado en este sentido", añade Puppinck.

El texto se aplica no sólo a los médicos, sino a todo el personal médico comprometido directa o indirectamente en un acto o procedimiento de aborto o eutanasia.

La resolución se aplica no sólo a los individuos, sino también a las instituciones, hospitales, clínicas, tanto privadas como públicas. McCafferty quería obligar a los hospitales católicos a hacer abortos.

Para Puppinck, "el texto de la señora McCafferty era particularmente peligroso", pues su objetivo principal era profundamente simbólico, al tratar de hacer de la objeción de conciencia algo "inmoral".

Por este motivo, la resolución aprobada "es una gran victoria de la cultura de la vida y de la justicia", concluye el director del European Center for Law and Justice.

Por Jesús Colina

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Las categorías de las Iglesias “sui iuris” (II)
Para conocer mejor las iglesias orientales
Por Hani Bakhoum Kiroulos

ROMA, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ante la próxima Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Tierra Santa, ofrecemos a nuestros lectores un nuevo artículo de fondo para contribuir a un mejor conocimiento de las iglesias de Oriente, sus ritos, su liturgia y su vida eclesial. Escrito por el padre Hani Bakhoum Kiroulos, doctor en derecho canónico, fue publicado originalmente por la edición de ZENIT en árabe.



 

* * * * *



 

La segunda categoría de las Iglesias sui iuris la ocupa la Iglesia arzobispal mayor, que está presidida por un arzobispo mayor. Una Iglesia que tiene la misma estructura y posee la misma autonomía que una Iglesia patriarcal, con una diferencia fundamental: la elección del arzobispo mayor. Esta elección necesita, de hecho, de la confirmación del Romano Pontífice, mientras que la elección del Patriarca requiere solamente que esta sea notificada, después de tener lugar, al Romano Pontífice. Esta notificación era demandada tradicionalmente a los demás Patriarcas [1].

La Iglesia metropolitana sui iuris ocupa el tercer grado de las Iglesias sui iuris. Está presidida por el Metropolita, el cual es nombrado por el Romano Pontífice. El Metropolita tiene la obligación de pedir al Romano Pontífice el pallium, signo de la comunión jerárquica. Una vez que al Metropolita se le impone el pallium, éste puede convocar el Consejo de los Jerarcas y ordenar obispos. El Metropolita, preside, por tanto, la Iglesia metropolitana sui iuris y posee una jurisdicción real sobre los obispos y sobre todos los demás fieles de la Iglesia metropolitana sui iuris. La Iglesia metropolitana sui iuris se parece a una provincia eclesial pero sin pertenecer a otra iglesia sui iuris.

Respecto al poder legislativo de toda la Iglesia metropolitana sui iuris, éste “reside en el Consejo de los Jerarcas, compuesto por todos los obispos de esa Iglesia sui iuris… Pero las leyes preparadas pueden ser promulgadas sólo después de haber informado sobre ellas a la Santa Sede y tras haber sido informados de su aceptación por parte de ésta” [2]. De todo esto nótese la diferencia entre esta categoría de Iglesia sui iuris y las dos primeras.

Otras Iglesias sui iuris: la cuarta categoría incluye a todas las demás Iglesias sui iuris (Ceterae Ecclesiae sui iuris) [3] que no son ni patriarcal, ni arzobispal mayor ni metropolitana sui iuris. Una categoría, por tanto, que se define en oposición con las demás categorías. Ésta tiene pocos puntos en común con las categorías precedentes. Cada Iglesia de esta categoría está confiada al jerarca (no es obligatorio que éste sea un obispo ni que posea la dignidad episcopal) que la preside de modo directamente dependiente de la Santa Sede. Esta Iglesia no posee ni sínodo ni consejo de jerarcas. Su derecho particular le viene dado por la Sede Apostólica, en el que se determina de qué forma el jerarca colabora con el Romano Pontífice. Esta Iglesia puede considerarse, por tanto, como una frontera entre el principio de sinodalidad y el principio de monarquía [4].

