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Servicio diario - 1 de noviembre de 2010

El Papa en España

Benedicto XVI va a Santiago y Barcelona para recordar el amor de Dios

Santa Sede

Atentado en la catedral de Bagdad: el Papa clama paz para Oriente Medio

La santidad es el objetivo del cristiano, asegura el Papa

Foro

Sínodo de Oriente Medio, la urgencia de la paz

Angelus

Benedicto XVI: “La santidad, imprimir a Cristo en uno mismo”


El Papa en España


Benedicto XVI va a Santiago y Barcelona para recordar el amor de Dios
Entrevista a monseñor Celso Morga, subsecretario para la Congregación del Clero
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI va Santiago de Compostela y a Barcelona, entre el 6 y el 7 de noviembre, para recordar el amor de Dios, que "el Señor no quita nada y lo da todo".

Por un lado va a impulsar el sentido de la peregrinación a la tumba de Santiago el Mayor --la penitencia, la conversión y la importancia que representa este santuario para la evangelización de Europa--, por otro, admirará y presentará los innumerables símbolos litúrgicos de las columnas, las torres y los cientos de detalles que componen la arquitectura de la Sagrada Familia.

Sobre ambos temas, ZENIT ha entrevistado a monseñor Celso Morga Iruzubieta, subsecretario de la Congregación para el Clero, nacido en Huércanos, en La Rioja, el 28 de enero de 1948 y fue ordenado sacerdote en 1972.

--¿Por qué el Papa va expresamente a consagrar el templo de la Sagrada Familia?

--Monseñor Celso Morga: En sus cinco naves centrales la Sagrada Familia está prácticamente terminada y el Papa está muy contento de hacer esta consagración. Para él es muy importante que la liturgia se haga bien, darle todo el esplendor, que sea el culto a Dios y además que ésta sea un vehículo por excelencia de la catequesis. Gaudí fue un hombre litúrgico, autodidacta, no estudió en ningún seminario, en ninguna casa de formación. Sus fuentes de conocimiento y de vida cristiana eran la liturgia y la misa que todos los días oía. Todo el simbolismo de la liturgia y todo el sentido de la liturgia está plasmado en la arquitectura del templo de la Sagrada Familia.

--El siglo XIX fue un siglo de mucha santidad en Cataluña. ¿Cree que esto influyó en la espiritualidad de Gaudí?

--Monseñor Celso Morga: Sí. Está por ejemplo el padre san Jose Manyanet, canonizado por Juan Pablo II, uno de los promotores de la construcción de la Sagrada Familia y el fundador de la Congregación de los Hijos de la Sagrada Familia de Jesús, María y José. Él tenía su congregación religiosa como norte. A ambos los unía el tema de la Sagrada Familia como un modo de reencontrar las raíces cristianas y re evangelizar y de ahí nació esa iniciativa de construir ese templo. La vida de Gaudí es la Sagrada Familia. Todo lo que vivió esta expresado ahí. Ese florecimiento de santidad influyó en Gaudí. La Sagrada Familia no es casualidad. Responde a este florecimiento que hubo en Cataluña en la segunda mitad del siglo XIX.

--¿Cree que la atención especial que da Benedicto XVI a los temas litúrgicos es lo que hace que le llame tanto la atención de la figura de Gaudí?

--Monseñor Celso Morga: Para el Papa es muy importante que en estas grandes ciudades, en medio de nuestra civilización secularizada, haya espacio para los templos, para los grandes templos. Las catedrales no son algo de la Edad Media sino también de nuestros días. En España quizás se dé ese cliché de que antes era muy católica y que ahora es muy atea y creo que no es verdad ni lo primero ni lo segundo. La inmensa mayoría se reconoce católica y hay una minoría que no lo es. Quizás se ha dado un proceso que se produce también en todos los países del área occidental: vivir como si Dios no existiera. Eso lo lleva también el progreso material, una vida fácil, el que los domingos uno se va de fin de semana, de vacaciones, sale de la ciudad, a respirar, a no frecuentar la Iglesia. Determinadas dificultades de la vida social te pueden llevar a no educar a los hijos cristianamente: los niños tienen que hacer gimnasia y lenguas pero a veces no frecuentan la catequesis. En fin, son dificultades que traen en esta vida moderna tantas dificultades. También está el descenso en las tasas de natalidad. La sociedad busca cada vez más vivir en apartamentos muy pequeñitos. Las circunstancias influyen en este proceso de distanciamiento espiritual.

--¿Por qué ha querido el Papa ir a celebrar el Año Xacobeo a Santiago de Compostela?

