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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 17 de diciembre de 2010

Santa Sede

Benedicto XVI: el árbol de Navidad enriquece el valor simbólico del belén

Occidente puede recuperar el sentido de lo sagrado, afirma el predicador papal

Papa: el Estado debe tutelar el papel de la religión en la esfera pública

China: La reciente asamblea patriótica dificulta la reconciliación

Familia y educación en el discurso del Papa al embajador de Andorra

Jornadas Mundiales de la Juventud

El Papa entrega el icono que peregrinará por las universidades españolas

Mundo

Este domingo se reabre al culto la abadía del Valle de los Caídos

España: un informe recoge las penas y preocupaciones de los inmigrantes

Entrevistas

Un libro revela la conexión de la droga con santería y brujería

Espiritualidad

Evangelio del domingo: Dejar que Dios lo sea, Enmanuel

Documentación

Homilía del Papa a los universitarios de Roma

Discurso del Papa de agradecimiento por el regalo del árbol de Navidad

Discurso del Papa al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede

Predicador del Papa: “La respuesta cristiana al racionalismo"

Comunicado vaticano sobre la Asamblea de Representantes Católicos Chinos

Discurso del Papa al nuevo embajador de Andorra


Santa Sede


Benedicto XVI: el árbol de Navidad enriquece el valor simbólico del belén
El abeto de la plaza de San Pedro fue iluminado esta tarde
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- El árbol de Navidad es un símbolo de la devoción popular que habla al mundo de esperanza y de paz.

Lo dijo este viernes Benedicto XVI al acoger a una delegación de unos 300 fieles procedentes de la diócesis de Bolzano-Bressanone, llegados al Vaticano para el regalo del árbol de Navidad colocado en la plaza de San Pedro e iluminado esta noche.

De unos 30 metros de alto y con un diámetro de siete, el abeto, de 80 años de edad, procede de un valle del Tirol del Sur -como ya sucedió en 2007-, en concreto del Común de Luson en el Valle Isarco.

Talado sin dañar el bosque en el que creció -localizado a casi 1.500 metros de altitud-, el árbol de Navidad, que pesa cinco toneladas, llegó al Vaticano el pasado 2 de diciembre y fue colocado en la plaza al día siguiente.

Junto al abeto principal, han sido donados también unos cuarenta árboles más pequeños, algunos de ellos decorados con estrellas de paja realizadas a mano por miembros del Movimiento Católico de Mujeres de Bressanone.

Esos árboles más pequeños adornarán los apartamentos pontificios, las residencias de los cardenales, las oficinas de la Curia y el Aula Pablo VI.

“Sé que este particular acontecimiento ha despertado interés y ha implicado a toda la población de la región”, dijo el Papa, dando las gracias a todos los presentes.

“El árbol de Navidad -explicó Benedicto XVI- enriquece el valor simbólico del belén, que es un mensaje de fraternidad y de amistad; una invitación a la unidad y a la paz; una invitación a dejar sitio, en nuestra vida y en la sociedad, a Dios, que nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un Niño, porque quiere que respondamos libremente a su amor con nuestro amor”.

“El belén y el árbol -continuó- traen por tanto un mensaje de esperanza y de amor, y ayudan a crear el clima propicio para vivir en la justa dimensión espiritual y religiosa el misterio del nacimiento del Redentor”.

Las luces, añadió, son el signo de “la luz que Cristo ha traído a la humanidad a través de su nacimiento” para disipar “las tinieblas del terror, de la tristeza y del pecado”.

El Pontífice deseó “que esta generosa iniciativa exhorte a todos los habitantes del Tirol del Sur a dar testimonio en el propio ambiente de los valores de la vida, del amor y de la paz que cada año nos encomienda la Navidad”.

Benedicto XVI también agradeció al alcalde de Naz-Sciaves el gesto de haberle querido conferir la ciudadanía de honor en recuerdo de su abuela paterna, originaria de Rasa, que forma parte de este municipio.

Por la tarde, fueron encendidas las luces del árbol de Navidad en la plaza de San Pedro con una ceremonia evocadora, especialmente esperada por los fieles romanos y por los peregrinos.

En la ceremonia, intervinieron el obispo de Bolzano-Bressanone, monseñor Karl Golser; el presidente de la provincia, Luis Durnwalder; y el alcalde de Bressanone, Albert Pürgstaller, junto a miembros de la Compañía de los Schützen de Valle Isarco, así como diversos representantes del Estado de la Ciudad del Vaticano.

La animación musical corrió a cargo de tres formaciones de Bressanone: el coro del Duomo, la banda de música Bürgerkapelle y el Coro Plose.



 


 

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Occidente puede recuperar el sentido de lo sagrado, afirma el predicador papal
Última predicación de Adviento, sobre el racionalismo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Frente al secularismo que gana terreno en las sociedades occidentales, la nueva evangelización “pasa también a través de una recuperación del sentido de lo sagrado”.

Así lo afirmó hoy el padre Raniero Cantalamessa, OFM Cap., durante su tercera y última predicación de Adviento a la Curia Romana, que pronunció en la Capilla Redemptoris Mater del Vaticano.

El predicador enfocó, después del cientificismo y del secularismo, el tercer obstáculo que, “Hace a gran parte de la cultura moderna 'refractaria' al Evangelio”, y que identificó con el racionalismo.

“El terreno cultural del racionalismo – su causa y al mismo tiempo su efecto – es la pérdida del sentido de lo sagrado, es necesario por ello que la Iglesia ayude a los hombres a remontar la pendiente y redescubrir la presencia y la belleza de lo sagrado en el mundo”, afirmó.

El padre Cantalamessa, como en sus dos meditaciones anteriores, acudió a los escritos del recientemente beatificado cardenal John Henry Newman, en este caso a su memorable discurso de 1831 titulado The Usurpation of Raison.

Esta usurpación, o prevaricación, de la razón, consiste según el pensador inglés en “ese cierto difundido abuso de esta facultad que se verifica cada vez que uno se ocupa de religión sin un adecuado conocimiento íntimo, o sin el debido respeto por los primeros principios propios a ella”.

Esto provoca dos actitudes en el racionalismo, señala Cantalamessa: por un lado, “la tendencia, por así decirlo, imperialista, de la razón de someter todo aspecto de la realidad a sus propios principios”; y por otro, una cierta “autosuficiencia”.

“Podríamos definirlo como la actitud del aislacionismo, de cerrazón en sí misma de la razón. Este no consiste tanto en invadir el campo de los demás, sino en no reconocer la existencia de otro campo fuera del proprio. En otras palabras, en el rechazo de que pueda existir verdad alguna fuera de la que pasa a través de la razón humana”.

“Contra esta pretensión de absolutismo de la razón, se ha elevado en todas las épocas no sólo la voz de hombres de fe, sino también la de hombres militantes en el campo de la razón, filósofos y científicos”.

Esta “controversia recíproca entre fe y razón” es “inevitable en cada época”, afirmó, “pero ni los racionalistas convertirán con sus argumentos a los creyentes, ni los creyentes a los racionalistas. Es necesario encontrar un camino para romper este círculo y liberar a la fe de este atasco”.

Lo sagrado

Ante este reto planteado por la razón, explicó Cantalamessa, es necesario admitir que “no se puede combatir el racionalismo con otro racionalismo, aunque sea en sentido contrario”.

“Es necesario por tanto encontrar otro camino que no pretenda sustituir el de la defensa racional de la fe, pero al menos que la acompañe”, afirmó, subrayando que éste no pueden ser sólo los sentimientos, sino algo más profundo: la recuperación del sentido de lo sagrado.

“Existe un sentimiento que acompaña a la humanidad desde sus principios y que está presente en todas las religiones y las culturas”, y es “el sentido de lo numinoso, de lo sagrado”.

Este, aseguró el predicador de la Casa Pontificia, “es un dato primario, irreducible a cualquier otro sentimiento o experiencia humana; embarga al hombre con un estremecimiento cuando, por cualquier circunstancia externa o interna a él, se encuentra ante la revelación del misterio 'tremendo y fascinante' de lo sobrenatural”.

Esta percepción es “irracional” no en el sentido de ser “contraria a la razón”, sino el de “fuera de la razón”, de no traducible en términos racionales.

La contemplación de la Creación, las experiencias humanas más hondas, “son algunas de las ocasiones en las que es posible hacer experiencia de 'otra' dimensión”, afirmó. “Es necesario ayudar a las personas a abrir los ojos y a volver a encontrar la capacidad de sorprenderse”.

“Cuando la experiencia de lo sagrado y de lo que nos llega de repente e inesperada desde fuera de nosotros, es acogida y cultivada, se convierte en experiencia subjetiva vivida. Se tienen así los 'testigos' de Dios que son los santos y, de modo totalmente particular, una categoría de estos, los místicos”.

Los místicos “son, por excelencia, los que han descubierto que Dios 'existe'; es más, que sólo él existe verdaderamente y que es infinitamente más real que aquello que con frecuencia llamamos realidad”.

Navidad

El padre Cantalamessa explicó que la Navidad es uno de esos momentos de “irrupción imprevista de lo sobrenatural en la vida” que necesitan tanto creyentes como no creyentes.

El peligro mayor que corren las personas religiosas “es el de reducir la fe a una secuencia de ritos y de fórmulas, repetidas incluso con escrúpulo, pero de forma mecánica y sin participación íntima de todo el ser”.

La Navidad “puede ser una ocasión privilegiada para tener este estremecimiento de fe. Esta es la suprema teofanía de Dios, la más alta manifestación de lo Sagrado”, afirmó.

Por ello, advirtió contra ese secularismo que “está despojando a esta fiesta de su carácter de 'misterio tremendo'” para reducirlo a una fascinación meramente natural, a “una fiesta de los valores familiares, del invierno, del árbol, de los renos y de Papá Noel”.

Para recuperar ese sentido de lo sagrado en la Navidad, el predicador invitó a redescubrir el silencio.

La liturgia envuelve el nacimiento de Jesús en el silencio”, afirmó, proponiendo como modelo en silencio de María, que es “más que un simple callarse; es maravilla, es adoración; es un “silencio religioso”, un ser superada por la realidad”.

“La interpretación más verdadera del silencio de María es la que está en los iconos bizantinos, donde la Madre de Dios nos parece inmóvil, con la mirada fija, los ojos desorbitados, como quien ha visto cosas que no se pueden describir con palabras”, concluyó el padre Cantalamessa.

 


 

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Papa: el Estado debe tutelar el papel de la religión en la esfera pública
Al recibir al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede
ROMA, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- La dimensión religiosa favorece el auténtico progreso del país, y por ello es necesario tutelar su papel en el ámbito de la esfera pública. Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI al recibir al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Maria Greco, con ocasión de la presentación de las cartas credenciales.

En su discurso al diplomático, el Papa afirmó seguir de cerca con la oración “las vicisitudes alegres y tristes” del país, augurando que el Señor pueda conservarle “el tesoro precioso de la fe cristiana” y “los dones de la concordia y de la prosperidad”.

Benedicto XVI recordó cómo “en la difícil fase histórica actual, nacional e internacional” las celebraciones del 150° aniversario de la unidad de Italia, ofrecen la ocasión para una “reflexión no sólo de tipo conmemorativo, sino también de carácter proyectual”.

Anteriormente, en su discurso de saludo al Papa, el nuevo embajador había afirmado que “el respeto de la laicidad del Estado no nos hace ciertamente sordos a la invocación de Vuestra Santidad de que toda decisión económica y política no prescinda de una dimensión moral”.

“Incluso los espíritus laicos más intransigentes – proseguía – no pueden negar de hecho ese papel público que la fe y la religión deberían tener en la governance y que permite, tanto al creyente como al no creyente, invocar la coherencia entre ética y política”.

Por esto, añadía, “estamos convencidos de que también la Iglesia puede contribuir a devolver una nueva energía a la comunidad nacional, manteniendo elevado un sentido de unidad de la nación al que hagan eco un federalismo solidario y una reforzada cohesión social”.

Esta solidaridad “no debe entenderse como desresponsabilización o asistencialismo – precisó Greco – sino como fuerza propulsora que empuje al hombre a comprometerse en la justicia y en la paz”.

El embajador mencionó después las relaciones de colaboración que ligan a ambos Estados, así como las consonancias en las intervenciones tanto en ámbito nacional como en la escena internacional. En particular, subrayó el compromiso común en la “lucha contra las discriminaciones religiosas y el diálogo intercultural e interconfesional” que se ha convertido para Italia en “la nueva frontera de su política exterior”.