Por tanto, en el Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium se encuentran cuatro categorías de Iglesias sui iuris. Éstas tienen en común el término de “iglesia sui iuris” y la igual dignidad de rito [5]. Pero estas categorías son distintas en sus estructuras y son diferntes en los grados de autonomía disciplinar. Es decir, la Sede Apostólica tiene una relación distinta con cada una de ellas.

Algunos autores, en cambio, hablan de cinco categorías de iglesias sui iuris y no solo cuatro, poniendo así a la Iglesia latina como otra categoría de iglesia sui iuris, aunque esté gobernada con otro código de derecho canónico, que es el Codex Iuris Canonici. El padre Žužek, de hecho, afirma que “a menudo se oye decir que las Iglesias sui iuris son veintiuno, mientras que en realidad son veintidós: veintiuno son de oriente y tienen como su ordenamiento jurídico y disciplinar el Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium, una en cambio es de Occidente, la Iglesia latina, cuya disciplina canónica está regulada por el Codex Iuris Canonici…”[6].

La diferencia fundamental entre la Iglesia latina sui iuris y las demás Iglesias orientales sui iuris no consiste solo en el hecho de que están gobernadas por códigos diferentes, sino más bien por el hecho de que la Iglesia latina tiene una configuración jurídica “no comparable siquiera por analogía lejana con otras Iglesias sui iuris” [7]. Esta diferencia radical viene del hecho de que la Iglesia latina tiene como cabeza al Romano Pontífice. Su poder es de derecho divino (iure divino) y no le es concedido por nadie en la tierra. Tiene un poder ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal en la Iglesia, que puede ejercitar siempre libremente. Mientras que todas las demás iglesias sui iuris “existen en virtud de la voluntad de la Suprema Autoridad de la Iglesia – por la cual puedel sr también suprimidas – y son regidas por jerarcas, sínodos y consejos de jerarcas, que han recibido s poder de la Suprema Autoridad de la Iglesia, y por tanto iure no divino, sino canonico…” [8]. De hecho, todo poder supra episcopal en la Iglesia: el patriarca, el arzobispo mayor, el metropolita y el jerarca de otra Iglesia sui iuris, depende de la Suprema Autoridad de la Iglesia universal, es decir, del Romano Pontífice y del Concilio Ecumenico [9].



 

[La primera parte de este artículo se publicó ayer miércoles 6 de octubre]


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1) Cfr. G. NEDUNGATT, La Synodalitè dans Les Églises Orientales Selon Le Nouveau Code, en Concilium, 243 (1992), 79- 97.

2) G. NEDUNGATT, Le Chiese Cattoliche Orientali e Il Nuovo Codice dei Canoni, 332.

3) I. ŽUŽEK, The Ecclesiae Sui Iuris in The Revision of Canon Law, in Vatican II: Assessment and Perspectives, Nueva York (1987) 296.

4) Cfr. G. NEDUNGATT, La Synodalitè dans Les Églises Orientales Selon Le Nouveau Code, 296.

5) Para el principio de la igual dignidad de los diversos ritos orientales, véase: G. NEDUNGATT, Il Titolo della Nuova Legislazione Canonica, en Studia Canonica (Ottawa), 19 (1985), 61- 80.

6) I. ŽUŽEK, Un Codice per una “Varietas Ecclesiarum”,in Studi sul Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium, dirigido por S. GHERRO, CEDAM 1992, 4.

7) Idem. e cfr. I. ŽUŽEK, Presentazione del Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium, en Monitor Ecclesiasticus, 115 (1990), 591-612.

8) I. ŽUŽEK, Un Codice per una “Varietas Ecclesiarum”, 5.

9) Cfr. K. BHARANIKULANGARA, An Introduction to The Ecclesiology And Contents of The Oriental Code, 20 e I. ŽUŽEK, Presentazione del Codex Canonum Ecclesiarum Orientalium, 605.

