ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 6 de enero de 2011

Santa Sede

El Papa invita a las familias a ser fuertes en el amor

Benedicto XVI condena el atentado de Alejandría, “vil gesto de muerte”

El Papa felicita la Navidad a los cristianos de las Iglesias orientales

El Papa: La Palabra de Dios, “verdadera estrella” que ilumina nuestra vida

El Papa indica que la Navidad y la Pascua nos arrancan de la muerte

Todo niño refleja el rostro de Dios, afirma Benedicto XVI

Medidas para que el Vaticano predique ética financiera con el ejemplo

El Papa introduce a tres españoles en el Consejo Pontificio para la Salud

Entrevistas

Cómo y por qué Roland Joffé ha hecho una película sobre Josemaría Escrivá

Angelus

Benedicto XVI: “Debemos resplandecer como hijos de la luz”

Benedicto XVI: Vivid la vocación cristiana en la familia

Audiencia del miércoles

Benedicto XVI: La Navidad, más allá del sentimentalismo

Documentación

Homilía del Papa en la misa de la Epifanía del Señor

Discurso del Papa en su visita al Policlínico Gemelli

Carta apostólica sobre actividades en el ámbito financiero y monetario


Santa Sede


El Papa invita a las familias a ser fuertes en el amor
Al saludar a los participantes de la Fiesta de la Familia de la plaza de Colón de Madrid
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 11 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI invitó a los miles de participantes de la Misa de la Familia del pasado 2 de enero en la plaza de Colón de Madrid a “ser fuertes en el amor y a contemplar con humildad el Misterio de la Navidad, que continúa hablando al corazón y se convierte en escuela de vida familiar y fraterna”.

El Papa se dirigió a ellos el pasado domingo en el saludo que dirigió a los peregrinos de lengua española tras el rezo de la oración mariana del ángelus, desde su ventana del Palacio apostólico vaticano.

“La mirada maternal de la Virgen María, la amorosa protección de San José y la dulce presencia del Niño Jesús son una imagen nítida de lo que debe ser cada una de las familias cristianas, auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión, en los que también se transmite la fe, se fortalece la esperanza y se enardece la caridad”, afirmó.

El Pontífice alentó “a todos a vivir con renovado entusiasmo la vocación cristiana en el seno del hogar, como genuinos servidores del amor que acoge, acompaña y defiende la vida”.

“Haced de vuestras casas un verdadero semillero de virtudes y un espacio sereno y luminoso de confianza, en el que, guiados por la gracia de Dios, se pueda sabiamente discernir la llamada del Señor, que sigue invitando a su seguimiento”, exhortó.

El Papa saludó “con afecto a los numerosos pastores y fieles reunidos en la plaza de Colón, de Madrid, para celebrar con gozo el valor del matrimonio y la familia bajo el lema La familia cristiana, esperanza para Europa”.

Y encomendó “fervientemente a la Sagrada Familia de Nazaret los propósitos y frutos de ese encuentro, para que sean cada vez más las familias en las que reine la alegría, la entrega mutua y la generosidad”.

Miles de familias, decenas de obispos

Este mensaje del Papa fue escuchado en la plaza de Colón antes de empezar la Misa de la Familia, que concelebraron más de cincuenta obispos españoles y europeos y presidió el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela.

Miles de padres, abuelos, jóvenes y niños participaron en el encuentro festivo y de fe, la mañana del pasado domingo, frío y soleado en Madrid.

En la homilía, el cardenal Rouco destacó que no “seremos capaces de acoger la gracia de la salvación y hacerla nuestra si no es a través de la familia, formada y vivida cristianamente”.

“Proclamamos el Evangelio de la Familia con la palabra iluminada por la Palabra de Dios que se ha hecho carne en el seno de la Virgen María”, dijo.

“Lo celebramos en la Eucaristía” y “lo testimoniamos con la presencia pública, expresada en esta magna asamblea de las familias cristianas”, añadió

El purpurado recordó que las familias acogen y amparan a tantas personas que se encuentran actualmente sin trabajo en España.

Signos de esperanza

“La verdad del matrimonio y de la familia cristiana se hace densa en vuestras vidas -dijo a las miles de familias congregadas-. El anuncio del Evangelio, del Evangelio de la familia, adquiere una actualidad inusitada: ¡la fuerza de 'la denuncia y profecía' y el acento insobornable de la esperanza en un momento sumamente crítico de la historia!”.

El cardenal Rouco advirtió de las consecuencias negativas de cuestionar o negar la verdad del matrimonio y de la familia: el aborto, la eutanasia, la falta de respeto a la vida, la educación en un ambiente de rupturas y distancias paternas, ...

“Las relaciones sociales se hacen frías y distantes: ¡nos endurecemos consciente o inconscientemente ante el dolor y las necesidad físicas y espirituales de nuestros vecinos y conciudadanos!… -constató-. La sociedad se envejece y la crisis demográfica –¡imparable!– amenaza y pone en peligro el futuro de nuestros marcos de vida y bienestar económico y social”.

“Esto es lo que está sucediendo en mayor o menor medida en las sociedades europeas”, afirmó, apuntando a “una crisis mucho más honda en sus causas, que las que se detectan en los campos de la técnica y de la acción económica, social y política”.

Ante este reto, animó a las familias a “ser los signos e instrumentos imprescindibles de la esperanza para Europa en una de sus horas más complejas y dramáticas”, contando con el ejemplo y la cercanía espiritual de la Sagrada Familia de Nazaret.

“¡La Iglesia os necesita para poder ser evangelizada y para evangelizar! -aseguró-. Os necesita como siempre; pero, además hoy, con una nueva, grave e inaplazable urgencia”.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI condena el atentado de Alejandría, “vil gesto de muerte”
Reza por las víctimas y anima a perseverar en la fe y en la no violencia
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa condenó el atentado que los cristianos coptos de Alejandría de Egipto sufrieron el pasado 31 de diciembre.

Lo hizo en su intervención del pasado domingo 2 de enero durante el rezo del Ángelus, desde la ventana del Palacio apostólico ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

Un coche bomba explotó ante la iglesia de los Santos al final de la Misa de la medianoche del último día del año, provocando 21 muertos y varios heridos.

