ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de octubre de 2010

Santa Sede

Un sacerdote director de blogs, obispo de Minas, en Uruguay

Foro

El Sínodo de Oriente Medio “desde una perspectiva distinta”

Eclipse de Dios

Ser cristianos o dejar de serlo

El beato John Henry Newman: "El corazón habla al corazón"

Documentos en la página web de Zenit

Intervenciones ante el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio


Santa Sede


Un sacerdote director de blogs, obispo de Minas, en Uruguay
El presbítero es miembro de la Prelatura del Opus Dei
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha nombrado obispo de la diócesis de Minas, en Uruguay, al sacerdote Jaime Rafael Fuentes Martín, de 65 años de edad, miembro de la Prelatura del Opus Dei, según informa la Oficina de Información de la Santa Sede.

 


El presbítero es oriundo de Montevideo y se graduó como periodista en la Universidad de Navarra (España). Desde el año 2008 reside en Paysandú y realiza actividades pastorales también en Salto.

Dirige dos blogs: El Clero Oriental (http://elclerooriental.blogspot.com), A ver qué hacemos (http://algotipocomo.blogspot.com).

En los últimos años se ha desempeñado como capellán y profesor de Teología de la Universidad de Montevideo y docente de Mariología y de Orden Sagrado en la Facultad de Teología del Uruguay "Monseñor Mariano Soler". Actualmente integra la Comisión de Doctrina de la Conferencia Episcopal Uruguaya (CEU).

La Diócesis de Minas fue erigida por mandato del Papa Juan XXIII el 25 de junio de 1960. Comprende el Departamento deLavalleja, las ciudades de Aiguá (del Departamento de Maldonado) y de Lascano (del Departamento de Rocha) y alberga a unos 75.000 habitantes.

Su primer Obispo fue Mons. José María Cavallero (1960-1963); y los siguientes Pastores fueron: Mons. Edmundo Quaglia (1964-1976); Mons. Carlos Mullin (1976-1985); Mons. Víctor Gil Lechoza (1985-2001) y Mons. Francisco Barbosa (2004 - 2009). Desde el 1 de julio de 2009 la Diócesis está a cargo de Mons. Rodolfo Wirz (Obispo de Maldonado), como su Administrador Apostólico.

Con este nombramiento, el episcopado uruguayo pasará a estar conformado por 10 obispos residenciales, 2 obispos auxiliares (Montevideo y Canelones) y 5 obispos eméritos (Florida, Canelones y primer emérito de Melo), dos de los cuales no residen en el país (Minas y segundo emérito de Melo).

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Foro


El Sínodo de Oriente Medio “desde una perspectiva distinta”
El director del diario vaticano y las palabras introductivas del Papa

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).- El director del diario de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, Giovanni Maria Vian, comenta en este artículo las palabras espontáneas que Benedicto XVI pronunció el 11 de octubre durante la primera Congregación General de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos (Cf. Intervención del Papa durante la primera Congregación General).

 


 


 

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Con una impresionante meditación sobre la historia Benedicto XVI introdujo la Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos, abierta el domingo 10 de octubre en San Pedro con una solemne celebración en la que resonaron oraciones en árabe, persa, turco y hebreo. Recordando que en el centro de las vicisitudes humanas está la encarnación de Cristo, que el Papa presentó a través de la maternidad de María, a quien el concilio de Éfeso proclamó "Madre de Dios" (Theotókos), con un título que sigue siendo muy querido para la devoción popular de los cristianos orientales.


Precisamente el título audaz consagrado por el tercer gran concilio -esta es la importancia de la palabra de Éfeso, subrayó Benedicto XVI- permite superar la desesperación del pensamiento ante la distancia insalvable en las relaciones entre el ser humano y su Creador, que quiso encarnarse en Jesús. Como san Lucas quiere dar a entender poniendo a María en el centro de los capítulos iniciales de su Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles, y mostrando la cercanía de Dios.

Pero la Escritura habla de toda la historia, y el Papa lo subrayó comentando un versículo del Salmo cantado al inicio de la asamblea: Dios está en medio de divinidades que frente a él se derrumban inexorablemente. Se trata de la caída de los dioses, en el proceso doloroso que lleva a la superación del politeísmo y en la visión grandiosa de su pérdida de poder a lo largo de la historia, gracias al testimonio de Cristo y a la sangre de sus mártires.


