ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 25 de diciembre de 2010

Santa Sede

Para el Papa, Navidad es un hecho, no una historia bonita

El Papa exige en esta Navidad libertad religiosa

La situación de América Latina preocupa al Papa

El Papa en Nochebuena: El hombre no puede redimirse a sí mismo

Mundo

Ante la violencia integrista, patriarca de Jerusalén opone el Amor de Belén

Ordenados 61 sacerdotes legionarios de Cristo

Informe Especial

La presencia del Vaticano en Internet cumple 15 años

Mensaje a nuestros lectores

Feliz Navidad desde ZENIT. Regresamos el 1 de enero

Documentación

Mensaje de Navidad de Benedicto XVI

Homilía del Papa en la Misa del Gallo de la Nochebuena

Homilía del patrairca latino de Jerusalén en la Nochebuena de Belén


Santa Sede


Para el Papa, Navidad es un hecho, no una historia bonita
Insiste en su mensaje en el carácter histórico de la Encarnación
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- En su mensaje de Navidad, Benedicto XVI recalcó el hecho de que el Nacimiento de Jesús es un "acontecimiento", un hecho histórico, y no una bonita historia inventada.

Al dirigirse a los miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, y a los millones de personas que le escuchaban en directo por televisión, radio e Internet desde los cinco continentes, el pontífice aprovechó su felicitación navideña para explicar el misterio más grande del cristianismo.

"Os anuncio con gozo el mensaje de la Navidad --dijo desde el balcón de la fachada de la Basílica Vaticana--: Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el 'Emmanuel', el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús".

Según el Papa, se trata de "un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces esperanzas".

"Especialmente --subrayó-- porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret".

"Al estar con Él, observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre, era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad".

Ante esta revelación, el Papa planteó una pregunta obvia: "¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal?".

Según el pontífice, "no hay más que una respuesta: el Amor. El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo".

"Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz de la Navidad --aclaró--. Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy".

"Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el 'sí' de nuestro corazón".

Y, en efecto, se preguntó, "¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor?". Esta Verdad, aseguró, "es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia".

"Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud", concluyó.

 


 

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El Papa exige en esta Navidad libertad religiosa
Manifiesta su cercanía a los cristianos perseguidos
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- El mensaje de esta Navidad de Benedicto XVI culminó con un apremiante llamamiento al respeto de la libertad religiosa de todos los creyentes y con una declaración de solidaridad a los cristianos que sufren persecución o discriminación.

Ante decenas de miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para recibir, desafiando la lluvia con sus paraguas, la bendición "Urbi et Orbi", el Papa felicitó al mundo por el nacimiento del Niño Dios en 65 idiomas.

Asimismo, lanzó un llamamiento a favor de las poblaciones golpeadas por la violencia o las catástrofes naturales: desde Tierra Santa e Irak hasta Haití y otros países de América Latina; desde Afganistán y Pakistán hasta los países africanos en guerra; desde la tensión entre las dos Coreas hasta la difícil situación de los cristianos en China.

Hablando desde el balcón central de la fachada de la Basílica de San Pedro, el pontífice deseó "que el amor del 'Dios con nosotros' otorgue perseverancia a todas las comunidades cristianas que sufren discriminación y persecución, e inspire a los líderes políticos y religiosos a comprometerse por el pleno respeto de la libertad religiosa de todos".

"Que la celebración del nacimiento del Redentor refuerce el espíritu de fe, paciencia y fortaleza en los fieles de la Iglesia en la China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan viva la llama de la esperanza", afirmó el pontífice.

El Papa buscó que el mensaje del Dios hecho hombre resonara particularmente entre aquellas personas "cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud".

Ante todo se dirigió a "aquella Tierra donde Jesús ha nacido e inspire a israelíes y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica".

Deseó que "el anuncio consolador de la llegada del Emmanuel alivie el dolor y conforte en las pruebas a las queridas comunidades cristianas en Irak y en todo Oriente Medio, dándoles aliento y esperanza para el futuro, y animando a los responsables de las naciones a una solidaridad efectiva para con ellas".

A continuación pidió solidaridad a favor "de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití", así como para los que "en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales".

El obispo de Roma se detuvo en los dramas que vive África, en particular, deseó que "el nacimiento del Salvador abra perspectivas de paz duradera y de auténtico progreso a las poblaciones de Somalia, de Darfur y Costa de Marfil; que promueva la estabilidad política y social en Madagascar".

Por último, exigió "seguridad y respeto de los derechos humanos en Afganistán y Pakistán" e impulsar "el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica", así como favorecer "la reconciliación en la Península coreana".

Por Jesús Colina

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La situación de América Latina preocupa al Papa
En particular, la tensión entre Nicaragua y Costa Rica
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI confesó en su mensaje para esta Navidad que sigue con preocupación los dramas humanitarios que vive en estos momentos América Latina y el Caribe, así como las tensiones entre Nicaragua y Costa Rica.

Antes de impartir su bendición "Urbi et Orbi", el pontífice dirigió en Mundovisión felicitación navideña haciendo un apremiante llamamiento a la solidaridad a favor de las comunidades necesitadas del subcontinente americano.

Como era lógico, comenzó pidiendo ayuda a favor "de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití".

Lugo pidió que no se olvide "a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales".

Por último, pidió que se impulse "el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica", en referencia a la disputa fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua, surgida en octubre, por las tareas de dragado que se llevan a cabo en el Río San Juan y el reclamo territorial de ambos países sobre Isla Calero.

En su felicitación en español, el Papa dijo: "¡Feliz Navidad! Que la Paz de Cristo reine en vuestros corazones, en la familias y en todos los pueblos".

