ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 5 de noviembre de 2010

El Papa en España

El Papa lleva a Santiago y Barcelona un mensaje de humildad y caridad

Las cifras de la Iglesia en España: una obra inmensa

Cardenal Carles: “El Papa tiene que decir muchas cosas en un tiempo corto”

Santa Sede

El 11 de noviembre se publicará la exhortación post-sinodal “Verbum Domini”

Benedicto XVI: la Doctrina Social de la Iglesia, una cuestión de amor

El Papa: “la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir”

Calendario de celebraciones del Papa para las próximas semanas

La Santa Sede en la feria del libro de Santo Domingo 

Mundo

Los cristianos, horrorizados tras los ataques en Bagdad

Entrevistas

“La Obra” de Julia Verhaeghe, un grupo inspirado por el beato Newman

Foro

La inmensa obra maestra del Arquitecto de Dios

Espiritualidad

Evangelio del domingo: Eternidad, no longevidad

Documentación

Discurso del Papa a los obispos del sur de Brasil


El Papa en España


El Papa lleva a Santiago y Barcelona un mensaje de humildad y caridad
Al recorrer el Camino, consagrar la Sagrada Familia y visitar a quienes sufren
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI quiere llevar un mensaje de humildad y caridad este fin de semana en su peregrinación apostólica a Santiago de Compostela y Barcelona, asegura el portavoz vaticano.

"Hay infinitas cosas bellísimas que pueden decirse sobre este viaje del Papa a España", reconoce el padre Federico Lombardi, S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede. En el último número de Octava Dies, semanario del Centro Televisivo Vaticano, subraya los principales aspectos.

Peregrino con los peregrinos

Hablando de la primera etapa, la tumba del apóstol Santiago, que visitará este sábado, el portavoz recuerda que "es la meta de un numeroso pueblo que se pone en camino, con humildad, en búsqueda. Innumerables itinerarios de personas, a través de los siglos, que reflexionan, rezan, se esfuerzan por volverse a encontrar consigo mismas y por encontrar a Dios".

"Infinitas vicisitudes diferentes de vida, con su secreto y su misterio profundo, confluyen en el gran río del pueblo en camino. El Papa hoy es peregrino con los peregrinos, como persona, y como pastor", sigue subrayando el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

"Cuántas personas vagan sin encontrar la dirección y la meta --reconoce--. En el camino a Santiago muchos han encontrado una estrella, una meta. Junto al Papa, afrontamos con confianza nuestros caminos".

La Sagrada Familia, obra potentísima de fe y arte

A continuación, el sacerdote analiza la etapa de Barcelona, el domingo, y que tiene por objetivo la consagración de la Sagrada Familia, "epopeya de un pueblo humilde y numeroso".

"Es este pueblo el que la edifica lentamente con sus pequeñas contribuciones y su devoción, no son los grandes poderes de este mundo. Gaudí sigue siendo el alma de esta empresa, pero ésta va más allá de su obra, más allá del tiempo y de las expresiones artísticas, conservando la inspiración potentítisima de fe y arte".

"De este modo va construyéndose la casa en la que el pueblo creyente vuelve a encontrarse consigo mismo en el encuentro con Cristo, con Dios. Pero en sus muros externos cada hombre, aunque no sea creyente, puede leer los significados más profundos de la existencia humana. Lenguaje universal de anuncio de salvación. Aquí el Papa ha querido venir a rezar con el pueblo".

La caridad

Por último, el padre Lombardi hace referencia al encuentro que mantendrá el Papa el domingo por la tarde al visitar a personas con discapacidades en la Obra Benéfica el Nen Déu.

Un encuentro así "no podía perdérselo", explica el portavoz. "No hay comunidad creyente sin amor concreto, capaz de transformar, transfigurar el sufrimiento en esperanza y en alegría".

Por eso, concluye, "la caridad vivida es la estrella del camino, el idioma cotidiano que todos pueden comprender. Por aquí pasa necesariamente el camino del Papa".

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Las cifras de la Iglesia en España: una obra inmensa
Casi 5.000 centros asistenciales, más de 5.500 escuelas, más de 15.000 misioneros
MADRID, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Casi 5.000 centros asistenciales, más de 5.500 escuelas y más de 15.000 misioneros: son cifras de la Iglesia en España, que recibe este fin de semana al Papa con apertura y expectación.

A 1 de enero de 2010, estaban censadas en España 46,9 millones de personas, según el Instituto Nacional de Estadística. De éstas, el 92,5% son católicas, según la Oficina Estadística de la Secretaría de Estado del Vaticano.

Desde un punto de vista subjetivo, el Centro de Investigaciones Sociológicas recoge que el 72,7% de los españoles se considera católico.

Las instituciones eclesiales realizan una acción caritativa y social inmensa. La Iglesia en España tiene 4.459 centros asistenciales, donde asiste a un total de 2.764.719 personas.

En concreto, hay 93 hospitales, 72 ambulatorios, 788 casas para ancianos, 435 orfanatos y casas de acogida de niños, 301 consultores familiares y centros para la protección de la vida y más de tres mil centros especiales de educación o reinserción social de propiedad de la Iglesia o dirigidos por eclesiásticos o religiosos.

En el ámbito educativo, la Iglesia ofrece educación en España desde 1.738 escuelas de infantil y primaria, 3.694 escuelas de enseñanza media y secundaria, y 153 escuelas de enseñanza superior y universidades. Un total de 1.370.151 alumnos estudian en centros de titularidad católica.

En términos generales, en 2008, la Iglesia ahorró al Estado con sus actividades sociales, educativas y caritativas unos 30.000 millones de euros, según la Conferencia Episcopal Española. Frente a esta cifra, recibe unos 253 millones de las declaraciones de la renta de los contribuyentes.

La cifra de nuevos bautizados ascendió a 314.719 en España en el año 2009, los niños que recibieron la Primera Comunión fueron 244.489, y las parejas que se casaron por la Iglesia fueron 91.386.

La geografía eclesiástica española está compuesta por 14 provincias eclesiásticas dividas en 69 diócesis, además del arzobispado castrense. Cuenta con 22.674 parroquias, según la oficina estadística de la secretaría de Estado del Vaticano.

En este momento, ejercen su ministerio en España 2 cardenales, catorce arzobispos, 48 obispos residentes y 10 obispos auxiliares. Respecto a los eméritos, hay 4 cardenales, 6 arzobispos, 25 obispos y 2 obispos auxiliares.

Al mismo tiempo, en 2010 desarrollaron su trabajo pastoral fuera de las fronteras españolas 109 obispos españoles, distribuidos en más de 30 países de todo el mundo.

Los misioneros españoles ascienden a más de 15.000, de los cuales unos 2.500 son religiosos, 9.000 religiosas y más de 2.000, religiosos no ordenados.

A ello hay que añadir 842 sacerdotes diocesanos, de los cuales 355 trabajan en América Latina bajo el patrocinio de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispano-Americana (OCSHA).

Además, más de 1.500 laicos españoles han decidido dedicar su vida a las misiones en diversos lugares del mundo.

Actualmente el país cuenta con 16.859 sacerdotes diocesanos y 7.990 sacerdotes religiosos. Hay un sacerdotes por cada 1.709 católicos.

En España viven 326 diáconos permanentes, 3.946 religiosos no sacerdotes y 50.653 religiosas profesas.

Respecto a las vocaciones al sacerdocio, hay 1.943 seminaristas mayores y 1.963 seminaristas menores, lo cual representa 4,27 seminaristas mayores por cada cien mil habitantes.

