"Preparémonos intensamente a recibir a Dios"

Asenjo recuerda que la alegría de la Navidad "no son las compras ni los regalos, sino Dios"

"El nos perdona siempre, sin rastro de resentimiento"

Redacción, 13 de diciembre de 2010 a las 18:21

 

El arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo, ha recordado en una carta pastoral que la "alegría profunda de la Navidad no se cifra en las compras, los regalos, las vacaciones o las reuniones familiares" propias de estos días, sino "en Dios con nosotros".

En la misiva, titulada 'Alegraos porque el señor está cerca' Asenjo afirma que "todo lo demás que no sea Dios es secundario, y no admite parangón ante la luz de su presencia y la belleza de los dones que nos trae", pues "con el Señor no hay temor, ni tristeza, ni llanto, ni dolor, ni miedo, ni inseguridad".

"Él nos conoce por nuestro nombre, nos comprende, acompaña y guía por medio de su Espíritu. El nos perdona siempre, sin rastro de resentimiento", señala, asegurando que la "alegría de sentirnos perdonados y poder comenzar de nuevo no es comparable con los placeres efímeros que nos brindan las cosas materiales y que en estos días nos sugieren los reclamos publicitarios".

Así, insisten en que el sentirnos "queridos, amados, defendidos y acompañados por el Dios fuerte y leal, omnipotente y amigo de los hombres, nos proporciona la paz que el mundo no puede dar".

De este modo, el arzobispo de Sevilla trae a colación las palabras de San Pablo (Fil 4,4-5) : "Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca", para señalar que en los umbrales de la tercera semana de Adviento, cuando faltan doce días para la Nochebuena, la liturgia, con fina pedagogía, hace un alto en el camino para animarnos y sostener nuestro esfuerzo en el camino de la penitencia y de la conversión del corazón.

"Preparémonos, pues, intensamente a recibir a Dios", dice Asenjo, para continuar: "Apresurémonos a limpiar y a agrandar las estancias de nuestro corazón para que viva en nosotros y sea el único Señor de nuestras vidas. Rompamos las ataduras que nos esclavizan y las imperfecciones que nos atenazan, que enfrían nuestro amor a Dios y que merman nuestra libertad para seguir al Señor con un corazón limpio e indiviso".

En la vida ordinaria, apunta, cuando nos preparamos para un gran acontecimiento, en los últimos días "redoblamos el esfuerzo para que todo esté a punto", algo que "también nos pide la liturgia en esta segunda parte del Adviento mostrándonos a María, Ntra. Sra. de la O, la Virgen de la Espera y la Esperanza, como el mejor modelo del Adviento".

El arzobispo destaca el "amor que dispondría su corazón para recibir a Jesús, con cuánto cariño prepararía los pañales antes de partir para Belén o con cuánto amor limpiaría con José la cueva y el pesebre". "Que ella nos ayude a prepararnos para el encuentro con su Hijo, que viene dispuesto a colmarnos de dones, a convertir nuestra vida, a robustecer nuestra fe y nuestro testimonio ante el mundo de que Él es el centro de la humanidad, el verdadero gozo del corazón humano y la plenitud total de sus aspiraciones", manifiesta.

Asenjo proclama que "el Señor nacerá en nosotros en la medida en que estemos dispuestos a acogerlo en nuestros hermanos, en los enfermos, los ancianos abandonados, los transeúntes, los inmigrantes, los parados y sus familias, que tanto están sufriendo como consecuencia de la crisis económica. Comencemos ya desde hoy a descubrir en ellos el rostro del Señor".

Según subraya, "Él, además de asumir y dignificar la naturaleza humana con su Encarnación y nacimiento, ha querido compartir con nosotros su naturaleza divina".

"Qué razón tan poderosa para entregarnos a nuestros hermanos, hijos de Dios como nosotros, para perdonar, para renovar nuestra fraternidad, para compartir con los pobres nuestros bienes y, lo que es más importante, nuestras personas, nuestro afecto y nuestro tiempo. Si así lo hacemos, constataremos que es verdad que 'hay más alegría en dar que en recibir' (Hch 20,35) y experimentaremos la alegría inmensa, recrecida y rebosante que nace también del encuentro cálido y generoso con nuestros hermanos", concluye.

(Rd/Ep)