El Papa confesó haber “conocido con dolor la noticia del grave atentado contra la comunidad cristiana copta perpetrado en Alejandría de Egipto”.

Calificó el ataque como un “vil gesto de muerte” y lo comparó con el de “poner bombas ahora también cerca de las casas de los cristianos en Irak para obligarlos a salir”.

Este acto execrable “ofende a Dios y a toda la humanidad”, declaró el Pontífice.

“Ante esta estrategia de violencia que se dirige a los cristianos y tiene consecuencias en toda la población, rezo por las víctimas y los familiares, y animo a las comunidades eclesiales a perseverar en la fe y en el testimonio de no violencia que nos viene del Evangelio”, añadió.

Después, el Papa dirigió su pensamiento “a los numerosos agentes pastorales asesinados en 2010 en diversas partes del mundo”, a los que aseguró un “afectuoso recuerdo ante el Señor”.

El atentado terrorista de la noche del 31 de diciembre contra la iglesia copta ortodoxa de Alejandría ha sido condenado por cristianos, judíos y musulmanes.

Toda la población de Egipto ha quedado profundamente afectada por el atentado, que trata de poner en peligro la pacífica convivencia entre los creyentes cristianos y musulmanes, según el testimonio del obispo auxiliar del patriarcado de Alejandría de los coptos, Botros Fahim Awad Hanna, publicado en la edición del 3 de enero de L'Osservatore Romano

Para evitarlo, estos días el consejero especial para el diálogo del Gran Imán de Al Azhar, Mahmoud Azab, ha anunciado la propuesta de constituir un nuevo organismo, llamado La Casa de la Familia Egipcia, compuesto por catorce representantes (siete cristianos y siete musulmanes).

Según sus promotores, esta entidad podría desempeñar una función de mediación por los varios contrastes entre ambas comunidades y, sobre todo, sería la sede para profundizar en el diálogo entre cristianos y musulmanes.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Papa felicita la Navidad a los cristianos de las Iglesias orientales
Hoy tras el rezo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI felicitó hoy la Navidad a los cristianos de las Iglesias orientales, que celebran el nacimiento de Jesús mañana viernes, siguiendo el calendario juliano.

Tras rezar el Ángelus desde la ventana del Palacio apostólico vaticano ante miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro, dijo: “Dirijo de corazón mi saludo y mis felicitaciones más fervientes a los hermanos y a las hermanas de las Iglesias Orientales que mañana celebrarán la Santa Navidad”.

Y a continuación pidió que “la bondad de Dios, manifestada en Jesucristo, Verbo encarnado, refuerce en todos la fe, la esperanza y la caridad, y conforte a las comunidades que se encuentran en pruebas”.

Por otra parte, el Pontífice también recordó que la Epifanía es la Jornada Misionera de los Niños, propuesta por la Obra Pontificia de la Santa Infancia, y agradeció y bendijo a todos los niños y chicos que participan en ella.

“ Muchos niños y chicos, organizados en las parroquias y en las escuelas, forman una red espiritual y de solidaridad para ayudar a sus coetáneos más en dificultad”, explicó.

Para el Papa, “es muy bonito e importante que los niños crezcan con una mentalidad abierta al mundo, con sentimientos de amor y de fraternidad, superando el egocentrismo y el consumismo”.

Y dirigiéndose a los niños y chicos que participan en esta Jornada, les dijo que “con vuestra oración y vuestro compromiso vosotros colaboráis en la misión de la Iglesia”.

La Infancia Misionera o Santa Infancia fue instituida por el obispo de Nancy (Francia), monseñor Charles de Forbin Janson, el 9 de mayo de 1843 en París, y depende de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos.

Está compuesta por millones de “pequeños misioneros” hasta los 14 años distribuidos en parroquias, escuelas y movimientos de los cinco continentes.

¿Quién es Jesús?

Antes de rezar el Ángelus, Benedicto XVI se refirió brevemente al significado de “la venida y la adoración de los Magos” como “primer signo de la singular identidad del hijo de Dios, que es también hijo de la Virgen María”.

Explicó que “desde entonces empezó a propagarse la pregunta que acompañará toda la vida de Cristo, y que de varias maneras atraviesa los siglos: ¿quién es este Jesús?” y dijo que “ésta es la pregunta que la Iglesia quiere suscitar en el corazón de todos los hombres”.

“Éste es el ansia espiritual que impulsa la misión de la Iglesia -afirmó-: dar a conocer a Jesús, su Evangelio, para que todo hombre pueda descubrir en su rostro humano el rostro de Dios, y ser iluminado por su misterio de amor”.

También señaló que la epifanía “anuncia la apertura universal de la Iglesia” y “nos dice también cómo la Iglesia realiza esta misión: reflejando la luz de Cristo y anunciando su Palabra”.

“Los cristianos están llamados a imitar el servicio que hizo la estrella para los Magos -exhortó-. Debemos resplandecer como hijos de la luz, para atraer a todos a la belleza del Reino de Dios”.

“Y a cuantos buscan la verdad -añadió-, les debemos ofrecer la Palabra de Dios, que conduce a reconocer en Jesús 'al verdadero Dios y la vida eterna'”.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Papa: La Palabra de Dios, “verdadera estrella” que ilumina nuestra vida
Homilía en la solemnidad de la Epifanía del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- La Palabra de Dios es la verdadera estrella que nos ofrece el esplendor de la verdad divina, afirmó Benedicto XVI este jueves, solemnidad de la Epifanía del Señor, en la misa que presidió en la Basílica vaticana.

En la homilía de la celebración, el Pontífice se refirió a la experiencia de los Magos, que siguieron la estrella hasta llegar al Niño Jesús en la humilde cueva de Belén.

“Eran probablemente sabios que escrutaban el cielo, pero no para buscar “leer” en los astros el futuro, eventualmente para recaudar un dinero -explicó-; eran más bien hombres 'en busca' de algo más, en busca de la verdadera luz, capaz de indicar el camino que recorrer en la vida”.

“Eran personas seguras de que en la creación existe lo que podemos definir como la 'firma' de Dios, una firma que el hombre puede y debe intentar descubrir y descifrar”.

Como hombres sabios, continuó el Papa, sabían también “que no es con un telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de la razón en busca del sentido último de la realidad y con el deseo de Dios movido por la fe como es posible encontrarlo, incluso se hace posible que Dios sea acerque a nosotros”.