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Cardenal Carles: “El Papa tiene que decir muchas cosas en un tiempo corto”
Entrevista al arzobispo emérito de Barcelona sobre el próximo viaje del Papa
BARCELONA, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Arzobispo de Barcelona entre los años 1990 y 2004 y firme defensor de la causa de beatificación del arquitecto Antonio Gaudí, el cardenal Ricard Maria Carles ve la inminente visita del Papa a España como una oportunidad para el crecimiento de la unión efectiva con el sucesor de Pedro.

Esta mañana, mientras realizaba los últimos preparativos para salir de viaje hacia Santiago de Compostela, donde este sábado acompañará al Pontífice en su visita, junto con otros cardenales, obispos y miles de fieles, quiso responder por teléfono a ZENIT a unas preguntas sobre el segundo viaje de Benedicto XVI a España.

El purpurado aconseja a los fieles estar abiertos, “escuchar seriamente al Papa y pensar que lo que dice me lo está diciendo a mí” y asegura que, a pesar de ser “un intelectual de gran altura”, hace las cosas inteligibles.

- ¿Qué espera usted de esta visita?

Cardenal Carles: Que crezca el conocimiento, la simpatía y también la unión efectiva con el Santo Padre. Para ello, es importante haberlo escuchado directamente, no por radio o por televisión.

Nuestra Iglesia, al ser el Cuerpo de Cristo, supone una unión. Hay religiones, como el budismo, done existen unas creencias, pero la Iglesia es un grupo y la cabeza es el Santo Padre y es importante que tenga contacto con las Iglesias de todo el mundo. Es un poco difícil llegar a todas, pero él se esfuerza por ello.

Ésta es la segunda vez que viene a España. Hace poco vino a Valencia, de donde yo soy originario.

Por otra parte, espero lo que nos dirá. Él es un intelectual de gran altura y hace las cosas inteligibles para la gente, habla de una manera muy concreta.

En su visita a Inglaterra, un personaje inglés dijo que el Papa dice cosas muy interesantes, como por ejemplo: “Sentaos y pensad”. Esto dice mucho, en el momento actual en que nos movemos con tanta rapidez. Y también explica cosas más teológicas.

Como bávaro que es, del sur de Alemania, es otro estilo, totalmente intelectual, pero que se hace cercano, inteligible.

- ¿Cómo cree que las personas que vayan a ver al Papa pueden aprovechar mejor este momento?

Cardenal Carles: Más que distraerse en mirar cosas, por ejemplo las esculturas en la Sagrada Familia, conviene escuchar seriamente al Papa y pensar que lo que dice me lo está diciendo a mí, ya que, como mi pastor, él se interesa por mí.

Y estar abiertos, entenderlo, procurar mantener la atención, aunque después se publicarán los textos, ir haciendo nuestras sus palabras, porque es muy inteligible pero muy denso y tiene que decir muchas cosas en un tiempo relativamente corto.

- ¿Cómo será su participación en esta visita del Papa?

Cardenal Carles: Será la de los cardenales: estaremos más cerca suyo. Lo acompañaremos en algunos momentos. En las comidas, por ejemplo, estaremos los cardenales españoles, incluso vendrán tres de Roma: Antonio Cañizares, Eduardo Martínez Somalo y Julián Herranz.

Tendremos oportunidad de dialogar de muchas cosas, supongo, en la comida de Santiago, en la que comemos a solas con él, y también en Barcelona.

- ¿Tiene pensado algún tema especial para tratar con él?

Cardenal Carles: Somos muy amigos y hay que hablar de cosas, pero no en estos días, que estará con muchos requerimientos.

- Usted apoyó la apertura del proceso de beatificación de Gaudí cuando era arzobispo de Barcelona, ¿cree que ese proceso está tomando un nuevo impulso?

Cardenal Carles: Lo voy siguiendo con los contactos que tengo en Roma. Es lógico que se acelere la causa. Era un gran técnico, un gran arquitecto y también un gran santo porque esas piedras hablan. Esto acelerará la causa de beatificación.

A veces, en una canonización, hay que explicar a todos quién era esa persona que se declara santa. Pero en este caso, Gaudí es conocido en todo el mundo. Pastoralmente es muy interesante decir que este hombre, además de un gran artista y arquitecto, es santo.

No es desconocido ni siquiera en Japón. De ese país es uno de los mejores artistas que tenemos trabajando en la Sagrada Familia de Barcelona, Etsuro Sotoo, que era budista y se convirtió al catolicismo, junto a su mujer.

Gaudí, a casi cien años de su muerte, a través de las obras que dejó, tan empapadas de espíritu, continúa evangelizando.

El inicio de la causa de beatificación fue obra de unos cuantos arquitectos de Barcelona, que vinieron a mi despacho y me consultaron. Les dije que muy bien; era más contundente que fuera un grupo de arquitectos quienes la impulsaran y no un obispo.

- ¿Qué opina de la visita de Benedicto XVI a la Obra Social del Niño Dios?

Cardenal Carles: En muchos lugares, el Papa realiza una visita muy explícita a un centro de mucha necesidad, de mucha pobreza, a lugares donde nadie querría ir. Y es muy significativo.

- ¿Cómo cree que hablará el Papa sobre la familia, durante su estancia en Barcelona?

Cardenal Carles: Él, como todos los cristianos, está preocupado por la situación de la familia, que está recibiendo tantos golpes.

La Sagrada Familia es el modelo de lo que es una familia, la familia cristiana de Jesucristo. Supongo que él unirá la admiración del artista y la belleza y dirá alguna palabra sobre lo que es una familia auténtica, y no éstas que ahora se querrían fabricar.

Por Patricia Navas

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Santa Sede


El 11 de noviembre se publicará la exhortación post-sinodal “Verbum Domini”
El documento pontificio que recoge los frutos del Sínodo sobre la Palabra de Dios
ROMA, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El próximo jueves 11 de noviembre se presentará en la Santa Sede la Exhortación Apostólica post-sinodal de Benedicto XVI Verbum Domini.

El documento pontificio recoge las muchas reflexiones y propuestas surgidas durante el Sínodo de los Obispos sobre “La Palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia” que se celebró en el Vaticano en octubre de 2008.

En esta ocasión intervendrán el cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, y monseñores Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, Nikola Eterović, secretario general del Sínodo, y Fortunato Frezza, subsecretario.

Para recordar:

Proposiciones del Sínodo de la Palabra

Homilía de clausura del Sínodo de la Palabra

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Benedicto XVI: la Doctrina Social de la Iglesia, una cuestión de amor
“Caridad en la verdad”, también en lo social
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Sólo desde la “caridad en la verdad” podrá la Iglesia iluminar las cuestiones sociales. Así lo afirma el Papa Benedicto XVI en su Mensaje a la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio “Justicia y Paz”, que fue publicado ayer.

En él, el Pontífice analiza la afirmación que ya hizo en su encíclica Caritas in Veritate, sobre la concepción de la doctrina social de la Iglesia como Caritas in veritate in re sociali.

Dirigiéndose al cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, actual presidente del dicasterio, afirma por qué ambas, caridad y verdad, son elementos fundamentales de la dotrina social de la Iglesia.

Gracias a Jesucristo, explica, “se puede caminar en la vía del crecimiento humano integral con el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad en un mundo en el que, a menudo, la mentira acecha al hombre, a la sociedad, a la participación”.

“Es viviendo la 'caridad en la verdad' como podremos ofrecer una mirada más profunda para comprender las grandes cuestiones sociales e indicar algunas perspectivas esenciales para su solución en sentido plenamente humano”.