--Monseñor Celso Morga: Él tiene en su escudo episcopal la concha del peregrino. Cuando un obispo escoge su escudo lo hace para ponerlo en línea con lo que guiará su misión episcopal. Ha querido aprovechar este año santo, que no se repetirá hasta 2021, para venerar la tumba del apóstol Santiago, para recordarnos que tenemos que recobrar nuestras raíces. Europa ha sido un continente cristiano, que ha llevado su civilización, su cultura y su religión a todo el mundo, pero sobre todo a partir del proceso de la Ilustración y del proceso de imponer a la razón humana como única guía de la humanidad, ese sentido de Dios se ha escondido y a Dios la cultura occidental y europea le ha considerado a partir de entonces como algo indiferente y como un enemigo de la autonomía, como si el ser humano no se pudiera realizar humanamente si Dios está presente. El Papa insiste mucho en lo contrario: en Dios, como amigo, el hombre encuentra su plenitud y, cuando Dios falta, el hombre se empobrece. En la Edad Media, los pecadores recorrían ese camino como penitencia para encontrar de nuevo la gracia de Dios, pero eran personas que tenían a Dios. Una cosa es querer buscar a Dios y otra es ignorarlo y negar su existencia. Cuando uno tiene a Dios, aunque tenga caídas, puede encontrar el perdón de Dios, pero el problema surge cuando uno no lo tiene. El Papa lo que quiere es que Europa y el mundo recuperen a Dios como amigo, como quien da sentido y plenitud al hombre. Lo que busca es que no vean a Dios como un problema para que puedan realizarse. Me parece que es particularmente oportuno que el Papa vaya a España en dos ocasiones en el mismo año escolar, porque España está viviendo este proceso de secularización acelerado, quizás con un poquito de retraso con respecto a los países de Europa central.  Creo que es un momento en el que el Papa quiere volverle a decir a los españoles una frase que ha repetido varias veces durante su pontificado: "El Señor no quita nada y lo da todo".

Por Carmen Elena Villa




 

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Santa Sede


Atentado en la catedral de Bagdad: el Papa clama paz para Oriente Medio
Mueren al menos 42 secuestrados, 5 mujeres, 7 niños y 2 sacerdotes
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ante el sangriento atentado que tuvo lugar en la tarde de este domingo  en la catedral siro-católica de Bagdad, Benedicto XVI ha lanzado un apremiante llamamiento a la paz en Oriente Medio y ha exigido en este sentido la involucración de las instituciones nacionales e internacionales.

En el primer encuentro público con los fieles, el Papa alzó la voz para pedir "¡que todos unan sus fuerzas para que termine toda violencia!", y recordó que entre los fallecidos se encuentran dos sacerdotes.

Según un responsable del Ministerio del Interior de Irak, que habló bajo la condición de anonimato, el balance del atentado contra la catedral es de "42 secuestrados asesinados, de los cuales 5 mujeres y 7 niños, 56 heridos, entre los cuales 10 mujeres y 8 niños".

En el asalto, de las fuerzas de seguridad para liberar a los secuestrados, ha precisado esta misma fuente, "7 miembros de los servicios de seguridad han muerto y otros 15 quedaron heridos".

El ataque ha sido reivindicado por Internet por el grupo terrorista "Estado Islámico en Irak", que forma parte de la red de Al Qaeda. Según algunas fuentes, 5 terroristas murieron en el asalto, 8 sospechosos han sido detenidos.

Al dirigirse a mediodía a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro en la solemnidad de todos los santos, Benedicto XVI aseguró que reza "por las víctimas de esta absurda violencia, que es aún más feroz pues ha golpeado a personas inermes, reunidas en la casa de Dios, que es casa de amor y reconciliación".

Asimismo, el pontífice expresó su "afectuosa cercanía a la comunidad cristiana, que ha vuelto a ser golpeada", y alentó "a todos los pastores y fieles a perseverar en la fortaleza y en la firmeza de la esperanza".

"Ante los crueles episodios de violencia que siguen destrozando a las poblaciones de Oriente Medio, quisiera renovar por último mi apremiante llamamiento a la paz: es don de Dios, pero es también el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales", exhortó.

Por Jesús Colina

 

 

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La santidad es el objetivo del cristiano, asegura el Papa
En la solemnidad de todos los santos
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La santidad es el objetivo de la vida del cristiano, considera Benedicto XVI, reconociendo que desde esta perspectiva la muerte deja de provocar miedo.

Al dirigirse este lunes a los miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano en el día de todos los santos, afirmó que esta solemnidad "nos invita a elevar la mirada al Cielo y a meditar en la plenitud de la vida divina que nos espera".

"La santidad, imprimir a Cristo en uno mismo, es el objetivo de la vida del cristiano", afirmó hablando en italiano desde la ventana de su estudio.

El pontífice aseguró que "experimentamos con antelación el don de la belleza de la santidad cada vez que participamos en la Liturgia eucarística, en comunión con la 'multitud inmensa' de los bienaventurados, que en el Cielo aclaman eternamente la salvación de Dios".