 



 

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El Papa en Nochebuena: El hombre no puede redimirse a sí mismo
Compone una oración para que termine el tiempo de las “túnicas ensangrentadas”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI refutó en la Misa del Gallo de esta Nochebuena el falso moralismo, según el cual el hombre piensa que puede redimirse a sí mismo, y mostró cómo Dios al hacerse Niño ha salido su encuentro para que pueda descubrir el Amor.

La celebración, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, en una noche de lluvia, comenzó con la proclamación de las kalendas, el antiguo escrito que anuncia el nacimiento de Cristo, cantado en latín por un cantor de la Capilla Sixtina.

En la homilía de la celebración, que comenzó dos horas antes de la medianoche, el Papa explicó el sentido de la Navidad al constatar que en ella "ha quedado superada la distancia infinita entre Dios y el hombre" y compuso una oración para pedir que acabe el tiempo de la tiranía de la violencia y de las "túnicas ensangrentadas".

Falso espiritualismo y moralismo

Al explicar el misterio de Navidad y de la acción de Dios, el pontífice invitó a superar dos extremos en la vida espiritual. En primer lugar el de quien reconoce "solamente el obrar exclusivo de Dios, como si Él no hubiera llamado al hombre a una libre respuesta de amor". 

"Pero sería también errónea una interpretación moralizadora, según la cual, por decirlo así, el hombre podría con su buena voluntad redimirse a sí mismo", subrayó.

"Ambas cosas van juntas: gracia y libertad --aclaró--; el amor de Dios, que nos precede, y sin el cual no podríamos amarlo, y nuestra respuesta, que Él espera y que incluso nos ruega en el nacimiento de su Hijo".

"Dios nos ha precedido con el don de su Hijo. Una y otra vez, nos precede de manera inesperada. No deja de buscarnos, de levantarnos cada vez que lo necesitamos. No abandona a la oveja extraviada en el desierto en que se ha perdido. Dios no se deja confundir por nuestro pecado. Él siempre vuelve a comenzar con nosotros".

"No obstante, espera que amemos con Él. Él nos ama para que nosotros podamos convertirnos en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra", afirmó.

Una oración de Navidad

El Papa afirmó que si bien, con la encarnación del Hijo de Dios han surgido "islas de paz" --"en cualquier lugar que se celebra hay una isla de paz, de esa paz que es propia de Dios"-- también "es cierto que no se ha roto la 'vara del opresor'" de la que hablaba el profeta Isaías.

"También hoy siguen marchando con estruendo las botas de los soldados y todavía hoy, una y otra vez, queda la 'túnica empapada de sangre'", a la que hacía alusión el profeta del Antiguo Testamento.

Por eso, el sucesor del apóstol Pedro compuso esta oración para la Navidad: "Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra las varas de los opresores. Quema las botas resonantes. Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas. Cumple la promesa: 'La paz no tendrá fin' (Isaías 9, 6)".

Y concluyó: "Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el 'reino de justicia, de amor y de paz'".

Al final de la misa, unos niños llevaron la imagen del Niño Jesús al portal de Belén realizado dentro de la Basílica Vaticana. El Papa se recogió en oración silenciosa ante la artística representación.

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Mundo


Ante la violencia integrista, patriarca de Jerusalén opone el Amor de Belén
En la Misa del Gallo en la Nochebuena
BELÉN, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Ante la violencia integrista que flagela en particular a comunidades cristianas, el patriarca latino de Jerusalén opuso el Amor del Niño Dios al presidir la Misa del Gallo en la Nochebuena de Belén.

En la celebración, que contó con la participación del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y del primer ministro, Salam Fayaad, Su Beatitud Fouad Twal exigió el respeto de todo niño, nacido o por nacer, y dio un fuerte impulso al diálogo entre creyentes de las diferentes religiones.

En esta esta noche de Navidad, que fue testigo de una extraordinaria participación de peregrinos en la ciudad natal de Jesús (unos 15 mil de todas las partes del mundo), a los cristianos de Gaza las autoridades israelíes concedieron quinientos permisos para poder acceder a Belén.

"En un mundo herido por la violencia y el integrismo, que legitima las peores acciones, llegando hasta los asesinatos en las iglesias, el Niño de Belén viene a recordarnos que el primer mandamiento es el del Amor", afirmó el patriarca Fouad Twal en la homilía que dirigió en la iglesia de Santa Catalina.

"Navidad nos recuerda el valor único de la vida humana, que es un don de Dios. Cada niño nacido o por nacer tiene una dignidad única y merece un gran respeto, pues es creado a imagen del Niño de la Gruta --afirmó-- ¡Cómo es doloroso constatar que millones de abortos son cometidos cada año en el mundo, a causa del egoísmo y de la dureza de corazón, a causa del rechazo de la vida que comienza desde los primeros instantes de la concepción!".

El patriarca confesó su tristeza "por las difíciles situaciones en las cuales crecen alrededor del 80% de los niños de la Humanidad" y constató que "los niños de nuestros países de Oriente Medio se encuentran debajo del nivel de la pobreza".

"Muchos conocen condiciones precarias, en los campos de refugiados, o bien, viven situaciones familiares dramáticas, privados de la ternura de sus padres", afirmó.

Uniéndose a las conclusiones del Sínodo de los Obispos sobre Oriente Medio, celebrado en Roma en el mes de octubre, el patriarca dio un fuerte impulso al diálogo interconfesional e interreligioso.

"Este diálogo es un imperativo, es la respuesta al ateísmo moderno y a los integrismos que amenazan al Pueblo de Dios. Así, el fanatismo ha recientemente golpeado la comunidad cristiana de Irak de una manera trágica", afirmó en referencia al atentado contra la catedral siro-católica de Bagdad del 31 de octubre, que dejó 58 muertos y más de 100 heridos.

"Nuestro deseo para esta fiesta es que el sonido de las campanas de nuestras iglesias cubra el ruido de las armas en nuestro Oriente Medio herido. ¡Que la alegría se dibuje sobre todos los rostros, que la alegría penetre todo los corazones!", concluyó el patriarca.

