21.12.10

¡Otra de jamón serrano, camarero! Y perdón por si hay algún musulmán cerca.

A las 12:37 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Defender la fe
 

Tengo que reconocer, con franqueza, que la cosa no parecía seria.

Una inocentada, unos cuantos días antes del 28 de diciembre era lo que mejor se podía decir de ella. Eso es lo que pensé.

Algo ridículo cuando no fuera de lugar; algo absurdo, traído aquí por cualquiera escritor Valleinclanesco.

Pero, lo bien cierto, es que es verdad.

No vayan a creer que este es un mundo de locos. Sólo es un mundo de consentidores y de respetos humanos; un mundo de chiquilicuatres aceptadores de denuncias y un mundo donde la razón ha tiempo que dejó de campar.

No era en una clase de religión musulmana donde se produjo la terrible afrenta sino en una de otra cualquier asignatura donde es de suponer que el docente tiene libertad de cátedra…

Libertad es una palabra que muchos no entienden ni comparten ni gustan de respetar. Algunos en sus naciones de origen ni siquiera soñarían con ella porque serían perseguidos por alguna policía vigilante de las virtudes y moralidades que implantó algún profeta.

Y habló, el maestro (me gusta más tal término que el de profesor que parece más afrancesado y bastante tuvimos con la revolución de aquellas tierras) de algo que, sin saberlo (ignorante orate juntaletras dichas con la boca) no tenía que haber pronunciado.

No se trataba de “Santiago matamoros” ni de don Pelayo ni de los escudos de ciertas poblaciones en las que un moro sucumbe bajo las cadenas del poder local. No. No se trataba de eso sino de una sutileza que la escasa virtud maestril no supo precisar ni entender.

Jamón, habló de jamón. De jamón del que gustamos los que sabemos qué es bueno y no somos dados a modernidades culinarias, progres y vegetarianas. De Jamón, habló de jamón el impresentable maestrico.

Para su mala suerte un alumno era entusiasta conocedor de la ley musulmana que, ¡Vaya por Dios!, no gusta ingerir la carne de cerdo porque debe pensar que es algo impura o porque, vaya usted a saber, a su profeta le dio por copiar la máxima judía que, casualidades de la vida, tampoco aprecia el comer tan buena vianda.

Y se ha liado. Vamos, como dijo aquella, se ha liado parda.

Otros, aquí mismo, en InfoCatólica, han escrito con más sesera que yo sobre el asunto. Lo han hecho porque son maestros y saben de lo que va la cosa. Y se molestan porque haya pasado eso. Y tienen razón… más que un santo (Job por la paciencia que hay que tener para soportar a determinados inadaptados a la sociedad a la que han ido a vivir)

Pero yo, como no quiero finezas ni comportamientos políticamente correctos ni me da la santa gana tener que soportar determinadas imbecilidades extravagantes y más propias de naciones subdesarrolladas y atrasadas en la moral, sólo se me ocurre decir, ahora que me gustaría estar degustando (vamos, que acabo de degustar hace un rato el fruto prohibido del cerdo): ¡Camarero, otra de serrano! (jamón para los desconocedores multiculturales de otra cultura escasa de cultura).

Y qué gusto cuando se oye eso de ¡Oído cocina!

¡Vivir para ver, Carpanta!

Eleuterio Fernández Guzmán