8.12.10

¿Sola Escritura? (2)

A las 10:19 AM, por Daniel Iglesias
Categorías : Biblia
 

2. La anticoncepción

En la actualidad todas las denominaciones protestantes admiten la anticoncepción.

Escuchemos el testimonio de Kimberly Hahn al respecto:

“Como protestante, no conocía a nadie que no practicara el control de la natalidad. Había sido orientada e inducida a practicarlo como parte de un comportamiento cristiano razonable y responsable. En los cursos de orientación prematrimonial no nos preguntaban si íbamos a utilizarlo o no, sino qué método pensábamos emplear.” (Scott y Kimberly Hahn, Roma, dulce hogar. Nuestro camino al catolicismo, Ediciones Rialp, Madrid 2001, pp. 49-50).

Cuando Kimberly estudió el tema a fondo, descubrió que la doctrina moral protestante sobre la anticoncepción no tiene ningún fundamento válido en la Biblia. Veamos qué sucedió cuando Scott se interesó acerca de ese trabajo académico de su esposa:

“le pregunté qué era eso tan interesante que había descubierto sobre la anticoncepción. Me dijo que hasta 1930 la postura de todas las iglesias respecto a este tema había sido unánime; la anticoncepción era moralmente mala en cualquier circunstancia.

Mi argumento fue:
-Tal vez les llevó todo ese tiempo desprenderse de los últimos vestigios del catolicismo.

Kimberly avanzó un poco más:
-Pero ¿sabes qué razones dan ellos para oponerse al control de la natalidad? Tienen argumentos de más peso de lo que tú crees.

Tuve que admitir que no conocía sus razones. Kimberly me preguntó si estaba dispuesto a leer un libro sobre el tema y me dio
El control de la natalidad y la alianza matrimonial, de John Kippley […] Mi especialidad era la teología de la alianza y creía tener todos los libros en los que figuraba la palabra “alianza” en su portada; así que el hecho de descubrir uno que no conocía picó mi curiosidad.

Lo vi y pensé: “¿Editorial Litúrgica? ¡Este tipo es un católico! ¡Un papista! ¿Qué hace plagiando la noción protestante de la alianza?” Sentí aún más curiosidad por saber lo que decía. Me senté a leer el libro y, al cabo de un rato, empecé a pensar: “Algo está mal aquí. No puede ser… ¡Lo que dice este hombre es muy sensato!” Estaba demostrando cómo el matrimonio no es un mero contrato que implica un intercambio de bienes y servicios. El matrimonio es una alianza que lleva consigo una interrelación de personas. La tesis principal de Kippley era que toda alianza tiene un acto por el cual se lleva a cabo y se renueva; y que el acto sexual de los cónyuges es un acto de alianza. Cuando la alianza matrimonial se renueva, Dios la utiliza para dar vida. Renovar la alianza matrimonial y usar anticonceptivos equivalía a recibir la Eucaristía para luego escupirla en el suelo. […]

Comencé a comprender que cada vez que Kimberley y yo realizábamos el acto conyugal, realizábamos algo sagrado; y que cada vez que frustrábamos con los anticonceptivos el poder de dar vida del amor, hacíamos una profanación […]

La Iglesia católica romana era la única iglesia cristiana en todo el mundo que tenía el valor y la integridad para enseñar esta verdad tan impopular. Yo no sabía qué pensar, así que recurrí a un viejo dicho de familia: “Hasta un cerdo ciego puede encontrar una bellota”. Es decir, después de dos mil años, hasta la Iglesia católica por fin daba en el clavo en algo.

Católica o no, era verdad; así que Kimberley y yo nos deshicimos de los anticonceptivos que estábamos usando y empezamos a confiar en el Señor de un modo nuevo en lo que concernía a nuestro proyecto familiar.”
(Ídem, pp. 42-44).

Daniel Iglesias Grèzes