ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 7 de noviembre de 2010

El Papa en España

El Papa se despide invitando a los españoles a vivir “como una sola familia”

Benedicto XVI: “La familia, esperanza de la humanidad”

Bendiciones, afecto y palabras valientes del Papa en Barcelona

Benedicto XVI: “La belleza es la gran necesidad del hombre”

El Papa ha buscado en España “el encuentro, no el desencuentro”

Benedicto XVI: el verdadero templo de Dios es el hombre

El Papa muestra su alegría por la beatificación de Barbara Maix

Análisis

La religión en Norteamérica

Testimonio

Luis Fernando Montoya, técnico de fútbol que ganó el campeonato de la vida

Angelus

Benedicto XVI: “El templo de Dios es la caridad cristiana”

Documentación

Despedida de Benedicto XVI de España

Despedida al Papa del Rey de España

Discurso del Papa en el Instituto “Nen Déu”

Homilía del Papa en el Templo de la Sagrada Familia


El Papa en España


El Papa se despide invitando a los españoles a vivir “como una sola familia”
“Nos veremos en Madrid, el año próximo”
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se despidió de los españoles, en la noche de este domingo, invitándoles a vivir "como una sola familia", y expresando sus deseos de volver el próximo mes de agosto a Madrid para participar en la Jornada Mundial de la Juventud.

"Con la oración y el pensamiento, he deseado abrazar a todos los españoles, sin excepción alguna, y a tantos otros que viven entre vosotros, sin haber nacido aquí", dijo en el discurso de despedida que pronunció en el aeropuerto internacional de El Prat (Barcelona), al concluir su segunda visita apostólica en España, en presencia de Sus Majestades, los Reyes de España, y del primer ministro, José Luis Rodríguez Zapatero.

"Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo, en particular por los que sufren, y los pongo bajo el amparo materno de María Santísima, tan venerada e invocada en Galicia, en Cataluña y en los demás pueblos de España", afirmó.

"A Ella le pido también que os alcance del Altísimo copiosos dones celestiales, que os ayuden a vivir como una sola familia, guiados por la luz de la fe. Os bendigo en el nombre del Señor", concluyó al despedirse.

Antes de la ceremonia de despedida, en el mismo aeropuerto, el Papa, acompañado por el cardenal Tarcisio Bertone S.D.B., su secretario de Estado, había mantenido un encuentro privado con Zapatero. Si bien no se pudo escuchar la conversación, los periodistas pudimos ver cómo tenía lugar en un ambiente cordial.

Ese encuentro y las palabras de despedida, han mostrado como el objetivo de esta visita era el del "encuentro y no el desencuentro", como él mismo había explicado ya en el avión que le llevaba el sábado a Santiago de Compostela.

Así fue confirmado por Su Majestad Juan Carlos I, Rey de España, quien en el discurso de despedida en la ceremonia aseguró al obispo de Roma que "nos habéis colmado con palabras de paz y solidaridad, de fraternidad y espiritualidad, llenas de esperanza en que es posible un mundo mejor".

Y significativamente, para no dejar lugar a equívocos, añadió: "Gracias, no sólo en nombre propio y del pueblo español, sino también del Gobierno de España, de las autoridades autonómicas y municipales que en estos días os han recibido".

Antes de subirse al avión de la compañía Iberia, el Papa recordó los objetivos de esta visita pastoral a Galicia y Cataluña.

"En Compostela he querido unirme como un peregrino más a tantas personas de España, de Europa y de otros lugares del mundo, que llegan a la tumba del Apóstol para fortalecer su fe y recibir el perdón y la paz --afirmó--. Como Sucesor de Pedro, he venido además para confirmar a mis hermanos en la fe".

Luego, hablando en catalán, hizo referencia a la dedicación de la Sagrada Familia y su visita a la "Obra Benéfica el Nen Déu", "dos símbolos en la Barcelona de hoy de la fecundidad de esa misma fe, que marcó también las entrañas de este pueblo y que, a través de la caridad y de la belleza del misterio de Dios, contribuye a crear una sociedad más digna del hombre. En efecto, la belleza, la santidad y el amor de Dios llevan al hombre a vivir en el mundo con esperanza".

Sus últimas palabras no fueron un adiós, sino un hasta pronto: "Nos veremos en Madrid, el año próximo, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud".



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: “La familia, esperanza de la humanidad”
La Iglesia es la "familia de Dios"
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “Hoy, he tenido el enorme gozo de dedicar este templo a quien siendo Hijo del Altísimo, se anonadó haciéndose hombre y, al amparo de José y María, en el silencio del hogar de Nazaret, nos ha enseñado sin palabras, la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia”

Desde la puerta de la Natividad del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona, ante miles de personas, el Papa Benedicto XVI quiso introducir el rezo del Ángelus afirmando la importancia de la familia, como ya lo había hecho unos momentos antes en la homilía.

La familia, afirmó el Papa, es la “esperanza de la humanidad”, pues en ella “la vida encuentra acogida, desde su concepción a su declive natural”.

Jesucristo, añadió el Papa, “nos ha enseñado también que toda la Iglesia, escuchando y cumpliendo su Palabra, se convierte en su Familia. Y más aún, nos ha encomendado ser semilla de fraternidad que sembrada en todos los corazones aliente la esperanza”.

Gaudí, gran devoto de la Sagrada Familia e “inspirado por el ardor de su fe cristiana, logró convertir este templo en una alabanza a Dios hecha en piedra. Una alabanza a Dios que, como en el nacimiento de Cristo, tuviera como protagonistas a las personas más humildes y sencillas”.

En efecto, corroboró el Papa, “Gaudí, con su obra, pretendía llevar el Evangelio a todo el pueblo. Por eso, concibió los tres pórticos del exterior del templo como una catequesis sobre Jesucristo, como un gran rosario, que es la oración de los sencillos, en el que se pueden contemplar los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de Nuestro Señor”.

Pero también lo hizo con su vida, pues “diseñó y financió con sus propios ahorros la creación de una escuela para los hijos de los albañiles y para los niños de las familias más humildes del barrio, entonces un suburbio marginado de Barcelona”.

“Hacía así realidad la convicción que expresaba con estas palabras: Los pobres siempre han de encontrar acogida en el templo, que es la caridad cristiana", subrayó.

Posteriormente, en catalán, el Papa mostró su deseo de que “hombres y mujeres de todos los continentes admiren la fachada del Nacimiento”.


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Bendiciones, afecto y palabras valientes del Papa en Barcelona
La visita de Benedicto a la ciudad XVI paso a paso
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Aclamaciones, celebraciones litúrgicas, besos, reuniones con autoridades, saludos, regalos, momentos de recogimiento en oración silenciosa, sonrisas, mensajes -de ánimo, de advertencia, de esperanza-, escucha atenta, caricias y, sobre todo, muchas bendiciones, de palabra y con las manos.

Son algunos de los gestos y vivencias que el Papa regaló y recibió este domingo en Barcelona, donde dedicó el templo de la Sagrada Familia, comió en el arzobispado, visitó la sede central de la Obra Benéfico-Social Niño Dios, se reunió con los reyes y con el presidente del Gobierno de España, fue aclamado por miles de personas y conversó brevemente con algunas de ellas.

La primera imagen que vio el mundo del intenso día de Benedicto XVI en la capital catalana fue su salida en papamóvil del palacio episcopal a las nueve de la mañana.

Miles de personas lo aclamaron con vítores y ondeando banderas por las calles de la ciudad en todo el recorrido que realizó desde la catedral hasta el templo expiatorio de la Sagrada Familia.

Algunas corrían junto al papamóvil breves tramos. Él saludaba y continuamente bendecía con la mano.

Al llegar a las inmediaciones de la enorme y original iglesia de Antonio Gaudí, numerosos globos blancos y amarillos se elevaron hacia el cielo, mientras sonaban cantos espontáneos de grupos de jóvenes, algunos de los cuales coreaban el nombre del Pontífice.

Mientras tanto, en el interior de la Sagrada Familia, el murmullo de las 6.500 personas que iban a celebrar la misa dentro del templo se mezclaba con los ensayos de las corales y del órgano y los gritos de júbilo del exterior.

El papamóvil dio la vuelta a la iglesia y se detuvo ante la fachada de la Gloria. Benedicto XVI se apeó y saludó a diversas autoridades, entre ellas los reyes de España, con quien mantuvo un encuentro de cerca de media hora.

El cielo en la tierra

Con puntualidad alemana, la celebración eucarística empezó a las diez de la mañana con la apertura de la gran puerta de la iglesia por parte de Benedicto XVI.

Los fieles se pusieron en pie y recibieron al Papa con un fuerte aplauso. La procesión de entrada estuvo acompañada por el canto del Aleluya.

