ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 22 de noviembre de 2010

Inédito

Libro-entrevista de Benedicto XVI: “Tiempo de conversión”

Santa Sede

Benedicto XVI: Newman, un hombre que buscaba honradamente la verdad

El Papa a los nuevos cardenales: “confío mucho en vosotros”

Condolencias del Papa por la muerte del cardenal Navarrete

Mundo

Liberada Asia Bibi, la mujer paquistaní condenada a muerte por blasfemia

Premio “Madre Teresa” al cardenal Elio Sgreccia

España recoge la invitación del Papa de “velar por Dios y por el hombre”

Nuevos nombramientos en la Legión de Cristo

Entrevistas

Benedicto XVI, por qué lo atacan, por qué lo escuchan

Católicos y Vida Pública

Joaquín Navarro-Valls: “La fe no puede jugar hoy a la defensiva”

Documentación

Mensaje del Papa a un congreso sobre John Henry Newman

Audiencia del Papa a los nuevos cardenales

Manifiesto final del Congreso “Católicos y Vida Pública” 2010


Inédito


Libro-entrevista de Benedicto XVI: “Tiempo de conversión”
Un pasaje del volumen que se presenta mundialmente este martes
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos un pasaje del libro-entrevista del periodista y escritor alemán Peter Seewald al Papa Benedicto XVI que lleva por título "Luz del mundo", tomado del capítulo sexto, "Tiempo de conversión".

El volumen será presentado este martes en el Vaticano y en español es publicado por la Editorial Herder (http://herdereditorial.com/section/3954/).

 



 



 

* * *



 

Al comienzo del tercer milenio los pueblos del mundo experimentan un cambio radical de dimensiones hasta ahora inimaginables, en lo económico, lo ecológico y lo social. Los científicos consideran que la próxima década será decisiva para la subsistencia de este planeta.

Santo Padre, usted mismo utilizó en enero de 2009, ante diplomáticos en Roma, estas dramáticas palabras: «Hoy más que nunca, nuestro porvenir está en juego, al igual que el destino de nuestro planeta y sus habitantes». Si no logramos introducir pronto un cambio de amplias dimensiones, dice en otra parte, aumentará tremendamente el desvalimiento y se estará ante un escenario caótico. En Fátima, su prédica adquiere ya un tono casi apocalíptico: «El hombre ha sido capaz de desencadenar una corriente de muerte y de terror que no logra interrumpir».

¿Ve usted en los signos de los tiempos las señales de una cesura que cambie el mundo?

Hay, por supuesto, signos que nos estremecen, que nos intranquilizan. Pero también hay otros signos que pueden servirnos de punto de enlace y darnos esperanzas. Ya hemos hablado extensamente sobre el escenario de terror y de amenaza. Yo agregaría todavía algo más, que me quema especialmente en el alma desde las visitas de los obispos.

Muchísimos obispos, sobre todo de América Latina, me dicen que allá, por donde pasa el corredor del cultivo y del tráfico de drogas -y son partes importantes de esos países-, es como si un monstruo malvado hubiese puesto sus manos en el país y corrompiera a los hombres. Creo que esa serpiente del tráfico y consumo de drogas abarca toda la tierra, es un poder que no nos imaginamos como se debe. Destruye a la juventud, destruye a las familias, conduce a la violencia y amenaza el futuro de países enteros.

También esto forma parte de las terribles responsabilidades de Occidente: el hecho de que necesita drogas y de que, de ese modo, crea países que tienen que suministrárselas, lo que, al final, los desgasta y destruye. Ha surgido una avidez de felicidad que no puede conformarse con lo existente. Y que entonces huye, por así decirlo, al paraíso del demonio, y destruye a su alrededor a los hombres.

A esto se agrega otro problema. No podemos siquiera imaginarnos, dicen los obispos, la destrucción que trae consigo el turismo sexual en nuestra juventud. Se están dando allí procesos extraordinarios de destrucción que han nacido de la arrogancia, del tedio y de la falsa libertad del mundo occidental.

Se ve que el hombre aspira a una alegría infinita, quisiera placer hasta el extremo, quisiera lo infinito. Pero donde no hay Dios, no se le concederá, no puede darse. Entonces, el hombre tiene que crear por sí mismo lo falso, el falso infinito.

Es un signo del tiempo que, precisamente como cristianos, debe desafiarnos de forma urgente. Hemos de poner de manifiesto -y vivir también- que la infinitud que el hombre necesita sólo puede provenir de Dios. Que Dios es de primera necesidad para que sea posible resistir las tribulaciones de este tiempo. Que tenemos que movilizar, por así decirlo, todas las fuerzas del alma y del bien a fin de que en contra de esta acuñación falsa se yerga una verdadera, y de ese modo pueda hacerse saltar el circuito del mal y se lo detenga.



 

Con la vista puesta en el fin de los recursos, el fin de una vieja época, el fin de una determinada forma de vida, nuevamente y con toda fuerza tomamos consciencia de la finitud de las cosas en sí mismas, también del fin de la vida en general. Muchos ven ya en los signos de este tiempo el signo de un tiempo final. Advierten que tal vez el mundo no sucum­ba, pero que se encamina en una nueva dirección. Y que una sociedad enferma, en la que aumentan sobre todo los problemas psíquicos, anhela hasta con ánimo suplicante sanación y salvación.

¿No habría que reflexionar acerca de si esta nueva orientación puede estar relacionada con el regreso de Cristo?

Como usted dice, lo importante es que existe una necesidad de sanación y que, de alguna manera, se puede entender de nuevo lo que significa salvación. Los hombres reconocen que, si Dios está ausente, la existencia se enferma y el hombre no puede subsistir; que necesita una respuesta que él mismo no es capaz de dar. En tal sentido, éste es un tiempo de adviento que ofrece también muchas cosas buenas.

Por ejemplo, la gran comunicación con la que contamos hoy en día puede llevar, por un lado, a una despersonalización total. En ese caso no se está más que inmerso en el mar de la comunicación pero no se produce ya encuentro alguno con personas. Por el otro lado, sin embargo, esta comunicación puede constituir también una oportunidad: por ejemplo, de que nos percibamos mutuamente, de que nos encontremos, nos ayudemos, de que salgamos de nosotros mismos.

De ese modo, me parece importante no ver sólo lo negativo. Debemos percibir, sí, con toda agudeza lo negativo, pero también tenemos que ver todas las oportunidades de bien que se hallan presentes, las esperanzas, las nuevas posibilidades que existen para nuestra condición humana. En última instancia, para anunciar después la necesidad del cambio, que no puede producirse sin una conversión interior.

¿Qué significa eso, en concreto?

Esta conversión supone que se coloque nuevamente a Dios en primer término. Entonces, todo cambia. Y que se pregunte por las palabras de Dios para dejar que ellas iluminen, como realidades, el interior de la propia vida. Por así decirlo, debemos arriesgarnos nuevamente a hacer el experimento con Dios a fin de dejarlo actuar en nuestra sociedad.

Según su propia comprensión, el evangelio no contiene un mensaje proveniente del pasado, un mensaje ya agotado. Por el contrario, la presencia y la dinámica de la revelación de Cristo consiste justamente en que, en cierta medida, proviene del futuro, y es a su vez de importancia decisiva para el futuro de cada uno y el de todos. Cristo se aparecerá, «la segunda vez, sin relación ya con el pecado, a los que a Él aguardan, para darles la salvación», dice la Carta a los hebreos.

¿La Iglesia no debería informar con mucha más claridad acerca de que, según la Biblia, el mundo no se encuentra sólo en el tiempo después de Cristo, sino, en medida mucho mayor aún, nuevamente en el tiempo antes de Cristo?

Ésa fue, en efecto, una inquietud de Juan Pablo II, señalar con claridad que nuestra mirada se dirige hacia el Cristo que viene. Es decir que el que ha venido es mucho más aún el que está por venir, y que, en esa perspectiva, vivimos la fe en orienta­ción hacia el futuro. Eso implica que estemos realmente en condiciones de exponer de vuelta el mensaje de la fe desde la perspectiva del Cristo que viene.

A menudo, esa condición de Cristo que viene se ha pro clamado en fórmulas que, si bien son verdaderas, al mismo tiempo han envejecido. Ya no le hablan a nuestra constelación de vida y, a menudo, han dejado de ser comprensibles para nosotros. O bien ese Cristo que viene sufre un vaciamiento total y es falseado en el sentido de un tópico moral general del que no proviene nada y que no significa nada.