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Ordenados 61 sacerdotes legionarios de Cristo
Por el cardenal Velasio de Paolis, delegado pontificio
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- En la mañana del 24 de diciembre el cardenal Velasio De Paolis C.S., presidente de la Prefectura para los Asuntos Económicos de la Santa Sede y delegado pontificio para la Legión de Cristo, confirió la ordenación sacerdotal a 61 legionarios de Cristo.

La ceremonia se llevó a cabo en la Basílica de San Pablo Extramuros. Concelebraron el obispo Brian Farrell, L.C., secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, monseñor Paolo Schiavon, obispo auxiliar de la diócesis de Roma y además un grupo de sacerdotes legionarios que en ese día cumplían 25 años de sacerdocio, entre ellos el padre Álvaro Corcuera, L.C., director general de la Legión de Cristo y del Regnum Christi y el padre Luis Garza, L.C., vicario general de la Congregación y el Movimiento.

Explicando el sentido del sacerdocio, el cardenal De Paolis afirmó en la homilía: "Jesús se pone en medio de nosotros, por medio de nosotros, cuando el sacerdote anuncia la Palabra, no su palabra sino la de Cristo; no lo hace para anunciarse a sí mismo sino para anunciarlo a Él".

"No debe presentarse a sí mismo sino al amor y la doctrina que es de Él", subrayó, asegurando que "tenemos necesidad de sacerdotes para que Jesús nos sostenga, santifique, perdone y sean pastores auténticos", Y subrayó: "¡Tenemos necesidad de sacerdotes para la humanidad".

Los 61 nuevos sacerdotes provienen de once países: Alemania (1), Brasil (4), Canadá (3), Corea del Sur (1), España (7), Estados Unidos (7), Italia (6), México (28), Nueva Zelanda (1), Venezuela (2) y Vietnam (1). Con excepción de uno, que tiene 51 años, su edad oscila entre los 30 y 40 años.

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Informe Especial


La presencia del Vaticano en Internet cumple 15 años
Nueva frontera de la misión en el “continente digital”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 de diciembre de 2010 (ZENIT.org).- En este día de Navidad se ha celebrado el décimo quinto aniversario de la presencia de la Santa Sede en Internet, que tuvo lugar con la publicación en la red del mensaje del papa Juan Pablo II con motivo de la Navidad de 1995 en el recién nacido portal www.vatican.va

La Santa Sede no sólo está celebrando este aniversario con un especial matasellos especial de Correos Vaticanos, sino también con el estudio de nuevos proyectos que garanticen una nueva presencia del Papa y del Vaticano, como dice precisamente el diseño filatélico "Usque ad ultimum Terrae", "hasta los confines de la Tierra".

El Servicio Internet Vaticano (antigua Oficina Internet de la Santa Sede), una de las tres oficinas de la Dirección de Telecomunicaciones del Estado de la Ciudad del Vaticano, vive este trabajo con la conciencia y la responsabilidad de ser "los brazos, las piernas, las manos digitales del Santo Padre" en la evangelización del nuevo "mundo digital", de esta "nueva cultura digital", dirigida a los "migrantes digitales y a los nativos digitales", como señala Benedicto XVI en sus últimos mensajes para las jornadas mundiales de las comunicaciones sociales.

La página  www.vatican.va, que establemente se encuentra entre las diez mil más visitadas en el mundo, según explica monseñor Lucio Adrián Ruiz, sacerdote argentino a cargo de la Oficina, es la prueba de que en estos quince años, en los que Internet ha cambiado la geografía social del planeta, "la Iglesia, en su cabeza, en su punto central, ha estado presente en este cambio cultural desde el inicio, no como quien toma o persigue un tren que ya ha pasado, sino como quien forma parte de quienes lo ponen en movimiento".

En estos días navideños, las páginas en Internet de Radio Vaticano (www.radiovaticana.org) y del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales (www.pope2you.net), en colaboración con el Centro Televisivo Vaticano, están emitiendo por primera vez en alta definición las celebraciones navideñas de Benedicto XVI, en sinergia con el Servicio Internet del Vaticano.

No sólo Vatican.va  

De hecho, como advertía monseñor Ruiz en una entrevista publicada el 12 de agosto por la edición italiana de "L'Osservatore Romano", cuando se habla de la presencia de la Santa Sede en Internet no hay que pensar sólo en el sitio www.vatican.va, sino en toda la familia de las páginas web ".va", que garantiza la presencia oficial de la Sede Apostólica.

Entre estos sitios, por ejemplo, se encuentran www.vaticastaate.va  (la página web de la Ciudad del Vaticano) y www.resources.va (una página dedicada a la respuesta de la Iglesia a la crisis de los abusos sexuales).

"Desde este año, comenzarán a ver la luz otros muchos sitios de varios organismos de la Curia Romana, que formarán parte de la familia '.va', es decir, una representación y presencia virtual de lo que uno encuentra en la realidad virtual, cuando visita en Roma a la Sede Apostólica", anuncia el responsable.

"Vatican.va lo consideramos como una especie de ventana virtual del Papa en la red, como la del Ángelus, que permite al pontífice asomarse a Internet, recorrer las autopistas digitales, hacer escuchar su propia voz y su propia presencia en todo el mundo. Una ventana que permite, en cierto sentido, el ejercicio del ministerio petrino, de padre y maestro universal, en la red Internet".

"Por este motivo, al igual que en los Ángelus de la plaza de San Pedro no hay espacios de diálogo con quien viene a encontrar y escuchar el Papa, del mismo modo en nuestro sitio no está prevista la interactividad con los usuarios: no es un chat, ni una red social, ni se ha abierto una dirección de correo electrónico para escribirle", añade.