El Pontífice avanzaba lentamente, bendiciendo. Estrechó la mano a algunos fieles, besó a algunos niños y acarició a algunas personas con discapacidad.

Subió las escaleras del presbiterio con la ayuda de sus asistentes y se sentó en un trono, bajo la imagen de una paloma, rodeado de numerosos cardenales, obispos y sacerdotes.

El arzobispo de Barcelona, el cardenal Lluís Martínez Sistach pronunció unas palabras de agradecimiento y aseguró la oración de la Iglesia de Barcelona por el Papa.

Afirmó que Benedicto XVI reafirma la solidaridad y la identidad cristiana en medio de las incertidumbres.

Y aseguró que hoy el Papa, en la Sagrada Familia, hacía realidad el sueño de Gaudí de que el cielo esté en la tierra, de una Jerusalén celestial unida en torno al sucesor de Pedro.

Al acabar su discurso, Benedicto XVI le entregó como regalo un copón, que el purpurado mostró a la asamblea.

A continuación, el arquitecto director de las obras de la Sagrada Familia, Jordi Bonet, se dirigió al Papa y a los asistentes en nombre de todos los que han trabajado para levantar esta gran obra que hoy se dedicó a Dios.

Tras besar efusivamente el anillo del Papa, le entregó la llave del templo, que Benedicto XVI bendijo.

Seguidamente, el Obispo de Roma dio comienzo a la celebración en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

En el exterior del templo, 36.500 personas participaban en la celebración desde las calles más cercanas y otras 15.000 desde una plaza de toros cercana, ascendiendo a 250.000 las personas que presenciaron la misa, según la Guardia Urbana.

En una de las miles de sillas colocadas en las inmediaciones de la iglesia se encontraba Belén Valdés, que había viajado desde Madrid con un grupo de jóvenes para participar en la visita del Papa a Barcelona.

 “Me hace mucha ilusión estar aquí, porque la Iglesia está viva y este Papa está haciendo mucho bien –afirmó-. Creo que bendecir la Sagrada Familia puede ser un símbolo y un impulso para incrementar la fe”.

También destacó que ha vivido esta experiencia “como una preparación a la Jornada Mundial de la Juventud y como un camino para seguir fomentando la espiritualidad y el amor a Jesucristo”.

Homilía valiente

Tras escuchar unas lecturas bíblicas con referencias a la alegría del día consagrado a Dios, a la construcción del templo y a la persona como templo, y a la salvación que Jesús lleva al pecador Zaqueo, el Pontífice pronunció una homilía directa y valiente.

En ella, se refirió al templo de la Sagrada Familia como a una “suma admirable de técnica, de arte y de fe” y mostró su alegría por poder presidir su dedicación.

Destacó como una de las tareas más importantes de hoy la de “superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temopral y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza”.

Invitó a “juntos mostrar al mundo el rostro de Dios” como Gaudí. “Ésta es la gran tarea, mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no de discordia”, afirmó.

Afirmó que los progresos técnicos, sociales y culturales deben estar acompañados de los “progresos morales, como la protección y ayuda a la familia, ya que el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural”.

Simbolismo y belleza

El rito de dedicación de la iglesia, así como la liturgia en su conjunto, estuvieron llenos de simbolismo, con la aspersión de los muros, la unción del altar con aceite, la preparación de ese altar para la consagración, la elevación del incienso, el encendido de velas, etcétera.

La música, que combinó cantos habituales en las celebraciones litúrgicas en Cataluña con otros clásicos como el Panis Angelicus de César Franck y el Aleluya de Haendel, ayudó a embellecer la celebración.

Entre los centenares de cantores y músicos de diversas agrupaciones se encontraba Maite Romero, de la Coral Canticorum del barrio barcelonés de la Guineueta, quien expresó su alegría e ilusión por participar en la ceremonia.

“Es una experiencia única y para mí, como creyente, también es importantísimo poder ver al Papa”, declaró.

Las ofrendas –el pan y el vino- fueron entregadas al Papa por dos monjas de la comunidad de Mataró de la congregación de las Siervas de María, una matrimonio de dos inmigrantes pertenecientes a la parroquia de la Sagrada Familia y una familia de cinco hijos de entre 3 y 13 años de edad.

“Representar a las familias en este acto con el Papa ha sido emocionante, ha habido un antes y un después –explicó a ZENIT el padre de esta familia numerosa, Pablo Baurier-. Para nosotros, ha sido un signo de ofrecimiento”.

Perteneciente a un grupo de matrimonios de espiritualidad jesuita, la pareja quedó impresionada por la mirada cercana de Benedicto XVI, quien preguntó a los niños sus nombres y expresó un sencillo “gracias” al recibir las ofrendas del matrimonio.

Según Baurier, “en una sociedad cada vez menos creyente, es importante el papel de la familia y el nacimiento de las vocaciones”.

“Nosotros nos esforzamos por educar a nuestros hijos para hacer de ellos personas para los demás, como decía el Padre Arrupe, atentas y sensibles con su entorno y que sepan transmitir el mensaje ‘Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, añadió.

Ya era casi la una del mediodía cuando el cardenal Martínez Sistach leyó la bula papal que certifica la concesión del título de basílica a la Sagrada Familia, y la mostró con satisfacción a los participantes, que aplaudieron efusivamente.

El Papa se dirigió entonces al exterior del templo para rezar el Ángelus ante la fachada de la Natividad, mientras los asistentes cantaban a la Virgen el canto del Virolai, junto con la escolanía de Montserrat.

Dos grandes alfombras de flores y elementos naturales que representaban la Basílica de San Pedro del Vaticano y la Sagrada Familia de Barcelona adornaban el suelo la salida del templo.

La misa acabó con la bendición final y un fuerte aplauso. Benedicto XVI salió por la puerta de la Gloria y, tras diversos saludos, corrió la cortina que escondía la placa conmemorativa de este histórico acontecimiento.

Una de las personas que el Papa saludó al finalizar el acto fue el iniciador del Camino Neocatecumenal, el pintor Kiko Argüello, que mostró a ZENIT su admiración por el templo de la Sagrada Familia y su “arte integral”.

También lamentó la “apostasía de Europa” y la falta de ideales en muchos jóvenes, pero añadió que “la familia cristiana salvará Europa y la sociedad”.

Familiaridad

La vuelta del Papa al palacio episcopal en papamóvil también fue seguida por multitud de personas que lo aclamaron en las calles.

Benedicto XVI compartió la comida en el arzobispado con cardenales y obispos y con su séquito.

Por la tarde, viajó en coche cerrado, también aclamado por las calles, hasta la sede central de la Obra Benéfico-Social Niño Dios.

En este lugar de atención a las personas con alguna disminución, el Papa se mostró especialmente cercano, afectuoso y sonriente.

Tomó la iniciativa al saludar a algunos de los beneficiarios de los servicios de esta institución del arzobispado, agachándose para acercarse a algunos de ellos sentados en sillas de ruedas y expresando muestras de cariño.

En la capilla, se detuvo a rezar arrodillado ante el Santísimo y los asistentes se unieron en silencio a su oración.

Un grupo de alumnos le ofreció un canto con acompañamiento de guitarra y los distintos discursos aludieron, en un clima de familiaridad, la defensa de la dignidad de toda vida humana y la predilección de Dios por los débiles.

Con una sencilla liturgia, bendijo la primera piedra de un nuevo edificio que, bajo el nombre de Benedicto XVI, esta obra dedicará a la acogida de adultos con alguna disminución.

Despedida

Al salir del edificio, se detuvo a saludar y escuchar a algunas personas que lo aclamaban tras las vallas de seguridad y que se despidieron de él con la canción Adiós con el corazón.

Ya anocheciendo, el coche del Papa salió hacia el aeropuerto, donde tuvieron lugar otra breve conversación con los reyes de España y un breve encuentro con el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, y con el secretario de Estado vaticano, en el que también participó el cardenal Tarcisio Bertone.

La segunda visita de Benedicto XVI a España concluyó con una ceremonia oficial de despedida con honores militares, con discursos del rey Juan Carlos I y del Papa.

Durante las “horas gratas y llenas de emoción en Santiago y Barcelona”, le dijo el monarca al Papa ante las autoridades, “nos habéis vuelto a expresar vuestra amistad, cercanía y afecto”.

“Nos habéis colmado con palabras de paz y solidaridad, de fraternidad y espiritualidad, llenas de esperanza –afirmó -. Gracias de todo corazón por vuestra memorable visita”.

Le deseó feliz regreso a Roma y aseguró: “Os esperamos con especial ilusión el próximo mes de agosto en Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud”.

Entre cantos y aclamaciones de fieles congregados en el aeropuerto de Barcelona, estrechó la mano a diversas autoridades civiles y eclesiásticas del país, saludó a los asistentes y se despidió con las manos, antes de que el avión despegara hacia Roma.