Al mismo tiempo, aclaró, en la vida de los santos "es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos".

Desde esta perspectiva, el Papa invitó a conmemorar a todos los fieles difuntos, como propone este 2 de noviembre la liturgia, visitando si es posible el lugar donde descansan los restos de nuestros seres queridos fallecidos.

"Los cementerios nos recuerdan que la muerte cristiana forma parte del camino de asimilación a Dios y que desaparecerá cuando Dios será todo en todos --aseguró--. Si bien la separación de los afectos terrenales es ciertamente dolorosa, no debemos tener miedo de ella, porque cuando está acompañada por la oración de sufragio de la Iglesia, no puede quebrar los profundos lazos que nos unen en Cristo".

"La eternidad no es un continuo sucederse de días del calendario, sino algo así como el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad del ser, de la verdad, del amor", concluyó.

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Foro


Sínodo de Oriente Medio, la urgencia de la paz
Por Giovanni Maria Vian
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito Giovanni Maria Vian, director de L'Osservatore Romano, sobre el impacto que ha tenido el Sínodo de Oriente Medio sobre la paz en la región.

 



 

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La preocupación por Jerusalén y por sostener a los cristianos de la tierra que fue el escenario de la encarnación del Hijo de Dios se remonta a tiempos antiquísimos y ya estaba presente en las cartas de san Pablo. Hoy, en un contexto difícil y doloroso, esta preocupación ha llevado, por primera vez, a una Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos. Una experiencia verdaderamente extraordinaria la definió Benedicto XVI, que la convocó, presidió y siguió con atención durante dos semanas.


Con el pensamiento constante en tantos cristianos -que el Papa, siguiendo las huellas de sus predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, quiso visitar y alentar durante los viajes a Turquía, Jordania, Israel, Palestina y Chipre- que viven problemas materiales, desaliento, tensión, miedo. En una región ensangrentada desde hace demasiado tiempo por conflictos, guerras, terrorismo, y que aun así es santa para los tres grandes monoteísmos.

Y el primer resultado del Sínodo ha sido llamar la atención de los católicos -pero también de todos los cristianos, de los judíos, de los musulmanes y de toda persona a quien le importen la justicia y la paz- hacia una región vastísima donde hay demasiadas incomprensiones, rivalidades, injusticias y violencias. Ante todo con la oración, como dijo el Obispo de Roma al concluir la Asamblea en San Pedro y subrayando el vínculo entre la oración misma y la justicia: "El grito del pobre y del oprimido encuentra eco inmediato en Dios, que quiere intervenir para abrir una vía de salida, para restituir un futuro de libertad, un horizonte de esperanza". La asamblea sinodal ha sido también una ocasión -que hasta ahora no se había experimentado nunca y de la cual todos deberían alegrarse- de confrontación a alto nivel, en la variedad de las posiciones y con libertad de expresión, pero con una substancial e importante convergencia en el deseo y en el auspicio de justicia y de paz. Que es preciso buscar sin desalentarse, mediante una confrontación amistosa, pero a la vez clara y constructiva, entre católicos de distintos ritos, y entre estos y los cristianos de distintas confesiones, los judíos y los musulmanes: en el "triálogo" que Benedicto XVI deseó en su viaje a Tierra Santa. De hecho, más allá de las diferencias y las dificultades, con la paciencia del bien, es necesario darse cuenta de que la paz es indispensable.

Repitiendo el grito de Pablo VI que "la paz es posible", su actual sucesor añadió que "la paz es urgente". Urgente si se quiere una vida digna de la persona humana y de la sociedad. En todos los países de la región, sin distinciones. Este es también el único antídoto contra la emigración: para las comunidades cristianas una auténtica hemorragia, que es preciso detener.

Otra contribución que los cristianos pueden aportar a la región -subrayó con claridad Benedicto XVI- es la promoción de "una auténtica libertad religiosa y de conciencia, uno de los derechos fundamentales de la persona humana que cada Estado debería respetar siempre". Un "espacio de libertad" que hay que ampliar a través del diálogo con los musulmanes, según el deseo expresado por los padres sinodales.

La preocupación de la Iglesia es una sola, y esto explica también su política: testimoniar y anunciar el Evangelio. Como ha repetido muchas veces y sigue repitiendo Benedicto XVI sin cansarse ni desalentarse. Por esto el Papa -que ha constituido en la Curia romana un organismo específico para este objetivo- anunció el tema de la próxima Asamblea ordinaria: la nueva evangelización. Indicando, en Oriente Próximo y Oriente Medio, así como en el resto del mundo, la urgencia del Evangelio. 



 

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Angelus


Benedicto XVI: “La santidad, imprimir a Cristo en uno mismo”
Intervención con motivo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 1 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que dirigió Benedicto XVI este lunes, solemnidad de todos los santos, al rezar a mediodía el Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro.

