Nuestra estatura moral y espiritual se mide por nuestra esperanza

El Papa pide a los fieles que aprendan de María a vivir la esperanza de la llegada de Cristo

 

Ayer domingo el Papa Benedicto XVI explicó la importancia de vivir conscientes de lo que significa el tiempo del Adviento, de la espera del Señor. El Papa resaltó que la esperanza es una actitud profundamente humana y que la «estatura moral y espiritual» del hombre puede medirse a partir de aquello que espera. El Santo Padre invitó a que cada cristiano se pregunte: «¿Qué cosa espero? ¿Hacia qué cosa, en este momento de mi vida, está dirigido mi corazón?».

29/11/10 3:44 AM


 

(Agencias/InfoCatólica) “Nuestra estatura moral y espiritual se puede medir sobre lo que esperamos”, recordó el Santo Padre, que introdujo el rezo a la Madre de Dios del primer Domingo de Adviento reiterando que “hay una misteriosa correspondencia entre la espera de Dios y la de María, la criatura llena de gracia totalmente trasparente al diseño de amor del Altísimo”.

Invitando a aprender “de María, Mujer del Adviento, a vivir nuestros gestos cotidianos con un espíritu nuevo, con el sentimiento de una espera profunda, que sólo la venida de Dios puede colmar”, Benedicto XVI destacó la celebración de ayer de las Vísperas con la Vigilia de oración por la vida naciente, con la que comenzó el Adviento, que nos prepara a la Navidad del Señor, alentando a perseverar en la oración. El Papa deseó que “el futuro del mundo pueda ser la civilización del amor y de la vida”.

Éstas fueron las palabras de Benedicto XVI en lengua española:

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, así como a quienes se unen a ella a través de la radio y la televisión. Al iniciar el santo tiempo de Adviento, invito a todos a intensificar la oración y la meditación de la Palabra de Dios, para que se avive el deseo de salir al encuentro de Cristo, cuya primera venida recordamos con gozo, mientras nos preparamos a su segunda venida, al final de los tiempos, con atenta vigilancia y ardiente caridad. Que a ello nos ayude la amorosa protección de María Santísima, Virgen y Madre. Feliz Domingo.