“Solo con la caridad sostenida por la esperanza e iluminada por la luz de la fe y de la razón, es posible conseguir objetivos de liberación integral del hombre y de justicia universal”, insiste el Papa.

Caritas in veritate in re sociali: así me ha parecido oportuno describir la doctrina social de la Iglesia, según su enraizamiento más auténtico – Jesucristo, la vida trinitaria que Él nos da – y según toda su fuerza capaz de transfigurar la realidad”, añade.

El “compromiso de construcción de la ciudad” terrena, explica el Papa, “se apoya en las conciencias guiadas por el amor a Dios y, por esto, naturalmente orientadas hacia el objetivo de una vida buena, estructurada sobre el primado de la trascendencia”.

“Tenemos necesidad de esta enseñanza social, para ayudar a nuestras civilizaciones y a nuestra propia razón humana a captar toda la complejidad de la realidad y la grandeza de la dignidad de toda persona”.

Benedicto XVI recuerda al dicasterio que su tarea consiste “no sólo en la elaboración de nuevas actualizaciones de la doctrina social de la Iglesia, sino también de su experimentación”.

Ésta debe seguir, afirma, “ese método de discernimiento que indiqué en la Caritas in veritate, según la cual, viviendo en la comunión de Jesucristo y entre nosotros, somos 'encontrados” sea por la Verdad de la salvación, sea por la verdad de un mundo que no ha sido creado por nosotros, sino que se nos ha dado como casa que compartir en la fraternidad”.

50 años de Mater et Magistra

Esta concepción novedosa de la doctrina social, en realidad, sigue la estela del magisterio de los papas anteriores, y se situa en la misma línea que la encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII, cuyo 50 aniversario se celebrará próximamente.

La encíclica del “papa bueno” ya invitana a “considerar con constante atención los desequilibrios sociales, sectoriales, nacionales, entre recursos y poblaciones pobres, entre técnica y ética”.

Medio siglo depsués, en el actual contexto de globalización, “estos desequilibrios no han desaparecido”, advierte el Papa.

“Han cambiado los sujetos, las dimensiones de las problemáticas, pero la coordinación entre los Estados – a menudo inadecuado, porque está orientado a la búsqueda de un equilibrio de poder, más que a la solidaridad – deja espacio a renovadas desigualdades”.

Esto provoca el “peligro del predominio de grupos económicos y financieros que dictan – y pretenden hacerlo continuamente – la agenda de la política, en menoscabo del bien común universal”, afirma.

Además, Mater et Magistra concedía un importante papel a los laicos en las cuestiones relacionadas con la doctrina social.

Esta encíclica, recuerda el Papa, “proponía una verdadera y propia movilización, según caridad y verdad, por parte de todas las asociaciones, los movimientos, las organizaciones católicas y de inspiración cristiana, para que todos los fieles, con compromiso, libertad y responsabilidad, estudiaran, difundieran y llevaran a cabo la doctrina social de la Iglesia”.

No solo laicos

La Caritas in veritate, en línea con esta intuición, afirma sin embargo, también, la importancia de que estos laicos encuentren a su lado “sacerdotes y obispos capaces de ofrecer una incansable obra de purificación de las conciencias”.

Otra de las necesidades de los laicos es encontrar en sus pastores “un apoyo indispensable y ayuda espiritual al testimonio coherente en lo social”.

Por ello, afirma el Papa, “es de fundamental importancia una comprensión profunda de la doctrina social de la Iglesia, en armonía con todo su patrimonio teológico y fuertemente arraigada en la afirmación de la dignidad trascendente del hombre, en la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural y de la libertad religiosa”.

“Es necesario preparar fieles laicos capaces de dedicarse al bien común, especialmente en los ámbitos más complejos como el mundo de la política”, afirma.

Pero es urgente tener también Pastores que, sin salirse de su papel, “sepan contribuir a la animación y a la irradiación, en la sociedad y en las instituciones, de una vida buena según el Evangelio, en el respeto de la libertad responsable de los fieles”.

“La doctrina social de la Iglesia representa así la referencia esencial para el proyecto y la acción social de los fieles laicos, además de para una espiritualidad vivida propia, que se nutra y se encuadre en la comunión eclesial: comunión de amor y de verdad, comunión en la misión”, concluye.


 

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El Papa: “la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir”
Es una “parcela irremovible” de la Iglesia, dice a los obispos brasileños
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El papel fundamental de la vida consagrada fue el punto central del discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy viernes por la mañana a los obispos de la Región Sur II de la Conferencia Episcopal de Brasil, a quienes recibió con ocasión de su visita ad Limina Apostolorum.

“Ante la disminución de los miembros en muchos Institutos y su envejecimiento, evidente en algunas partes del mundo, muchos se preguntan si la vida consagrada sea hoy también una propuesta capaz de atraer a los jóvenes y a las jóvenes”, admitió el Papa, dirigiéndose a los prelados.

Sin embargo, observó, “la vida consagrada como tal tiene su origen en el propio Señor que escogió para Si esta forma de vida virgen, pobre y obediente”.

“Por eso la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia: fue querida por el propio Jesús como parcela irremovible de su Iglesia”.

Por ello, subrayó, deriva “la llamada al compromiso general en la pastoral vocacional”.

“Si la vida consagrada es un bien de toda la Iglesia, algo que interesa a todos, también la pastoral que busca promover las vocaciones a la vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, consagrados y laicos”.

Importancia de la formación

En este contexto, el Papa quiso recordar el decreto conciliar Perfectae caritatis, en el que se afirma que “la renovación de los Institutos depende sobre todo de la formación de los miembros”.

Para el Pontífice se trata de “una afirmación fundamental para toda la forma de vida consagrada”, porque “la capacidad formativa de u Instituto, tanto en su fase inicial como en las fases sucesivas, está en el centro de todo el proceso de renovación.”.

Como afirma la instrucción Caminar desde Cristo, de hecho, si la vida consagrada “es en sí misma una progresiva asimilación de los sentimientos de Cristo, parece evidente que tal camino no podrá sino durar toda la vida, para comprometer toda la persona, hacerla semejante al Hijo que se dona al Padre por la humanidad”.

“Concebida así la formación, no es sólo tiempo pedagógico de preparación a los votos, sino que representa un modo teológico de pensar la misma vida consagrada, que es en sí formación nunca terminada, participación en la acción del Padre que, mediante el Espíritu, infunde en el corazón ... los sentimientos del Hijo”.

Universal y particular

Benedicto XVI recordó por tanto a los obispos que cada Iglesia particular “es el generoso punto de llegada de una misión universal, el florecimiento 'aquí y ahora' de la Iglesia universal”.

La “justa relación entre lo universal y lo particular se verifica no cuando lo universal retrocede ante lo particular, sino cuando lo particular se abre a lo universal y se deja atraer y valorar por él”.

En la Iglesia, prosiguió, “la unidad y la pluralidad no solo no se oponen sino que se enriquecen recíprocamente en la medida en que procuran la edificación del único Cuerpo de Cristo, la Iglesia, por medio del “amor que une a todos en la perfección”.

En este sentido, la comunidad religiosa, “porción elegida del Pueblo de Dios”, “enriquece a la Iglesia de la que es parte viva, antes de todo con su amor: ama a su Iglesia particular, la enriquece con sus carismas y la abre a una dimensión más universal”.