Por su parte el Pontífice reafirmó que la Iglesia en Italia no busca “poder, privilegios o posiciones de ventaja económica y social”, sino sólo que se le asegure “el pleno ejercicio de la libertad religiosa” y se reconozca “el papel legítimo de las religiones y de las comunidades religiosas en la esfera pública”.

Además, la historia y la cultura italianas están “tan profundamente marcadas por la Iglesia católica”, observó, que cuando se ha intentado en el pasado negarlas o marginarlas “se causaron peligrosos desequilibrios y dolorosas fracturas en la vida social del país”.

A propósito de esto, el Papa se refirió al “intento de eliminar de los lugares públicos la exposición de los símbolos religiosos”, en referencia al caso elevado a la Corte de Estrasburgo por Soile Lautsi, ciudadana italiana originaria de Finlandia, que en 2002 había pedido al instituto Vittorino da Feltre de Abano Terme (Padua), al que asistían sus dos hijos, la retirada del crucifijo de las aulas.

El Papa expresó su aprecio al Gobierno italiano por haber actuado “de conformidad con una correcta visión de la laicidad y a la luz de su historia, cultura y tradición, encontrando en ello el apoyo positivo también de otros países europeos”.

El gobierno italiano, apoyado por otros veinte países entre ellos Rusia, presentó un recurso a la Cámara contra la decisión del 3 de noviembre de 2009 sobre el caso Lautsi, con la que la Corte europea de los derechos del hombre juzgaba la exposición del crucifijo en las aulas de la escuela pública como una violación de la libertad de pensamiento, conciencia y religión.

Finalmente, el Papa recordó que actualmente aún se producen “abiertas violaciones de la libertad religiosa” y por esto ha augurado que “crezca en todas partes la conciencia de esta problemática” y “se intensifiquen los esfuerzos para ver realizado, en todas partes y para todos, el pleno respeto de la libertad religiosa”.

Por Mirko Testa, traducción del italiano por Inma Álvarez


 

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China: La reciente asamblea patriótica dificulta la reconciliación
La Santa Sede considera lamentables los nombramientos realizados durante ella
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- “Con profundo dolor”, la Santa Sede lamentó la celebración, del 7 al 9 de este mes de diciembre en Pekín, de la Octava Asamblea de Representantes Católicos Chinos.

“La manera como se convocó y se desarrolló manifiesta una actitud represiva respecto al ejercicio de la libertad religiosa, que se esperaba ya superada en la China de hoy en día”, indica un comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede publicado este viernes.

“La Asamblea ha hecho más difícil el camino de la reconciliación entre los católicos de las 'comunidades clandestinas' y los de las 'comunidades oficiales', con lo que inflige una herida profunda no sólo a la Iglesia en China, sino también a la Iglesia universal”, advierte el texto.

Y añade: “La Santa Sede lamenta profundamente el hecho de que la celebración de la citada Asamblea, así como la reciente ordenación episcopal sin el mandato indispensable del Papa, hayan dañado de manera unilateral el diálogo y el clima de confianza que se había establecido en sus relaciones con el Gobierno de la República Popular China”.

La Santa Sede declaró que “el persistente deseo de controlar la esfera más íntima de las vidas de los ciudadanos, la de su conciencia, y de interferir en la vida interna de la Iglesia católica no hace honor a China”.

“Al contrario, parece ser un signo de miedo y debilidad, más que de fuerza, de intolerancia intransigente y no de apertura a la libertad y al respeto efectivo tanto a la dignidad humana como a una distinción correcta entre las esferas civil y religiosa”.

En referencia a las personas que participaron en el encuentro de la asamblea controlada por las autoridades chinas, la Santa Sede indicó que “cada uno de los que estuvieron presentes sabe hasta qué punto es responsable ante Dios y la Iglesia”.

Al mismo tiempo, indica el comunicado, la Santa Sede “expresa su más profunda estima por aquellos que, de distintas maneras, han dado testimonio de su fe con valentía e invita a los demás a orar, hacer penitencia y, a través de sus obras, a reafirmar su voluntad de seguir a Cristo con amor, en plena comunión con la Iglesia universal”.

“A aquellos que se preguntan cómo es posible que su propio obispo o sus propios sacerdotes hayan participado en la Asamblea, la Santa Sede les pide que se mantengan firmes y pacientes en la fe; les invita a tener en cuenta las presiones experimentadas por muchos de sus pastores y a rezar por ellos, les exhorta a proseguir con valentía sosteniéndoles frente a las imposiciones injustas que encuentran en el ejercicio de su ministerio”, señala el texto.

Durante la asamblea, se eligió, entre otras cosas, al presidente nacional de la Asociación Patriótica Católica China -el obispo de Linyi, monseñor Johan Fang Xinao- y al presidente del Consejo de los obispos chinos -el obispo de Kunming, Joseph Ma Yinglin.

En este sentido, la Santa Sede consideró “profundamente lamentable que un obispo ilegítimo haya sido designado presidente” del Consejo de los obispos chinos.

Y destaca que “es lamentable también que un obispo legítimo haya sido nombrado presidente de la Asociación Patriótica Católica China”.

El comunicado también recuerda que “el actual Colegio de los Obispos Católicos de China no puede ser reconocido como Conferencia Episcopal por la Sede Apostólica”.

Respecto a la Asociación Patriótica China, subraya que los principios de independencia y autonomía, autogestión y administración democrática de la Iglesia son “incompatibles con la doctrina católica”.

Pérdida de confianza

El 8º Congreso Nacional de la institución controlada por el gobierno comunista “fue impuesto a numerosos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos”, lamentó la Santa Sede.

En este sentido, la Santa Sede volvió a condenar el hecho de que muchos obispos y sacerdotes fueran obligados a participar en la Asamblea, calificándolo como una “grave violación de sus derechos humanos”.

Por otra parte, “mientras reafirma su propia voluntad de diálogo honesto, se siente obligada a declarar que los actos inaceptables y hostiles como los mencionados anteriormente provocan entre los fieles, tanto en China como en otros lugares, una grave pérdida de la confianza necesaria para superar las dificultades y construir una relación correcta con la Iglesia, en beneficio del bien común”.

Finalmente, destaca la urgencia de la invitación que el Papa dirigió a los católicos del mundo el pasado 1 de diciembre para que recen por la Iglesia en China, que está atravesando un momento particularmente difícil.

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Familia y educación en el discurso del Papa al embajador de Andorra
La armonía social, suma de un “marco legislativo justo” y la “calidad moral” de cada uno
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- La educación de los jóvenes y la ayuda a las familias facilitan la cohesión social.

Lo señala Benedicto XVI en el mensaje que entregó este jueves al nuevo embajador de Andorra ante la Santa Sede, Miquel Àngel Canturri Montanya, al recibirle en el Vaticano, junto a otros cuatro embajadores, con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.

“Para suscitar el sentido duradero de la solidaridad” necesario para la armonía social, “la educación de los jóvenes es sin duda la mejor manera”, señala el texto.

En este sentido, el Papa anima a todos a “mostrar creatividad” en el ámbito educativo, “a invertir los medios necesarios y a sembrar generosamente para el futuro, preocupándose por darle las bases éticas necesarias”.

“Con la educación, conviene también prestar a la familia el apoyo que merece -continúa el Pontífice-. Célula básica de la sociedad, la familia cumple su misión cuando es fomentada y promovida por los poderes públicos como primer lugar de aprendizaje de la vida en sociedad”.

“Dando a todos los componentes de la familia la ayuda necesaria, ésta facilitará eficazmente la armonía y la cohesión social”, añade.

Y recuerda que “la Iglesia puede aportar una contribución positiva a la consolidación de la familia, debilitada por la cultura contemporánea”.

Según Benedicto XVI, la armonía social requiere tanto “un marco legislativo justo y adaptado” como “la calidad moral de cada ciudadano”.

“La solidaridad se eleva al rango de virtud social cuando puede apoyarse a la vez en estructuras de solidaridad, pero también en la determinación firme y perseverante de cada persona a trabajar por el bien común, porque todos somos responsables de todos”, advierte.

Peculiaridad andorrana

En el discurso, el Papa también se refiere al peculiar sistema institucional del Principado de Andorra, que tiene como jefes de Estado dos copríncipes, el obispo de Urgell y el presidente de Francia.

Señala que el co-principado “es la herencia resultante de una evolución histórica que ha tenido en cuenta los intereses legítimos del pueblo andorrano y le ha garantizado la soberanía”.

Y considera que “este sistema original y único en su género permite a la población vivir en paz, lejos de los conflictos”.

“Es verdad que la solución institucional que ha encontrado vuestro país no puede aplicarse en otros lugares, pero sin embargo conviene sacarse de él una lección -destaca-. La armonía es posible en el interior de las naciones y entre los pueblos”.

En este sentido, indica que “la inventiva jurídica y la buena voluntad permiten muy a menudo resolver numerosos problemas que surgen por desgracia entre los pueblos, y favorecen la tan deseada concordia internacional”.

Benedicto XVI también destaca las históricas buenas relaciones entre Andorra y la Santa Sede, consolidadas por el establecimiento de relaciones diplomáticas primero y después, hace dos años, por la firma de un acuerdo bilateral.

“Este acuerdo es el resultado y la expresión de una colaboración sana y leal entre la Iglesia y el Estado, los cuales, a títulos diversos, están al servicio de la vocación personal y social de las personas humanas”, subraya.

El Papa también se refiere al reciente crecimiento demográfico de Andorra, propiciado por la vuelta de jóvenes andorranos al país y por la llegada de nuevas poblaciones.

Respecto a la inmigración, indica que la “apertura entraña una necesaria toma de conciencia y una responsabilidad por parte de las instituciones y de cada uno”.

Finalmente, agradece a los andorranos que viajaron a Barcelona para acompañarle durante su visita del pasado mes de noviembre su “presencia cálida” y citó a los jóvenes para la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

Benedicto XVI recibió ayer en la sala Clementina del Palacio apostólico a cinco nuevos embajadores. Además del de Andorra, se encontraban los de Nepal, Zambia, las Seychelles y Mali.

Tras dirigirles un discurso común centrado en el tema de la fraternidad humana, les entregó a cada uno un discurso dirigido especialmente a cada una de las naciones que representaban.

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Jornadas Mundiales de la Juventud


El Papa entrega el icono que peregrinará por las universidades españolas
En preparación de la Jornada Mundial de la Juventud
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI entregó este jueves a un grupo de jóvenes españoles el icono de María, Sede de Sabiduría, para que comience su peregrinación por las universidades de ese país, en preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud de agosto 2011, en Madrid.

La entrega tuvo lugar al final de la celebración de las Vísperas de preparación a la Navidad, que el pontífice presidió en la tarde de este jueves con los universitarios de Roma, en la Basílica de San Pedro.

Vestidos con sus trajes tradicionales, jóvenes universitarios africanos, continente por el que ha peregrinado este icono en el último año, hicieron entrega de la imagen de la Virgen a sus coetáneos que habían viajado desde España a la ciudad eterna para participar en la celebración.

"Comenzará así la peregrinación de esta imagen mariana por todas las universidades de España, un signo que nos orienta hacia el encuentro del próximo mes de agosto en Madrid", afirmó el Papa.

Según él mismo subrayó, en ese encuentro será "muy importante la presencia de jóvenes universitarios preparados, que desean comunicar a sus coetáneos la fecundidad de la fe cristiana no sólo en Europa, sino en todo el mundo".

Y al concluir, el pontífice añadió: "Con María, que nos precede en nuestro camino de preparación, os doy cita en Madrid y confío mucho en vuestro generoso y creativo compromiso".

El icono que recibieron los jóvenes españoles es una imagen de la Virgen con el niño Jesús, cuyo autor es el artista y sacerdote Ivan Rupnik S.I., que testimonia la cercanía de María a los universitarios. La obra fue donada por Juan Pablo II, en el año 2000, y recorre diferentes centros educativos alrededor del mundo por voluntad del Papa.

La peregrinación del icono de la Virgen por las universidades africanas durante 2010 buscaba promover entre los jóvenes los frutos sembrados por la Iglesia en el año 2009 en ese continente: la visita de Benedicto XVI a Camerún y Angola y el segundo Sínodo de Obispos de África de la historia.

Más de 229 mil inscritos

En estos momentos ya se han inscrito a las Jornadas Mundiales de la Juventud de Madrid, que concluirán el próximo 21 de agosto más de 229 mil jóvenes, según el informe que ofrece la página web oficial, http://www.madrid11.com. Los más numerosos son los franceses (más de 46 mil), seguidos de los italianos (más de 44 mil), españoles (más de 30 mil), alemanes (más de 14 mil) y estadounidenses (más de 13 mil).

