20.10.10

Dar la vida

A las 10:06 AM, por J. Fernando Rey
Categorías : Espiritualidad
 

Dar la vida no es acercarse al altar de Dios en compañía del ser amado y allí, ante el sacerdote, decirle “me entrego a ti”. Eso es, simplemente, un buen comienzo.
Dar la vida no es postrarse en tierra en la Catedral, y recibir sobre la cabeza las manos del Obispo que transmiten el Espíritu Santo para quedar, en adelante, ordenado sacerdote para siempre. Eso es, simplemente, un buen comienzo.
Dar la vida no es pronunciar unos votos ante cientos de personas detrás de las rejas de una clausura que se ha convertido en antesala del Cielo. Eso es, simplemente, un buen comienzo.

Y es que la vida no es como un reloj. Dar un reloj consiste en separarlo de la propia muñeca y ponerlo en manos de otra persona. Bastan, para ello, unos segundos. Después, uno se marcha sin el reloj, y la ofrenda está cumplida. Sin embargo, en unos segundos dices al ser amado “me entrego a ti”; en unos segundos recibes las manos del Obispo sobre tu cabeza; en unos segundos pronuncias unos votos con los que quisieras desprenderte de ti mismo para siempre… Y, al día siguiente, tu vida sigue en tus manos, y tienes que hacer verdad lo que, en unos segundos, prometiste ante Dios. Y así, uno tras otro, todos los días de tu vida hasta que llegue el último.

Por eso, dar la vida es prolongar en ella la Eucaristía, y dejarse comer cada mañana. No resistirse mientras Dios y tus hermanos se gastan tu tiempo, se beben tus fuerzas, se comen tu cuerpo y, al final, se viven tu vida. No defenderte del prójimo, como si fuese un enemigo que se acerca a robarte lo tuyo, porque sabes que ya nada es tuyo, y entregarle todo voluntariamente, sin quejarte de que nada quede para ti. No se trata, entiéndeme, de decirle “sí” a todo el mundo; en ocasiones, tendrás que decir “no”, como quien administra lo que no le pertenece. Se trata, simplemente, de nunca decirte “sí” a ti mismo cuando alguien reclama tu vida. Se trata de llegar muy cansado a la cama por la noche, y poder decir: “hoy no he tenido tiempo para mí”… Y así un día, y otro día, y otro día…

Dar la vida consiste en, al final, morir rendido y descansar en Dios.

“Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por los amigos” (Jn 15, 13)

José-Fernando Rey Ballesteros
jfernandorey@jfernandorey.es