Por tanto, debemos procurar decir realmente la sustancia en cuanto tal, pero decirla de forma nueva. Jürgen Habermas dijo que es importante que haya teólogos que puedan traducir el tesoro que se conserva en su fe de tal modo que, en el mundo secular, sea una palabra para este mundo. Tal vez él lo entiende de manera algo diferente que nosotros, pero tiene razón en que el proceso interior de traducción de las grandes palabras a la imagen verbal y conceptual de nuestro tiempo está avanzando, pero aún no se ha logrado realmente. Y esto sólo puede conseguirse si los hombres viven el cristianismo desde Aquel que vendrá. Sólo entonces podrán también expresarlo en palabras. La afirmación, la traducción intelectual, presupone la traducción existencial. En tal sentido son los santos los que viven el ser cristiano en el presente y en el futuro, y a partir de su existencia el Cristo que viene puede también traducirse de modo de hacerse presente en el horizonte de comprensión del mundo secular. Ésta es la gran tarea frente a la cual nos encontramos.

Los cambios de nuestro tiempo trajeron también consigo otras formas y filosofías de vida, pero también una nueva percepción de la Iglesia. Los avances de la investigación médica plantean retos éticos enormes. También exige respuestas el nuevo universo de Internet. Aunque ya era un hombre anciano y enfermo, Juan XXIII recogió el cambio producido después de las dos guerras mundiales para interpretar, como dice en la bula de convocación Humanae Salutis, del 25 de diciembre de 1961, en un concilio los signos de los tiempos.

¿Lo imitará Benedicto XVI?

Bueno, Juan XXIII hizo un gesto grande e irrepetible al confiar a un concilio universal el entender hoy de nuevo la palabra de la fe. El concilio cumplió sobre todo el gran cometido pendiente de definir de nuevo tanto la vocación de la Iglesia como su relación con la modernidad, así como también la relación de la fe para con este tiempo y sus valores. Pero traducir lo dicho a la existencia y permanecer, al hacerlo, en la continuidad interna de la fe es un proceso mucho más difícil que el mismo concilio. Sobre todo porque el concilio ha llegado al mundo en la interpretación de los medios, y no tanto con sus propios textos, que casi nadie lee.

Creo que nuestra gran tarea ahora, después de que se han aclarado algunas cuestiones fundamentales, consiste, ante todo, en sacar nuevamente a la luz la prioridad de Dios. Hoy lo importante es que se vea de nuevo que Dios existe, que Dios nos incumbe y que Él nos responde. Y que, a la inversa, si Dios desaparece, por más ilustradas que sean todas las demás cosas, el hombre pierde su dignidad y su auténtica humanidad, con lo cual se derrumba lo esencial. Por eso, creo yo, hoy debemos colocar, como nuevo acento, la prioridad de la pregunta sobre Dios.

¿Piensa usted que la Iglesia católica podría prescindir realmente del Concilio Vaticano III?

Hemos tenido en total más de veinte concilios. Seguramente, en algún momento habrá de nuevo otro. Por el momento no veo que estén dadas las condiciones para hacerlo. Creo que en este momento el instrumento correcto son los sínodos, en los que el episcopado entero está representado y, por así decirlo, se encuentra en un movimiento de búsqueda, mantiene en unión a la Iglesia entera y, al mismo tiempo, la lleva hacia delante.

Que en alguna ocasión llegue de nuevo el momento de hacer un gran concilio deberíamos dejarlo en manos del futuro.

Por el momento necesitamos sobre todo los movimientos espirituales en los que la Iglesia universal recoge las experiencias del tiempo y, simultáneamente, partiendo de las experiencias interiores de la fe y de su fuerza, coloca hitos y, de ese modo, hace nuevamente de la presencia de Dios el punto central.

Como sucesor de Pedro, usted trae siempre de nuevo a la memoria el «plan» decisivo que existe para este mundo. No un plan A o un plan B, sino el plan de Dios. Tal y como usted mismo anunció, «Dios no es indiferente frente a la historia de la humanidad», y, en última instancia, Cristo es «el Señor de toda la creación y de toda la historia». Karol Wojtyla tuvo la misión de conducir a la Iglesia en su paso hacia el tercer milenio. ¿Cuál es la misión de Joseph Ratzinger?

Yo diría que no habría que fragmentar demasiado la historia. Estamos tejiendo todos en un tapiz común. Karol Wojtyla fue, por así decirlo, regalado por Dios a la Iglesia en una situación muy determinada, crítica, en la que, por una parte, estaba la generación marxista, la generación del 68, que cuestionaba la totalidad de Occidente, y en la que, por el contrario, el socialismo real se desintegró. Abrir en medio de esta contra posición la salida hacia la fe y señalarla como el centro y el camino fue un momento histórico de índole especial.

No todo pontificado debe tener una misión totalmente nueva. Ahora se trata de continuar eso mismo y de captar el dramatismo del tiempo, seguir sosteniendo en él la palabra de Dios como la palabra decisiva y dar al mismo tiempo al cristianismo aquella sencillez y profundidad sin la cual no puede actuar.

[Más información y pedidos en pedidos@herdereditorial.com]



 

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Santa Sede


Benedicto XVI: Newman, un hombre que buscaba honradamente la verdad
Mensaje a un congreso sobre el pensamiento del beato inglés
ROMA, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El beato John Henry Newman fue ante todo “un hombre honrado en la búsqueda de la verdad”, precisamente porque “la primacía de Dios es la primacía de la verdad”.

Así lo afirma el Papa Benedicto XVI en un mensaje dirigido al Simposio “El primado de Dios en la vida y en los escritos del beato John Henry Newman”, que se está celebrando en Roma, organizado por el Centro Internacional Amigos de Newman.

Newman, afirma, “nunca descendió a falsos compromisos o se contentó con consensos fáciles. Permaneció siempre honrado en la búsqueda de la verdad, fiel a las llamadas de su propia conciencia y dirigido hacia el ideal de la santidad”.

“La primacía de Dios se traduce, para Newman, en la primacía de la verdad, una verdad que debe buscarse ante todo disponiendo la propia interioridad a la acogida, en un intercambio abierto y sincero con todos, y que encuentra su culmen en el encuentro con Cristo”, añadió.

La primacía de Dios fue, afirma el Papa, la “perspectiva fundamental que caracterizó la personalidad y la obra del gran teólogo inglés”, primacía que procede del momento de su conversión.

Newman “descubrió la verdad objetiva de un Dios personal y viviente, que habla a la conciencia y revela al hombre su condición de criatura. Comprendió su propia dependencia en el ser de Aquel que es el principio de todas las cosas, encontrando así en Él el origen y el sentido de su identidad y singularidad personal”.

Tras la conversión, el beato “se dejó guiar por dos criterios fundamentales” que “manifiestan plenamente la primacía de Dios en su vida”.

El primero era “la santidad antes que la paz", que “documenta su firme voluntad de adherirse al Maestro interior con su propia conciencia, de abandonarse confiadamente al Padre y de vivir en la fidelidad a la verdad reconocida”.

El segundo era “su disposición a una continua conversión, transformación y crecimiento interior, siempre apoyado confiadamente en Dios”, afirma el Papa. “Newman fue a lo largo de toda su existencia uno que se convirtió, uno que se transformó, y de esta forma permaneció siempre el mismo, y se convirtió cada vez más en sí mismo”.

Estos ideales comportaron “un gran precio que pagar”, recuerda el Papa, pues Newman, “sea como anglicano que como católico, tuvo que sufrir muchas pruebas, desilusiones e incomprensiones”.

Con todo, Newman “estuvo siempre atento también en encontrar el lenguaje apropiado, la forma justa y el tono adecuado. Intentó no ofender nunca y dar testimonio de la gentil luz interior, esforzándose en convencer con la humildad, la alegría y la paciencia”concluye el Papa.

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El Papa a los nuevos cardenales: “confío mucho en vosotros”
Les recomienda “escuchar las distintas voces” en la Iglesia

 CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Un cardenal no sólo debe preocuparse por su Iglesia particular, sino que debe saber extender la mirada a todo lo ancho de la Iglesia universal. Así lo recomendó el Papa Benedicto XVI a los nuevos cardenales, a quienes recibió hoy en audiencia, junto con sus familiares y acompañantes, en el Aula Pablo VI.

