24.11.10

Muertes dignas

A las 12:25 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Derechos Humanos
 

Dicen en el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero, ingeniero social mayor del reino, que van a preparar una ley para la denominada “muerte digna”. Esto ya sabemos qué quiere decir.

Al que esto escribe le publicaron, hace más de tres años (en concreto, el 27 de octubre de 2007) en Forum Libertas un artículo que por el interés no profético pero sí previsor que tiene, voy a traer hoy aquí.

Entenderán que, si bien algunas personas ya no están en el cargo que ahí se refiere, el tema es el que es y el fondo el mismo. Pueden poner en su lugar a los mandatarios de ahora mismo.

Decía lo siguiente:

"La eutanasia que viene

“Lo que ahora se presenta como un progreso es, en realidad, un retroceso que hay que poner en la cuenta de ese terrible lado oscuro de nuestro modo de vida, al que Papa” (se refiere a Juan Pablo II Magno) “ha llamado ‘cultura de la muerte’”.

Con estas palabras, la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE desde ahora), en el documento titulado “La eutanasia es inmoral y antisocial” y, más concretamente, en el punto 4 de su apartado I, nos introduce, directamente, en la cuestión de la que tratamos aquí: queda claro que ese recurso científico, que se pretende implantar en España, no está muy de acuerdo con la doctrina cristiana.

Por eso, no han sido pocas las veces que, en España, ha salido a la palestra pública el tema de la eutanasia, ese, se supone, morir dulce, que puede hacer que a una persona que se encuentra en un trance físico grave, o muy grave, pueda proporcionársele un pasaporte inmediato al otro mundo.

Parece como si el ministro de Sanidad, Bernat Soria, no le diera mucha importancia a la cosa pues tanto dice que es conveniente aprobar tal extraño derecho como lo contrario, según convenga a la situación política. Sin embargo, esto puede ser por dos razones: o bien es cierto y entiende que el tema de la eutanasia a nadie le interesa pero, al fin y al cabo puede ser una herramienta electoral o bien sí que le interesa y dice lo que dice para, en el momento más inoportuno (siempre lo será porque nunca será tiempo para eso) colar la aprobación, vía BOE, de lo que será, utilizando un muy viejo tópico, la crónica de una muerte anunciada.

Y el caso es como sigue.

Al final, muy al final, de una entrevista que concedía al diario El Mundo, Bernat Soria (que, aunque publicada hace unas semanas no tenemos que perder de vista por lo que pueda pasar) dijo algo sobre la eutanasia que vale la pena, pero no por lo bueno sino por lo contrario, traerlo, aquí, a colación.

Según Bernat Soria, el tema de la eutanasia es “una asignatura pendiente en la sociedad española”. Lo que yo no sabemos es qué tipo de materia es la que tenemos pendiente: ¿se trata de una que contemple el derecho a la vida? ¿Se trata, al contrario, de una que establezca el derecho a matar que ciertas personas quieren arrogarse?

Según lo leído, algún día tendremos que examinarnos para aprobar esta asignatura que tenemos pendiente, o sea, suspendida. Y está suspendida, espero que sine die, porque el común de las personas no cree que alguien, por muy médico que sea, pueda disponer de nuestra vida o de la de un familiar; está suspendida porque el sentido común del personal no ve necesario (esperemos que nunca lo vea) que cosas como ésta se lleven adelante porque les gusta disfrutar de sus enfermos (ya sé que esto puede resultar extraño al que no conozca el sentido que el cristiano puede darle al dolor) y esperar a que mueran, porque no tienen miedo a que llegue ese momento y desean, al menos, poder verlos con vida una vez más sin tener que soportar que alguien, por muy médico que sea, les administre el suero (o lo que sea) del adiós, científicamente comprobada su eficacia.

Y volvió a insistir en que la eutanasia “es un tema que en algún momento debe plantearse la sociedad” Lo que debe plantearse la sociedad es cómo es posible que personas que, como ésta, que se llaman, a sí mismas, progresistas, entiendan tan mal qué es lo que quiere decir eso de “progresismo” y hagan, de ese término, una amalgama de aberraciones tendentes a hacernos comprender que con la vida podemos hacer lo que nos venga en gana: lo que debe plantearse la sociedad es cómo ha sucedido el haber caído en manos de un Ejecutivo amoral y que tiene, de la ética, un conocimiento aplicado algo errado.

