ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 22 de octubre de 2010

Santa Sede

El Papa: el mensaje de la fe promueve el bien común

El Papa muestra su confianza en las relaciones diplomáticas con Eslovenia

Ecuador: El Papa pide que se asegure la enseñanza religiosa escolar

La oración, centro del Apostolado del Mar

Los responsables del “banco” vaticano confirman su voluntad de trasparencia

Colombia: El Papa nombra obispo de Arauca a monseñor Muñoz Pedroza

Sínodo de los Obispos

Las Iglesias de Oriente Medio borran del diccionario la palabra “desesperación”

Unidad entre ortodoxos y católicos salvaría a cristianos en Oriente Medio

Mundo

Canonización de Van Thuan: se abre la investigación diocesana

Zambia: Una vida dedicada sin fisuras a la Iglesia

Análisis

Sólo un Estado civil podrá salvar a los cristianos de Oriente (II)

Espiritualidad

Evangelio del domingo: ¿Comprar a Dios?

Documentación

Discurso del Papa al nuevo embajador de Portugal ante la Santa Sede

Discurso del Papa a la nueva embajadora de Eslovenia

Discurso del Papa al nuevo embajador de Ecuador


Santa Sede


El Papa: el mensaje de la fe promueve el bien común
Recibe al nuevo embajador de Portugal ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- “Donde la sociedad y las personas se fortalecen en el bien gracias al mensaje de la fe, sale beneficiada también la convivencia social y los ciudadanos se sienten más disponibles para servir al bien común”.

Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI este viernes al recibir en audiencia al nuevo embajador de Portugal ante la Santa Sede, Manuel Tomás Fernandes Pereira, con ocasión de la presentación de sus Cartas Credenciales.

El Papa centró su discurso en el concepto de “laicidad positiva”, tal y como lo entiende la Iglesia.

“Con su presencia en el foro internacional, la Santa Sede pone todo su empeño en servir a la causa de la promoción integral del hombre y de los pueblos”, explicó el Pontífice en el discurso que dirigió al diplomático.

“Debería ser convicción de todos que los obstáculos a esta promoción no son solo de orden económico, sino que dependen de actitudes y valores más profundos: los valores morales y espirituales que determinan el comportamiento de cada ser humano para consigo mismo, los demás y la creación entera”.

Sin estos valores, comentó el Papa, “una sociedad no se puede establecer de modo duradero”.

Cuando la Iglesia “promueve la conciencia de que estos mismos valores deben inspirar la vida pública y particular”, no lo hace “por ambiciones políticas”, sino “para ser fiel a la misión que su divino Fundador le ha confiado”, prosiguió.

“Ella no representa modelos parciales y pasajeros de sociedad, sino que tiende a la transformación de los corazones y de las mentes, para que el hombre pueda descubrirse y reconocerse a sí mismo en la verdad plena de su humanidad”.

“Dado que su misión es de carácter moral y religioso, la Iglesia respeta el área específica de responsabilidad del Estado”, añadió.

Al mismo tiempo, señaló, “anima a los cristianos a asumir plenamente sus responsabilidades como ciudadanos para, juntamente con los demás, contribuir eficazmente al bien común y a las grandes causas del hombre”.

Visita pastoral y nuevo Concordato

Benedicto XVI obsrvó que “la fe y la historia se unen para forjar un vínculo especial entre el pueblo portugués y el Sucesor de Pedro”.

A propósito de esto, confesó que, mientras preparaba el encuentro con el embajador, le volvían a la mente “las edificantes y felices imágenes”, que conserva “en la memoria y en el corazón”, de su visita pastoral a Portugal del 11 al 14 de mayo pasados.

El Papa quiso “agradecer una vez más a todos la contribución dada para una serena y fructífera realización de la misma; efecto este ampliamente conseguido como atestiguan los innumerables mensajes que me llegaron alusivos a aquellos días memorables”.

“Jamás olvidaré la calurosa acogida que se me reservó, así como la manera amable y respetuosa con que se acogieron mis palabras”, admitió.

De la misma forma, declaró que “de una colaboración respetuosa y de un leal entendimiento entre la Iglesia y el poder civil, se podrían derivar beneficios para la sociedad portuguesa”.

“Animado por esta esperanza, hace seis años nacía el nuevo Concordato entre la Santa Sede y Portugal”, afirmó el Papa, mostrando su satisfacción de que el embajador le haya recordado los esfuerzos que se están realizando “para una aplicación del mismo completa y fiel en los diversos campos de la Iglesia católica y de la sociedad portuguesa”.

Por su parte, el nuevo embajador luso comentó que “el Concordato actualmente en vigor constituye un instrumento adecuado para asegurar relaciones bilaterales conformes a las nobles tradiciones y a los profundos vínculos históricos” entre Portugal y la Santa Sede, “pero también a los importantes intereses comunes actuales, en condiciones fecundas de estabilidad y de respeto recíproco”.

“Trabajaré siempre en esta óptica con total empeño”, añadió, diciéndose “intérprete de la arraigada devoción filial del pueblo portugués a la Iglesia y a Vuestra Santidad”.



 

 

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El Papa muestra su confianza en las relaciones diplomáticas con Eslovenia
Al recibir a la nueva embajadora de este país
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI auguró “que la República de Eslovenia pueda dar su propia contribución en los foros internacionales, también mediante una buena colaboración con la Santa Sede”, al recibir este viernes en el Vaticano, a la nueva embajadora de Eslovenia, Maja Marija Lovrenčič Svetek, con motivo de la presentación de sus Cartas Credenciales.

En su discurso, el Pontífice también manifestó su esperanza en que “puedan encontrar solución todas las problemáticas aún no resueltas con el Acuerdo firmado el 14 de diciembre de 2001” por la República de Eslovenia y la Santa Sede.

El Papa destacó la importancia de la fidelidad a los compromisos: “En las relaciones internacionales, como por otro lado también sucede en las relaciones interpersonales, es de fundamental importancia respetar los compromisos asumidos: pacta sunt servanda”, afirmó.

Benedicto XVI lo señaló tras “saludar como un paso positivo el reciente ingreso de Eslovenia en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, importante testimonio de apertura y de la voluntad de colaborar con las demás naciones”.

“Es loable este intento de dedicarse a las cuestiones que interesan a la comunidad internacional y a los desafíos globales”, destacó.

Por otra parte, Benedicto XVI reconoció que “la integración de la nación eslovena en la Unión Europea, que se ha realizado en estos años de forma cada vez más orgánica, tiene entre sus presupuestos fundamentales las comunes raíces cristianas del 'viejo continente'”.

En este sentido, se refirió a los santos Cirilo y Metodio, a quienes “se debe el anuncio del Evangelio y el arraigo del cristianismo en el alma de los pueblos eslavos”, y al “anclaje de Eslovenia en los valores evangélicos, que siempre refuerzan la identidad y enriquecen la cultura de una nación”.

Destacó la impronta de los valores del cristianismo en la historia del pueblo esloveno, recordando que “los primeros testimonios de la lengua y de la literatura eslovenas son manuscritos de oraciones y otros textos religiosos” y refiriéndose a “las hermosas iglesias y capillas que surgen en el territorio”.

“Este patrimonio ha constituido, incluso en los momentos más difíciles y dolorosos, un constante fermento de consuelo y de esperanza, y ha sostenido a Eslovenia en su camino hacia la independencia, tras la caída del régimen comunista”, declaró.

Refiriéndose al periodo democrático, indicó que “Eslovenia ha conseguido un cierto bienestar económico, que ha permitido consolidar la convivencia pacífica civil y social”.

Y consideró “la reciente aprobación de la ley sobre la cuestión de los llamados 'cancelados' como un “importante paso adelante en el intento de llevar a solución los casos de cuantos han perdido el derecho a la residencia, al trabajo y a la asistencia sanitaria”.

Finalmente, respecto a la misión de la Iglesia en tierra eslovena, destacó que “un signo de la vivacidad de la Iglesia en Eslovenia ha sido el Congreso Eucarístico Nacional recientemente celebrado” en Celje, en el que fue beatificado el joven mártir Lojze Grozde.

Y consideró que “ulteriores manifestaciones de la vitalidad de la comunidad eclesial en tierra eslovena son las numerosas obras pastorales y caritativas presentes en los diversos contextos sociales: escuelas, hospitales, prisiones, ejército y otras instituciones”.

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Ecuador: El Papa pide que se asegure la enseñanza religiosa escolar
Al recibir al nuevo embajador del país ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa defendió el derecho a la enseñanza religiosa escolar en Ecuador, que la ley prevé también en los colegios del Estado, así como el respeto a la identidad y autonomía de las instituciones educativas católicas.

Lo hizo este viernes al recibir en el Vaticano al nuevo embajador de Ecuador ante la Santa Sede, Luis Dositeo Latorre Tapia, con motivo de la presentación de sus Cartas Credenciales.

“Los padres tienen que contar con que la libertad de educación sea promovida también en las instituciones docentes estatales, donde la legislación seguirá asegurando la enseñanza religiosa escolar en el marco curricular correspondiente a los fines propios de la escuela en cuanto tal”.

