ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 1 de enero de 2011

Especial

Sangre de cristianos en Filipinas, Nigeria, Irak y Egipto

Santa Sede

Benedicto XVI condena las “absurdas violencias” contra los cristianos

El Papa pide al mundo un “autentico espíritu de paz”

Benedicto XVI: la libertad religiosa, reto “dramáticamente urgente”

Benedicto XVI pide oraciones en enero por el respeto de la creación

Miles de fieles despidieron el año 2010 con el Papa en San Pedro

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México encomienda a la Virgen de Guadalupe el fin de la violencia

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Kiko Argüello: Europa necesita a la familia cristiana

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Homilía del Papa en la Jornada Mundial de la Paz

Homilía del Papa durante las Vísperas de Acción de Gracias de fin de año

Carta del Papa por la clausura del Año Santo Compostelano

Discurso del Papa a los pobres de las misioneras de la Caridad

Audiencia del Papa a los “Pueri Cantores”


Especial


Sangre de cristianos en Filipinas, Nigeria, Irak y Egipto
Con motivo de las festividades de Navidad y del año nuevo
ROMA, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- "En este tiempo de la Santa Navidad, el deseo y la invocación de la paz se han hecho aún más intensos. Pero nuestro mundo sigue estando marcado por la violencia, especialmente contra los discípulos de Cristo", dijo Benedicto XVI el pasado domingo 26 de diciembre con ocasión del rezo del Ángelus, expresando "gran tristeza" por los ataques anticristianos que han ensangrentado la noche de la Natividad del Señor en algunas partes del mundo, de modo particular en Filipinas y en Nigeria. Días después, esta oleada de sangre de cristianos azotaba Irak y Egipto.

Filipinas

En Filipinas, una bomba explotó la mañana del 25 de diciembre durante la Misa navideña que se estaba celebrando en la capilla dentro del cuartel de la policía de Jolo, en la región autónoma del Mindanao musulmán. La explosión de la bomba, lanzada sobre el tejado de la capilla del Sagrado Corazón por algunos hombres en motocicleta, provocó, según la agencia Asianews (27 de diciembre) al menos once heridos, entre los cuales al menos un sacerdote.

Aunque el ataque no ha sido reivindicado, los expertos señalan al grupo extremista musulmán de Abu Sayyaf. Fundado a principios de los años 90, el grupo armado ha llevado a cabo numerosos raptos con el fin de extorsionar, y atentados, entre los cuales el incendio de un ferry que se dirigía a la capital, Manila (febrero de 2006), el cual provocó 116 víctimas. También Jolo, capital de la provincia de Sulu, ha sido anteriormente teatro de ataques anticristianos, entre los cuales el asesinato, en febrero de 1997, del vicario apostólico, monseñor Benjamín D. de Jesús, O.M.I.

Han condenado el ataque el presidente Benigno "Noynoy" Aquino, que hablando con los periodistas expresó su temor a que comience una nueva campaña terrorista, así como la Conferencia Nacional de los Ulemas de Filipinas. "Los continuos secuestros y los ataques en diversas partes de Mindanao son actos bárbaros y muestran crueldad y falta de respeto, y deben ser condenados", se lee en un comunicado de los sabios musulmanes.

Por su parte, monseñor José Colin Bagaforo, obispo auxiliar de Cotabato (Mindanao), pidió a los fieles oraciones de "reparación" por la "profanación" de la capilla del Sagrado Corazón. "Todos los lugares de culto son sagrados y por ello deben ser respetados", dijo el prelado, lanzando también palabras de reconciliación.

"Aunque condenamos los absurdos atentados contra fieles inocentes, deseamos expresar nuestro mensaje de paz y de esperanza a todos los pueblos de diversas culturas y tradiciones religiosas", afirmó en declaraciones recogidas por la agencia UCA News (28 de diciembre).

Nigeria

En Nigeria, en cambio, la enésima ola de violencia anticristiana ha causado, según la agencia responsable para la gestión de emergencias nacionales, la NEMA, al menos 86 víctimas en el centro-norte del más poblado país africano, que en el próximo mes de abril acudirá a las urnas para elegir un nuevo Presidente.

La "masacre de Navidad" comenzó en la Nochebuena con el asalto contra dos iglesias cristianas en los alrededores de la capital del Estado de Borno, Maiduguri, siendo asesinadas al menos seis personas, entre las cuales un pastor baptista, el reverendo Bulus Marwa, según informa Compass Direct News, el 28 de diciembre. La violencia continuó con una serie de atentados contra objetivos cristianos en las cercanías de Jos, capital del Estado de Plateau, definido por Avvenire (28 de diciembre) el "muro divisorio" entre las dos Nigerias; la musulmana, formada por pastores de ganados, en el norte, y la cristiana, animista y agrícola del sur".

"Es la primera vez en mi vida que no celebro la Misa de Navidad con la gente. He tenido que hacerlo solo, en el arzobispado", explicó en una entrevista al mismo diario el arzobispo de Jos, monseñor Ignatius Kaigama, el cual habló de una "progresión inquietante" de la violencia. "Por primera vez - subrayó el prelado - se han utilizado bombas. En el pasado se usaban armas rudimentarias, no había una auténtica preparación crimina. Ha sido, además, un ataque al corazón de la cristiandad. Se ha elegido atacar precisamente en los días de Navidad, una fiesta sagrada para la comunidad".

Como ha informado la agencia AFP (28 de diciembre), ha reivindicado la violencia en Internet un movimiento extremista musulmán, el Jama'atu Ahlus-Sunnah Lidda' Awati Wal Jihad, es decir, el "Pueblo devoto a las enseñanzas del Profeta para la propagación y la guerra santa". En el comunicado, el grupo promete además continuar sus ataques "contra los infieles y sus aliados y todos aquellos que les ayudan, hasta el triunfo de Alá". Pero la reivindicación no convence a la policía nigeriana. "Cualquiera puede subir cualquier cosa a Internet", afirmó un representante de la policía del Estado de Jos, el comisario Abdulrahman Akano.

Tras el grupo parece esconderse la secta fundamentalista y anti occidental Boko Haram (el nombre significaría "la educación occidental es ilícita"), protagonista de una revuelta en julio de 2009, aplastada de forma sangrienta por las fuerzas del orden. Como explicó a Avvenire (29 de diciembre ) el periodista Camille Eid, los miembros de la secta, conocidos también como los "talibanes de Nigeria", piden la aplicación de la ley islámica o sharia en todo el país y son hostiles a la democracia y al sistema educativo laico. El pasado mes de febrero, otro grupo radical emergente, Al Qaeda en el Maghreb Islámico (AQMI), había ofrecido su ayuda a los fundamentalistas nigerianos para luchar contra "la hostilidad de la minoría de los cruzados".

 


Irak

Después de una Navidad relativamente tranquila, la furia anticristiana golpeó nuevamente a la martirizada minoría iraquí el 30 de diciembre. Según un responsable del Ministerio del Interior, la explosión de diez bombas colocadas en ante casas de cristianos ha provocado en la capital, Bagdad, al menos dos muertos y dieciséis heridos. "En total", declaró el 31 de diciembre a la agencia AFP, "catorce bombas habían sido colocadas cerca de casas de cristianos", diez de las cuales saltaron por los aires. "Las otras cuatro fueron halladas antes de que estallaran y las fuerzas de seguridad provocaron su explosión en seguridad", preciso esa misma fuente.

Las dos víctimas de la ráfaga de atentados, que no ha sido reivindicada pero que lleva la firma de una rama iraquí de la red terrorista de Al Qaeda, perdieron la vida en el bario de al-Ghadir, en el centro de la capital, a causa de la explosión de una bomba artesanal, a las ocho de la noche, hora local. Tras el sangriento asalto a la catedral sirocatólica de Bagdad, el 31 de octubre, que provocó más de 50 muertos, Al Qaeda había anunciado que todos los cristianos se han convertido en objetivos legítimos.

"Atacar a los cristianos se ha convertido en un fenómeno normal en Irak. Somos un objetivo fácil", declaraba el 31 de diciembre a la agencia Asianews el arzobispo caldeo de Kirkuk, monseñor Louis Sako. "Aquí, en Irak, se comprende que la fe no es una cuestión ideológica, o una especulación teológica, sino una realidad mística, añadía el prelado, quien ha revelado que está teniendo un éxodo de cristianos a Kurdistán.

"Cada día llegan nuevas familias", informa monseñor Sako, que ha invitado a los cristianos de todo el mundo a "renovar su fe y su compromiso manteniendo el contacto con los cristianos perseguidos de Irak".


Egipto
La última locura anticristiana tuvo lugar poco después de la Nochevieja y golpeó a la comunidad copta de Alejandría de Egipto. Según las últimas informaciones, la explosión de una bomba ante la Iglesia de los Santos (Al-Qiddissine), situada en el barrio de Sidi Bishr, provocó 30 minutos después de la medianoche al menos 21 muertos y 79 heridos entre los fieles, al salir de la función religiosa con motivo del año nuevo. Si bien algunos algunos testigos hablan del estallido de un coche-bomba, el Ministerio del Interior egipcio considera que se ha tratado más bien de un atentado suicida. "Es probable que la bomba haya sido detonada por un kamikaze, que ha muerto junto a los demás", afirma un comunicado del Ministerio enviado a la agencia AFP.

En un discurso transmitido por la televisión egipcia, el presidente Hosni Mubarak ha condenado el atentado y el "terrorismo ciego", que "no distingue entre un copto y un musulmán". Según el jefe de Estado, se trata de un "acto criminal odioso" de origen extranjero que ha tomado como objetivo "a todo Egipto". El atentado ha tenido lugar después de las recientes amenazas por parte de militantes de Al Quaeda en Irak contra los cristianos egipcios. Según Associated Press, su participación directa sería un duro golpe para el gobierno de Mubarak, que siempre había negado una presencia significativa de Al Qaeda en Egipto.

También el patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, ha afirmado que "esta nueva masacre debería hacer reflexionar sobre nuestra vocación de cristianos en esta región, que no puede dispensarse de abrazar la cruz. El discípulo no es más que su maestro".

Durante la homilía de la misa celebrada en la sede del patriarcado, concluyó dirigiéndose a Jesús: "Si nos mandas algo de cruz, danos la valentía para seguirte".

Por Paul De Maeyer



 



 

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Santa Sede


Benedicto XVI condena las “absurdas violencias” contra los cristianos
 
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- En su intervención con ocasión del Ángelus del 26 de diciembre, el Papa Benedicto XVI denunció las “absurdas violencias” contra los cristianos, que han ensangrentado estas fiestas navideñas en algunos lugares del mundo.

“Nuestro mundo sigue estando marcado por la violencia, especialmente contra los discípulos de Cristo”, afirmó, confesando haberse enterado ““con gran tristeza” del atentado en una iglesia católica en Filipinas, mientras se celebraban los ritos del día de Navidad, y del “ataque a iglesias cristianas en Nigeria”. 

“La tierra se ha manchado una vez más de sangre en otras partes del mundo como en Paquistán”, añadió. 

El Papa expresó sus “sentidas condolencias por las víctimas de estas absurdas violencias”, reiterando su llamamiento “a abandonar el camino del odio para encontrar soluciones pacíficas de los conflictos y dar a las queridas poblaciones seguridad y serenidad”.

En ese día de la Sagrada Familia, “que vivió la dramática experiencia de tener que huir a Egipto por la furia homicida de Herodes”, el Papa quiso recordar también a “todos aquellos – en particular a las familias – que son obligados a abandonar sus propias casas a causa de la guerra, de la violencia y de la intolerancia”. 

Por esto, invitó a los presentes a unirse a él en oración “para pedir con fuerza al Señor que toque el corazón de los hombres y traiga esperanza, reconciliación y paz”.

Importancia de la familia

El Papa centró su intervención en la fiesta del día, la Sagrada Familia, afirmando que a los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús, los pastores, se presentó “la escena de una familia: madre, padre e hijo recién nacido”.