En América Latina, el país en cabeza es México, con más de 5 mil jóvenes inscritos, seguido de Brasil (más de 4 mil), Venezuela (más de 3 mil) y Argentina (más de 2.000).



 

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Mundo


Este domingo se reabre al culto la abadía del Valle de los Caídos
El ministro Jáuregui se entrevistó con el cardenal Rouco
MADRID, jueves, 16 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Este domingo 19 de diciembre se reabre al culto la abadía benedictina del Valle de los Caídos, Madrid, España. Durante varias semanas no se pudo celebrar en el interior de la basílica por obras y desde hace un año el acceso al recinto está restringido.

Un hecho que despertó cierta polémica y se saldó con una entrevista entre el nuevo ministro de la Presidencia Ramón Jáuregui y el cardenal arzobispo de Madrid Antonio María Rouco.

El abad de la abadía benedictina --Anselmo Álvarez Navarrete--, manifestó su satisfacción por la reapertura parcial, aunque expresó el deseo de su comunidad de que se recupere la anterior situación de acceso libre.

El cierre por presuntas obras (al parecer únicamente el peligro de desprendimiento de una estatua), ha supuesto la merma de actividades y un ahogamiento para una comunidad que ofrece un centro de espiritualidad, una hospedería y numerosas actividades culturales y espirituales, y vive de los donativos de los visitantes, y de la venta de sus obras de todo tipo.

Como se sabe, la basílica, situada en el Valle de Cuelgamuros, a sesenta kilómetros de Madrid, es el lugar de enterramiento del anterior jefe del Estado, Francisco Franco, otros conocidos personajes políticos, y un alto número de víctimas de la guerra civil, tanto de los defensores de la República como de los sublevados.

Estaría en proyecto, por parte del Gobierno actual, la construcción de un gran museo de la memoria histórica, en el que se encontraran todos los que vivieron aquella tragedia colectiva y murieron a causa de la guerra. Es esto principalmente lo que ha suscitado polémicas y temores en algunos círculos de amigos de la basílica y de la Orden de los Benedictinos.

Las palabras del celebrante, en la misa del pasado domingo 12 de diciembre, celebrada al aire libre, son de conciliación y de paz.

La información ha llegado a ZENIT a través del padre Santiago Cantera Montenegro, OSB, responsable de comunicación de la Abadía.

En el Valle de los Caídos, no están sólo la basílica y los sepulcros de significados o anónimos protagonistas de la guerra, sino una escolanía, un centro de espiritualidad, con numerosas actividades, y una gran labor social, a través de la educación, realizada por los monjes en todo el valle. Muchos de ellos son niños de los alrededores, a veces con escasas posibilidades económicas, que reciben una esmerada educación en el entorno de la Abadía.

El monasterio tiene significadas vocaciones de jóvenes -educados en la Escolanía- o que han llegado allí, atraídos por la espiritualidad benedictina, después de ejercer una profesión.

Tras la entrevista entre el cardenal arzobispo Rouco y el ministro Jáuregui, este último anunció que el domingo 19 de diciembre se reabrirá "definitivamente" la basílica del Valle de los Caídos, después de colocar una especie de túnel provisional que permita a la entrada del templo.

El 1 de diciembre, el ministro de la Presidencia, anunció oficialmente la próxima reapertura de la Basílica de la Santa Cruz y de todo el recinto del Valle de los Caídos.

Al parecer, la fecha dependía de la protección de la imagen de la Piedad, con un malla,  y un andamiaje que permita el acceso a la basílica por la puerta principal, sin problemas de seguridad.

El ministro Jáuregui dijo, ante la Comisión Constitucional del Senado que, tras un año con problemas de seguridad, debido a que la escultura de la Piedad, del reconocido escultor Juan de Ávalos, situada en la entrada del complejo, sufría desprendimientos, en los próximos días se acabarían las obras de contención, lo que permitiría reabrir la basílica al culto.

El ministro explicó que los problemas de seguridad en el templo obligaron a cerrarlo durante casi un año, lo que ocasionó "problemas importantes con la comunidad que gestiona el templo", reconoció. Añadió que había hablado con el abad benedictino y que la solución prevista había sido acordada con él.

En la página web de la comunidad benedictina, se da cuenta de que, el pasado domingo, tuvo que celebrarse de nuevo al aire libre la eucaristía, en la explanada posterior, situada en el conjunto formado por la Abadía, la Escolanía y la Hospedería.

El buen tiempo acompañó la ceremonia y "el magnífico ambiente que se vive en estas Misas entre todos los fieles, la Comunidad benedictina, la Escolanía y los familiares de los niños", afirma la página web de los monjes. La misa fue presidida por el padre José Ignacio González Villanueva.

A los cantos de la Escolanía se unieron las voces de Schola Antiqua, la reconocida formación coral, integrada por antiguos escolanos.

Intereconomía TV retransmitió la celebración en directo una semana más, con un elevado índice de audiencia, según reza la página web.

El padre abad Álvarez Navarrete, en sus palabras finales, recordó que la comunidad tiene el objetivo de "lograr la plena normalización de la situación del Valle de los Caídos en cuanto al pleno derecho de culto y también de las personas que quieran visitarlo libremente".

"Hermanos queridos -dijo el celebrante González Villaueva--, que habéis venido de tan lejos y desde lejos seguís también por la TV la Eucaristía celebrada en estas circunstancias de dolor y gozo: la unión de los fieles a Cristo aun teniendo que sufrir cansancio, frío e incomprensiones es gozo finalmente para todos, pues vuestro sacrificio unido al gran sacrificio redentor de Cristo en la Cruz, que ahora nos disponemos a actualizar en la Eucaristía, es fuente de salvación, de cuantiosas gracias de conversión para los que estáis aquí congregados".

"Hemos entrado en los últimos tiempos, pero esto no significa el fin del mundo, pues queda la etapa más bonita de la historia, el milenio santo del capítulo 20 de Apocalipsis, o sea el Reinado glorioso del Señor, que no es una segunda encarnación sino una presencia espiritual santificadora a través de la Eucaristía", explicó el celebrante.

"Y sigue la lectura «no os quejéis -o no murmuréis- unos de otros». Esto se opone al mandamiento del amor. El testimonio de la unidad familiar y de la unión eclesial en torno al Vicario de Cristo, al Papa, será lo que convierta a los alejados y a los tibios", subrayó.

La página web del santuario ofrece un paseo muy instructivo por todas las dependencias del complejo del Valle de los Caídos y la importante labor espiritual, cultural y social que realizan los monjes benedictinos.

"Con esta página web --señala el Abad--, la Comunidad benedictina del Valle de los Caídos quiere aproximar, a quienes se asomen a ella, la vida de los monjes en su realidad diaria y en los acontecimientos que se producen en torno a ella. Va a ser, pues, un instrumento de comunicación con quienes pueden tener interés en conocer cómo es por dentro la Comunidad y el Monasterio, así como el propio monumento erigido en este lugar".

Recuerda que el Valle de los Caídos es ante todo una Abadía "en la que un grupo de monjes lleva a cabo la experiencia de vida que han desarrollado a lo largo de quince siglos los llamados monjes de Occidente. Un Monasterio con los ingredientes propios que, sobre todo en el continente europeo, han puesto en práctica ese sencillo programa del ora et labora, que la historia ha revelado tan fecundo para la Iglesia, para la cultura y la civilización y para el propio equilibrio de la naturaleza humana".

Para saber más: http://www.valledeloscaidos.es

Por Nieves San Martín



 

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España: un informe recoge las penas y preocupaciones de los inmigrantes
Realizado por una ONG jesuita en un Centro de Internamiento de Madrid
MADRID, viernes, 17 diciembre 2010 (ZENIT.org).- En la víspera del día internacional de los derechos de las personas migrantes, Pueblos Unidos presentó este viernes 17 de diciembre el informe 100 ventanas a 5.000 vidas truncadas. El informe se acompaña de una exposición paralela denominada Fronteras invisibles.

Con este informe –enviado a ZENIT por la Compañía de Jesús en España--, la entidad que lo respalda quiere “hacer visible una realidad desconocida para la sociedad española”.

Desde Pueblos Unidos piden “que dejen de existir estas cárceles encubiertas, verdaderas ‘fábricas de llanto’”, parafraseando al poeta Miguel Hernández pero, mientras tanto, señalan, que quieren “contribuir a que mejoren las condiciones de privación de libertad y la tutela efectiva de los derechos de las personas internadas”.

En 2010, Pueblos Unidos ha constituído y mantenido un equipo de personas voluntarias,  dedicadas a acompañar a las personas internadas en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) del popular barrio de Aluche, en la capital de España.

Entre seis y ocho personas, acudieron semanalmente a visitar a internos del CIE, lo que petrmitió mantener una presencia prácticamente diaria, a lo largo de todo el año.

Sin reconocimiento oficial, ni facilidades, entre los meses de enero y noviembre, el grupo  visitó a más de cien personas internadas, del total estimado de unas cinco mil, que, en ese mismo periodo, pasaron por el CIE.

El informe que se presentó este viernes es fruto de esa experiencia concreta. En veinte apretadas páginas, describe el impacto de la detención en las  personas internadas en el CIE, recoge sus quejas y preocupaciones. y formula una serie de recomendaciones.

Este viernes, se inauguró también la exposición Fronteras invisibles, sobre las redadas contra inmigrantes irregulares en Madrid que, desde hace meses, diversas entidades vienen detectando en las calles.

En la rueda de prensa intervinieron Daniel Izuzquiza, SJ, coordinador de Pueblos Unidos; Cristina Manzanedo, coordinadora del informe; David Fernández, fotógrafo, coautor de la exposición Fronteras invisibles; una persona extranjera que estuvo interna en el CIE de Aluche.



 

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Entrevistas


Un libro revela la conexión de la droga con santería y brujería
Los narcotraficantes no practican realmente la religión cristiana
MÉXICO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org El Observador).- Con motivo de la publicación del libro “La fe de los sicarios” del presidente de la Asociación de Analistas Católicos de México, el periodista Carlos Montiel, autor del texto, platicó con Zenit-El Observador sobre cómo se relaciona el narcotráfico con la santería y la brujería y no con la Iglesia católica ni con la religión cristiana, como muchos medios de comunicación mexicanos han querido hacer ver a los lectores.

--¿Qué características tiene la religiosidad de la mayoría de los narcotraficantes?

Carlos Montiel: Los jefes del narcotráfico mantienen una falsa adhesión a la fe católica, cuando destruyen al contrario sin mirar el prejuicio que ocasionan a la célula familiar y al componente social. En específico, los sicario  manifiestan un vínculo devocional con santos católicos y cultos como prácticas ritualistas del ocultismo, al profesar la devoción a la “santa” muerte, al “santo” Jesús Malverde, hasta culminar en la magia, santería, brujería y satanismo.

--¿Qué implica el culto a la Santa Muerte?

Carlos Montiel: Una práctica de la cultura de la muerte, debido a la maldad de sus ritos, un culto que ha incrementado casos de posesión demoníaca que culminan en cuestiones satánicas. Se le atribuye una relación estrecha con la brujería y el satanismo, principalmente por su culto esotérico. La celebración de sus misas negras va dirigida a la protección de sicarios, narcos, custodios, ladrones, secuestradores, prostitutas, policías y extorsionadores.

--¿Qué relación hay entre santería y narcotráfico?

Carlos Montiel: Algunas organizaciones criminales de tráfico de drogas ávidas de poder, se acercan a sectas de magia negra que realizan rituales o sacrificios con seres humanos, para blindar a sus narcotraficantes o sicarios. Otras, son “santificadas” con rituales de brujería totalmente espeluznantes. Recurren a la santería para solicitar blindaje contra sus enemigos.

En la frontera entre México y los Estados Unidos prolifera la brujería satanista, la santería, el vudú, y cultos sacrificiales como la “santa” muerte.

Los policías han recurrido a rituales que mezclan vudú haitiano, santería cubana, y brujería local. En los ritos, brujos o santeros aprovechando noches de luna llena sacrifican pollos rociando su sangre sobre los policías con el fin de conseguir protección contra los sicarios. Incluso, policías de Tijuana optan por tatuar su cuerpo con símbolos de vudú, como blindaje contra las balas, el cual tiene un precio de aproximadamente 160 dólares.

- ¿Las bandas criminales han puesto en peligro la vida de sacerdotes y laicos comprometidos?