También hoy -dijo Benedicto XVI-, cuando los dioses asumen el aspecto sin rostro de los capitales financieros anónimos que tienen un enorme poder destructor, la máscara del terrorismo fundamentalista que actúa falsamente en nombre de Dios y derrama sangre, o bien el aspecto de la droga, que es una bestia feroz, y de las ideologías contra el matrimonio y la castidad. Pero estas divinidades serán derrotadas, como sucede al dragón descrito en el Apocalipsis: trata de ahogar a la mujer con un río, pero la tierra, es decir, la fe de los sencillos, absorbe estas corrientes que quieren sumergir y hacer desaparecer a la Iglesia de Cristo.


En Oriente Medio -que en la homilía de apertura del Sínodo el Obispo de Roma invitó a mirar "desde una perspectiva distinta", la de Dios- es fundamental la continuidad de la presencia cristiana, ininterrumpida desde los tiempos de Jesús a pesar de persecuciones, guerras, dificultades, intolerancias e injusticias. La salvación es universal pero históricamente pasa a través de "la mediación del pueblo de Israel, que se convierte luego en la de Jesucristo y la de la Iglesia", recalcó el Papa subrayando que el designio de Dios sobrepasa la historia, pero no prescinde de la humanidad.


La tierra donde nació Jesús es, por tanto, la "cuna" de este designio universal y la Iglesia es su signo e instrumento simplemente siendo ella misma, es decir, "comunión y esperanza". De nuevo Benedicto XVI mira hacia adelante. Como hizo en los viajes a Turquía, a Tierra Santa (Jordania, Israel y Palestina), a Chipre, avanzando en esa confrontación amistosa y constructiva entre cristianos, musulmanes y judíos que llamó "triálogo".


Por eso el Papa reafirmó con fuerza que la Asamblea sinodal es una ocasión propicia para avanzar en el "diálogo con los judíos, a los cuales nos vincula de modo indisoluble la larga historia de la Alianza, así como con los musulmanes". Con la confianza serena de quien sabe que frente al único Señor de la historia han caído y caerán los dioses y las dominaciones de este mundo. A la luz de una perspectiva distinta, la de Dios. 



 

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Eclipse de Dios
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "Eclipse de Dios".


 

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VER

El Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, a realizarse en Madrid en agosto de 2011, constata que "la cultura actual, en algunas partes del mundo, sobre todo en Occidente, tiende a excluir a Dios, o a considerar la fe como un hecho privado, sin ninguna relevancia en la vida social. Aunque el conjunto de los valores, que son el fundamento de la sociedad, provenga del Evangelio -como el sentido de la dignidad de la persona, de la solidaridad, del trabajo y de la familia- se constata una especie de eclipse de Dios, una cierta amnesia, más aún, un verdadero rechazo del cristianismo y una negación del tesoro de la fe recibida, con el riesgo de perder aquello que más profundamente nos caracteriza".

Cito al Papa porque tiene una visión mundial muy calificada, que nos ayuda a comprender lo que pasa entre nosotros. En efecto, no faltan gobernantes, legisladores, aspirantes a puestos públicos y creadores de opinión que, aunque son bautizados y se consideran creyentes, tienen una ignorancia casi supina de lo que es su religión, de lo que es libertad religiosa, que limitan a libertad de culto y de conciencia, y siguen insistiendo que su fe en Dios nada tiene que ver con la política, la economía, la educación, las comunicaciones, etc. No han tenido un encuentro vivo, personal, existencial con Jesucristo, y por ello su poquita fe está a punto de extinguirse, pues la ocultan y la ahogan. ¿De veras conocen a Dios?

JUZGAR

Sigue diciendo el Papa a los jóvenes: "Es un contrasentido pretender eliminar a Dios para que el hombre viva. Dios es la fuente de la vida; eliminarlo equivale a separarse de esa fuente e, inevitablemente, privarse de la plenitud y la alegría. Sin el Creador, la criatura se diluye. Por este motivo, os invito a intensificar vuestro camino de fe en Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad, especialmente hoy, cuanto muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y un conformismo con las modas del momento.