“¡Qué importante es, entonces, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia!”, exclamó.

“No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado”.

“De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida”, subrayó el Papa.

La Sagrada Familia, añadió, “es ciertamente singular e irrepetible, pero al mismo tiempo es “modelo de vida” para toda familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana, y haciendo así la bendijo y consagró”.

Por esto, el Pontífice concluyó exhortando a las familias a que “no se desanimen frente a las pruebas y a las dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación”.

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El Papa pide al mundo un “autentico espíritu de paz”
Y a los cristianos, que no cedan al desánimo ni a la resignación
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- En un mundo en el que los cristianos siguen siendo víctimas de ataques sangrientos, el Papa Benedicto XVI ha pedido un “auténtico espíritu de paz” y el valor para afrontar las dificultades.

Así lo afirmó durante la homilía de la Misa que presidió en la Basílica vaticana hoy 1 de enero, Solemnidad de Santa María Madre de Dios y XLIV Jornada Mundial de la Paz, recordando que esta última se ha convertido ya en una “tradición consolidada” en la Iglesia.

“Es bueno comenzar una nueva etapa del camino poniéndose con decisión en el camino de la paz”, afirmó el Papa, queriendo recoger “el grito de tantos hombres, mujeres, niños y ancianos víctimas de la guerra, que es el rostro más horrendo y violento de la historia”.

“Ante los trágicos acontecimientos que marcan la historia, ante las lógicas de guerra que por desgracia aún no están superadas del todo, sólo Dios puede tocar en lo profundo el alma humana y asegurar esperanza y paz a la humanidad”, constató el Papa.

La paz, subrayó, “hunde sus raíces en el misterio de Cristo”, pero es también “un valor humano que realizar en el plano social y político”.

En este contexto, la humanidad “no puede mostrarse resignada a la fuerza negativa del egoísmo y de la violencia; no debe acostumbrase a conflictos que provocan víctimas y ponen en riesgo el futuro de los pueblos”. 

“Frente a las tensiones amenazadoras de este momento, especialmente frente a las discriminaciones, a los abusos y a las intolerancias religiosas, que hoy afectan de modo particular a los cristianos (cfr ibid., 1), dirijo una vez más una invitación apremiante a no ceder al desaliento y a la resignación”, declaró el Pontífice, exhortando a todos a rezar “para que lleguen a buen fin los esfuerzos emprendidos por muchas partes para promover y construir la paz en el mundo”.

Para llevar a cabo esta “difícil tara”, añadió, “no son suficientes las palabras”, ni “el compromiso concreto y constante de los responsables de las naciones”, sino que es necesario “sobre todo que cada persona esté animada por un auténtico espíritu de paz”.
El ejemplo de María

Benedicto XVI prosiguió su homilía recordando que esta Jornada Mundial de la Paz, que se celebra cada año desde 1968 en nombre de la Madre de Dios, manifiesta que esta paz, que “es el don mesiánico por excelencia”, llegó a través de María.

María, afirmó el Papa, “es verdadera Madre de Dios precisamente en virtud de su relación total a Cristo. Por tanto, glorificando al Hijo se honra a la Madre, y honrando a la Madre se glorifica al Hijo”. 

El título de “Madre de Dios” celebrado por la liturgia “subraya la misión única de la Virgen Santa en la historia de la salvación: misión que está a la base del culto y de la devoción que el pueblo cristiano le reserva”. 

“María de hecho no recibió el don de Dios sólo para sí misma, sino para traerlo al mundo: en su virginidad fecunda, Dios dio a los hombres los bienes de la salvación eterna”, y “ofrece continuamente su mediación al Pueblo de Dios que peregrina en la historia hacia la eternidad, como antes la ofreció a los pastores del Belén”. 

“Ella, que dio la vida terrena al Hijo de Dios, continua dando a los hombres la vida divina, que es Jesús mismo y su Santo Espíritu. Por esto se la considera madre de cada hombre que nace a la Gracia y al mismo tiempo es invocada como Madre de la Iglesia”, concluyó el Papa.

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Benedicto XVI: la libertad religiosa, reto “dramáticamente urgente”
Anuncia personalmente su participación en el encuentro interreligioso de Asís en octubre
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- La defensa de la libertad religiosa constituye un reto prioritario para el mundo, afirmó Benedicto XVI hoy, Solemnidad de Santa María Madre de Dios, durante el rezo del Ángelus con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

Con motivo de la celebración, también hoy, de la Jornada Mundial de la Paz, el Papa afirmó que este evento representa una “ocasión propicia para reflexionar juntos sobre los grandes desafíos que nuestra época plantea a la humanidad”.

Uno de estos, “dramáticamente urgente en nuestros días”, es precisamente el desafío planteado por la falta de libertad religiosa, que es el tema del Mensaje de este año, con el título “Libertad religiosa, camino para la paz”.

El Obispo de Roma reconoció que hoy existen “dos tendencias opuestas, dos extremos negativos ambos: por una parte el laicismo, que de forma a menudo oculta, margina la religión para confinarla a la esfera privada; por otra el fundamentalismo, que en cambio querría imponerla a todos con la fuerza”.

En cambio, donde “se reconoce de forma efectiva la libertad religiosa, la dignidad de la persona es respetada en su raíz y, a través de una búsqueda sincera de la verdad y del bien, se consolida la conciencia moral y se refuerzan las propias instituciones y la convivencia civil”.

“Por esto la libertad religiosa es el camino privilegiado para construir la paz”, indicó, subrayando que ésta “no se alcanza con las armas, ni con el poder económico, político, cultural y mediático”, sino que “es obra de conciencias que se abren a la verdad y al amor”. 

“Jesús es nuestra paz – añadió – . Él trajo al mundo la semilla del amor y de la paz, más fuerte que la semilla del odio y de la violencia”.

Después, durante los saludos en los diferentes idiomsas, subrayó que las grandes religiones “pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana”, y en este contexto quiso recordar que en 2011 se cumple el vigésimo quinto aniversario de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, que el papa Jua Pablo II convocó en Asís en 1986.

“Por esto, en el próximo mes de octubre, me dirigiré peregrino a la ciudad de san Francisco, invitando a unirse a este camino a los hermanos cristianos de las distintas confesiones, los representantes de las tradiciones religiosas del mundo, y de forma ideal, a todos los hombres de buena voluntad”, confesó.

El objetvo de este nuevo encuentro es, confirmó el Papa, “recordar aquel gesto histórico” querido por su predecesor, así como “renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de toda religión de vivir la propia fe religiosa como servicio a la causa de la paz. 

“Quien está en camino hacia Dios no puede dejar de transmitir paz, quien construye paz no puede dejar de acercarse a Dios”, concluyó, invitando a todos los fieles a acompañar desde ahora con sus oraciones esta iniciativa.

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Benedicto XVI pide oraciones en enero por el respeto de la creación
“Don precioso de Dios a la humanidad”

CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido a los cristianos que recen en enero por el respeto de la creación, "don precioso de Dios a la humanidad".

Es la propuesta que hace en las intenciones de oración para el primer mes de 2011, contenidas en la carta pontificia que ha confiado al Apostolado de la Oración, iniciativa que siguen cerca de 50 millones de personas en los cinco continentes.

El obispo de Roma presenta dos intenciones, una general y la otra misionera.

La intención general del Apostolado de la Oración del Papa para el mes de enero es: "Para que las riquezas de la creación sean conservadas, valorizadas y puestas a disposición de todos, como don precioso de Dios a la humanidad".

Su intención misionera es: "Para que los cristianos puedan alcanzar la plena unidad, testimoniando a toda la humanidad la paternidad universal de Dios".



 

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Miles de fieles despidieron el año 2010 con el Papa en San Pedro
Benedicto XVI rezó las vísperas de la solemnidad de María madre de Dios.
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011. (ZENIT.org).- Algunos para dar gracias a Dios por el año que terminó, y otros para esperar la solemnidad de Santa María Madre de Dios. Estos eran los motivos que peregrinos de todo el mundo tenían para y asistir a las primeras vísperas y el Te Deum, presidido por el Papa Benedicto XVI ayer en la Basílica de San Pedro.

A las tres de la tarde la fila para entrar ya recorría toda la plaza de San Pedro. Los peregrinos aprovechaban para contemplar el belén y el árbol de navidad, pese al intenso frío que azotaba ayer la Ciudad Eterna.

Las puertas se abrieron a las 4:30 de la tarde y mientras que los fieles esperaban la llegada de Su Santidad.

A las seis de la tarde entró el Papa mientras el coro entonaba las notas de Tú est Petrus.“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”

“Dios, que de María Virgen tomas forma de mortal, acuérdate de nosotros”, decía el himno. Luego de recitar los salmos, se dio paso a la lectura de la carta de San Pablo a los Efesios: “Por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad” (Ef 1, 3- 4).

El Papa centró su homilía en el término que usa San Pablo de “la plenitud de los tiempos” Galatas 4, 40. También dio gracias a Dios por el año que terminó y aprovechó para alentar algunas iniciativas particulares que se desarrollan en la diócesis de Roma.

Hombre orante

Los fieles se vieron conmovidos con las palabras y la oración de Benedicto XVI: “Para mí siempre es muy emocionante ver al Santo Padre rezar por tantas intenciones que él tiene en su corazón y es muy hermoso poder unir nuestras oraciones a las suyas. Me da mucho consuelo porque él es como un padre que intercede por nosotros delante del Santísimo Sacramento y de la Santísima Trinidad”, dijo a ZENIT la religiosa belga Therese Darmstaedter..

La religiosa aseguró que en su país la fe “es como la mecha humeante que no hay que apagar sino trabajar para que se encienda de nuevo”.

Después de las vísperas se dio paso al Te Deum y a la adoración eucarística. Las vísperas concluyeron con el canto en latín del villancico Adeste Fideles.  El Papa al salir en procesión por la Basílica se acercó a un grupo de niñas que lo aclamaban efusivamente para saludarlas y darles la mano.

Dentro de los fieles haba también una pareja de recién casados provenientes de Venezuela que vinieron a Roma de luna de miel:

“Decidimos venir por el significado que tiene en la parte histórica y religiosa la Ciudad del Vaticano, es la primera vez que cruzamos el Atlántico”, dijo a ZENIT Esteban Pérez.

Su esposa Violeta, dijo que haber venido a las vísperas cuatro días después de su matrimonio es una experiencia inolvidable: “Es algo que voy a contar siempre mis hijos y nietos. Es lo más significativo que puedo tener en la vida. Empezar mi matrimonio es así una bendición inmensa. Hasta los boletos para estar adentro fue como designio de Dios”, aseguró.

Las vísperas y el Te deum se convirtieron así en ocasión para ofrecer los frutos del año que terminó: “Al final de este año 2010, antes de entregar los días y las horas a Dios y a su juicio justo y misericordioso, siento más vivo en el corazón la necesidad de elevar nuestro gracias a El y a su amor por nosotros”, dijo el Papa en su homilía.

Por Carmen Elena Villa

 



 

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Mundo


México encomienda a la Virgen de Guadalupe el fin de la violencia
Misa de fin de año del representante del Papa

CIUDAD DE MÉXICO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org-El Observador).- En la misa de fin de año en la Basílica de Guadalupe, el representante de Benedicto XVI para México, el arzobispo Christophe Pierre, pidió un esfuerzo renovado de todos los mexicanos a favor de la paz.  Tras un año particularmente violento en la República, el nuncio de origen francés encomendó el país a la paz de su patrona, la Emperatriz de América, Santa María de Guadalupe.

En la homilía de la tradicional misa de Acción de Gracias y de inicio de año, el nuncio apostólico dijo: "Hoy queremos iniciar el año nuevo bajo la bendición de Santa María de Guadalupe, invocando para el pueblo mexicano abundantes bendiciones como el don de la paz". 