Carlos Montiel: Los sicarios han trastocado a la institución divina, considerando como sus enemigos a miembros de la jerarquía eclesial, principalmente por el interés de estos últimos en difundir la cultura de la vida, los valores de lo familiar y social, la paz y el perdón. Han llegado a extorsionar a sacerdotes con la solicitud de 5 mil a 10 mil pesos semanales, mismos que fueron recaudados por las limosnas. Como resultado, los sacerdotes han tenido que ser cambiados a otras diócesis. Debido al clima de violencia, ejercer el ministerio sacerdotal es un riesgo latente en diversas provincias de México, en Oaxaca, Sinaloa, Chiapas, Guerrero, Veracruz, Aguascalientes, Jalisco, Hidalgo, Michoacán, Durango, Coahuila, Chihuahua, Estado de México y el Distrito Federal.

México es campo minado en el que predicadores y líderes sociales pueden verse alcanzados por la existencia de más de 130 células de la delincuencia organizada.

Por lo anterior, los sicarios son considerados enemigos de la fe cristiana; y quien mata o amenaza a representantes de Cristo en la tierra, son hijos de las tinieblas.

--¿”Santa muerte” y santería se relacionan con prácticas satánicas?

Carlos Montiel: Buscar lograr conocimiento o poderes sobrenaturales fuera de Dios, pretendiendo saber y dominar los secretos de la naturaleza, lleva a los sicarios como a capos, a manifestar un tácito rechazo a Dios sin importar que lo oculto sea un canal por el cual Satanás tome posesión de las personas. Es peligrosa la práctica y culto a la muerte como la santería porque puede pasar de la parafernalia del terror (estética maléfica) a los cultos satánicos. Estos ritos, exigen que el practicante vacíe su mente e invite a espíritus extraños a controlar su intelecto y cuerpo, lo que causa la esclavitud por una posesión demoníaca.

--¿Está relacionado el narcotráfico con ultrajes a templos y a hostias consagradas?

Carlos Montiel: Aunque las profanaciones a templos católicos y tumbas al extraer los cuerpos;  tal como lo realizan practicantes de brujería con el fin de completar sus ritos para proteger a sus adeptos; son producto de una conexión brujeril y satánica, no podemos unificar el problema, ambos mantienen dos objetivos a alcanzar distintos.

--Como católicos ¿qué podemos hacer?

Carlos Montiel: Iniciar en cada diócesis del país, particularmente quienes sufren el problema del narcotráfico, la campaña lanzada en la ciudad de Querétaro (México) que consiste en colocar en la puerta de cada hogar un moño blanco que envía el mensaje: “este hogar está a favor del Dios que es vida y no de la muerte”; y finalmente propagar la devoción a San Benito, de gran utilidad para alejar el mal que padece el país a causa de la violencia.

Nota: Una copia del texto se puede encontrar en consejodeanalistas@hotmail.com

Por Omar Árcega

 

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: Dejar que Dios lo sea, Enmanuel
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm
OVIEDO, viernes, 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).-  Publicamos el comentario al Evangelio del próximo domingo, 19 de diciembre, cuarto de Adviento (Mateo 1,18-24), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo, administrador apostólico de Huesca y de Jaca. 



 

* * *



 

Hay buenas formas que están ocultando una inconfesable "deformación". Hay modos educados que podrían estar maquillando una extraña grosería. Hay maneras de "respetar" a Dios, como las que nos narra Isaías en la primera lectura respecto del rey Acaz, con las que elegantemente tener a Dios bajo control, con una distancia sufi­ciente como para que no influya ni modifique nuestra vida de cada día. Sería una forma de ateísmo, una manera de negar a Dios manejándolo, porque se le redu­ciría a algo: se le "perdona la vida" con tal que se esté quieto, que no moleste, que no nos critique, que no ponga su dedo en nuestras abundantes llagas, que no sospeche siquiera la falacia de nuestros disfraces.

El rey Acaz no quería "tentar" a Dios como buen creyente que conocía la Escritura: "no tentarás al Señor tu Dios" (Deut 6,16). No quería importunarle, porque Dios estaba bien en su nimbo de nubes y a sus divinas la­bores. Pero el profeta no aplaudirá este respeto que se ofrece para despreciar, esta veneración que se practica para ignorar.

Estamos ya a las puertas de la Navidad, y también a nosotros se nos ha anunciado esta Buena noticia prome­tida antiguamente por los profetas (Rom 1,2). No sólo para Acaz, ni sólo para Israel, sino para todos y para siempre, Yahvéh dejará de ser un Dios Altísimo (en cuanto lejano) para ser un Dios-con-nosotros, un Dios que ha querido acam­parse en nuestro suelo (Jn 1,14), hablar nuestro lenguaje, pasear nuestras andanzas, sufrir nuestros do­lores y gozar nuestros alegrones.

Si fuera sólo Dios pero no estuviese con noso­tros, sería una divinidad tan lejana que sería opresora o inútil, y por lo tanto su salvación no nos interesaría ni nos serviría para nada. Si estuviera con-nosotros pero no fuese Dios, estaríamos ante alguien "buena persona", alguien "majo", pero que no podría acceder a los entresijos de nuestro corazón y de nuestra his­toria, en donde nuestra felicidad se hace o se deshace. Él es Dios y con-nosotros, es el Enmanuel. Ojalá que descubramos que jamás molestamos a un Dios que ha querido amarnos hasta la convivencia, hasta la coexistencia, hasta ser-estar con nosotros. Y ojalá nos conceda tratarnos entre nosotros como somos tratados por Él: que acogiendo y contemplando al Enmanuel, al Dios-con-nosotros, podamos a nuestra vez ser también nosotros hermanos-entre-herma­nos siendo verdaderamente hijos-ante-Él.



 

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Documentación


Homilía del Papa a los universitarios de Roma
Durante las Vísperas de preparación a la Navidad
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció este jueves por la tarde, durante la celebración de las Vísperas de preparación a la Navidad con los universitarios de Roma, en la Basílica de San Pedro.

 



 

* * *



 

"Tened paciencia, hermanos, hasta que llegue el Señor" (Santiago 5,7).

Con estas palabras el apóstol Santiago nos ha introducido en el camino de preparación inmediata a la Santa Navidad, que en esta Liturgia vespertina, tengo la alegría de empezar con vosotros, queridos estudiantes e ilustres docentes de las universidades de Roma. Dirijo a todos mi saludo cordial, en particular al consistente grupo de aquellos que se preparan a recibir la Confirmación, y expreso mi vivo aprecio por el empeño que ponéis en la animación cristiana de la cultura de nuestra ciudad. Agradezco al rector magnífico de la Universidad de Roma Tor Vergata, el profesor Renato Lauro, las palabras de augurio que me ha dirigido en nombre de todos. Dirijo un saludo especial y deferente al cardenal vicario y a las diversas autoridades académicas e institucionales.

La invitación del apóstol nos indica el camino que lleva a Belén liberando nuestro corazón de todo fermento de impaciencia y de falsa espera, que puede anidarse siempre en nosotros, si olvidamos que Dios ya ha venido, está ya actuando en nuestra historia personal y comunitaria y pide ser acogido. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob se ha revelado, ha mostrado su rostro y ha tomado morada en nuestra carne, en Jesús, hijo de María - verdadero Dios y verdadero hombre - a quien encontraremos en la Gruta de Belén. Volver allí, a ese lugar humilde y estrecho, no es un simple itinerario ideal: es el camino que estamos llamados a recorrer experimentando en el hoy la cercanía de Dios y su acción que renueva y sostiene nuestra existencia. La paciencia y la constancia cristiana - de la que habla Santiago - no son sinónimo de apatía o de resignación, sino que son virtudes de quien sabe que puede y debe construir no sobre arena, sino sobre roca; virtud de quien sabe respetar los tiempos y las formas de la condición humana y, por ello, evita ofuscar las expectativas más profundas del alma con esperanzas utópicas o fugaces, que luego decepcionan.

"Mirad cómo el sembrador espera el fruto precioso de la tierra" (Santiago 5,7). Queridos amigos, a nosotros, inmersos en una sociedad cada vez más dinámica, puede sonar sorprendente esta invitación que hace referencia al mundo rural, al ritmo de los tiempos de la naturaleza. Pero la comparación elegida por el Apóstol nos llama a dirigir la mirada al verdadero y único "agricultor", el Dios de Jesucristo, a su misterio más profundo que se ha revelado en la Encarnación del Hijo. De hecho, el Creador de todas las cosas no es un déspota que ordena e interviene con poder en la historia, sino más bien es como el agricultor que siembra, hace crecer y dar fruto. También el hombre puede ser, con Él, un buen agricultor, que ama la historia y la construye en profundidad, reconociendo y contribuyendo a hacer crecer las semillas del bien que el Señor ha dado. Vayamos por tanto también nosotros hacia Belén con la mirada dirigida al Dios paciente y fiel que sabe esperar, que sabe pararse, que sabe respetar los tiempos de nuestra existencia. Ese Niño que encontraremos es la manifestación plena del misterio del amor de Dios que ama dando la vida, que ama de modo desinteresado, que nos enseña a amar y sólo pide ser amado.

"Reanimad vuestros corazones". El camino hacia la Gruta de Belén es un itinerario de liberación interior, una experiencia de libertad profunda, pues nos lleva a salir de nosotros mismo y a encaminarnos hacia Dios, que se acercó a nosotros, que reanima nuestros corazones con su presencia y con su amor gratuito, que nos precede y nos acompaña en nuestras opciones diarias, que nos habla en lo secreto del corazón y en las Sagradas Escrituras. Él quiere infundir valentía a nuestra vida, especialmente en los momentos en los que nos sentimos cansados y agobiados y en los que tenemos necesidad de volver a encontrar la serenidad en el camino y de sentirnos con alegría peregrinos hacia la eternidad.

"La venida del Señor está cerca". Es el anuncio que llena de emoción y de maravilla esta celebración, y que hace que nuestro paso se apresure hacia la Gruta. El Niño, a quien encontraremos entre María y José, es el  Logos-Amor, la Palabra que puede dar consistencia plena a nuestra vida. Dios nos ha abierto los tesoros de su profundo silencio y con su Palabra se nos ha comunicado. En Belén el hoy perenne de Dios toca nuestro tiempo pasajero, que recibe orientación y luz para el camino de la vida.

Queridos amigos de las universidades de Roma: el Verbo Encarnado os pide a vosotros, que recorréis el camino fascinante y comprometedor de la búsqueda y de la elaboración cultural, que compartáis con Él la paciencia para "construir".  Construir la existencia propia, construir la sociedad, no es una obra que puedan realizar mentes y corazones distraídos y superficiales. Se requiere una profunda acción educativa y un continuo discernimiento que deben involucrar a toda la comunidad académica, favoreciendo esa síntesis entre formación intelectual, disciplina moral y compromiso religioso que el beato John Henry Newman había propuesto en su "Idea de Universidad". En nuestros tiempos se siente la necesidad de una nueva clase de intelectuales capaces de interpretar las dinámicas sociales y culturales que no ofrezcan soluciones abstractas, sino concretas y realistas. La Universidad está llamada a desempeñar este papel insustituible y la Iglesia la sostiene con convicción de manera concreta.

La Iglesia de Roma, en particular, está comprometida desde hace muchos años en apoyar la vocación de la Universidad y en servirla con la contribución sencilla y discreta de tantos sacerdotes que trabajan en las capellanías y en las realidades eclesiales. Quisiera expresar mi aprecio al cardenal vicario y a sus colaboradores por el programa de pastoral universitaria que, este año, en sintonía con el proyecto diocesano, ha sido sintetizado acertadamente con el tema: "Ite, missa est... en el patio de los gentiles". El saludo al final de la celebración eucarística, "Ite, missa est", invita a todos a ser testigos de esa caridad que transforma la vida del hombre y de este modo injerta en la sociedad el germen de la civilización del amor. Vuestro programa de ofrecer a la ciudad de Roma una cultura al servicio del desarrollo integral de la persona humana, como he indicado en la encíclica  Caritas in veritate, es un ejemplo concreto de vuestro compromiso para promover comunidades académicas en las que se madura y ejerce lo que Giovanni Battista Montini, cuando era asistente de la Federación Universitaria Católica Italiana (FUCI), llamaba "la caridad intelectual".