También destacó que “la Autoridad pública ha de garantizar el derecho que asiste a los padres, tanto de formar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y criterios éticos, como de fundar y sostener instituciones docentes”.

“En esta perspectiva -dijo-, es también importante que la autoridad pública respete la identidad específica y la autonomía de las instituciones educativas y de la universidad católica, en consonancia con el modus vivendi, suscrito hace más de setenta años entre la República del Ecuador y la Santa Sede”.

Benedicto XVI recordó al embajador que “una de las grandes metas que vuestros conciudadanos se han propuesto es la de lograr una amplia reforma del sistema educativo”.

En este sentido, indicó que “la Iglesia en Ecuador tiene una fructífera historia en el área de la instrucción de la niñez y juventud”.

“Es de justicia que no se ignore esta ardua tarea eclesial, ejemplo de sana colaboración con el Estado -afirmó-. Antes bien, la comunidad cristiana desea seguir poniendo su larga experiencia en este campo al servicio de todos”.

“Por ello, tiene su mano abierta para concurrir a la elevación del nivel cultural, que constituye un desafío prioritario para el recto progreso humano, lo cual reclama al mismo tiempo aquella libertad sin la cual la educación dejaría de ser tal”, añadió.

Sobre el tema de la educación, el Pontífice destacó también que “la identidad más profunda de la escuela y la universidad no se agota en la mera transmisión de datos o informaciones útiles, sino que responde a la voluntad de infundir en los alumnos el amor a la verdad, que los conduzca hacia aquella madurez personal con que habrán de ejercer su papel de protagonistas del desarrollo social, económico y cultural del país”.

Promoción del desarrollo

En un sentido más amplio, recordó “cuántos beneficios puede aportar la fe católica a la promoción de todas aquellas iniciativas que dignifican a la persona y perfeccionan la sociedad”.

Y señaló que la Iglesia “en el cumplimiento de su misión específica, no busca privilegio alguno; sólo quiere incrementar cuanto contribuya al desarrollo integral de las personas”.

También indicó que la comunidad eclesial “secunda el esfuerzo que las autoridades ecuatorianas vienen llevando a cabo en estos últimos años para redescubrir los cimientos de la propia convivencia democrática, fortalecer el Estado de derecho y dar nueva pujanza a la solidaridad y la fraternidad”.

Y confesó que reza para “que el bien común prevalezca sobre los intereses de partido o de clase, el imperativo ético sea punto de referencia obligatorio de todo ciudadano, la riqueza sea equitativamente distribuida, y los sacrificios se compartan por igual y no graven únicamente sobre los más menesterosos”.

Persona: alma y cuerpo

En referencia a la realidad de Ecuador, destacó su “filigrana de raras bellezas paisajísticas” y “el rosario de cualidades que adornan a los ecuatorianos, gente hospitalaria y emprendedora, que reconoce que no hay progreso justo ni bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo”.

Y sobre esto último, recordó que “la historia enseña que el desconocimiento o tergiversación de esta verdad sobre el hombre es a menudo el pórtico de injusticias y totalitarismos”.

Benedicto XVI también destacó que “las autoridades ecuatorianas prestarán un gran servicio” acrecentando el patrimonio humano y espiritual del país “como la defensa de la vida desde su concepción hasta su declive natural, la libertad religiosa, la libre expresión del pensamiento, así como las demás libertades civiles, por ser éstas la auténtica condición para una real justicia social”.

“Ésta, a su vez, no podrá afirmarse sino a partir del apoyo y tutela, también en términos jurídicos y económicos, de la célula original de la sociedad, que no es otra que la familia establecida sobre la unión matrimonial de un hombre con una mujer”, continuó.

Y añadió: “De fundamental trascendencia también serán aquellos programas destinados a erradicar el desempleo, la violencia, la impunidad, el analfabetismo y la corrupción”.

Función de los pastores

Finalmente, afirmó que “en la consecución de estos loables objetivos, los pastores de la Iglesia son conscientes de que no han de entrar en el debate político, proponiendo soluciones concretas o imponiendo el propio comportamiento”.

“Pero tampoco pueden ni deben permanecer neutrales ante los grandes problemas o aspiraciones del ser humano, ni ser indolentes a la hora de luchar por la justicia”, reconoció.

“Con el debido respeto a la pluralidad de opciones legítimas -destacó-, su papel consiste más bien en iluminar con el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia las mentes y las voluntades de los fieles, para que escojan con responsabilidad las decisiones encaminadas a la edificación de una sociedad más armónica y ordenada”.

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La oración, centro del Apostolado del Mar
Mensaje de monseñor Vegliò en el 90º aniversario de la creación de este apostolado
ROMA, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La oración está en el corazón del Apostolado del Mar, afirmó el presidente del Consejo Pontificio de la Pastoral para los Migrantes y los Itinerantes, el arzobispo Antonio Maria Vegliò.

Lo hizo en un mensaje que envió al Encuentro nacional del Apostleship of the Sea (AOS) [Apostolado del Mar, n.d.t.] Europa con motivo del 90º aniversario de la fundación del Apostolado del Mar.

El prelado no pudo estar presente físicamente en el Encuentro, que se celebró en Glasgow (Escocia) del 18 al 20 de octubre, ya que estaba comprometido en el Sínodo de los Obispos de Oriente Medio, que se celebra en el Vaticano hasta este domingo.

El arzobispo recordó que fue precisamente en Glasgow donde el 4 de octubre de 1920 un pequeño grupo de devotos reorganizó la Rama para los Marineros del Apostolado de la Oración en el Apostolado del Mar.

Querían “revelar a Cristo a los que van por el mar”, “para darles un conocimiento más profundo de Cristo y de su Iglesia”.

Las primeras Constituciones recibieron la bendición y la aprobación del papa Pío XI en abril de 1922, con la invitación a desarrollar este apostolado en todo el mundo.

“Hoy podemos decir sin equivocarnos que la semilla plantada hace 90 años es como un grano de mostaza que se ha convertido en un árbol majestuoso que ha traído grandes beneficios y ayuda a la vida de miles de marineros en muchos puertos del mundo”, señaló el prelado.

Monseñor Vegliò destacó que los primeros miembros del AOS fueron formados en el Apostolado de la Oración y que “su mayor fuente de confianza era la oración misma”.

“Debemos redescubrir esta característica distintiva del Apostolado, no sólo reuniéndonos regularmente en oración con los voluntarios, sino también haciendo que la gente ofrezca cada día sus oraciones por las personas del mar y por los que se ocupan de su asistencia”.

Líneas de acción

A pesar de los progresos tecnológicos, reconoció monseñor Vegliò, “la realidad de la vida de los marineros sigue siendo la misma que hace 90 años: el deseo de volver a tierra firme, de contactar con las familias, de hablar con los seres queridos, de leer las últimas noticias sobre su país, la necesidad de un contacto humano y la defensa de la explotación, la criminalización y los abusos”.

“Nada ha cambiado, pero todo es nuevo”, dijo.

Monseñor Vegliò reconoció que, dada la disminución del número de sacerdotes y voluntarios de este tipo de pastoral, “es imposible estar presentes en todos los puertos”, y hay por tanto que “seleccionar unos pocos lugares en los que disponer de una presencia cualificada”.

En este contexto, destacó la importancia de “intentar identificar los puertos que en los próximos 15/20 años adquirirán una posición importante y estratégica para la industria marítima”.

“La Iglesia local deberá hacer el esfuerzo de establecer una presencia invirtiendo en recursos y personal para convertirse en un faro y un signo de esperanza”.

Del mismo modo, debe cuidar de manera especial la formación de capellanes y voluntarios, preparándoles “con cursos específicos que les den los instrumentos necesarios para afrontar toda emergencia en puerto, a bordo y con los trabajadores del mar”.

En el texto, firmado por monseñor Vegliò y por el subsecretario del dicasterio, el padre Gabriele Bentoglio, se destaca también la importancia de la cooperación con las autoridades portuarias, las oficinas de inmigración, etcétera, así como la del trabajo ecuménico en este sector.

“Aunque el Apostolado del Mar católico es la última nacida entre las organizaciones cristianas que trabajan para la gente del mar, y a menudo en el pasado capellanes y voluntarios de diversas denominaciones solían llevar a las tripulaciones a sus centros, con la fundación de la Asociación Marítima Cristiana Internacional en 1969, las cosas cambiaron”, reconoció.

“A pesar de las inevitables tensiones, los conflictos y los malentendidos que a veces todos nosotros experimentamos, debemos continuar testimoniando un espíritu ecuménico trabajando juntos y compartiendo los recursos donde sea posible, pero sin perder nuestra identidad específica y nuestras características”.

Si en el pasado los barcos atravesaban los océanos transportando millones de emigrantes que buscaban un futuro mejor en las Américas -prosigue el mensaje de monseñor Vegliò-, hoy “los barcos de crucero transportan miles de pasajeros a lugares exóticos y turísticos asistidos por tripulaciones de muchas nacionalidades”.