 Pastoral y teología en la red

"Hay motivos prácticos y teológicos al mismo tiempo. Por lo que se refiere a los primeros, basta pensar en cuánta gente querría interactuar con el Papa en Internet, lo que haría imposible la gestión de una mole de trabajo de esta magnitud; por lo que se refiere a las razones teológicas, hay que tener en cuenta que al pontífice le corresponde la misión universal, mientras que la personal, el contacto con cada persona, corre a cargo de los sacerdotes y obispos, cuyo papel hay que valorar para no correr el riesgo de suprimir la riqueza de la Iglesia, que tiene toda una jerarquía de ministerios y carismas".

"Ahora bien, esto no significa que no nos demos cuenta de la necesidad de actualizar el lenguaje, de hacerlo comprensible a los usuarios de Internet de hoy, que ha cambiado tanto desde que la página vio la luz por vez primera. Por este motivo, estamos estudiando una renovación no sólo gráfica, sino también estructural, que permitirá disfrutar del contenido, es más, de la presencia virtual del Papa, de una mejor manera", añade el responsable.

 

Nuevos retos
"Vatican.va contiene 500.000, es decir, ¡medio millón!", explica monseñor Ruiz. Entre sus nuevos proyectos, anuncia, "vamos a ampliar la sección de los papas, incluyendo a todos los sucesores de Pedro, tratando de publicar los documentos principales de cada uno de manera que pueda seguirse el hilo conductor del magisterio pontificio en línea".

Por lo que se refiere a los idiomas, las novedades principales afectan a la ampliación de información y documentación en chino.

"Se está proyectando la posible apertura del ruso y el árabe, pero en cuestiones de idiomas el problema está en la falta de personal a disposición", reconoce. 

"Estamos trabajando en el archivo de vídeo del Papa: crearemos una página con una colección de todos los vídeos presentes en el sitio. Desde agosto de 2009, ofrecemos el streaming transmitido por el Centro Televisivo Vaticano de cada uno de los eventos y actividades del pontífice: Ángelus, audiencias generales, homilías, viajes...". 

 

La página web www.vatican.va recibe una media de un millón de hits al día cuando no hay eventos extraordinarios. Los países de los que procede el mayor número de visitas son por orden estadístico: Estados Unidos, Italia, España, Alemania y Brasil, seguidos de Corea del Sur, México, Canadá, Francia y China.

Las palabras más registradas por el motor de búsqueda de www.vatican.va son "vatican", "vaticano", "catholic", "romano", "osservatore", "church", "santa".

Por Jesús Colina

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Mensaje a nuestros lectores


Feliz Navidad desde ZENIT. Regresamos el 1 de enero
 
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Tras estos intensos días informativos con motivo de la Navidad, la redacción de ZENIT disfrutará de unos días de descanso. Publicaremos el próximo servicio el 1 de enero, Jornada Mundial de la Paz.

ZENIT desea felicitarle esta Navidad con las mismas palabras que ha dirigido Benedicto XVI a sus colaboradores y amigos: "El Verbo se hizo carne" (Juan 1, 14). El Papa ha acompañado su felicitación con una escultura de la Sagrada Familia de Barcelona.

 


 

Puede ver la tarjeta del Papa en: http://www.zenit.org/page-0702?l=spanish

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Documentación


Mensaje de Navidad de Benedicto XVI
“¿Qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor?”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje navideño que dirigió a mediodía Benedicto XVI desde el balcón de la fachada de la Basílica de San Pedro del Vaticano antes de impartir la bendición "Urbi et Orbi".

* * *

 

"Verbum caro factum est" - "El Verbo se hizo carne" (Jn 1,14).

Queridos hermanos y hermanas que me escucháis en Roma y en el mundo entero, os anuncio con gozo el mensaje de la Navidad: Dios se ha hecho hombre, ha venido a habitar entre nosotros. Dios no está lejano: está cerca, más aún, es el "Emmanuel", el Dios-con-nosotros. No es un desconocido: tiene un rostro, el de Jesús.

Es un mensaje siempre nuevo, siempre sorprendente, porque supera nuestras más audaces esperanzas. Especialmente porque no es sólo un anuncio: es un acontecimiento, un suceso, que testigos fiables han visto, oído y tocado en la persona de Jesús de Nazaret. Al estar con Él, observando lo que hace y escuchando sus palabras, han reconocido en Jesús al Mesías; y, viéndolo resucitado después de haber sido crucificado, han tenido la certeza de que Él, verdadero hombre, era al mismo tiempo verdadero Dios, el Hijo unigénito venido del Padre, lleno de gracia y de verdad (cf. Jn1,14).

"El Verbo se hizo carne". Ante esta revelación, vuelve a surgir una vez más en nosotros la pregunta: ¿Cómo es posible? El Verbo y la carne son realidades opuestas; ¿cómo puede convertirse la Palabra eterna y omnipotente en un hombre frágil y mortal? No hay más que una respuesta: el Amor. El que ama quiere compartir con el amado, quiere estar unido a él, y la Sagrada Escritura nos presenta precisamente la gran historia del amor de Dios por su pueblo, que culmina en Jesucristo.

En realidad, Dios no cambia: es fiel a sí mismo. El que ha creado el mundo es el mismo que ha llamado a Abraham y que ha revelado el propio Nombre a Moisés: Yo soy el que soy... el Dios de Abraham, Isaac y Jacob... Dios misericordioso y piadoso, rico en amor y fidelidad (cf. Ex 3,14-15; 34,6). Dios no cambia, desde siempre y por siempre es Amor. Es en sí mismo comunión, unidad en la Trinidad, y cada una de sus obras y palabras tienden a la comunión. La encarnación es la cumbre de la creación. Cuando, por la voluntad del Padre y la acción del Espíritu Santo, se formó en el regazo de María Jesús, Hijo de Dios hecho hombre, la creación alcanzó su cima. El principio ordenador del universo, el Logos, comenzó a existir en el mundo, en un tiempo y en un lugar.