La comunidad universitaria romana, con su riqueza de instituciones estatales, privadas, católicas y pontificias, está llamada a una tarea histórica notable: la de superar prejuicios que en ocasiones impiden el desarrollo de una cultura auténtica. Trabajando con sinergias, en particular con las facultades teológicas, las universidades romanas pueden indicar que es posible un nuevo diálogo y una nueva colaboración entre fe cristiana y los diferentes saberes, sin confusión ni separación, sino compartiendo la misma aspiración a servir al hombre en su plenitud. Deseo que el próximo simposio internacional sobre el tema "La universidad y el desarrollo de los saberes: ¿hacia dónde va el futuro?" pueda constituir una etapa significativa en este camino renovado de investigación y empeño. Desde esta perspectiva, deseo alentar también las iniciativas promovidas por la dirección general de la Cooperación al Desarrollo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia, involucrando a universidades de todos los continentes, incluyendo también a las de Oriente Medio, representadas aquí por algunos rectores.

Queridos jóvenes universitarios: ha resonado en esta asamblea el recuerdo de la Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud. Al final de la celebración, la delegación universitaria africana entregará el icono de MaríaSedes Sapientiae [Trono de Sabiduría] a la delegación universitaria española. Comenzará así la peregrinación de esta imagen mariana por todas las universidades de España, un signo que nos orienta hacia el encuentro del próximo mes de agosto en Madrid. Es muy importante la presencia de jóvenes universitarios preparados, que desean comunicar a sus coetáneos la fecundidad de la fe cristiana no sólo en Europa, sino en todo el mundo. Con María, que nos precede en nuestro camino de preparación, os doy cita en Madrid y confío mucho en vuestro generoso y creativo compromiso. A ella, Sedes Sapientiae, encomiendo a toda la comunidad universitaria romana. Con ella, dispongámonos a encontrar al Niño en la Gruta de Belén: ¡es el Señor que viene por nosotros! Amén.

[Traducción del original italiano realizado por Inma Álvarez y Jesús Colina

©Libreria Editrice Vatiana]

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Discurso del Papa de agradecimiento por el regalo del árbol de Navidad
A los fieles de Bolzano-Bressanone
ROMA, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el discurso pronunciado este viernes por Benedicto XVI al recibir en el Vaticano a los peregrinos de la diócesis de Bolzano-Bressanone, con ocasión del regalo del árbol de Navidad que se colocará en la Plaza de San Pedro.


* * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

¡Queridos amigos!

Con alegría doy la bienvenida a todos aquellos que me hacéis entrega de vuestro hermoso árbol de Navidad procedente de Luson. Os saludo de todo corazón a todos, empezando por el obispo Karl Golser, a quien doy las gracias por las afectuosas palabras que me ha dirigido. Con él saludo a los sacerdotes, los religiosos, los consejos parroquiales y a todos los fieles de las ciudades, de las localidades y de los valles de vuestra bella tierra, que está profundamente plasmada por la fe. Saludo al presidente de la provincia que comprende el Tirol del Sur y el alcalde de la ciudad de Bressanone. Le doy las gracias por las bellas palabras que me han dirigido y que me han transmitido verdaderamente la sensación de estar en casa en el Sudtirolo y de estar rodeado y acompañado por su amistad.

Dirijo un saludo también a los representantes de la ciudad de Bressanone y del municipio de Luson, del círculo de los Schützen de Bressanone y de la comunidad de distrito de Valle Isarco. Dirijo un particular Grüß Gott al alcalde de Natz-Schabs, que me otorgará la ciudadanía honoraria, en recuerdo de mi amada abuela por parte de madre, que nació en Raas, una fracción de este municipio. ¡Dirijo un cordial Vergelt's Gott por este grato signo de vuestro afecto! En mi saludo incluyo también a todos los demás representantes de la vida pública además de a todos vosotros, que con los trajes tradicionales, la sugestiva música y las especialidades regionales habéis venido a Roma para dar a conocer las tradiciones de vuestra espléndida tierra.

Sé que este particular acontecimiento ha despertado interés y ha implicado a toda la población de la región. Sobre todo, como he sabido, las mujeres de Bressanone han trabajado en la preparación de las estrellas de paja que son decoraciones navideñas típicas del área de lengua alemana. Os doy las gracias a todos vosotros por el regalo particular de este abeto rojo así como por todos los demás árboles de Navidad, que decorarán el Palacio Apostólico y el área del Vaticano y que me hacen también sentir la presencia del Tirol del Sur en mi apartamento. Que esta generosa iniciativa exhorte a todos los habitantes del Sudtirolo a dar testimonio en el propio ambiente de los valores de la vida, del amor y de la paz que cada año nos encomienda la Navidad.

Este año el abeto de la plaza de San Pedro procede de la pintoresca Luson, no lejana del Sass de Putia, sobre los inmensos Dolomitas. La belleza extraordinaria de este paisaje nos invita a reconocer la grandeza de nuestro Creador, cuyo amor resplandece de modo incesante en su obra maravillosa de la naturaleza, para iluminar también el corazón del hombre y colmarlo de paz y de alegría.

Esta noche, al término de la ceremonia de entrega oficial, en presencia del cardenal Giovanni Lajolo, presidente de la Gobernación, se encenderán las luces que adornan el abeto. Este, recogido a una altitud de casi 1.500 metros y cortado sin provocar daño a la vida del bosque, quedará junto al belén hasta el final de las fiestas navideñas, y será admirado por los numerosos peregrinos y turistas procedentes de todas partes del mundo, como símbolo significativo de la luce que Cristo, con su nacimiento, ha traído a la humanidad. Él, el Mesías, se hizo hombre y vino en medio de nosotros, para disipar las tinieblas del error y del pecado, realizando “de modo insuperable la condescendencia de Dios” (Exhort. Ap. Verbum Domini, 11). Tener fe en Él significa acoger en uno mismo la luz que es Cristo Jesús.

El árbol de Navidad enriquece el valor simbólico del belén, que es un mensaje de fraternidad y de amistad; una invitación a la unidad y a la paz; una invitación a dejar sitio, en nuestra vida y en la sociedad, a Dios, el cual nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un Niño, porque quiere que respondamos libremente a su amor con nuestro amor. El belén y el árbol traen por tanto un mensaje de esperanza y de amor, y ayudan a crear el clima propicio para vivir en la justa dimensión espiritual y religiosa el misterio del nacimiento del Redentor.

Queridos amigos, de corazón auguro a todos los presentes y a vuestros paisanos una Navidad de recogimiento y de tranquilidad. Os aseguro que junto al Belén rezaré por vosotros, por vuestras familias y por todas las personas en vuestra región y os imparto a todos la bendición apostólica.

¡A todos una Santa Navidad!

[Traducción del original italiana por Inma Álvarez

Publicado en la edición de L'Osservatore Romano del 18 de diciembre de 2010]

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede
Al aceptar sus Cartas Credenciales
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy al nuevo embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Maria Greco, al recibir de este sus Cartas Credenciales.

* * * * *

Señor embajador,

estoy contento de acoger las Cartas con las que el presidente de la República Italiana le acredita como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario ante la Santa Sede. Al agradecerle por la nobles expresiones que me ha dirigido, mi pensamiento se extiende al Jefe de Estado, a las demás Autoridades y a todo el querido pueblo italiano. Continuamente tengo la ocasión de constatar qué fuerte es la conciencia de los vínculos particulares entre la Sede de Pedro e Italia, que encuentran expresión significativa tanto en la atención que las autoridades civiles tienen por el Sucesor del Príncipe de los Apóstoles y por la Santa Sede, como en el afecto que la gente de Italia me demuestra con tanto entusiasmo aquí en Roma y durante los viajes que realizo en el país, como ha sucedido también recientemente con ocasión de mi visita a Palermo. Quisiera asegurar que mi oración acompaña de cerca las vicisitudes alegres y tristes de Italia, por la que pido al Dador de todo bien que le conserve el tesoro precioso de la fe cristiana y que le conceda los dones de la concordia y de la prosperidad.

En esta feliz circunstancia Le dirijo, con mi cordial bienvenida, un ferviente augurio por la comprometida misión que usted asume oficialmente hoy. De hecho, la Embajada de Italia ante la Santa Sede – cuya prestigiosa sede, ligada también a la memoria de san Carlos Borromeo, pude visitar hace ya dos años – constituye un importante punto de conexión para las relaciones de intensa colaboración que existen entre la Santa Sede e Italia, no solo desde el punto de vista bilateral, sino también en el más amplio contexto de la vida internacional. Además, la Representación diplomática, cuya guía usted asume, ofrece una contribución válida al desarrollo de relaciones armoniosas entre la comunidad civil y la eclesial en el país, y presta también preciosos servicios al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. Estoy seguro de que bajo su guía, esta intensa actividad proseguirá con renovado empuje, y ya desde ahora le expreso a usted y a sus colaboradores mi vivo reconocimiento.

Como usted ha recordado, han comenzado las celebraciones del 150° aniversario de la unidad de Italia, ocasión para una reflexión no sólo de tipo conmemorativo, sino también de carácter proyectual, muy oportuna en la difícil fase histórica actual, nacional e internacional. Estoy contento de que también los pastores y los diversos componentes de la comunidad eclesial estén implicados activamente en la conmemoración del proceso de unificación de la Nación iniciado en 1861.

Ahora, uno de los aspectos más relevantes de ese largo, a veces fatigoso y controvertido, camino, que ha llevado a la actual fisionomía del Estado italiano, está constituido por la búsqueda de una correcta distinción y de formas justas de colaboración entre la comunidad civil y la religiosa, exigencia tanto más sentida en un país como Italia, cuya historia y cultura están tan profundamente marcadas por la Iglesia católica y en cuya capital tiene su sede episcopal el Jefe visible de esta Comunidad, difundida en todo el mundo. Estas características, que desde hace siglos forman parte del patrimonio histórico y cultural de Italia no pueden ser negadas, olvidadas o marginadas; la experiencia de estos 150 años enseña que cuando se ha intentado hacerlo, se han causado peligrosos desequilibrios y dolorosas fracturas en la vida social del país.

A este respecto, vuestra Excelencia ha recordado oportunamente la importancia de los Pactos de Letrán y del Acuerdo de Villa Madama, que fijan las coordenadas de un justo equilibrio de relaciones, del que se benefician tanto la Sede Apostólica como el Estado y la Iglesia en Italia. De hecho, el Tratado de Letrán, configurando el Estado de la Ciudad del Vaticano y previendo una serie de inmunidades personales y reales, ha puesto las condiciones para asegurar al Pontífice y a la Santa Sede plena soberanía e independencia, en tutela de su misión universal. A su vez, el Acuerdo de modificación del Concordato mira fundamentalmente a garantizar el pleno ejercicio de la libertad religiosa, es decir, de ese derecho, que es histórica y objetivamente el primero entre los fundamentales de la persona humana. Es por ello de gran importancia observar y, al mismo tiempo, desarrollar la letra y el espíritu de esos Acuerdos y de los que derivan de ellos, recordando que éstos han garantizado y pueden aún garantizar una serena convivencia de la sociedad italiana.

Aquellos pactos internacionales no son expresión de una voluntad de la Iglesia o de la Santa Sede de obtener poder, privilegios o posiciones de ventaja económica y social, ni con ellos se pretende sobrepasar el ámbito que es propio de la misión asignada por el Divino Fundador a Su comunidad en la tierra. Al contrario, estos acuerdos tienen su fundamento en la justa voluntad por parte del Estado de garantizar a los individuos y a la Iglesia el pleno ejercicio de la libertad religiosa, derecho que tiene una dimensión no sólo personal, pues “la misma naturaleza social del hombre exige que éste manifieste externamente los actos internos de religión, que se comunique con otros en materia religiosa, que profese su religión de forma comunitaria" (CONC. VAT. II, Decl. Dignitatis humanae, 3). La libertad religiosa es, por tanto, un derecho, además de individual, de la familia, de los grupos religiosos y de la Iglesia (cfr ibid., 4-5.13), y el Estado está llamado a tutelar no sólo los derechos de los creyentes a la libertad de conciencia y de religión, sino también el papel legítimo de la religión y de las comunidades religiosas en la esfera pública.

El recto ejercicio y el correspondiente reconocimiento de este derecho permiten a la sociedad valerse de los recursos morales y de la generosa actividad de los creyentes. Por esto no se puede pensar en conseguir el auténtico progreso social, recorriendo el camino de la marginación o incluso del rechazo explícito del factor religioso, como en nuestros tiempos se tiende a hacer con diversas modalidades. Una de estas es, por ejemplo, el intento de eliminar de los lugares públicos la exposición de los símbolos religiosos, el primero de ellos el Crucifijo, que es ciertamente el emblema por excelencia de la fe cristiana, pero que, al mismo tiempo, habla a todos los hombres de buena voluntad y, como tal, no es factor que discrimina. Deseo expresar mi vivo aprecio al Gobierno italiano que a este respecto se ha movido en conformidad con una correcta visión de la laicidad y a la luz de su historia, cultura y tradición, encontrando en ello el apoyo positivo también de otras Naciones europeas.

