19.12.10

biblia

La Palabra del Domingo
19 de diciembre de 2010

 

Mt 1,18-24. Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David.

18 La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
19 Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto.
20 Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
21 Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta:
23 = Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, = que traducido significa: «Dios con nosotros.»
24 Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.

COMENTARIO

Cuarto domingo de Adviento: Fidelidad

Seguramente, los que lean este comentario también habrán leído muchas veces, u oído, los versículos 1 al 17 de capítulo 1 del Evangelio de Mateo. En ellos se habla de los antepasados de Jesús y los nombres nos retrotraen a aquellas épocas y son, muchas veces, curiosos y musicales, al pronunciar. Sin embargo, el acento hay que ponerlo en el tema de las generaciones, 14, que son las que, según el que lo escribe, han pasado en esos momentos de la historia del pueblo elegido: desde Abrahán hasta David, desde David hasta la deportación de Babilonia; por último, de la deportación de Babilonia hasta Cristo.

Pero quizá una pequeña explicación de esto no venga nada mal.

En cualquier Biblia que contenga comentarios se recoge el hecho, muy sabido, de que, históricamente esto no es así, que, por ejemplo, se dejan de nombrar tres reyes entre Jorán y Ozias. Esto no quiere decir que Mateo mintiera, claro, sino que el objetivo era el que sigue: en hebreo, en la lengua hebrea, las letras tienen, además del sentido que tienen como tales, un valor como número. Así, la “a” tiene el valor “1”, la “b” tiene el valor 2, etc. Pues bien, como es sabido, en lengua hebrea no se escribían las vocales y, por eso, David se escribía DWD. Pues bien, la letra D tiene el valor 4 y la W (que sería la V) tiene valor 6. Al sumar éstas se obtiene 14, el número de generaciones de la historia que van a culminar con el nacimiento de Jesús.

Hoy en día esto nos parecerá, seguramente, un tanto enrevesado y extraño. Sin embargo, en el momento en que se escribió este Evangelio esto sí que era entendido por aquellos que lo escuchaban o leían pues ellos, o muchos de ellos, sí que eran conocedores de esos entresijos de la lengua que, como muchas de ese origen, tenía un sentido puramente simbólico (y ahí tenemos el significado de los números en las Sagradas Escrituras: el 12 o, por ejemplo, el 7)

Por otra parte aunque el episodio de la Encarnación está mejor narrado en Lucas, Mateo hace hincapié en algo muy importante. Jesús debía de tener un padre-hombre para que fuese reconocido como tal y evitar, así, los posibles problemas que podía tener María al decir que estaba embarazada. Es seguro que habría sido lapidada pues hay ciertos comportamientos que ni siquiera hoy día han podido ser dejados atrás.

José, al que no puede reprochársele su pensamiento, tuvo alguna duda, al principio, de qué es lo que estaba pasando. Pensó, entonces, porque la amaba, repudiarla en secreto porque, a lo mejor, no entendía nada de lo que había pasado y, seguramente, dadas las circunstancias, tampoco podía hacer mucho más. O sí, según se verá ahora mismo.

Pero Dios, viendo que el fiat de María podía venirse abajo por eso, envió a su ángel a que le comunicara que todo estaba en orden, según lo establecido por Dios. En realidad, en efecto, tal era la voluntad de Dios y así debía llevarse a cabo.

Conocedor, como era, el ángel, de lo que iba a pasar, le dice a José lo que ha de suceder, el nombre del niño que va a nacer, Jesús, apostillando, para demostrar lo que le decía, con las palabras del profeta Isaías (Isaías 7, 14) lo que acabó de convencer a José: Virgen, María, profeta, Emmanuel -Dios con nosotros-… Todo sonaba a cierto, a Verdad.

José hombre piadoso y fiel donde los hubiera, accede a lo dicho por el ángel y, como dice el texto, “tomó consigo a su mujer” pues, según el derecho judío, al haberse llevado a cabo los desposorios, ya podía llamarse “marido” y a María “su mujer”.

Este texto de hoy, conocido y reconocido, nos ha de traer, por fuerza y razón, a la mente, a aquella mujer que, ajena a la escena entre el ángel y José, suspiraba con su situación y tenemos, por eso, que demandar ayuda de su corazón y auxilio de su amor.

PRECES

Por todos aquellos que no quieren ser fieles a Dios.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que miran para otro lado cuando Dios les habla.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser fieles a tu Palabra y a nuestro necesario proceder.
 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán