1.11.10

Un aliado en la lucha contra la pederastia

A las 1:21 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Pederastia en el clero católico
 

La Iglesia católica debería ser considerada por las víctimas de abusos sexuales de los sacerdotes como un “aliado” en la lucha contra la pederastia en el mundo. Es el deseo expresado por el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en una carta dirigida a los fundadores del grupo estadounidense “Survivor’s Voice”, organizadores de una manifestación por la justicia y la verdad la noche del domingo 31 de octubre en las inmediaciones de la Plaza de San Pedro.

La misiva pretendió ser un gesto de acercamiento personal del sacerdote jesuita con quienes sufrieron en su propia piel delitos atroces. Aunque en manera no oficial el documento buscó establecer una posición respecto de la marcha, que fue sencilla pero significativa (un reporte sobre la misma se puede leer aquí).

La de ayer fue la primera manifestación organizada (y pacífica) de las víctimas de la pedofilia. Originalmente debió llevarse a cabo frente al Vaticano pero la policía no dio los permisos correspondientes y se tuvo que trasladar a la cercana plaza del Castel Sant’Angelo. Aunque no superaban las 80 personas tampoco les dejaron desfilar por Via della Conciliazione unos 500 metros hasta la plaza vaticana.

La estrategia de cerrarles el paso y acortarles el evento no pareció la más acertada. Ignorarles hubiera sido peor. Tomando en cuenta los casos de abusos clericales registrados en diversas partes del mundo la Santa Sede se debía esperar que, por algún lado, la presión de la olla saliera finalmente. Uno puede estar o no de acuerdo con tales iniciativas, pero era prácticamente imposible no pensar que tarde o temprano las víctimas saldrían a protestar y buscarían llevar sus reivindicaciones a Roma.

Fue el vocero vaticano quien salió al encuentro de los manifestantes. Al finalizar la marcha recibió en privado a los organizadores Bernie McDaid y Gary Bergeron. Antes de la marcha había querido saludarlos pero a cambio se comió algunos insultos de los presentes, naturalmente. Al final se reunió con ellos y les dio la carta que a continuación transcribimos completa en una traducción propia del inglés:

EN OCASION DEL “REFORMATION DAY”
Por Federico Lombardi / 31 de Octubre de 2010

Las ventanas de mi oficina en la Radio Vaticana están solamente a unos metros y, por lo tanto, permiten escuchar y son un signo tangible de nuestra atención, a su mitin. Esta intervención mía no es oficial, pero debido a mi inserción profunda e identificación con la Iglesia católica y la Santa Sede, creo que puedo expresar los sentimientos compartidos por muchos en cuanto al objeto de vuestra manifestación.

En esto me siento animado por la actitud del Papa, demostrada muchas veces, de escucha a las víctimas y muestra de voluntad por hacer todo lo necesario de modo que los crímenes horribles de abuso sexual nunca más vuelvan a ocurrir.

Debo decir que, aún cuando no comparto todas vuestras declaraciones y posiciones, encuentro en muchas de ellas los elementos sobre los cuales se puede desarrollar un compromiso, que traerá solidaridad y acuerdo general entre nosotros. Es verdad que la Iglesia debe estar muy atenta de modo que los niños y los jóvenes, que son confiados a sus actividades educativas, puedan crecer en ambientes completamente seguros.

Ayer por la mañana (sábado 30 de octubre ndr), cien mil jóvenes estuvieron presentes en este lugar para una gran celebración de su fe y su juventud, y ellos son una pequeña parte de los jóvenes que participan con confianza y entusiasmo en la vida de la Iglesia. Debemos asegurarnos absolutamente que su crecimiento sea sano y sereno, estableciendo toda la protección necesaria. Tenemos una gran responsabilidad respecto al futuro de la juventud del mundo.

Es verdadero que los procedimientos de investigación y de intervención deben ser más rápidos y más eficaces, tanto los de la Iglesia como los de las autoridades civiles, y que debe haber una colaboración buena entre estos dos, en conformidad con las leyes y las situaciones de los países afectados.

Sé que ustedes piensan que la Iglesia debería hacer más y de un modo más rápido. Desde mi punto de vista -aún cuando uno pueda y siempre debería hacer más- estoy convenido que la Iglesia ha hecho y hace mucho. No sólo el Papa, con sus palabras y su ejemplo, sino también muchas comunidades eclesiales en varias partes del mundo han hecho y hacen mucho, tanto al escuchar a las víctimas como en materia de prevención y formación.

Personalmente estoy en contacto con muchas personas que trabajan en este campo en muchos países y estoy convencido que ellos hacen mucho. Desde luego debemos seguir haciendo más. Y vuestro grito de hoy es un estímulo para hacer más. Pero una gran parte de la Iglesia está ya en el buen camino. La gran parte de los crímenes pertenecen al pasado. La realidad de hoy y del mañana está por venir. Debemos ayudarnos los unos a los otros para dirigirnos juntos en la dirección correcta.

Pero la cosa más importante que quiero decirles es la siguiente, y me siento animado a decirlo porque me parece que ustedes también son conscientes de ello: el problema de los abusos sexuales, sobre todo contra los menores, pero también de un modo más ámplio, es uno de los grandes flagelos del mundo de hoy. Este implica y toca a la Iglesia católica, pero sabemos muy bien que lo ocurrido en la Iglesia es sólo una pequeña parte de lo que ha pasado y sigue pasando en el mundo.

La Iglesia primero debe liberarse de este mal y dar un buen ejemplo en la lucha contra los abusos dentro de su medio, pero después debemos luchar todos contra este flagelo, sabiendo que es inmenso en el mundo, un fenómeno que aumenta más fácilmente cuando permanece oculto; y muchos están de verdad muy felices que toda la atención sea focalizada sobre la Iglesia y no sobre ellos, ya que esto les permite continuar tranquilos.

Esta lucha debe ser combatida por nosotros juntos, uniendo nuestras fuerzas contra la extensión de este flagelo, que usa nuevos medios y modos de extender su mano, ayudado en esto por el internet y las nuevas formas de comunicación, por la crisis que golpea a las familias, por el turismo sexual y el tráfico que explota la pobreza de la gente en varios continentes.

Lo que la Iglesia ha aprendido en estos años -incitada también por ustedes y por otros grupos- y las iniciativas que ella puede tomar para purificarse y ser un modelo de seguridad para los jóvenes, deben servir de ayuda para todos. Por esto les invito a mirar a la Iglesia más como un aliado posible, o -según yo- como un aliado ya activo hoy en la búsqueda de los objetivos más nobles de sus esfuerzos.