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Calendario de celebraciones del Papa para las próximas semanas
 
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 5 septiembre 2008 (ZENIT.org).- Publicamos el calendario de las celebraciones que Benedicto XVI presidirá durante los meses de noviembre y diciembre de 2010 y enero de 2011, publicado este viernes por la Oficina de Información de la Santa Sede.

Noviembre

--Sábado, 20: En la basílica vaticana, a las 10,30, Consistorio Ordinario Público para la creación de nuevos cardenales.

--Domingo, 21: En la basílica vaticana, a las 9,30, Santa Misa y entrega del anillo cardenalicio.

--Sábado, 27: En la basílica vaticana, a las 9,30, Primeras Vísperas del XXXIV Domingo per annum, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo.

Diciembre

--Miércoles, 8: En la plaza España de Roma, a las 16, acto de veneración a la Inmaculada en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María.

--Domingo, 12: Visita pastoral a la parroquia romana San Maximilano Kolbe, en la Via Presentina (Torre Angela). A las 9, Santa Misa del III Domingo de Adviento.

--Jueves, 16: En la basílica vaticana, a las 18, Vísperas con los Universitarios de los Ateneos Romanos.

--Viernes, 24: En la basílica vaticana, a las 22, Santa Misa del Gallo en la solemnidad de la Natividad del Señor.

--Sábado, 25: En el porche central de la basílica vaticana, a las 12, Bendición Urbi et Orbi en la solemnidad de la Natividad del Señor.

--Viernes, 31: En la basílica vaticana, a las 18, Primeras Vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y Te Deum en agradecimiento por el año transcurrido.



 

Enero de 2011

--Sábado, 1: En la basílica vaticana, a las 10, Santa Misa de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios. XLIV Jornada mundial de la paz.

--Jueves, 6: En la basílica vaticana, a las 10, Santa Misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor.

--Domingo, 9: En la capilla sixtina, a las 10, Santa Misa y bautismo de algunos niños en el domingo después de la Epifanía, fiesta del Bautismo del Señor.

--Martes, 25: En la basílica de San Pablo Extramuros, a las 17,30, celebración de las Vísperas en la fiesta de la Conversión de San Pablo Apóstol.

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La Santa Sede en la feria del libro de Santo Domingo 
Firmado un acuerdo en el Consejo Pontificio de la Cultura
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Por primera vez la Santa Sede participará como invitada de honor en la XIV Feria internacional del Libro de Santo Domingo, que tendrá lugar en mayo de 2011, con motivo de los quinientos años del nacimiento de la diócesis primada de América.

Así lo establece el acuerdo firmado este viernes en la sede del Consejo Pontificio de la Cultura por el presidente del dicasterio vaticano, el inminente cardenal Gianfranco Ravasi  y el ministro de la Cultura de la República Dominicana, José Rafael Lantigua.

Según el acuerdo, la Santa Sede tendrá un pabellón, en el que presentará el patrimonio cultural de la Santa Sede y de la Iglesia en América para hacer memoria de la contribución de la fe cristiana en la historia de la República Dominicana.

Con más de un millón de visitantes, la Fiera internacional del Libro de Santo Domingo es la manifestación cultural más importante del país, y una de las más importantes en los países de lengua española.

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Mundo


Los cristianos, horrorizados tras los ataques en Bagdad
Los obispos piden ayuda a Europa y al gobierno de Iraq
BAGDAD, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “Este último ataque terrorista ha hecho aumentar el miedo y ha contribuido a destruir la esperanza”. Con estas declaraciones resume monseñor Jean Sleiman, arzobispo latino de Bagdad, la situación creada tras la masacre del pasado domingo 31 de octubre.

En una entrevista concedida a la organización internacional católica “Ayuda a la Iglesia Necesitada”, el prelado reconoció el terrible impacto que el ataque ha tenido entre los cristianos iraquíes.

“Los cristianos están profundamente asustados. Pero están intentando superar esta última horrible experiencia”, afirmó. “Se necesita fe y esperanza – tienen que abandonarse en las manos de Dios”.

El pasado domingo, un grupo de nueve terroristas del grupo “Estado islámico de Iraq”, vinculado a Al Qaeda, causó una masacre en la iglesia siro-católica de Nuestra Señora del Socorro de Bagdad, con un balance final de 58 muertos, entre ellos tres sacerdotes y varios niños, y 67 heridos.

En días posteriores, una serie de atentados indiscriminados contra la población civil provocaban 64 muertos y más de 200 heridos.

Necesitan protección

Precisamente, según informó hoy L'Osservatore Romano, una delegación de obispos cristianos mantuvieron un encuentro ayer con el primer ministro iraquí, Nuri al-Maliki.

La delegación católica estaba encabezada por el cardenal Emmanuel III Delly, patriarca de Babilonia de los Caldeos, y por el arzobispo siro-católico de Bagdad Athanase Matti Shaba Matoka.

Durante la reunión, el primer ministro exhortó a los representantes cristianos a que vigilen sus propias iglesias en conjunción con las fuerzas de seguridad nacionales.

Monseñor Shaba Matoka, en declaraciones a Radio Vaticano, pidió urgentemente la ayuda de Europa: “Pedimos a Europa que se ocupe de los cristianos en Oriente Medio. Nosotros queremos mantener nuestra presencia en el país”.

Este ataque, y precisamente después del Sínodo, “ha destruido todas nuestras esperanzas”, reconocía el prelado. “Es muy difícil pedirle a la gente que se quede. ¡Es doloroso!”

Por su parte, monseñor Sleiman, afirmaba que ya antes de los atentados “el miedo al futuro y a la violencia era real profundo y compartido entre los cristianos”, y añadió que los representantes gubernamentales locales les han advertido sobre más ataques.

“Estamos en una situación muy peligrosa”, advirtió.

A pesar de todo, el prelado pidió a los cristianos que estén unidos. “Su solidaridad es bien conocida”, afirmó. “Es importante para los cristianos en Iraq estar seguros de que su presencia aquí no es casual, sino necesaria para el país. Están construyendo la paz sólo con su presencia”, añadió.



 

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Entrevistas


“La Obra” de Julia Verhaeghe, un grupo inspirado por el beato Newman
Habla el director del Centro Internacional de Amigos de Newman en Roma
ROMA, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Este es un año de celebración y conmemoración de la familia espiritual La Obra. Este grupo internacional, iniciado en Bélgica, celebra el centenario del nacimiento de Julia Verhaeghe, su fundadora, así como la beatificación de su “hermano de su alma”, el beato John Henry Newman.

En esta entrevista, concedida a ZENIT, el padre Hermann Geissler, miembro de la familia espiritual La Obra, y director del Centro Internacional de Amigos de Newman, en Roma, reflexiona sobre su comunidad eclesial y el significado de este aniversario.

--¿Qué espiritualidad anima a La Obra?

P. Geissler: El nombre de nuestra familia espiritual es un programa de vida. Jesús dijo: “Esta la obra de Dios, que creáis en Aquél a quien [el Padre] ha enviado” (Juan, 6,29). Julia Verhaeghe, nuestra fundadora, a la que llamamos Madre (1910-1997), previó hace muchos años que llegaría un tiempo en que muchas personas, también en la Iglesia, vivirían una vida superficial y pagana, siendo activas de modos diferentes, pero sin creer realmente en Jesucristo, el Hijo de Dios. Por consiguiente, nos invitó a una profunda conversión, a una profunda unión con el Sagrado Corazón y a una fe personal en Jesucristo, que mostraba la riqueza de su misericordioso y recto amor.