Por Patricia Navas

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: “La belleza es la gran necesidad del hombre”
La protección de la familia supone un progreso moral, afirma el Papa
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- La tarea llevada a cabo por Gaudí al construir la Sagrada Familia es una de las más importantes hoy, la de mostrar a los hombres la belleza de Dios, uniéndola a la belleza de las cosas.

Esto lo realizó “no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. Y es que la belleza es la gran necesidad del hombre; es la raíz de la que brota el tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza”.

La belleza “es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo”.

Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI hoy en Barcelona, durante la homilía pronunciada en la celebración de dedicación del Templo de la Sagrada Familia.

El Pontífice dedicó casi toda su intervención a subrayar la importancia de esta síntesis de estética y fe como una de las tareas más importantes del pensamiento cristiano actual.

Al construir el Templo de la Sagrada Familia, Gaudí realizó “una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza”, afirmó el Papa.

En este recinto Gaudí “quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente y como arquitecto: el libro de la naturaleza, el libro de la Sagrada Escritura y el libro de la Liturgia”.

“Introdujo piedras, árboles y vida humana dentro del templo, para que toda la creación convergiera en la alabanza divina, pero al mismo tiempo sacó los retablos afuera, para poner ante los hombres el misterio de Dios revelado en el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo”, explicó.

De este modo, Gaudí “colaboró genialmente a la edificación de la conciencia humana anclada en el mundo, abierta a Dios, iluminada y santificada por Cristo”.

“Al contemplar admirado este recinto santo de asombrosa belleza, con tanta historia de fe, pido a Dios que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado”.

El Papa confesó su alegría al haber sabido “que este templo, desde sus orígenes, ha estado muy vinculado a la figura de san José”.

“Me ha conmovido especialmente la seguridad con la que Gaudí, ante las innumerables dificultades que tuvo que afrontar, exclamaba lleno de confianza en la divina Providencia: 'San José acabará el templo'. Por eso ahora, no deja de ser significativo que sea dedicado por un Papa cuyo nombre de pila es José”, afirmó.

Mostrar a Dios

El Papa explicó que más allá del acto litúrgico en sí, la dedicación de este Templo, que desde ahora tiene el rango de basílica menor, supone un signo renovado de la presencia de Dios en el mundo.

“La dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado”, afirmó el Papa.

Esta obra de arte “es un signo visible del Dios invisible, a cuya gloria se alzan estas torres, saetas que apuntan al absoluto de la luz y de Aquel que es la Luz, la Altura y la Belleza misma”.

Gaudí, con su obra, “muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios”, afirmó el Papa, recordando la propia expresión del arquitecto de que “un templo es la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es la cosa más elevada en el hombre”.

Familia

El Papa recordó que los patrocinadores de este templo “querían mostrar al mundo el amor, el trabajo y el servicio vividos ante Dios, tal como los vivió la Sagrada Familia de Nazaret”.

“Las condiciones de la vida han cambiado mucho y con ellas se ha avanzado enormemente en ámbitos técnicos, sociales y culturales”, reconoció el Papa, advirtiendo sin embargo que el hombre “no puede contentarse” con los progresos materiales.

“Junto a ellos deben estar siempre los progresos morales”, afirmó el Pontífice, señalando que uno de ellos es precisamente “la atención, protección y ayuda a la familia”.

“El amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural”, afirmó. “Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad”.

En este sentido, recordó que la Iglesia “aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado”.

También “para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente”.

“Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar”, concluyó Benedicto XVI.


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Papa ha buscado en España “el encuentro, no el desencuentro”
Desmiente interpretaciones sobre las palabras del pontífice en el avión
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI no buscaba hacer polémica al hacer referencia al anticlericalismo de los años treinta en España, pues su objetivo, como él dijo, es el de promover "el encuentro, no el desencuentro" entre fe y laicidad, asegura el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ofreció este domingo una rueda de prensa, tras la misa que el pontífice presidió en la Sagrada Familia de Barcelona, para aclarar interpretaciones de algunos medios de comunicación sobre las palabras que el pontífice dirigió a los periodistas en el vuelo que le llevaba desde Roma a Santiago de Compostela este sábado.

El Papa, explicó el portavoz vaticano, no hizo análisis históricos al hablar del anticlericalismo y del laicismo de los años treinta delo siglo XX en España, sino que sólo quería recordar un período histórico del país y explicar que hoy la Iglesia busca "el encuentro, no el desencuentro" (Cf. ZENIT, 6 de noviembre de 2010).

Según el padre Lombardi, "en las intenciones del Papa, hay que excluir la polémica. El pontífice sólo comentó el secularismo en Europa y en España y recordó algunos momentos de la historia". Por eso, el portavoz insistió: "simplemente se refirió al secularismo y en sus palabras no hay que buscar la confrontación".

Asimismo el también director de Radio Vaticano y del Centro Televisivo Vaticano expresó la positiva sorpresa que se ha llevado el Papa en Barcelona, donde fue acogido por miles de fieles, muchos de los cuales pasaron toda la noche bajo el palacio arzobispal con aclamaciones y cantos.

El Santo Padre se lleva una "impresión muy positiva" de su visita a España, aseguró Lombardi, subrayando en particular el encuentro este domingo con los Reyes de España en la basílica de la Sagrada Familia, que ha sido "muy familiar, para nada político".

Antes de comparecer en la rueda de prensa, el padre Lombardi había hecho un balance de la misa de dedicación de la basílica de la Sagrada Familia, calificándola de "verdaderamente extraordinaria por el ambiente en el que se celebró".

"Es un templo, muy original, pero también con una riqueza de significados y de símbolos verdaderamente muy grande", ha reconocido el padre Lombardi ante los los micrófonos de Radio Vaticano. Es todo un universo de la vida cristiana".

"Hablando de Gaudí y de su visión, subrayó cómo leía el libro de la naturaleza, el libro de la Escritura y el libro de la liturgia, algo que se puede ver con toda claridad al entrar en esta iglesia", indicó.

"Creo que el Papa, que también es un gran estudioso de la liturgia, ha vivido esta celebración con una intensidad particular", ha añadido el portavoz.

En esa la dedicación de la basílica de la Sagrada Familia de Nazaret era algo "espontáneo hacer referencia a la familia", "argumento de gran actualidad", asegura Lombardi.

"Este es también uno de los grandes temas de su pontificado", recuerda el portavoz, aclarando que el obispo de Roma ha querido "confirmar continuamente esta visión cristiana del hombre, que en la familia encuentra un punto fundamental para la construcción de la sociedad, para el pleno desarrollo de la persona humana, para la acogida de la vida".

Este mensaje del Papa es particularmente importante, concluye, pues las dimensiones de la vida familiar "con frecuencia no son suficientemente tuteladas y recordadas en nuestra cultura y en nuestra sociedad actual".

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: el verdadero templo de Dios es el hombre
Al saludar a niños enfermos en la Obra del “Nen Déu”
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI recordó hoy, durante su visita a la Obra Benéfico-Social del Nen Déu, institución que se dedica a la asistencia de niños enfermos y necesitados, que el templo de Dios es cada hombre, y que por ello merece ser tratado con dignidad y respeto, incluso en la enfermedad.

El Papa inauguró con esta visita una nueva residencia de esta institución, que llevará el nombre de “Benedicto XVI” y que acogerá a niños discapacitados, muchos de ellos síndrome de Down, entre los 3 y los 21 años.

La Obra Benéfico-Social del Nen Déu, vinculada a la diócesis de Barcelona, fue fundada por la beata madre Carmen del Niño Jesús en 1892, y la llevan las Hermanas Franciscanas de los Sagrados Corazones.

En un ambiente muy familiar, el Papa fue acogido por la superiora, hermana Rosario, y por dos niños acogidos en la institución, Antonio y Maria del Mar.

Maria del Mar, síndrome de Down, dijo al Papa: “Gracias por hacernos sentir felices. Porque aunque somos diferentes, nuestro corazón ama como todos los corazones, y queremos ser amados. También queremos dar las gracias a nuestros padres, que nos han regalado el don de la vida y a los que nos cuidan cada día”.

El Papa siguió las palabras de la niña con gran ternura y cuando terminó su saludo, se alzó en seguida para darle un beso.

También siguió con una sonrisa la canción que le dedicaron los niños discapacitados presentes, aplaudiendo al final.

“Con la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia, se ha puesto de relieve esta mañana que el templo es signo del verdadero santuario de Dios entre los hombres”, afirmó el Papa. Pero al mismo tiempo, “para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios”.

Por ello, subrayó, cada persona ha de ser tratada “con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad”.

En el cuidado de los más débiles, afirmó el Papa, “han contribuido mucho los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico”.

Por eso, añadió, “es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana”.

Las personas con enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas deben “recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas”.