El Papa quiso mostrar su afecto y apoyo a los veinticuatro nuevos purpurados, saludándoles en cada uno de sus respectivos idiomas, y afirmando su confianza en ellos y en el trabajo que llevarán a cabo a partir de ahora.

“Confío mucho en vosotros, en vuestra oración y en vuestra preciosa ayuda”, les dijo el Papa, animándoles a seguir el “ejemplo luminoso de los santos cardenales, intrépidos servidores de la Iglesia que, en el transcurso de los siglos, han dado gloria a Dios con el ejercicio heroico de las virtudes y la tenaz fidelidad al Evangelio”.

Invocando sobre ellos a la mártir santa Cecilia, les recordó su compromiso “de ser en la Iglesia atentos oyentes de las diversas voces, para hacer más profunda la unidad de los corazones”.

A los cardenales italianos, la mayor parte de ellos ya miembros de la Curia Romana, les exhortó a “perseverar fielmente en vuestras respectivas tareas por el bien del Evangelio y de todo el pueblo cristiano”.

A los de habla francesa, entre quienes se encontraba el patriarca de Alejandría de los Coptos, Antonios Naguib, y dos africanos, les invitó a “extender la mirada a las dimensiones de la Iglesia universal” y a ser “testigos ardientes del Evangelio para volver a dar al mundo la esperanza que necesita y para contribuir en todas partes al establecimiento de la paz y de la fraternidad”.

Dirigiéndose después a los de habla inglesa, les recordó que los cardenales “están llamados a participar de una forma especial en la solicitud del Papa por la Iglesia universal”.

“El vivo color de sus ropajes ha sido visto tradicionalmente como un signo de su compromiso en defender al rebaño de Cristo hasta el derramamiento de su sangre”, añadió.

Tras ellos, saludó a los de habla alemana, con un especial saludo al nuevo cardenal Kurt Koch, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los cristianos, subrayando su “importante tarea al servicio de la Iglesia universal y del Papa al servicio de la unidad de los cristianos”.

En español, el Papa felicitó a los nuevos cardenales, pidiéndoles que “movidos por un amor intenso a Cristo y unidos en estrecha comunión con el Sucesor de Pedro, continúen sirviendo con fidelidad a la Iglesia”.

Después se dirigió al cardenal Raymundo Damasceno Assis, obispo de Aparecida, con quien quiso recordar su visita a Brasil, visita que le concedió “horas de íntima alegría y gran esperanza eclesial”.

Por último, quiso saludar al cardenal polaco Kazimierz Nycz, recordándole que el nombramiento cardenalicio “obliga a la solicitud ya no solo por la Iglesia local, sino por la suerte de la Iglesia universal, además de a la estrecha colaboración con el Papa en el desarrollo del oficio petrino”.


 

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Condolencias del Papa por la muerte del cardenal Navarrete
 
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha expresado en un telegrama sus condolencias por la muerte del cardenal español Urbano Navarrete SI, diácono de San Ponziano, que ha sucedido el lunes por la mañana.

En el texto, enviado al prepósito general de la Compañía de Jesús, padre Adolfo Nicolás Pachón, el Pontífice expresa “sentimientos de profundas condolencias” al prepósito, “a toda la Compañía de Jesús y a los familiares del querido purpurado”, que tenía 90 años.

Confiesa también haber “sentido siempre profunda estima” por el cardenal Navarrete, “tanto por su testimonio personal de vida cristiana y consagrada como por su ejemplar servicio a la formación de las nuevas generaciones, especialmente de los sacerdotes”.

Recordando finalmente “el largo y competente servicio prestado por el insigne jurista a la Pontificia Universidad Gregoriana como también a la Santa Sede”, eleva “fervientes oraciones de sufragio para que el Señor acoja su alma elegida en el Reino eterno de la luz y de la paz”.

El cardenal Navarrete había nacido en Camarena de la Sierra el 25 de mayo de 1920, y fue ordenado sacerdote el 31 de mayo de 1952.

Había sido creado cardenal por Benedicto XVI el 24 de noviembre de 2007.

Con su muerte, el Colegio Cardenalicio tiene 202 miembros, 121 de los cuales electores. Hay 110 cardenales europeos, 21 de América del Norte, 31 de América Latina, 17 de África, 19 de Asia y 4 de Oceanía.


 

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Mundo


Liberada Asia Bibi, la mujer paquistaní condenada a muerte por blasfemia
Recibe la gracia del presidente Asif Ali Zardari
ROMA, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Asia Bibi, la crisitana paquistaní condenada a muerte por blasfemia, ha sido liberada de la cárcel tras haber alcanzado la gracia del presidente Asif Ali Zardari.

Lo ha confirmado a ZENIT International Christian Concern (ICC), así como otras instituciones de defensa de la libertad religiosa, así como la agencia de Kuwait Kuna.

Bibi, de 37 años, ha estado encerrada en la cárcel durante muchos meses sin haber sido procesada y hoy había sido declarada "inocente" por el ministro de las Minorías de Pakistán, Shahbaz Bhatti, que también es cristiano.

Bhatti había pedido al presidente Zardari que la mujer, madre de cuatro hijos, fuera liberada por "no haber cometido actos blasfemos".

Este sábado, Bibi había firmado un llamamiento para pedir la gracia al presidente, que fue entregado a Zardari por el gobernador de Punja, Salman Taseer.

Para salvar a la mujer se movilizó Benedicto XVI, así como buena parte de la comunidad internacional.

Bibi había sido condenada a muerte por un juez del distrito paquistaní de Nankana, en la provincia central de Punjab. La condena fue dictada por hechos que se remontan a junio de 2009, cuando la mujer había sido denunciada con la acusación de haber ofendido al profeta Mahoma durante una discusión con unas musulmanas.

Asia Bibi, según fuentes locales, ha sido llevada a una localidad no revelada por su seguridad, pues en el pasado personas que han sido declaradas inocentes de acusaciones de blasfemia han sido asesinadas por la población.

La mujer vivía con su esposo, Ashiq Masih, con sus tres hijas y un niño, el barrio "Chak 3" en el pueblo de Ittanwali, no muy lejos de la ciudad de Nankhana Sahib, al este de Lahore, provincia de Punjab. En el asentamiento Chak 3 sólo viven tres familias cristianas, en medio de una población musulmana.

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Premio “Madre Teresa” al cardenal Elio Sgreccia
El viernes recibió el reconocimiento en Roma
ROMA, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El cardenal Elio Sgreccia ha ganado la edición 2010 del premio europeo por la vida Madre Teresa de Calcuta.

El premio Madre Teresa es una especie de premio Nóbel por la vida y fue instituido en 2008, con motivo del 60º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (10/12/1948), por iniciativa del Movimiento por la Vida italiano y con la adhesión de los movimientos por la vida y por la familia europeos.

El reconocimiento se confiere a personalidades que se distinguen en la defensa del derecho a la vida de los niños no nacidos y en el apoyo a la familia natural.

En 2008, el premio europeo por la vida Madre Teresa de Calcuta fue concedido a la memoria del científico francés Jerôme Lejeune, que descubrió la trisomía 21 y que, por voluntad del papa Juan Pablo II, desempeñó el primer cargo de presidente de la Academia Pontificia para la Vida.

En 2009, fue conferido a Eduardo Verástegui, protagonista y coproductor de la película Bella.

Al entregar el premio al cardenal Sgreccia, este viernes 19 de noviembre en Roma durante el XXX congreso de los Centros de Ayuda a la Vida (CAV), el presidente del Movimiento por la Vida (MPV), Carlo Casini, explicó que la atribución del reconocimiento al purpurado “está en perfecta línea con su historia como fundador de la bioética personalista ontológicamente fundamentada”.

Casini recordó que al cardenal Segreccia se le debe la constitución en todo el mundo de 45 centros de bioética.

En su extenso currículum, figura también la publicación, en 1986, de su primer manual de bioética, un texto fundamental traducido a varias lenguas y editado varias veces.

“Basándose en la historia del pensamiento occidental desde la época clásica, la investigación especulativa de Sgreccia ha concentrado la mirada en el ser persona”, destacó el presidente del MPV.