Mientras en algunas sociedades hay intentos de marginar la dimensión religiosa, las noticias recientes nos dan testimonio de cómo en nuestros días se llevan a cabo también abiertas violaciones de la libertad religiosa. Frente a esta dolorosa realidad, la sociedad italiana y sus Autoridades han demostrado una particular sensibilidad por la suerte de esas minorías cristianas, que, con motivo de su fe, sufren violencias, son discriminadas o obligadas a una emigración forzosa de su patria. Auguro que pueda crecer en todas partes la conciencia de esta problemática y que, en consecuencia, se intensifiquen los esfuerzos por ver realizado, en todas partes y por todos, el pleno respeto de la libertad religiosa. Estoy seguro de que al compromiso en este sentido por parte de la Santa Sede no faltará el apoyo de Italia en el ámbito internacional.

Señor embajador, concluyendo mis reflexiones, deseo asegurarle que, en el cumplimiento de la alta misión a usted confiada, podrá contar con mi apoyo y el de mis colaboradores. Sobre todo invoco sobre estos comienzos la protección de la Madre de Dios, tan amada y venerada en toda la Península, y de los patronos de la nación, los santos Francisco de Asís y Catalina de Siena, y le imparto de corazón a usted, a su familia, a sus colaboradores y al querido pueblo italiano la Bendición Apostólica.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Predicador del Papa: “La respuesta cristiana al racionalismo"
Tercera meditación del padre Raniero Cantalamessa ante el Papa y la Curia Romana

 CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la tercera meditación de Adviento que predicó este viernes el padre Raniero Cantalamessa OFM cap, predicador de la Casa Pontificia, ante Benedicto XVI y la Curia Romana para ofrecer "La respuesta cristiana al racionalismo".

 



 



 



 

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap.

Tercera Predicación de Adviento

 

“DISPUESTOS A DAR RAZÓN DE LA ESPERANZA QUE HAY EN NOSOTROS”

(1 Pedro 3,15)

 

La respuesta cristiana al racionalismo

1. La razón usurpadora

El tercer obstáculo, que hace a mucha parte de la cultura moderna “refractaria” al Evangelio, es el racionalismo. De éste pretendemos ocuparnos en esta última meditación de Adviento.

El cardenal, y ahora beato, John Henry Newman nos dejó un memorable discurso, pronunciado el 11 de diciembre de 1831, en la Universidad de Oxford, titulado The Usurpation of Raison, la usurpación, o la prevaricación, de la razón. En este título está ya la definición de lo que entendemos por racionalismo [1]. En una nota de comentario a este discurso, escrita en el prefacio a su tercera edición en 1871, el autor explica qué entiende con esta expresión. Por usurpación de la razón – dice – se entiende “ese cierto difundido abuso de esta facultad que se verifica cada vez que uno se ocupa de religión sin un adecuado conocimiento íntimo, o sin el debido respeto por los primeros principios propios a ella. Esta pretendida 'razón' es llamada por la Escritura 'la sabiduría del mundo'; es el razonar sobre religión de quien tiene la mentalidad secularista, y se basa sobre máximas mundanas, que le son intrínsecamente extrañas” [2].

En otro de sus Sermones universitarios, titulado “Fe y razón frente a frente”, Newman ilustra por qué la razón no puede ser el último juez en cuestiones de religión y fe, con la analogía de la conciencia.

“Nadie, escribe, diría que la conciencia se opone a la razón, o que sus dictados no puedan ser planteados de forma argumentativa; con todo, ¿quién, de ello, querrá argumentar que la conciencia no sea un principio original, sino que para actuar necesita esperar los resultados de un proceso lógico-racional? La razón analiza los fundamentos y los motivos de la acción sin ser ella misma uno de esos motivos. Por tanto, así como la conciencia es un elemento sencillo de nuestra naturaleza, y sin embargo sus operaciones necesitan ser justificadas por la razón, de la misma forma la fe puede ser cognoscible y sus actos pueden ser justificados por la razón, sin por ello depender realmente de ésta […].Cuando se dice que el Evangelio exige una fe racional, se quiere decir solo que la fe concuerda con la recta razón en abstracto, pero no que sea en realidad su resultado” [3].

Una segunda analogía es la del arte. “El crítico de arte –escribe – valora lo que él mismo no sabe crear; de la misma forma la razón puede dar su aprobación al acto de fe, sin ser por ello la fuente de la que esa fe emana” [4].

El análisis de Newman tiene rasgos nuevos y originales; saca a la luz la tendencia, por así decirlo, imperialista, de la razón de someter todo aspecto de la realidad a sus propios principios. Pero se puede considerar el racionalismo también desde otro punto de vista, estrechamente unido con el anterior. Por quedarnos en la metáfora política empleada por Newman, podríamos definirlo como la postura del aislacionismo, de cerrazón en sí misma de la razón. Este no consiste tanto en invadir el campo de los demás, sino en no reconocer la existencia de otro campo fuera del proprio. En otras palabras, en el rechazo de que pueda existir verdad alguna fuera de la que pasa a través de la razón humana.

Bajo este aspecto, el racionalismo no nació con la Ilustración, aunque ésta haya imprimido en él una aceleración cuyos efectos se observan aún. Es una tendencia con la que la fe ha tenido que echar cuentas desde siempre. No solo la fe cristiana, sino también la judía y la islámica, al menos en la Edad Media, conocieron este desafío.

Contra esta pretensión de absolutismo de la razón, se ha elevado en todas las épocas no sólo la voz de hombres de fe, sino también la de hombres militantes en el campo de la razón, filósofos y científicos. “El acto supremo de la razón, escribió Pascal, está en reconocer que existe una infinidad de cosas que la sobrepasan" [5]. En el instante mismo en que la razón reconoce su límite, lo franquea y lo supera. Este reconocimiento se produce por obra de la razón, y por ello es un acto exquisitamente racional. Es, literalmente, una “docta ignorancia” [6]. Un ignorar "con conocimiento de causa", sabiendo que no se sabe.

Se debe afirmar por tanto que pone un límite a la razón y la humilla aquel que no le reconoce esta capacidad de trascenderse. "Hasta ahora – escribió Kierkegaard – se ha dicho siempre esto: 'Decir que esto o aquello no se puede entender, no satisface a la ciencia que quiere entender'. Ese es el error. Se debe decir precisamente lo contrario: mientras que la ciencia no quiera reconocer que hay algo que no puede entender, o – de forma más precisa – algo de lo que ella claramente 'comprende que no puede entender', todo estará desordenado. Por ello es un deber del conocimiento humano comprender que existen y cuáles son las cosas que no puede entender” [7].

2. Fe y sentido de lo Sagrado

Es de esperar que este tipo de controversia recíproca entre fe y razón continúe también en el futuro. Es inevitable que cada época vuelva a hacer el camino por su propia cuenta, pero ni los racionalistas convertirán con sus argumentos a los creyentes, ni los creyentes a los racionalistas. Es necesario encontrar un camino para romper este círculo y liberar a la fe de este atasco. En todo este debate sobre razón y fe, es la razón la que impone su elección y obliga a la fe, por así decirlo, a jugar fuera de casa y a la defensiva.

De ello era muy consciente el cardenal Newman, que en otro de sus discursos universitarios pone en guardia contra el riesgo de una mundanización de la fe en su deseo de correr detrás de la razón. Dice que comprende, aunque no puede aceptarlas del todo, las razones de aquellos que están tentados de desvincular completamente la fe de la investigación racional, a causa “ de los antagonismos y las divisiones fomentadas por la argumentación y el debate, la confianza orgullosa que a menudo acompaña al estudio de las pruebas apologéticas, la frialdad, el formalismo, el espíritu secularista y carnal, mientras que la Escritura habla de la religión como de una vida divina, arraigada en los afectos y que se manifiesta en gracias espirituales” [8].

En todas las intervenciones de Newman sobre la relación entre razón y fe, entonces no menos debatida que hoy, se observa una advertencia: no se puede combatir el racionalismo con otro racionalismo, aunque sea en sentido contrario. Es necesario por tanto encontrar otro camino que no pretenda sustituir el de la defensa racional de la fe, pero al menos que la acompañe, también porque los destinatarios del anuncio cristiano no son sólo los intelectuales, capaces de empeñarse en este tipo de controversia, sino también la masa de las personas corrientes indiferentes a él y más sensible a otros argumentos.

Pascal proponía el camino del corazón: “El corazón tiene razones que la razón no entiende” [9]; los románticos (por ejemplo, Schleiermacher) proponían el del sentimiento. Nos queda, creo, un camino que descubrir: el de la experiencia y del testimonio. No pretendo hablar aquí de la experiencia personal, subjetiva, de la fe, sino de una experiencia universal y objetiva que podemos por eso hace valer también ante personas aún extrañas a la fe. Esta no nos lleva hacia la fe plena y que salva:la fe en Jesucristo muerto y resucitado, pero nos puede ayudar a crear el presupuesto para ella, que es la apertura al misterio, la percepción de algo que está por encima del mundo y de la razón.

La contribución más notable que la moderna fenomenología de la religión ha dado a la fe, sobre todo en la forma que ésta reviste en la obra clásica de Rudolph Otto “Lo sagrado”[10], es la de haber mostrado que la afirmación tradicional de que hay algo que no se explica con la razón, no es un postulado teórico o de fe, sino un dato primordial de la experiencia.

Existe un sentimiento que acompaña a la humanidad desde sus principios y que está presente en todas las religiones y las culturas: el autor lo llama el sentimiento de lo numinoso. Este es un dato primario, irreducible a cualquier otro sentimiento o experiencia humana; embarga al hombre con un estremecimiento cuando, por cualquier circunstancia externa o interna a él, se encuentra ante la revelación del misterio “tremendo y fascinante” de lo sobrenatural.

Otto designa el objeto de esta experiencia con el adjetivo “irracional” (el subtítulo de la obra es “Lo irracional en la idea de lo divino y su relación con lo racional”); pero toda la obra demuestra que el sentido que él da al término “irracional” no es el de “contrario a la razón”, sino el de “fuera de la razón”, de no traducible en términos racionales. Lo numinoso se manifiesta en grados diversos de pureza: del estadio menos refinado, que es la reacción inquietante suscitada por las historias de espíritus y de espectros, al estadio más puro que es la manifestación de la santidad de Dios – el Qadosh bíblico -, como en la célebre escena de la invocación de Isaías (Is 6, 1 ss).

Si es así, la reevangelización del mundo secularizado pasa también a través de una recuperación del sentido de lo sagrado. El terreno cultural del racionalismo – su causa y al mismo tiempo su efecto – es la pérdida del sentido de lo sagrado, es necesario por ello que la Iglesia ayude a los hombres a remontar la pendiente y redescubrir la presencia y la belleza de lo sagrado en el mundo. Charles Péguy dijo que “la tremenda penuria de lo Sagrado es la marca profunda del mundo moderno”. Eso se advierte en todo aspecto de la vida, pero en particular en el arte, en la literatura y en el lenguaje de todos los días. Para muchos autores, ser definidos “irreverentes” ya no es una ofensa, sino un cumplido.

La Biblia es acusada a veces de haber “desacralizado” el mundo por haber expulsado a las ninfas y divinidades de los montes, de los mares y de los bosques, y haber hecho de ellos simples criaturas al servicio del hombre. Esto es verdad, pero es precisamente despojándolas de esta falsa pretensión d ser ellos mismos divinidades, como la Escritura los ha restituido a su naturaleza genuina de “signo” de lo divino. Es la idolatría de las criaturas lo que la Biblia combate, no su sacralidad.

Así “secularizada”, la Creación tiene aún el poder de provocar la experiencia de lo numinoso y de lo divino. De una experiencia de este tipo lleva el signo, en mi opinión, la célebre declaración de Kant, el representante más ilustre del racionalismo filosófico:

Dos cosas llenan mi alma de admiración y veneración siempre nueva y creciente, cuanto más a menudo y por más tiempo la reflexión se ocupa de ellas: el cielo estrellado sobre mí, y la ley moral en mí. […]. La primera comienza desde el lugar que yo ocupo en el mundo sensible externo, y extiende la conexión en la que me encuentro a una grandeza interminable, con mundos y mundos, y sistemas y sistemas; y aún después a los tiempos ilimitados de su movimiento periódico, de su principio y de su duración” [11].