También deben poder “ocupar su justo lugar en la sociedad y no ser marginadas a causa de sus limitaciones”.

El Papa se dirigió a los niños presentes, asegurándoles que sus vidas son “preciosas a los ojos de Dios” y que ocupan “un lugar muy importante en el corazón del Papa”.

“Rezo por vosotros todos los días y os ruego que me ayudéis con vuestra oración a cumplir con fidelidad la misión que Cristo me ha encomendado”, les dijo.

Finalmente, a sus asistentes y cuidadores, les recomendó, “en estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas”, que multiplique “los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana”.

Al terminar, los niños regalaron al Papa varios trabajos hechos por ellos. Antes de irse, firmó en el libro de huéspes.


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Papa muestra su alegría por la beatificación de Barbara Maix
Ayer en Porto Alegre (Brasil)
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI aludió hoy, al introducir el rezo del Ángelus ante la fachada de la Natividad del templo de la Sagrada Familia de Barcelona, a la beatificación de la madre Barbara Maix, que tuvo lugar ayer en Brasil.

El Pontífice auguró que “la fe profunda y la ardiente caridad con que ella siguió a Cristo, susciten en muchos el deseo de entregar por completo su vida a la mayor gloria de Dios y al servicio generoso de los hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados”.

María Barbara de la Santísima Trinidad, Barbara Maix, fue beatificada solemnemente ayer por la tarde en Porto Alegre (Brasil), por monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Según monseñor Amato, la madre Maix, a pesar de su origen vienés, “se convirtió prácticamente en brasileña con los brasileños”.

“Su figura no ha desaparecido en la niebla del olvido, porque habló la lengua evangélica de la caridad. Una lengua comprendida por todos, grandes y pequeños, cultos e ignorantes. Y es una lengua universal que atraviesa los siglos”.


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Análisis


La religión en Norteamérica
Un nuevo libro examina la diversidad de creencias
ROMA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org). – Estados Unidos sobresale entre las naciones occidentales por su alto nivel de religiosidad y también por la gran diversidad de iglesias y credos. Robert D. Putnam y David E. Campell han examinado la situación de la religión en los Estados Unidos en libro de reciente publicación American Grace: How Religion Divides and Unites US (Simon and Schuster).

Considerando el pasado reciente, los autores identificaban tres grandes cambios en la práctica religiosa. El primero fue la revolución cultural y sexual de los sesenta que dio como resultado un notable descenso en la asistencia a la iglesia. A esto siguió una reacción de la religión, sobre todo de las iglesias evangélicas. Finalmente, un creciente número de jóvenes en la última década renuncia a toda religión en general.

Uno de los resultados de estos cambios es una polarización cada vez mayor, con más personas que son o muy religiosas o resueltamente laicistas, y con menos personas entre ambos. No obstante, a pesar de la inflamada retórica de algunos comentaristas y de algunos libros hay una gran tolerancia pública, tanto hacia las demás religiones como hacia los que no tienen ninguna.

Es esta combinación de devoción y pluralismo tolerante lo que los autores consideran que es la American Grace (la Gracia Americana) del título del libro.

El libro aporta datos de diversas encuestas que demuestran la importancia de la religión en las vidas de muchas personas. No menos del 83% de la población forma parte de alguna religión, con el 40% que afirman que asisten a los servicios religiosos casi cada semana.

Esto es más del doble que el porcentaje de asistencia religiosa de países como Gran Bretaña, Alemania y Francia, y superior incluso a Italia. Y el 59% dice rezar al menos una vez a la semana, mientras que un tercio lee la Biblia con la misma frecuencia.

Descenso

Aunque decenas de millones van a la iglesia cada semana, hay un notable aumento en el número de norteamericanos que abandonan la religión. Este es sobre todo el caso de aquellos que han llegado a la edad adulta en la última década. Manifiestan una participación menor en la iglesia comparada con la normal de las familias en que crecieron.

El libro ofrece algunas explicación sobre el porqué está ocurriendo esto. Los autores sostienen que algunos jóvenes se han alejado por la politización de las iglesias más conservadoras. Otros no aceptan las enseñanzas de la Iglesia sobre moralidad sexual, especialmente en el tema de la homosexualidad, en el que las encuestas llevadas a cabo por los autores demuestran una aceptación mayor de la misma, si se compara con las generaciones más mayores.

No obstante, Putnam y Campell no aceptan la tesis de que Norteamérica está atravesando un proceso de secularización similar al de otros países occidentales. El descenso de la religión está teniendo lugar de una forma notablemente menos acusada que en otros lugares y la historia de la religión en Norteamérica ha tenido una serie de marcadas subidas y bajadas, con descensos seguidos de resurgimientos periódicos.

Una característica interesante de la religión en Norteamérica identificada en el libro es la notable variabilidad en las lealtades. Menos de dos tercios de todos los norteamericanos han heredado la religión de sus padres. Esto varía, sin embargo, cuando se tiene en cuenta la raza. La lealtad a una religión se eleva el doble o más entre los negros y latinos en comparación con el 35%-40% de los norteamericanos blancos que han cambiado a una religión distinta de la de sus padres.

Entre los católicos blancos, más del 60% han abandonado la Iglesia, con la mitad de ellos alejados y tomando parte rara vez en las actividades de la Iglesia, y la otra mitad que ha cambiado de religión. El porcentaje de los católicos latinos que se han ido es la mitad de esta cifra, lo que combinado con la alta tasa de inmigración de países católicos latinos, hará que aumente el carácter latino de la Iglesia católica en Norteamérica.

Los inmigrantes suman actualmente cerca del 13% de la población de Estados Unidos y, como en el pasado siglo, la Iglesia católica suele ser un refugio para ellos, observaban los autores. Aunque el porcentaje de permanencia entre los católicos blancos es similar al de las principales denominaciones protestantes, la Iglesia católica sigue teniendo el mismo porcentaje de población, aproximadamente el 25%, debido a la afluencia de inmigrantes católicos.

Una encuesta llevada a cabo en el 2006 descubrió que el 35% de todos los católicos de Estados Unidos afirmó tener algún grado de pertenencia al colectivo latino. Aunque sólo suman el 15% de los católicos con más de 50 años, son el 34% de los de entre 35 y 49, y el 58% de todos los católicos con menos de 35 años. A esto hay que añadir el factor de su asistencia regular, que en los latinos es mayor que en los blancos. Así que el 67% de los católicos jóvenes que asisten a la iglesia de modo regular son latinos.

No se trata sólo de un cambio cuantitativo, sino también cualitativo. Según la investigación de los autores, los católicos latinos son más ortodoxos en sus creencias y dan más apoyo al Papa.

Impacto en la sociedad

Junto a la consideración de los cambios en la religión, el libro examina también el impacto social y político de los creyentes. En relación con la religión y la política, Putnam y Campbell señalaban que los conservadores, y el Partido Republicano, han tenido éxito al forjar la coalición denominada “Derecho Religioso”, uniendo temas como el aborto, la familia o el matrimonio del mismo sexo.

Esta alianza sufrirá presiones dado que, mientras la religiosidad se conecta a lealtades políticas más conservadoras, incluso la persona joven más religiosa es más probable que apoye el matrimonio homosexual, como sus conciudadanos laicistas. Sin embargo, la aceptación del aborto entre los jóvenes va en dirección opuesta. Aunque el “Derecho Religioso” no es probable que se quiebre en un futuro próximo, la dinámica entre religión y política permanece sujeta a cambios.

“El cambio estará en cómo la religión afecta a la política, no si lo hace”, concluía el libro.

Según Putnam y Campell, en el sector social más amplio, los norteamericanos religiosos son además de vecinos más generosos también ciudadanos más conscientes que sus conciudadanos laicistas.

Las personas religiosas se implican más en el voluntariado, no sólo para las organizaciones de la iglesia sino también para las laicas. De hecho, quienes van a la iglesia de manera regular es más del doble de probable que ayuden de modo voluntario a los necesitados que aquellos que raramente acuden.

Cuando se trata de filantropía, no sólo un porcentaje más alto de las personas religiosamente activas hacen donaciones a organizaciones asistenciales, sino que las cantidades dadas son mayores que las de los norteamericanos laicistas. Esto ocurre tanto para causas religiosas como para las no religiosas.

Los norteamericanos religiosos son más activos como ciudadanos, según el libro el doble que aquellos que no lo son. Esta actividad se extiende desde la pertenencia a organizaciones y el servicio a organismos comunitarios a la actividad política. Además, no son sólo los conservadores religiosos los que se muestran activos. Cuando se trata de temas de reformas locales la religiosidad es más importante para aquellos que se consideran a sí mismos liberales.

Causas

La correlación no prueba una relación causal, admitían los autores. Aún así, estos patrones permanecen aun teniendo en cuenta el género, la educación, los ingresos, la raza, la región, la edad y otros diversos factores.