De ahí la constitución, en 1992, del Instituto de Bioética en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica de Roma y el florecer de los demás centros en el mundo.

Desde 1990, el cardenal es miembro del Comité Nacional para la Bioética, y desde 2004, presidente de la Fundación Ut Vita Habeant y de la asociación Donum Vitae. Vicedirector de la revista Medicina e Morale, ha publicado más de 400 obras en revistas italianas y de otros países.

Universidades de México, Chile y Argentina le han concedido el Honoris Causa.

Casini destacó “el nombramiento de cardenal por parte de Benedicto XVI y el reconocimiento a su generosidad y a su dedicación al servicio de la Iglesia”

“Por este motivo -concluyó-, el Movimiento por la Vida y yo personalmente expresamos nuestro afectuoso agradecimiento a don Elio -nombre con el que durante mucho tiempo se ha hecho sencillamente llamar -por la cercanía que siempre nos ha demostrado, manifestada particularmente en el apoyo a nuestras obras y con el consejo competente, prudente e influyente en los momentos de elección más difíciles”.

[Por Antonio Gaspari, traducción del italiano por Patricia Navas]

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España recoge la invitación del Papa de “velar por Dios y por el hombre”
Empieza la asamblea plenaria de noviembre del episcopado español
MADRID, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- España recoge la invitación que Benedicto XVI realizó durante su reciente visita al país de “velar por Dios y por el hombre”, de promover el encuentro entre fe y modernidad y de llevar a cabo la nueva evangelización.

Lo afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), el cardenal Antonio María Rouco, en su discurso inaugural de la asamblea plenaria del episcopado de noviembre, que empezó este lunes en Madrid.

El purpurado destacó en primer lugar el particular significado eclesial de la visita del Papa, que ha permitido a los obispos “mostrarnos como miembros del único colegio episcopal, presidido por el obispo de Roma”.

Seguidamente, ofreció algunas reflexiones sobre las enseñanzas de Benedicto XVI de los días 6 y 7 de noviembre en España, destacando su invitación a “velar por Dios y velar por el hombre”.

“El Papa ha venido a hablarnos ante todo de Dios”, afirmó. “La buena noticia del amor de Dios es, en efecto, la motivación que da unidad a la misión apostólica en todos los campos: en la parroquia, la enseñanza, la familia, el trabajo, etcétera”.

Indicó que el Papa ha recordado que la Iglesia que peregrina en España está llena de la fuerza de la fe para la evangelización.

“El Sucesor de Pedro nos ha confrontado con nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro para confirmarnos en la fe y alentarnos en el trabajo de la nueva evangelización”, destacó el presidente de la Conferencia Episcopal Española.

Laicismo y nueva evangelización

Por otra parte, señaló que el Papa ha mostrado las tensiones como estímulo para el encuentro evangelizador.

“En el avión que lo traía a España, se refirió al 'laicismo fuerte y agresivo' surgido en España en el pasado, como una especie de otra cara de la moneda de la vigorosa aportación católica española al renacimiento del catolicismo en la edad moderna, recordó el cardenal.

Y añadió que “sin establecer una equiparación entre aquel fenómeno histórico y lo que ocurre en la actualidad, dijo que el 'enfrentamiento entre fe y modernidad', lejos de haber desaparecido, continúa hoy activo en España, donde tanto la una como la otra se muestran 'muy vivaces'”.

El purpurado subrayó la propuesta de presente y de futuro del Papa, que también destacó el nuncio del Papa en España, Renzo Fratini, en el discurso que siguió al del cardenal Rouco: “el encuentro entre fe y modernidad”.

En este sentido, el cardenal Rouco explicó que “la aportación específica de la Iglesia a ese nuevo encuentro es para el Papa la nueva evangelización, es decir, el anuncio renovado del Dios de la misericordia, de la justicia y de la libertad”.

“Ese encuentro evangelizador de la fe con la modernidad no tendrá lugar sin ciertas tensiones”, advirtió, “porque 'no se puede dar culto a Dios sin velar por el hombre, su hijo'”, dijo citando unas palabras del Papa en la plaza del Obradoiro de Santiago.

Tras recordar la visita del Papa y reiterar el agradecimiento de los obispos, destacó que su enseñanza “supone, sin duda, un gran estímulo para nuestra misión evangelizadora” y señaló que “a su luz podemos retomar con nuevo empeño nuestros trabajos”.

En esa tarea, destacó la vigencia de las reflexiones y orientaciones pastorales de la asamblea plenaria de la CEE en torno al Jubileo del año 2000, así como de las instrucciones más recientes, de 2006, sobre la calidad doctrinal y sobre algunas prioridades ante la situación actual española.

En este sentido, dijo que “puede ser oportuno traer a la memoria los tres objetivos que nos planteábamos hace cuatro años como caminos prácticos para responder al reto que el laicismo plantea a la conciencia y a la vida de los católicos y de la Iglesia en esta hora”.

Se trata de la formación en la fe de niños, jóvenes y adultos, manteniendo fielmente la disciplina sacramental y la coherencia de la vida cristiana; el anuncio del evangelio del matrimonio y de la familia; y en tercer lugar, el cuidado de la Eucaristía dominical.

Nueva versión de la Biblia

Finalmente, el purpurado manifestó la alegría de los obispos por la coincidencia de la publicación de la Exhortación postsinodal Verbum Domini, presentada en Roma el pasado día 11, y de la versión oficial española de la Sagrada Biblia, que se presentará próximamente en la sede de la CEE.

En este sentido, anunció que del 7 al 9 de febrero de 2001, se celebrará un congreso que ofrecerá la oportunidad de conocer a fondo la nueva versión oficial de la Biblia que se utilizará a partir de ahora en los libros litúrgicos a medida que sean aprobados.

También será un momento para compartir la reflexión sobre el lugar central de la Sagrada Escritura en la vida cristiana y en la acción evangelizadora de la Iglesia.


 

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Nuevos nombramientos en la Legión de Cristo
Se ampliará el consejo general, nuevo director territorial de Italia y nuevo prefecto de estudios
ROMA, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- A lo largo de los últimos meses, el Card. Velasio De Paolis, Delegado Pontificio para la Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi, ha analizado con el consejo general de la congregación, entre otros temas, el funcionamiento de los diversos órganos de gobierno con la finalidad que el servicio de autoridad se esté ejercitando de la mejor manera posible.

En este contexto, la secretaría general de la congregación ha comunicado hoy la amplicación temporal del consejo general de la Congregación, así como dos nuevos nombramientos.

"Dada la importancia del trabajo que la Legión de Cristo debe realizar con la revisión de las Constituciones, se dará mayor representatividad a todos los religiosos de la Congregación en el consejo general", explica el comunicado.

"De acuerdo con la autoridad que le ha sido concedida por el Santo Padre (cf. núm. 1 del Decreto del Secretario de Estado, 9 de julio de 2010), el cardenal Velasio De Paolis, C.S., derogó, para esta ocasión y por esta vez, los respectivos números de las Constituciones de la Legión de Cristo para ampliar el consejo general de cinco a siete miembros".

"Los dos nuevos consejeros generales serán nombrados por el Delegado Pontificio a inicios de 2011, tras haber realizado una consulta entre todos los sacerdotes y religiosos de votos perpetuos y los religiosos que ya han hecho la primera renovación de votos".

Nuevo director territorial para Italia

Para respetar con mayor claridad la distinción entre los órganos del gobierno general y del gobierno territorial, el padre Álvaro Corcuera, L.C., director general, con el consentimiento de su consejo, ha nombrado director territorial de Italia al padre Óscar Náder Kuri, L.C., quien entrará en funciones a partir del 24 de diciembre de 2010, en sustitución del padre Luis Garza Medina, L.C., quien continuará sirviendo como vicario general y delegado del director general para la vida consagrada femenina, explica el comunicado.

El padre Óscar Náder Kuri, L.C., nació el 23 de diciembre de 1958 en Monterrey, Nuevo León (México). Ingresó a la congregación el 15 de septiembre de 1976 y emitió su profesión religiosa el 15 de septiembre de 1978. Fue ordenado sacerdote el 24 de diciembre de 1986. Desde entonces colaboró en la formación de religiosos y sacerdotes legionarios de Cristo en el centro de estudios superiores de Roma, principalmente como rector de la sección C. Desde 2005 es, además, consejero territorial de Italia.