Por esta razón, el Apostolado del Mar ha respondido en varios lugares a esta realidad “creando estructuras específicas bastante diversas por número de sacerdotes, estilo de ministerio y presencia a bordo”.

Para el prelado, sin embargo, al Apostolado del Mar le resultan útiles “una mayor cooperación y una mejor coordinación para que sea reconocido por las industrias del sector como único e idóneo proveedor de sacerdotes católicos cualificados a bordo” que puede “proporcionar la mejor asistencia pastoral posible y gestionar situaciones delicadas a veces difíciles no sólo para los pasajeros, sino también para la tripulación”.

“Cuando sea posible, los capellanes (incluso los diáconos) deberán asignarse sin otra responsabilidad, para ofrecer la oportunidad de un ministerio eficaz” y “los confines de las parroquias deben extenderse para incluir las zonas portuarias”.

“En concreto, los laicos deberán tener la posibilidad de participar en una serie de servicios que este Apostolado proporciona a los que viajan por mar y a los pescadores -indica el texto-. Pueden ser personas que gestionen centros o visiten los barcos, o que hagan visitas a los marineros en el hospital o en la cárcel”.

Y concluye: “Confiamos el futuro de este Apostolado a María, “Estrella del mar”, para que pueda continuar guiando a todos los miembros del AOS en la proporción de bienestar, apoyo y asistencia pastoral al pueblo del mar”.



 

[Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Patricia Navas]

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Los responsables del “banco” vaticano confirman su voluntad de trasparencia
Un tribunal aclara que debe seguir las normas de ''un banco extranjero” no europeo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Los responsables del Instituto para las Obras de Religión (IOR) han confirmado su voluntad de trasparencia este viernes, después de que un tribunal de Roma presentara las razones formales que justifican el secuestro de 23 millones de euros.

Un comunicado de prensa emitido por el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi S.I., responde a la declaración de los jueces italianos, en la que se explica que el IOR debe considerarse como ''un banco extranjero, no perteneciente a la Unión Europea", lo que comporta la necesidad para se adapte a criterios particulares en su relación con los bancos italianos.

Según los jueces italianos, el banco no siguió estas normas, sino que había actuado más bien como si se tratara de una identidad italiana, en dos operaciones de trasferencia de fondos entre bancos europeos por un valor de 23 millones de euros.

"Los responsables del IOR toman acto de las motivaciones adoptadas por el Tribunal para confirmar el secuestro preventivo de un depósito del IOR en una cuenta de la banca del 'Credito Artigiano' [banco italiano, ndr.] y las están analizando con sus representantes legales", asegura el padre Lombardi.

"En todo caso --concluye el comunicado del portavoz vaticano--, los responsables del IOR confirman la voluntad de continuar con la línea de trasparencia de todas las operaciones financieras ya indicada en el comunicado de la Secretaría de Estado del 21 de septiembre, confiando poder ofrecer cuanto antes todas las aclaraciones pedidas en las sedes y organismos competentes".

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Colombia: El Papa nombra obispo de Arauca a monseñor Muñoz Pedroza
Últimos nombramientos papales
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI nombró obispo de la diócesis colombiana de Arauca al hasta ahora rector del seminario mayor de la arquidiócesis de Tunja, Jaime Muñoz Pedroza, informó este viernes la Oficina de Información de la Santa Sede.

El obispo electo nació en Ciénaga, en la arquidiócesis de Tunja, en 1958. Realizó los estudios sacerdotales en el seminario mayor de esa sede.

Más tarde, en Roma, se licenció en Teología Moral en la Universidad Pontificia Gregoriana y obtuvo la especialización en Educación Sexual en la Fundación Universitaria Juan de Castellanos de Tunja y el doctorado en Teología en la Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá.

Fue ordenado sacerdote en 1984 para el clero de Tunja. Fue vicario parroquial de Toca, profesor interno y después rector del seminario mayor de Tunja, delegado diocesano de pastoral vocacional y profesor de Ética en la Fundación Universitaria Juan de Castellanos.

Por otra parte, este jueves el Papa nombró obispo de la diócesis de Cartago, también en Colombia, a monseñor José Alejandro Castaño Arbeláez, OAR, hasta ahora obispo auxiliar de la arquidiócesis de Cali.

Monseñor Castaño Arbeláez nació en La Ceja, en la diócesis de Sonsón-Rionegro el 1 de abril de 1945.

Realizó los estudios eclesiásticos de Filosofía en el Convento de los Agustinos Recoletos de Suba, y los de Teología en la Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá.

Se doctoró en Teología de la vida religiosa en Madrid y se especializó en Teología bíblica en la Escuela Bíblica de la misma ciudad española.

Emitió la profesión solemne en la orden de los agustinos recoletos el 28 de enero de 1967 y fue ordenado sacerdote el 8 de diciembre de 1971.

Fue nombrado obispo auxiliar de Cali el 13 de noviembre de 2006 y recibió la ordenación episcopal el 27 de enero de 2007.

El mismo día, el Papa aceptó la renuncia del abad ordinario de la Abadía territorial de Monte Oliveto Mayor (Italia) presentada por el padre Michelangelo Riccardo Tiribilli, de la Congregación Benedictina Olivetana, en conformidad con los Estatutos de la misma congregación.

Benedicto XVI nombró para sustituirlo en el cargo a Diego Gualtiero Rosa, hasta ahora abad del monasterio de Santa Maria del Pilastrello en Lendinara.

El miércoles 20 de octubre, el Papa nombró obispo de la diócesis brasileña de Foz de Iguaçu a monseñor Dirceu Vegini, hasta ahora obispo auxiliar de Curitiba, quien sustituye a monseñor Laurindo Guizzardi, CS, quien había presentado su renuncia por motivos de edad.

También para Brasil, Benedicto XVI nombró arzobispo de Palmas a monseñor Pedro Brito Guimarães, hasta ahora obispo de São Raimundo Nonato.

Y para Uganda, el Pontífice nombró ese día obispo de Arua a monseñor Sabino Ocan Odoki, hasta ahora obispo auxiliar de Gulu.

Finalmente, el Papa aceptó el lunes 18 de octubre la renuncia del obispo auxiliar de la arquidiócesis estadounidense de Milwaukee, presentada por monseñor Richard J. Sklba, por razones de edad.


 

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Sínodo de los Obispos


Las Iglesias de Oriente Medio borran del diccionario la palabra “desesperación”
El Sínodo llega al último día de sus sesiones de trabajo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El primer Sínodo para Oriente Medio de las historia llega a su fin para cancelar del diccionario de las Iglesias católicas en la región las palabras "miedo" y "desesperación".

Este sábado por la mañana, con el voto del mensaje final y de la lista de las proposiciones que se entregarán a Benedicto XVI, los padres sinodales concluirán las sesiones de trabajo de la asamblea especial, que se clausurarán oficialmente el domingo con una solemne celebración eucarística.

Han sido dos semanas muy intensas, caracterizadas sobre todo, en la primera, parte por las intervenciones ante el aula general y por un posterior debate que en ocasiones fue animado. Más de 150 padres sinodales, oyentes (hombres y mujeres) tomaron la palabra en la discusión programada.

A ellos se les añadieron las intervenciones de los invitados especiales, un judío y dos musulmanes (uno sunní y el otro chií) y de los delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades cristianas.

A estas intervenciones preparadas por escrito, se les han añadido todos los que tomaron la palabra en el debate libre, celebrado al final de los diferentes días.

El patriarca egipcio de Alejandría de los Coptos, Su Beatitud Antonios Naguib, relator general de la asamblea, uno de los 24 prelados que serán nombrados cardenales en el próximo consistorio del 20 de noviembre, revela la voluntad de los padres sinodales de cancelar del "diccionario" de las Iglesias católicas en Oriente Medio palabras como "miedo", "desesperación", "soledad", "timidez", para sustituirlas por términos como "valentía", "esperanza", "comunión", "testimonio".

En una entrevista a "L'Osservatore Romano", el patriarca aclara que "después de las primeras intervenciones en el aula, en las que con frecuencia se concentró la atención precisamente en los miedos, los temores, en la desesperación que hasta hoy han caracterizado la vida diaria de los cristianos en estas regiones, hemos decidido eliminar estas palabras".

"Los padres sinodales pidieron expresamente dejar de mencionar los miedos y temores en todos los próximos documentos, comenzando por las propuestas", que se presentarán este sábado al Papa, añade Su Beatitud.

"La voluntad de todos es hacer que esta asamblea sinodal pueda dar un gran impuso de esperanza", concluye.



 



 

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Unidad entre ortodoxos y católicos salvaría a cristianos en Oriente Medio
Intervención ante el Sínodo del representante del patriarca de Constantinopla
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- La unión entre ortodoxos y católicos no es sólo un mandato de Cristo sería también el método más eficaz para garantizar la presencia cristiana en Oriente Medio, considera el representante del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I.

Sua Eminencia Emmanuel Adamakis Metropolita di Francia, intervino este jueves ante la asamblea especial del Sínodo de Obispos para Oriente Medio, para presentar el saludo del patriarca, y subrayar "las buenas relaciones que actualmente mantienen nuestras Iglesias".
 