Controlar los puntos de vista teológicos o las tradiciones religiosas no proporciona una guía sobre por qué los norteamericanos religiosos son mejores vecinos, indicaban los autores. Una explicación que proponía el libro es que tener buenos amigos en la iglesia y discutir de religión con la familia y los amigos está estrechamente asociado con toda una gama de formas de generosidad e implicación cívica.

La pertenencia a un grupo y su actividad, y no tanto las creencias religiosas en sí mismas, son el factor clave para reafirmar una buena ciudadanía. Combinado con el hecho de que las personas religiosas puntúan alto cuando se trata de apoyar valores altruistas, el creyente socialmente activo está motivado por redes sociales religiosas a que esté más implicado en la comunidad.

Al final del libro, Putnam y Campell observaban que la religión se puede describir correctamente como el pegamento que mantiene unida a la sociedad norteamericana. Un papel que seguirá jugando en un futuro próximo.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción del inglés por Justo Amado  

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Testimonio


Luis Fernando Montoya, técnico de fútbol que ganó el campeonato de la vida
Quedó tetrapléjco tras recibir dos balazos hace seis años
MEDELLÍN, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).-  "El campeón de la vida", es el apelativo que ha recibido el técnico de fútbol colombiano Luis Fernando Montoya, quien hace casi seis años estuvo a punto de perder la vida en un atentado, en el que perdió la capacidad de moverse del cuello para abajo, pero no la fe ni la esperanza.

El profe, como lo llaman cariñosamente en su país, aceptó compartir su historia con ZENIT, desde su casa situada en una pequeña localidad llamada Caldas, ubicada a 17 kilómetros de la ciudad de Medellín en Colombia.

Allí tiene muy visible la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, cuya intervención ha sentido tan fuerte en los últimos años como la de los mismos médicos, que se han empeñado para devolverle la esperanza de vivir y de poder ir recuperando algunas facultades.

Una Navidad empañada por la mano delincuente

Era el 22 de diciembre de 2004. Adriana, la esposa de Luis Fernando regresaba de comprar algunos regalos para los niños pobres cuando un delincuente intentó robarle un dinero. Estaba en  la puerta de su casa por lo que El profe, al oír los ruidos extraños, salió a defenderla a ella y a su pequeño hijo, José Fernando, que en ese entonces tenía tres años. El entrenador recibió dos disparos.

Luis Fernando estaba justo en el momento más brillante de su carrera. Era el director técnico del equipo de fútbol Once Caldas, que hacía unos meses había obtenido el primer título de la Copa Libertadores de América. Era el segundo título de este tipo que obtenía un equipo de fútbol colombiano.

Pasados algunos meses del atentado, aunque ya estaba fuera de peligro de muerte, el panorama no parecía ser muy alentador: tendría que permanecer conectado de por vida a un ventilador mecánico y a un marcapasos diafragmático. Difícilmente podría recuperar el habla y no podría hacer ningún movimiento del cuello para abajo. Los disparos le seccionaron la médula espinal y lo dejaron tetrapléjico.

Hoy El profe ya no necesita del marcapasos ni del ventilador, ha podido volver a hablar y logra hacer leves movimientos con los dedos de las manos y de los pies.

"La vida hay que lucharla hasta el final", repite constantemente Luis Fernando desde que recuperó el habla.

Destacó "el impulso de Dios y de la santísima Virgen" para poder sobreponerse a todas las dificultades. "También ha sido indispensable el cariño de mi hijo José Fernando, que hoy tiene nueve años y de mi esposa Adriana", confiesa El profe.

Y aunque no puede moverse del cuello para abajo, de alguna manera sigue entregándose a su gran pasión que es el fútbol. Hoy, con su silla de ruedas, da clases teóricas de fútbol en dos institutos tecnológicos de Medellín y Caldas. Durante el mundial de Sudáfrica 2010 fue comentarista para un canal local de televisión y es columnista deportivo del diario El Espectador de Bogotá. Como no puede escribir, le dicta sus artículos a su esposa o a algún voluntario.

"En la salud y la enfermedad"

Adriana Herrera, esposa de Luis Fernando confiesa a ZENIT que recientemente estuvo en una boda  "y justo cuando se cumplía el rito del matrimonio y los novios hacían sus promesas: 'en la salud, en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza'...,  yo pensaba, que realmente en mi matrimonio he pasado por todos esos momentos".

La esposa recuerda que cuando Luis Fernando fue herido de muerte oró a Dios diciendo: "si es tu voluntad, llévatelo, que en mejores manos no puede estar, pero, si quieres, déjalo, que lo vamos a acompañar".

Para ella, la experiencia de la enfermedad le cambió la vida completamente. "Tuve que dejar los vestidos elegantes del trabajo, la oficina, los horarios, la rutina para dedicarme a cuidar a mi esposo", recuerda Adriana, quien trabajaba en una entidad bancaria, que le otorgó hace seis años una licencia remunerada para que cuide a su marido. "No tengo cómo pagar el gesto que han tenido conmigo", dice.

"Cuando a Luis Fernando le dieron de alta, mi casa parecía una unidad de cuidados intensivos, con muchos miembros del personal de salud", recuerda su esposa.

Dice que la clave para aceptar el cambio que esto le ha dado en su vida es "hacerlo todo con amor", así como "aceptar que cada día trae su afán" y, por otro lado, "jamás sentir que esto se hace una carga".

"Cada gesto que hago, lo quiero hacer pensando en su recuperación, no mirando las cosas negativas. Eso vuelve a las personas amargadas", asegura la esposa de El profe.

Adriana dice que la lenta pero satisfactoria recuperación de Luis Fernando "me inyecta de fuerzas y me muestra que estamos en la lucha. Me hace ver que Dios me da cosas muy grandes, que nos está escuchado y así nos vamos fortaleciendo".

Profesionales y amigos

Además de un equipo de médicos y profesionales que han estado detrás de la recuperación de Luis Fernando Montoya, el técnico de fútbol ha contado durante estos seis años con la ayuda de la terapista Cecilia Inés Granada, religiosa de la comunidad de las Hermanitas de la Anunciación, quien al enterarse de la noticia del atentado decidió llamar a la clínica donde estaba internado para ofrecer su ayuda.

"Además de la terapia empecé a llevarle la Sagrada Comunión con el permiso del párroco", dice a ZENIT la religiosa, quien es especialista en reflexiología. "Desde el principio le dije: usted tiene que recibir al Señor que es nuestra fuerza".

La hermana Cecilia, de hábito blanco y velo negro, viaja todos los lunes desde Medellín con la psicóloga Clara Micolta, quien aprovecha para escuchar y aconsejar El profe. Para ella esta experiencia es "como poner el amor en movimiento". Luis Fernando por su parte dice que la ayuda de la religiosa es "como el ángel que llegó del cielo" que le ha permitido mover los dedos de los pies y manos.

"Después de todas las operaciones que me han hecho me doy cuenta de que Dios nos creó tan perfectos que todo nuestro organismo es hecho con una exactitud que ni nosotros mismos nos  damos cuenta", reconce Luis Fernando a ZENIT.

"El solo hecho de poder caminar o movernos es algo hermoso. Al ver el aparato circulatorio, vemos que fuimos creados de una manera precisa, de un modo detallado, como Él nos quiere a nosotros", señala.

Luis Fernando ganó para su equipo, el Once Caldas, una anhelada copa sudamericana, pero ahora ha ganado para sí mismo y sus seres queridos el campeonato de la vida, de la esperanza y de la confianza en Dios; el valor de las cosas esenciales, que es lo que más ha aprendido en estos seis años de lucha por sobrevivir, como él mismo dice.

Por Carmen Elena Villa

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Angelus


Benedicto XVI: “El templo de Dios es la caridad cristiana”
Hoy durante el rezo del Ángelus
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy al introducir el rezo del Ángelus en la puerta de la Natividad del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona (España), donde se encuentra en viaje pastoral.

* * * * *

Hermanos y hermanas en Nuestro Señor Jesucristo:

Ayer, en Puerto Alegre, Brasil, tuvo lugar la ceremonia de beatificación de la Sierva de Dios María Bárbara de la Santísima Trinidad, fundadora de la Congregación de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María. Que la fe profunda y la ardiente caridad con que ella siguió a Cristo, susciten en muchos el deseo de entregar por completo su vida a la mayor gloria de Dios y al servicio generoso de los hermanos, especialmente de los más pobres y necesitados.

Hoy, he tenido el enorme gozo de dedicar este templo a quien siendo Hijo del Altísimo, se anonadó haciéndose hombre y, al amparo de José y María, en el silencio del hogar de Nazaret, nos ha enseñado sin palabras, la dignidad y el valor primordial del matrimonio y la familia, esperanza de la humanidad, en la que la vida encuentra acogida, desde su concepción a su declive natural. Nos ha enseñado también que toda la Iglesia, escuchando y cumpliendo su Palabra, se convierte en su Familia. Y más aún nos ha encomendado ser semilla de fraternidad que sembrada en todos los corazones aliente la esperanza.