"El Verbo se hizo carne". La luz de esta verdad se manifiesta a quien la acoge con fe, porque es un misterio de amor. Sólo los que se abren al amor son cubiertos por la luz de la Navidad. Así fue en la noche de Belén, y así también es hoy. La encarnación del Hijo de Dios es un acontecimiento que ha ocurrido en la historia, pero que al mismo tiempo la supera. En la noche del mundo se enciende una nueva luz, que se deja ver por los ojos sencillos de la fe, del corazón manso y humilde de quien espera al Salvador. Si la verdad fuera sólo una fórmula matemática, en cierto sentido se impondría por sí misma. Pero si la Verdad es Amor, pide la fe, el 'sí' de nuestro corazón”

Y, en efecto, ¿qué busca nuestro corazón si no una Verdad que sea Amor? La busca el niño, con sus preguntas tan desarmantes y estimulantes; la busca el joven, necesitado de encontrar el sentido profundo de la propia vida; la busca el hombre y la mujer en su madurez, para orientar y apoyar el compromiso en la familia y en el trabajo; la busca la persona anciana, para dar cumplimiento a la existencia terrenal.

"El Verbo se hizo carne". El anuncio de la Navidad es también luz para los pueblos, para el camino conjunto de la humanidad. El "Emmanuel", el Dios-con-nosotros, ha venido como Rey de justicia y de paz. Su Reino -lo sabemos- no es de este mundo, sin embargo, es más importante que todos los reinos de este mundo. Es como la levadura de la humanidad: si faltara, desaparecería la fuerza que lleva adelante el verdadero desarrollo, el impulso a colaborar por el bien común, al servicio desinteresado del prójimo, a la lucha pacífica por la justicia. Creer en el Dios que ha querido compartir nuestra historia es un constante estímulo a comprometerse en ella, incluso entre sus contradicciones. Es motivo de esperanza para todos aquellos cuya dignidad es ofendida y violada, porque Aquel que ha nacido en Belén ha venido a liberar al hombre de la raíz de toda esclavitud.

Que la luz de la Navidad resplandezca de nuevo en aquella Tierra donde Jesús ha nacido e inspire a israelíes y palestinos a buscar una convivencia justa y pacífica. Que el anuncio consolador de la llegada del Emmanuel alivie el dolor y conforte en las pruebas a las queridas comunidades cristianas en Irak y en todo Oriente Medio, dándoles aliento y esperanza para el futuro, y animando a los responsables de las Naciones a una solidaridad efectiva para con ellas. Que se haga esto también en favor de los que todavía sufren por las consecuencias del terremoto devastador y la reciente epidemia de cólera en Haití. Y que tampoco se olvide a los que en Colombia y en Venezuela, como también en Guatemala y Costa Rica, han sido afectados por recientes calamidades naturales.

Que el nacimiento del Salvador abra perspectivas de paz duradera y de auténtico progreso a las poblaciones de Somalia, de Darfur y Costa de Marfil; que promueva la estabilidad política y social en Madagascar; que lleve seguridad y respeto de los derechos humanos en Afganistán y Pakistán; que impulse el diálogo entre Nicaragua y Costa Rica; que favorezca la reconciliación en la Península coreana.

Que la celebración del nacimiento del Redentor refuerce el espíritu de fe, paciencia y fortaleza en los fieles de la Iglesia en la China continental, para que no se desanimen por las limitaciones a su libertad de religión y conciencia y, perseverando en la fidelidad a Cristo y a su Iglesia, mantengan viva la llama de la esperanza. Que el amor del "Dios con nosotros" otorgue perseverancia a todas las comunidades cristianas que sufren discriminación y persecución, e inspire a los líderes políticos y religiosos a comprometerse por el pleno respeto de la libertad religiosa de todos.

Queridos hermanos y hermanas, "el Verbo se hizo carne", ha venido a habitar entre nosotros, es el Emmanuel, el Dios que se nos ha hecho cercano. Contemplemos juntos este gran misterio de amor, dejémonos iluminar el corazón por la luz que brilla en la gruta de Belén. ¡Feliz Navidad a todos!

 


[Traducción distribuida por la Santa Sede

© Libreria Editrice Vaticana]

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Homilía del Papa en la Misa del Gallo de la Nochebuena
“Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas”
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció Benedicto XVI en la Misa del Gallo de la Nochebuena, que presidió en la Basílica de San Pedro del Vaticano.

* * *

Queridos hermanos y hermanas

"Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy". La Iglesia comienza la liturgia del Noche Santa con estas palabras del Salmo segundo. Ella sabe que estas palabras pertenecían originariamente al rito de la coronación de los reyes de Israel. El rey, que de por sí es un ser humano como los demás hombres, se convierte en "hijo de Dios" mediante la llamada y la toma de posesión de su cargo: es una especie de adopción por parte de Dios, un acto de decisión, por el que confiere a ese hombre una nueva existencia, lo atrae en su propio ser. La lectura tomada del profeta Isaías, que acabamos de escuchar, presenta de manera todavía más clara el mismo proceso en una situación de turbación y amenaza para Israel: "Un hijo se nos ha dado: lleva sobre sus hombros el principado" (9,5). La toma de posesión de la función de rey es como un nuevo nacimiento. Precisamente como recién nacido por decisión personal de Dios, como niño procedente de Dios, el rey constituye una esperanza. El futuro recae sobre sus hombros. Él es el portador de la promesa de paz. En la noche de Belén, esta palabra profética se ha hecho realidad de un modo que habría sido todavía inimaginable en tiempos de Isaías. Sí, ahora es realmente un niño el que lleva sobre sus hombros el poder. En Él aparece la nueva realeza que Dios establece en el mundo. Este niño ha nacido realmente de Dios. Es la Palabra eterna de Dios, que une la humanidad y la divinidad. Para este niño valen los títulos de dignidad que el cántico de coronación de Isaías le atribuye: Consejero admirable, Dios poderoso, Padre por siempre, Príncipe de la paz (9,5). Sí, este rey no necesita consejeros provenientes de los sabios del mundo. Él lleva en sí mismo la sabiduría y el consejo de Dios. Precisamente en la debilidad como niño Él es el Dios fuerte, y nos muestra así, frente a los poderes presuntuosos del mundo, la fortaleza propia de Dios.

