La Santa Sede aclara que las palabras del Papa no reforman la enseñanza de la Iglesia sobre el uso del preservativo
Roma
Lunes, 22 de Noviembre de 2010 01:00

“Pueden existir casos individuales en los que se justifique la utilización del preservativo”. Son las palabras del Papa que recoge el libro entrevista de Peter Seewald a punto de publicar. Durante el fin de semana levantaron un gran revuelo en todo el mundo. El domingo, el portavoz de la Santa Sede aclaró que no hay ningún "viraje revolucionario" en la enseñanza de la Iglesia sobre el preservativo, y que el Papa reafirma que “naturalmente la Iglesia no considera los profilácticos como la solución autentica y moral” del problema de SIDA.


Lombardi enfatiza que con sus palabras "el Papa no reforma o cambia la enseñanza de la Iglesia, sino la reafirma colocándose en la perspectiva del valor y de la dignidad de la sexualidad humana como expresión de amor y responsabilidad".


"Al mismo tiempo, dice el comunicado del portavoz vaticano, el Papa considera una situación excepcional la que el ejercicio de la sexualidad represente un verdadero riesgo para la vida del otro. En ese caso, el Papa no justifica moralmente el ejercicio desordenado de la sexualidad, sino que considera que el uso del profiláctico para disminuir el peligro de contagio sea “un primer acto de responsabilidad”, “un primer paso en el camino hacia una sexualidad más humana”, en vez de no utilizarlo, exponiendo al otro a arriesgar su vida".


"El razonamiento del Papa no puede ciertamente ser definido como un “viraje revolucionario”, añade Numerosos teólogos morales y válidas personalidades eclesiásticas han sostenido y sostienen posiciones análogas; sin embargo, es verdad que no las habíamos escuchado aun con tanta claridad de la boca de un Papa, si bien en una forma coloquial y no magisterial".


Considera que "Benedicto XVI nos ofrece valientemente una importante contribución a la clarificación y la profundización sobre un asunto ampliamente debatido. Es una contribución original, porque, por una parte reitera la fidelidad a los principios morales y demuestra lucidez en el rechazar un camino ilusorio como la “confianza en el profiláctico”; y por otra manifiesta una visión comprensiva y de largo alcance, atenta a descubrir los pequeños pasos – aunque sean iniciales y aun confusos - de una humanidad espiritualmente y culturalmente a menudo muy pobre, hacia un ejercicio más humano y responsable de la sexualidad".