Imbuido de la devoción a la Sagrada Familia de Nazaret, que difundió entre el pueblo catalán San José Manyanet, el genio de Antoni Gaudí, inspirado por el ardor de su fe cristiana, logró convertir este templo en una alabanza a Dios hecha en piedra. Una alabanza a Dios que, como en el nacimiento de Cristo, tuviera como protagonistas a las personas más humildes y sencillas. En efecto, Gaudí, con su obra, pretendía llevar el Evangelio a todo el pueblo. Por eso, concibió los tres pórticos del exterior del templo como una catequesis sobre Jesucristo, como un gran rosario, que es la oración de los sencillos, en el que se pueden contemplar los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos de Nuestro Señor. Pero también, y en colaboración con el párroco Gil Parés, diseñó y financió con sus propios ahorros la creación de una escuela para los hijos de los albañiles y para los niños de las familias más humildes del barrio, entonces un suburbio marginado de Barcelona. Hacía así realidad la convicción que expresaba con estas palabras: "Los pobres siempre han de encontrar acogida en el templo, que es la caridad cristiana".

En catalán:

Aquest matí també ha estat per a Mi motiu de satisfacció poder declarar aquest temple com a Basílica Menor. En ell, homes i dones de tots els continents admiren la façana del Naixement. Ara, nosaltres, meditem el Misteri de l’Encarnació i adrecem la nostra pregària a la Mare de Déu amb les paraules de l’Àngel, i li confiem la nostra vida i la de tota l’Església, i li demanem, al mateix temps, el do de la pau per a tots els homes de bona voluntat.

[Esta mañana he tenido también la satisfacción de declarar este templo como Basílica menor. En ella, hombres y mujeres de todos los continentes admiran la fachada del Nacimiento. Nosotros, ahora, meditamos el Misterio de la Encarnación y elevamos nuestra plegaria a la Madre de Dios con las palabras del Ángel, y le confiamos nuestra vida y la de toda la Iglesia, al tiempo que suplicamos el don de la paz para todos los hombres de buena voluntad.]

[©Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Documentación


Despedida de Benedicto XVI de España
“Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo”

BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI en la ceremonia de despedida, en el aeropuerto internacional de El Prat (Barcelona), al concluir su segunda visita apostólica en España, en presencia de Sus Majestades, los Reyes de España, y del primer ministro, José Luis Rodriguez Zapatero.


 

* * *


 


 

Majestades,

Señor Cardenal Arzobispo de Barcelona,

Señor Cardenal Presidente de la Conferencia Episcopal Española,

Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopado,

Señor Presidente del Gobierno,

Distinguidas Autoridades Nacionales, Autonómicas y Locales,

Queridos hermanos y hermanas,

Amigos todos:



 

Muchísimas gracias. Desearía que estas breves palabras pudieran condensar los sentimientos de gratitud que albergo en mi interior al concluir mi visita a Santiago de Compostela y a Barcelona. Muchísimas gracias, Majestades, por haber querido estar aquí presentes. Agradezco las amables palabras que Vuestra Majestad ha tenido la gentileza de dirigirme y que son expresión del afecto de este noble pueblo hacia el Sucesor de Pedro. Asimismo, quiero manifestar mi cordial agradecimiento a las Autoridades que nos acompañan, a los Señores Arzobispos de Santiago de Compostela y de Barcelona, al Episcopado español y a tantas personas que, sin ahorrar sacrificios, han colaborado para que este viaje culmine felizmente. Agradezco vivamente a todos las continuas y delicadas atenciones que han tenido en estos días con el Papa, y que ponen de relieve el carácter hospitalario y acogedor de las gentes de estas tierras, tan cercanas a mi corazón.

En Compostela he querido unirme como un peregrino más a tantas personas de España, de Europa y de otros lugares del mundo, que llegan a la tumba del Apóstol para fortalecer su fe y recibir el perdón y la paz. Como Sucesor de Pedro, he venido además para confirmar a mis hermanos en la fe. Esa fe que en los albores del cristianismo llegó a estas tierras y se enraizó tan profundamente que ha ido forjando el espíritu, las costumbres, el arte y la idiosincrasia de sus gentes. Preservar y fomentar ese rico patrimonio espiritual, no sólo manifiesta el amor de un País hacia su historia y su cultura, sino que es también una vía privilegiada para transmitir a las jóvenes generaciones aquellos valores fundamentales tan necesarios para edificar un futuro de convivencia armónica y solidaria.

Los caminos que atravesaban Europa para llegar a Santiago eran muy diversos entre sí, cada uno con su lengua y sus particularidades, pero la fe era la misma. Había un lenguaje común, el Evangelio de Cristo. En cualquier lugar, el peregrino podía sentirse como en casa. Más allá de las diferencias nacionales, se sabía miembro de una gran familia, a la que pertenecían los demás peregrinos y habitantes que encontraba a su paso. Que esa fe alcance nuevo vigor en este Continente, y se convierta en fuente de inspiración, que haga crecer la solidaridad y el servicio a todos, especialmente a los grupos humanos y a las naciones más necesitadas.

[En catalán:]

A Barcelona, he tingut el gran goig de dedicar la Basílica de la Sagrada Família, que Gaudí va concebre com una lloança en pedra a Déu, i he visitat també una significativa institució eclesial de caràcter benèfico-social. Són com dos símbols en la Barcelona d'avui de la fecunditat d'aquesta mateixa fe, que va marcar també les entranyes d'aquest poble i que, a través de la caritat i de la bellesa del misteri de Déu, contribueix a crear una societat més digna de l'home. En efecte, la bellesa, la santedat i l'amor de Déu porten l'home a viure en el món amb esperança.

[En Barcelona, he tenido la inmensa alegría de dedicar la Basílica de la Sagrada Familia, que Gaudí concibió como una alabanza en piedra a Dios, y he visitado también una significativa institución eclesial de carácter benéfico-social. Son como dos símbolos en la Barcelona de hoy de la fecundidad de esa misma fe, que marcó también las entrañas de este pueblo y que, a través de la caridad y de la belleza del misterio de Dios, contribuye a crear una sociedad más digna del hombre. En efecto, la belleza, la santidad y el amor de Dios llevan al hombre a vivir en el mundo con esperanza.]

Regreso a Roma habiendo estado sólo en dos lugares de vuestra hermosa geografía. Sin embargo, con la oración y el pensamiento, he deseado abrazar a todos los españoles, sin excepción alguna, y a tantos otros que viven entre vosotros, sin haber nacido aquí. Llevo a todos en mi corazón y por todos rezo, en particular por los que sufren, y los pongo bajo el amparo materno de María Santísima, tan venerada e invocada en Galicia, en Cataluña y en los demás pueblos de España. A Ella le pido también que os alcance del Altísimo copiosos dones celestiales, que os ayuden a vivir como una sola familia, guiados por la luz de la fe. Os bendigo en el nombre del Señor. Con su ayuda, nos veremos en Madrid, el año próximo, para celebrar la Jornada Mundial de la Juventud. Adiós.

[©Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Despedida al Papa del Rey de España
“Nos habéis colmado con palabras de paz y solidaridad, de fraternidad y espiritualidad”
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Su Majestad Juan Carlos, rey de España, dirigió a Benedicto XVI, en el aeropuerto del Prat, en la ceremonia de despedida al concluir la segunda visita apostólica a este país en este pontificado.


 

* * *


 

Santidad,

Us donem de tot cor les gràcies per la Vostra segona Visita pastoral a Espanya.

Una Visita que iniciasteis ayer en la hermosa ciudad atlántica de Santiago de Compostela y que hoy concluye a orillas del Mediterráneo en la preciosa ciudad de Barcelona.

En estos dos días nos habéis vuelto a expresar Vuestra amistad, cercanía y afecto. ¡No sabéis cuánto os lo agradecemos!

Somos también muy sensibles a Vuestras numerosas muestras de generosidad hacia España. Una generosidad que también la Reina y yo mismo siempre hemos apreciado en Vuestra Santidad.

Nos alegra igualmente comprobar las expresiones de cariño, de gratitud y de respeto que habéis recibido por parte de miles de españoles.

Han sido dos jornadas especialmente gratas y llenas de emociones, de indudable significado para la Iglesia Católica y para España. Santiago de Compostela y Barcelona no olvidarán Vuestra Visita.

Muchos siglos separan al Pórtico de la Gloria de la Sagrada Familia. Por ellos ha transitado la aportación artística, cultural y religiosa del Cristianismo, clave para entender la personalidad histórica de España.