 



 

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Queridos hermanos y hermanas:

La solemnidad de todos los santos, que hoy celebramos, nos invita a elevar la mirada al Cielo y a meditar en la plenitud de la vida divina que nos espera.  "Somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía" (1Juan 3, 2): con estas palabras el apóstol Juan nos asegura la realidad de nuestra futura relación con Dios, así como la certeza de nuestro destino futuro. Como hijos amados, por este motivo, recibimos también la gracia para soportar las pruebas de esta existencia terrena, el hambre y la sed de justicia, las incomprensiones, las persecuciones (Cf. Mateo 5, 3-11), y al mismo tiempo heredamos ya desde ahora lo que se promete en las bienaventuranzas evangélicas, "en las cuales resplandece la nueva imagen del mundo y del hombre que inaugura Jesús" (Benedicto XVI, Gesù di Nazaret, Milán 2007, 95; Jesús de Nazaret). La santidad, imprimir a Cristo en uno mismo, es el objetivo de la vida del cristiano. El beato Antonio Rosmini escribe: "El Verbo se había impreso a sí mismo en las almas de sus discípulos con su aspecto sensible... y con sus palabras... había dado a los suyos esa gracia... con la que el alma percibe inmediatamente al Verbo" (Antropologia soprannaturale, Roma 1983, 265-266, Antropología sobrenatural). Y nosotros experimentamos con antelación el don de la belleza de la santidad cada vez que participamos en la Liturgia eucarística, en comunión con la "multitud inmensa" de los bienaventurados, que en el Cielo aclaman eternamente la salvación de Dios y del Cordero (Cf. Apocalipsis 7, 9-10). "La vida de los Santos no comprende sólo su biografía terrena, sino también su vida y actuación en Dios después de la muerte. En los santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos" (encíclica Deus caritas est, 42).

Consolados por esta comunión de la gran familia de los santos, mañana conmemoraremos todos los fieles difuntos. La liturgia del 2 de noviembre y el piadoso ejercicio de visitar los cementerios nos recuerdan que la muerte cristiana forma parte del camino de asimilación a Dios y que desaparecerá cuando Dios será todo en todos. Si bien la separación de los afectos terrenales es ciertamente dolorosa, no debemos tener miedo de ella, porque cuando está acompañada por la oración de sufragio de la Iglesia, no puede quebrar los profundos lazos que nos unen en Cristo. En este sentido, san Gregorio de Niza afirmaba: "Quien ha creado todo con la sabiduría, ha dado esta disposición dolorosa como instrumento de liberación del mal y posibilidad para participar en los bienes esperados (De mortuis oratio, IX, 1, Leiden 1967, 68).


Queridos amigos, la eternidad no es "un continuo sucederse de días del calendario, sino algo así como el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad" (encíclica Spe Salvi, 12) del ser, de la verdad, del amor. Encomendemos a la virgen María, guía segura hacia la santidad, nuestra peregrinación hacia la patria celestial, mientras invocamos su maternal intercesión por el descanso eterno de todos nuestros hermanos y hermanas, que se han dormido en la esperanza de la resurrección. 

[Tras rezar el Ángelus, el Papa añadió en italiano:]

Ayer por la tarde, en un gravísimo atentado en la catedral siro-católica de Bagdad, decenas de personas murieron y quedaron heridas, entre las cuales dos sacerdotes y un grupo de fieles reunidos con motivo de la santa misa dominical. Rezo por las víctimas de esta absurda violencia, que es aún más feroz pues ha golpeado a personas inermes, reunidas en la casa de Dios, que es casa de amor y reconciliación. Expreso, además, mi afectuosa cercanía a la comunidad cristiana, que ha vuelto a ser golpeada, y aliento a todos los pastores y fieles a perseverar en la fortaleza y en la firmeza de la esperanza. Ante los crueles episodios de violencia que siguen destrozando a las poblaciones de Oriente Medio, quisiera renovar por último mi apremiante llamamiento a la paz: es don de Dios, pero es también el resultado de los esfuerzos de los hombres de buena voluntad, de las instituciones nacionales e internacionales. ¡Que todos unan sus fuerzas para que termine toda violencia!

[A continuación, el Papa saludó a los peregrinos en varios idiomas, en español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. Hoy celebramos la fiesta de Todos los Santos, la multitud de hermanos nuestros en la fe que, a lo largo de todos los siglos, han llegado a la casa del Padre e interceden por nosotros. Ellos nos recuerdan que Dios nos mira con amor y nos llama también a nosotros a una vida de santidad, a la plenitud de la caridad, a vivir completamente identificados con Cristo. Que la intercesión de la Virgen María y el ejemplo de los santos nos ayuden a recorrer con alegría el camino que lleva a la bienaventuranza eterna. Feliz Fiesta.

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina

©Libreria Editrice Vaticana]



 



 



 

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