26.11.10

Los pasajes ocultos de "Luz del mundo"

A las 2:47 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Papas, El Vaticano
 

La polémica sobre el preservativo y Benedicto XVI de los últimos días oscureció casi todo el resto del contenido incluido en el libro-entrevista “Luz del mundo”, al menos en la prensa internacional. A estas horas la mayoría de las primeras ediciones (en varias lenguas) de la conversación entre el Papa y Peter Seewald se han agotado por la controversia pública desatada. Aún así enteros pasajes del texto han quedado en las sombras, ocultos para el gran público.

En medio de la zozobra mediática tomé la decisión de sentarme y comenzar la lectura del documento como cualquier cristiano, desde el índice. Traté de quitar de mi mente la parcialidad de las anticipaciones editoriales y los prejuicios del criticismo periodístico.

Mi primera sorpresa no apareció al leer las respuestas del Papa a los interrogantes de Seewald en los pasajes iniciales, sino mucho antes. El prefacio escrito por el autor alemán, de apenas poco más de 5 páginas, resulta un interesante ejercicio de reflexión. Leerlo es obligado para comprender todo lo demás.

Pero, sobre todo, demuestra que Seewald no enfocó su diálogo con Benedicto XVI como un interlocutor complaciente, sino todo lo contrario. Deja en claro que, en su cara a cara con el obispo de Roma, siempre pretendió hacer las veces del periodista incisivo antes que del amigo incondicional. Y eso se agradece, por el resultado final.

 

Tras un debate encendido, como el de los últimos días, es necesario hacerse a un lado y dedicar algún tiempo a la reflexión. Una sincera propuesta para los lectores de este blog. Por eso y para cerrar definitivamente el tema “Luz del mundo” (que no abordaré en un futuro cercano) comparto las partes más destacadas del Prefacio, esperando animar a todos a la lectura completa de este libro de extraordinario valor.

 

“LUZ DEL MUNDO”. Prefacio
Por Peter Seewald

Como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Joseph Ratzinger, me había brindado ya dos veces la ocasión de entrevistarlo durante varios días. Su posición era que la Iglesia no debe esconderse, la fe debe y puede ser explicada, porque es racional. Me daba la impresión de ser alguien joven y moderno, para nada cicatero, sino un hombre que arriesga con coraje, que mantiene viva su curiosidad. Un maestro de superioridad soberana y, además, incómodo, porque ve que estamos perdiendo cosas a las que, en realidad, no se puede renunciar.

La crisis de la Iglesia es un punto y la crisis de la sociedad, otro. Estas crisis no están desconectadas entre sí. Se ha acusado a los cristianos de que su religión es un mundo ficticio. Pero ¿no reconocemos hoy otros muy distintos y auténticos mundos ficticios: los mundos ficticios de los mercados financieros, de los medios, del lujo y de las modas? ¿No tenemos que contemplar dolorosamente cómo una modernidad que pierde los parámetros de sus valores corre peligro de hundirse en el abismo?

Vemos allí un sistema bancario que aniquila enormes patrimonios del pueblo. Vemos una vida a alta velocidad que literalmente nos enferma. Vemos el universo de internet, para el que todavía no tenemos respuestas. ¿Hacia dónde nos dirigimos en realidad? ¿Nos está realmente permitido hacer todo lo que podamos hacer?

El Papa actual quiere que su Iglesia, después de los terribles casos de abuso y extravíos, se someta a una suerte de limpieza a fondo. Según él, después de discusiones tan infructuosas y de ocuparse de forma paralizante consigo misma, es indispensable conocer por fin de nuevo el misterio del evangelio en toda su grandeza cósmica.

En la crisis de la Iglesia se cifra para él una enorme oportunidad, la de redescubrir lo auténticamente católico. Para él la tarea es mostrar a las personas a Dios y decirles la verdad: la verdad sobre los misterios de la creación, la verdad sobre la existencia humana, y la verdad sobre nuestra esperanza, que va más allá de lo puramente terreno.

¿Acaso no nos estremece ya hace mucho tiempo lo que nosotros mismos hemos ocasionado? La catástrofe ecológica prosigue sin frenos. El ocaso de la cultura adquiere formas amenazantes. Con la manipulación médico técnica de la vida, que en otro tiempo se consideraba sagrada, se están violando las ultimas fronteras.

Al final, el mensaje de Benedicto XVI es un dramático llamamiento a la Iglesia y al mundo, a cada individuo: no podemos seguir adelante como hasta ahora, exclama. La humanidad está ante una bifurcación. Es tiempo de entrar en razones, de cambiar, de convertirse. Y sostiene, imperturbable: “se podrían enumerar muchos problemas que existen en la actualidad y que es preciso resolver, pero todos ellos sólo se pueden resolver si se pone a Dios en el centro”.

En la pregunta acerca de si Dios, el Dios de Jesucristo, está presente y si es reconocido como tal, o si desaparece, se decide hoy el destino del mundo en esta situación dramática.

Para el estilo de vida actual, posiciones como la que sostiene la Iglesia católica se han convertido en una tremenda provocación. Nos hemos acostumbrado a considerar los puntos de vista y las formas de comportamiento tradicionales y probados como algo que sería mejor neutralizar a favor de las tendencias más baratas. Pero, así cree el Papa, la era del relativismo, de una cosmovisión “que no reconoce nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”, se acerca a su fin.

Serafines susurran.- Que el trabajo de reflexión periodística sincero, crítico y analítico de este espacio está dando sus frutos. En los últimos días Sacro&Profano ha sido valorado positivamente a nivel internacional siendo retomado en Italia por los vaticanistas Andrea Tornielli y Paolo Rodari en sus cuentas de Twitter. Además uno de los blogs religiosos más leídos en inglés, “The Hermeneutic of Continuity” del P. Tim Fanigan nos citó mientras el blog de los Legionarios de Cristo retomó nuestra entrevista con su director general, Álvaro Corcuera aquí. Mientras nosotros… seguimos trabajando.