La madre Julia constató que no podemos amar a Jesús sin amar a la Iglesia, su Cuerpo. A través de un especial encuentro con san Pablo, recibió la gracia de una segunda conversión, que le condujo, paso a paso, a la total donación de su vida a Cristo, en favor de la renovación de su santa Iglesia. “No he fundado nada –escribió--. Desde que Cristo fundó la Iglesia, todo ha sido fundado. Sólo es necesario que la gente viva este fundamento profundamente, es decir, sobre y desde el cimiento que el mismo Jesús dejó”.

Una expresión de este amor por Cristo y su Iglesia se puede ver en los dos lemas de nuestra familia espiritual: Ad laudem et gloriam Dei (Para alabanza y gloria de Dios) y Ut omnes unum sint (Que todos sean uno). Estos son los pilares en los que reposa la espiritualidad de La Obra: adoración y unidad. Dios debe estar en el centro de nuestras vidas. Por consiguiente, empezamos cada día con la Santa Misa y concluímos la jornada con una hora santa de adoración, ante el Santísimo Sacramento.

Alabar al Señor, en espíritu de fe y amor, nos ayuda a vivir en unidad, respeto y mutua complementariedad, dado que somos una familia espiritual que incluye una comunidad de sacerdotes y una comunidad de religiosas, a quienes muchos otros miembros de la Iglesia están asociados de diferentes modos.

--¿De qué modo su comunidad vino a relacionarse con la obra del cardenal Newman?

P. Geissler: La madre Julia no conocía al cardenal Newman cuando empezaba a crecer nuestra familia espiritual. A principios de los años 60 del siglo XX, le regalaron una biografía y un libro con palabras del cardenal Newman. Se sintió profundamente impresionada por este gran converso, y descubrió una afinidad espiritual con Newman, hasta tal grado que le llamaba “hermano de mi alma”.

La vida y testimonio de Newman fueron una confirmación de sus profundas convicciones: su amor a la Iglesia Católica en tiempos difíciles, su inquebrantable confianza en la providencia de Dios, su empeño en ayudar a las personas a formar su conciencia según los principios de la fe. Por tanto, años después, en 1975, nuestra familia espiritual organizó el primer simposio académico sobre el cardenal John Henry Newman en Roma, para conocer su vida y sus obras. 

Después, el Vaticano nos pidió seguir esta labor en favor del cardenal Newman, y fundó un centro internacional de Amigos de Newman, que ahora se ha especializado en bibliotecas Cardenal Newman en Roma (Italia), Oxford-Littlemore (Reino Unido, donde Newman fue recibido en la Iglesia Católica), Bregenz (Austria), y Budapest (Hungría). 

Durante 35 años, hemos promocionado la veneración y el estudio del cardenal Newman, organizando conferencias, charlas, exposiciones y devociones; publicando libros y artículos sobre el cardenal Newman y una bibliografía regularmente actualizada en nuestra página, así como el envío de cartas circulares a miles de amigos de Newman, --lo más importante- ayudar a las personas individualmente en su itinerario de fe, según el lema del cardenal Newman: Cor ad cor loquitur (El corazón habla al corazón).

Benedicto XVI mencionó a nuestra familia espiritual en su homilía, durante la Misa de beatificación (19 de septiembre de 2010), agradeciéndonos el trabajo de promoción de la causa del cardenal Newman.

--¿Cuáles son los hitos del año centenario de su fundadora y de la beatificación del cardenal Newman?

P. Geissler: En primer lugar, este es un año de acción de gracias. Agradecemos al Señor la beatificación de Newman, promoviendo celebraciones litúrgicas, horas santas, peregrinaciones (especialmente Littlemore), y otros eventos de oración en honor del beato John Henry Newman. Y damos gracias al Señor por la vida de la madre Julia, organizando misas de acción de gracias en muchos países de Europa, Estados Unidos y en Jerusalén. La celebración más importante tuvo lugar el 11 de noviembre en Geluwe, Bélgica, donde nació en 1910 la madre Julia; durante esta Eucaristía, dos jóvenes religiosas se consagraron a Dios en amor virginal, dando una respuesta, en fe y amor, a los graves problemas que la Iglesia afronta en Bélgica.

Este año especial debería ser también un año de renovación espiritual. El Concilio Vaticano II invitó a las comunidades religiosas a volver a las fuentes, a sus fundadores. En nuestra familia espiritual, el lema del año pasado fue: “Nuestra amistad con Cristo según la madre Julia”. El año que viene será: “Hacia el Sagrado Corazón de su Cuerpo, la Iglesia”. Por tanto nos centramos en elementos fundantes de nuestra espiritualidad, que son también de gran relevancia para la Iglesia en su conjunto. La beatificación de Newman encaja muy bien en este programa, ya que es modelo de gozosa entrega a Cristo y dedicación a la Iglesia, “el único verdadero rebaño del Redentor”.

Finalmente, este año estamos dando testimonio de los dones espirituales que recibimos de nuestra madre fundadora. Por esta razón, publicamos artículos y entrevistas sobre su vida y espiritualidad, enviamos noticiarios a muchos amigos, actualizamos regularmente nuestra página en nueve idiomas, y, lo más importante, tratamos de ser testigos creíbles de Cristo y de la Iglesia, en medio de un mundo que, en algunos países, parece haberse convertido en más y más secular y hostil hacia Dios y su pueblo, manifestando la urgente necesidad de una nueva evangelización.

El beato John Henry Newman, por supuesto, es modelo para nosotros y un santo para nuestro tiempo. Previó la gran apostasía de nuestro hoy, pero nunca perdió la fe y la esperanza, sabiendo que Dios es más fuerte que el espíritu de este mundo. 

Los días 22 y 23 de noviembre, celebraremos un simposio internacional, con la participación de los más reputados estudiosos del mundo, para reflexionar sobre “El Primado de Dios en la Vida y Escritos del Beato John Henry Newman”. Esperamos que este gran evento académico, en la Universidad Pontificia Gregoriana, refuerce la fe de muchos, y les haga ver que tenemos un gran futuro, si seguimos dando la primacía a Dios.

Para saber más: www.thework-fso.org; www.newmanfriendsinternational.org/newman.

Traducido del inglés por Nieves San Martín

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Foro


La inmensa obra maestra del Arquitecto de Dios
El Papa dedicará la Sagrada Familia de Gaudí, en proceso de beatificación
Por Renzo Allegri

ROMA, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El 7 de noviembre, Benedicto XVI dedicará en Barcelona la basílica Sagrada Familia, una de las maravillas de la época moderna, ideada por el arquitecto Antonio Gaudí, del cual está en curso el proceso de beatificación.

Los días 6 y 7 de noviembre, Benedicto XVI estará en España para su segundo viaje apostólico en esa nación. Habrá dos etapas: el 6, en Santiago de Compostela, para rendir homenaje al apóstol Santiago, evangelizador de España, del cual se celebra el Año Jubilar, y el día después, 7 de noviembre, irá a Barcelona para presidir el solemne rito de dedicación del templo de la Sagrada Familia, la célebre obra maestra de Antonio Gaudí, monumento símbolo de Barcelona y de Cataluña.

La Sagrada Familia, cuyo nombre exacto es Templo Expiatorio de la Sagrada Familia, es una de las mayores obras maestras arquitectónicas modernas. Los trabajos para la construcción comenzaron hace 127 años, pero todavía no han acabado. Se prevé que terminen hacia el 2030. Pero aunque incompleta, esta “catedral” ya es una de las maravillas admiradas por todo el mundo, declarada por la UNESCO patrimonio de la humanidad: el único monumento que atrae cada año a más de dos millones de turistas.