Hay una fuerte corriente de pensamiento laicista que quiere apartar a Dios de la vida de las personas y la sociedad, planteando e intentando crear un paraíso sin él. Pero la experiencia enseña que un mundo sin Dios se convierte en un infierno, donde prevalece el egoísmo, las divisiones en las familias, el odio entre las personas y los pueblos, la falta de amor, alegría y esperanza. En cambio, cuando las personas y los pueblos acogen la presencia de Dios, lo adoran en verdad y escuchan su voz, se construye concretamente la civilización del amor, donde a cada uno se le respeta en su dignidad y crece la comunión, con los frutos que esto conlleva. Hay cristianos que se dejan seducir por el modo de pensar laicista, o son atraídos por corrientes religiosas que los alejan de la fe en Jesucristo. Otros, sin dejarse seducir por ellas, sencillamente han dejado que se enfriara su fe, con las inevitables consecuencias negativas en el plano moral".

ACTUAR

En vez de estarle echando culpas al sistema que nos rige y a la globalización, revisemos el estilo y los contenidos de nuestra pastoral evangelizadora. ¿Por qué muchos bautizados son ignorantes de su fe? ¿Por qué algunos católicos cambian de religión, buscando una creencia que quizá sólo les consuele sensiblemente? ¿Qué encuentran allá, que no tengamos nosotros en plenitud, con todos los medios salvíficos que Jesús dejó a su Iglesia? ¿Por qué otros siguen cayendo en supersticiones y brujerías, con ritos más veterotestamentarios que cristianos, o en un culto pagano a la llamada "santa muerte"?

Por otra parte, revisemos nuestro estilo de vida personal, pues muchos se alejan de Dios y de la Iglesia por nuestros testimonios negativos. Deberíamos ser puentes para llegar a Dios, no obstáculos para acercarse a El.

¡Tengan fe en Dios, y no se alejen de El por nuestras deficiencias!

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Ser cristianos o dejar de serlo
La cuestión capital en el centro de los trabajos del Sínodo para Oriente Medio

CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el padre Manuel Nin, benedictino; rector del Pontificio Colegio Griego de Roma, con motivo del Sínodo de los Obispos de Oriente Medio, en el diario de la Santa Sede L'Osservatore Romano.


 


 

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Al regreso de su peregrinación a Tierra Santa, en septiembre de 2009, Benedicto XVI convocó el Sínodo para Oriente Próximo, en presencia de los patriarcas y los jefes de las distintas Iglesias orientales católicas y acogiendo su petición. La vida concreta de las Iglesias cristianas orientales católicas, sus desafíos, sus esperanzas, sus temores llevaron a sus pastores a proponer al Obispo de Roma que convocara la celebración de este instrumento de la vida eclesial. El uso y el significado de la palabra sínodo, término quizás más nuevo en Occidente, no lo es para Oriente, y mucho menos para el Oriente cristiano, que justamente llamamos "próximo" y que recoge su herencia multiforme sobre todo de la antiquísima sede de Antioquía.


Mientras que durante los primeros siglos de la era cristiana la otra gran sede episcopal del Oriente cristiano, la de Alejandría, tuvo en el episcopado mismo y en la escuela teológica de la ciudad el lugar de reflexión tanto teológica como eclesiológica, y que se manifestó en las grandes figuras que van de un Orígenes (siglo II-III) a un Cirilo de Alejandría (siglo V); en cambio, la Iglesia antioquena a lo largo de su historia bimilenaria tuvo en la institución sinodal el instrumento fundamental para afrontar y resolver los problemas tanto de carácter teológico como eclesiológico. Desde la segunda mitad del siglo III hasta muy avanzado el siglo VI, Antioquía fue sede de varios sínodos que afrontaron temas doctrinales y eclesiológicos muy importantes: la cuestión en torno a Pablo de Samosata en el sínodo del año 268; en las décadas sucesivas al concilio de Nicea del año 325 todos los diversos sínodos antioquenos en los que los obispos de la región decidieron sobre la aceptación o no del credo niceno, y que fueron sínodos sobre todo de carácter doctrinal; después, en torno a la figura de Melecio de Antioquía, elegido obispo en 360. Todos esos sínodos afrontaron cuestiones de carácter fuertemente eclesiológico y en ellos participaron también la sede romana y las grandes figuras episcopales de Basilio de Cesarea y Dámaso de Roma. 




La ciudad donde los cristianos fueron llamados por primera vez con ese apelativo (cf. Hechos de los Apóstoles 11, 26) es la cuna de una buena parte de las tradiciones culturales, lingüísticas, litúrgicas y teológicas del Oriente cristiano. Especialmente Antioquía es el seno de tres grandes tradiciones litúrgicas que todavía hoy conforman la vida teológica, litúrgica y espiritual de varias Iglesias orientales: la tradición siro-oriental, la siro-occidental y la bizantina.