[Traducción de la versión italiana por Inma Álvarez]

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Documentación


Discurso del Papa a los miembros de la prensa católica mundial
“Vuestra tarea, ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció durante la audiencia a los participantes en el Congreso sobre Prensa Católica, que se ha celebrado estos días en Roma, promovido por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales.

* * * * *



 

Señores cardenales,

venerados hermanos,

ilustres señores y señoras

Os acojo con alegría al término de las cuatro jornadas de intenso trabajo promovidas por el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales y dedicadas a la prensa católica. Os saludo cordialmente a todos vosotros – procedentes de 85 países – que trabajáis en los diarios, semanarios o en otros periódicos y sitios de Internet. Saludo al presidente del dicasterio, el arzobispo Claudio Maria Celli, a quien doy las gracias por haberse hecho intérprete de los sentimientos de todos, como también a los secretarios, al subsecretario, a todos los oficiales y al personal. Estoy contento de poder dirigiros una palabra de ánimo a continuar, con renovadas motivaciones, vuestro importante y cualificado compromiso.

El mundo de los media está atravesado por una profunda transformación también en su interior. El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en particular, la difundida multimedialidad, parece poner en discusión el papel de los medios más tradicionales y consolidados. Oportunamente, vuestro Congreso se detiene a considerar el papel peculiar de la prensa católica. Una atenta reflexión sobre este campo, de hecho, hace surgir dos aspectos particulares: por un lado la especificidad del medio, la prensa, es decir, la palabra escrita y su actualidad y eficacia, en una sociedad que ha visto multiplicarse antenas, parabólicas y satélites, que se han convertido casi en el emblema de una nueva forma de comunicar en la era de la globalización. Por otro lado, la connotación “católica”, con la responsabilidad que deriva de ella de ser fieles de modo explícito y sustancial, a través del compromiso diario de recorrer el camino maestro de la verdad.

La búsqueda de la verdad debe ser perseguida por los periodistas católicos con mente y corazón apasionados, pero también con la profesionalidad de operadores competentes y dotados de medios adecuados y eficaces. Esto resulta aún más importante en el actual momento histórico, que pide a la figura misma del periodista, como mediador de los flujos de la información, llevar a cabo un cambio profundo. Hoy, por ejemplo, en la comunicación tiene un peso cada vez mayor el mundo de la imagen con el desarrollo de tecnologías siempre nuevas; pero si por una parte todo ello comporta indudables aspectos positivos, por otra la imagen puede también convertirse en independiente de la realidad, puede dar vida a un mundo virtual, con varias consecuencias, la primera de las cuales es el riesgo de la indiferencia hacia la verdad. De hecho, las nuevas tecnologías, junto a los progresos que conllevan, pueden hacer intercambiable lo verdadero y lo falso, pueden inducir a confundir lo real con lo virtual. Además, la grabación de un acontecimiento, alegre o triste, puede ser consumida como espectáculo y no como ocasión de reflexión. La búsqueda de los caminos para una auténtica promoción del hombre pasa entonces a segundo plano, porque el acontecimiento es presentado principalmente para suscitar emociones. Estos aspectos suenan como campana de alarma: invitan a considerar el peligro de que lo virtual aleje de la realidad y no estimule a la búsqueda de lo verdadero, de la verdad.