Un científico vivo, Francis Collins, nombrado hace poco académico pontificio, en su libro “El lenguaje de Dios”, describe así el momento de su vuelta a la fe: “En una hermosa mañana de otoño, mientras por primera vez, paseando por las montañas, me dirigía al oeste del Mississippi, la majestad y belleza de la creación vencieron mi resistencia. Comprendí que la búsqueda había llegado a su fin. La mañana siguiente, al salir el sol, me arrodillé sobre la hierba húmeda y me rendí a Jesucristo” [12].

Los mismos descubrimientos maravillosos de la ciencia y de la técnica, en lugar de llevar al desencanto, pueden convertirse en ocasiones de estupor y de experiencia de lo divino. El momento final del descubrimiento del genoma humano es descrito por el mismo Francis Collins, que dirigió el equipo directivo que llevó a este descubrimiento, “una experiencia de exaltación científica y al mismo tiempo de adoración religiosa”. Entre las maravillas de la creación, nada hay más maravilloso que el hombre y, en el hombre, que su inteligencia creada por Dios.

La ciencia desespera ya de tocar un límite máximo en la exploración de lo infinitamente grande que es el universo y en la exploración de lo infinitamente pequeño que son las partículas subatómicas. Algunos hacen de estas “desproporciones” un argumento a favor de la inexistencia de un Creador y de la insignificancia del hombre. Para el creyente, éstas son el signo por excelencia, no solo de la existencia sino también de los atributos de Dios: la vastedad del universo, es signo de su infinita grandeza y trascendencia, la pequeñez del átomo, lo es de su inmanencia y de la humildad de su encarnación que le llevó a hacerse niño en el seno de una madre y minúsculo pedazo de pan en las manos del sacerdote.

Tampoco en la vida humana cotidiana faltan ocasiones en las que es posible hacer experiencia de “otra” dimensión: el enamoramiento, el nacimiento del primer hijo, una gran alegría. Es necesario ayudar a las personas a abrir los ojos y a volver a encontrar la capacidad de sorprenderse. “Quien se asombra, reinará”, dice un dicho atribuido a Jesús fuera de los Evangelios [13]. En la novela Los hermanos Karamazov, Dostoevskij refiere las palabras que el starez Zosimo, aún oficial del ejército, dirige a los presentes en el momento en que, deslumbrado por la gracia, renuncia a batirse en duelo con su adversario: “Señores, girad la mirada alrededor a los dones de Dios: este cielo límpido, este aire puro, esta hierba tierna, estos pajaritos: la naturaleza es tan bella e inocente, mientras que nosotros, solo nosotros, estamos lejos de Dios, y somos estúpidos y no comprendemos que la vida es un paraíso, pues bastaría que quisiéramos comprenderlo, y en seguida éste se instauraría en toda su belleza, y nosotros nos abrazaríamos y romperíamos a llorar” [14]. ¡Este es el sentido genuino de la sacralidad del mundo y de la vida!

3. Necesidad de testigos

Cuando la experiencia de lo sagrado y de lo que nos llega de repente e inesperada desde fuera de nosotros, es acogida y cultivada, se convierte en experiencia subjetiva vivida. Se tienen así los “testigos” de Dios que son los santos y, de modo totalmente particular, una categoría de estos, los místicos.

Los místicos, dice una celebre definición de Dionisio Areopagita, son aquellos que han “padecido a Dios” [15], es decir, que han experimentado y vivido lo divino. Son, para el resto de la humanidad, como los exploradores que entraron primero, a escondidas, en la Tierra Prometida y después volvieron atrás para referir lo que habían visto – “una tierra que mana leche y miel” - exhortando a todo el pueblo a atravesar el Jordán (cf Num 14,6-9). Por medio de ellos nos llegan a nosotros, en esta vida, los primeros fulgores de la vida eterna.

Cuando leemos sus escritos, ¡qué alejadas parecen, e incluso qué ingenuas, las más sutiles argumentaciones de los ateos y de los racionalistas! Nace, hacia estos últimos, un sentido de estupor y también de pena, como ante uno que habla de cosas que manifiestamente no conoce. Como quien creyera descubrir continuos errores de gramática en un interlocutor, y no se diese cuenta de que simplemente está hablando otra lengua que él no conoce. Pero no hay ninguna gana de ponerse a rebatirles, tanto las propias palabras dichas en defensa de Dios parecen, en ese momento, vacías y fuera de lugar.

Los místicos son, por excelencia, los que han descubierto que Dios “existe”; es más, que sólo él existe verdaderamente y que es infinitamente más real que aquello que con frecuencia llamamos realidad. Fue precisamente en uno de estos encuentros como una discípula del filósofo Husserl, judía y atea convencida, una noche descubrió al Dios vivo. Hablo de Edith Stein, ahora santa Teresa Benedicta de la Cruz. Era huésped de unos amigos cristianos y una noche que estos tuvieron que ausentarse, no sabiendo qué hacer, cogió un libro de su biblioteca y se puso a leerlo. Era la autobiografía de santa Teresa de Ávila. Siguió leyendo toda la noche. Llegada al final, exclamó sencillamente: “¡Ésta es la verdad!". Por la mañana fue a la ciudad a comprar un catecismo católico y un misal, y tras haberlos estudiado, se dirigió a una iglesia cercana y pidió al sacerdote ser bautizada.

Yo también tuve una pequeña experiencia del poder que tienen los místicos de hacer tocar con la mano lo sobrenatural. Era el año en el que se discutía mucho sobre un libro de un teólogo titulado: “¿Existe Dios?” (Existiert Gott?) pero, al llegar al final de la lectura, eran muy pocos los que estaban dispuestos a cambiar la interrogación del título por una exclamación. Yendo a un congreso, me llevé conmigo el libro de los escritos de la beata Angela de Foligno que no conocía aún. Me quedé literalmente deslumbrado; lo llevada conmigo a las conferencias, lo abría en cada pausa, y a final lo cerré diciéndome: “¿Si Dios existe? ¡No solo existe, sino que es verdaderamente fuego devorador!”

Por desgracia, una cierta moda literaria ha conseguido neutralizar también la “prueba” viviente de la existencia de Dios que son los místicos. Lo ha hecho con un método singularísimo: no reduciendo su número, sino aumentándolo, no restringiendo el fenómeno, sino dilatándolo desmesuradamente. Me refiero a aquellos que en una colección de místicos, en antologías de sus escritos, o en una historia de la mística, ponen juntos, como pertenecientes al mismo tipo de fenómenos, a san Juan de la Cruz y a Nostradamus, a santos y a excéntricos, mística cristiana y cábala medieval, hermetismo, teosofismo, formas de panteísmo e incluso la alquimia. Los místicos verdaderos son otra cosa y la Iglesia tiene razón en ser tan rigurosa en su juicio sobre ellos.

El teólogo Karl Rahner, retomando, parece, una frase de Raimundo Pannikar, afirmó: “El cristiano de mañana, o será un místico o no será”. Quería decir que, en el futuro, será el testimonio de personas que tienen una profunda experiencia de Dios el que mantenga viva nuestra fe, más que la demostración de su plausibilidad racional. Pablo VI decía, en el fondo, lo mismo cuando afirmaba en la Evangelii nuntiandi (nr.41): “El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio”.

Cuando el apóstol Pedro recomendaba a los cristianos estar preparados para “dar razón de su esperanza” (1 Pe 3,15), es cierto, por el contexto, que él tampoco pretendía hablar de razones especulativas o dialécticas, sino de las razones prácticas, es decir, de su experiencia de Cristo, unida al testimonio apostólico que la garantizaba. En un comentario a este texto, el cardenal Newman, habla de “razones implícitas”, que son, para el creyente, más íntimamente persuasivas que no las razones explícitas y argumentativas [16].

4. Un estremecimiento de fe en Navidad

Llegamos así a la conclusión práctica que más nos interesa en una meditación como esta. No sólo los no creyentes y los racionalistas necesitan irrupciones imprevistas de lo sobrenatural en la vida para llegar a la fe; las necesitamos también nosotros los creyentes para reavivar nuestra fe. El peligro mayor que corren las personas religiosas es el de reducir la fe a una secuencia de ritos y de fórmulas, repetidas incluso con escrúpulo, pero de forma mecánica y sin participación íntima de todo el ser. “Este pueblo se acerca a mí con la boca – se lamenta Dios en Isaías –, y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí, y el temor que me tiene no es más que un precepto humano, aprendido por rutina” (Is 29, 13).

La Navidad puede ser una ocasión privilegiada para tener este estremecimiento de fe. Esta es la suprema “teofanía” de Dios, la más alta “manifestación de lo Sagrado”. Por desgracia el fenómeno del secularismo está despojando a esta fiesta de su carácter de “misterio tremendo” – es decir, que induce al santo temor y a la adoración –, para reducirlo al único aspecto de “misterio fascinante”. Fascinante, lo que es peor, en sentido sólo natural, no sobrenatural: una fiesta de los valores familiares, del invierno, del árbol, de los renos y de Papá Noel. Existe en algunos países la intención de cambiar también el nombre de Navidad por el de “fiesta de la luz”. En pocos casos la secularización es tan visible como en Navidad.

Para mí, el carácter “numinoso” de la Navidad está ligado a un recuerdo. Asistía un año a la Misa de Medianoche presidida por Juan Pablo II en San Pedro. Llegó el momento del canto de las Calendas, es decir, la solemne proclamación del nacimiento del Salvador, presente en el antiguo Martirologio y reintroducida en la liturgia navideña después del Vaticano II:

“Muchos siglos después de la creación del mundo...

Trece siglos después de la salida de Egipto...

En la 195ª Olimpiada,

en el año 752 de la fundación de Roma...

En el cuadragésimo segundo año del imperio de César Augusto,

Jesucristo, Dios eterno e Hijo del eterno Padre, siendo concebido por obra del Espíritu Santo, transcurridos nueve meses, nace en Belén de Judá de la Virgen María, hecho hombre”.

Llegados a estas últimas palabras sentí la que se llama “la unción de la fe”: una imprevista claridad interior, por la que recuerdo que decía dentro de mí: “¡Es verdad! ¡Es verdad todo esto que se canta! No son solo palabras. Lo eterno entra en el tiempo. El último acontecimiento de la serie ha roto la serie; ha creado un “antes” y un “después” irreversibles; el cómputo del tiempo que antes tenía lugar en relación a diversos acontecimientos (olimpiada tal, reino de tal), ahora sucede en relación a un único acontecimiento”. Una conmoción de repente me atravesó toda la persona, mientras solamente podía decir: “¡Gracias, Santísima Trinidad, y gracias también a ti, Santa Madre de Dios!”.

Ayuda mucho a hacer de la Navidad la ocasión para un sobresalto de fe encontrar espacios de silencio. La liturgia envuelve el nacimiento de Jesús en el silencio: Dum medium silentium tenerent omnia, mientras todo alrededor estaba en silencio. Stille Nacht, noche de silencio, se llama a la Navidad en el más difundido y querido de los villancicos. En Navidad deberíamos escuchar como dirigida personalmente a nosotros la invitación del Salmo: “Rendíos y reconoced que yo soy Dios” (Sal 46,11).

La Madre de Dios es el modelo insuperable de este silencio navideño: “María – está escrito – conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón” (Lc 2, 19). El silencio de María en Navidad es más que un simple callarse; es maravilla, es adoración; es un “silencio religioso”, un ser superada por la realidad. La interpretación más verdadera del silencio de María es la que está en los iconos bizantinos, donde la Madre de Dios nos parece inmóvil, con la mirada fija, los ojos desorbitados, como quien ha visto cosas que no se pueden describir con palabras. María, la primera, elevó a Dios lo que san Gregorio Nacianceno llama un “himno de silencio” [17].

Celebra verdaderamente la Navidad quien es capaz de hacer hoy, a distancia de siglos, lo que habría hecho, si hubiese estado presente ese día. Quien hace lo que nos enseñó a hacer María: ¡arrodillarse, adorar y callar!

[1] J.H. Newman, Oxford University Sermons, Londres 1900, pp.54-74; trad. Ital. de L. Chitarin, Bolonia, Ediciones Studio Domenicano, 2004, pp. 465-481.

[2] Ib.p. XV (trad. ital. Cit. p.726).

[3] Ib., p. 183 (trad. ital. Cit. p.575).

[4] Ibidem.

[5] B.Pascal, Pensieri 267 Br.

[6] San Agustín , Epist. 130,28 (PL 33, 505).

[7] S. Kierkegaard, Diario VIII A 11.

[8] Newman, op. cit., p. 262   (trad. ital. cit., p. 640 s).

[9] B. Pascal, Pensieri, n.146 (ed. Br. N. 277).