El lenguaje de lo creado, de hecho “nos permite recorrer un buen tramo de camino hacia Dios, pero no nos da la luz definitiva”, señaló el Pontífice.

“Al final, para los Magos, fue indispensable escuchar la voz de las Sagradas Escrituras: sólo ellas podían indicarles el camino”.

“Es la Palabra de Dios la verdadera estrella, que, en la incertidumbre de los discursos humanos, nos ofrece el inmenso esplendor de la verdad divina”, declaró Benedicto XVI.

“Dejémonos guiar por la estrella, que es la Palabra de Dios, sigámosla en nuestra vida, caminando con la Iglesia, donde la Palabra ha plantado su tienda -exhortó-. Nuestro camino estará siempre iluminado por una luz que ningún otro signo puede darnos”.

“Y podremos también nosotros convertirnos en estrellas para los demás, reflejo de esa luz que Cristo ha hecho resplandecer sobre nosotros”, añadió.

El Papa invitó a preguntarse si, como los expertos que lo saben todo sobre la Escritura, “no está también en nosotros la tentación de considerar las Sagradas Escrituras, este tesoro riquísimo y vital para la fe de la Iglesia, más como un objeto para el estudio y la discusión de los especialistas que como el Libro que nos indica el camino para llegar a la vida”.

Para combatir esto, sugirió hacer “nacer siempre de nuevo en nosotros la disposición profunda a ver la palabra de la Biblia, leída en la Tradición viva de la Iglesia, como la verdad que nos dice lo que es el hombrea y cómo puede realizarse plenamente”.

 

Dios: aliado, no rival

El Papa también recordó la figura del rey Herodes, “interesado en el niño del que hablaban los Magos”, pero no con el objetivo de adorarlo, “sino para suprimirlo”.

"Dios le parece un rival, más bien, un rival especialmente peligroso, que querría privar a los hombres de su espacio vital, de su autonomía, de su poder; un rival que indica el camino que recorrer en la vida e impide, así, hacer todo lo que se quiere”.

Benedicto XVI exhortó a preguntarse si “quizás hay algo de Herodes también en nosotros”, si “quizás también nosotros, a veces, vemos a Dios como una especie de rival” y “somos ciegos ante sus signos, sordos a sus palabras, porque pensamos que pone límites a nuestra vida”.

Cuando se ve a Dios así, constató, “acabamos por sentirnos insatisfechos y descontentos, porque no nos dejamos guiar por Aquel que es el fundamento de todas las cosas”.

Por eso, añadió, “debemos eliminar de nuestra mente y de nuestro corazón la idea de la rivalidad, la idea de que dar espacio a Dios es un límite para nosotros mismos”.

Al contrario, concluyó, “debemos abrirnos a la certeza de que Dios es el amor omnipotente que no quita nada, no amenaza, sino que es el Único capaz de ofrecernos la posibilidad de vivir en plenitud, de experimentar la verdadera alegría”.

 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Papa indica que la Navidad y la Pascua nos arrancan de la muerte
Durante la audiencia general de este miércoles
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI destacó la unidad existente entre la noche de Navidad y la de Pascua y afirmó que la Encarnación y la muerte y resurrección de Jesús nos abren a un futuro eterno.

Lo dijo durante la audiencia general de este miércoles 5 de enero, celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, con peregrinos procedentes de todo el mundo.

“Encarnación y Pascua no están una junto a la otra, sino que son los dos puntos clave inseparables de la única fe en Jesucristo”, indicó.

“Sólo porque verdaderamente el Hijo, y en Él Dios mismo, 'descendió' y 'se hizo carne', la muerte y la resurrección de Jesús son acontecimientos que nos resultan contemporáneos y nos afectan, nos arrancan de la muerte y nos abren a un futuro en el que esta 'carne', la existencia terrena y transitoria, entrará en la eternidad de Dios”, explicó.

Y añadió que “en esta perspectiva unitaria del Misterio de Cristo, la visita al belén orienta a la visita a la Eucaristía, donde encontramos presente de modo real al Cristo crucificado y resucitado, al Cristo viviente”.

El Papa prosiguió indicando que “para captar el sentido de estos dos aspectos inseparables, es necesario vivir intensamente todo el tiempo navideño como la Iglesia lo presenta”.

Y destacó que la Iglesia lo presenta en sentido amplio, extendiéndose durante cuarenta días, “del 25 de diciembre al 2 de febrero, de la celebración de la Noche de Navidad, a la Maternidad de María, a la Epifanía, al Bautismo de Jesús, a las Bodas de Caná, a la Presentación en el Templo, precisamente en analogía con el Tiempo pascual, que forma una unidad de cincuenta días, hasta Pentecostés”.

Rescatar la Navidad

Además, Benedicto XVI destacó la necesidad de “rescatar este tiempo navideño de un revestimiento demasiado moralista y sentimental”.

En este sentido, destacó que “la celebración de la Navidad no nos propone sólo ejemplos a imitar, como la humildad y la pobreza del Señor, su benevolencia y amor hacia los hombres; sino que es más bien una invitación a dejarnos transformar totalmente por Aquel que ha entrado en nuestra carne”.

“Vivamos este Tiempo navideño con intensidad -exhortó-: tras haber adorado al Hijo de Dios hecho hombre y depositado en el pesebre, somos llamados a pasar al altar del Sacrificio, donde Cristo, el Pan vivo bajado del cielo, se nos ofrece como verdadero alimento para la vida eterna”.

“Y lo que hemos visto con nuestros ojos, en la mesa de la Palabra y del Pan de Vida, lo que hemos contemplado, lo que nuestras manos han tocado, es decir, al Verbo hecho carne -concluyó-, anunciémoslo con alegría al mundo y demos testimonio de él generosamente con toda nuestra vida”.

 



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Todo niño refleja el rostro de Dios, afirma Benedicto XVI
Al visitar el Policlínico Gemelli de Roma con motivo de la Epifanía
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Todo niño refleja el rostro de Dios, afirmó el Papa este miércoles por la tarde al visitar el Policlínico Agostino Gemelli de Roma.