Cabe resaltar que la lucha del gobierno mexicano en contra de las redes del narcotráfico ha dejado, luego de cuatro años, más de 30 mil víctimas, lo cual ha acarreado un ambiente de zozobra y desesperanza entre los mexicanos.

Por ello, monseñor Pierre exigió a las fieles católicos intensificar la oración.  El purpurado francés expresó que orar por la paz es el camino necesario para que Dios "nos conceda esa paz que es el bien más valioso y construirla todos los hombres y mujeres de buena voluntad (...) la paz es necesaria para superar el año lastimado por la inseguridad".

Aunado al mensaje del Papa Benedicto XVI para este 1 de enero de 2011, sobre la paz como resultado del respeto a la libertad religiosa, monseñor Christophe Pierre subrayó que se trata de un derecho humano fundamental, que debe ser protegido por todas las naciones, en un ambiente de laicismo positivo en donde no haya discriminación o persecución por el hecho de manifestar la fe en público.

"Lamentablemente --expresó monseñor Pierre--  hoy son muchas las partes del mundo en donde se sufren las formas de discriminación y marginación en todos los planos, es inconcebible que los creyentes tengan que suprimir su fe para ser ciudadanos, nunca debe ser necesario renegar de Dios para gozar de los propios derechos. Los derechos asociados con Dios necesitan protección".

El tema de la libertad religiosa y su adecuación dentro de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ha sido uno de los puntales de la acción del actual nuncio de Su Santidad en México, quien ha expresado, en mucho foros, que para que este derecho humano fundamental, reconocido por la Organización de las Naciones Unidas como uno de los derechos esenciales del hombre sea vivido en plenitud, los estados deben garantizarlo de forma positiva, tal y como reconoce el Papa Benedicto XVI con su mensaje para la Jornada Mundial por la Paz, celebrada este 1 de enero en todo el orbe católico.

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Entrevistas


Kiko Argüello: Europa necesita a la familia cristiana
Ante el próximo encuentro de las familias de Madrid
MADRID, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Mañana domingo 2 de enero, miles de familias, muchas de ellas pertenecientes en gran número al Camino Neocatecumenal, participarán en el tradicional encuentro por la familia en la calle Colón de Madrid (España), convocado por el cardenal Antonio María Rouco Varela.

El Camino Neocatecumenal es una de las realidades eclesiales que cada año promueve la realización de este encuentro, que tiene carácter festivo, y que normalmente se celebra en torno a la fiesta litúrgica de la Sagrada Familia.

Con este motivo, uno de los iniciadores del Camino, el pintor español Kiko Argüello, concedió una entrevista a ZENIT, explicando las claves de este acontecimiento.

-De nuevo este año se convoca para el 2 de enero, una celebración en defensa de la familia en Madrid, y de nuevo el Camino Neocatecumenal participa en su organización. ¿Por qué salir un año más a la calle? ¿Por qué precisamente en España?

Kiko Argüello: No pretendemos hacer un meeting, si no que quisiéramos, con la Iglesia, ayudar a muchas familias que se encuentran en dificultad porque el ambiente que les rodea es un ambiente laico, o ateo, en el que es habitual el divorcio.

Cada cuatro minutos en España se rompe una familia. Parece que esto es lo normal, pero no es cierto. Hay miles de familias cristianas en España. El ambiente que nos rodea parece decirnos que está todo perdido, sin embargo la familia cristiana es “la esperanza para Europa”. Eso quisiéramos decir a todo el mundo.

- En otras ocasiones han participado obispos y cardenales de la Curia Romana y de otros países. ¿Qué presencia está prevista este año? ¿Habrá también conexión con el ángelus del Papa?

Kiko Argüello: Este año han respondido, como el año pasado, con mucho entusiasmo. Vendrán más de cien familias de Holanda, con el obispo de Roermon (Amsterdam), monseñor Franciscus Jozef Wiertz, a la cabeza; vendrán muchos de Alemania, 150 familias, junto a monseñor Paul J. Cordes, también viene a Madrid monseñor Jean-Pierre Marie Cattenoz, arzobispo de Avignon, con más de 250 familias de Francia. De Italia viajarán hasta Madrid más de 15.000. También participará con mucho entusiasmo el cardenal Antonelli, que es el presidente del Pontificio consejo para la Familia. De Polonia llegarán hasta la capital más de diez mil familias. Vendrá también monseñor Zbigniew Kiernikowski, obispo de Sietdlce etc. Muchas familias están agradecidas al Señor y al Camino, que es una iniciación cristiana que les ha sostenido en la fe, les ha apoyado y les ha hecho descubrir la belleza, el amor en el matrimonio cristiano.

- Muchas veces usted ha insistido en el testimonio público que ofrecen las familias numerosas e incluso muy numerosas. Precisamente en unos momentos en que este modelo de familia se considera “superado” o irrealizable, o incluso por muchos, no deseable. ¿Por qué es para ustedes tan importante?

Kiko Argüello: Esto es fundamental. El día 2 mostraremos como una familia transmite la fe a sus hijos en medio de una celebración doméstica, llena de amor y diálogo entre dos generaciones. Todos los hijos están en la Iglesia. Los hijos están casados ya y tienen nietos. Es algo impresionante. Es aquí donde se juega el futuro de Europa.

Pablo VI dijo en la Humanae Vitae que todo acto conyugal tiene que ser abierto a la vida. Fue un error el que muchos criticaran a Pablo VI y no quisieran obedecer al Papa en esta línea. Pensaban que la familia católica era tener uno o dos hijos, por lo que hoy faltan millones de niños que los cristianos no quisieron tener. Se ha cometido un pecado de omisión muy grave. No solamente el aborto.

El problema es la connotación “cristiano”. ¿Qué es ser cristiano? Es un hombre que vive no para él mismo sino que hace la voluntad de Dios. Todo hijo primero es pensado por Dios. Los cónyuges, los padres colaboran con Dios en un proyecto que viene del cielo.

Europa ha dejado de ser cristiana, está andando hacia la apostasía, ha perdido sus raíces, está en una crisis económica, cultural, artística. Pero hay que decir que Dios no nos abandona, es posible un renacer gracias a los cristianos. Pero para que haya cristianos hace falta la iniciación cristiana, educarlos en la fe, que es lo que intentamos hacer en el Camino en miles y miles de parroquias.

- Esta realidad eclesial se distingue por una serie de carismas propios, como las familias en misión o “ad gentes”, familias que parten con sus hijos a países, especialmente de antigua cristianización, donde ya no hay presencia de la Iglesia. ¿Por qué el Camino Neocatecumenal da tanta importancia a la familia dentro de la nueva evangelización?  ¿Qué sentido tiene esta forma de evangelizar?

Kiko Argüello: En la familia se da el misterio enorme de la fe. ¿Qué es la fe? La participación de la vida divina en nosotros. Hemos mandado muchas veces por ejemplo a Holanda itinerantes y no los han querido. Sin embargo, enviando familias que se amaban en una nueva dimensión, los párrocos han quedado sorprendidos. Al ver las familias abiertas a la vida y con tantos hijos que se reunían en casa a rezar y cuyos padres preguntaban a los hijos ¿qué te dice la Palabra de Dios?, ¿cómo vives tu fe? han quedado sobrecogidos.  Se han encontrado con la fe.

La fe es una virtud sobrenatural. Para tenerla hace falta escuchar el Kerygma, hace falta una comunidad donde se verifique la estatura de la fe, si tienes o no tienes fe. La fe se ve en los frutos, por eso, quien tiene fe ha vencido a la muerte, quien tiene fe no se separará jamás de su mujer porque tiene una capacidad nueva de amor al enemigo, como Cristo nos amó.

- El Papa acaba de erigir un dicasterio específico para la nueva evangelización. ¿Qué papel tienen en él los nuevos movimientos y realidades eclesiales, y en especial el Camino?

Kiko Argüello: Monseñor Fisichella reconoce que el Camino ha sido el primero que ha avanzado la nueva evangelización, llevando a cabo la misión “ad gentes” en medio de no bautizados, enviando familias con muchos hijos por todo el mundo. Más de 50 familias en China, en Japón, la India…

El problema es dónde están los cristianos y qué es ser cristiano hoy. ¿Es ir a misa? No basta sólo con eso. Ser cristiano es tener dentro la victoria de Cristo sobre la muerte. Los cristianos no viven más para sí mismos, viven para Cristo. Su vivir es Cristo, su pensar es Cristo, su actuar es Cristo. Es Cristo que vive en ellos. Tienen dentro vida inmortal y pueden amarse en una nueva dimensión, la dimensión de la cruz. ¡Mirad como se aman! Gritaban los paganos al ver a los cristianos. Esto tiene que volver a gritarse en el mundo entero. ¡Mirad como se quieren los cristianos! Muchos paganos al ver nuestras comunidades nos preguntan ¿cómo os relacionáis? Porque les impresiona. En el fondo hay muchos en nuestra sociedad que están solos y quisieran amar, pero no saben como.

[Por Inma Álvarez]

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Foro


Hay esperanza
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).-  Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, al inicio del nuevo año.


 

* * *

VER

Ha concluido un año más y siempre nos preguntamos cómo será el siguiente. El panorama no parece halagüeño: El desempleo no se abate; la violencia y la inseguridad no disminuyen; el narcotráfico extiende sus redes; la corrupción campea en todas partes; la extorsión es el nuevo negocio; los secuestros se hacen más crueles; la inconformidad social es más agresiva; la economía es incierta; la política se concentra mucho en los procesos electorales; la educación pública se politiza; para algunos medios de comunicación lo que vale es el ingreso económico, no tanto los valores morales; la migración es más insegura; aumentan los suicidios, los abortos, la desintegración de las familias. ¿Exagero? Nada de eso; me faltaría enumerar otros factores.

A nivel de Iglesia, la pederastia clerical comprobada nos ha acarreado pérdida de confianza y de credibilidad, sobre todo en aquellos que no tienen una fe bien cimentada. Aunque hay muchos que regresan a nuestra Iglesia, también otros desertan, o se alejan, sea por falta de una evangelización más cristocéntrica, sea por nuestras propias fallas, sobre todo por la falta de bondad y de atención pastoral. La increencia llega a varios ambientes. El relativismo moral y dogmático parece sentar sus reales. El laicismo excluyente no da el paso a una laicidad positiva e incluyente. No son suficientes las vocaciones religiosas, misioneras y sacerdotales. Muchos seglares no asumen su vocación y misión apostólica en sus tareas ordinarias. La formación religiosa es deficiente. Los hermosos y profundos documentos eclesiales, como Aparecida y nuestras cartas pastorales, se quedan en papeles. Nos falta más corazón y dinamismo pastoral para llevar a cabo el encargo de Jesús de evangelizar y formar discípulos misioneros. ¿Soy pesimista? Me faltaría referir otros puntos, que nos cuestionan y punzan.


 

JUZGAR

Ante estas oscuridades, hay esperanza. No estamos derrotados. La Iglesia no perecerá. Nuestra seguridad se genera en la victoria de Jesucristo sobre la muerte y el pecado. El está de nuestra parte. Nos asiste el Espíritu Santo, quien nunca dejará a la deriva a la Iglesia fundada por Jesús. Nos alienta el testimonio de tantas personas buenas y santas que conforman nuestras familias y comunidades eclesiales. Nos impulsa el ejemplo de tantos catequistas, diáconos, misioneros, religiosas, sacerdotes y obispos, que entregan diariamente su vida por los demás, en una pastoral integral. Pasan desapercibidos, pero son como la sabia y la sangre que sostienen y dan vida.


 

Nos dijo el Papa Benedicto XVI, en Aparecida: "La Iglesia, que participa de los gozos y esperanzas, de las penas y alegrías de sus hijos, quiere caminar a su lado en este período de tantos desafíos, para infundirles siempre esperanza y consuelo". Pero nuestro aporte no es de índole política o económica, sino llevar a todos a Jesucristo, que es el único Salvador, pues "sin Cristo no hay luz, no hay esperanza, no hay amor, no hay futuro".