Por este motivo, el representante ecuménico manifestó "la esperanza tangible de una próxima unión tendría un efecto catalizador".
 

"Una unión garantizaría la permanencia de la presencia cristiana localmente", aseguró.

Dirigiéndose al Sínodo, el metropolitano afirmó que "el mundo espera de esta reunión una mensaje fuerte y actos concretos. No se trata solamente de la responsabilidad de la Iglesia Católica en calidad de organizadora de este Sínodo, sino de cada una de las Iglesias que participan en calidad de "Delegados fraternos", en la transcendencia de nuestras diferencias y a los cuales se pidió explícitamente su participación activa en el debate".

"Deseamos que este Sínodo fortalezca los vínculos que unen a todos los cristianos de la región con claridad, valentía y amor -concluyó el representante ecuménico--. Pero también para que nosotros, evitando todo paternalismo exagerado en relación con los cristianos de oriente, aprendamos de su realidad. Por lo tanto, es nuestro deber, por no decir nuestra responsabilidad, que este Sínodo no quede relegado en la larga lista de encuentros sin mañana, al menos por respeto a los que sufren y por compromiso con nuestra fe".



 

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Mundo


Canonización de Van Thuan: se abre la investigación diocesana
El cardenal vietnamita fue el presidente del Pontificio Consejo para Justicia y paz
ROMA, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El cardenal François-Xavier Nguyên Van Thuân es como “los pequeños que reciben la revelación del Padre”, dijo esta mañana el cardenal Peter K. A. Turkson, presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz.

El purpurado presidió una eucaristía en la iglesia Santa Maria de la Scala de Roma, que fue la iglesia titular del Francisco Nguyen Van Thuan. Con esta ceremonia se abrió oficialmente la investigación diocesana su la causa de canonización.

Durante la fase diocesana se examina la vida del Siervo de Dios y se busca reunir documentos, escritos, favores recibidos y testimonios a favor, de parte de personas que le conocieron.

Santidad forjada en cautiverio

Van Thuan nació en 1928 en Hue, una pequeña ciudad ubicada en la costa del centro de Vietnam, En 1953 recibió su ordenación sacerdotal. Fue obispo de Nhatrang entre 1967 y 1975, año en que el papa Pablo VI le nombró obispo coadjutor de Saigón (hoy Ho Chi Minh). Fue arrestado ese mismo año con la llegada del régimen comunista al poder de Vietnam.

Estuvo 13 años en la cárcel y 9 en total aislamiento. Diariamente, celebraba misa con tres gotas de vino (decía que lo necesitaba como medicina para dolor de estómago) y una gota de agua en la palma de la mano.

Allí escribió libros en los que narraba sus experiencias durante el cautiverio con reflexiones sobre el valor del perdón y la necesidad de vivir con realismo el tiempo presente. También sobre el poder de la oración y el amor a la eucaristía. Entre ellos se encuentran Testigos de esperanza, Cinco panes y dos peces, Testimonio de fe de un obispo vietnamita en la cárcel.

También escribió otros libros como Luz de la palabra de Dios y del Concilio Vaticano II, Peregrinos por el camino de la esperanza y Siete meditaciones dirigidas a los jóvenes.

Juan Pablo II lo nombró en 1998 presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la paz, cargo en el que permaneció hasta 2002, año en el que falleció. “Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos”, escribió una vez el cardenal vietnamita.

Iglesia en Vietnam

La mayoría de fieles que participaron esta mañana en las celebraciones por la apertura de la causa del cardenal Van Thuan fueron los vietnamitas residentes en Roma.

ZENIT habló con alguno de ellos. La hermana Cecilia, quien le conoció personalmente, lo visitaba a menudo en su apartamento en Roma, donde siempre recibía a sus compatriotas con especial amabilidad.

“Cuando se puso mal fuimos a verlo al hospital”, recuerda. “Su muerte fue un momento muy duro aunque sabíamos que tenía más sentido todo el sufrimiento que había vivido aquí en la tierra. Triunfó la verdad y el perdón”, asegura.

Vietnam es el segundo país con mayor población católica de Asia, después de Filipinas. Cuenta con siete millones de católicos (6 % de la población). Además de las colonias católicas vietnamitas dispersas por el mundo.

El padre Cuong Pham recuerda cuando el cardenal Van Thuan viajaba a Nueva York y predicaba a los católicos vietamitas que residían allí, en la parroquia Most Precious Blood (De la preciosísima sangre n.d.t) en el barrio chino de esta ciudad.

Para él, el Siervo de Dios era una persona “muy gentil y humilde y con muy buen sentido del humor”. Decía que muchos jóvenes “lo admiraban y lo querían imitar”.

Para el hermano salesiano Domenico Nam, Van Thuan fue “un gran ejemplo de esperanza, luego de tantos años de prisión” y dijo que la Iglesia en su país “se encuentra en una situación muy difícil por el régimen comunista”  sin embargo hay “muchas familias católicas que oran juntas. La devoción a Van Thuan se extiende entre ellos” y esto genera como frutos “muchísimas vocaciones”.

Para la hermana Asunta, del instituto María Auxiliadora, lo más admirable del cardenal Van Thuan es la “caridad inmensa”, así como la “esperanza tan profunda”. Una persona que supo llevar “la verdadera justicia: la del perdón”. Dijo que cuando era pequeña lo vio algunas veces en Saigon (hoy Ho Chi Minh). “Cada día oro para imitar sus virtudes en mi vida consagrada”, dijo la hermana.

En caso de que sea superada la fase diocesana, comenzaría la fase romana en la que se examina con una comisión de teólogos si el Siervo de Dios Francisco Nguyen Van Thuan ha vivido las virtudes en grado heroico. De ser así, pasaría a ser venerable y sería necesario un milagro por intercesión suya para su beatificación.

Por Carmen Elena Villa

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Zambia: Una vida dedicada sin fisuras a la Iglesia
El futuro cardenal Mazombwe fue el tercer arzobispo de Lusaka
ROMA, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El preconizado cardenal de Zambia, arzobispo Medardo Joseph Mazombwe, emérito de Lusaka, ha dado toda su vida por la Iglesia. Es este el reconocimiento que ahora hace público Benedicto XVI al otorgarle la púrpura cardenalicia. Una vida dedicada a la Iglesia sin fisuras.

En una declaración, el portavoz de la Conferencia Episcopal de Zambia, Paul Samasuno, este jueves en Lusaka, afirmó que es la primera vez en la historia que un zambiano es nombrado cardenal.

Recordó el portavoz que el arzobispo Mazombwe, que recientemente celebró sus 50 años de sacerdocio, ha ocupado diversos puestos en la Iglesia local y regional. Subrayó que fue un ardiente defensor de la cancelación de la deuda externa de Zambia, a mediados de los 80, durante la campaña del movimiento Jubileo. Actualmente tiene entre sus manos varios nuevos proyectos de desarrollo en diversos lugares de Zambia, incluyendo el área de Mumpanshya, en el distrito de Chongwe.

El presidente de la Conferencia Episcopal George Lungu felicitó al arzobispo Mazombwe por su elevación al cardenalato.

La vida del futuro cardenal Mazombwe está indisolublemente ligada al crecimiento y arraigo de la Iglesia en Zambia. Nacido el 24 septiembre 1931 en Chipata, provincia Oriental, fue ordenado sacerdote el 4 de septiembre de 1960. Todavía no existía ni diócesis ni Iglesia autóctona.

Los misioneros llevaron la buena noticia a esta región de África. Zambia no existía como país independiente. Junto con el vecino Zimbabue formaban lo que se conocía como Rodesia del Norte y del Sur. Existía una Prefectura que fue elevada a Vicariato apostólico y el 25 de abril de 1959 se convirtió en Diócesis. La jerarquía católica de la Iglesia en Zambia fue instituída por el papa Pío XII, en 1959, en vísperas de la independencia del país.

Tras la independencia de Zambia, el nombre de la diócesis, Fort Jameson, cambió a Chipata. El presbítero Medardo Mazomwe fue nombrado obispo de Chipata, el 11 de noviembre de 1970. Es el tercero en la sucesión apostólica desde la creación de la Diócesis. Fué consagrado obispo el 7 de febrero de 1971.

El 30 de noviembre de 1996, fue nombrado arzobispo de Lusaka hasta pasar a la situación de emérito el 28 de octubre de 2006. Fué sucesor en Lusaka del arzobispo emérito de Lusaka, el controvertido Emmanuel Milingo, que volvió al estado laical el 17 de diciembre de 2009.

En la actualidad, su nombre aparece en la página web de la Conferencia Episcopal de Zambia como director de la Vida Religiosa y Consagrada. Con 79 años, permanece en activo al servicio de la Iglesia local.

La historia de la Iglesia en Zambia va ligada a las misiones. En 1879, la Santa Sede erigía la Zambesi mission (en el territorio que hoy ocupan Zimbabue, Malaui, Zambia y Bostsuana) confiándola a los jesuitas, que llegan en 1879, retomando un trabajo misionero tímidamente esbozado en el siglo XVII. Los Padres Blancos seguirán a los jesuitas y otros muchos llegarán detrás de ellos. Es por tanto todavía hoy una Iglesia con una gran fuerza misionera.