Con motivo de la solemnidad de la Epifanía, el Pontífice visitó el hospital romano, donde fue acogido por el cardenal vicario Agostino Vallini; el delegado para la asistencia religiosa en los hospitales de Roma, monseñor Armando Brambilla; el rector de la Universidad Católica del Sacro Cuore, Lorenzo Ornaghi; el director administrativo de la Universidad, Marco Elefanti; el decano de la facultad, Rocco Bellantone; el director de la Sede de Roma, Giancarlo Furnari, el asistente eclesiástico general, monseñor Sergio Lanza, y el director del Policlínico, Cesare Catananti.

El Pontífice subió a la quinta planta, al Departamento de Pediatría, donde fue acogido por el director, Costantino Romagnoli.

Tras visitar los locales del Centro para el cuidado de los niños con espina bífida, saludó a los pequeños pacientes ingresados en las habitaciones de la estructura, pasando después a la Unidad de Cuidados Intensivos para la asistencia neonatal.

Después ascendió a la séptima planta para una breve visita al ambulatorio del Instituto Científico Internacional Pablo VI para la investigación, el diagnóstico y la terapia de la esterilidad conyugal, donde fue acogido por el director, Riccardo Marana.

“Quiero deciros que os quiero mucho y que estoy cerca vuestro con mi oración y mi afecto, también para daros fuerza al afrontar la enfermedad”, les dijo.

También expresó su reconocimiento a los padres, familiares, dirigentes y a todo el personal del Policlínico, “que con competencia y caridad se ocupan del sufrimiento humano”.

“Bendigo a las personas, el compromiso y estos ambientes en los que se ejercita de manera concreta el amor a los más pequeños y a los más necesitados”, añadió.

“He querido venir a encontrarme con vosotros también para hacer un poco como los Magos, que celebramos en esta fiesta de la Epifanía”, dijo el Papa a los niños.

“Ellos llevaron a Jesús regalos -oro, incienso y mirra- para manifestarle adoración y afecto. Hoy os he traído también yo algún regalo, precisamente para que sintáis, a través de un pequeño signo, la simpatía, la cercanía, el afecto del Papa”.

En este tiempo de Navidad, destacó que su mayor deseo es sin embargo que todos recuerden “que el regalo más grande nos lo ha hecho Dios a cada uno de nosotros”.

“Miremos en la cueva de Belén, en el pesebre, ¿qué vemos?, ¿qué encontramos?”, preguntó.

“Está María, está José, pero sobre todo hay un niño, pequeño, necesitado de atención, de cuidados, de amor: ese niño es Jesús, ese niño es Dios mismo que ha querido venir a la tierra para mostrarnos cuánto nos quiere, es Dios que se ha hecho como vosotros niños para deciros que siempre está cerca y para decirnos a cada uno de nosotros que todo niño refleja su rostro”.

El Pontífice concluyó su intervención alentando “las diversas iniciativas de bien y de voluntariado, así como a las instituciones que cualifican el compromiso al servicio de la vida” del Policlínico Gemelli, en concreto el instituto Científico Internacional Pablo VI, que definió como “destinado a promover la procreación responsable”.


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Medidas para que el Vaticano predique ética financiera con el ejemplo
Normativa del papa “vital” para la misión evangélica de la Iglesia
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha publicado una carta apostólica en forma de "motu proprio" "para la prevención y el contraste de las actividades ilegales en el ámbito financiero y monetario", con la que busca que la Santa Sede se convierta en un ejemplo elocuente de ética económica y financiera en todas sus actividades.

Según el portavoz de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi S.I., "esto es vital para la misión evangélica de la Iglesia".

Los motivos que le han llevado al papa a redactar el documento, publicado por la Oficina de Información de la Santa Sede el 30 de diciembre, los revela él mismo en el documento al escribir que "por desgracia, en nuestro tiempo la paz, en una sociedad cada vez más global, se ve amenazada por diversas causas, entre las cuales se encuentra un uso impropio del mercado y de la economía y la violencia terrible y destructiva perpetrada por el terrorismo, que causa muerte, sufrimientos, odio e inestabilidad social".

Junto a la publicación de la carta, el obispo de Roma ha promulgado una nueva normativa contra el reciclaje para el Estado de la Ciudad del Vaticano y ha establecido que sea válida para los todos los departamentos de la Curia Romana y de todos los organismos y entidades dependientes de la Santa Sede.

Además, ha instituido la Autoridad de Información Financiera (AIF), cuyo presidente y miembros serán nombrados por el mismo Papa, que tiene como cometido emanar disposiciones complejas y delicadas de desarrollo, indispensables para garantizar que los sujetos de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad Vaticano respeten las nuevas e importantes obligaciones de anti-reciclaje y de anti-terrorismo.

El proceso de elaboración de esas leyes se ha llevado a cabo con la asistencia del Comité mixto, previsto por la Convención Monetaria entre el Estado de la Ciudad del Vaticano y la Unión Europea (17 de diciembre de 2009), compuesto por representantes del Estado de la Ciudad del Vaticano y de la Unión Europea. La Delegación de la Unión Europea está compuesta, a su vez, por representantes de la Comisión y de la República Italiana, así como por representantes del Banco Central Europeo.

El parpa, en el documento, toma medidas concretas para impedir el auto-reciclaje (caso que todavía no se contempla en países con una legislación estricta), establece controles sobre la entrada o salida de dinero del Estado de la Ciudad del Vaticano, regula las obligaciones sobre la transferencia de los fondos y, por último, indica sanciones administrativas, más rigurosas y aplicables, no sólo a las instituciones y a las personas jurídicas, sino también a las personas físicas que actúen en su nombre.

"La Santa Sede siempre ha levantado su voz para instar a todas las personas de buena voluntad, y sobre todo a los líderes de las naciones, al compromiso de la edificación, también a través de una paz justa y duradera en todo el mundo, de la ciudad universal de Dios hacia la que avanza la historia de la comunidad de los pueblos y las naciones", dice el Papa en la introducción.

Un documento para el testimonio evangélico

El padre Federido Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ratifica que estas nuevas medidas del Papa constituyen "un evento de gran importancia normativa, pero también reviste un significado moral y pastoral de largo alcance".