Nuevo prefecto general de estudios 

Asimismo, el director general, en presencia de su consejo y del delegado pontificio, ha designado prefecto general de estudios al padre José Enrique Oyarzún Tapia, L.C., en sustitución del padre Luis Garza, L.C.

El padre José Enrique Oyarzún Tapia, L.C., nació en Illapel, Cuarta Región (Chile), el 9 de enero de 1970. Ingresó a la congregación el 22 de marzo de 1987, emitió su profesión religiosa el 26 de marzo de 1989 y recibió la ordenación sacerdotal el 22 de diciembre de 2001. Consiguió el grado de doctor en teología dogmática y ha ocupado principalmente los siguientes oficios: auxiliar en la secretaría general (desde 2001), prefecto de estudios de la sede de la dirección general (desde 2003), profesor de teología dogmática en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum y auxiliar en la prefectura general de estudios (desde 2008). Su tarea como prefecto general de estudios consistirá en ayudar al director general y a su consejo en todo lo que se refiere a la formación intelectual, a la actualización de los estudios y a la integridad doctrinal de los miembros de la congregación.

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Entrevistas


Benedicto XVI, por qué lo atacan, por qué lo escuchan
Periodista italiano Aldo Valli analiza algunos escándalos mediáticos contra el Papa
ROMA, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- El libro de entrevista de Peter Seewald al Papa Benedicto XVI, "Luz del mundo", que será presentado este martes en el Vaticano, y que dedica un fragmento al uso de los preservativos "no dice nada nuevo", explica el periodista y escritor vaticanista Aldo Valli, autor del libro "La verdad del Papa. Por qué lo atacan, por qué hay que escucharle" (La verità del Papa. Perché lo attaccano, perché va ascoltato), recién publicado en Italia por la editorial Lindau.

"Más bien resulta nueva la forma, muy clara, con la cual el Papa expresa su pensamiento", aclara Valli, corresponsal en el Vaticano del telediario de la primera cadena de la televisión pública italiana RAI.

En diálogo con ZENIT el vaticanista italiano dice que con la actitud de los medios de centrar la atención sobre esta página "se corre el riesgo de oscurecer el resto del libro, en el cual el Papa da a entender muy bien cómo vivir su mandato, (como un servidor y no como un líder) y cuál es el último objetivo de su misión: acercar de nuevo el hombre a Dios".

Ataques y manipulaciones

¿Por qué tantas veces el contenido del mensaje del Papa queda reducido a los temas más candentes para la opinión pública? El periodista Valli responde "porque el Papa es un pastor, un intelectual y un hombre de cultura que habla de verdad. También porque habla de justicia. Todos nosotros, creyentes y no creyentes debemos interrogarnos sobre este tema".

Según el periodista, es un pontífice que a veces resulta peligroso para la opinión pública, "para quien no quiere que exista al verdad del hombre, para quien no quiere que haya justicia social".

¿Enemigo de la razón?

 No pocas veces Joseph Ratzinger es presentado como un Papa fideísta y cerrado al diálogo. Valli sin embargo destaca en él la virtud contraria: la apertura en sus discursos al tema de la razón, uno de sus los puntos fuertes de su pontificado: "Nos está haciendo una propuesta de fundamental importancia para nosotros y nuestros hijos", asegura.

"El Papa pide a la cultura contemporánea occidental reflexionar sobre el problema del divorcio entre libertad y verdad, el punto de atención sobre la razón humana y articula la propuesta a su magisterio", asegura.

Un tema que toca "constantemente también en sus viajes al extranjero". "Dan ganas de escucharlo", dice. Valli asegura que despierta un "deseo de conocimiento", pero admite que su discurso puede resultar "altamente desestabilizador para quien quiere el relativismo, para quien piensa que la Iglesia no ayuda".

Y confiesa que como periodista tiene una "gran tarea", que es la de "buscar siempre la verdad", la cual "probablemente no la alcanzaremos nunca en términos humanos, pero esta tensión hacia la verdad forma parte de nosotros".

¿Un papa impopular?

Aldo Valli también se refiere a la comparación que no pocas veces los medios hacen entre el carisma de Juan Pablo II y la personalidad tímida de Benedicto XVI "posición incorrecta, de la que nosotros católicos debemos cuidarnos", advierte.

"Es verdad que Benedicto XVI no es un personaje en el sentido mediático del término", dice. "Es un hombre manso, reservado e incluso tímido".

"Alemán que está bien en compañía de sus libros y que está casi desarmado ante los demás", sigue describiéndole el vaticanista. "Diferente a su predecesor que gustosamente andaba entre las multitudes, y se asomaba feliz al balcón", asegura. "Este es el hombre Ratzinger".

Pero afirma que esto trae algunas ventajas: "nos lleva a usar otros instrumentos para conocerlo como la lectura de sus textos", un hombre de "grandísima lucidez", con una "madurez interior".

Por último, Aldo Valli hace una exhortación: "Dejemos por un momento el hecho de que él sea el jefe de la Iglesia católica". De este modo las palabras de Ratzinger resonarán "para todos, especialmente para nuestros hijos y para el destino de sus vidas".

Concluye con una confesión: "Contribuir a establecer la verdad es una obra de la cual me he sentido atraído a pesar de las dificultades y ataques que uno recibe".

Por Carmen Elena Villa

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Católicos y Vida Pública


Joaquín Navarro-Valls: “La fe no puede jugar hoy a la defensiva”
Concluye en Madrid el Congreso Católicos y Vida Pública
MADRID, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- “Después de decenios, siglos, en los que los cristianos han luchado contra la ‘descristianización’, y en el contexto de neopaganismo actual, la fe no puede permanecer a la defensiva”.

Así lo afirmó Joaquín Navarro-Valles, anterior portavoz de la Santa Sede, durante la ponencia de clausura del XII Congreso anual “Católicos y Vida Pública”, ayer en Madrid, y en el que, según los organizadores, hubo alreddor de 1.300 participantes.

Este congreso, que organiza la Fundación San Pablo-CEU (Asociación Católica de Propagandistas - ACdP), reune cada año a importantes representantes del mundo católico europeo para debatir sobre cuestiones relacionadas con la presencia social del cristianismo.

Con el lema “Arraigados en Cristo: Firmes en la Fe y en la Misión”, el congreso de este año centró su atención especialmente en la cuestión de la laicidad en Europa, y en la necesidad de una nueva evangelización del tejido social europeo.

Este tema fue abordado por Joaquín Navarro-Valls en la conferencia de clausura, en la que pidió un amplio “cambio de perspectiva” de los cristianos “frente a los desafíos de nuestro tiempo”.

El cristianismo, explicó, “ya no debe ser visto como una tradición que salvaguardar, sino como la perspectiva de una vida futura que hay que recrear”. Es decir, que la pregunta que hoy ha de interpelar a los creyentes no es “si el cristianismo sabrá sobrevivir”, sino si sabrá “expandirse de nuevo”.

En el actual contexto del relativismo, que Navarro-Valls definió como la “tendencia a construir la propia certeza al margen de la verdad”, la principal fuerza del cristiano debe ser”la irradiación a través de su pensamiento y de su actuar de su encuentro personal con Cristo”.

“Cuando el cristiano se comporta como cristiano convence siempre”, afirmó.

“La religión –añadió – es un valor absoluto, universal y humano”. Como tal, “la política ha de ocuparse de ella no desde un plano cultural sino antropológico”, considerando la religión “un derecho común indispensable para el bien de todos”.

Así se expresó también, durante la apertura del congreso, el nuncio en España, monseñor Renzo Frattini, afirmando que los cristianos “no buscan la hegemonía política y cultural”, sino que lo único que les mueve es “la convicción de que Cristo es la piedra angular de toda construcción humana”.

Por su parte, el presidente de la ACdP y del CEU, Alfredo Dagnino, afirmó que la laicidad “no puede ser hostilidad para con el hecho religioso”, sino que debe partir del “reconocimiento del valor positivo del cristianismo para el bien común”.

También el presidente de la Fraternidad de Comunión y Liberación, el sacerdote español Julián Carrón, insistió en la necesidad, por parte de los propios cristianos, de “superar el reduccionismo de contraer el alcance del cristianismo a una ética o a una doctrina”.