 

Por ello, "la meta es conducir al encuentro con Jesucristo vivo, Hijo del Padre, hermano y amigo, Maestro y Pastor misericordioso, esperanza, camino, verdad y vida. La referencia a Cristo ayudará a ver la historia como Cristo la ve, a juzgar la vida como Él lo hace, a elegir y amar como Él, a cultivar la esperanza como Él nos enseña, y a vivir en Él la comunión con el Padre y el Espíritu Santo" (DA 336). Ofrecer a Jesucristo no es una evasión, pues "no se concibe que se pueda anunciar el Evangelio sin que éste ilumine, infunda aliento y esperanza, e inspire soluciones adecuadas a los problemas de la existencia" (DA 333).


 

ACTUAR

Nosotros tenemos una solución, un camino, que es Jesucristo. No seamos sólo promotores sociales. No reduzcamos la Iglesia a una ONG. No nos quedemos sólo en análisis de la realidad. "Estamos llamados a ser maestros de la fe y, por tanto, a anunciar la Buena Nueva, que es fuente de esperanza para todos, a velar y promover con solicitud y coraje la fe católica" (DA 187), pues "toda la vida de nuestros pueblos fundada en Cristo y redimida por Él, puede mirar al futuro con esperanza y alegría" (DA 128).

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Angelus


Benedicto XVI: la Sagrada Familia, “modelo de vida”
El pasado 26 de diciembre, durante el rezo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI el pasado domingo 26 de diciembre, fiesta de la Sagrada Familia, al introducir el rezo del Ángelus con los peregrinos de todo el mundo presentes en la Plaza de San Pedro.

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Queridos hermanos y hermanas,

El Evangelio según san Lucas narra que los pastores de Belén, tras haber recibido del ángel el anuncio del nacimiento del Mesías, “fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre" (2,16). Ante los primeros testigos oculares del nacimiento de Jesús se presentó, por tanto, la escena de una familia: madre, padre e hijo recién nacido. Por esto la Liturgia nos hace celebrar, en el primer domingo después de Navidad, la fiesta de la santa Familia. Este año, esta cae precisamente el día después de Navidad, y, prevaleciendo sobre la de san Esteban, nos invita a contemplar este “icono” en el que el pequeño Jesús aparece en el centro del afecto y de la solicitud de sus padres. En la pobre gruta de Belén – escriben los Padres de la Iglesia – resplandece una luz vivísima, reflejo del misterio profundo que envuelve a ese Niño, y que María y José guardan en sus corazones y dejan transparentar en sus miradas, en los gestos, sobre todo en sus silencios. Ellos, de hecho, conservan en lo más íntimo las palabras del anuncio del ángel a María: “Aquel que nacerá será llamado Hijo de Dios" (Lc 1,35).

¡Y sin embargo, el nacimiento de cada niño lleva consigo algo de este misterio! Lo saben bien los padres, que lo reciben como un don y que, a menudo, hablan así de él. A todos nos ha pasado oír decir a un papá y a una mamá: “¡Este niño es un regalo, un milagro!". En efecto, los seres humanos viven la procreación no como un mero acto reproductivo, sino que perciben su riqueza, intuyen que cada criatura humana que se asoma a la tierra es el “signo” por excelencia del Creador y Padre que está en los cielos. ¡Qué importante es, entonces, que cada niño, al venir al mundo, sea acogido por el calor de una familia! No importan las comodidades exteriores: Jesús nació en un establo y como primera cuna tuvo un pesebre, pero el amor de María y de José le hizo sentir la ternura y la belleza de ser amado. De esto necesitan los niños: del amor del padre y de la madre. Esto es lo que les da seguridad y lo que, al crecer, permite el descubrimiento del sentido de la vida. La santa Familia de Nazaret atravesó muchas pruebas, como esa – recordada en el Evangelio según san Mateo – de la “matanza de los inocentes”, que obligó a José y María a emigrar a Egipto (cfr 2,13-23). Pero, confiando en la divina Providencia, encontraron su estabilidad y aseguraron a Jesús una infancia serena y una educación sólida.

Queridos amigos, la santa Familia es ciertamente singular e irrepetible, pero al mismo tiempo es “modelo de vida” para toda familia, porque Jesús, verdadero hombre, quiso nacer en una familia humana, y haciendo así la bendijo y consagró. Confiemos por tanto a la Virgen y a san José a todas las familias, para que no se desanimen frente a las pruebas y a las dificultades, sino que cultiven siempre el amor conyugal y se dediquen con confianza al servicio de la vida y de la educación.

[Después del Ángelus dijo]

En este tiempo de la Santa Navidad, el deseo y la invocación de la paz se han hecho aún más intensos. Pero nuestro mundo sigue estando marcado por la violencia, especialmente contra los discípulos de Cristo. He sabido con gran tristeza del atentado en una iglesia católica de Filipinas, mientras se celebraban los ritos del día de Navidad, como también del ataque a iglesias cristianas en Nigeria. La tierra se ha manchado una vez más de sangre en otras partes del mundo como en Paquistán. Deseo expresar mis sentidas condolencias por las víctimas de estas absurdas violencias, y repito una vez más el llamamiento a abandonar el camino del odio para encontrar soluciones pacíficas de los conflictos y dar a las queridas poblaciones seguridad y serenidad. En este día en el que celebramos la Santa Familia, que vivió la dramática experiencia de tener que huir a Egipto por la furia homicida de Herodes, recordemos también a todos aquellos – en particular a las familias – que son obligados a abandonar sus propias casas a causa de la guerra, de la violencia y de la intolerancia. Os invito, por tanto, a uniros a mi en la oración para pedir con fuerza al Señor que toque el corazón de los hombres y traiga esperanza, reconciliación y paz.

[En español dijo]

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española que participan en esta oración mariana. En la fiesta de la Sagrada Familia, contemplamos el misterio del Hijo de Dios que vino al mundo rodeado del afecto de María y de José. Invito a las familias cristianas a mirar con confianza el hogar de Nazaret, cuyo ejemplo de vida y comunión nos alienta a afrontar las preocupaciones y necesidades domésticas con profundo amor y recíproca comprensión. A vosotros y a vuestras familias os reitero mi cordial felicitación en estas fiestas de Navidad. Que Dios os bendiga siempre.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Benedicto XVI: “La libertad religiosa es el camino a la paz”
Hoy durante el rezo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la intervención del Papa Benedicto XVI hoy al introducir el rezo del Ángelus con los peregrinos de todo el mundo reunidos en la Plaza de San Pedro.

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Queridos hermanos y hermanas

En este primer Ángelus del 2011, dirijo a todos mi augurio de paz y de bien confiándolo a la intercesión de María Santísima, a la que hoy celebramos como Madre de Dios. Al inicio de un nuevo año, el Pueblo cristiano se reúne espiritualmente ante la gruta de Belén, donde la Virgen María dio a luz a Jesús. Pedimos a la Madre la bendición, y ella nos bendice mostrándonos al Hijo: de hecho, Él en persona es la Bendición. Dándonos a Jesús, Dios nos lo ha dado todo: su amor, su vida, la luz de la verdad, el perdón de los pecados; nos ha dado la paz. Sí, Jesús es nuestra paz (cfr Ef 2,14). Él trajo al mundo la semilla del amor y de la paz, más fuerte que la semilla del odio y de la violencia; más fuerte porque el Nombre de Jesús es superior a cualquier otro nombre, contiene todo el señorío de Dios, como había anunciado el profeta Miqueas: "Y tú, Belén … de ti me nacerá el que debe gobernar … Él se mantendrá de pie y los apacentará con la fuerza del Señor, con la majestad del nombre del Señor, su Dios … ¡Y él mismo será la paz!" (5,1-4).

Por esto, ante el icono de la Virgen Madre, la Iglesia en este día invoca de Dios, por medio de Jesucristo, el don de la paz: es la Jornada Mundial de la Paz, ocasión propicia para reflexionar juntos sobre los grandes desafíos que nuestra época plantea a la humanidad. Uno de estos, dramáticamente urgente en nuestros días, es el de la libertad religiosa; por ello, este año he querido dedicar mi Mensaje a este tema: “Libertad religiosa, camino para la paz”. Asistimos hoy a dos tendencias opuestas, dos extremos negativos ambos: por una parte el laicismo, que de forma a menudo oculta, margina la religión para confinarla a la esfera privada; por otra el fundamentalismo, que en cambio querría imponerla a todos con la fuerza. En realidad, “Dios llama a sí a la humanidad con un designio de amor que, a la vez que implica a toda la persona en su dimensión natural y espiritual, requiere corresponderle en términos de libertad y responsabilidad, con todo el corazón y con todo el propio ser, individual y comunitario" (Mensaje, 8). Allí donde se reconoce de forma efectiva la libertad religiosa, la dignidad de la persona es respetada en su raíz y, a través de una búsqueda sincera de la verdad y del bien, se consolida la conciencia moral y se refuerzan las propias instituciones y la convivencia civil (cfr ibid. 5). Por esto la libertad religiosa es el camino privilegiado para construir la paz.

Queridos amigos, dirijamos de nuevo la mirada a Jesús, entre los brazos de María su Madre. Mirándole a Él, que es el “Príncipe de la paz" (Is 9,5), comprendemos que la paz no se alcanza con las armas, ni con el poder económico, político, cultural y mediático. La paz es obra de conciencias que se abren a la verdad y al amor. Que Dios nos ayude a progresar en este camino en el nuevo año que nos concede vivir.

[Después del Ángelus dijo]

Queridos hermanos y hermanas, en el Mensaje de la Jornada de la Paz de hoy he subrayado que las grandes religiones pueden constituir un importante factor de unidad y de paz para la familia humana, y he recordado, a propósito de esto, que en este año 2011 se celebrará el 25° aniversario de la Jornada Mundial de Oración por la Paz que el Venerable Juan Pablo II convocó en Asís en 1986. Por esto, en el próximo mes de octubre, me dirigiré peregrino a la ciudad de san Francisco, invitando a unirse a este camino a los hermanos cristianos de las distintas confesiones, los representantes de las tradiciones religiosas del mundo, y de forma ideal, a todos los hombres de buena voluntad, con el fin de hacer memoria de este gesto histórico querido por mi Predecesor y de renovar solemnemente el compromiso de los creyentes de toda religión de vivir la propia fe religiosa como servicio a la causa de la paz. Quien está en camino hacia Dios no puede dejar de transmitir paz, quien construye paz no puede dejar de acercarse a Dios. Os invito a acompañar desde ahora con vuestra oración esta iniciativa.

En este contexto deseo saludar y animar a cuantos, desde ayer por la noche y durante la jornada de hoy, en toda la Iglesia rezan por la paz y por la libertad religiosa. En Italia, la tradicional marcha propuesta por la CEI, Pax Christi e Caritas tuvo lugar en Ancona, ciudad que acogerá en el próximo septiembre el Congreso Eucarístico Nacional. Aquí en Roma, y en otras ciudades del mundo, la Comunidad de San Egidio ha vuelto a proponer la iniciativa “Paz en todas las tierras”: saludo de corazón a cuantos toman parte en ella. Saludo también a los participantes en el Movimiento del Amor Familiar, que esta noche han velado en la Plaza de San Pedro y en la diócesis de L'Aquila, rezando por la paz en las familias y entre las naciones.

