12.12.10

El Papa mueve ficha en el tablero de El Valle de los Caídos

A las 12:11 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General
 

Tras las muchas mentiras. Tras las bravuconadas varias. Tras las amenazas correspondientes. Tras decirle a la Iglesia lo que tiene que decir y hacer, parece que el ministro de la presidencia del gobierno socialista ha dicho que el domingo próximo se abre al culto la Basílica del Valle de los Caídos, pues es una afrenta mundial que los benedictinos y los fieles cristianos tengan que celebrar la misa al aire libre en la sierra madrileña a más de mil metros de altitud con lluvia, nieve y frío.

Uno de estos benedictinos llamado Alfredo Simón fue nombrado ayer por el Papa Benedicto XVI, relator de la Congregación para las Causas de los Santos. Parece que el Santo Padre desea darle un empujón pastoral a una comunidad inscrita entre los muchos perseguidos por el partido socialista gobernante en España.

La noticia del ministro sobre El Valle de los Caídos se puede leer pulsando aquí mismo.

El nombramiento pontificio del padre Alfredo Simón se puede leer pinchando aquí.

Está muy claro que este nombramiento tiene una única lectura: el Santo Padre cuenta con la comunidad benedictina y sus miembros. Conoce los padecimientos del último año y medio de estos hijos de San Benito, que han visto como su iglesia abacial ha sido cerrada a cal y canto al culto con motivos tan infantiles como ilegales, dejando, por el contrario, que los turistas entraran allí sin contemplaciones.

Las fotografías y los vídeos de gente participando en la Eucaristía al aire libre han dado la vuelta al mundo, donde se preguntan que ocurre en la España del siglo XXI. La presión de las denuncias ha sido fuerte. El cardenal de Madrid ha conversado con el gobierno socialista y al final se ha impuesto el sentido común.

Y el Papa ha llegado muy a tiempo con el nombramiento del padre Alfredo Simón. Los cristianos perseguidos consiguen honra en esta tierra y dejan frutos insospechados para el futuro inmediato.

Desde aquí afirmamos: Gracias, Santo Padre. Dios se lo pague.

Tomás de la Torre Lendínez