16.11.10

Con civilizaciones así difíciles son las alianzas

A las 12:17 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Derechos Humanos
 

De ofensas que se relacionan con la religión”.

Tal es el título del Capítulo XV del Código Penal Pakistaní (CPP desde ahora).

Más de uno debe pensar que me he vuelto loco porque bastante tenemos con nuestras muchas leyes como para estar preocupándose por las de los demás.

Sin embargo, existe una fuerte y poderosa razón que me obliga a traer, aquí, tal texto normativo o, al menos, lo que corresponde a tan particular expresión de la libertad religiosa y, por tanto, de conciencia.

Se llama Asia Bibi y es una mujer cristiana que, para su desgracia, vive en Pakistán que, seguramente, será un lugar precioso para visitar y pasar unas vacaciones pero que, en según qué temas es mejor darle de comer aparte.

Sigamos con las normas.

El apartado C del artículo 295 del CPP, que tiene como título “Empleo de comentarios despectivos, etc., al respeto del Profeta Santo”, dice lo siguiente:

Quienquiera que por medio de palabras, de forma hablada o escrita, o por la representación visible, por cualquier imputación o insinuación, directamente o indirectamente, profane el nombre sagrado del Profeta Santo Mahoma (la paz sea sobre él) será castigado con la muerte, o el encarcelamiento vitalicio, y también será obligado a depurar.

Desconozco qué es el instituto jurídico de la depuración en Pakistán pero bien podemos asimilarlo a nuestra reparación del daño causado, a lo mejor, por medio de la retractación. Eso pensando con caridad cristiana.

Decía arriba que Asia Bibi tiene una gran desgracia o, mejor, tuvo una gran desgracia: en determinada ocasión, al parecer, manifestó su desacuerdo para con Mahoma de una forma que a más de uno no le pareció adecuada.

Aparta tus sucias manos de cristiana; vas a contaminar nuestra agua porque los de tu religión sois impuros” fue lo que le dijeron cuando, en una ocasión, se vio en la obligación de manipular determinada vasija con agua. A lo mejor se hartó y no quiso poner la otra mejilla porque, es más que probable, que ya la hubiera puesto en muchas, muchas, muchas ocasiones y se la hubieran abofeteado de las formas más diversas.

Se supone que blasfemó aunque, sabiendo como se las gastan determinados miembros de la religión musulmana tergiversando las cosas para que los suyos aparezcan como culpables de actos delictivos (ahí tenemos, sin ir más lejos, el caso de Sakineh Mohamadi Ashtiani, en Irán, que deja mucho que desear en cuanto a lo que la acusación se refiere) también es probable que le tuvieran ganas a una cristiana y lo que dijo lo transformaran, por arte de civilización musulmana, en blasfemia contra el fundador de su religión.

Ha sido condenada, en aplicación del citado precepto del CPP, a muerte.

A cualquiera que tenga dos dedos de frente le tiene que parecer una aberración que a una persona que diga lo que diga de una religión se le pueda condenar a muerte.

A cualquier persona que tenga dos dedos de frente le ha de parecer que con tales personas poco hay que dialogar porque el diálogo que entienden es, más o menos, nada de nada y sólo con sus radicales ojos religiosos ven al mundo.

A cualquier persona que tenga dos dedos de frente le ha de parecer no sólo ridículo sino, además, imposible de toda imposibilidad, tratar de acordar algo en materia de civilizaciones con personas ciegas ante lo demás.

Pues a pesar de lo que cualquiera, con dos dedos de frente, puede ver, aún existe, en la mente de algún equivocado, la idea según la cual es posible una alianza con cierto tipo de civilizaciones y, a lo mejor, incluso algún miembro de la misma Iglesia católica es posible que crea que todo el mundo es bueno y cosas por el estilo.

Pues deberían haberse llevado a engaño hace mucho tiempo.

Tanto unos como otros, partidarios del entendimiento con según qué civilizaciones deberían saber, ya, que hace, más o menos, 1400 años hay una religión, creada entonces, que no sabe de diálogo sino de imposición y no pretende, sino, que todos sigan su estela.

Precisamente, ¡Qué casualidad!, es la misma que pretende llevar a la horca a una mujer, ¡tenía que ser mujer con odio que le tienen a las hijas de Eva!, que ha cometido, sobre todo, el delito de no postrarse hacia la Meca unas cuantas veces al día para orar.

Y pensar que aquí, en España, alguno tituló una obra de teatro “Me cago en Dios”.

Valientes así los quiero en Pakistán.

Eleuterio Fernández Guzmán