Actualmente la Iglesia en Zambia es una realidad multicultural, en sus misioneros llegados de muchos puntos del globo, y afianzada en su implantación: por el número de sacerdotes, religiosos y religiosas, obispos, nacidos en esta tierra, y ahora el primer cardenal zambiano.

Sólo un predecesor suyo en Lusaka, el jesuita polaco Adam Kozlowiecki, nombrado por Pío XII vicario apostólico de Lusaka y luego primer arzobispo, llegó a cardenal con más de 80 años, como reconocimiento del papa Juan Pablo II a su servicio a la Iglesia.

Zambia se sitúa casi en el sur de África, de habla inglesa. Tiene doce millones y medio de habitantes y una esperanza media de vida de 42 años. El país aparece mencionado con frecuencia entre los 24 países africanos más vulnerables al hambre, junto con Burkina Faso, Comoras, Guinea Bissau, Ruanda, Mozambique, Liberia, Sierra Leona, Tanzania, Sudán, Togo y Zimbabue.

En el consejo más cercano al Papa, sin duda que el futuro cardenal Mazombwe llevará la voz de los pobres de África y del mundo.

El país permanece aislado en gran parte por no tener una salida al mar. Este mes de septiembre, el Gobierno de Zimbabue firmó un acuerdo con un consorcio para la construcción de una nueva línea ferroviaria que conectará el norte del país con Zambia. Al concluir las obras, el norte de Zimbabue tendrá una conexión directa con la ciudad de Kafue, un importante nudo vial y ferroviario en Zambia. Las dos antiguas Rodesias afianzan sus vías de comunicación.

Mientras tanto, la actual Iglesia Católica en Zambia --según informaba este 13 de octubre la agencia CISA--, se siente molesta por los continuos ataques a su liderazgo. En un comunicado, la Iglesia afirmaba que las amenazas empezaron contra el arzobispo de Lusaka, Telesphore-George Mpundu, el obispo de Mongu Paul Duffy, OMI y más recientemente contra el director ejecutivo de Caritas Zambia, Samuel Mulafulafu.

La Iglesia condenó los actos de intimidación y reiteró que todo el liderazgo eclesial está trabajando por una Zambia más democrática. Como se sabe, en marzo de 2009, los obispos pidieron a Caritas Zambia preparar voluntarios para un seguimiento del proceso electoral que tendrá lugar en 2011.

ZENIT informaba este 26 de julio que en Zambia se está proyectando una Constitución “débil y parcial” (ver: http://www.zenit.org/article-36178?l=spanish). El 16 de mayo, en una entrevista con el padre misionero Andrej Halemba, ZENIT reflejaba la situación del país: http://www.zenit.org/article-35381?l=spanish.

Para saber más de la Iglesia en Zambia: http://www.catholiczambia.org.zm/.

Por Nieves San Martín

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Análisis


Sólo un Estado civil podrá salvar a los cristianos de Oriente (II)
Entrevista a Samir Khalil, jesuita y experto en islam
ROMA, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- El éxodo de los cristianos de Oriente Medio es un dilema, pero puede ser también un kairos, a condición de que los cristianos mantengan vivo el fuego de la fe en sus corazones.

En esta segunda parte de la entrevista, el padre Samir Khalil, haciendo tesoro de su amplio conocimiento de la situación mediooriental en sus detalles religiosos, políticos y culturales, explica la necesidad de la presencia cristiana en Oriente Medio no solo para la Iglesia universal sino también para los propios musulmanes.

La primera parte de la entrevista fue publicada el 21 de octubre.

-La propuesta de “laicidad positiva” no puede tener éxito en el ámbito islámico porque la laicidad – ‘elmaniyya en árabe – suena como alejamiento y abandono de Dios a favor de la mundanidad. ¿Cree que el otro concepto propuesto, o sea, el “Estado cívico” tendrá más fortuna, o Oriente elegirá la propuesta islamista cuyo eslogan es al-islam huwa l-ḥall, [el islam es la solución/respuesta], desilusionado por el fracaso religioso, moral e identitario de Occidente?

Samir Khalil: Occidente, a decir verdad, ha ido demasiado lejos hasta disolver las raíces de su propia identidad. Recordemos el discurso del Papa en Ratisbona en 2006 donde la crítica era esencialmente a la cultura occidental que ha ido más allá de la Ilustración hasta identificar la cultura con el materialismo.

Su pregunta hace referencia a la fuerza del islam integrista. El razonamiento de los integristas es el siguiente: Occidente tiene un proyecto de civilización, pero su modelo es un modelo de corrupción: la perversión y el libertinaje sexual, el adulterio, la disolución de la familia, el aborto… es un proyecto inaceptable para el islam, que lo ve como corrupto y alejado de Dios. La modernidad predicada por Occidente es ya sinónimo de ateísmo e inmoralidad. Para ellos el cristianismo, identificado a su vez con Occidente, está acabado.

De la misma forma, el marxismo y el socialismo han fracasado a los ojos de todos. La solución es el islam, y la prueba es que cuando en el pasado aplicamos el islam a la letra, hemos conquistado todo el Mediterráneo. Y este es el razonamiento que hizo Gaddafi cuando visitó Italia recientemente: “Europa en 2050 será de mayoría musulmana”. Su previsión sucederá si la actitud de los cristianos no cambia.

- Muchos cristianos orientales están cansados de las exhortaciones a quedarse en sus tierras, sobre todo porque estas exhortaciones vienen de quienes viven en el Occidente rico y libre. Los Hechos de los Apóstoles en el capítulo 8 hablan de la primera persecución de los cristianos, que dispersó la comunidad (a excepción de los apóstoles). Este acontecimiento negativo, se reveló posteriormente como un kairos que permitió a los cristianos difundir el Evangelio en otros lugares. ¿No cree que la situación actual que está causando en éxodo y la fuga de los cristianos pueda ser un signo de los tiempos?

Samir Khalil: Muchas personas en Oriente Medio me dicen: “Quedarse aquí es cada vez más difícil. Y aunque aún lo conseguimos, no sabemos sin embargo cómo será para nuestros hijos”. Yo doy una respuesta en tres puntos: en primer lugar, nadie te puede obligar a quedarte. Cada familia tiene derecho a decidir dónde vivir y cómo. No nos toca a nosotros porque somos sacerdotes decirles si tienen que quedarse.

Añado, sin embargo, un segundo punto: si a nivel personal quizás es mejor para ti emigrar a Canadá o a Australia o a Francia, no lo es a nivel comunitario y general: si todos hicieran como tu, esta región se encontraría en seguida sin cristianos; precisamente en la tierra del nacimiento del cristianismo ya no habría cristianos. Tenemos por tanto una gran vocación y responsabilidad.

El tercer punto: si nos encontramos todos en la diáspora, ¿podremos aún mantener nuestra identidad oriental? Es difícil mantener la cultura y la tradición de origen más de dos o tres generaciones. Y esto, de nuevo, no es un problema personal, sino un problema a nivel de Iglesia universal: si una tradición oriental desaparece, esto constituye para la Iglesia una gran pérdida. Juan Pablo II decía que la Iglesia tiene dos pulmones, la Iglesia oriental y la Iglesia occidental. Si una de estas realidades llegase a faltar, la Iglesia se reduciría a un solo pulmón y le faltaría la respiración.

Por tanto, digo a los cristianos: que emigréis o que os quedéis, esta no es la verdadera cuestión; lo esencial es mantener vuestra fe. Proponed la fe a vuestros hijos; y si veis donde vais que muchos cristianos ya no tienen fe, transmitídsela.

Lo que usted dice a partir del libro de los Hechos es que la misión partió de un acontecimiento difícil imprevisto, y que se reveló como una chance para la propia fe. Pero esto sucedió con una sola condición: tenían el fuego de la fe en el corazón. Si nosotros, en cambio, partimos teniendo en el corazón el ansia de dinero, nuestra emigración no llevará a nada. Lo esencial es que este fuego del Evangelio permanezca en el corazón. Si te quedas en Egipto, Líbano y Siria, mantén este fuego para transmitirlo a los hermanos del islam. Si vas a América o a otros países, transmítelo a tus nuevos conciudadanos.

-¿Es suficiente dar consejos y orientaciones pastorales a los cristianos de Oriente para hacerles quedarse en Oriente? ¿No cree más bien que sea necesario apoyarles económicamente, sabiendo que en el Líbano, por ejemplo, los chiíes han sido sostenidos fuertemente en lo económico por Irán y los sunníes por los países del Golfo, y que este hecho les ha permitido mejorar su condición social y política?

