5.01.11

De Latinoamérica al Vaticano, ¿suficientes?

A las 8:51 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : El Vaticano
 

En los últimos días Benedicto XVI integró algunas personalidades de América Latina en puestos del Vaticano. La mayoría de los nombramientos correspondieron a cargos honorarios, donde los involucrados no tendrán mayor responsabilidad que la de ser consultores. Sólo una designación marcó la diferencia: el arzobispo de Brasilia, Joao Braz de Aviz, como prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.

Vamos por partes. El 29 de diciembre El Vaticano anunció la primera lista de nombramientos. Se trató de las asignaciones en los dicasterios de la Curia Romana de los nuevos cardenales creados por el Papa durante el Consistorio del 20 de noviembre.

En esa ocasión se crearon dos nuevos purpurados latinoamericanos: Raúl Eduardo Vega Chiriboga, arzobispo emérito de Quito (Ecuador) y Raymundo Damasceno Assis, arzobispo de Aparecida (Brasil). Este último actual presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano.

En la lista del 29 ambos fueron incluidos como consejeros en la Pontificia Comisión para América Latina, asignación bastante obvia. Asimismo el Papa integró a Vela Chiriboga en el comité de presidencia del Pontificio Consejo para la Familia y a Damasceno en el Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales.

Este día, 5 de enero, la sala de prensa de la Santa Sede dio a conocer otra lista; esta vez de miembros y consultores de diversos organismos de la Curia. En ella se incluyeron otros latinoamericanos. El arzobispo de Monterrey (México), Francisco Robles Ortega, fue enviado como miembro del flamante Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización. De esa sección también formará parte Odilo Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo (Brasil).

El elenco consideró al también mexicano, Luis Artemio Flores Calzada, obispo de Valle de Chalco, como parte del Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud mientras el estudioso brasileño Miguel Nicolelis, profesor de neurociencia y neurobiología en la Universidad de Duke (Estados Unidos), fue distinguido como “miembro ordinario” de la Pontificia Academia de las Ciencias.

Pero el anuncio más sorpresivo (y clamoroso) de estos días en El Vaticano fue la elección de Joao Braz de Aviz como jefe de los religiosos católicos de todo el mundo, en sustitución de Franc Rodé quien había superado los 75 años de jubilación obligatoria (ahora tiene 76). En este caso todas las quinielas fallaron, tal vez porque fueron realizadas por los vaticanistas italianos, quienes suelen escribir sobre la Iglesia latinoamericana con pocos elementos.

Desde hace tiempo se sabía que algún latinoamericano debía llegar a la Curia luego de las bajas de los últimos años: el fallecimiento del cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, ex presidente del Pontificio Consejo para la Familia; la aceptación de la renuncia de Darío Castrillón Hoyos a la Congregación para el Clero, el fugaz paso del brasileño Claudio Hummes por ese mismo dicasterio y la salida de escena -por cuestiones de salud- del mexicano Javier Lozano Barragán, presidente emérito del Pontificio Consejo para los Operadores Sanitarios.

En apenas tres años América Latina pasó de tener cinco funcionarios de alto nivel en El Vaticano a contar con uno sólo: el cardenal argentino Leonardo Sandri, actual prefecto para las Iglesias Orientales. Por ello era altamente posible que llegaría un obispo de esa parte del mundo para suceder a Rodé. Lo que no estaba claro era el nombre.

Los vaticanistas (y alguna que otra alma sacra de Curia) comenzaron a armar las quinielas con base en los personajes de siempre: Jorge Bergoglio, “papable” de 2005 y arzobispo de Buenos Aires pronto a la pensión; Oscar Rodríguez Maradiaga, uno de los purpurados que más viaja a Roma (algunos dicen que haciendo campaña) y Ricardo Ezzati Andrello, destacado salesiano apenas elegido como arzobispo de Santiago (Chile); conocido en Roma -entre otras cosas- por su trabajo como visitador apostólico de los Legionarios de Cristo.

Nadie contaba con el arzobispo de Brasilia, tal vez por el poco conocimiento que desde esta parte del océano se tiene de la realidad latinoamericana. Lo cierto es que, con el nombramiento, la figura de Joao Braz de Aviz podrá levantar vuelo, si no le ocurre lo del cardenal Hummes, que pasó sin pena ni gloria por Roma.

Su historia es interesante: es joven (cuenta apenas con 63 años), estudió en las universidades Gregoriana y Lateranense de Roma, pero no se entretuvo mucho en la capital italiana. Su carrera eclesiástica ha sido meteórica, siempre vinculada al ministerio pastoral en Brasil. Fue obispo auxiliar de Vitoria poco más de cuatro años e inmediatamente después fue transferido como titular de la diócesis de Ponta Grossa.

Menos de cuatro años después dio el salto a arzobispo, en Maringá, donde ejerció sólo de 2002 a 2004 cuando alcanza el importante nombramiento como arzobispo de Brasilia, la capital de su país.

En El Vaticano sorprendió a muchos que el Papa lo eligiese como prefecto de los religiosos porque Braz de Aviz es diocesano y no pertenece a congregación alguna. ¿Será un mensaje directo del pontífice? Quizás decidió colocar un “árbitro imparcial” que no incline la balanza en sentido alguno cuando se trate de atender casos delicados como la intervención a los Legionarios de Cristo o la visita apostólica a todas las monjas de Estados Unidos. Donde imparcialidad y un poco de orden son bienvenidos.