"Todas las instituciones en relación con el gobierno de la Iglesia católica y con ese 'apoyo', que constituye el Estado de la Ciudad del Vaticano, se integran a partir de hoy, con espíritu de sincera colaboración, en el sistema de principios e instrumentos jurídicos que la comunidad internacional está construyendo con la finalidad de garantizar una convivencia justa y honesta en un contexto mundial cada vez más globalizado", asegura el portavoz vaticano en una nota. 

"Desde siempre --añade--, las actividades ilegales han demostrado poseer una capacidad extraordinaria para infiltrarse y contaminar el mundo económico y financiero, pero su desarrollo a escala internacional y el uso de las nuevas tecnologías las han hecho cada vez más omnipresentes y capaces de camuflarse, por lo que, para combatirlas, ha adquirido la máxima urgencia constituir redes de control y de información mutua entre las autoridades responsables de la lucha contra ellas".

Según el padre Lombardi, "sería ingenuo pensar que la inteligencia perversa que guía las actividades ilegales no intente aprovechar sobre todo los puntos débiles y frágiles, que a veces existen en el sistema internacional de defensa y control de la legalidad, para introducirse en él y violarlo".

"Por lo tanto, la solidaridad internacional es fundamental para el mantenimiento de ese sistema, y es comprensible y justo que las autoridades nacionales de vigilancia y los organismos internacionales (Consejo de Europa y, en particular, el GAFI: Grupo de Acción Financiera Internacional contra el reciclaje de capitales) miren con ojos favorables a los Estados y los entes que ofrecen las garantías requeridas e impongan mayores vínculos a los que no las cumplen", añade.

Naturalmente, reconoce, "esto también se aplica a la Ciudad del Vaticano y a las instituciones de la Iglesia que llevan a cabo actividades económicas y financieras".

"La aplicación de las nuevas normas requerirá sin duda un gran esfuerzo", reconoce. "Hay nuevas obligaciones que respetar. Nuevas competencias que ejercer. Todo ello beneficiará a la Iglesia. Los organismos del Vaticano serán menos vulnerables al riesgo constante que, inevitablemente, se corre cuando se maneja dinero".

Y concluye: "Se evitarán en el futuro aquellos errores que tan fácilmente se convierten en motivo de 'escándalo' para la opinión pública y para los fieles. En resumen, la Iglesia será más 'creíble' ante la comunidad internacional y sus miembros. Y esto es vital para su misión evangélica". 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


El Papa introduce a tres españoles en el Consejo Pontificio para la Salud
Monseñor Morga, secretario de la Congregación para el Clero
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI nombró 18 miembros del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, entre ellos el obispo de la diócesis española de Orihuela-Alicante, monseñor Rafael Palmero; el obispo de la diócesis mexicana de Chalco, monseñor Artemio Flores, y el médico español José María Simón Castellví.

Según comunicó este miércoles 5 de enero la Oficina de Información de la Santa Sede, para ese mismo Consejo, el Papa nombró también 29 consultores, entre los cuales se encuentra el secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el arzobispo español Luis Francisco Ladaria.

Por otra parte, el pasado 29 de diciembre, Benedicto XVI nombró secretario de la Congregación para el Clero a monseñor Celso Morga Iruzubieta, hasta entonces subsecretario del mismo dicasterio, en el que trabaja desde 1987.

Monseñor Morga, del clero de la diócesis española de Calahorra y La Calzada, situada en Logroño, fue elevado al mismo tiempo a la sede titular de Alba marittima, con dignidad de arzobispo.

El nuevo secretario de la Congregación para el Clero agradeció al Papa la confianza depositada en él y afirmó que tiene muy presentes a todos los sacerdotes a cuyo servicio ha dedicado la mayor parte de su ministerio.

También manifestó que, desde sus nuevas responsabilidades, quiere seguir ofreciendo a los sacerdotes su “oración, ayuda fraterna, apoyo en sus necesidades y estímulo para la nueva evangelización a la que nos llama Benedicto XVI”.

Monseñor Morga nació el 28 de enero de 1948 y fue ordenado sacerdote en 1972 para la diócesis de Calahorra y La Calzada.

Se doctoró en Derecho Canónico en la Universidad de Navarra y fue párroco y vicario judicial adjunto en su diócesis.

Ejerció su ministerio sacerdotal en la archidiócesis argentina de Córdoba durante cuatro años como vicario judicial adjunto y profesor de Derecho Canónico en el seminario diocesano.

También el 29 de diciembre, la Santa Sede hizo públicos diversos nombramientos para el Consejo Pontificio Cor Unum: nueve miembros, entre ellos Roberto H. Tarazona Ponte, asistente de la Oficina de Asesoría Pastoral de Caritas del Perú, y tres consultores, entre los cuales el director del Servicio Jurídico Civil de la Conferencia Episcopal Española, Silverio Nieto Núñez.

Por otra parte, el pasado 30 de diciembre, el Papa nombró obispo de las diócesis españolas de Huesca y de Jaca al hasta entonces vicario general de la archidiócesis de Zaragoza, monseñor Julián Ruiz Martorell.

Nacido en Cuenca en 1957, el obispo electo realizó sus estudios eclesiásticos en el seminario metropolitano de Zaragoza y fue ordenado sacerdote en esa ciudad aragonesa en 1981.

Se licenció en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia Gregoriana, en Roma, y en Sagrada Escritura en el Instituto Pontificio Bíblico.



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Entrevistas


Cómo y por qué Roland Joffé ha hecho una película sobre Josemaría Escrivá
Segunda parte de la entrevista con el cineasta británico
ROMA, jueves, 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Pocos esperaban que el autor descubierto por el cine mundial en 1984 con "Los gritos del silencio" se lanzara en la producción de una película sobre san Josemaría Escrivá de Balaguer, que será presentada en la próxima primavera.

En la segunda parte de esta entrevista, Roland Joffé explica a ZENIT cómo decidió aceptar la propuesta de producir"There Be Dragons" ("Encontrarás dragones"http://www.therebedragonsfilm.com), filme ambientado en la guerra civil española, en el que tiene un papel protagonista el fundador del Opus Dei. Asimismo, confiesa la influencia que ha tenido esta experiencia en su vida.

La primera parte de esta entrevista fue publicada por ZENIT en la edición del 6 de enero de 2011.

--¿Tenía usted ideas sobre la manera de presentar la guerra civil española o sobre algunos personajes, como san Josemaría Escrivá?