[En español dijo]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana en este primer día del año, octava de la Navidad. La Iglesia celebra hoy la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, y también la Jornada Mundial de la Paz. Os invito a entrar en la escuela de la Virgen Santísima, fiel discípula del Señor, para aprender de Ella a acoger en la fe y en la oración la salvación que Dios quiere derramar sobre los que confían en su paz y amor misericordioso. Feliz Año Nuevo.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Exclusivo


La guerra y san Josemaría Escrivá, según el director de cine Roland Joffé
Entrevista al autor de la película de próximo estreno "There Be Dragons"

ROMA, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El mundo del cine y el mundo católico están impacientes por ver la película que presentará en la primavera de 2011 el director de cine Roland Joffé, "There Be Dragons" ("Encontrarás dragones", http://www.therebedragonsfilm.com), en la que tiene un papel protagonista san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Se trata de un drama épico, escrito y dirigido por el cineasta británico, conocido por filmes como  "La misión" y "Los gritos del silencio", ambientado en la guerra civil española, en el que afronta cuestiones como la santidad y la traición, el amor y el odio, el perdón y la violencia, así como la búsqueda del sentido de la vida.

La trama entremezcla las historias de soldados revolucionarios, un periodista, su padre y el mismo san Josemaría, llamado el santo de la vida ordinaria, a quien éste conoce en el seminario.

Al inicio del año 2011, en el que se celebrarán los 75 años del estallido de la guerra civil española, Joffé ha querido compartir con los lectores de ZENIT las convicciones que compartirá con quien vea esta película. La segunda parte de esta entrevista se publicará en el servicio del 6 de enero.

 

--¿A qué alude el título de la película "There Be Dragons", "Encontrarás dragones"?

--Roland Joffé: Los mapas medievales calificaban los territorios desconocidos con las palabras "Hic sunt dragones", "aquí hay dragones". Cuando comencé a investigar sobre el tema y a escribir el guión, dado que realmente no sabía lo que me esperaba ni cómo acabaría, "Encontrarás dragones" me pareció un título apropiado. Era como si me saliera de mi mapa y me adentrara en un territorio inexplorado al tocar temas como qué es la santidad, temas de religión y de política del siglo XX, el pasado de otro país. Me había golpeado la afirmación de Josemaría: a Dios se le encuentra en "la vida ordinaria", y esa vida ordinaria, en su caso, fue la guerra civil española. Me pregunté: ¿cómo es posible encontrar lo divino en la guerra? Pero la misma pregunta puede hacerse sobre todos los desafíos fundamentales de la vida, y sobre la manera en que los afrontamos: cómo respondemos al odio y al rechazo, o al deseo de venganza y justicia. Todos estos dilemas aumentan en tiempo de guerra. Estos dilemas son, en cierto sentido, los "dragones" de la película, momentos de inflexión en nuestras vidas en los que afrontamos opciones decisivas. Opciones que afectarán a nuestro futuro. "Encontrarás dragones" habla de las diferentes opciones que asume la gente en esos momentos de inflexión --tentaciones, si usted quiere-- y de lo difícil que es --y necesario-- huir de los ciclos de odio, resentimiento y violencia.

--La película tiene lugar en el contexto de la guerra civil española, que en cierto sentido es el paradigma de la violencia que genera violencia, la violencia sin sentido. En este escenario de violencia fratricida, ¿hay espacio a la esperanza?

--Roland Joffé: Sí, pero es sumamente difícil. Entre las personas hay demasiados hechos abominables, horrendos, que parecen imposibles de perdonar, de rescatar, imposibles de superar. ¡Pero el perdón es posible! Los ciclos de violencia pueden detenerse, como lo demostró el presidente Nelson Mandela en Sudáfrica. El perdón ha sido posible para muchos héroes en Ruanda, y ha sido ofrecido y aceptado por muchos valerosos palestinos e israelíes. Josemaría aseguró que las personas normales son capaces de ser santas, y creo que se refería a esta clase de perdón heroico. La inagotable posibilidad de perdonar deja espacio a la esperanza. Pero el precio es alto: exige un profundo sentido de lo que es plenamente humano, un profundo sentido de compasión, y una resolución firme, y sí, heroica, para no quedar atrapado por los odios imperantes, sino luchar contra ellos con un amor inquebrantable.

Buena parte de la trama de la película se desarrolla durante la guerra civil española, pero se despliega entre ese telón de fondo y el año 1982. Hay muchas generaciones involucradas en esta historia: el pasado proyecta una sombra sobre el presente. Lo que las une es Robert, un periodista a quien se le ha pedido que haga una investigación sobre Josemaría Escrivá en tiempos de su beatificación. Poco a poco descubre que su padre, Manolo, fue en la infancia amigo de Josemaría, y que estuvo en el seminario con él, aunque luego sus vidas tomaron caminos totalmente diferentes. Robert y Manolo se han alejado, pero la película les une según va revelando la terrible verdad sobre el pasado. Por tanto, es también la historia de un padre y un hijo, y la historia de la verdad que necesitan afrontar para superar lo que les separa. Es sobre todo una película sobre el amor, sobre la fuerza de su presencia y sobre el árido y aterrador mundo en el que vivimos con su ausencia.

Las guerras civiles son mucho más atroces porque enfrentan a hermano contra hermano, familia contra familia. Al final de la guerra civil española, se contaba medio millón de muertos. Una guerra civil es una poderosa metáfora de una familia. Al igual que en las guerras civiles, los miembros de la familia toman partido y se desgarran; los antiguos resentimientos se convierten en manantiales de odio. No le perdonamos a nuestra tía lo que ha hecho, no nos hablamos con nuestro padre porque dejó a nuestra madre, no nos hablamos con nuestra madre porque se fue con otro, o no nos hablamos con nuestro hijo porque escogió una profesión diferente de la que esperábamos. Estas son las guerras civiles de nuestra vida ordinaria. "Encontrarás dragones" habla de estos dos tipos de guerra civil.

Fundamentalmente, todos tenemos que optar entre dejarnos vencer por nuestros resentimientos o encontrar la manera de conquistarlos. Puede verse la vida como una serie de injusticias, de rechazos y heridas, o como una serie de oportunidades, de ocasiones, para vencer a esos dragones a través del poderoso deseo de sustituir el odio por el amor y la unidad. Muchos albergan en su interior ese amor para tomar esta heroica opción. Se dan cuenta de que pueden tomar la opción de ser libres. Tienen la fuerza de carácter para comprender que el odio es una prisión. Nadie que odia puede ser libre.  ¿No hemos visto acaso tantos ejemplos de esto en los años transcurridos desde la primera guerra mundial? Por otro lado, cuando las personas optan por el amor, el observador imparcial puede ver en ellas el sentimiento de libertad, de compasión, de generosidad.

Al final, todos nos encontramos ante estas opciones. Incluso a Robert, el agnóstico y el materialista, se le pide que elija entre el amor y el odio, que en cierto sentido se enfrente al mundo con amor, o como dice Aline, que "se enfrente a Dios con el amor".

Para mí la película habla de esto. El perdón deshiela lo que ha quedado congelado. Toca lo humano en el interior de quien ha sido perdonado, así como toca lo humano en el interior de quien perdona. El amor no siempre es fácil, no puede serlo. No puede proceder de una actitud de superioridad, sólo puede proceder de una actitud de humildad y de humanidad. Y, sin embargo, su belleza es poderosa. Dice: "Sí, sal de ti mismo. ¿Crees que no puedes perdonar?". Pues bien, no sabrás si puedes perdonar hasta que no perdones. Y, ¿cómo puedes perdonar? Para perdonar necesitas identificarte con el otro. Perdonas poniéndote en la piel del otro. Debes dejar de demonizarlo, no puedes decir "Soy mejor que él, yo nunca podría hacer eso". Por el contrario, tienes que mirar a la persona y decirte: "podría ser yo". Por tanto, sí, hay espacio a la esperanza, incluso en las circunstancias más dolorosas, trágicas y terribles, donde la esperanza parece imposible.

--¿La película se dirige a creyentes o a no creyentes?

 

--Roland Joffé: "Encontrarás dragones" se toma la fe en serio; se toma la santidad en serio. Pero su interés va mucho más allá de un público religioso. Su pregunta presupone una separación que, en realidad, es falsa. Todos vivimos en un mundo perturbado, todos tenemos que afrontar el dolor y la alegría de la vida ordinaria, y aunque recurramos a diferentes interpretaciones de la realidad sobre esta experiencia, al final todos moramos en el mismo mundo desgarrado y perturbado.

Es una película sobre creyentes y no creyentes. Quedé profundamente impresionado por la convicción de Josemaría de que todos somos santos en potencia, por su fe en que cada quien es en última instancia capaz de acabar con sus propios dragones. Espero que la gente que vea la película lo descubra en sus propias luchas con sus dragones y que comprenda que ningún santo ha llegado a serlo sin haber luchado.

La película también habla de muchas formas de amor. El amor de Ildiko por Oriol es una forma particular de amor. Su amor apasionado por edificar un mundo mejor es otra forma de amor. El amor de Manolo por Ildiko es también otra forma de amor, aunque esté atado por los celos y el resentimiento. El amor que anhela Manolo y que acaba recibiendo es también otra forma particular de amor. Estos diferentes tipos de amor se unen como en una tela de araña, formada por hilos individuales: cada hilo parece estar separado, pero luego la realización de la tela muestra que todos ellos forman parte de un conjunto más grande, que están unidos a la misma realidad, orientada hacia el mismo punto, hacia el mismo centro. Al final, todos estos hilos diferentes de amor, que parecen tan diferentes, convergen en un punto fundamental: "¿Este amor es más grande que el amor propio?". Esta es una pregunta importante. Y a ella se dedicó buena parte de la política de los inicios del siglo XX. De todos modos, plantea otra cuestión de una gran complejidad. Si este amor apasionado se basa en un ideal, o en una idealización, si consiste en la aceptación de un solo modelo de comportamiento humano, ¿cómo puede evitar caer en el fanatismo o la demonización? Desde tiempos de la Ilustración, esta ha sido una cuestión fundamental. En nombre del amor de un bien más grande, cuántos actos inhumanos se han cometido. Me parece que sólo si se comprende la trágica falibilidad de todos los seres humanos y de todos los comportamientos humanos podemos encontrar la senda del entendimiento y de esa profunda empatía, ese sentido de identificación con el otro, que libera de la demonización y de las espirales de violencia sin esperanza.

No se trata de una película católica, sino que trata de un tema clave en la teología cristiana y en todas las iglesias cristianas, así como en muchas otras religiones. Todas las religiones comprenden que los seres humanos, en sus relaciones unos con otros, toman opciones divinas, opciones que afectan profundamente a la vida de los demás y al mundo que les rodea. Esta interconexión constituye el fundamento del amor: lo que hacemos a favor o en contra de los demás nos afecta a nosotros y a ellos porque todos estamos unidos los unos a los otros.

--¿Hasta qué punto su personaje de Josemaría Escrivá, que hoy es un santo de la Iglesia católica, se basa en hechos o es un producto ficción?

 

--Roland Joffé: De todos los personajes de la película, Josemaría es el único que ha existido históricamente, el único sobre el que abundan testimonios y pruebas. Creo que la representación de Josemaría que ofrecemos de su sensibilidad, su sentido del humor, que indudablemente tenía, surge de los acontecimientos de su vida y es en realidad muy cercana a lo que fue él en realidad. He querido encontrar un punto de vista honesto al trazar su perfil, y tomar su fe en serio, como él lo hizo. Supongo que en el caso de los santos es algo típico ver en ellos, en extraña oposición con la pecadora de corazón de oro, a hombres con corazón de plomo; pero esto no es más que un cómodo convencionalismo. De hecho, la historia de Josemaría es la de un hombre que logra el éxito extraordinario de simplificar su vida entorno a un amor a Dios auténtico y poderoso. Este amor a Dios se convierte en un principio organizador que le da forma, así como una especie de sencillez y fuerza.

