17.12.10

Eppur si muove - Razón y Fe; no Razón vs. Fe

A las 1:04 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Eppur si muove
 

Siempre, a lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido argumentos que han pretendido separar fe y razón. Desde la mal llamada revolución de las luces (pues mucha tiniebla devino de la misma) todo ha ido a peor. Sin embargo fue con Nietzsche con quien se asentó la creencia según la cual la Verdad, a la que tiende el espíritu humano a través de la razón (y que hace inseparables a una y otra) es, al fin y al cabo, una ilusión. “Las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son”, dejó escrito aquel. Y como la Fe se sostiene en la Verdad, es más que seguro que pretendiera zaherir a lo que Jesús dijo que era: “Creer sin haber visto” en el episodio de Tomás el incrédulo tras la resurrección.

Pero si hay alguien que ha dedicado atención a la relación existente entre razón y fe ha sido, sin duda alguna, Juan Pablo II Magno, quien en su Carta Encíclica Fides et Ratio profundizó en un tema que, a veces, tanto se manipula.

El Papa polaco, que tenía un sentido exacto de tal relación, dejó escrito, en el Preámbulo de su Carta Encíclica Fides et Ratio (FR), que “La fe y la razón (fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar la plena verdad sobre sí mismo”.

Dice que conocer a Dios es, nada más y nada menos, que conocer la verdad sobre nosotros mismos. Y en tal conocimiento, la fe y la razón no pueden estar, o permanecer, separadas como si se tratara de dos departamentos estancos. Muy al contrario, una sin la otra no se entiende.

Por otra parte, como la relación entre fe y razón es armoniosa, “La fe no teme a la razón, sino que la busca y confía en ella. Como la gracia supone la naturaleza y la perfecciona, así la fe supone y perfecciona la razón. Esta última, iluminada por la fe, es liberada de la fragilidad y de los límites que derivan de la desobediencia del pecado y encuentra la fuerza necesaria para elevarse al conocimiento del misterio de Dios Uno y Trino” (FR 43) sabemos, por tanto, que fe y razón se necesitan para su misma existencia. Sin embargo, a lo largo de los últimos 300 años, más o menos, se ha hecho lo posible para que tan necesidad fuese obviada, preterida, anulada como posibilidad.

Ante esto, Juan Pablo II Magno, insistía en que La razón privada de la aportación de la Revelación, ha recorrido caminos secundarios que tienen el peligro de hacerle perder de vista su meta final. La fe, privada de la razón, ha subrayado el sentimiento y la experiencia, corriendo el riesgo de dejar de ser una propuesta universal. Es ilusorio pensar que la fe, ante una razón débil, tenga mayor incisividad; al contrario, cae en el grave peligro de ser reducida a mito o superstición” (FR 48)

Y es que, a la hora de la verdad, fe y razón no son, sino, las dos caras de la misma moneda espiritual y si falta alguna de ellas, el valor en Amor y entrega se disminuye, se ningunea y, al fin y al cabo, se hace nada.

Por todo lo dicho hasta ahora es acertado decir entre razón y fe no existe una relación que sea antagónica sino una que lo es armónica. Sólo, por tanto, las personas que quieren sembrar la especie según la cual la primera no puede entenderse con la segunda porque, al fin al cabo, ésta coarta el razones, acuerdan en decir que, en efecto, fe y razón tienen que seguir caminos distintos y, sobre todo, bien separados…

Pero, para más abundancia, Benedicto XVI, en el encuentro que mantuvo con representantes alemanes del mundo de la ciencia en su visita a Alemania de 2006 dijo que “Los aspectos positivos de la modernidad deben ser conocidos sin reserva: Estamos todos agradecidos por las maravillosa posibilidades que ha abierto para la humanidad y para su progreso que se nos ha dado”. Así, apuntaba la importancia de la razón a raíz del concepto que se tiene de la misma a partir de la Ilustración.

Sin embargo, el Santo Padre no podía dejar de dejar bien sentado que El ethos científico debe ser obediente a la verdad, y, como tal, lleva una actitud que se refleja en los principios del Cristianismo. La intención aquí no es el reduccionismo o la crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y su aplicación”.

Lo que, en esencia, se puede interpretar de lo dicho en aquello momento por parte de Benedicto XVI es que es bien cierto que no podemos negar, ni la Iglesia niega, aquello que desde la razón se consigue. Al fin y al cabo son victorias de los hijos de Dios. Sin embargo, lo que no se puede esperar es que tal razón, tal comportamiento pueda alejarse de la Verdad y que, así, se sostenga una relación entre razón y fe basada en lo que, es evidente, separa una de otra. Por eso no existe algo así como una animadversión entre una y la otra sino, al contrario, una justa relación.

Otra cosa es que se pretenda separación efectiva porque, seguramente, no interesa que la Fe ilumine a la razón.

Eleuterio Fernández Guzmán