--Roland Joffé: No sabía mucho sobre Josemaría antes de que me pidieran grabar la película. Esto es lo que sucedió: un día, uno de los productores de la película vino a Holanda para convencerme e que hiciera la película. Traía varios libros y materiales, incluido un DVD sobre Josemaría. Tuvimos una comida muy, muy agradable y, regresando a casa, a pie, pensaba: "No tengo ganas de hacer esta película. Tengo otro proyecto ambientando en la India, y he trabajado mucho para lograrlo". En otras palabras, pensaba que era un ofrecimiento muy, muy bueno, y había apreciado realmente la comida, pero pensaba rechazarlo.

Era una noche de verano, de manera que salí al jardín, con una copa de vino en la mano, puse el DVD en mi lector, y me senté ante el ordenador para escribir una breve carta que decía: "Querido X, muchas gracias. Aprecio el que haya emprendido todo este viaje, pero pienso que verdaderamente usted debería buscar en otro lado".

Mientras tanto, el DVD seguía funcionando. Un momento de la narración llamó mi atención: Josemaría se dirigía a una multitud, en Chile, quizá, o en Argentina, no estoy seguro del lugar, y una joven levanta la mano y dice: "Tengo una pregunta, soy judía".

Y Josemaría responde: "Sí, dime, por favor".

Ella añade: "Mi más ferviente deseo es convertirme al catolicismo".

Josemaría: "¿Sí?".

Ella sigue diciendo: "Pero soy menor de edad y mis padres no me lo permiten".

Josemaría, sin pestañear, responde: "Te digo que seas muy buena con tus papás. Que tengas paciencia, que reces. No muestres ningún gesto de insurrección. ¿Está claro? Quiere mucho a tus papás [...] Y jamás una palabra de crítica de tus papás. Has de amarlos con toda el alma. Y mostrarlo con los hechos. ¿De acuerdo? Buena hija serás de Cristo si buena hija eres de tus papás".

Al ver ese momento del vídeo, me decía: "¡Qué momento maravilloso! Qué momento maravilloso, inesperado, y sobre todo viniendo de una organización de la que todo el mundo se esperaría que dijera lo contrario". Estaba mirando a mi ordenador y me decía: "Espera un momento". Apagué el DVD. Dejé de escribir la carta. Me puse la gorra de director de cine y escribí una escena en la que Josemaría aparece con un hombre, a punto de morir, a quien ya conocía, que le dice que es judío y que su sueño es convertirse.

Escribí la escena de cabo a rabo, sin dejar de pensar: "tengo realmente ganas de ver esto en una película. Pero, no lo veré nunca si no hago la película, ¿verdad? ¿O enmarcaré esta escena en otra película?".

En lugar de la primera carta que me disponía a redactar, escribí: "Querido X, estoy verdaderamente interesado en este proyecto, a condición de disponer de toda la libertad de creación para hacerlo como quiero, y que usted no cuente conmigo para seguir una línea de parte, y si usted acepta el hecho de que no soy muy brillante y que lo haré lo mejor posible, pero que tengo que seguir mi propia verdad. Si usted está de acuerdo, me gustaría hacer verdaderamente este proyecto".

Esto es más o menos lo que sucedió. No tenía ninguna idea preconcebida sobre Josemaría, había escuchado algo sobre él, pero sobre todo fue este pasaje del DVD el que suscitó mi interés para realizar la película. Me encontré ante la historia de un hombre, y al leerla tomé conciencia de que realmente respetaba a este hombre. De hecho, más que un simple respeto, sentía que encarnaba algo de su combate, que interpelaría a todos los seres humanos de una manera maravillosa, y que esta historia que quería contar es la que cuenta esta película.

La guerra civil española era también complicada de afrontar. Hubiera sido fácil tomar partido, pero de este modo hubiera traicionado el eje central de la actitud con que quería contar esta historia. La historia, como bien se sabe, es partidista, escrita por los vencedores y reescrita por los vencidos. Muchos creerán simplemente el rumor o la leyenda que les parecerá más agradable y estoy seguro de que tendremos que afrontar ciertas opiniones sobre lo que es o era el Opus Dei, sobre quién era Josemaría, y sobre lo que realmente fue la guerra civil española.

Quise mostrar lo que sucedió en España durante la guerra civil sin espíritu partidista. De hecho, España vivió, en un período de tiempo muy condensado, lo que Gran Bretaña, por ejemplo, experimentó y absorbió durante un centenar de años: revolución industrial, ideologías de lucha de clases, sin contar que España había perdido su imperio y la estabilidad económica. Para la sociedad española, era muy fácil fracturarse y, según la mentalidad de la época, era muy fácil abrazar opiniones totalmente opuestas y radicales sobre la justicia social, el papel de la Iglesia, etc. Al final, según es propio de la naturaleza de estas tensiones sociales, las posiciones más extremas comenzaron a marginar las demás. Con la debilitación del centro, los dos polos opuestos comenzaron a hacerse más fuertes.

En la guerra civil española, los dos bandos tenían ideales y su propio sentido de la virtud. Como los movimientos políticos del resto de Europa, las personas de los dos lados de la demarcación política comenzaron a diabolizar al otro campo.

Pero las divisiones, que en Europa se convirtieron en divisiones nacionales, en España fueron fratricidas y dejaron cicatrices psicológicas profundas y difíciles de cicatrizar. Lo que sucedió en España fue una herida que realmente desgarró a familias de la manera más dolorosa y atroz. El hermano tomó una opción diferente a la de su hermano, ¿pero esto significa que ya no eran hermanos? Si esto significa que ya no eran hermanos, si queremos matar a nuestros hermanos a causa de aquello en lo que creemos, entonces, ¿no tendremos que preguntarnos por el valor de nuestras opciones?

--La realización de esta película, ¿ha influenciado en cierto sentido su vida personal?

--Roland Joffé: Déjeme que se lo explique: no soy muy religioso, pero me han pedido que escriba sobre un hombre que lo era. Tuve que tomar distancia y decirme: "Cuando escribo sobre Josemaría, tengo que aceptar tal cual --de manera total, honesta y sincera-- todo lo que Josemaría me dice sobre lo que contó para él, aquello a lo que consagró su vida, su experiencia religiosa. Tengo que informarme lo más posible sobre su experiencia religiosa, sin prejuicios, honestamente, y dejarme interpelar.