“El testimonio de cristianos que hacen presente a Cristo, hace de la fe algo 'contemporáneo' y ésta es la gran baza del cristianismo en nuestros días – afirmó –. En este momento, en el que el deterioro del hombre avanza, la Iglesia tiene la oportunidad de mostrar la potencia de vida que corre por sus venas”.

Laicidad positiva

El tema de la laicidad fue también objeto de una mesa redonda, en la que intervinieron el redactor jefe adjunto del diario francés Le Figaro, Jean Sevillia, el diputado de la Cámara de Diputados de la Republica Italiana y presidente del grupo EPP/CD en el Consejo de Europa Luca Volonte, y la catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad de Zaragoza, Zoila Combalía Solís.

El político italiano Luca Volonte afirmó por su parte la necesidad de la regulación del nuevo fenómeno del pluralismo religioso, pero sin imposiciones ideológicas.

La Catedrática de Derecho Eclesiástico del Estado de la Universidad de Zaragoza, Zoila Combalía Solís, explicó la diferencia entre el laicismo militante y la neutralidad de los poderes públicos hacia las diferentes religiones.

El primero se basa en el modelo laicista decimonónico francés. Por él, se pretende expulsar a las religiones del debate social y relegarlas al ámbito de lo privado, si bien esta propuesta tiene el peligro de que impida el desarrollo de la libertad personal.

En el segundo, que fue el modelo elogiado por el propio Papa Benedicto XVI durante su visita pastoral a Estado Unidos en 2008, parte del ejemplo de la Constitución Americana, donde la separación de la religión y del Estado se realiza para lograr una convivencia pacífica y la libertad de culto.

La catedrática alertó también contra el riesgo de que, “ante la falta de consenso en temas sociales tan sensibles como el derecho a la vida y a la dignidad personal, la libertad religiosa, la educación de los hijos por parte de los padres según sus propias convicciones, se pueda dar la situación de que el Estado fuerce a alguien a actuar contra sus propias convicciones”.

Por su parte, Jean Sevillia afirmó que “si Europa no quiere reconocer sus raíces cristianas se va a suicidar”, pues el olvido de las raíces cristianas entronca y se agrava con el “individualismo”, junto un concepto pervertido de libertad.

Dentro de este ámbito, genera especial desorientación “la confusión de la libertad religiosa con la libertad de conciencia”, afirmó el periodista francés.

Esta idea de laicidad positiva fue también ilustrada en una ponencia-marco por Sergio Belardinelli, profesor de sociología de la Universidad de Bolonia, quien afirmó que se necesita “un Estado laico que sea capaz de organizar la convivencia pacífica entre las distintas confesiones”.

Belardinelli apostó también por una “versión de laicidad distinta de la dominante”. Se decanta, en este punto, por el modelo americano de laicidad, que se sustenta en la colaboración entre lo político y lo religioso, en lugar de la “recíproca deslegitimación” que caracteriza el modo europeo.

En esta línea, Belardinelli afirmó que a los católicos les “ha llegado la hora de pensar en que hay que participar en la generación del consenso. Hay que entrar donde se produce el consenso”, añadió. “No podemos correr el riesgo de esperar”, concluyó.

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Documentación


Mensaje del Papa a un congreso sobre John Henry Newman
Organizado por el “International Centre of Newman Friends”
ROMA, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el mensaje que el Papa Benedicto XVI ha hecho llegar al Simposio “El primado de Dios en la vida y en los escritos del beato John Henry Newman, que se está celebrando en Roma, organizado por el Centro Internacional Amigos de Newman.

* * * * *



 

Al Reverendo Padre

HERMANN GEISSLER, F.S.O.

Director del International Centre of Newman Friends

Mientras está en mí aún viva la alegría por haber podido proclamar beato al cardenal John Henry Newman, durante mi reciente viaje al Reino Unido, le dirijo un cordial saludo a Usted, a los ilustres ponentes y a todos los participantes en el Simposio organizado en Roma por el Centro Internacional Amigos de Newman. Expreso mi aprecio por el tema elegido: “El primado de Dios en la vida y en los escritos del beato John Henry Newman". Con él de hecho se pone en justa evidencia el teocentrismo como perspectiva fundamental que caracterizó la personalidad y la obra del gran teólogo inglés.

Es bien conocido que el joven Newman, a pesar de que había podido conocer, gracias a su madre la "religión de la Biblia", atravesó un periodo de dificultades y de dudas. A los catorce años sufrió, de hecho, la influencia de filósofos como Hume y Voltaire y, reconociéndose en sus objeciones a la religión, se encaminó, según la moda humanista y liberal de su época, hacia una especie de deísmo.

El año siguiente, con todo, Newman recibió la gracia de la conversión, encontrando descanso “en el pensamiento de dos seres absolutos y luminosamente evidentes en sí mismos, yo y mi Creador" (J.H. Newman, Apologia pro vita sua, Milán 2001, pp. 137-138). Descubrió por tanto la verdad objetiva de un Dios personal y viviente, que habla a la conciencia y revela al hombre su condición de criatura. Comprendió su propia dependencia en el ser de Aquel que es el principio de todas las cosas, encontrando así en Él el origen y el sentido de su identidad y singularidad personal. Es esta experiencia particular la que constituye la base para la primacía de Dios en la vida de Newman.

Tras la conversión, se dejó guiar por dos criterios fundamentales – tomados del libro La fuerza de la verdad, del calvinista Thomas Scott – que manifiestan plenamente la primacía de Dios en su vida. El primero: “la santidad antes que la paz" (ibid., p. 139), documenta su firme voluntad de adherirse al Maestro interior con su propia conciencia, de abandonarse confiadamente al Padre y de vivir en la fidelidad a la verdad reconocida. Estos ideales habrían comportado en seguida “un gran precio que pagar”. Newman, de hecho, sea como anglicano que como católico, tuvo que sufrir muchas pruebas, desilusiones e incomprensiones. Con todo, nunca descendió a falsos compromisos o se contentó con consensos fáciles. Permaneció siempre honrado en la búsqueda de la verdad, fiel a las llamadas de su propia conciencia y dirigido hacia el ideal de la santidad.

El segundo lema elegido por Newman: "el crecimiento es la única expresión de vida" (ibid.), expresa de forma clara su disposición a una continua conversión, transformación y crecimiento interior, siempre apoyado confiadamente en Dios. Descubrió así su vocación al servicio de la Palabra de Dios y, dirigiéndose a los Padres de la Iglesia para encontrar mayor luz, propuso una verdadera reforma del anglicanismo, adhiriéndose finalmente a la Iglesia católica. Resumió su propia experiencia de crecimiento, en la fidelidad a sí mismo y a la voluntad del Señor, con sus conocidas palabras: “Aquí en la tierra vivir es cambiar, y la perfección es el resultado de muchas transformaciones” (J.H. Newman, Lo sviluppo della dottrina cristiana, Milano 2002, p. 75). Y Newman fue a lo largo de toda su existencia uno que se convirtió, uno que se transformó, y de esta forma permaneció siempre el mismo, y se convirtió cada vez más en sí mismo.

El horizonte de la primacía de Dios marca en profundidad también las numerosas publicaciones de Newman. En el citado ensayo sobre El desarrollo de la doctrina cristiana, escribió: "Hay una verdad; hay una sola verdad; ... la búsqueda de la verdad no debe ser satisfacción de curiosidades; la adquisición de la verdad no se parece en nada a la excitación de un descubrimiento; nuestro espíritu está sometido a la verdad, no es, por tanto, superior a ella, y debe no tanto disertar sobre ella sino venerarla" (pp. 344-345). La primacía de Dios se traduce, para Newman, en la primacía de la verdad, una verdad que debe buscarse ante todo disponiendo la propia interioridad a la acogida, en un intercambio abierto y sincero con todos, y que encuentra su culmen en el encuentro con Cristo, "camino, verdad y vida" (Jn 12,6). Newman dio por ello testimonio de la Verdad también con su riquísima producción literaria pasando de la teología a la poesía, de la filosofía a la pedagogía, de la exegesis a la historia del cristianismo, de las novelas a las meditaciones y a las oraciones.

