9.10.10

Esperando al Papa

A las 9:58 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Los católicos de Galicia, y muchos más del resto de España, esperamos con gran ilusión la visita del Papa, que viene como peregrino a Santiago de Compostela.

Juan Pablo II, en dos ocasiones, estuvo en Compostela. Pero ésta será la primera vez que Benedicto XVI atravesará el Pórtico de la Gloria para orar en la catedral que conserva la memoria del Apóstol.

La palabra “papa” significa “padre”. Y eso es para nosotros el Papa: un padre que aglutina la gran familia de Dios que es la Iglesia. El Obispo de Roma es el Vicario de Cristo y el Sucesor de Pedro y, por consiguiente, la cabeza visible de la congregación de los fieles cristianos.

Fue Jesús quien eligió a Pedro para ponerlo al frente de los Doce (cf Mt 16,16-19). Cristo es el constructor que edifica su Iglesia sobre la roca que es Pedro. A Pedro le corresponde confirmar a sus hermanos en la fe y pastorear el rebaño de Dios.

Los obispos de Roma son los sucesores de Pedro. En ellos está presente la autoridad y la responsabilidad que el Señor confirió a Pedro. San Ignacio de Antioquía hablaba de la iglesia de Roma como de aquella que preside en la caridad a las demás iglesias.

A lo largo de la historia se cuestionó en diversas ocasiones la autoridad del Papa y, en consecuencia, se puso en peligro y hasta se hirió la unidad de la Iglesia. Es una lección que los católicos no deberíamos olvidar nunca.

La Iglesia ha ido tomando, en el discurrir de su tradición viva, una conciencia cada vez más clara de la misión del Papa. Él tiene el poder pleno y supremo de jurisdicción sobre toda la Iglesia, no sólo en lo que concierne a la fe y a la moral, sino también en lo que respecta a la disciplina y al gobierno. Su enseñanza, en determinados supuestos, goza del carisma de la infalibilidad.

La jurisdicción del Sumo Pontífice, verdaderamente episcopal, es ordinaria e inmediata, tanto sobre todas las iglesias como sobre todos y cada uno de los fieles y de los pastores.

Santa Catalina de Siena animaba a rezar incansablemente por el Papa: “¡No durmamos más, desechemos el sueño de la negligencia, porfiando con humildes y continuas oraciones por el Cuerpo Místico de la Santa Iglesia y por el Vicario de Cristo! ¡No ceséis de rezar por Él; que Dios le dé luz y fortaleza para resistir los golpes de los demonios encarnados, amadores de sí mismos, que quieren contaminar nuestra fe!”.

Guillermo Juan Morado.