He leído mucho sobre la experiencia religiosa. He experimentado emoción y alegría al descubrir cuántos hombres de ciencia (en particular, físicos) han vivido una experiencia profunda de Dios, y me ha conmovido el ver que la separación entre la ciencia y la religión, que se ha convertido en el pensamiento dominante de nuestra época, en realidad era falsa. He acabado por comprender que el gran descubrimiento de la física moderna consiste en que nuestra percepción de la realidad se basa en modelos fabricados por nuestro cerebro y que, por tanto, existen numerosos modelos de realidad.

Muchos son insuficientes para explicarlo todo, aunque apropiados para explicar algunas cosas; nos proponen una nueva manera de comprender lo que debería ser la realidad o las realidades y esta comprensión no excluye la idea de Dios o una dimensión espiritual del inmenso universo en el que moramos, sino que más bien nos muestra que la manera en que la ciencia nos ha llevado a redefinir y reinterpretar la realidad nos ofrece también una oportunidad para reinterpretar y redefinir lo espiritual.

No sé muy bien en qué medida, en estos años, me ha afectado esta experiencia. Creo que algo profundo necesita algo de tiempo para revelarse por lo que realmente es. He experimentado una sensación muy particular al grabar"Encontrarás dragones": más que una experiencia solitaria, como había creído, se trata de una experiencia sumamente interesante, para nada solitaria.

El poder pensar, de repente, "Deja a un lado mis respuestas fáciles y vive simplemente con la pregunta", ha sido para mí maravillosamente convincente, y me ha permitido sentirme muy, muy cerca de este proceso de vida de una manera que no hubiera creído posible. Y ahora no sé muy bien a dónde todo esto va a llevarme.

Por Jesús Colina


 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Angelus


Benedicto XVI: “Debemos resplandecer como hijos de la luz”
Hoy durante el rezo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que Benedicto XVI pronunció este jueves desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico al rezar el Ángelus con miles de fieles congregados en la plaza de San Pedro, después de la misa con motivo de la Epifanía del Señor celebrada en la Basílica vaticana.



 

***



 

¡Queridos hermanos y hermanas!

Celebramos hoy la Epifanía, la manifestación de Jesús a todas las naciones, representadas por los Magos, que llegaron a Belén desde Oriente para rendir homenaje al Rey de los Judíos, cuyo nacimiento habían conocido por la aparición de una nueva estrella en el cielo (cf. Mt 2,1-12). En efecto, antes de la llegada de los Magos, el conocimiento de este acontecimiento había llegado poco más allá del círculo familiar: además de a María y a José, y probablemente a otros familiares, se había dado a conocer a los pastores de Belén, los cuales, oído el gozoso anuncio, habían acudido a ver al niño mientras todavía yacía en el pesebre. La venida del Mesías, el esperado de las gentes anunciado por los Profetas, permanecía así inicialmente en lo oculto. Hasta que, precisamente, llegaron a Jerusalén esos misteriosos personajes, los Magos, a pedir noticias del “rey de los Judíos”, nacido recientemente. Obviamente, tratándose de un rey, fueron al palacio real, donde residía Herodes. Pero éste no sabía nada de ese nacimiento y, muy preocupado, convocó rápidamente a los sacerdotes y a los escribas, quienes, basándose en la célebre profecía de Miqueas (cf. 5,1), afirmaron que el Mesías debía nacer en Belén. Y, de hecho, volviendo a caminar en esa dirección, los Magos vieron de nuevo la estrella, que les guió hasta el lugar donde se encontraba Jesús. Una vez dentro, se postraron y lo adoraron, ofreciendo dones simbólicos: oro, incienso y mirra. He aquí la epifanía, la manifestación: la venida y la adoración de los Magos es el primer signo de la singular identidad del hijo de Dios, que es también hijo de la Virgen María. Desde entonces empezó a propagarse la pregunta que acompañará toda la vida de Cristo, y que de varias maneras atraviesa los siglos: ¿quién es este Jesús?

Queridos amigos, ésta es la pregunta que la Iglesia quiere suscitar en el corazón de todos los hombres: ¿quién es Jesús? Éste es el ansia espiritual que impulsa la misión de la Iglesia: dar a conocer a Jesús, su Evangelio, para que todo hombre pueda descubrir en su rostro humano el rostro de Dios, y ser iluminado por su misterio de amor. La Epifanía anuncia la apertura universal de la Iglesia, su llamada a evangelizar a todas las gentes. Pero la epifanía nos dice también cómo la Iglesia realiza esta misión: reflejando la luz de Cristo y anunciando su Palabra. Los cristianos están llamados a imitar el servicio que hizo la estrella para los Magos. Debemos resplandecer como hijos de la luz, para atraer a todos a la belleza del Reino de Dios. Y a cuantos buscan la verdad, les debemos ofrecer la Palabra de Dios, que conduce a reconocer en Jesús “al verdadero Dios y la vida eterna” (1 Gv 5,20).

Una vez más, sentimos en nosotros un profundo reconocimiento a María, la Madre de Jesús. Ella es la imagen perfecta de la Iglesia que da al mundo la luz de Cristo: es la Estrella de la evangelización. "Respice Stellam", nos dice san Bernardo: mira la Stella, tú que vas en busca de la verdad y de la paz; dirige la mirada a María, y Ella te mostrará a Jesús, luz para todo hombre y para todos los pueblos.

[Después del Ángelus, dijo:]

Dirijo de corazón mi saludo y mis felicitaciones más fervientes a los hermanos y a las hermanas de las Iglesias Orientales que mañana celebrarán la Santa Navidad. La bondad de Dios, manifestada en Jesucristo, Verbo encarnado, refuerce en todos la fe, la esperanza y la caridad, y conforte a las comunidades que se encuentran en pruebas. Recuerdo también que la Epifanía es la Jornada Misionera de los Niños, propuesta por la Obra Pontificia de la Santa Infancia. Muchos niños y chicos, organizados en las parroquias y en las escuelas, forman una red espiritual y de solidaridad para ayudar a sus coetáneos más en dificultad. Es muy bonito e importante que los niños crezcan con una mentalidad abierta al mundo, con sentimientos de amor y de fraternidad, superando el egocentrismo y el consumismo. Queridos niños y chicos, con vuestra oración y vuestro compromiso vosotros colaboráis en la misión de la Iglesia. ¡Os doy las gracias por ello y os bendigo!