Pero esto no hace que sea aburrido o soso, pues este amor se dio en el mundo real, y el fruto de esta existencia en el mundo real, y con frecuencia cruel, es en todo hombre honesto la duda. Dudar de Dios y dudar de la bondad. Esta duda es sumamente fecunda. El amor no es algo caído del cielo, como algo sine qua non. Hay que luchar por él. Es lo que, como seres humanos, debemos llevar a la mesa. Tenemos que encontrar este amor profundo en nosotros mismos, comprendiendo la belleza escondida de nuestra fragilidad y de la fragilidad de los demás. En un sentido profundo que ilustra, me parece, la historia de Cristo. Si somos creyentes, tenemos que seguir buscando ese amor profundo en nosotros mismos y ofrecerlo a Dios y a su creación. Si no somos creyentes, tenemos que seguir buscándolo y ofreciéndolo a los demás, sin tener en cuenta su política, raza o religión.

Por Jesús Colina

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Espiritualidad


Evangelio del domingo: Dios, su tienda en nuestra contienda
Por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm

OVIEDO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).-  Publicamos el comentario al Evangelio del domingo, 2 de enero, segundo de Navidad (Juan 1,1-18), redactado por monseñor Jesús Sanz Montes, ofm, arzobispo de Oviedo.


 


 

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Fue el discípulo amado, el que se recostó en el pecho del Maestro en aquella cena decisiva de intimidades, recuerdos y traiciones. No olvidará las palabras esenciales que escuchó de los labios del Maestro. San Juan nos refiere al comienzo de su Evangelio con estremecedoras palabras, qué es lo que hizo el Hijo de Dios: "la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros" (Jn 1,14). Una imagen que muy bien podría comprender aquél Pueblo que sabía a lo largo de su historia lo que significa vivir a la intemperie y cobijarse en una tienda. La tienda era para el pastor, para el peregrino, para el viajante... un lugar de reposo, de restablecimiento de las fuerzas desgastadas.

Dios es el que ha querido "acamparse" en el terruño de todas nuestras intemperies, enviando a su propio Hijo como una tienda en la que poder entrar para cobijarnos de todos los descobijos pensables de nuestra vida. De este modo tan inauditoDios ha cambiado de dirección y domicilio viniéndose a nuestro barrio, a nuestra casa. Pese a todos los nobles esfuerzos y a los agotadores intentos de hacer un mundo nuevo, constatamos nuestra incapacidad de diseñar una tierra que sea por todos habitable, una tierra en la que las sombras de guerras, mentiras, corruptelas, tristezas,injusticias, muertes... no eclipsen el fulgor por el que sueñan los ojos de nuestro corazón.

Dios se ha hecho tienda, se ha acampado, nos ha dirigido su Palabra, nos ha manifestado su Gloria, nos ha regalado su Luz. Creer en la Encarnación de Dios, celebrar su Natividad, es posibilitar desde nuestra realidad personal y comunitaria, que aquel acontecimiento sucedido hace dos mil años siga sucediendo, y nuestra vida cristiana pueda ser un grito o un susurro del milagro de Dios: que los exterminios que hacemos y subvencionamos, con todos nuestros desmanes y pecados de acción y de omisión no tienen la última palabra, porque ésta corresponde a la de Dios que ha querido acamparse.

¿Podrán entrever nuestros contemporáneos, que efectivamente Dios no está lejano en su cielo, que se ha acampado muy cerca de nosotros? ¿Qué gestos tendríamos que ofrecer para testimoniar esta verdad, para que a través de nuestro vivir cotidiano tejido de pequeños o grandes momentos, puedan las gentes experimentar en la historia cristiana que Dios es Amor, que es Ternura, que es Verdad, que es Luz, que es Paz? Sólo si nuestra vida sabe a esto, si sabe a lo que sabe la de Dios, si somos tierra abierta para que en nosotros y entre nosotros, Él siga plantando su Tienda en medio de nuestras contiendas.



 

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Mensaje a nuestros lectores


Feliz 2011 - ZENIT regresa el 6 de enero
 

CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El servicio de noticias de ZENIT retomará su habitual cita informativa con los lectores el 6 de enero. Toda la redacción desea a sus lectores un feliz año 2011.

 



 

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Documentación


Homilía del Papa en la Jornada Mundial de la Paz
Solemnidad de la Santísima Madre de Dios
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía pronunciada hoy por el Papa Benedicto XVI durante la Misa con motivo de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, Jornada Mundial de la Paz, en la Basílica de San Pedro.

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Queridos hermanos y hermanas

Envueltos aún por el clima espiritual de la Navidad, en el que hemos contemplado el misterio del nacimiento de Cristo, hoy celebramos con los mismos sentimientos a la Virgen María, a la que la Iglesia venera como Madre de Dios, en cuanto que dio carne al Hijo del eterno Padre. Las lecturas bíblicas de esta solemnidad ponen el acento principalmente sobre el Hijo de Dios hecho hombre y sobre el “nombre” del Señor. La primera lectura nos presenta la bendición solemne que los sacerdotes pronunciaban sobre los israelitas en las grandes fiestas religiosas: está marcada precisamente por el nombre del Señor, repetido por tres veces, como expresando la plenitud y la fuerza que deriva de esa evocación. Este texto de bendición litúrgica, de hecho, evoca la riqueza de gracia y de paz que Dios da al hombre, con una disposición benévola hacia él, y que se manifiesta con el “resplandecimiento” del rostro divino y el “dirigirlo” hacia nosotros.

La Iglesia vuelve a escuchar hoy estas palabras, mientras pide al Señor que bendiga el nuevo año apenas comenzado, con la conciencia de que ante los trágicos acontecimientos que marcan la historia, ante las lógicas de guerra que por desgracia aún no están superadas del todo, sólo Dios puede tocar en lo profundo el alma humana y asegurar esperanza y paz a la humanidad. Ya es una tradición consolidada, de hecho, que el primer día del año la Iglesia, diseminada en todo el mundo, eleve una oración conjunta para invocar la paz. Es bueno comenzar una nueva etapa del camino poniéndose con decisión en el camino de la paz. Hoy queremos recoger el grito de tantos hombres, mujeres, niños y ancianos víctimas de la guerra, que es el rostro más horrendo y violento de la historia. Nosotros rezamos hoy para que la paz, que los ángeles anunciaron a los pastores la noche de Navidad, pueda llegar a todas partes: "super terram pax in hominibus bonae voluntatis" (Lc 2,14). Por esto, especialmente con nuestra oración, queremos ayudar a todo hombre y a todo pueblo, en particular a cuantos tienen responsabilidad de gobierno, a caminar de modo cada vez más decidido en el camino de la paz.

En la segunda lectura, san Pablo resume en la adopción filial la obra de salvación realizada por Cristo, en la que está como engastada la figura de María. Gracias a ella el Hijo de Dios, “nacido de mujer” (Gal 4,4), pudo venir al mundo como verdadero hombre, en la plenitud de los tiempos. Este cumplimiento, esta plenitud, se refiere al pasado y a las expectativas mesiánicas, que se cumplen, pero, al mismo tiempo, se refiere también a la plenitud en sentido absoluto: en el verbo hecho carne, Dios ha dicho su Palabra última y definitiva. En el umbral de un nuevo año, resuena así la invitación a caminar con alegría hacia la luz del “sol que nace de lo alto" (Lc 1,78), pues en la perspectiva cristiana, todo el tiempo está habitado por Dios, no hay futuro que no esté dirigido a Cristo, y no existe plenitud fuera de la de Cristo.

El pasaje del Evangelio de hoy termina con la imposición del nombre de Jesús, mientras María participa en silencio, meditando en su corazón en el misterio de este Hijo suyo, que de una forma tan singular es don de Dios. Pero la vita evangélica que hemos escuchado pone en particular evidencia a los pastores, que volvieron “glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído" (Lc 2,20). El ángel les había anunciado que en la ciudad de David, o sea, en Belén, había nacido el Salvador y que habrían encontrado la señal: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre (cfr Lc 2,11-12). Partiendo rápidamente, habían encontrado a María y José y el Niño. Observemos cómo el Evangelista habla de la maternidad de María a partir del Hijo, de ese “niño envuelto en pañales", porque es Él – el Verbo de Dios (Jn 1,14) – el punto de referencia, el centro del acontecimiento que se está realizando y es Él el que hace que la maternidad de María sea calificada como "divina".

Esta mayor atención que las lecturas de hoy dedican al “Hijo”, a Jesús, no reduce el papel de la Madre, al contrario, la coloca en la justa perspectiva: María, de hecho, es verdadera Madre de Dios precisamente en virtud de su relación total a Cristo. Por tanto, glorificando al Hijo se honra a la Madre, y honrando a la Madre se glorifica al Hijo. El título de “Madre de Dios”, que hoy la liturgia pone de relieve, subraya la misión única de la Virgen Santa en la historia de la salvación: misión que está a la base del culto y de la devoción que el pueblo cristiano le reserva. María de hecho no recibió el don de Dios sólo para sí misma, sino para traerlo al mundo: en su virginidad fecunda, Dios dio a los hombres los bienes de la salvación eterna (cfr Colecta). Y María ofrece continuamente su mediación al Pueblo de Dios que peregrina en la historia hacia la eternidad, como antes la ofreció a los pastores del Belén. Ella, que dio la vida terrena al Hijo de Dios, continua dando a los hombres la vida divina, que es Jesús mismo y su Santo Espíritu. Por esto se la considera madre de cada hombre que nace a la Gracia y al mismo tiempo es invocada como Madre de la Iglesia.

Es en nombre de María, Madre de Dios y de los hombres, que desde el 1 de enero de 1968 se celebra en todo el mundo la Jornada Mundial de la Paz. La paz es don de Dios, como hemos escuchado en la primera lectura: “El Señor … te conceda la paz" (Nm 6,26). Esta es el don mesiánico por excelencia, el primer fruto de la caridad que Jesús nos ha dado, es nuestra reconciliación y pacificación con Dios. La paz es también un valor humano que realizar en el plano social y político, pero que hunde sus raíces en el misterio de Cristo (cfr Conc. Vat. II, Const. Gaudium et spes, 77-90). En esta celebración solemne, con ocasión de la cuadragésimo cuarta Jornada Mundial de la Paz, estoy contento de dirigir mi saludo deferente a los ilustres Señores Embajadores ante la Santa Sede, con mis mejores deseos por su misión. Un saludo fraterno y cordial va, también, a mi Secretario de Estado y a los demás responsables de los dicasterios de la Curia Romana, con un particular pensamiento hacia el presidente del Consejo Pontificio “Justicia y Paz” y sus colaboradores. Deseo manifestarles mi vivo reconocimiento por su empeño cotidiano a favor de una convivencia pacífica entre los pueblos y de la formación cada vez más sólida de una conciencia de paz en la Iglesia y en el mundo. En esta perspectiva, la comunidad eclesial está cada vez más comprometida en trabajar, según las indicaciones del Magisterio, para ofrecer un patrimonio espiritual seguro de valores y de principios de la continua búsqueda de la paz.

He querido recordar en mi Mensaje para la Jornada de hoy, con el título “Libertad religiosa, camino para la paz": "El mundo necesita a Dios. Necesita valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede ofrecer una preciosa contribución en su búsqueda, para la construcción de un orden social e internacional justo y pacífico" (n. 15). He subrayado, por tanto, que “la libertad religiosa es un elemento imprescindible de un Estado de derecho; no se puede negar sin dañar al mismo tiempo los demás derechos y libertades fundamentales, pues es su síntesis y su cumbre" (n. 5).

La humanidad no puede mostrarse resignada a la fuerza negativa del egoísmo y de la violencia; no debe acostumbrase a conflictos que provocan víctimas y ponen en riesgo el futuro de los pueblos. Frente a las tensiones amenazadoras de este momento, especialmente frente a las discriminaciones, a los abusos y a las intolerancias religiosas, que hoy afectan de modo particular a los cristianos (cfr ibid., 1), dirijo una vez más una invitación apremiante a no ceder al desaliento y a la resignación. Exhorto a todos a rezar para que lleguen a buen fin los esfuerzos emprendidos por muchas partes para promover y construir la paz en el mundo. Para esta difícil tarea no son suficientes las palabras, es necesario el compromiso concreto y constante de los responsables de las naciones, sino que es necesario sobre todo que cada persona esté animada por un auténtico espíritu de paz, que hay que implorar siempre de nuevo en la oración y que hay que vivir en las relaciones cotidianas, en cada ambiente.