Más allá de su valor artístico, enorme, la Sagrada Familia tiene un profundo significado religioso. Fue ideada, como las míticas catedrales de la Edad Media, para ser sobre todo un extraordinario monumento a la fe, un tratado teológico, un libro de piedra que explica a Dios, la creación, la historia del hombre. Su autor, Antonio Gaudí, genial arquitecto y también santo singular, ha “materializado” en esta obra suya, a la cual dedicó cuarenta años de su vida, la concepción teológica de iglesia, es decir, “lugar de la celebración de la eucaristía y del culto”, concepto que ha conquistado la admiración de Benedicto XVI, que desde siempre lo sostiene en sus directivas litúrgicas. Dentro de la Sagrada Familia, de hecho, no hay representado, ni siquiera en las capillas laterales, nada que pueda distraer la atención del altar, del tabernáculo, de la misa. Las únicas tres imágenes presentes son la cruz, es decir Jesús hombre-Dios, su madre la Virgen María y san José, es decir, las dos personas que, con Él, forman la Sagrada Familia.

Las representaciones ilustrativas, con innumerables imágenes y símbolos, están todas en el exterior del templo y tejen una historia inmensa de todo el misterio cristiano, según el ciclo del año litúrgico. Además de las figuras de los santos, episodios bíblicos y escritos religiosos, Gaudí quiso enriquecer cada detalle con símbolos, emblemas, elementos de la flora y la fauna catalana, para que este templo fuera lo más representativo posible del pueblo. Decía: “Mi obra está en las manos de Dios y en la voluntad del pueblo”.

El simbolismo es la esencia principal de la Sagrada Familia. La reviste, la faja, presentándose en todos los lugares y en todas sus posibles formas. Un simbolismo fuerte, “parlante”, de tipo dantesco. El cardenal Francesco Ragonesi, que de 1913 a 1921 fue nuncio apostólico en España, cuando fue a visitar el taller de la Sagrada Familia, quedó muy impresionado por este simbolismo y le dijo a Gaudí, que le ilustraba el proyecto: “Usted es el Dante de la arquitectura”.

“Antonio Gaudí se dedicó por completo a esta obra maestra”, dice el padre Lluís Bonet i Armengol, párroco de la Sagrada Familia. “Cuando recibió el encargo de este trabajo, Gaudí era un joven arquitecto, pero ya muy famoso. Poco a poco, trabajando en este proyecto, se implicó en él hasta el punto de abandonar todas las demás tareas que le daban fama y riqueza, para dedicarse completamente a esta obra inmensa con la que quería celebrar a Dios en el transcurso de los siglos”.

El padre Lluís Bonet i Armengol es hijo de un famoso arquitecto que conoció a Gaudí y trabajó con él y, además de ser párroco de la Sagrada Familia, es también el vicepostulador de la causa de beatificación de Gaudí.

“En 1992 -explica-, un grupo de católicos de Barcelona fundaron la Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí. Se recogió una amplia documentación informativa y el 18 de abril de 1998, el cardenal de Barcelona me nombró vicepostulador de la causa. El proceso diocesano prosiguió rápidamente y se concluyó el 13 de mayo de 2003. Ahora las actas están en Roma, en la Congregación para las Causas de los Santos, donde el proceso continúa. El hecho de que el Papa en persona haya querido venir a Barcelona para celebrar el rito de la dedicación de la Sagrada Familia hace esperar que el proceso de beatificación del autor de esta obra maestra pueda concluirse cuanto antes”.

La iglesia, cuando se acabe, probablemente resultará ser la basílica más grande del mundo. Actualmente, está realizada en un 60%. Están listas la nave central, el pavimento, las vidrieras, el altar mayor y el baldaquino. Para la llegada del Papa, cerca de 7.000 fieles podrán acceder al interior de la basílica sobre una superficie de 4.500 metros cuadrados.

La Sagrada Familia tiene tres grandes fachadas, a las que Gaudí dio los nombres de Natividad, Pasión y Gloria, cada una, con tres puertas que simbolizan las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.

La fachada de la Natividad se encuentra orientada a la salida del sol y representa la vida. Es de estilo gótico, con infiltraciones modernistas, innumerables elementos de la naturaleza, de flora y fauna, tortugas, caracoles, gansos, gallos y búhos que hacen que la obra esté llena de vitalidad.

La fachada de la Pasión recuerda la pasión y muerte de Jesús y celebra la desolación, el dolor: se presenta desnuda, con formas simples y adornos flacos, que recuerdan al otoño y al invierno.

La tercera puerta, de la Gloria, que todavía no está acabada, está orientada a mediodía y celebra al hombre en la creación.

La parte alta de la basílica recuerda un bosque con grandes árboles que se elevan hacia el cielo. La idea fundamental de la inspiración arquitectónica de Gaudí estaba ligada a la naturaleza. A través del estudio de sus formas, que son orden y belleza, la naturaleza conduce a Dios Creador. “Mi maestro es el árbol del jardín frente a mi ventana”, decía Gaudí. “Todo deriva del gran libro de la naturaleza”.

“Gaudí desarrollaba su actividad de arquitecto con un espíritu profundamente religioso, imbuido de oración y adoración -dice el padre Lluís Bonet-. Según él, la creación querida por Dios no está acabada, sino que continúa a través de las criaturas que trabajan en el espíritu de Dios”. Decía: “Todos lo que buscan las leyes de la naturaleza para modelar nuevas obras, colaboran con el Creador”.

El cardenal Ricardo María Carles Gordó, que, como arzobispo de Barcelona, apoyó mucho la apertura de la causa de beatificación de Gaudí, dice: “Él supo encontrar en la naturaleza nuevas fuentes de inspiración para su arte y así nos mostró sobre todo que la creación es obra del Gran Artista que es el Padre, el cual ha creado todo el mundo como un regalo al Hijo, 'expresión de su gloria e imagen de su sustancia'”.

Según el proyecto, en la parte alta de la Sagrada Familia hay 18 torres que se elevan hacia el cielo. Torres con forma de aguja, hieráticas, solemnes y de diversas alturas. Doce representan a los doce apóstoles. Cuatro, más elevadas, representan los cuatro evangelistas, y cada una de ellas está coronada por el tradicional símbolo de cada evangelista: el ángel, el buey, el águila y el león. Más alta es la torre dedicada a la Virgen, coronada con una corona de estrellas. Y finalmente, la torre de Jesús, que supera a todas en altura y está coronada por una gran cruz. Esta torre mide 170 metros y es visible desde muy lejos: de día brilla gracias a los mosaicos de los que está compuesta; de noche resplandece por las luces proyectadas desde las demás torres.

“El concepto de familia era fundamental en la mente de Gaudí -explica el padre Lluís Bonet-. Él era un enamorado de Jesús, muy devoto de la Virgen y de san José, es decir, de la Sagrada Familia, que, según él, representaba el núcleo de la fe cristiana, el centro de la creación, el símbolo de la salvación del universo, también desde un punto de vista ecológico”.