Samir Khalil: Creo que nuestro problema en Oriente Medio no es financiero. Tomemos el caso del Líbano: en el país tenemos millonarios en todos los barrios de Beirut. Hay muchas obras de caridad en el Líbano lanzadas por los cristianos. Las ayudas llegadas del exterior, a las que usted se refiere, llegan como parte de una propaganda política que la Iglesia no puede hacer porque esta no es una nación. Y no existe ninguna nación cristiana para hacerlo. Ciertamente los inmigrantes pueden ayudar, y sabemos que muchos inmigrantes contribuyen al sustento de sus familiares. Esta ayuda puede ser mejorada, pero no es esto lo que resuelve el problema. Es necesario un proyecto, ofrecer proyectos claros y seguros, de manera que el dinero que se pide a los benefactores cristianos tengan un recorrido identificable, y no sean robados en su camino hacia las obras concretas. Y en esto nuestro clero no da buenos ejemplo de confianza dado el apego poco evangélico a las apariencias y a las riquezas. Por tanto resuena de nuevo la llamada a la conversión, a purificar nuestra vida para hacerla más consonante con el Evangelio.

- El Sínodo fue cubierto principalmente sólo por dos redes televisivas de Oriente Medio (ambas libanesas). Se lamenta también la poca cobertura de los medios de comunicación italianos. ¿A qué se debe este hecho: al prejuicio de que lo que los obispos digan se quedará sólo en papel mojado? ¿A la indiferencia hacia lo que vive y dice la Iglesia? ¿O también al desinterés respecto a Oriente Medio?

Samir Khalil: Me pregunto quizás si el hecho no se deba sencillamente a la presencia de pocos periodistas árabes que siguen las noticias en Roma. O quizás se han preguntado: ¿qué puede hacer un obispo para cambiar la situación en Iraq, en Palestina o en el Líbano? Los católicos son una pequeña minoría en Egipto, y por tanto los coptos y los musulmanes se desinteresan de ellos. Los únicos que pueden seguir el Sínodo tanto por interés como por capacidad son los periodistas del Líbano.

En lo que respecta a los periódicos occidentales, creo que parten de un concepto de consumismo: no confeccionan un producto si no saben si se venderá y traerá beneficio. Las cabeceras por desgracia no valoran la importancia de los argumentos y de los acontecimientos en sí sino que se dejan condicionar por la audiencia. Un scoop escandaloso o sexual vende mucho más que un Sínodo que busca lentamente su camino. Algunas veces la culpa es nuestra. La gente no es informada ni sobre los acontecimientos ni sobre su sentido, ni tampoco sobre su importancia. Creo que en este ámbito el Líbano hace mucho: a través de ZENIT, Télé Lumière o Lbc. Esta contribución mediática da al Líbano su lugar de vanguardia para todos los cristianos en Oriente Medio.

- Para concluir, según usted ¿cuáles son las actitudes que harán fructífera la inversión de recursos humanos y económicos en este Sínodo?

Samir Khalil: Creo que la actitud principal que deben asumir los participantes es la sinceridad, y el sentido crítico para puntualizar con franqueza y claridad lo que no va bien, lo que va bien y lo que hay de mejorable. En lo que respecta a la actitud que auguro para los cristianos de Oriente, creo que deben tener a priori una mirada favorable. En el fondo, en el Sínodo se invierten muchos recursos positivos: se habla de miles de horas de trabajo y fatiga que implican a un gran número de personas empeñadas en hacerlo lo mejor posible. Por ello diría que la actitud correspondiente de los cristianos debe ser la seriedad: se trata de nuestro futuro, no del futuro de los obispos, sino del futuro de varios millones de cristianos y no solo de los católicos.

En su intervención el señor Mohammad Sammak reafirmó el papel que los cristianos han jugado en formar la identidad de Oriente Medio, afirmando que sin ellos nuestra sociedad ya no sería la que es. Los cristianos han jugado en la historia pasada y reciente un papel fundamental enriqueciendo la sociedad árabe, cultural, sociológica, política y espiritualmente. Para que este papel no sea un recuerdo del pasado sino una realidad del presente los cristianos – obispos y fieles – deben privilegiar la comunión – no sólo entre ellos sino también con los demás, con los musulmanes. Y deben vivir también la misión, no en el sentido de un proselitismo descolorido, sino vivir la esencia del Evangelio, que es un anuncio, una bonita noticia de la que nosotros, modestamente, somos heraldos.

[Por Robert Cheaib, traducción del italiano por Inma Álvarez]



 


 

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: ¿Comprar a Dios?
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 24 de octubre, XXX del tiempo ordinario (Lucas  18, 9-14), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca. 



 

* * *

 

Quien se ha encontrado con el Dios vivo alguna vez, ha frecuentado su amistad y ha saboreado el amor de Dios, nunca se tendrá por justo, porque justo sólo es Dios; y acercarse al solo Justo supone hacer la experiencia de comprobar nuestra desproporcionada diferencia con Él. Saberse pecador, reconocerse como no justo, no significa vivir tristes, sin paz o sin esperanza, sino situar la seguridad en Dios y no en las propias fuerzas o en una hipócrita virtud. Alguien que verdaderamente no ha orado nunca, seguirá necesitando afirmarse y convencerse de su propia seguridad, ya que la de Dios, la única fidedigna, ni siquiera la ha intuido. Y cuando alguien se tiene por justo, y está hinchado de su propia seguridad, es decir, cuando vive en su mentira, suele maltratar a sus prójimos, los desprecia "porque no llegan a su altura", porque no están al nivel de "su" santidad.

Tenemos, pues, el retrato robot de quien estando incapacitado para orar por estas tres actitudes incompatibles con la auténtica oración, como el fariseo de la parábola, llega a creer que puede comprar a Dios la salvación. La moneda de pago sería su arrogante virtud, su postiza santidad. Hasta aquí el fariseo.

Pero había otro personaje en la parábola: el publicano, es decir, un proscrito de la legalidad, alguien que no formaba parte del censo de los buenos. Y al igual que otras veces, Jesús lo pondrá como ejemplo, no para resaltar morbosamente su condición pecadora, sino para que en ésta resplandezca la gracia que puede hacer nuevas todas las cosas.

Aquel publicano ni se sentía justo ante Dios, ni tenía seguridad en su propia coherencia, ni tampoco despreciaba a nadie. Ni siquiera a sí mismo. Sólo dijo una frase, al fondo del templo, en la penumbra de sus pecados: "Oh Dios, ten compasión de este pecador". Preciosa oración, tantas veces repetida por los muchos peregrinos que en su vida de oscuridad, de errores, de horrores quizás también, han comenzado a recibir gratis una salvación que con nada se puede comprar.

Jesús nos enseña a orar viviendo en la verdad, no en el disfraz de una vida engañosa y engañada ante todos menos ante Dios. Tratar de amistad con quien nos ama, es reconocer que sólo Él es Dios, que nosotros somos unos pobres pecadores a los que se les concede el don de volver a empezar siempre, de volver a la luz, a la alegría verdadera, a la esperanza, para rehacer aquello que en nosotros y entre nosotros, pueda haber manchado la gloria de Dios, el nombre de un hermano y nuestra dignidad.



 

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Documentación


Discurso del Papa al nuevo embajador de Portugal ante la Santa Sede
Al presentarle este sus Cartas Credenciales

CIUDAD DE VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy al nuevo embajador de Portugal ante la Santa Sede, Manuel Tomás Fernandes Pereira, al presentarle éste sus Cartas Credenciales.

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Señor Embajador,

Aprovecho de buen grado este momento de presentación de las Cartas Credenciales, con que hoy es designado oficialmente Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Portugal ante la Santa Sede, para darle la bienvenida y, congratulándome por su nombramiento, formular felices votos para su nueva misión que se propone como nueva contribución en el edificio de las relaciones de amistad existentes entre su país y esta Sede Apostólica. Como recordaba en sus palabras de saludo, la fe y la historia se unen para forjar un vínculo especial entre el pueblo portugués y el Sucesor de Pedro, un vínculo que está confiado a la responsabilidad de cada una de las sucesivas generaciones, por lo cual jamás debemos dejar de dar gracias a Cristo, Buen Pastor de su Iglesia y Señor de la historia, de los individuos y de las naciones.

La noble expresión de los sentimientos que le animan en este día, ciertamente muy significativo, merece toda mi atención. Quiero antes de nada manifestarle mi reconocimiento por las palabras que me ha dirigido, y después, responder a los sentimientos de estima que el Señor Presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, me hace llegar a través de Vuestra Excelencia, pidiéndole a mi vez la amabilidad de expresar al Señor Presidente mi gratitud por los mismos, juntamente con votos alentadores en su alta misión, y la certeza de mi oración al Altísimo por la prosperidad y el bien espiritual de todos los portugueses.

Cuando me preparaba para este encuentro con el Señor Embajador, acudían a mi mente las edificantes y felices imágenes, que guardo en la memoria y en el corazón, de mi visita a Portugal en el pasado mes de mayo, deseando aquí agradecer una vez más a todos la contribución dada para una serena y fructífera realización de la misma; efecto este ampliamente conseguido como atestiguan los innumerables mensajes que me llegaron alusivos a aquellos días memorables. Jamás olvidaré la calurosa acogida que se me reservó, así como la manera amable y respetuosa con que se acogieron mis palabras. Considero que todo esto tiene también una importancia social: donde la sociedad y las personas se fortalecen en el bien gracias al mensaje de la fe, sale beneficiada también la convivencia social y los ciudadanos se sienten más disponibles para servir al bien común.