En esta celebración eucarística tenemos ante los ojos, para nuestra veneración, la imagen de Nuestra Señora del Sacro Monte de Viggiano, tan querida a las gentes de Basilicata. La Virgen María nos da a su Hijo, nos muestra el rostro de su Hijo, Príncipe de la Paz: que ella nos ayude a permanecer a la luz de este rostro, que brilla sobre nosotros (cfr Nm 6,25), para redescubrir toda la ternura de Dios Padre; que ella nos sostenga en invocar al Espíritu Santo, para que renueve la faz de la tierra y transforme los corazones, deshaciendo su dureza ante la bondad desarmante del Niño, que nació por nosotros. Que la Madre de Dios nos acompañe en este nuevo años; que obtenga para nosotros y para el mundo entero el deseado don de la paz. Amén.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]


 

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Homilía del Papa durante las Vísperas de Acción de Gracias de fin de año
Ayer en la Basílica de San Pedro
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que el Papa Benedicto XVI pronunció ayer 31 de diciembre durante las primeras Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios y de Acción de Gracias por el fin del año civil, en la Basílica de San Pedro.

* * * * *

¡Queridos hermanos y hermanas!

En el fin del año, nos encontramos esta tarde en la Basílica Vaticana para celebrar las primeras vísperas de la solemnidad de María Santísima Madre de Dios y para elevar un himno de gracias al Señor por las innumerables gracias que nos ha dado, pero además y sobre todo por la Gracia en persona, es decir por el Don viviente y personal del Padre, que es su Hijo predilecto, nuestro Señor Jesucristo. Precisamente esta gratitud por los dones recibidos de Dios en el tiempo que se nos ha concedido vivir, nos ayuda a descubrir un gran valor inscrito en el tiempo: marcado en sus ritmos anuales, mensuales, semanales y diarios, está habitado por el amor de Dios, por sus dones de gracia; es tiempo de salvación. Sí, el Dios eterno entró y permanece en el tiempo del hombre. Entró en él y permanece en él con la persona de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, el Salvador del mundo. Es cuanto nos ha recordado el apóstol Pablo en la lectura breve poco antes proclamada: “Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo … para hacernos hijos adoptivos” (Gal 4,4-5).

Por tanto, el Eterno entra en el tiempo y lo renueva de raíz, liberando al hombre del pecado y haciéndolo hijo de Dios. Ya ‘al principio’, o sea, con la creación del mundo y del hombre en el mundo, la eternidad de Dios hizo surgir el tiempo, en el que transcurre la historia humana, de generación en generación. Ahora, con la venida de Cristo y con su redención, estamos “en la plenitud” del tiempo. Como revela san Pablo, con Jesús el tiempo se hace pleno, llega a su cumplimiento, adquiriendo ese significado de salvación y de gracia por el que fue querido por Dios antes de la creación del mundo. La Navidad nos remite a esta 'plenitud' del tiempo, es decir, a la salvación renovadora traída por Jesús a todos los hombres. Nos la recuerda y, misteriosa pero realmente, nos la da siempre de nuevo. Nuestro tiempo humano está lleno de males, de sufrimientos, de dramas de todo tipo – desde los provocados por la maldad de los hombres hasta los derivados de las catástrofes naturales –, pero encierra ya, y de forma definitiva e imborrable la novedad gozosa y liberadora de Cristo salvador. Precisamente en el Niño de Belén podemos contemplar de modo particularmente luminoso y elocuente el encuentro de la eternidad con el tiempo, como le gusta expresar a la liturgia de la Iglesia. La Navidad nos hace volver a encontrar a Dios en la carne humilde y débil de un niño. ¿No hay aquí quizás una invitación a reencontrar la presencia de Dios y de su amor que da la salvación también en las horas breves y agotadoras de nuestra vida cotidiana? ¿No es quizás una invitación a descubrir que en nuestro tiempo humano – también en los momentos difíciles y duros – está enriquecido incesantemente por las gracias del Señor, es más, por la Gracia que es el Señor mismo?

Al final de este año 2010, antes de entregar los días y las horas a Dios y a su juicio justo y misericordioso, siento muy vivo en el corazón la necesidad de elevar nuestro “gracias” a Él y a su amor por nosotros. En este clima de agradecimiento, deseo dirigir un saludo particular al cardenal vicario, a los obispos auxiliares, a los sacerdotes, a las personas consagradas, como también a los muchos fieles laicos aquí reunidos. Saludo al señor Alcalde y a las Autoridades presentes. Un recuerdo especial va a cuantos están en dificultad y transcurren estos días de fiesta entre problemas y sufrimientos. A todos y a cada uno aseguro mi pensamiento afectuoso, que acompaño con la oración.

Queridos hermanos y hermanas, nuestra Iglesia de Roma está empeñada en ayudar a todos los bautizados a vivir fielmente la vocación que han recibido y a dar testimonio de la belleza de la fe. Para poder ser auténticos discípulos de Cristo, una ayuda esencial nos viene de la meditación cotidiana de la Palabra de Dios que, como escribí en la reciente Exhortación apostólica Verbum Domini, “está en la base de toda auténtica espiritualidad cristiana” (n. 86). Por esto deseo animar a todos a cultivar una intensa relación con ella, en particular a través de la lectio divina, para tener esa luz necesaria para discernir los signos de dios en el tiempo presente y a proclamar eficazmente el Evangelio. También en Roma, de hecho, hay cada vez más necesidad de un renovado anuncio del Evangelio, para que los corazones de los habitantes de nuestra ciudad se abran al encuentro con ese Niño, que nació por nosotros, con Cristo, Redentor del mundo. Pues, como recuerda el Apóstol Pablo, “la fe, por lo tanto, nace de la predicación y la predicación se realiza en virtud de la Palabra de Cristo” (Rm 10,17), una ayuda útil en esta acción evangelizadora puede venir – como ya se experimentó durante la Misión Ciudadana de preparación al Gran Jubileo del año 2000 – por los “Centros de escucha del Evangelio", que animo a hacer renacer o a revitalizar no sólo en las casas, sino también en los hospitales, en los lugares de trabajo y en aquellos donde se forman las nuevas generaciones y se elabora la cultura. El Verbo de Dios, de hecho, se hizo carne por todos y su verdad es accesible a todo hombre y a toda cultura. He sabido con agrado del ulterior empeño del Vicariato en la organización de los "Diálogos en la Catedral", que tendrán lugar en la Basílica de San Juan de Letrán: estas significativas citas expresan el deseo de la Iglesia de encontrar a todos aquellos que están buscando respuestas a las grandes preguntas de la existencia humana.

El lugar privilegiado de la escucha de la Palabra de Dios es la celebración de la Eucaristía. El Congreso diocesano del pasado junio, en el que participé, quiso poner de manifiesto la centralidad de la Santa Misa dominical en la vida de cada comunidad cristiana y ofreció indicaciones para que la belleza de los divinos misterios pueda resplandecer mayormente en el acto celebrativo y en los frutos espirituales que derivan de él. Animo a los párrocos y a los sacerdotes a llevar a cabo lo indicado en el programa pastoral: la formación de un grupo litúrgico que anime la celebración, y una catequesis que ayude a todos a conocer más el misterio eucarístico, del que brota el testimonio de la caridad. Nutridos por Cristo, también nosotros somos atraídos en el mismo acto de ofrecimiento total, que empujó al Señor a dar su propia vida, revelando de ese modo el inmenso amor del Padre. El testimonio de la caridad posee, por tanto, una esencial dimensión teologal y está profundamente unida al anuncio de la Palabra. En esta celebración de acción de gracias a Dios por los dones recibidos en el curso del año, recuerdo en particular la visita que realicé al hostal de Caritas en la Estación Termini donde, a través del servicio y de la dedicación generosa de numerosos voluntarios, tantos hombres y mujeres pueden tocar con la mano el amor de Dios. El momento presente genera aún preocupación por la precariedad en la que se encuentran tantas familias y pide a toda la comunidad diocesana que esté cerca de aquellos que viven en condiciones de pobreza y dificultad. Que Dios, amor infinito, inflame los corazones de cada uno de nosotros con esa caridad que lo empujó a entregarnos a su Hijo unigénito.

Queridos hermanos y hermanas, somos invitados a mirar al futuro, y a mirarlo con esa esperanza que es la palabra final del Te Deum: "In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum! - Señor, Tu eres nuestra esperanza, no seremos confundidos eternamente". Quien nos entrega a Cristo, nuestra Esperanza, es siempre ella, la Madre de Dios: María santísima. Como antes a los pastores y a los magos, sus brazos y aún más su corazón siguen ofreciendo al mundo a Jesús, su Hijo y nuestro Salvador. En Él está toda nuestra esperanza, porque de Él han venido para todo hombre la salvación y la paz. ¡Amen!

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Carta del Papa por la clausura del Año Santo Compostelano
 
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la Carta que el Papa Benedicto XVI hizo llegar al arzobispo de Santiago de Compostela (España), monseñor Julián Barrio, con motivo de la Clausura del Año Santo Compostelano, y que hizo pública ayer por la Santa Sede.

* * * * *

Al Venerado Hermano, Monseñor Julián Barrio Barrio,
Arzobispo Metropolitano de Santiago de Compostela

1. Con ocasión de la solemne clausura del Año Santo Compostelano de 2010, vuelvo a pensar con emoción en la Casa del Señor Santiago, que visité recientemente con hondo gozo interior. Deseo unirme a la acción de gracias a Dios por los dones que su bondad ha derramado en estos meses en la multitud de personas que han peregrinado a ese lugar santo con fe viva, renovando la firme adhesión al mensaje transmitido por los Apóstoles y viviendo con espíritu de conversión el encuentro con la misericordia y el amor de Jesucristo. Al saludar con afecto a los Pastores, religiosos, seminaristas y fieles congregados en esa circunstancia, evocando los inolvidables momentos que vivimos junto a la Tumba del Apóstol protomártir, quisiera dirigirles una palabra de aliento, para que los frutos de vida cristiana y de renovación eclesial cosechados copiosamente en el Año Santo impulsen a los que han llegado hasta Santiago de Compostela a ser testigos de Cristo Resucitado.

2. En efecto, en el camino, compartieron preocupaciones, esperanzas y desafíos con los hermanos que encontraron a su lado, buscando escuchar al Dios que nos habla y habita en nuestro interior para salir de sí mismos y abrirse a los demás. Al llegar al Pórtico de la gloria, los esperaba la majestad amorosa y acogedora de Cristo, a cuya luz el hombre puede hallar el auténtico sentido de su existencia y sendas para una convivencia pacífica y constructiva entre los pueblos. Bajo la mirada serena del Apóstol, renovaron su profesión de fe, entonaron su alabanza e hicieron humilde confesión de sus pecados. A la profesión de fe siguió la recepción del perdón en el sacramento de la Penitencia y el encuentro con el Señor en la Eucaristía.

3. Dicho encuentro no puede dejarlos indiferentes. Los peregrinos han de volver a sus casas como regresaron a Jerusalén los discípulos de Emaús, que conversaron con Jesús por el camino y le reconocieron al partir el pan. Gozosos y agradecidos fueron a la Ciudad Santa a comunicar a todos que había resucitado y se les había aparecido vivo. Se convirtieron así en mensajeros alegres y confiados del Cristo viviente, que es bálsamo para nuestras penas y fundamento de nuestra esperanza (cf. Lc 24,13-35). También ahora, al dejar Compostela tras haber experimentado el amor del Señor que nos ha salido al encuentro, se hará sentir el anhelo de cumplir el encargo del Apóstol Pedro: "Glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere" (1 P 3,15). Ello requiere el propósito de fortalecer cada día más nuestra fe, participando asiduamente en los misterios de gracia confiados a la Iglesia y dando ejemplo eficaz y concreto de caridad. No seremos testigos creíbles de Dios si no somos fieles colaboradores y servidores de los hombres. Este servicio a una comprensión profunda y a una defensa valerosa del hombre es una exigencia del Evangelio y una aportación esencial a la sociedad de nuestra condición cristiana.

