27.10.10

Kinsey. Portada de Time de agosto 1953

 

Dos de los grandes gurús del progresismo fueron entomólogos: Paul R. Ehrlich experto en mariposas, y Alfred Kinsey en avispas y taxonomía. Los dos saltaron a la misma disciplina: la sociología, pensarían que no era más que cambiar un bicho por otro.

El primero, con su libro apocalíptico «The Population Bomb» (1968), desató, de la mano del Club de Roma, una gigantesca campaña de esterilizaciones forzosas y la implantación de políticas antinatalistas, aborto incluido, en todo el mundo. Eso sí, bajo mandato de la ONU y otros organismos internacionales. Al grito de «no vamos a caber» se segó la vida y la dignidad de mucha gente. Algo corto de método y de criterios científicos, no se le conocen predicciones acertadas, pero sigue recibiendo premios. Ehrlich aporta un pequeño barniz pseudocientífico a la receta progre de que eliminar la pobreza es eliminar al pobre.

El caso de Kinsey tiene a primera vista el mismo hilo conductor. Dos libros «El comportamiento sexual en el hombre» (1948) y «Comportamiento sexual en la mujer» (1953) con graves problemas técnicos y metodológicos, apoyan pseudocientíficamente la llamada «revolución sexual». También sus datos y conclusiones han sido desmentidos por investigaciones posteriores, y ya sólo los utilizan en el lobby homosexualista, que inasequible al desaliento repiten sus eslóganes como un mantra; los partidarios de la despenalización de la pederastia y la Planned Parenthood para sus programas de aborto y educación sexual.

Pero mientras Ehrlich no era más que simplemente un mal sociólogo, Kinsey debería haber engrosado la lista de las personas más depravadas de la historia de la humanidad, con unos métodos que convierten al Ángel de la Muerte en un digno compañero.

En la década de los 30, las patologías sexuales del propio Kinsey se desbocan y comienza un proceso de autojustificación (ahorro los sórdidos detalles). Con el cambio de rectorado en la Universidad de Indiana en 1938 ve el cielo —el infierno— abierto. El nuevo rector quería situar la institución a la vanguardia académica. Kinsey le propone impartir educación sexual con un nuevo enfoque y acomete la dirección de un seminario sobre matrimonio y familia. Utiliza el curso para sonsacar a los alumnos sobre sus experiencias sexuales, pero tiene que suspenderlo por las reiteradas quejas de los pupilos.

Para verse libre de presiones, y abusando de su posición como zoólogo para dotarlo económicamente, funda el Instituto para la Investigación Sexual —el Instituto Kinsey— en 1947. Allá se realizaron toda clase de depravaciones, entre las que alentaba la pederastia y el bestialismo. El ‘y’ no es excluyente.

Los archivos, en muchos casos filmados, continúan en el Instituto como en un museo de los horrores. La institución, que niega el acceso a la documentación, ha intentado recientemente limpiar su imagen con una película hagiográfica protagonizada por Liam Neeson.

Las investigaciones llevadas a cabo con varios cientos de niños —desde los dos meses a los 15 años— consistieron en actos sexuales perpetrados por un grupo de nueve personas. Algunas de ellas fueron ‘entrenadas’. El Informe Kinsey «sobre los hombres», afirma que los niños reaccionaron a las manipulaciones sexuales por parte de los nueve adultos de diversas maneras: se retorcían, gritaban horriblemente, tenían violentas convulsiones, grandes temblores y/o experimentaban horribles dolores.

Pero a pesar los interesados intentos para que su verdadera cara no salga a la luz se van conociendo casos. Es desgarrador. El último, una entrevista de Esther White seud., víctima de los experimentos de Kinsey, concedida a WND en dos partes (parte 1 y parte 2) No tengo tripas para traducirla, lo siento. Los detalles me abren las carnes. Cuenta como su abuelo trabajó con Kinsey y abusó de ella una vez. Su padre muchas, desde los siete años. Y su tío con su prima.

Cronómetro en mano apuntaban los detalles y las reacciones en un cuestionario. No utilizaba la fuerza física, primero con amor de padre, luego con temor. La pobre niña pensaba que si se lo contaba a su madre se divorciarían. Luego con la historieta de que era para la ciencia. A la postre descubrió que era por dinero.

Pero termina esperanzada, y después de mostrar que perdona dice «tenemos que conseguir que los padres se den cuenta de que la castidad funciona. La Planned Parenthood ha lavado el cerebro a las dos últimas generaciones diciéndoles que eso no funciona. Yo practiqué la castidad y tuve un matrimonio maravilloso»

El gobierno de Washington ha pedido perdón por la experimentación con humanos, infectando con enfermedades venéreas a guatemaltecos, de un modo planificado y sistemático. Es una buena ocasión para levantar alfombras y asumir que no todo vale. ¿A quién le extraña que esta entrevista no haya sido noticia en España?. Demasiados intereses en juego, demasiada falta de respeto por la dignidad de la persona.

He intentado ser lo más delicado posible, sino lo he conseguido pido disculpas, no he sabido hacerlo de otro modo. La verdad, me he emocionado con la entrevista y os animo a rezar por víctimas y verdugos.