23.10.10

Deberían estar en la cárcel y no en un hotel de 4 estrellas

A las 1:28 PM, por Luis Fernando
Categorías : Cultura de la vida, Cristianos en la vida pública, Cultura de la muerte, Actualidad
 

Son asesinos de la peor especie. Cobran dinero por matar a los seres más indefensos. Como los médicos colaboracionistas con el nazismo, profanan la medicina, que debe de estar al servicio de la vida y no de la muerte. Son la escoria de su profesión y de toda sociedad que se precie de ser civilizada. Su lugar debería ser la cárcel y sin embargo desde ayer están reunidos en un hotel de cuatro estrellas, buscando la forma de perfeccionar sus técnicas de asesinato. Todo ello con la complicidad abierta y descarada de unos gobernantes indignos que han facilitado a través de las leyes la actividad terrorista de esa gentuza.

Lo peor de todo es que buena parte de la sociedad española permanece indiferente o muestra su apoyo a esos degenerados. Estos mercenarios de la muerte no obtendrían beneficios económicos si una de cada seis mujeres que se quedan embarazadas en este país no contrataran sus servicios. Muchos las presentan como víctimas y en algunos casos -cuando son obligadas- puede que sea así, pero no habría médicos abortistas sin mujeres dispuestas a matar al hijo que se desarrollo en su seno.

A Dios gracias, hay otra parte de la sociedad que se niega a bajar los brazos ante este holocausto continuo. Hoy la hemos visto defendiendo la vida en Sevilla, donde se celebra el congreso de los abortistas. Intereconomía TV se ha apuntado un gran tanto y ha retransmitido el acto organizado, entre otros, por HO y DAV. Si la cara es el reflejo del alma, es obvio que en esa concentración se respiraba vida. Por el contrario, cuando las femininistas radicales salen a berrear, se ve en sus rostros la presencia del odio, de la muerte, de Satanás regodeándose de nuevo en la muerte de inocentes.

La luz siempre derrota a las tinieblas. La vida se impone a la muerte. Pero para ello hay que dar la batalla, hay que ir a la guerra. Nuestras armas no matan, porque nuestros enemigos ya están muertos. Y eso les hace más peligrosos. No tienen nada que perder, porque la muerte de inocentes nunca es ganancia. La muerte engendra muerte. Por eso muchas mujeres que abortan acaban suicidándose o viviendo una vida de desesperación. A ellas, si se arrepienten, les podemos ofrecer el perdón que sólo da Cristo. La misericordia de Dios es tan inmensa que perdona a quien ha matado a su propio hijo. Pero igual que digo eso, afirmo que la ira y el juicio de Dios será implacable con los abortistas y quienes les amparan. Como aparece en algunos textos cristianos de los primeros siglos, en el infierno debe de haber un lugar especial para todos ellos.

Es hora de que convirtamos sus vidas en un adelanto de ese infierno. Es hora de que les señalemos con el dedo, de que boicoteemos a cualquier empresa que les acoja, que les financie, etc. Pero también es hora de que llevemos a nuestros parlamentos a verdaderos defensores de la vida. No podemos salir a la calle a defender la vida y luego votar a los que, se llamen PSOE o se llamen PP, llegan incluso a pagar abortos con nuestros impuestos.

Luis Fernando Pérez Bustamante