Para acabarlo de arreglar, dijo que apuesta “por una muerte digna y para eso hay que analizar toda la casuística” No sé si se refiere a los pocos casos, conocidos, en los que algunas personas han demandado, explícitamente, morir con ayuda (el famoso caso que dio lugar a Mar Adentro y pocos más) Si es por el número, jamás se planteará esto.

Aunque ya sabemos que, por ejemplo, con el mal llamado e imposible “matrimonio” de homosexuales tampoco era, ni ha sido, muy elevado el número de contratos matrimoniales celebrados entre aquellos y han hecho, al contrario de lo que la razón establece, algo tan importante que da la impresión que todo el mundo es homosexual y que, a la fuerza, eso es lo que hay que fomentar.

Por otra parte, y cambiando de registro moral y humano, Juan Pablo II Magno, en su Carta Encíclica Evangelium Vitae, dejó escrito que se hace necesario respetar “el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término” y que cada ser humano tiene derecho a “ver respetado totalmente este bien primario suyo” (EV 2)

De aquí que ese “homicidio por compasión” (en palabras contenidas en el documento “La eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos”, del Comité para la Defensa de la Vida, de la CEE), es decir, el causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere" no cabe ser admitido por quien se dice cristiano y se entiende hijo de Dios, dador de vida.

Por otra parte, el arzobispo de Barcelona (recientemente nombrado Cardenal por Benedicto XVI) Lluís Martínez Sistach, dejó dicho (en la Carta de 5 de marzo de 2006) que “La eutanasia no se puede considerar un progreso, sino un paso que abre las puertas a otras consecuencias gravísimas. Una sociedad que no valora debidamente la vida humana, no construye una cultura de la vida, sino de la muerte” (en expresión, citada arriba, de Juan Pablo II Magno).

Y dice algo que es, creemos, muy importante y que hay que tener en cuenta. Esto es que:”La experiencia muestra que las campañas a favor de la eutanasia siempre se han iniciado asegurando sus promotores que, en todos los casos, tiene que ser voluntaria, es decir, querida y solicitada expresamente por quien recibirá la muerte por este procedimiento. Sin embargo, también la experiencia acredita que el paso siguiente, es decir, pedir la eutanasia para quien no está en condiciones de expresar su voluntad, es sólo cuestión de tiempo, porque se ha roto el principio del respeto al derecho fundamental a la vida”.

Ante tal negativo panorama, es de vital importancia aportar algo del necesario optimismo cristiano, pues nos valemos de ese “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?” del Salmo 26. E, incluso, de su continuación “El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré?”, que son razones más que suficientes para no adoptar posturas derrotistas sino todo lo contrario, en la seguridad de que vencerá su voluntad que no puede ser, nunca, contraria a la vida creada por Él.

Por eso vale la pena repetir, aquí, eso que el Comité para la Defensa de la Vida, en el documento citado arriba, dice sobre que “Los cristianos deben ver la muerte como el encuentro definitivo con el Señor de la Vida y, por lo tanto, con esperanza tranquila y confiada en Él, aunque nuestra naturaleza se resista a dar ese último paso que no es fin, sino comienzo”. Al fin y al cabo “la antigua cristiandad denominaba, con todo acierto, al día de la muerte, ‘dies natalis’, día del nacimiento a la Vida de verdad, y con esa mentalidad deberíamos acercarnos todos a la muerte”.

Quizá por eso, y con eso, deberíamos quedarnos y no con sospechosos intentos de ingeniería social contrarios (por la eutanasia que viene), sobre todo, al valor de la caridad cristiana (al amor, al fin y al cabo) como primera ley del Reino de Dios.

Pues, al parecer, estamos en camino de aprobar, según de qué mentalidades retrógradas se trate quien así esto piense, la asignatura de la eutanasia.

Es bien cierto que tratan de disimular diciendo que, en realidad, no se trata de eso pero bien sabemos con qué tipo de personas malvadas nos estamos jugando los cuartos y, más que seguros estamos que esto no es sólo el primer paso para que una aberración más (la eutanasia) se tome como normal sino que es, más bien, el primer puntapié para enviar a muchas personas al otro barrio sin el billete de la voluntad de Dios que les corresponde.

Eleuterio Fernández Guzmán