[10] R. Otto, Das Heilige. Über das Irrationale in der Idee des Göttlichen und seine Verhältnis zum Rationalem, 1917. ( Trad. ital. de E. Bonaiuti,  Il Sacro, Milán, Feltrinelli 1966).

[11] I. Kant, Critica della ragion pratica, Laterza, Bari, 1974, p. 197.

[12] F. Collins, The Language of God. A Scientist Presents Evidence for Belief, Free Press 2006, pp. 219 e 255.

[13] En Clemente Alejandrino, Stromati, 2, 9).

[14] F. Dostoevskij, Los Hermanos Karamazov, parte II, VI,

[15] Dionisio Areopagita, Nomi divini II,9 (PG 3, 648) ("pati  divina").

[16] Cf. Newman, “Implicit and Explicit Reason”, en  University Sermons, XIII, cit., pp. 251-277

[17] S. Gregorio Nacianceno, Carmi, XXIX (PG 37, 507).

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

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Comunicado vaticano sobre la Asamblea de Representantes Católicos Chinos
“Inflige una herida profunda sobre la Iglesia universal”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el comunicado de la Oficina de Información de la Santa Sede sobre la Octava Asamblea de Representantes Católicos Chinos, publicado este viernes.



 

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1. Con profundo dolor, la Santa Sede lamenta el hecho de que del 7 al 9 de diciembre de 2010 se celebrara en Pekín la Octava Asamblea de Representantes Católicos Chinos. Ésta fue impuesta a numerosos Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. La manera como se convocó y se desarrolló manifiesta una actitud represiva respecto al ejercicio de la libertad religiosa, que se esperaba ya superada en la China de hoy en día. El persistente deseo de controlar la esfera más íntima de las vidas de los ciudadanos, la de su conciencia, y de interferir en la vida interna de la Iglesia católica no hace honor a China. Al contrario, parece ser un signo de miedo y debilidad, más que de fuerza, de intolerancia intransigente y no de apertura a la libertad y al respeto efectivo tanto a la dignidad humana como a una distinción correcta entre las esferas civil y religiosa.

2. En varias ocasiones, la Santa Sede había hecho saber, en primer lugar a los obispos, pero también a todos los fieles, y públicamente, que no debían participar en el evento. Cada uno de los que estuvieron presentes sabe hasta qué punto es responsable ante Dios y la Iglesia. Los obispos, en particular, y los sacerdotes también tendrán que hacer frente a las expectativas de sus respectivas comunidades, que miran a su propio pastor y tienen derecho a recibir de él una guía segura en la fe y en la vida moral.

3. Se sabe, además, que muchos obispos y sacerdotes fueron obligados a participar en la Asamblea. La Santa Sede condena esta grave violación de sus derechos humanos, en particular de su libertad religiosa y de conciencia. Por otra parte, la Santa Sede expresa su más profunda estima por aquellos que, de distintas maneras, han dado testimonio de su fe con valentía e invita a los demás a orar, hacer penitencia y, a través de sus obras, a reafirmar su voluntad de seguir a Cristo con amor, en plena comunión con la Iglesia universal.

4. Dirigiéndose a aquellos cuyos corazones están llenos de consternación y de profundo sufrimiento, a aquellos que se preguntan cómo es posible que su propio obispo o sus propios sacerdotes hayan participado en la Asamblea, la Santa Sede les pide que se mantengan firmes y pacientes en la fe; les invita a tener en cuenta las presiones experimentadas por muchos de sus pastores y a rezar por ellos, les exhorta a proseguir con valentía sosteniéndoles frente a las imposiciones injustas que encuentran en el ejercicio de su ministerio.

5. Durante la Asamblea, se han designado, entre otras cosas, a los líderes de la llamada Conferencia Episcopal y de la Asociación Patriótica Católica de China. En cuanto a estas dos entidades, y sobre la propia Asamblea, siguen siendo válidas las palabras escritas por el Santo Padre Benedicto XVI en su Carta de 2007 a la Iglesia en China (Cf. n. 7 y 8).

En concreto, el actual Colegio de los Obispos Católicos de China no puede ser reconocido como Conferencia Episcopal por la Sede Apostólica: los obispos “clandestinos”, aquellos no reconocidos por el Gobierno pero en comunión con el Papa, no forman parte de él; incluye a los obispos que siguen siendo ilegítimos, y se rige por estatutos que contienen elementos incompatibles con la doctrina católica. Es profundamente lamentable que un obispo ilegítimo haya sido designado presidente del mismo.

Por otra parte, en relación con el declarado propósito de aplicar los principios de independencia y autonomía, autogestión y administración democrática de la Iglesia, debería recordarse que esto es incompatible con la doctrina católica, que desde los antiguos Credos profesa que la Iglesia es "una, santa, católica y apostólica". Por tanto, es lamentable también que un obispo legítimo haya sido nombrado presidente de la Asociación Patriótica Católica China.

6. Éste no es el camino que la Iglesia debe seguir en el contexto de una nación grande y noble, que atrae la atención de la opinión pública mundial por sus logros significativos en tantos ámbitos, pero que todavía encuentra difícil poner en práctica las exigencias de la libertad religiosa genuina, a pesar de que profesa en su Constitución su respeto a esa libertad. Es más, la Asamblea ha hecho más difícil el camino de la reconciliación entre los católicos de las “comunidades clandestinas” y los de las “comunidades oficiales”, con lo que inflige una herida profunda no sólo sobre la Iglesia en China, sino también sobre la Iglesia universal.

7. La Santa Sede lamenta profundamente el hecho de que la celebración de la citada Asamblea, así como la reciente ordenación episcopal sin el mandato indispensable del Papa, hayan dañado de manera unilateral el diálogo y el clima de confianza que se había establecido en sus relaciones con el Gobierno de la República Popular China. La Santa Sede, mientras reafirma su propia voluntad de diálogo honesto, se siente obligada a declarar que los actos inaceptables y hostiles como los mencionados anteriormente provocan entre los fieles, tanto en China como en otros lugares, una grave pérdida de la confianza necesaria para superar las dificultades y construir una relación correcta con la Iglesia, en beneficio del bien común.

8. A la luz de lo que ha sucedido, la invitación del Santo Padre -dirigida el 1 de diciembre de 2010 a todos los católicos del mundo para que recen por la Iglesia en China, que está atravesando un momento particularmente difícil- sigue siendo urgente".



 

17 de diciembre de 2010



 

[Traducción del original inglés por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]

 

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Discurso del Papa al nuevo embajador de Andorra
“Con la ayuda necesaria, la familia facilitará la armonía y la cohesión social”
CIUDAD DEL VATICANO, viernes 17 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que Benedicto XVI entregó este jueves al nuevo embajador de Andorra ante la Santa Sede, Miquel Àngel Canturri Montanya, al recibirle, junto a otros cuatro embajadores, en el Vaticano con motivo de la presentación de sus cartas credenciales.



 

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Señor Embajador,

Estoy encantado de recibir a Su Excelencia y de acreditarle en calidad de Embajador extraordinario y plenipotenciario del Principado de Andorra ante la Santa Sede. Le agradezco las palabras amables que me ha dirigido y, a cambio, deseo transmitir a través suyo mis saludos cordiales a los dos Copríncipes, el Arzobispo de Urgell y el Presidente de la República francesa. A través suyo, saludo también al Gobierno, las Autoridades y la población andorranas.

El Principado remontándose a Carlomagno se rige por el pariatge. El Co-señorío aprobado por la Santa Sede en su momento, convertido en Co-sobiranía, que ha evocado en su discurso, es la herencia resultante de una evolución histórica que ha tenido en cuenta los intereses legítimos del pueblo andorrano y le ha garantizado la soberanía. Este sistema original y único en su género permite a la población vivir en paz, lejos de los conflictos. Es verdad que la solución institucional que ha encontrado vuestro país no puede aplicarse en otros lugares, pero sin embargo conviene sacarse de él una lección. La armonía es posible en el interior de las naciones y entre los pueblos. La inventiva jurídica y la buena voluntad permiten muy a menudo resolver numerosos problemas que surgen por desgracia entre los pueblos, y favorecen la tan deseada concordia internacional.

En este contexto, deseo destacar la excelencia de las relaciones entre el Principado y la Santa Sede. Estas relaciones, que se sitúan en una continuidad histórica de entente y de apoyo -usted ha señalado por otra parte que la Santa Sede siempre ha apoyado a Andorra cuando su soberanía estaba en peligro-, se han consolidado en primer lugar por el establecimiento de relaciones diplomáticas y después, hace dos años, por la firma de un acuerdo bilateral. Este acuerdo es el resultado y la expresión de una colaboración sana y leal entre la Iglesia y el Estado, los cuales, a títulos diversos, están al servicio de la vocación personal y social de las personas humanas. Ayer como hoy, las relaciones cordiales entre la Iglesia y Andorra sirven a estas mismas personas de manera más eficaz en beneficio de todos. Este acuerdo es una piedra suplementaria aportada a la consolidación de las relaciones entre el Principado y la Iglesia.

En las palabras que me ha dirigido, ha mencionado, Señor Embajador, la reciente evolución demográfica de su país. Ésta muestra la atracción que ejerce sobre las generaciones jóvenes. Se trata sobre todo de jóvenes andorranos que vuelven al país. Por otra parte, su nación acoge también a nuevas poblaciones. Esta apertura entraña una necesaria toma de conciencia y una responsabilidad por parte de las instituciones y de cada uno. En efecto, la armonía social que podría desequilibrarse, está vinculada no sólo a un marco legislativo justo y adaptado, sino también a la calidad moral de cada ciudadano porque “la solidaridad se presenta bajo dos aspectos complementarios: el de principio social y el de virtud moral” (Compendio de la Doctrina social de la Iglesia, n.109).

La solidaridad se eleva al rango de virtud social cuando puede apoyarse a la vez en estructuras de solidaridad, pero también en la determinación firme y perseverante de cada persona a trabajar por el bien común, porque todos somos responsables de todos. La virtud moral, por su parte, se expresa a través de decisiones y de leyes que se ajustan a los principios éticos. Éstas consolidan la democracia y permiten a los andorranos vivir según los valores positivos milenarios, impregnados de cristianismo, y cultivar y preservar su identidad tan marcada.

Para suscitar el sentido duradero de la solidaridad, que acabo de mencionar, la educación de los jóvenes es sin duda la mejor manera. Cualquiera que sea su nivel de responsabilidad, animo a cada uno a mostrar creatividad en este ámbito, a invertir los medios necesarios, y a sembrar generosamente para el futuro, preocupándose por darle las bases éticas necesarias. Con la educación, conviene también prestar a la familia el apoyo que merece. Célula de base de la sociedad, la familia cumple su misión cuando es fomentada y promovida por los poderes públicos como primer lugar de aprendizaje de la vida en sociedad. Dando a todos los componentes de la familia la ayuda necesaria, ella facilitará eficazmente la armonía y la cohesión social. La Iglesia puede aportar una contribución positiva a la consolidación de la familia, debilitada por la cultura contemporánea.

Durante mi reciente Viaje apostólico a Barcelona, tuve el placer de ver la presencia de una bella delegación de su país. Estos fieles de todas las edades, pero especialmente jóvenes, fueron a manifestar su adhesión al Sucesor de Pedro. Querría darles las gracias por esta presencia cálida y citarles, sin querer abusar de su intermediación, para las muy próximas Jornadas Mundiales de la Juventud.

Aprovecho la oportunidad de este encuentro, Señor Embajador, para saludar calurosamente, por su mediación, a su Arzobispo y sus colaboradores, así como al conjunto de fieles católicos que viven en su país. ¡Que ellos mantengan el deseo de dar testimonio de Cristo y, de acuerdo con todos los andorranos, de construir una vida social donde cada uno pueda encontrar los caminos de plenitud personal y colectiva! Ellos darán testimonio también de la fecundidad siempre actual de la Palabra de Dios.

En el momento en que inicia su noble misión de representación ante la Santa Sede, le dirijo, Señor Embajador, mis mejores deseos para el buen cumplimiento de su misión. Tenga la certeza de que siempre encontrará en mis colaboradores la acogida y la comprensión que pueda necesitar. El pueblo de Andorra tiene una veneración particular por la Virgen María, la Virgen de Meritxell, Patrona del Co-Principado cuya fiesta nacional se celebra el 8 de septiembre, Solemnidad mariana. Confío a las Autoridades de su país y al conjunto de su población a su protección maternal. Sobre Su Excelencia, su familia y sus colaboradores, así como sobre todo el pueblo andorrano y sus dirigentes, invoco de corazón la abundancia de las Bendiciones divinas.



 

[Traducción del original francés por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]


 

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