1.01.11

Benedicto XVI y 2011: año de la paz

A las 8:29 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Benedicto XVI
 

A Benedicto XVI le preocupan la guerra, la violencia y la discriminación, pero más le angustia la paz. Esa paz que viene de Dios y a él debe ser implorada, pero que el hombre continúa a pretender alcanzar con sofisticados mecanismos terrenos. Negociaciones calculadas y acuerdos de ocasión con vanos resultados. Por eso el Papa dio un paso al frente y colocó como prioridad este tema en su agenda 2011.

El obispo de Roma sabe bien que en este asunto las palabras sobran, lo importante son los hechos. Por ello este primer día del año anunció su convocatoria a todos los líderes religiosos del planeta para que se sumen con él en una Jornada de Oración por la Paz Mundial que se llevará a cabo en octubre próximo en la ciudad italiana de Asís.

Lo hizo durante el rezo del Angelus ante miles de personas en la Plaza de San Pedro y aseguró que el encuentro servirá para recordar el 25 aniversario de aquel gesto histórico cumplido por Juan Pablo II cuando él mismo compartió las plegarias con representantes de las religiones más importantes en la misma ciudad de san Francisco a lo largo de un evento similar.

En San Pedro este día el Papa hizo además una reflexión sobre las que considera dos de las amenazas más peligrosas a la paz. A continuación comparto con los lectores de este blog el comentario de Joseph Ratzinger así como un interesante video sobre los hechos más sobresalientes en la Sede Apostólica del año viejo 2010. Estos “regalos” virtuales van junto con la esperanza que este 2011 nos vea a todos empeñados en vivir un auténtico espíritu de paz.

DIOS LLAMA A LA HUMANIDAD
Benedicto XVI / 1 de enero de 2011

Asistimos hoy a dos tendencias opuestas, dos extremos ambos negativos: por una parte el laicismo que, en modo a menudo disimulado, margina la religión para confinarla en la esfera privada, por otra el fundamentalismo, que quisiera imponerla a todos con la fuerza.

En realidad Dios llama a sí a la humanidad con un diseño de amor que, mientras involucra toda la persona en su dimensión natural y espiritual, exige de corresponder en términos de libertad y de responsabilidad, con todo el corazón y con todo el propio ser, individual y comunitario.

Allí donde se reconoce efectivamente la libertad religiosa, la dignidad de la persona humana es respetada en su raíz y, a través de una sincera búsqueda de la verdad y del bien, se consolida la conciencia moral y se refuerzan las mismas instituciones de la convivencia civil.

Quien está en camino hacia Dios no puede no transmitir paz, quien construye paz no puede no acercarse a Dios. Por esto la libertad religiosa es el camino privilegiado para construir la paz.