4. Con estos sentimientos, quisiera ahora dirigirme en particular a los jóvenes, con quienes tendré la dicha de reunirme el año próximo en Madrid, para la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. Los invito a dejarse interpelar por Cristo, entablando con Él un diálogo franco y pausado y preguntándose también: ¿Contará el Señor conmigo para ser su apóstol en el mundo, para ser mensajero de su amor? Que no falte la generosidad en la respuesta, ni tampoco aquel arrojo que llevó a Santiago a seguir al Maestro sin ahorrar sacrificios. Asimismo, animo a los seminaristas a que se identifiquen cada vez más con Jesús, que los llama a trabajar en su viña (cf. Mt 20,3-4). La vocación al sacerdocio es un admirable don del que se ha de estar orgulloso, porque el mundo necesita de personas dedicadas por completo a hacer presente a Jesucristo, configurando toda su vida y su quehacer con Él, repitiendo diariamente con humildad sus palabras y sus gestos, para ser transparencia suya en medio de la grey que les ha sido encomendada. Aquí está la fatiga y también la gloria de los presbíteros, a quienes quisiera recordar con San Pablo, que nada ni nadie en este mundo podrá arrancarlos del amor de Dios manifestado en Cristo (cf. Rm 8,39).

5. Conservando en mi alma el recuerdo de mi grata estancia en Compostela, pido al Señor que el perdón y la aspiración a la santidad que han germinado en este Año Santo Compostelano ayuden a hacer más presente, bajo la guía de Santiago, la Palabra redentora de Jesucristo en esa Iglesia particular y en todos los pueblos de España, y que su luz se perciba igualmente en Europa, como una invitación incesante a vigorizar sus raíces cristianas y así potenciar su compromiso por la solidaridad y la firme defensa de la dignidad del hombre.

6. A la amorosa protección de la Santísima Virgen María, a cuyo corazón de Madre confió el Apóstol Santiago sus penas y alegrías, según venerable tradición, encomiendo a todos los hijos e hijas de esas nobles tierras y les imparto la Bendición Apostólica, signo de consuelo y de constante asistencia divina.

Vaticano, 18 de diciembre de 2010.

BENEDICTUS PP. XVI

[©Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa a los pobres de las misioneras de la Caridad
Durante el almuerzo que les ofreció en el Aula Pablo VI
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso pronunciado por el Papa Benedicto XVI durante el almuerzo ofrecido por él, en el Aula Pablo VI a las personas asistidas por las diversas comunidades romanas de las Misioneras de la Caridad, con ocasión del centenario del nacimiento de la beata Teresa de Calcuta, el pasado 27 de diciembre.

* * * * *

Queridos amigos,

estoy muy contento de estar hoy aquí con vosotros y dirijo mi más cordial saludo a la reverenda madre general de las Misioneras de la Caridad, a los sacerdotes, a las hermanas, a los hermanos contemplativos y a todos los que estamos aquí presentes para vivir juntos este momento fraterno.

La luz de la Natividad del Señor colma nuestros corazones de la alegría y de la paz anunciada por los ángeles a los pastores de Belén: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él” (Lc 2,14). El niño que vemos en la cueva es Dios mismo que se ha hecho hombre, para mostrarnos cuánto nos quiere, cuánto nos ama: Dios se ha convertido en uno de nosotros, para acercarse a cada uno, para vencer el mal, para liberarnos del pecado, para darnos esperanza, para decirnos que no estamos solos nunca. Nosotros podemos dirigirnos siempre a Él, sin miedo, llamándolo Padre, seguros de que en todo momento, en cada una de las situaciones de la vida, incluso en las más difíciles, Él no nos olvida. Debemos decirnos más a menudo: Sí, Dios me cuida, me quiere, Jesús ha nacido también por mí; debo tener siempre fe en Él.

Queridos hermanos y hermanas, dejemos que la luz del Niño Jesús, del Hijo de Dios hecho hombre, ilumine nuestra vida para transformarla en luz, como vemos de modo especial en la vida de los santos. Recuerdo el testimonio de la beata Teresa de Calcuta, un reflejo de la luz del amor de Dios. Celebrar que hace 100 años que nació es un motivo de agradecimiento y de reflexión hacia un renovado y gozoso empeño al servicio del Señor y de los hermanos, especialmente de los más necesitados. El Señor mismo quería ser necesitado, como sabemos. Queridas hermanas, queridos sacerdotes y hermanos, queridos amigos del personal, la caridad es la fuerza que cambia el mundo, porque Dios es amor (cfr 1Jn 4,7-9). La beata Teresa de Calcuta ha vivido la caridad hacia los demás sin distinciones, pero prefiriendo a los más pobres y abandonados: signo luminoso de la paternidad y de la bondad de Dios. Ha sabido reconocer en cada uno el rostro de Cristo, amado por ella con todo su ser: al Cristo que ella adoraba y recibía en la Eucaristía, lo encontraba por las calles de la ciudad, convirtiéndose en una imagen viva de Jesús que vierte sobre las heridas del hombre la gracia del amor misericordioso. A quien se pregunta por qué la madre Teresa se convirtió en alguien tan famoso, la respuesta es simple: porque ha vivido de manera humilde y oculta, por amor y en el amor de Dios. Ella misma afirmaba que su gran premio era amar a Jesús y servirlo en los pobres. Su figura pequeña, con las manos unidas o mientras acariciaba a un enfermo, un leproso, un moribundo, un niño, es el signo visible de un existencia transformada por Dios. En la noche del dolor humano ha hecho resplandecer la luz del Amor divino y ha ayudado a muchos corazones a encontrar la paz que sólo Dios puede dar.

Demos gracias a Dios, porque en la beata Teresa de Calcuta todos hemos visto como nuestra existencia puede cambiar cuando se encuentra con Jesús; Puede convertirse, para los demás, en reflejo de la luz de Dios.

A muchos hombres y mujeres en situación de miseria y sufrimiento, ella ha dado consuelo y la certeza de que ¡Dios no abandona a nadie, nunca!. Su misión continúa a través de aquellos, que como en otras partes del mundo, viven el carisma de ser misioneros y misioneras de la Caridad.

Nuestra gratitud es grande, queridos hermanas y hermanos, por vuestra presencia humilde, discreta, oculta a los ojos de los hombres, pero extraordinaria y preciosa para el corazón de Dios. Al hombre, a menudo en busca de una felicidad aparente, vuestro testimonio de vida le dice dónde se encuentra la verdadera felicidad: en el compartir, en el donarse, en el amar con la misma gratuidad de Dios que rompe la lógica del egoísmo humano.

¡Queridos amigos! Sabed que el Papa os quiere mucho, os lleva en el corazón, os acoge a todos en un abrazo paterno y reza por vosotros. ¡Muchas felicidades! Gracias por haber querido compartir la alegría de estos días de fiesta. Invoco la protección materna de la Sagrada Familia de Nazaret que celebramos hoy -Jesús, María y José- y os bendigo a vosotros y a vuestros seres queridos.

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Copyright 2010 Libreria Editrice Vaticana]

 



 

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Audiencia del Papa a los “Pueri Cantores”
 
CIUDAD DEL VATICANO, sábado 1 de enero de 2011 (ZENIT.org).- A continuación ofrecemos el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a la Federación Internacional “Pueri Cantores” en el Aula Pablo VI, al recibirles en audiencia con motivo de su XXXVI Congreso Internacional.

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Queridos jóvenes miembros de la Federación Pueri Cantores,

Queridos amigos,

estoy encantado de recibiros hoy, día en que vosotros celebráis vuestro 36 Congreso Internacional aquí en Roma, y os agradezco por vuestro compromiso con el apostolado del canto litúrgico. En palabras de san Agustín: "cantar es expresión de alegría y … amor” (Sermo 34:1). Contando las alabanzas de Dios, vosotros dais voz al deseo natural de cada ser humano de glorificarlo con cantos de amor. Es difícil encontrar las palabras para transmitir la alegría del alma en su encuentro amoroso con Dios, sin embargo la buena música es capaz de expresar algo del misterio de su amor por nosotros y del nuestro por Él , como se nos recuerda por el tema elegido para este Congreso: Deus Caritas Est.

Recordad siempre que vuestro canto es un servicio. Es un servicio a Dios, ofreciéndole la alabanza que le es debida.. Es un servicio para otros fieles, ayudándolos a elevar sus corazones y mentes en oración. Y es un servicio para la iglesia entera, un anticipo de la liturgia celestial en la que los coros de los ángeles y santos se unen en una infinita canción de amor y alabanza.

Saludo especialmente a los grupos hoy presentes, que vienen de los Estados Unidos, Suecia, Irlanda, Latvia y Corea del Sur. Os animo a perseverar en vuestra buena obra. Os aseguro mis oraciones, y con alegría os doy mi bendición apostólica.

[En italiano dijo]

¡Un afectuoso saludo a los Pueri Cantores de lengua italiana!

Queridos y jóvenes amigos, os agradezco a vosotros y a aquellos que os instruyen en el canto sacro, por el precioso servicio que realizáis en la Liturgia. Os animo a todos a perseverar y os invito a sentiros siempre partícipes de la vida de las comunidades cristianas a las que pertenecéis. Custodiad la alegría que la venida de Cristo lleva consigo y descubrid siempre cuanto os ama Él. ¡Os bendigo a todos!

[En francés dijo]

Estoy contento de saludar muy cordialmente a los Pueri Cantores de lengua francesa, procedentes de Bélgica, de la República Democratica del Congo y de Francia. Con la belleza de vuestros cantos manifestáis a Dios vuestro gozo y vuestr amor y ayudáis al pueblo cristiano a entrar más en profundidad en los misterois celebrados en el transcurso de la Liturgia. Os doy las gracias vivamente por esto. ¡Que el canto liturgico, a través del cual expresáis la grandeza y el amor de Dios, os permita crecer en santidad! ¡Que Dios os bendiga!

[En alemán dijo]

Saludo de todo corazón a los Pueri Cantores de los países de lengua alemana. El Evangelio de la Noche Santa narra la alabanza de los ángeles, que los pastores de Belén escucharon. Desde siempre los cristianos consideran estas palabras de los ángeles como un canto y son entusiastas de honrar a Dios con la música. También vosotros, con vuestro canto tomáis parte en esta hermosa tarea de forma que Dios sea honrado y los hombres sientan gozo. Os doy las gracias por vuetsro compromiso, queridos jóvenes, y os auguro la paz de la Navidad y la gracia de Jesucristo.

[En español dijo]

Saludo con afecto a los Pueri Cantores de lengua española. Con vuestro canto contribuís a que el pueblo cristiano contemple con más profundidad el misterio de Cristo, celebrado en la liturgia. Que el amor de Jesús recién nacido llene vuestros corazones de alegría y de paz. Que Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias.

[En portugués dijo]

Un muy afectuoso saludo también a los “pequeños Cantores” venidos de Portugal. Os agradezco el precioso servicio que realizais, animando con los cantos las celebraciones litúrgicas.

[En polaco dijo]

Un cariñoso saludo a los Pueri Cantores venidos de Polonia. ¡Gracias por el precioso servicio que realizais animando con los cantos las celebraciones litúrgicas y ayudando de esta manera a alabar y dar fracias al Señor!

[En ruso dijo]

Un afectuoso saludo a los Pueri Cantores venidos de Ucrania. ¡Os agradezco el precioso servicio que realizais animando con el canto las celebraciones litúrgicas!



 

[Traducción del original inglés por Carmen Álvarez

©Copyright 2010 Libreria Editrice Vaticana]

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