Nacido en Reus, en Cataluña, el 25 de junio de 1852, Antonio Gaudí pertenecía a una familia modesta de caldereros, es decir, artesanos que construían objetos fabricados en acero o en cobre. Desde niño, mostró una especial vivacidad intelectual y la familia decidió hacerle estudiar. Durante ocho años, frecuentó la escuela de los escolapios en Reus y después la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Para pagarse los estudios, trabajaba afrontando grandes sacrificios. Se licenció en arquitectura en 1878 y rápidamente abrió su pequeño estudio en Barcelona. Los inicios fueron difíciles, pero su genio era prometedor y en poco tiempo llamó la atención como uno de los jóvenes arquitectos más originales e innovadores. Sorprendía y entusiasmaba con ideas bellas y a la vez de vanguardia. Se lo rifaban los empresarios más ricos y, para ellos, Gaudí realizó, no sólo en Barcelona, obras que continúan atrayendo multitud de admiradores.

“Sin embargo era un arquitecto particular -dice el padre Lluís-. No tenía sed de ganancias, ni de gloria, pero ardía de pasión por su trabajo, una pasión que surgía de su profunda fe religiosa y transformaba su trabajo en una continua oración. Dedicaba a Dios toda su obra, y buscaba dejar en ella, incluso aunque fuera una obra civil, un 'signo' religioso, una estatua de la Virgen, la cruz y similares. A veces se enfrentaba con quien le había encargado la obra, porque España, a principios del siglo XX, estaba cubierta por un fuerte viento anárquico y un socialismo ateo, anticlerical. Pero nunca se plegó a las modas políticas o ideológicas, prefería perder el trabajo”.

El encargo de la construcción de la Sagrada Familia lo recibió en 1883, cuando tenía 31 años. “Los trabajos ya habían empezado -explica el padre Lluís-. Una asociación de devotos de san José, surgida en 1866, quería construir un templo dedicado a la Sagrada Familia. Pero los dos arquitectos del proyecto inicial no se ponían de acuerdo y fue necesario sustituirlos por un tercero. Fue escogido Gaudí, que era el joven artista emergente”.

“Gaudí, ex asistente de uno de los arquitectos beligerantes, aceptó el encargo y se apasionó con aquel trabajo, que se convirtió en la razón de su vida. Cambió el proyecto inicial por uno nuevo, sorprendente, estudiado hasta en los mínimos detalles. Una obra mastodóntica, que requería una montaña de dinero, pero que en cambio sólo podía contar con las escasas ayudas de la Asociación de San José. Y Gaudí se aferró a ese santo, de quien era muy devoto. Cada día le rezaba, lo proclamó administrador de su obra y antes de morir dijo que la obra había sido realizada por san José”.

“En algunos momentos, cuando el dinero faltaba del todo, Gaudí se transformó en mendicante. Iba por las calles de Barcelona a pedir caridad. Muchos pensaron que estaba loco. No lograban concebir que un hombre de su genio, que habría podido tener enormes riquezas si se hubiera limitado a los proyectos que la rica burguesía le pedía, pensara en cambio sólo en aquel 'templo' que quizás nunca podría acabarse”.

“Pero a él no le importaban las habladurías. Con la ayuda de las ofrendas de la gente pobre, continuó construyendo. 'San José acabará este templo', decía. 'En la Sagrada Familia todo es fruto de la Providencia, incluida mi participación como arquitecto'”.

Por desgracia, Gaudí logró llevar a cabo sólo una parte del proyecto. El 7 de junio de 1926, mientras caminaba por la ciudad, fue atropellado por un tranvía. Hospitalizado, murió tres días después, el 10 de junio, y fue sepultado en la cripta de la iglesia que estaba construyendo.

“De la obra había realizado, sin embargo, todos los bocetos y los había ilustrado con miles de diseños y apuntes -explica el padre Lluís-. Sus colaboradores pudieron continuar así la gran empresa. Pero durante la Guerra Civil, el espíritu ateo que dominaba en España llevó a grupos de facinerosos a encarnizarse contra la obra de Gaudí. Destruyeron parte de los bocetos, profanaron la tumba del arquitecto e intentaron demoler el templo en construcción. Acabada la guerra, los modelos, basados en diseños y fotografías, fueron recuperados y el trabajo pudo reanudarse”.

Hoy, Antonio Gaudí está reconocido como uno de los grandes genios de la arquitectura. Le Corbusier lo definió como “el mayor arquitecto en piedra del siglo XX” y Joan Miró, como “el primero entre los genios”. Su fama no está ligada sólo a la Sagrada Familia, sino a muchas otras obras extraordinarias realizadas por él en varias ciudades de España, cuando era joven. Obras que lo han hecho famoso en todo el mundo y atraen a multitudes de turistas.

“Pero no es posible separar el Gaudí-arquitecto del Gaudí-cristiano”, del hombre profundamente religioso -sostiene el padre Lluís-. En las actas del proceso diocesano, están recogidos muchos testimonios de personas que lo conocieron, y todos afirman que fue un gran santo. Una santidad, la suya, clásica y muy sorprendente, dada su profesión y su fama artística; una santidad hecha de oración, de sacrificios, de pobreza, de caridad con los pobres”.

“Aunque era una celebridad, todas las mañanas se levantaba pronto para ir a misa. Saliendo de casa, se acercaba siempre a una estatua de san Antonio a rezar. Su pobreza era absoluta. No tenía ni siquiera para vestirse. Iba como un vagabundo. Cuando acabó bajo el tranvía, no fue reconocido y los servicios de rescate lo llevaron al hospital de la Santa Cruz, un albergue construido para los mendigos. Creyeron que era un vagabundo sin hogar. La noticia de la muerte del gran arquitecto se extendió por la ciudad. En los funerales participó una gran multitud, constituida en gran parte por aquella gente pobre a la que él asistía y ayudaba. Un diario de Barcelona, La Veu de Catalunya, tituló: ¡En Barcelona ha muerto un genio! ¡En Barcelona nos ha dejado un santo! Incluso las piedras lloran”.

“La fama de santidad de Antonio Gaudí siempre estuvo viva en Barcelona. Inmediatamente después de su muerte, fue publicado un libro donde 17 famosos escritores recordaban al gran personaje. Todos destacaban su santidad y uno de los capítulos se titulaba El arquitecto de Dios”.

“Gaudí está sepultado en la cripta de la Sagrada Familia y yo, como párroco de esta iglesia, veo cada día personas que van a esa tumba a rezar y muchas explican haber recibido, por intercesión de Gaudí, gracias extraordinarias”.

[Traducción del italiano por Patricia Navas]

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: Eternidad, no longevidad
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 7 de noviembre, XXXII del tiempo ordinario (Lucas  20,27-38), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca. 



 

* * *



 

De la mano de San Lucas el año litúrgico va llegando a su fin, y con él también su relato viajero de la subida de Jesús a Jerusalén, término de su vida terrestre. Por eso el tema que nos acompañará en estos tres últimos domingos de nuestro año cristiano, será el tema del paso a la vida nueva.

Es posible que algunas predicaciones sobre los "novísimos" (muerte, juicio, eternidad) se hayan hecho inadecuadamente, generando más un pánico temeroso que una esperanza serena. La Iglesia, fiel a la herencia de su Señor, no pretende acorralar entre miedos y amenazas la libertad del hombre. No obstante, no por ello puede callarse sobre la suerte feliz o infeliz que a todos nos espera en la tierra definitiva, en ese hogar del Padre Dios en el que Jesús nos ha preparado morada.

Pero no es lo mismo creer en la vida eterna que en la vida larga, y hoy se practica un frenético culto a la vida larga con toda una ascética casi religiosa: aerobic, herbolarios, dietas alimenticias, naturismo... todo lo cual, obviamente, está bien, pero deja de estarlo cuando achata el horizonte existencial del hombre, cuando reduce el aprecio y la pasión por la vida a una cuestión de estética o de cosmética. Confundir la felicidad con una fórmula antiarruga o con un plan adelgazante, es cambiar la eternidad por la longevidad, la casa de Dios por el gimnasio o la sauna, la adhesión a la vida toda por el apego a la mocedad.