En este contexto, la prensa católica está llamada, de modo nuevo, a expresar hasta el fondo sus potencialidades y a dar razón día a día de su misión irrenunciable. La Iglesia dispone de un elemento facilitador, desde el momento en que la fe cristiana tiene en común con la comunicación una estructura fundamental: el hecho de que el medio y el mensaje coinciden; de hecho, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, es al mismo tiempo mensaje de salvación y medio a través del cual se realiza la salvación. Y esto no es un simple concepto, sino una realidad accesible a todos, también a cuantos, aún viviendo como protagonistas en la complejidad del mundo, son capaces de conservar la honradez intelectual propia de los “pequeños” del Evangelio. Además la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo, presente al mismo tiempo en todas partes, alimenta la capacidad de relaciones más fraternales y más humanas, poniéndose como lugar de comunión entre los creyentes y, al mismo tiempo, como signo e instrumento de la vocación de todos a la comunión. Su fuerza es Cristo, y en su nombre ésta “persigue” al hombre por los caminos del mundo para salvarlo del "mysterium iniquitatis", insidiosamente operante en él. La prensa católica evoca de forma más directa, respecto a cualquier otro medio de comunicación, el valor de la palabra escrita. La Palabra de Dios ha llegado a los hombres y nos ha sido entregada también a través de un libro, la Biblia. La palabra sigue siendo el instrumento fundamental y, en un cierto sentido, constitutivo de la comunicación: ésta se utiliza hoy bajo varias formas, y también en la llamada “civilización de la imagen” conserva todo entero su valor.

A partir de estas breves consideraciones, parece evidente que el desafío comunicativo es, para la Iglesia y para cuantos comparten su misión, muy comprometido. Los cristianos no pueden ignorar la crisis de fe que ha llegado a la sociedad. O simplemente, confiar en que el patrimonio de los valores transmitido a lo largo de siglos pasados pueda seguir inspirando y plasmando el futuro de la familia humana. La idea de vivir “como si Dios no existiese” se ha demostrado deletérea: el mundo necesita más bien vivir “como si Dios existiese”, aunque no tenga la fuerza de creer, o de lo contrario éste produce sólo un “humanismo inhumano”.

Queridísimos hermanos y hermanas, quien trabaja en los medios de comunicación, si no quiere ser solo “una campana que resuena o un platillo que retiñe” (1Cor 13,1) – como diría san Pablo – debe tener fuerte en sí mismo la opción de fondo que le capacita para tratar las cosas del mundo poniendo siempre a Dios en la cima de la escala de valores. Los tiempos que estamos viviendo, aún teniendo una notable carga positiva, porque los hilos de la historia están en las manos de Dios y su diseño eterno se revela cada vez más, están marcados también por muchas sombras. Vuestra tarea, queridos miembros de la prensa católica, es la de ayudar al hombre contemporáneo a orientarse a Cristo, único Salvador, y la de mantener encendida en el mundo la llama de la esperanza, para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro. Por esto os exhorto a renovar constantemente vuestra elección personal por Cristo, bebiendo de esos recursos espirituales que la mentalidad mundana minusvalora, a pesar de que son preciosos, más aún, indispensables. Queridos amigos, os animo a proseguir en vuestro no fácil empeño y os acompaño con la oración, para que el Espíritu Santo lo haga siempre provechoso. Mi bendición, llena de afecto y gratitud, que imparto de buen grado, quiere abrazaros a todos vosotros aquí presentes y a cuantos trabajan en la prensa católica en todo el mundo.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede
“El pueblo chileno sabe que la Iglesia colabora con el país”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 7 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador de Chile ante la Santa Sede, Fernando Zegers Santa Cruz, a quien recibió hoy en audiencia.

* * * * *

Señor Embajador:

Me complace recibir a Vuestra Excelencia en este solemne acto en el que me hace entrega de las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Chile ante la Santa Sede. Deseo expresarle mi más cordial bienvenida, al mismo tiempo que le agradezco las palabras de saludo de parte del Señor Presidente de la República, Doctor Sebastián Piñera Echenique, y de su Gobierno.

La presencia de Vuestra Excelencia en la Santa Sede me hace pensar con renovada viveza en un País que, aunque esté lejano geográficamente de aquí, lo llevo muy dentro de mi corazón, y muy especialmente después del terrible terremoto sufrido recientemente. Desde el primer momento, quise mostrar mi cercanía al pueblo chileno y, a través de la visita de mi Secretario de Estado, el Cardenal Tarcisio Bertone, hice llegar mi consuelo y esperanza a las víctimas, a sus familiares y a los numerosos damnificados, a quienes tengo muy presentes en mi oración. No me olvido tampoco de los mineros de la región de Atacama y sus seres queridos, por quienes rezo fervientemente.

