17.10.10

Monseñor Leonard no sólo tiene razón, sino que quizás se quedó corto

 

Ciertamente la Iglesia en Bélgica no anda pasando por sus mejores momentos. Su credibilidad ha resultado seriamente afectada por el escándalo de los abusos sexuales por parte de un sector minoritario del clero, que no recibió una respuesta adecuada por parte de los obispos belgas. Ahora bien, no parece que el actual primado de la Iglesia en ese país, el arzobispo de Bruselas-Malinas pueda ser acusado de nada en relación con ese desagradable tema. Y sin embargo, Mons. Leonard está sufriendo un ataque brutal por lo que escribió en un libro hace cuatro años, cuando ni siquiera era el primado belga. Ese dato es ya de por sí significativo. Se ve lo que buscan sus atacantes. En todo caso, ¿qué fue lo que escribió? Algo evidente. Que el Sida puede ser una especie de “justicia inmanente". O para entenderlo mejor, que el Sida puede ser la consecuencia de una vida de promiscuidad y pecado.

Por supuesto, el “mundo” ha puesto el grito en el cielo. Dentro del término “mundo” incluyo tanto a aquellos que no son cristianos, sea porque nunca lo han sido o porque dejaron de serlo, como aquellos que, siendo cristianos, se escandalizan de que un obispo diga lo que la Revelación dice acerca del pecado y sus consecuencias. Estos son los peores, claro, pues demuestran que en vez de ser luz del mundo, permiten que su entendimiento y su conciencia, estén entenebrecidos por aquellos que están bajo el poder del príncipe de la potestad del aire.

Antes de entrar en lo que dice la Revelación cristiana, conviene señalar que el mero sentido común dictamina que Mons. Leonard tiene razón. Obviamente no todos los que han padecido Sida son responsables de contraer la enfermedad. De hecho, no afirma tal cosa el arzobispo. Ahora bien, los que la padecen por haber llevado una vida en la que iban de cama en cama cual abeja polinizadora, ¿de qué se extrañan? ¿Acaso el que ha consumido droga habitualmente y acaba con la salud destrozada puede quejarse de que alguien le diga que es normal que esté enfermo? ¿acaso molesta el término “justicia"? ¿se sentirían mejor si dijéramos “cosecháis lo que sembrasteis"?

Ahora veamos lo que dice la Escritura. Dice San Pablo en Romanos 6,23: “Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro“. En la misma epístola, el apóstol señalaba precisamente al grupo que parece haberse enfadado más con las palabras del arzobispo: “Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Rom 1,26-27). ¿Qué van a hacer los que han presentado una querella contra Mons. Leonard? ¿exigir que la Biblia sea proscrita para que sus conciencias queden tranquilas? ¿Acaso el prelado ha dicho que “el pago merecido” para los homosexuales -o heterosexuales- promiscuos es el Sida? No, ni siquiera ha llegado a decir eso. Y podría haberlo dicho sin moverse un milímetro de lo que indicó el apóstol. Es más, yo lo digo. Que me denuncien si quieren. Si van a multarnos e incluso a meternos en la cárcel a los cristianos por decir lo que dice la Biblia, pueden empezar cuando quieran. Pero callar no nos van a callar. Al menos a algunos de nosotros.

Los infieles no sólo no aceptan que se hable del pecado, sino que se irritan profundamente de que se les mencione cuáles son las consecuencias del mismo. Que un arzobispo lo haga es no sólo normal sino obligado. Si de algo podemos quejarnos los fieles es de que este tipo de discursos no sean más habituales. Nosotros no estamos para acusar así sin más. Si señalamos el pecado y sus consecuencias es porque sabemos que Cristo ha venido para salvarnos del mismo y de las mismas. Pero para poder presentar a Cristo como Salvador, primero debemos convencer al mundo de pecado. Es más, esa es una de las tareas del Espíritu Santo según el propio Señor dijo a sus apóstoles. Lo leemos en el evangelio de Juan: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré: y cuando él venga, convencerá al mundo en lo referente al pecado, en lo referente a la justicia y en lo referente al juicio” (Jn 16,7-8). ¿Alguien se asombra de que un sucesor de los apóstoles sea instrumento del Espíritu Santo para esa tarea? Más me asombro yo de que algunos parezcan ser lo contrario.

Sería deseable que la gente de Iglesia saliera en defensa del Arzobispo de Malinas-Bruselas. También desde España. Hasta donde yo sé, este es el primer artículo escrito para apoyar a Mons. Leonard. Al contrario, personajes que parecen dedicarse profesionalmente a atacar a la Iglesia ya han escrito para poner el grito en el infierno -esos gritos no llegan nunca al cielo- porque un arzobispo ha dicho lo que hay que decir. Ojalá más seglares, más sacerdotes e incluso más obispos salgan estos días a la palestra a decir que hacen suyas las palabras del primado belga. Es de justicia.

Luis Fernando Pérez Bustamante