Presentando y defendiendo la Verdad, Newman estuvo siempre atento también en encontrar el lenguaje apropiado, la forma justa y el tono adecuado. Intentó no ofender nunca y dar testimonio de la gentil luz interior ("kindly light"), esforzándose en convencer con la humildad, la alegría y la paciencia. En una oración dirigida a san Felipe Neri escribió: “Que mi aspecto sea siempre abierto y alegre, y mis palabras amables y agradables, como conviene a aquellos que, cualquiera que sea su estado de vida, gozan del más grande de todos los bienes, del favor de Dios y de la esperanza de la felicidad eterna" (J.H. Newman, Meditazioni e preghiere, Milano 2002, pp. 193-194).

Al beato John Henry Newman, maestro en enseñarnos que la primacía de Dios es la primacía de la verdad y del amor, confío las reflexiones y el trabajo del presente Simposio, mientras que, por intercesión de la Virgen María, Madre de la Iglesia, le imparto con alegría a usted y a todos los participantes la implorada Bendición Apostólica, prenda de abundantes favores celestiales.

En el Vaticano, 18 de noviembre de 2010

BENEDICTUS PP. XVI

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Audiencia del Papa a los nuevos cardenales
Creados el sábado en el Consistorio
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el saludo del Papa Benedicto XVI a los nuevos cardenales, a quienes recibió hoy en audiencia, junto con sus familiares y acompañantes, en el Aula Pablo VI.

* * * * *

Señores cardenales,

queridos hermanos en el Episcopado y en el presbiterado,

queridos amigos

Están aún vivos en la mente y en el corazón de todos nosotros los sentimientos y las emociones que hemos vivido ayer y anteayer, con ocasión de la creación de 24 nuevos cardenales. Han sido momentos de ferviente oración y de profunda comunión, que hoy deseamos prolongar con el alma llena de gratitud hacia el Señor, el cual nos ha dado la alegría de vivir una nueva página de la historia de la Iglesia. Estoy por tanto contento de acogeros también hoy, en este encuentro sencillo y familiar, y de dirigir mi cordial saludo a los neo-purpurados, como también a sus parientes, amigos y a cuantos les acompañan en esta circunstancia tan solemne e importante.

Os saludo en primer lugar a vosotros, queridos cardenales italianos. Le saludo a usted, señor cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos; le saludo a usted, señor cardenal Francesco Monterisi, arcipreste de la Basílica papal de San Pablo Extramuros; le saludo a usted, señor cardenal Fortunato Baldelli, penitenciario mayor; le saludo a usted, señor cardenal Paolo Sardi, vice camarlengo de la Santa Iglesia Romana; le saludo a usted, señor cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero; le saludo a usted, señor cardenal Velasio De Paolis, presidente de la Prefectura de Asuntos Económicos de la Santa Sede; le saludo a usted, señor cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura; le saludo a usted, señor cardenal Paolo Romeo, arzobispo de Palermo; le saludo a usted, señor cardenal Elio Sgreccia, anterior presidente de la Academia Pontificia para la Vida; le saludo a usted, señor cardenal Domenico Bartolucci, anterior maestro director de la Capilla Musical Pontificia. Queridos y Venerados Hermanos, a través vuestro, la Iglesia que está en Italia enriquece al Colegio Cardenalicio con ulterior sabiduría pastoral y entusiasmo apostólico. Extiendo de buen grado mi cordial saludo a cuantos comparten con vosotros la alegría de este momento y les exhorto a asegurar el apoyo de su oración, para que podáis perseverar fielmente en vuestras respectivas tareas por el bien del Evangelio y de todo el pueblo cristiano.

[En francés]

Dirijo mi cordial saludo a los nuevos cardenales francófonos: al patriarca de Alejandría de los Coptos, cardenal Antonios Naguib; al presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, cardenal Robert Sarah; al arzobispo de Kinshasa, cardenal Laurent Monsengwo Pasinya. Saludo también con alegría a sus parientes y a todas las personas que les acompañan en estos días de fiesta que estamos viviendo. Queridos amigos, estas celebraciones nos invitan a extender nuestra mirada a las dimensiones de la Iglesia universal. Os invito a rezar por los nuevos cardenales para que en comunión con el Sucesor de Pedro trabajen eficazmente por la unidad y la santidad del entero Pueblo de Dios. Y vosotros mismos, sed testigos ardientes del Evangelio para volver a dar al mundo la esperanza que necesita y para contribuir en todas partes al establecimiento de la paz y de la fraternidad.

[En inglés]

Extiendo un saludo cordial a los prelados de habla inglesa a quienes he tenido la alegría de elevar a la dignidad de cardenales en el consistorio del pasado sábado. Cardenal Raymond Leo Burke, prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica; cardenal Medardo Joseph Mazombwe, arzobispo emérito de Lusaka (Zambia); cardenal Donald William Wuerl, arzobispo de Washington (EE.UU) y cardenal Albert Malcolm Ranjith Patabendige Don, arzobispo de Colombo (Sri Lanka).

También doy la bienvenida a sus familiares y amigos, y a los fieles que les han acompañado a Roma.

El Colegio de Cardenales, cuyo origen está unido al antiguo clero de la Iglesia romana, tiene a su cargo la elección del Sucesor de Pedro y aconsejarle en los asuntos de mayor importancia. Tanto en las oficinas de la Curia Romana como en su ministerio en las Iglesias locales a través del mundo, los cardenales están llamados a participar de una forma especial en la solicitud del Papa por la Iglesia universa. El vivo color de sus ropajes ha sido visto tradicionalmente como un signo de su compromiso en defender al rebaño de Cristo hasta el derramamiento de su sangre. Al aceptar los nuevos cardenales la carga de este oficio, confío en que serán apoyados por vuestras oraciones constantes y vuestra cooperación en sus esfuerzos para construir el Cuerpo de Cristo en unidad, santidad y paz.

[En alemán]

Un saludo especial a los recién nombrados cardenales alemanes. Debo comenzar con el cardenal Kurt Koch, a quien saludo con afecto, así como a su familia, sus amigos e invitados de Suiza, en especial a los representantes de la diócesis de Basilea, donde ha trabajado muchos años como obispo, y los representantes del Consejo Federal y el cantonés. Me uno a él en la oración y el apoyo en su importante tarea al servicio de la Iglesia universal y del Papaal servicio de la unidad de los cristianos. Saludo cordialmente además al cardenal Reinhard Marx, así como a su familia, y peregrinos de la archidiócesis de Munich y Freising, los obispos auxiliares, el personal de los organismos diocesanos, los representantes de la vida política y pública, así como los fieles de la diócesis de Tréveris y del arzobispado de Paderborn. Por último, saludo cálidamente al cardenal Walter Müller con su familia y amigos en Roma, Augsburgo y Bamberg. Queridos amigos, los cardenales asumen de una manera especial la asistencia al sucesor de Pedro en su servicio a la Iglesia unviersal. Signo es el rojo púrpura, que se interpreta como su disposición para proteger el rebaño de Cristo hasta el extremo, el sacrificio de su sangre.  Acompaño su tarea y su compromiso con la iglesia con oraciones.

[En español]

Saludo con afecto a los nuevos Cardenales de lengua española, acompañados de sus familiares y de tantos Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos venidos especialmente de Ecuador y España. La Iglesia en Ecuador se alegra por el Cardenal Raúl Eduardo Vela Chiriboga, Arzobispo Emérito de Quito, que con celo y dedicación ejemplar ha desempeñado también su ministerio episcopal en Guayaquil, Azogues, y como Obispo Ordinario Militar. También la Iglesia que peregrina en España se congratula por el Cardenal José Manuel Estepa Llaurens, Arzobispo Emérito Castrense, que ha prestado un servicio precioso participando en la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica. Os invito a todos a acompañar con vuestra oración y cercanía espiritual a los nuevos miembros del Colegio de cardenales para que, movidos por un amor intenso a Cristo y unidos en estrecha comunión con el Sucesor de Pedro, continúen sirviendo con fidelidad a la Iglesia.