Os agradecemos que hayáis viajado a Galicia para uniros a las decenas de miles de peregrinos que se acercan en este Año Santo a la impresionante Catedral de Santiago, la ansiada meta de un Camino europeo cada vez más universal.

Gracias asimismo por venir a Cataluña para celebrar, con toda solemnidad y al calor de una multitud de fieles, la Dedicación del incomparable templo de la Sagrada Familia, uno de los tesoros arquitectónicos de Barcelona más admirados en el mundo, obra del genial Gaudí.

En ambas ciudades nos habéis colmado con palabras de paz y solidaridad, de fraternidad y espiritualidad, llenas de esperanza en que es posible un mundo mejor.

De nuevo gracias de todo corazón por Vuestra memorable Visita. Gracias, no sólo en nombre propio y del pueblo español, sino también del Gobierno de España, de las autoridades autonómicas y municipales que en estos días os han recibido.

¡Y muy feliz regreso a Roma!

Os esperamos con especial ilusión el próximo mes de agosto en Madrid con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.

¡Hasta pronto Santidad!

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Discurso del Papa en el Instituto “Nen Déu”
Viaje Apostólico a España
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy en su visita a la "Obra Benéfico-Social del Nen Déu", institución que se dedica a la asistencia de niños enfermos y necesitados.

* * * * *

Señor Cardenal Arzobispo de Barcelona,

Queridos Hermanos en el Episcopado,

Queridos sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos,

Distinguidas Autoridades,

Amigos todos

Siento una gran alegría al poder estar con todas las personas que formáis esta más que centenaria Obra Benéfico-Social del Nen Déu. Agradezco al Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona, a la Hermana Rosario, Superiora de la Comunidad, a los niños Antonio y María del Mar, que han tomado la palabra, así como a los que tan maravillosamente han cantado, la cordial bienvenida que me han dispensado.

En catalán:

També estic agraït als presents, en especial als membres del Patronat de l’Obra, a la Mare General i a les Religioses Franciscanes dels Sagrats Cors, als nens, joves i adults acollits en aquesta institució, als seus pares i altres familiars, així com als professionals i voluntaris que aquí treballen benemèritament.

Voldria, també, manifestar la meva reconeixença a les Autoritats, invitant-les a maldar perquè els serveis socials arribin sempre als més desvalguts, i als qui amb el seu generós recolzament sostenen entitats assistencials d’iniciativa privada, com aquesta Escola d’Educació Especial del Nen Déu. En aquests moments, en els quals moltes llars passen serioses dificultats econòmiques, els deixebles de Crist hem de multiplicar els gestos concrets de solidaritat efectiva i constant, manifestant així que la caritat és el distintiu de la nostra condició cristiana.

[Doy también las gracias a los presentes, en particular a los miembros del Patronato de la Obra, a la Madre General y a las Religiosas Franciscanas de los Sagrados Corazones, a los niños, jóvenes y adultos acogidos en esta institución, a sus padres y demás familiares, así como a los profesionales y voluntarios que aquí ejercen su benemérita labor.

Quisiera, asimismo, expresar mi reconocimiento a las Autoridades, invitándolas a prodigarse para que los servicios sociales alcancen siempre a los más desvalidos, y a quienes sostienen con su generoso apoyo entidades asistenciales de iniciativa privada, como esta Escuela de Educación Especial del Nen Déu. En estos momentos, en que muchos hogares afrontan serias dificultades económicas, los discípulos de Cristo hemos de multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, mostrando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana.]

Con la dedicación de la Basílica de la Sagrada Familia, se ha puesto de relieve esta mañana que el templo es signo del verdadero santuario de Dios entre los hombres. Ahora, quiero destacar cómo, con el esfuerzo de ésta y otras instituciones eclesiales análogas, a la que se sumará la nueva Residencia que habéis deseado que llevara el nombre del Papa, se pone de manifiesto que, para el cristiano, todo hombre es un verdadero santuario de Dios, que ha de ser tratado con sumo respeto y cariño, sobre todo cuando se encuentra en necesidad. La Iglesia quiere así hacer realidad las palabras del Señor en el Evangelio: «Os aseguro que cuanto hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40). En esta tierra, esas palabras de Cristo han impulsado a muchos hijos de la Iglesia a dedicar sus vidas a la enseñanza, la beneficencia o el cuidado de los enfermos y discapacitados. Inspirados en su ejemplo, os pido que sigáis socorriendo a los más pequeños y menesterosos, dándoles lo mejor de vosotros mismos.

En el cuidado de los más débiles, mucho han contribuido los formidables avances de la sanidad en los últimos decenios, que han ido acompañados por la creciente convicción de la importancia de un esmerado trato humano para el buen resultado del proceso terapéutico. Por eso, es imprescindible que los nuevos desarrollos tecnológicos en el campo médico nunca vayan en detrimento del respeto a la vida y dignidad humana, de modo que quienes padecen enfermedades o minusvalías psíquicas o físicas puedan recibir siempre aquel amor y atenciones que los haga sentirse valorados como personas en sus necesidades concretas.

Queridos niños y jóvenes, me despido de vosotros dando gracias a Dios por vuestras vidas, tan preciosas a sus ojos, y asegurándoos que ocupáis un lugar muy importante en el corazón del Papa. Rezo por vosotros todos los días y os ruego que me ayudéis con vuestra oración a cumplir con fidelidad la misión que Cristo me ha encomendado. No me olvido tampoco de orar por los que están al servicio de los que sufren, trabajando incansablemente para que las personas con discapacidades puedan ocupar su justo lugar en la sociedad y no sean marginadas a causa de sus limitaciones. A este respecto, quisiera reconocer, de manera especial, el testimonio fiel de los sacerdotes y visitadores de enfermos en sus casas, en los hospitales o en otras instituciones especializadas. Ellos encarnan ese importante ministerio de consolación ante las fragilidades de nuestra condición, que la Iglesia busca desempeñar con los mismos sentimientos del Buen Samaritano (cf. Lc 10,29-37).

Por intercesión de Nuestra Señora de la Merced y de la Beata Madre Carmen del Niño Jesús, que Dios bendiga a cuantos integráis la gran familia de esta espléndida Obra, así como a vuestros seres queridos y a quienes cooperáis con esta institución u otras semejantes a ésta. Que de ello sea prenda la Bendición Apostólica, que cordialmente imparto a todos.

[©Libreria Editrice Vaticana]


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Homilía del Papa en el Templo de la Sagrada Familia
Durante el viaje apostólico a España
BARCELONA, domingo 7 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el texto de la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy durante la Misa de dedicación de la iglesia y altar de la Sagrada Familia de Barcelona, que desde hoy es Basílica menor.

* * * * *

En catalán:

Estimats germans i germanes en el Senyor:

“La diada d’avui és santa, dedicada a Déu, nostre Senyor; no us entristiu ni ploreu… El goig del Senyor sarà la vostra força” (Ne 8, 9-11). Amb aquestes paraules de la primera lectura que hem proclamat vull saludar-vos a tots els qui us trobeu aquí presents participant en aquesta celebració. Adreço una salutació afectuosa a Ses Majestats els Reis d’Espanya, que han volgut acompanyar-nos cordialment. La meva salutació agraïda al Senyor Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arquebisbe de Barcelona, per les seves paraules de benvinguda i la seva invitació a dedicar aquesta Església de la Sagrada Família, suma admirable de tècnica, d’art i de fe. Saludo també al Cardenal Ricard Maria Carles Gordó, Arquebisbe emèrit de Barcelona, als altres Senyors Cardenals i Germans en l’Episcopat, especialment, al Bisbe auxiliar d’aquesta Església particular, com també als nombrosos sacerdots, diaques, seminaristes, religiosos i fidels que participen en aquesta solemne cerimònia. També adreço la meva deferent salutació a totes les Autoritats Nacionals, Autonòmiques i Locals, com també als membres d’altres comunitats cristianes, que s’han unit al nostre goig i a la nostra lloança agraïda a Déu.

[Amadísimos Hermanos y Hermanas en el Señor:

Hoy es un día consagrado a nuestro Dios; no hagáis duelo ni lloréis… El gozo en el Señor es vuestra fortaleza” (Neh 8,9-11). Con estas palabras de la primera lectura que hemos proclamado quiero saludaros a todos los que estáis aquí presentes participando en esta celebración. Dirijo un afectuoso saludo a Sus Majestades los Reyes de España, que han querido cordialmente acompañarnos. Vaya mi saludo agradecido al Señor Cardenal Lluís Martínez Sistach, Arzobispo de Barcelona, por sus palabras de bienvenida y su invitación para la dedicación de esta Iglesia de la Sagrada Familia, admirable suma de técnica, de arte y de fe. Saludo igualmente al Cardenal Ricardo María Carles Gordó, Arzobispo emérito de Barcelona, a los demás Señores Cardenales y Hermanos en el Episcopado, en especial, al Obispo auxiliar de esta Iglesia particular, así como a los numerosos sacerdotes, diáconos, seminaristas, religiosos y fieles que participan en esta solemne ceremonia. Asimismo, dirijo mi deferente saludo a las Autoridades Nacionales, Autonómicas y Locales, así como a los miembros de otras comunidades cristianas, que se unen a nuestra alegría y alabanza agradecida a Dios.]

