23.10.10

Éste no debería vivir

A las 10:03 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Esta mañana he seguido parte de la retransmisión televisiva de una protesta a favor de la vida y en contra del aborto, convocada como reacción frente a un congreso de especialistas en eliminar vidas humanas antes del nacimiento.

Contaba uno de los participantes en la concentración a favor de la vida que, en un determinado momento, uno de los congresistas pro-aborto se dirigió a él. El manifestante en favor de la vida estaba acompañado por un señor aquejado de evidentes deficientes físicas y quizá también psíquicas. El congresista pro-aborto lo increpó directamente y, señalando a la persona enferma, afirmó: “Éste no debería vivir. Sólo ocasiona gastos a la sociedad”.

En este hecho, verdaderamente reprobable, se manifiesta el rostro de la ideología favorable al aborto. Quienes la sostienen se sienten por encima del bien y del mal, atribuyéndose el derecho de decidir quienes merecen vivir y quienes no.

Resulta muy cruel señalar a una persona y decir algo así como “éste se nos ha escapado”, “no ha funcionado la eugenesia con él”. Pero si es cruel decir esto de alguien ya adulto, no menos cruel es sentenciar lo mismo a propósito de un ser humano en proceso de gestación: “Por si no sale bien, para evitar la carga que supondría, hay que eliminarlo”.

Es verdad que no todos los abortos – algunos de ellos sí – obedecen a razones eugenésicas. En muchos casos, posiblemente en la mayoría de ellos, se aborta porque el bebé no llega en el momento “oportuno” y deseado, bien sea porque compromete un proyecto personal que quiere afirmar la propia independencia por encima de cualquier otra consideración, o bien porque la situación económica de la madre, o del padre y de la madre juntos, no es la más favorable para hacer frente a la responsabilidad de criar a un hijo.

También me llamó la atención que, en los establecimientos acreditados donde practican abortos, no se les permita a las madres ver la ecografía de sus hijos. Incluso bajan el volumen del ecógrafo para que ellas no puedan oír los latidos del corazón del feto. Si esto es así, como parece que es, resulta obvio que están ocultando la verdad, toda la verdad, a las mujeres que, por voluntad propia o por presiones, acceden a someterse a la singular intervención que consiste en expulsar de su útero a su propio hijo causándole la muerte.

No faltará quien alegue razones “filosóficas” para negar al feto humano la condición humana y, por supuesto, la condición de persona. Pero son, cada vez lo vemos con mayor claridad, razonamientos alambicados que contrastan con la inmediatez y con la evidencia con la que se presenta lo real.

Hace años, la ignorancia, el poco conocimiento, no hacía bueno lo que siempre ha sido malo, pero lo hacía, si acaso, más disculpable. Hoy no. Hoy no hay excusas. Es más, moralmente hablando, bastaría sólo con la duda para abstenerse de lo que podría ser – y, obviamente es – la eliminación de una vida humana inocente.

Yo no sé cómo acabar con esta plaga que nos envilece a todos. Quizá la primera batalla sea llamar a las cosas por su nombre y, no en segundo lugar, mantener la esperanza y la lucha. No veo negación más directa de Dios, y de lo que nos constituye como humanos, que la legitimación social del aborto.

Guillermo Juan Morado.