[En portugués]

Saludo al señor cardenal Raymundo Damasceno Assis, aquí rodeado de personas amigas, congratulándose se ver a su persona más íntimamente asociada al ministerio del Papa. Vuestra presencia me recuerda las horas de íntima alegría y gran esperanza eclesial vividas en Aparecida, durante mi inolvidable visita a Brasil que, sobre todo en ese día, se extendía a todo el Continente Latino-Americano y Caribeño, con su episcopado allí reunido en comunión de fe, esperanza y amor, bajo la mirada maternal de María, en torno al Sucesor de Pedro. Hoy con vosotros reitero mi confianza afectuosa al señor cardenal arzobispo de Aparecida y pido a Nuestra Señora que os proteja y asista a todos, iluminando con la esperanza vuestro camino, en unión con el pastor y amigo, para instaurar todas las cosas en Cristo.

[En polaco]

Expresiones de saludo dirijo al cardenal Kazimierz Nycz y a sus huéspedes. El nombramiento cardenalicio obliga a la solicitud ya no solo por la Iglesia local, sino por la suerte de la Iglesia universal, además de a la estrecha colaboración con el Papa en el desarrollo del oficio petrino. Por esto imploro para él todas las gracias necesarias, y os pido a todos vosotros la oración constante por la luz y el poder del Espíritu Santo – Espíritu de sabiduría y de consejo. ¡Que Dios os bendiga!

[En italiano]

¡Queridos y Venerados hermanos que habéis entrado a formar parte del Colegio Cardenalicio! Renuevo a cada uno de vosotros mi augurio más cordial. Vuestro ministerio se enriquece con un ulterior compromiso en apoyar al Sucesor de Pedro, en su universal servicio a la Iglesia. Confío mucho en vosotros, en vuestra oración y en vuestra preciosa ayuda. Con fraternal estima, os animo a proseguir en vuestra misión espiritual y apostólica, que ha conocido una etapa muy importante. Mantened fija la mirada en Cristo, tomando de Él toda gracia y consuelo espiritual, según el ejemplo luminoso de los santos cardenales, intrépidos servidores de la Iglesia que, en el transcurso de los siglos, han dado gloria a Dios con el ejercicio heroico de las virtudes y la tenaz fidelidad al Evangelio. Invoco sobre vosotros y sobre los presentes la protección maternal de la Virgen María, Madre de la Iglesia, y de la mártir santa Cecilia, cuya memoria celebramos hoy. Que la patrona de la música y del bel canto acompañe y sostenga vuestro compromiso de ser en la Iglesia atentos oyentes de las diversas voces, para hacer más profunda la unidad de los corazones. Con estos sentimientos os imparto con afecto a vosotros y a todos los presentes una especial Bendición Apostólica.

[Traducción del original plurilingüe por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Manifiesto final del Congreso “Católicos y Vida Pública” 2010
Organizado por la Fundación española San Pablo-CEU
MADRID, lunes 22 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).- Por su interés, ofrecemos a continuación el manifiesto final del XII Congreso “Católicos y Vida Pública”, que se ha celebrado este fin de semana en Madrid, con personalidades del mundo católico europeo.

* * * * *

MANIFIESTO DEL XII CONGRESO CATÓLICOS

Y VIDA PÚBLICA

FIRMES EN LA FE Y EN LA MISIÓN



 

La Fundación Universitaria San Pablo-CEU, obra de la Asociación Católica de Propagandistas y organizadora de los Congresos “Católicos y Vida Pública”, al término del Duodécimo de éstos, celebrado bajo el lema Firmes en la Fe y en la Misión, manifiesta su satisfacción por el gozoso ambiente de fraternal convivencia en que se ha desarrollado este encuentro, da gracias a Dios por los buenos frutos de estas jornadas y desea ofrecer a todos las siguientes consideraciones.

Este Duodécimo Congreso de Católicos y Vida Pública ha estado clara y felizmente envuelto en la estela de la visita pastoral que el Santo Padre ha realizado hace tan pocos días a España, así como proyectado hacia el horizonte de su esperada nueva presencia entre nosotros, con motivo de la ya cada vez más cercana celebración de la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

Arraigados en Cristo, confirmados por Pedro una vez más en la fe y en la misión, nos sentimos especialmente llamados a la nueva evangelización que necesitamos todos en las sociedades occidentales pluralistas fuertemente secularizadas. Somos cristianos hoy, en esta cultura que parece olvidada de Dios, a partir de nuestro encuentro personal con Cristo. Nuestra aportación, como cristianos, a España, a Europa, al mundo, no es sino la de la Iglesia misma y “se centra en una realidad tan sencilla y decisiva como ésta: que Dios existe y que es Él quien nos ha dado la vida. Solo Él es absoluto, amor fiel e indeclinable, meta infinita que se trasluce detrás de todos los bienes, verdades y bellezas admirables de este mundo; admirables pero insuficientes para el corazón del hombre”. En esta afirmación del Dios Absoluto que se nos da en Cristo va incluida y tiene su fundamentación última la afirmación de la dignidad de toda persona desde su concepción hasta su muerte natural. Esta afirmación entraña una insobornable apuesta por la cultura de la vida y la familia fundada en el matrimonio, unión de amor generoso e indisoluble entre un hombre y una mujer.

Aquí y ahora, dado el fuerte secularismo ambiente, nuestro testimonio ha de hacerse presente en el plano de las relaciones, del encuentro, en el diálogo que lleve a “superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza”, entre laicidad y fe. Afirmamos la laicidad del Estado rectamente entendida como la autonomía natural que a éste corresponde en su ámbito, civil y político, frente a las esfera religiosa y eclesial (¡nunca respecto del orden moral!). La auténtica positiva laicidad no sólo no constituye obstáculo a la pública afirmación de Dios --cuyo nombre hemos de hacer resonar de nuevo “gozosamente” en el ámbito público, “bajo los cielos de Europa” y en todo el mundo--, sino que es, por el contrario, exigencia, condición y garantía del efectivo y pleno ejercicio de la libertad religiosa por parte de todos en condiciones básicas de igualdad.

En el ámbito de libertad, que debe garantizar un una política de recta laicidad, hemos de manifestar nuestra fe “con alegría, coherencia y sencillez, en casa, en el trabajo y en nuestro compromiso ciudadano”, con el que hemos de testimoniar también nuestra esperanza, mediante la realización de la caridad, arraigados en el tejido social, con una generosa intensa participación, en activa solidaridad, expresión de la dimensión social de nuestra fe, que se traduce en tareas de ordenación sociopolítica, en la denuncia de la injusticia, en la defensa de la dignidad de todas las personas en todo momento, así como en obras de servicio a los hermanos, especialmente a los más débiles y desatendidos, servicio que para el cristiano “no es una mera opción, sino parte esencial de su ser”.

Este Congreso condena de modo absoluto y pide que cese la persecución que en todo el mundo sufren innumerables personas por causa de su fe religiosa. A todas estas personas las vemos hoy representadas en ASIA BIBI cuya libertad inmediata exigimos.

La recta laicidad ha de facilitar, en la presente situación de emergencia educativa y cultural, el desarrollo de una actividad educacional, al mismo tiempo evangelizadora y civilizatoria, que nos lleve a recuperar y legar a las nuevas generaciones “el sentido de lo sagrado” y ofrecerles como patrimonio fundamental “la fe en un Dios creador y providente, la revelación de Jesucristo único salvador y la comprensión común de las experiencias fundamentales del hombre como nacer, morir, vivir en una familia, y la referencia a una ley moral natural”. De este modo podremos superar la antihumanista ruptura moderna y lograr la reconstrucción de una antropología sobre la que llevar a cabo una verdadera educación integral, que conduzca a una felicitante plena realización personal y comunitaria. Hemos de afirmar una vez más el derecho fundamental de los padres a decidir el tipo de educación que han de recibir sus hijos y el estricto respeto que los poderes públicos han de guardar al legítimo pluralismo determinado por las diversas concepciones últimas de la persona, pluralismo densificado entre nosotros por la creciente intensa y variada inmigración y que debe traducirse en el enriquecimiento de las integradoras bases comunes de convivencia en cuya aceptación hemos de converger a partir de la experiencia humana elemental de necesidades, aspiraciones y deseos básicos radicales comunes en la que todos los hombres han de reconocerse justamente como hombres y como hermanos.

Firmes en la misión, confirmados en la fe, entreguémonos sin reservas a transmitirla con valentía, “siendo cristianos como ciudadanos y ciudadanos como cristianos”, en esta apremiante tarea de la nueva evangelización. YA, SIN DILACIÓN, ¡AHORA!

Madrid, 21 de noviembre de 2010  

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