24.12.10

Niño Jesús

 

Hoy, precisamente, volveremos a recordar el nacimiento del hijo de Dios.

No es, bien cierto es esto, una persona más que viene al mundo porque siendo una persona más es alguien importante.

Sin embargo, quien se siente hermano suyo y también discípulo no deja de preguntarse qué es lo que un ser tan pequeño, luego tan grande en espíritu, puede molestar tanto.

Se quiere quitar aquello que recuerda tal momento histórico. No gustan, así, los llamados “belenes” o nacimientos. Y eso es síntoma de algún tipo de malversación de la verdad y de lo que en el mundo pasó y pasa. Tampoco gusta verlo, tras su Pasión, en su cruz y muchos Herodes buscan su fin, hoy mismo, como entonces sucediera.

Pero como para el que esto escribe y, gracias a Dios, para muchos millones de personas, el niño que nace hoy mismo y, cada día para nuestro corazón, es importante y no podemos olvidar que así fue y así es, le dedico el siguiente

CUENTIPOEMA DEL NIÑO-DIOS

Nos ha nacido el niño,
y porque Dios es el que es,
ha vuelto a serlo.

I

Pasan que pasan los años:
muchos diciembres gozados,
muchas noches escogidas para recordar lo de antaño,
muchas ocasiones para describir
lo de tantos esperado, lo que dijera el profeta
en siglos ya muy pasados.

II

Caminan por la montaña
buscando suelo sagrado, lugar donde reposar,
un espacio para el descanso,
tampoco demandan mucho…
pues un hijo está llegando;
tan sólo se queda el pobre
que de la humildad hace milagro,
tan sólo ese pequeñito,
ese lucero, ese faro.
En la posada no les queda ni un rinconcito
donde María pueda tumbar su cuerpo
y el de su hijo;
tampoco en aquella casa, la del fondo
de la calle, tienen ni una litera
para que nazca el tesoro…
¿Será que ha caído, sobre ellos, el abandono?.

Llevados de fe certera, de esperanza bien sobrados,
duda no tienen alguna de que seguro encuentran algo,
que la mano de su Dios, misericordioso y santo,
sabrá mostrarles el lugar
dónde ha de nacer su enviado.

III

Cansados por el trabajo, por el andar sin hallarlo,
se disponen a caminar hacia el otro poblado.

Mira, María, allí abandonado,
aquel hermoso pesebre
, dice José a la Madre,
con los ojos arrasados de tanto, así, llorarlo;
lleguemos hasta la paja, allí podremos quedarnos.

IV

Ya exhaustos del camino, y a punto de no contarlo,
toman posesión de aquello
que era, ahora sí, su palacio;
lugar digno para que un pobre,
Dios hasta aquí llegado,
viniera a este oscuro mundo,
parece que ya predestinado
a padecer y sufrir en manos de sus hermanos
para a todos perdonarnos.

V

Muy lejos de este lugar, en la lejanía lontana,
viene, tras una estrella,
una grande caravana, trufada de grandes bestias,
buscando así la esperanza.
Gracias a Dios que esta noche queda
bastante clara
, dice Melchor a Gaspar;
si no fuera por la luz que de su cola se desprende
no podríamos, ni siquiera,
llegar a encontrar el alba y así poder adorar
a quien causa esta llamada
,
dice Baltasar y aclama.

VI

Van los pajes comentando, entre ellos y en voz baja,
que dónde quedará ese lugar
tan lejano que nos llama,
que pareciera que una fuerza,
con más energía que la del agua
que discurre con estrépito por aquella cascada
atrajera a los camellos, a los reyes
y hasta el resto de las almas,
qué será lo que buscamos,
hasta cuándo esta caminata
.

VII

Cerca del santo lugar,
donde a nacer va nuestro niño,
están reposando, tranquilos, unos buenos pastorcillos;
descansando tras trabajo de conducir al buen ganado
cual guías que les entregan todas las horas del año.

Despiertan muy sorprendidos, y hasta incluso se preguntan,
qué será aquella luz que ha llegado y les asusta.

No es misterio exagerado, pues necesario sí era,
decir que un ángel, desde el Reino enviado,
les comunica la noticia, la buena, la verdadera…
ha ya llegado el esperado; que el Mesías,
el que por el que tanto habían orado,
ha nacido allí en Belén, en aquel pequeño poblado,
en un pesebre mal cuidado, viejo, destartalado.

VIII

De tanta alegría que sus corazones llena, van aquellos lugareños
a sitio tan amado…
va a amanecer el día,
y todos ellos a adorarlo;
llegan, así, los primeros, ante la luz que les guía,
se postran con gran amor,
besando sus pies desnudos, pequeñas alas de Dios,
grandes para venir al mundo;
ya recorren por los surcos de su rostro enamorado
lágrimas que son de amor, de felicidad
y de agrado.
Ya nos ha nacido Dios, el mismo Dios a nuestro lado.

IX

Llegados hasta el pesebre
y tras la estrella seguirla,
bajan de los camellos de oriente los enviados
a tomar noticia del hecho más importante del mundo,
a comunicar a los vientos, a los cuatro conocidos,
que había nacido el niñito,
que Dios había, por fin venido,
que podríamos apoyarnos en tan pequeño hombrecito
para caminar todos juntos
con ese amor verdadero.

Quisieron no hacer mucho ruido,
pues el niño aún dormía,
y miraron para siempre recordar
aquel instante,
y poder contar, en sus lejanas naciones,
lo que sucedió aquel día.

X

No pudieron evitar, y aunque lo hubieran querido,
que sus ojos Aquel abriera sorprendido,
y mirara boquiabierto la visita inesperada.

Sonrió con alegría
ante el alborozo presente,
y volvió a dormir tranquilo
el milagro de ese siglo.

¡Qué belleza la de su rostro
todo resplandeciente,
qué instante más hermoso
que recordar para siempre,
volveremos con presteza a transmitir el presente.

XI

Tras adorar al Dios-niño
y dejarle los presentes que de tan lejos habían traído:

el oro del más grande poder,
el incienso para de la adoración
y la mirra de salvación, bálsamo para el sufriente,

bienes que de su mano fruto eterno dieren,
volvieron hasta sus casas, a contar lo que pasaba,
con una grande alegría y una felicidad soñada
que se había hecho presente :

Nos ha visitado Dios, y para quedarse lo ha hecho;
Está Dios entre nosotros, bendigamos el momento.

XII

Así podemos contar, pasados ya tantos años
y tantos años recordado,
que en Belén nació aquel día
el que nos era enviado,
el que había sido, por eso, engendrado
y por voluntad divina no creado;
que si Dios quiso que así fuera
y que de su misericordia santa nos llegara…
sería por bien de todos sus hijos,
para demostrar que nos amaba.

¡Buena Nochebuena y Feliz Navidad!

Alabado sea Dios que permite que esperemos la llegada de Su Hijo.

Eleuterio Fernández Guzmán