A decir verdad, las palabras del rito de coronación en Israel eran siempre sólo ritos de esperanza, que preveían a lo lejos un futuro que sería otorgado por Dios. Ninguno de los reyes saludados de este modo se correspondía con lo sublime de dichas palabras. En ellos, todas las palabras sobre la filiación de Dios, sobre su designación como heredero de las naciones, sobre el dominio de las tierras lejanas (Sal 2,8), quedaron sólo como referencia a un futuro; casi como carteles que señalan la esperanza, indicaciones que guían hacia un futuro, que en aquel entonces era todavía inconcebible. Por eso, el cumplimiento de la palabra que da comienzo en la noche de Belén es a la vez inmensamente más grande y -desde el punto de vista del mundo- más humilde que lo que la palabra profética permitía intuir. Es más grande, porque este niño es realmente Hijo de Dios, verdaderamente "Dios de Dios, Luz de Luz, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre". Ha quedado superada la distancia infinita entre Dios y el hombre. Dios no solamente se ha inclinado hacia abajo, como dicen los Salmos; Él ha "descendido" realmente, ha entrado en el mundo, haciéndose uno de nosotros para atraernos a todos a sí. Este niño es verdaderamente el Emmanuel, el Dios-con-nosotros. Su reino se extiende realmente hasta los confines de la tierra. En la magnitud universal de la santa Eucaristía, Él ha hecho surgir realmente islas de paz. En cualquier lugar que se celebra hay una isla de paz, de esa paz que es propia de Dios. Este niño ha encendido en los hombres la luz de la bondad y les ha dado la fuerza de resistir a la tiranía del poder. Él construye su reino desde dentro, partiendo del corazón, en cada generación. Pero también es cierto que no se ha roto la "vara del opresor". También hoy siguen marchando con estruendo las botas de los soldados y todavía hoy, una y otra vez, queda la "túnica empapada de sangre" (Is 9,3s). Así, forma parte de esta noche la alegría por la cercanía de Dios. Damos gracias porque el Dios niño se pone en nuestras manos, mendiga, por decirlo así, nuestro amor, infunde su paz en nuestro corazón. Esta alegría, sin embargo, es también una oración: Señor, cumple por entero tu promesa. Quiebra las varas de los opresores. Quema las botas resonantes. Haz que termine el tiempo de las túnicas ensangrentadas. Cumple la promesa: "La paz no tendrá fin" (Is 9,6). Te damos gracias por tu bondad, pero también te pedimos: Muestra tu poder. Erige en el mundo el dominio de tu verdad, de tu amor; el "reino de justicia, de amor y de paz".

"María dio a la luz a su hijo primogénito" (Lc 2,7). San Lucas describe con esta frase, sin énfasis alguno, el gran acontecimiento que habían vislumbrado con antelación las palabras proféticas en la historia de Israel. Designa al niño como "primogénito". En el lenguaje que se había ido formando en la Sagrada Escritura de la Antigua Alianza, "primogénito" no significa el primero de otros hijos. "Primogénito" es un título de honor, independientemente de que después sigan o no otros hermanos y hermanas. Así, en el Libro del Éxodo (Ex 4,22), Dios llama a Israel "mi hijo primogénito", expresando de este modo su elección, su dignidad única, el amor particular de Dios Padre. La Iglesia naciente sabía que esta palabra había recibido una nueva profundidad en Jesús; que en Él se resumen las promesas hechas a Israel. Así, la Carta a los Hebreos llama a Jesús simplemente "el primogénito", para identificarlo como el Hijo que Dios envía al mundo después de los preparativos en el Antiguo Testamento (cf. Hb 1,5-7). El primogénito pertenece de modo particular a Dios, y por eso -como en muchas religiones- debía ser entregado de manera especial a Dios y ser rescatado mediante un sacrificio sustitutivo, como relata san Lucas en el episodio de la presentación de Jesús en templo. El primogénito pertenece a Dios de modo particular; está destinado al sacrificio, por decirlo así. El destino del primogénito se cumple de modo único en el sacrificio de Jesús en la cruz. Él ofrece en sí mismo la humanidad a Dios, y une al hombre y a Dios de tal modo que Dios sea todo en todos. San Pablo ha ampliado y profundizado la idea de Jesús como primogénito en las Cartas a los Colosenses y a los Efesios: Jesús, nos dicen estas Cartas, es el Primogénito de la creación: el verdadero arquetipo del hombre, según el cual Dios ha formado la criatura hombre. El hombre puede ser imagen de Dios, porque Jesús es Dios y Hombre, la verdadera imagen de Dios y el Hombre. Él es el primogénito de los muertos, nos dicen además estas Cartas. En la Resurrección, Él ha desfondado el muro de la muerte para todos nosotros. Ha abierto al hombre la dimensión de la vida eterna en la comunión con Dios. Finalmente, se nos dice: Él es el primogénito de muchos hermanos. Sí, con todo, Él es ahora el primero de más hermanos, es decir, el primero que inaugura para nosotros el estar en comunión con Dios. Crea la verdadera hermandad: no la hermandad deteriorada por el pecado, la de Caín y Abel, de Rómulo y Remo, sino la hermandad nueva en la que somos de la misma familia de Dios. Esta nueva familia de Dios comienza en el momento en el que María envuelve en pañales al "primogénito" y lo acuesta en el pesebre. Pidámosle: Señor Jesús, tú que has querido nacer como el primero de muchos hermanos, danos la verdadera hermandad. Ayúdanos para que nos parezcamos a ti. Ayúdanos a reconocer tu rostro en el otro que me necesita, en los que sufren o están desamparados, en todos los hombres, y a vivir junto a ti como hermanos y hermanas, para convertirnos en una familia, tu familia.