Con su presencia en el foro internacional, la Santa Sede pone todo su empeño en servir a la causa de la promoción integral del hombre y de los pueblos. Debería ser convicción de todos que los obstáculos a esta promoción no son solo de orden económico, sino que dependen de actitudes y valores más profundos: los valores morales y espirituales que determinan el comportamiento de cada ser humano para consigo mismo, los demás y la creación entera. La presencia del Señor Embajador en este lugar testimonia la voluntad que Portugal tiene de dar un lugar importante a estos valores, sin los cuales una sociedad no se puede establecer de modo duradero.

Cuando la Iglesia, en su país, promueve la conciencia de que estos mismos valores deben inspirar la vida pública y particular, habla no por ambiciones políticas, sino para ser fiel a la misión que su divino Fundador le ha confiado. “Dado que la Iglesia – son palabras del Concilio Vaticano II – no está ligada, por fuerza de su misión y naturaleza, a ninguna forma particular de cultura o sistema político, económico o social, puede gracias a esta universalidad suya, constituir un lazo muy estrecho entre las diversas comunidades y naciones, siempre que confíen en ella y le reconozcan la verdadera libertad para cumplir esta misión suya (Const. Gaudium et spes, 42). Ella no representa modelos parciales y pasajeros de sociedad, sino que tiende a la transformación de los corazones y de las mentes, para que el hombre pueda descubrirse y reconocerse a sí mismo en la verdad plena de su humanidad. Y dado que su misión es de carácter moral y religioso, la Iglesia respeta el área específica de responsabilidad del Estado. Al mismo tiempo anima a los cristianos a asumir plenamente sus responsabilidades como ciudadanos para, juntamente con los demás, contribuir eficazmente al bien común y a las grandes causas del hombre.

De una colaboración respetuosa y de un leal entendimiento entre la Iglesia y el poder civil, se podrían derivar beneficios para la sociedad portuguesa. Animada por esta esperanza, hace seis años nacía el nuevo Concordato entre la Santa Sede y Portugal, al que aludía el Señor Embajador. En esa ocasión, el Papa Juan Pablo II vio en ese instrumento jurídico la confirmación de los “sentimientos de mutua estima que animan las relaciones mutuas”, he hizo votos de que “el nuevo Concordato pudiese favorecer un entendimiento cada vez mayor entre las Autoridades del Estado y los Pastores de la Iglesia para el bien común de la Nación” (L’Osservatore Romano, ed. portuguesa de 22/V/2004, 253). Con alegría, oí referir al Señor Embajador, y deseo desde aquí animar, los esfuerzos que se están haciendo para una aplicación del mismo completa y fiel en los diversos campos de la Iglesia católica y de la sociedad portuguesa.

Antes de terminar este encuentro, quiero asegurarle, Señor Embajador, la plena colaboración y apoyo de la Santa Sede en el desempeño de la alta misión que le ha sido confiada. Por la intercesión de Nuestra Señora de Fátima, pido al buen Dios del Cielo que asista, con la abundancia de sus dones, a Su Excelencia y a su distinguida familia, a cuantos sirven al bien común de la Nación portuguesa y a todo su pueblo, sobre el cual extiendo mi Bendición.

[Traducción del original portugués por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa a la nueva embajadora de Eslovenia
Al presentar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a la nueva embajadora de Eslovenia ante la Santa Sede, Maja Marija Lovrenčič Svetek, al presentarle ésta sus Cartas Credenciales.

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Excelencia,

tengo el verdadero placer de recibirle en este momento en el que presenta las Cartas Credenciales que le acreditan ante la Sede Apostólica en calidad de Embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de la República de Eslovenia. Expreso mi aprecio por el deferente testimonio de las Autoridades civiles y por los sentimientos de afecto de sus compatriotas hacia el Sucesor de Pedro, de los que usted se ha hecho intérprete. Le pido que envíe mi saludo al señor Presidente de la República de Eslovenia, D. Danilo Türk, así como a los miembros del Gobierno; dé a todos sus compatriotas la seguridad de mi afecto y de mi cercanía.

La integración de la nación eslovena en la Unión Europea, que se ha realizado en estos años de forma cada vez más orgánica, tiene entre sus presupuestos fundamentales las comunes raíces cristianas del “viejo continente”. En particular, a los santos Cirilo y Metodio, incansables y ardientes misioneros en las regiones centrales de Europa, se debe el anuncio del Evangelio y el arraigo del cristianismo en el alma de los pueblos eslavos. Así, el anclaje de Eslovenia en los valores evangélicos, que siempre refuerzan la identidad y enriquecen la cultura de una nación, ha contribuido de forma importante a la cohesión del país y ha favorecido sentimientos de amistad con las demás naciones en esa parte del continente. Mirando a la historia del pueblo esloveno, surge con evidencia la impronta de los valores morales y espirituales del cristianismo: de hecho, los primeros testimonios de la lengua y de la literatura eslovenas son manuscritos de oraciones y otros textos religiosos; pero pienso también en las hermosas iglesias y capillas que surgen en el territorio. Este patrimonio ha constituido, incluso en los momentos más difíciles y dolorosos, un constante fermento de consuelo y de esperanza, y ha sostenido a Eslovenia en su camino hacia la independencia, tras la caída del régimen comunista. En ese periodo, la Santa Sede quiso estar particularmente cercana a la nación eslovena. Usted, gentil Señora, ha subrayado que las relaciones entre la República de Eslovenia y la Santa Sede han sido buenas desde el principio y siguen siéndolo aún hoy. Auguro, por tanto, que en este contexto puedan encontrar solución todas las problemáticas aún no resueltas con el Acuerdo firmado el 14 de diciembre de 2001.

En el ejercicio de sus prerrogativas democráticas, Eslovenia ha conseguido un cierto bienestar económico, que ha permitido consolidar la convivencia pacífica civil y social. Con complacencia he sabido la noticia de la reciente aprobación de la ley sobre la cuestión de los llamados “cancelados”, que, en muchos casos, se han encontrado en situaciones muy difíciles. Se trata de un importante paso adelante en el intento de llevar a solución los casos de cuantos han perdido el derecho a la residencia, al trabajo y a la asistencia sanitaria. Animo a continuar en esta dirección y auguro que se trabaje para aliviar sus sufrimientos.

Como usted, Excelencia, ha subrayado hace poco, el compromiso por el bien común del hombre une en su acción a la Sede Apostólica y a la República de Eslovenia. Usted ha hecho justamente alusión a la presencia activa de la Santa Sede en la vida internacional y a su perseverante trabajo dirigido al reconocimiento de la dignidad y de las libertades fundamentales de todo ser humano y a la salvaguardia del derecho de todo pueblo a vivir en paz. Por esto, la Sede Apostólica anima las iniciativas asumidas en las sedes internacionales para promover la paz y la justicia, para superar los desacuerdos e intensificar las relaciones constructivas. A este respecto, quiero saludar como un paso positivo el reciente ingreso de Eslovenia en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, importante testimonio de apertura y de la voluntad de colaborar con las demás naciones. Es loable este intento de dedicarse a las cuestiones que interesan a la comunidad internacional y a los desafíos globales. En las relaciones internacionales, como por otro lado también sucede en las relaciones interpersonales, es de fundamental importancia respetar los compromisos asumidos: pacta sunt servanda. Es mi sincero augurio que la República de Eslovenia pueda dar su propia contribución en los foros internacionales, también mediante una buena colaboración con la Santa Sede.

La misión específica de la Iglesia católica, que ejerce en tierra eslovena como en cualquier lugar del mundo, es la de anunciar el Evangelio y de llevar a todo hombre la salvación que viene del Señor Jesús. Un signo de la vivacidad de la Iglesia en Eslovenia ha sido el Congreso Eucarístico Nacional recientemente celebrado, que ha visto a numerosos fieles reunirse en Celje junto a sus pastores. Momento culminante de este acontecimiento, presidido por mi Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, fue la beatificación del joven Lojze Grozde, martirizado por odio a la fe en un periodo muy difícil de la historia del país. Ulteriores manifestaciones de la vitalidad de la comunidad eclesial en tierra eslovena son las numerosas obras pastorales y caritativas presentes en los diversos contextos sociales: escuelas, hospitales, prisiones, ejército y otras instituciones. Aprovecho la ocasión para dirigir un caluroso saludo a todos los católicos de su país; a través de las diversas iniciativas, estos se empeñan en ayudar a todos a profundizar el sentido espiritual de la existencia y desean contribuir a la construcción de una sociedad cada vez más justa y más solidaria, en el respeto de las convicciones y de las prácticas religiosas de cada uno.