Habrá un momento de gran verdad para todos, un momento en el que se veri-ficará (hacer la verdad) nuestra vida: el momento de la muerte. Entonces, desnudos de poses y de intereses creados, podremos veri-ficar aquello que decía san Francisco: "somos lo que somos ante Dios, y nada más" (Admonición 19).

La eternidad ya ha comenzado para nosotros con la vida. Somos inmortales. Vivir teniendo presente este momento significa vivir con la voluntad de no querer improvisarlo como quien se resiste ante un encuentro indeseado pero inevitable. Más bien es vivir en lo cotidiano siendo lo que somos en la mente y en el corazón de Dios, es decir, realizando su diseño, su designio sobre nosotros, su proyecto sobre todos y cada uno. Nuestro corazón nos reclama que las cosas más bellas, las más amadas, empezando por la misma vida y el mismo amor, no tengan ocaso. Este es nuestro destino feliz, bienaventurado y dichoso, que ha comenzado ya aunque todavía no haya llegado a su plena manifestación.



 

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Documentación


Discurso del Papa a los obispos del sur de Brasil
Con motivo de su visita “ad Limina Apostolorum”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 5 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los obispos de la Región Este II de la Conferencia Episcopal de Brasil, a quienes recibió con ocasión de su visita ad Limina Apostolorum.

* * * * *

Venerados Hermanos en el Episcopado,

“Que el Dios de la esperanza os llene de alegría y de paz en la fe, para que la esperanza sobreabunde en vosotros” (Rm 15, 13) con el fin de guiar a vuestro pueblo a la plenitud de la salvación en Cristo. De corazón saludo a todos y cada uno de vosotros, amados Pastores de la Región Sur 2 en visita ad Limina Apostolorum, y agradezco las palabras que me ha dirigido vuestro presidente, monseñor Moacyr, haciéndose intérprete de los sentimientos de comunión que os unen al Sucesor de Pedro. Por eso os estoy agradecido. Esta casa es también la vuestra: ¡sed bienvenidos! En ella podéis experimentar la universalidad de la Iglesia de Cristo que se extiende hasta los extremos confines de la tierra.

A su vez, cada una de vuestras Iglesias particulares, queridos obispos, es el generoso punto de llegada de una misión universal, el florecimiento “aquí y ahora” de la Iglesia universal. En este caso, la justa relación entre “universal” y “particular” se verifica no cuando lo universal retrocede ante lo particular, sino cuando lo particular se abre a lo universal y se deja atraer y valorar por él. En la idea divina, la Iglesia es una sola: el Cuerpo de Cristo, la Esposa del Cordero, la Jerusalén de lo Alto, esta Ciudad definitiva que sería el objetivo más profundo de la creación querida como el lugar donde se realiza la voluntad de Dios y la tierra se vuelve cielo. Os recuerdo estos principios, no porque los ignoréis, sino porque nos ayudan a situar bien a las personas consagradas en la Iglesia. En consecuencia, en ella, la unidad y la pluralidad no solo no se oponen sino que se enriquecen recíprocamente en la medida en que procuran la edificación del único Cuerpo de Cristo, la Iglesia, por medio del “amor que une a todos en la perfección” (Cl 3, 14).

Porción elegida del Pueblo de Dios, los consagrados y consagradas recuerdan hoy “una planta con muchas ramas, que asienta sus raíces en el Evangelio y produce abundantes frutos en cada estación de la Iglesia” (Exhort. ap. Vita consecrata, 5). Siendo la caridad el primer fruto del Espíritu (cf. Jl 5, 22) y el mayor de todos los carismas (cf. 1 Cor 12, 31), la comunidad religiosa enriquece a la Iglesia de la que es parte viva, antes de todo con su amor: ama a su Iglesia particular, la enriquece con sus carismas y la abre a una dimensión más universal. Las delicadas relaciones entre las exigencias pastorales de la Iglesia particular y la especificidad carismática de la comunidad religiosa fueron tratadas por el documento Mutuae relationes, del cual está alejado tanto la idea de aislamiento y de independencia de la comunidad religiosa en relación a la Iglesia particular, como la de su práctica absorción en el ámbito de la Iglesia particular. “Como la comunidad religiosa no puede actuar independientemente o como alternativa o, menos aún, contra las directrices y la pastoral de la Iglesia particular, así la Iglesia particular no puede disponer a su placer, según sus necesidades, de la comunidad religiosa o de algunos de sus miembros” (Doc. Vida fraterna em comunidade, 60).

Ante la disminución de los miembros en muchos Institutos y su envejecimiento, evidente en algunas partes del mundo, muchos se preguntan si la vida consagrada sea hoy también una propuesta capaz de atraer a los jóvenes y a las jóvenes. Bien sabemos, queridos obispos, que las diversas Familias religiosas desde la vida monástica hasta las congregaciones religiosas y sociedades de vida apostólica, desde los institutos seculares hasta las nuevas formas de consagración tuvieron su origen y su historia, pero la vida consagrada como tal tiene su origen en el propio Señor que escogió para Si esta forma de vida virgen, pobre y obediente. Por eso la vida consagrada nunca podrá faltar ni morir en la Iglesia: fue querida por el propio Jesús como parcela irremovíble de su Iglesia. De aquí la llamada al compromiso general en la pastoral vocacional: si la vida consagrada es un bien de toda la Iglesia, algo que interesa a todos, también la pastoral que busca promover las vocaciones a la vida consagrada debe ser un compromiso sentido por todos: obispos, sacerdotes, consagrados y laicos.

Mientras tanto, como afirma el decreto conciliar Perfectae caritatis, “la conveniente renovación de los Institutos depende sobre todo de la formación de los miembros” (n. 18). Se trata de una afirmación fundamental para toda la forma de vida consagrada. La capacidad formativa de u Instituto, tanto en su fase inicial como en las fases sucesivas, está en el centro de todo el proceso de renovación. “ Si, en efecto, la vida consagrada es en sí misma una progresiva asimilación de los sentimientos de Cristo, parece evidente que tal camino no podrá sino durar toda la vida, para comprometer toda la persona (...), y hacerla semejante al Hijo que se dona al Padre por la humanidad. Concebida así la formación, no es sólo tiempo pedagógico de preparación a los votos, sino que representa un modo teológico de pensar la misma vida consagrada, que es en sí formación nunca terminada, participación en la acción del Padre que, mediante el Espíritu, infunde en el corazón ... los sentimientos del Hijo” (Instr. Caminar desde Cristo, 15).

Por el modo que consideréis más oportuno, venerados Hermanos, haced llegar a vuestras comunidades de consagrados y consagradas, independientemente del servicio claustral o apostólico que estén desempeñando, la viva gratitud del Papa, que de todas y todos se acuerda en sus oraciones, recordando en especial a los ancianos y enfermos, a cuantos atraviesan momentos de crisis y de soledad, de quien sufre y se siente confuso y también de los jóvenes y las jóvenes que hoy llaman a la puerta de sus Casas y piden entregarse a Jesucristo en la radicalidad del Evangelio. Ahora, invocando el celeste patrocinio de María, modelo perfecto de consagración a Cristo, os confirmo una vez más mi estima fraterna y os concedo, extensiva a todos los fieles confiados a vuestros cuidados pastorales, una propiciadora Bendición Apostólica.

[Traducción del portugués por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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