El Evangelio de Navidad nos relata al final que una multitud de ángeles del ejército celestial alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama" (Lc2,14). La Iglesia ha amplificado en el Gloria esta alabanza, que los ángeles entonaron ante el acontecimiento de la Noche Santa, haciéndola un himno de alegría sobre la gloria de Dios. "Por tu gloria inmensa, te damos gracias". Te damos gracias por la belleza, por la grandeza, por tu bondad, que en esta noche se nos manifiestan. La aparición de la belleza, de lo hermoso, nos hace alegres sin tener que preguntarnos por su utilidad. La gloria de Dios, de la que proviene toda belleza, hace saltar en nosotros el asombro y la alegría. Quien vislumbra a Dios siente alegría, y en esta noche vemos algo de su luz. Pero el mensaje de los ángeles en la Noche Santa habla también de los hombres: "Paz a los hombres que Dios ama". La traducción latina de estas palabras, que usamos en la liturgia y que se remonta a Jerónimo, suena de otra manera: "Paz a los hombres de buena voluntad". La expresión "hombres de buena voluntad" ha entrado en el vocabulario de la Iglesia de un modo particular precisamente en los últimos decenios. Pero, ¿cuál es la traducción correcta? Debemos leer ambos textos juntos; sólo así entenderemos la palabra de los ángeles del modo justo. Sería equivocada una interpretación que reconociera solamente el obrar exclusivo de Dios, como si Él no hubiera llamado al hombre a una libre respuesta de amor. Pero sería también errónea una interpretación moralizadora, según la cual, por decirlo así, el hombre podría con su buena voluntad redimirse a sí mismo. Ambas cosas van juntas: gracia y libertad; el amor de Dios, que nos precede, y sin el cual no podríamos amarlo, y nuestra respuesta, que Él espera y que incluso nos ruega en el nacimiento de su Hijo. El entramado de gracia y libertad, de llamada y respuesta, no lo podemos dividir en partes separadas una de otra. Las dos están indisolublemente entretejidas entre sí. Así, esta palabra es promesa y llamada a la vez. Dios nos ha precedido con el don de su Hijo. Una y otra vez, nos precede de manera inesperada. No deja de buscarnos, de levantarnos cada vez que lo necesitamos. No abandona a la oveja extraviada en el desierto en que se ha perdido. Dios no se deja confundir por nuestro pecado. Él siempre vuelve a comenzar con nosotros. No obstante, espera que amemos con Él. Él nos ama para que nosotros podamos convertirnos en personas que aman junto con Él y así haya paz en la tierra.

Lucas no dice que los ángeles cantaran. Él escribe muy sobriamente: el ejército celestial alababa a Dios diciendo: "Gloria a Dios en el cielo... " (Lc 2,13s). Pero los hombres siempre han sabido que el hablar de los ángeles es diferente al de los hombres; que precisamente esta noche del mensaje gozoso ha sido un canto en el que ha brillado la gloria sublime de Dios. Por eso, este canto de los ángeles ha sido percibido desde el principio como música que viene de Dios, más aún, como invitación a unirse al canto, a la alegría del corazón por ser amados por Dios. Cantare amantis est, dice san Agustín: cantar es propio de quien ama. Así, a lo largo de los siglos, el canto de los ángeles se ha convertido siempre en un nuevo canto de amor y alegría, un canto de los que aman. En esta hora, nosotros nos asociamos llenos de gratitud a este cantar de todos los siglos, que une cielo y tierra, ángeles y hombres. Sí, te damos gracias por tu gloria inmensa. Te damos gracias por tu amor. Haz que seamos cada vez más personas que aman contigo y, por tanto, personas de paz. Amén.

 


[Traducción distribuida por la Santa Sede

© Libreria Editrice Vaticana]

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Homilía del patrairca latino de Jerusalén en la Nochebuena de Belén
“En un mundo herido por la violencia y el integrismo”, “el Niño de Belén viene a recordarnos que el primer mandamiento es el del Amor”
BELÉN, sábado, 25 diciembre 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la homilía que pronunció el patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, durante la Misa del Gallo en la Nochebuena que presidió en la iglesia de Santa Catalina de Belén.

* * *

 


 


 

"Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre su hombro el señorío; proclaman su nombre:

'Consejero admirable, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la Paz'" (Isaís 9,5)



 



 

Queridos hermanos y hermanas:

¡Feliz Navidad!
Os doy a todos la bienvenida, y, particularmente al señor presidente Mahmoud Abbas, así como al primer ministro, el señor Salam Fayaad, acompañados de su delegación: gracias por vuestra presencia entre nosotros.

Navidad es una fiesta para todos los habitantes de la Tierra Santa, y para todos los artífices de Paz.

Saludo a los peregrinos que nos acompañan en esta noche, a todos los fieles de Palestina, Jordania e Israel, y también a todos aquellos que nos acompañan en este momento gracias a los medios de comunicación.

Queridos hermanos y hermanas,
Ya desde hace milenios, nuestros antepasados en la fe rezaban: "Que los cielos destilen el rocío, y las nubes lluevan la justicia. Que se abra la tierra y germine la salvación". (Is 45, 8).

Toda la Creación sufría, gemía: ella esperaba la Salvación anunciada. Cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Salvador prometido nació en la Gruta de Belén. Es, entonces, que los Ángeles anunciaron la Buena Noticia a simples pastores que velaban sus rebaños, no lejos de aquí. Es a ellos que los ángeles harán oír su canto: "Gloria a Dios en lo más Alto del Cielo y paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad. Os ha nacido hoy un Salvador en la ciudad de David: que es Cristo, el Señor". (Lc 2, 10-11).