En el ya lejano 1977 uno de los mejores conocedores y amantes del Oriente Próximo cristiano, el padre Jean Corbon (1924-2001), publicó L'Église des Arabes, un libro iluminador e indispensable en su género, en el cual el autor analiza y profundiza la presencia de la Iglesia en el área medioriental a partir de la realidad cristiana de la ciudad de Antioquía. Al inicio de su obra Corbon se pregunta cuáles son los modos para conocer y para vivir "una" y "en una" Iglesia. Y enumera tres. En primer lugar, el necesario conocimiento "de la humanidad de Cristo que es cada Iglesia, aquí y ahora, desde un punto de vista geográfico hasta el sociológico y el lingüístico". En segundo lugar, el necesario conocimiento "de lo que sucede hoy en cada una de las Iglesias a partir de su historia, de los hechos que la han configurado y sacudido a lo largo de los siglos. La sensibilidad para sentir la armonía de la historia" en la vida de esa Iglesia. En tercer lugar, el necesario conocimiento "de la fe, es decir, de la Iglesia vista y vivida como misterio de fe, y como misterio de fe que implica y toca la vida de cada uno de los fieles".


A lo largo de su obra, Corbon analiza en la prima parte la historia cristiana de la ciudad de Antioquía; y, hablando de esta ciudad, la mirada del autor va a todo el Oriente Próximo cristiano, subrayando un hecho que nunca podríamos ignorar para comprender la realidad, de ayer y de hoy, de estas tierras: el proceso de inculturación árabe que, más allá de las variantes también confesionales entre las diversas Iglesias cristianas, creará un fuerte sentimiento de comunión entre ellas. Un hecho que, sin embargo, no eliminará la presencia de otras dos realidades culturales y lingüísticas importantes: la griega y la siria. 


En la segunda parte de la obra, Corbon hace un análisis meticuloso de la situación actual de la Iglesia antioquena -leemos de todo Oriente Próximo- y propone puntos sobre los que conviene reflexionar para entender los verdaderos problemas. En primer lugar, la problemática de las realidades eclesiales provenientes de Occidente, tanto de ámbito católico latino como reformado, e insiste en la necesidad vital de rechazar cualquier forma de proselitismo tanto de carácter eclesiológico como litúrgico, evitando formas que hoy definiríamos de sincretismo y de hibridismo litúrgico entre tradiciones distintas, cada una de las cuales tiene un patrimonio único e intangible. En segundo lugar, Corbon menciona las realidades de las Iglesias orientales católicas en ámbito antioqueno: armenio-católica, greco-católica, siro-católica y caldea, y su relación con las Iglesias hermanas de comunión ortodoxa. 


El autor insiste "en el eje alrededor del cual todas las cuestiones se unifican y se aclaran, es decir, la comunión en la caridad entre las Iglesias. En torno a este eje se pueden abordar todas las demás cuestiones, sin minimizarlas en absoluto".


Así pues, al inicio de la celebración del Sínodo, la obra de Jean Corbon resulta seguramente profética en numerosos aspectos y de algún modo se podría proponer casi como un segundo Instrumentum laboris para las reflexiones de los padres sinodales que en estas dos semanas están llamados a reunirse, a encontrarse, a orar juntos, pero sobre todo a afrontar con franqueza y con gran caridad los problemas de los cristianos en Oriente Próximo hoy. En la realidad multicultural y multiétnica que es la cuenca oriental del Mediterráneo y de los países que lo rodean. 


Obispos de países distintos, de lenguas diversas, de tradiciones litúrgicas y también espirituales diferentes se encuentran para reflexionar sobre los problemas pastorales y principalmente sobre la vida de las Iglesias, sobre la situación cada día más precaria con vistas a la continuidad de una presencia cristiana autóctona en las tierras donde el cristianismo nació y creció como Iglesia. 


Corbon concluye su obra citando la frase del patriarca Atenágoras y que podría ser también uno de los hilos conductores de las reflexiones de los padres sinodales: "La cuestión de la unidad entre los cristianos ya no es una cuestión sobre uno u otro modo de ser Iglesia hoy, sino la cuestión de ser cristianos o dejar de serlo". 



 

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El beato John Henry Newman: "El corazón habla al corazón"
Por monseñor Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell
URGELL, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Joan-Enric Vives, arzobispo de Urgell, sobre el beato John Henry Newman con el título "El corazón habla al corazón".