A este respecto, quiero resaltar y valorar la unidad del pueblo chileno ante las desgracias, su respuesta tan generosa y solidaria cuando el sufrimiento arrecia, así como el esfuerzo inmenso que la Iglesia católica en Chile, muchas de cuyas comunidades han sido también duramente probadas por el seísmo, está realizando para intentar ayudar a quienes más lo necesitan.

Vuestra Excelencia comienza su misión ante la Santa Sede precisamente en el año en que Chile celebra el Bicentenario de su Independencia, lo cual me ofrece la ocasión para destacar una vez más el papel de la Iglesia en los acontecimientos más señalados de su País, así como en la consolidación de una identidad nacional propia, profundamente marcada por el sentimiento católico. Son muy numerosos los frutos que el Evangelio ha producido en esta bendita tierra. Frutos abundantes de santidad, de caridad, de promoción humana, de búsqueda constante de la paz y la convivencia. En este sentido, deseo recordar la celebración el año pasado del 25 aniversario de la firma del Tratado de paz y amistad con la hermana Nación Argentina que, con la mediación pontificia, puso fin al diferendo austral. Este Acuerdo histórico quedará para las generaciones futuras como un ejemplo luminoso del bien inmenso que la paz trae consigo, así como de la importancia de conservar y fomentar aquellos valores morales y religiosos que constituyen el tejido más íntimo del alma de un pueblo. No se puede pretender explicar el triunfo de ese anhelo de paz, de concordia y de entendimiento, si no se tiene en cuenta lo hondo que arraigó la semilla del Evangelio en el corazón de los chilenos. En este sentido, es importante, y más aún en las circunstancias actuales, en las que hay que hacer frente a tantos desafíos que amenazan la propia identidad cultural, favorecer especialmente entre los más jóvenes un sano orgullo, un renovado aprecio y revalorización de su fe, de su historia, su cultura, sus tradiciones y su riqueza artística, y de aquello que constituye el mejor y más rico patrimonio espiritual y humano de Chile.

En este contexto, quisiera subrayar que, si bien la Iglesia y el Estado son independientes y autónomos en su propio campo, ambos están llamados a desarrollar una colaboración leal y respetuosa para servir la vocación personal y social de las mismas personas (cf. Gaudium et spes, 76). En el cumplimiento de su misión específica de anunciar la Buena Nueva de Jesucristo, la Iglesia busca responder a las expectativas y a los interrogantes de los hombres, apoyándose también en valores y principios éticos y antropológicos que están inscritos en la naturaleza del ser humano. Cuando la Iglesia alza su voz frente a los grandes retos y problemas actuales, como las guerras, el hambre, la pobreza extrema de tantos, la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su ocaso natural, o la promoción de la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer y primera responsable de la educación de los hijos, no actúa por un interés particular o por principios que sólo pueden percibir los que profesan una determinada fe religiosa. Respetando las reglas de la convivencia democrática, lo hace por el bien de toda la sociedad y en nombre de valores que toda persona puede compartir con su recta razón (cf.Discurso al Presidente de la República italiana, 20 noviembre 2006).

A este respecto, el pueblo chileno sabe bien que la Iglesia en esa Nación colabora sincera y eficazmente, y desea seguir haciéndolo, en todo aquello que contribuya a la promoción del bien común, del justo progreso y de la pacífica y armónica convivencia de todos los que viven en esa hermosa tierra.

Señor Embajador, antes de concluir este encuentro, le manifiesto mis mejores deseos en el cumplimiento de su alta misión, al mismo tiempo que le aseguro la cordial acogida y disponibilidad por parte de mis colaboradores. Con estos sentimientos, invoco de corazón sobre usted, Excelencia, sobre su familia y los demás miembros de esa Misión Diplomática, así como sobre todo el amadísimo pueblo chileno y sus dirigentes, por intercesión de la Virgen del Carmen, la abundancia de las bendiciones divinas.

[©Libreria Editrice Vaticana]

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