¡Se trata verdaderamente de una Buena Noticia, pues numerosos son los males de los que tenemos necesidad de ser salvados!

Tenemos necesidad de ser sanados de todas nuestras heridas espirituales, causa de sufrimiento para nosotros y para nuestro entorno.

El Niño de Belén, nacido en una gruta, nos da también una enseñanza de humildad, de simplicidad, de dulzura, en nuestro mundo construido sobre la fuerza y la voluntad de poder. Toda la vida de Jesús nos invita a esto:  "quien quiera ser grande que se haga vuestro servidor" y también:  "el que se eleve será humillado, y el que se abaje será elevado" (Mt 20, 26 y Mt 23, 12).

Este Divino Niño ha nacido en el seno de una familia unida, que tenía la experiencia del Amor y de la ternura. La familia es esencial para la vida y el buen desarrollo de la persona: el hombre nace y crece en la cuna de amor de la familia, que es también la primera célula de la sociedad. Si la familia es sana, es el conjunto de la sociedad que se beneficia. De igual modo, los desgarros en su seno y la falta de consideración que se le dirigen tienen consecuencias nefastas sobre el conjunto del cuerpo social. Cada familia está invitada por Cristo a seguir el ejemplo de la Sagrada Familia de Nazaret.

Navidad nos recuerda el valor único de la vida humana, que es un don de Dios. Cada niño nacido o por nacer tiene una dignidad única y merece un gran respeto, pues es creado a imagen del Niño de la Gruta. ¡Cómo es doloroso constatar que millones de abortos son cometidos cada año en el mundo, a causa del egoísmo y de la dureza de corazón, a causa del rechazo de la vida que comienza desde los primeros instantes de la concepción! ¡Y cómo es doloroso el pensar en los sufrimientos de quien comete tales acciones: son heridas que destruyen a las personas en lo más profundo de su ser! Estas personas tienen necesidad de ser ayudadas y de dirigirse al Dios de misericordia.

Estamos, de igual modo, entristecidos por las difíciles situaciones en las cuales crecen alrededor del 80% de los niños de la Humanidad. Pensamos particularmente en los niños de nuestros países de Oriente Medio, que se encuentran debajo del nivel de la pobreza. Muchos conocen condiciones precarias, en los campos de refugiados, o bien, viven situaciones familiares dramáticas, privados de la ternura de sus padres.

En un mundo herido por la violencia y el integrismo, que legitima las peores acciones, llegando hasta los asesinatos en las iglesias, el Niño de Belén viene a recordarnos que el primer mandamiento es el del Amor. Él nos enseña el perdón y la reconciliación, incluso con nuestros enemigos. "Vosotros habéis oído que ha sido dicho: amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues bien, Yo os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por quienes os persiguen, a fin de ser verdaderos hijos de vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5, 43-45).

Jesús es, de igual modo, portador de un mensaje de unidad, para nuestras familias, nuestros barrios o entre nuestros pueblos. Esta enseñanza se dirige también a los responsables de las naciones, que tienen en mano el destino de las naciones.

El Apóstol Pablo nos recuerda esta exigencia de la unidad querida por Cristo mismo: "Yo, que estoy en prisión a causa del Señor, os exhorto a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados: con toda humildad, dulzura y paciencia, soportándoos unos a otros con amor; poniendo empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza a que habéis sido llamados" (Ef 4, 1-4).

Queridos hermanos y hermanas,
Quisiera dirigiros algunas palabras sobre el tema del Sínodo para Oriente Medio que ha tenido lugar en Roma en octubre pasado. Los padres sinodales han dirigido en dicha ocasión un Mensaje al Pueblo de Dios, así como recomendaciones que deseamos poner en práctica gradualmente. Entre los principales temas están el de la comunión, la caridad fraterna, la colaboración, la apertura a los otros, el diálogo y la ciudadanía. El diálogo es una disposición de corazón, un valor indispensable en todos los niveles: ante todo, entre las diferentes iglesias católicas de Oriente Medio, que pasa por la colaboración entre los diferentes Patriarcados, pero también a nivel interconfesional e interreligioso. Este diálogo es un imperativo, es la respuesta al ateísmo moderno y a los integrismos que amenazan al Pueblo de Dios. Así, el fanatismo ha recientemente golpeado la comunidad cristiana de Irak de una manera trágica. Tales acciones son unánimemente condenadas por cristianos y musulmanes.

El Mensaje del Sínodo invita a intensificar el diálogo con nuestros hermanos judíos y musulmanes: se trata de reunirnos en torno a nuestros valores comunes, que son numerosos, como la oración, la piedad, el ayuno, la limosna y, sobre todo, los valores éticos.

En esta Navidad, deseamos que Jerusalén llegue a ser no solamente la capital de dos Naciones, sino también un modelo para el mundo entero de buen entendimiento y de coexistencia entre las tres religiones monoteístas.

Nuestro deseo para esta fiesta es que el sonido de las campanas de nuestras iglesias cubra el ruido de las armas en nuestro Oriente Medio herido. ¡Que la alegría se dibuje sobre todos los rostros, que la alegría penetre todo los corazones!

Rezamos por la paz: deseamos que ella descienda sobre el pueblo de Israel así como sobre el pueblo Palestino y sobre todo el Oriente Medio, a fin que nuestros niños puedan vivir y crecer en un entorno sereno.

Queridos hermanos y hermanas, queridos peregrinos, queridos amigos, ¡la paz del Niño de la Gruta esté con vosotros! No nos dejéis solos en estas situaciones difíciles. Rezad por nosotros, nosotros haremos lo mismo por vosotros. ¡Feliz Navidad!



 



 

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