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Durante el viaje oficial al Reino Unido hace un mes, el Santo Padre Benedicto XVI beatificó a John Henry Newman (1801-1890), hombre de gran sensibilidad y de corazón grande, sacerdote, teólogo e intelectual muy prestigioso, pastor entregado a todos desde las parroquias que sirvió y del Oratorio donde vivió gran parte de su vida sacerdotal. Fue creado cardenal en su vejez, por León XIII, "para honrar a toda la Iglesia". Ahora es un nuevo intercesor para la Iglesia. Dados sus orígenes anglicanos, puede ser un santo que -a la manera de los jóvenes mártires de Uganda- hermanará a católicos y anglicanos en un mismo amor por Jesucristo y la Iglesia, que anhela la santidad que es Dios mismo.

Emociona su amor radical a la verdad, su respeto a la conciencia, y su convicción de que la verdad siempre es liberadora. Tuvo que vivir en un ambiente difícil para la fe, con una fuerte secularización y combates contra los creyentes. Pero él se interesó por los problemas de la fe y de las razones para la fe, sin ser un escolástico ni un racionalista. Se interesó por el acto de consentimiento de la fe, la conciencia y su derecho a la libertad, el desarrollo del dogma, la eclesiología, los laicos y el retorno a la Biblia y a los Santos Padres de la Iglesia, que paradójicamente están en primer plano en las actuales discusiones teológicas. Por todo esto, ha sido considerado como un precursor del Concilio Vaticano II.


Siempre fue un buscador de la verdad, con sus escritos, pero por encima de todo con su vida entera, ya siendo anglicano y luego como católico y sacerdote. El lema del cardenal Newman fue "cor ad cor loquitur", "el corazón habla al corazón", lema muy sugerente. Como gran intelectual y hombre de cultura que era, Newman utilizó con inteligencia la razón para entender a fondo lo que la fe propone; sin embargo, como hombre santo que también era, se dio cuenta de que sólo con el corazón se puede captar la verdad profunda de Dios y del hombre. Comprendió la vida de todo cristiano como una llamada a la santidad, como un anhelo íntimo del corazón humano a vivir en comunión con el Corazón de Dios.

Toda la vida del cardenal Newman habla de una búsqueda apasionada de la verdad, de un deseo firme de coherencia entre vida y pensamiento. Su conversión al catolicismo a los 44 años, cuando ya era considerado una celebridad en la Iglesia de Inglaterra, responde a esta sincera y radical disponibilidad hacia las exigencias que brotan del Evangelio. Para él, la religión no era sólo un asunto personal y subjetivo, tal como lo consideraba gran parte de la sociedad de su tiempo, y también del nuestro, que aún la considera así. Reconocía en el cristianismo la fuente de inspiración del presente y del futuro de la humanidad, no sólo para las personas como individuos, sino también para las sociedades y las culturas en su conjunto. En la misión eclesial de ser luz del mundo y semilla de un mundo nuevo, el cardenal Newman consideraba esencial el papel de los seglares: «Deseo laicos que no sean ni arrogantes ni imprudentes al hablar, ni alborotadores, sino que conozcan bien la propia religión, que la profundicen, que sepan bien donde están, que sepan qué tienen y qué no tienen, que conozcan el propio credo hasta el punto de que puedan dar razón de su fe».


A mí ya me había cautivado desde hace muchos años, porque llevo el mismo nombre que él (¡y no somos muchos!) y me atrae su pensamiento de gran influencia en el Concilio Vaticano II, el acontecimiento eclesial que marcó mi juventud y el período más intenso de mis estudios. El ejemplo de este nuevo beato ha sido muy importante para el Papa Benedicto XVI, tal como él mismo ha manifestado: "Newman nos enseña que si hemos aceptado la verdad de Cristo y nos hemos comprometido con Él, no puede haber separación entre lo que creemos y lo que vivimos. Todos y cada uno de nuestros pensamientos, palabras y obras, han de buscar la gloria de Dios y la extensión de su Reino".



 

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Documentos en la página web de Zenit


Intervenciones ante el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio
Novena y décima congregación general
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 16 octubre 2010 (ZENIT.org).-  En la sección de documentos de la página web de ZENIT es posible leer las intervenciones ante la novena y déciam congregación general del Sínodo de los Obispos de Oriente Medio que se han celebrado en la tarde del 15 de octubre y en la mañana del 16 de octubre.

--Décima Congregación General del Sínodo de Oriente Medio
 

--Intervenciones en la Novena Congregación General del Sínodo de Oriente Medio

 

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