Este día es un punto significativo en una larga historia de ilusión, de trabajo y de generosidad, que dura más de un siglo. En estos momentos, quisiera recordar a todos y a cada uno de los que han hecho posible el gozo que a todos nos embarga hoy, desde los promotores hasta los ejecutores de la obra; desde los arquitectos y albañiles de la misma, a todos aquellos que han ofrecido, de una u otra forma, su inestimable aportación para hacer posible la progresión de este edificio. Y recordamos, sobre todo, al que fue alma y artífice de este proyecto: a Antoni Gaudí, arquitecto genial y cristiano consecuente, con la antorcha de su fe ardiendo hasta el término de su vida, vivida en dignidad y austeridad absoluta. Este acto es también, de algún modo, el punto cumbre y la desembocadura de una historia de esta tierra catalana que, sobre todo desde finales del siglo XIX, dio una pléyade de santos y de fundadores, de mártires y de poetas cristianos. Historia de santidad, de creación artística y poética, nacidas de la fe, que hoy recogemos y presentamos como ofrenda a Dios en esta Eucaristía.

La alegría que siento de poder presidir esta ceremonia se ha visto incrementada cuando he sabido que este templo, desde sus orígenes, ha estado muy vinculado a la figura de san José. Me ha conmovido especialmente la seguridad con la que Gaudí, ante las innumerables dificultades que tuvo que afrontar, exclamaba lleno de confianza en la divina Providencia: “San José acabará el templo”. Por eso ahora, no deja de ser significativo que sea dedicado por un Papa cuyo nombre de pila es José.

¿Qué hacemos al dedicar este templo? En el corazón del mundo, ante la mirada de Dios y de los hombres, en un humilde y gozoso acto de fe, levantamos una inmensa mole de materia, fruto de la naturaleza y de un inconmensurable esfuerzo de la inteligencia humana, constructora de esta obra de arte. Ella es un signo visible del Dios invisible, a cuya gloria se alzan estas torres, saetas que apuntan al absoluto de la luz y de Aquel que es la Luz, la Altura y la Belleza misma.

En este recinto, Gaudí quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente y como arquitecto: el libro de la naturaleza, el libro de la Sagrada Escritura y el libro de la Liturgia. Así unió la realidad del mundo y la historia de la salvación, tal como nos es narrada en la Biblia y actualizada en la Liturgia. Introdujo piedras, árboles y vida humana dentro del templo, para que toda la creación convergiera en la alabanza divina, pero al mismo tiempo sacó los retablos afuera, para poner ante los hombres el misterio de Dios revelado en el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. De este modo, colaboró genialmente a la edificación de la conciencia humana anclada en el mundo, abierta a Dios, iluminada y santificada por Cristo. E hizo algo que es una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza. Esto lo realizó Antoni Gaudí no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres. Y es que la belleza es la gran necesidad del hombre; es la raíz de la que brota el tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza. La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo.

Hemos dedicado este espacio sagrado a Dios, que se nos ha revelado y entregado en Cristo para ser definitivamente Dios con los hombres. La Palabra revelada, la humanidad de Cristo y su Iglesia son las tres expresiones máximas de su manifestación y entrega a los hombres. «Mire cada cual cómo construye. Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, que es Jesucristo» (1 Co 3,10-11), dice San Pablo en la segunda lectura. El Señor Jesús es la piedra que soporta el peso del mundo, que mantiene la cohesión de la Iglesia y que recoge en unidad final todas las conquistas de la humanidad. En Él tenemos la Palabra y la presencia de Dios, y de Él recibe la Iglesia su vida, su doctrina y su misión. La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento de Cristo, en pura docilidad a su autoridad y en total servicio a su mandato. El único Cristo funda la única Iglesia; Él es la roca sobre la que se cimienta nuestra fe. Apoyados en esa fe, busquemos juntos mostrar al mundo el rostro de Dios, que es amor y el único que puede responder al anhelo de plenitud del hombre. Ésa es la gran tarea, mostrar a todos que Dios es Dios de paz y no de violencia, de libertad y no de coacción, de concordia y no de discordia. En este sentido, pienso que la dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado. Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma. Así expresaba el arquitecto sus sentimientos: “Un templo [es] la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es la cosa más elevada en el hombre”.

Esa afirmación de Dios lleva consigo la suprema afirmación y tutela de la dignidad de cada hombre y de todos los hombres: “¿No sabéis que sois templo de Dios?... El templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros” (1 Co 3,16-17). He aquí unidas la verdad y dignidad de Dios con la verdad y la dignidad del hombre. Al consagrar el altar de este templo, considerando a Cristo como su fundamento, estamos presentando ante el mundo a Dios que es amigo de los hombres e invitando a los hombres a ser amigos de Dios. Como enseña el caso de Zaqueo, del que se habla en el Evangelio de hoy (cf. Lc 19,1-10), si el hombre deja entrar a Dios en su vida y en su mundo, si deja que Cristo viva en su corazón, no se arrepentirá, sino que experimentará la alegría de compartir su misma vida siendo objeto de su amor infinito.

La iniciativa de este templo se debe a la Asociación de amigos de San José, quienes quisieron dedicarlo a la Sagrada Familia de Nazaret. Desde siempre, el hogar formado por Jesús, María y José ha sido considerado como escuela de amor, oración y trabajo. Los patrocinadores de este templo querían mostrar al mundo el amor, el trabajo y el servicio vividos ante Dios, tal como los vivió la Sagrada Familia de Nazaret. Las condiciones de la vida han cambiado mucho y con ellas se ha avanzado enormemente en ámbitos técnicos, sociales y culturales. No podemos contentarnos con estos progresos. Junto a ellos deben estar siempre los progresos morales, como la atención, protección y ayuda a la familia, ya que el amor generoso e indisoluble de un hombre y una mujer es el marco eficaz y el fundamento de la vida humana en su gestación, en su alumbramiento, en su crecimiento y en su término natural. Sólo donde existen el amor y la fidelidad, nace y perdura la verdadera libertad. Por eso, la Iglesia aboga por adecuadas medidas económicas y sociales para que la mujer encuentre en el hogar y en el trabajo su plena realización; para que el hombre y la mujer que contraen matrimonio y forman una familia sean decididamente apoyados por el Estado; para que se defienda la vida de los hijos como sagrada e inviolable desde el momento de su concepción; para que la natalidad sea dignificada, valorada y apoyada jurídica, social y legislativamente. Por eso, la Iglesia se opone a todas las formas de negación de la vida humana y apoya cuanto promueva el orden natural en el ámbito de la institución familiar.

Al contemplar admirado este recinto santo de asombrosa belleza, con tanta historia de fe, pido a Dios que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado (cf. Jn 6,29).

Queridos hermanos, al dedicar este espléndido templo, suplico igualmente al Señor de nuestras vidas que de este altar, que ahora va a ser ungido con óleo santo y sobre el que se consumará el sacrificio de amor de Cristo, brote un río constante de gracia y caridad sobre esta ciudad de Barcelona y sus gentes, y sobre el mundo entero. Que estas aguas fecundas llenen de fe y vitalidad apostólica a esta Iglesia archidiocesana, a sus pastores y fieles.

En catalán:

Desitjo, finalment, confiar a l’amorosa protecció de la Mare de Déu, Maria Santissima, Rosa d’abril, Mare de la Mercè, tots els aquí presents, i tots aquells que amb paraules i obres, silenci o pregària, han fet possible aquest miracle arquitectònic. Que Ella presenti al seu diví Fill les joies i les penes de tots els qui vinguin en aquest lloc sagrat en el futur, perquè, com prega l’Església en la dedicació dels temples, els pobres trobin misericòrdia, els oprimits assoleixin la llibertat veritable i tots els homes es revesteixin de la dignitat dels fills de Déu. Amén.

[Deseo, finalmente, confiar a la amorosa protección de la Madre de Dios, María Santísima, Rosa de abril, Madre de la Merced, a todos los que estáis aquí, y a todos los que con palabras y obras, silencio u oración, han hecho posible este milagro arquitectónico. Que Ella presente también a su divino Hijo las alegrías y las penas de todos los que lleguen a este lugar sagrado en el futuro, para que, como reza la Iglesia al dedicar los templos, los pobres puedan encontrar misericordia, los oprimidos alcanzar la libertad verdadera y todos los hombres se revistan de la dignidad de hijos de Dios. Amén.]

[©Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba