16.12.10

Una llamada a la conciencia de la humanidad

A las 11:19 PM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Extenso, profundo y realista es el “Mensaje de Su Santidad Benedicto XVI para la celebración de la XLIV Jornada Mundial de la Paz”, que lleva como título: “La libertad religiosa, camino para la paz”.

El Papa constata un hecho: “El año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa”. Los cristianos “son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe”.

No es éste un hecho ante el que se pueda permanecer indiferente. Por varias razones: Porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana, porque supone una amenaza para la paz y para la seguridad, y porque impide el desarrollo humano integral.

Benedicto XVI fundamenta el derecho a la libertad religiosa en la dignidad de la persona humana, que deriva del acto creador de Dios y que hace a la persona titular “del derecho sagrado a una vida íntegra, también desde el punto de vista espiritual”. Sin respeto a la dignidad de la persona es imposible construir una sociedad humana y justa.

El Papa proporciona un concepto positivo de libertad religiosa: “se ha de entender no sólo como ausencia de coacción, sino antes aún como capacidad de ordenar las propias acciones según la verdad”. Sin la referencia a la verdad, resulta imposible la libertad y el respeto del otro.

Consciente de las dimensiones del problema, el Papa recuerda la importancia del ordenamiento internacional, que ha de ser una referencia para los Estados. La libertad religiosa no se agota en la esfera individual, sino que se realiza en la sociedad, “en coherencia con el ser relacional de la persona y la naturaleza pública de la religión”.

Las palabras del Papa son especialmente críticas con los intentos de instrumentalizar la libertad religiosa: “El fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar y mucho menos si se realizan en nombre de la religión”.

La crítica recae igualmente sobre “todas las formas de hostilidad contra la religión, que limitan el papel público de los creyentes en la vida civil y política”. Si el fundamentalismo religioso constituye un peligro, también lo es el laicismo.

La política y la diplomacia han de edificarse sobre el respeto a la verdad y a la dignidad humana, tratando de “fundar la ley positiva sobre los principios de la ley natural”.

El respeto a las minorías religiosas es un asunto especialmente relevante, así como el evitar formas “más sofisticadas de hostilidad contra la religión” que fomentan el odio y el prejuicio.

En Iraq, en Oriente Medio, en Tierra Santa, en Asia, en África y, de otro modo, también en Europa, se verifica esta hostilidad. La humanidad en su conjunto no puede permanecer indiferente ante este problema: “El mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional”.

Como concluye el Papa, “la libertad religiosa es un arma auténtica de la paz”.

Guillermo Juan Morado.