Excelencia, la Santa Sede tiene a pecho intensificar la colaboración fructífera con las Autoridades eslovenas; en la observancia de las respectivas competencias y finalidades, desea proseguir en el compromiso común de perseguir el verdadero bien de toda persona y de la sociedad. Mientras parte su misión de representante de la República de Eslovenia ante la Santa Sede, le dirijo mis mejores votos de augurio. En el ejercicio de sus funciones, esté segura de poder encontrar siempre entre mis colaboradores el apoyo atento y la cordial comprensión que necesite. Sobre usted, distinguida Señora, sobre el pueblo esloveno, invoco de corazón la abundancia de las Bendiciones divinas.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Ecuador
Al presentar este sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 22 de octubre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy al nuevo embajador de Ecuador ante la Santa Sede, Luis Dositeo Latorre Tapia, al presentarle éste sus Cartas Credenciales.

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Señor Embajador:

1. Me complace recibir de sus manos las Cartas que lo acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la República del Ecuador ante la Santa Sede y, al manifestarle la más cordial bienvenida, tenga la bondad de acoger las expresiones di mi afecto por todos los hijos de esa dilecta Nación. Le agradezco asimismo las gentiles palabras que me ha dirigido de parte del Señor Presidente Constitucional de la República, Economista Rafael Correa Delgado, a las que correspondo gustoso, rogándole al mismo tiempo que le transmita mis férvidos votos de paz y bienestar para su Persona y el noble pueblo del Ecuador.

2. En Vuestra Patria, que tuve la dicha de visitar, en 1978, como Enviado Extraordinario de mi venerado Predecesor, el Papa Juan Pablo I, al III Congreso Mariano Nacional del Ecuador, la Palabra de Cristo fue esparcida con generosidad y floreció esplendorosamente. En ella se alcanzaron cimas de santidad muy preclaras, que se suman a otras no tan conocidas, pero no por eso menos significativas, y que son timbre de gloria para esa amada República, a la vez que ponen de relieve cuántos beneficios puede aportar la fe católica a la promoción de todas aquellas iniciativas que dignifican a la persona y perfeccionan la sociedad. Tal ha sido el norte al que ha mirado y mira en todo momento la Iglesia en vuestro País. Ella, en el cumplimiento de su misión específica, no busca privilegio alguno; sólo quiere incrementar cuanto contribuya al desarrollo integral de las personas. En este sentido, la comunidad eclesial, que ha visto su alegría multiplicada con la reciente erección canónica de la Diócesis de San Jacinto de Yaguachi, goza también cuando se ve favorecida la concordia social, por lo que secunda el esfuerzo que las Autoridades ecuatorianas vienen llevando a cabo en estos últimos años para redescubrir los cimientos de la propia convivencia democrática, fortalecer el Estado de derecho y dar nueva pujanza a la solidaridad y la fraternidad. Pido al Altísimo que este luminoso horizonte de esperanza se dilate cada vez más con nuevos proyectos y atinadas decisiones, de modo que el bien común prevalezca sobre los intereses de partido o de clase, el imperativo ético sea punto de referencia obligatorio de todo ciudadano, la riqueza sea equitativamente distribuida, y los sacrificios se compartan por igual y no graven únicamente sobre los más menesterosos.

3. La presencia de Vuestra Excelencia en este solemne acto me permite dirigir mi pensamiento a vuestra Patria, a la que el Creador dotó de formidables recursos naturales, en un suelo fértil y surcado de una alternancia incomparable de mesetas andinas, níveas cumbres y ríos majestuosos, que han de ser preservados con esmero y probidad, pues son reflejo del amor y la grandeza de Dios. Esa filigrana de raras bellezas paisajísticas está en conformidad con el rosario de cualidades que adornan a los ecuatorianos, gente hospitalaria y emprendedora, que reconoce que no hay progreso justo ni bien común universal sin el bien espiritual y moral de las personas, consideradas en su totalidad de alma y cuerpo. Sin esta exigencia irrenunciable, la vida pública se debilita en sus motivaciones y se corre también «el riesgo de que no se respeten los derechos humanos, bien porque se les priva de su fundamento trascendente, bien porque no se reconoce la libertad personal» (Caritas in veritate, 56). Dichos valores esenciales arraigan hondamente en la verdad del ser humano que, creado a imagen y semejanza de Dios, constituye de por sí el límite de todo poder político y, a la vez, la razón de su servicio. A este respecto, la historia enseña que el desconocimiento o tergiversación de esta verdad sobre el hombre es a menudo el pórtico de injusticias y totalitarismos. En cambio, cuando el Estado se dota de los instrumentos legislativos y jurídicos adecuados para que sea pródigamente salvaguardada y favorecida, el régimen de libertad y auténtica participación ciudadana se consolida, el tejido social se afianza y la asistencia a los más desprotegidos se fortalece.

4. Señor Embajador, si en el pasado de vuestra querida Nación, tan cercana al corazón del Papa, ha habido momentos de dificultad y zozobra, no han sido menores las virtudes humanas y cristianas de sus gentes, así como sus anhelos de superación, con sacrificios que evocan proficuas enseñanzas, cuyo cultivo ulterior se confía a los hombres de hoy, con vistas a la proyección de un futuro sereno y alentador. Las Autoridades ecuatorianas prestarán un gran servicio al País acrecentando ese insigne patrimonio humano y espiritual, del que podrán extraerse energías e inspiración para proseguir construyendo los pilares portantes de toda comunidad humana que se precie de esa denominación, como la defensa de la vida desde su concepción hasta su declive natural, la libertad religiosa, la libre expresión del pensamiento, así como las demás libertades civiles, por ser éstas la auténtica condición para una real justicia social. Ésta, a su vez, no podrá afirmarse sino a partir del apoyo y tutela, también en términos jurídicos y económicos, de la célula original de la sociedad, que no es otra que la familia establecida sobre la unión matrimonial de un hombre con una mujer. De fundamental trascendencia también serán aquellos programas destinados a erradicar el desempleo, la violencia, la impunidad, el analfabetismo y la corrupción. En la consecución de estos loables objetivos, los Pastores de la Iglesia son conscientes de que no han de entrar en el debate político, proponiendo soluciones concretas o imponiendo el propio comportamiento. Pero tampoco pueden ni deben permanecer neutrales ante los grandes problemas o aspiraciones del ser humano, ni ser indolentes a la hora de luchar por la justicia. Con el debido respeto a la pluralidad de opciones legítimas, su papel consiste más bien en iluminar con el Evangelio y la Doctrina social de la Iglesia las mentes y las voluntades de los fieles, para que escojan con responsabilidad las decisiones encaminadas a la edificación de una sociedad más armónica y ordenada.

5. Excelencia, una de las grandes metas que vuestros conciudadanos se han propuesto es la de lograr una amplia reforma del sistema educativo, desde los niveles primarios a los universitarios. La Iglesia en Ecuador tiene una fructífera historia en el área de la instrucción de la niñez y juventud, habiendo ejercido su obra docente con particular abnegación en regiones lejanas, incomunicadas y depauperadas de la Nación. Es de justicia que no se ignore esta ardua tarea eclesial, ejemplo de sana colaboración con el Estado. Antes bien, la comunidad cristiana desea seguir poniendo su larga experiencia en este campo al servicio de todos. Por ello, tiene su mano abierta para concurrir a la elevación del nivel cultural, que constituye un desafío prioritario para el recto progreso humano, lo cual reclama al mismo tiempo aquella libertad sin la cual la educación dejaría de ser tal. En efecto, la identidad más profunda de la escuela y la universidad no se agota en la mera transmisión de datos o informaciones útiles, sino que responde a la voluntad de infundir en los alumnos el amor a la verdad, que los conduzca hacia aquella madurez personal con que habrán de ejercer su papel de protagonistas del desarrollo social, económico y cultural del País. Al aceptar este reto, la Autoridad pública ha de garantizar el derecho que asiste a los padres, tanto de formar a sus hijos según sus propias convicciones religiosas y criterios éticos, como de fundar y sostener instituciones docentes. En esta perspectiva, es también importante que la Autoridad pública respete la identidad específica y la autonomía de las instituciones educativas y de la universidad católica, en consonancia con el modus vivendi, suscrito hace más de setenta años entre la República del Ecuador y la Santa Sede. Por otra parte, en virtud de sus derechos educativos, los padres tienen que contar con que la libertad de educación sea promovida también en las instituciones docentes estatales, donde la legislación seguirá asegurando la enseñanza religiosa escolar en el marco curricular correspondiente a los fines propios de la escuela en cuanto tal.

6. Señor Embajador, al concluir este encuentro que da inicio a vuestra misión de estrechar más todavía las ya fecundas relaciones entre la República del Ecuador y la Santa Sede, confío a Vuestra Excelencia, a su distinguida familia y al personal de esa Misión Diplomática a la amorosa intercesión de María Santísima, en su advocación de Nuestra Señora de la Presentación del Quinche, celestial Patrona del Ecuador. A la Madre de Dios le suplico que acompañe a todos los hijos de esa hermosa tierra, para que se avive en ellos aquel pensamiento de vuestro egregio compatriota, el Dr. Eugenio de Santacruz y Espejo, que en los días de la independencia de la Nación, hace ahora doscientos años, exhortaba a todos los ecuatorianos a ser libres al amparo de la Cruz. Con estos sentimientos, imploro de Aquel que estuvo clavado en ella que proteja y bendiga a todos vuestros conciudadanos.

[©Libreria Editrice Vaticana]

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