[El Papa saludó después a los peregrinos en diversas lenguas. En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, y en particular a la Iglesia en Nicaragua que hoy conmemora el cincuenta aniversario de "Radio Católica". Les aliento a seguir difundiendo con fidelidad el mensaje del Evangelio. Celebramos hoy la Solemnidad de la Epifanía. En la imagen de los Magos de Oriente, la Iglesia contempla a todos los pueblos de la tierra que reconocen a Jesús como Señor de las naciones. Siguiendo el ejemplo de la Virgen María, que acogió con fe a su Hijo, abrid vuestros corazones a la Palabra divina, para que guiados por su luz, salgáis al encuentro de quienes están necesitados de amor y misericordia. ¡Feliz fiesta para todos!



 

[Traducción del original italiano por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]



 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Benedicto XVI: Vivid la vocación cristiana en la familia
El pasado 2 de enero, durante el rezo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que el Papa Benedicto XVI dirigió el pasado domingo 2 de enero, durante el rezo del Ángelus, a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro y, en conexión televisiva directa, a las familias reunidas en la Plaza Colón de Madrid (España).

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas

Renuevo a todos mis felicitaciones por el nuevo año y doy las gracias a cuantos me han enviado mensajes de cercanía espiritual. La liturgia de este domingo vuelve a proponer el Prólogo del Evangelio de san Juan, proclamado solemnemente en el día de Navidad. Este texto admirable expresa, en forma de un himno, el misterio de la Encarnación, predicado por los testigos oculares, los Apóstoles, en particular por Juan, cuya fiesta, no por casualidad, se celebra el 27 de diciembre. Afirma san Cromacio de Aquileia que “Juan era el más joven de todos los discípulos del Señor; el más joven por edad, pero ya anciano en la fe” (Sermo II,1 De Sancto Iohanne Evangelista, CCL 9a, 101). Cuando leemos “Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios” (Jn 1,1), el Evangelista – comparado tradicionalmente con un águila – se eleva por encima de la historia humana escrutando las profundidades de Dios; pero bien pronto, siguiendo a su Maestro, vuelve a la dimensión terrena diciendo: "Y la Palabra se hizo carne" (Jn 1,14). El Verbo es "una realidad viviente: un Dios que … se comunica haciéndose Él mismo Hombre” (J. Ratzinger, Teologia della liturgia, LEV 2010, 618). De hecho, atestigua Juan, “habitó entre nosotros, y nosotros hemos visto su gloria" (Jn 1,14). "Él se abajó hasta asumir la humildad de nuestra condición – comenta san León Magno – sin que por ello disminuyera su majestad" (Tractatus XXI, 2, CCL 138, 86-87). Leemos también en el Prologo: "De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia sobre gracia" (Jn 1,16). "¿Cuál es la primera gracia que hemos recibido?" – se pregunta san Agustín, y responde – "Es la fe". La segunda gracia, añade en seguida, es "la vida eterna" (Tractatus in Ioh. III, 8.9, CCL 36, 24.25).

Ahora me dirijo en lengua española a las miles de familias reunidas en Madrid para una gran manifestación.

[En español]

Saludo con afecto a los numerosos Pastores y fieles reunidos en la Plaza de Colón, de Madrid, para celebrar con gozo el valor del matrimonio y la familia bajo el lema: "La familia cristiana, esperanza para Europa". Queridos hermanos, os invito a ser fuertes en el amor y a contemplar con humildad el Misterio de la Navidad, que continúa hablando al corazón y se convierte en escuela de vida familiar y fraterna. La mirada maternal de la Virgen María, la amorosa protección de San José y la dulce presencia del Niño Jesús son una imagen nítida de lo que ha de ser cada una de las familias cristianas, auténticos santuarios de fidelidad, respeto y comprensión, en los que también se transmite la fe, se fortalece la esperanza y se enardece la caridad. Aliento a todos a vivir con renovado entusiasmo la vocación cristiana en el seno del hogar, como genuinos servidores del amor que acoge, acompaña y defiende la vida. Haced de vuestras casas un verdadero semillero de virtudes y un espacio sereno y luminoso de confianza, en el que guiados por la gracia de Dios se pueda sabiamente discernir la llamada del Señor, que sigue invitando a su seguimiento. Con estos sentimientos, encomiendo fervientemente a la Sagrada Familia de Nazaret los propósitos y frutos de ese encuentro, para que sean cada vez más las familias en las que reine la alegría, la entrega mutua y la generosidad. Que Dios os bendiga siempre.

[En italiano]

A la Virgen María, que el Señor confió como Madre al "discípulo que Él amaba", pidamos la fuerza de comportarnos como hijos “engendrados por Dios” (cfr Jn 1,13), acogiéndonos unos a otros y manifestando así el amor fraterno.

[Después del Ángelus]

Ayer por la mañana supimos con dolor la noticia del grave atentado contra la comunidad cristiana copta llevado a cabo en Alejandría de Egipto. Este vil gesto de muerte, como el de poner bombas ahora también cerca de las casas de los cristianos en Iraq para obligarles a irse, ofende a Dios y a toda la humanidad, que precisamente ayer rezaba por la paz y que ha comenzado con esperanza un nuevo año. Ante esta estrategia de violencias que tiene como objetivo a los cristianos, y que tiene consecuencias sobre toda la población, rezo por las víctimas y sus familiares, y animo a las comunidades eclesiales a perseverar en la fe y en el testimonio de no violencia que nos viene del Evangelio. Pienso también en los numerosos agentes pastorales asesinados en 2010 en diversos lugares del mundo: a ellos va igualmente nuestro afectuoso recuerdo ante el Señor. ¡Permanezcamos unidos en Cristo, nuestra esperanza y nuestra paz!

[En español dijo]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española presentes en esta oración mariana. La liturgia de este tiempo de Navidad nos conduce a contemplar con asombro a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, el Enmanuel. Os invito en estos días santos a abrir vuestras almas a este misterio de infinito amor. Que a ello os ayude la Santísima Virgen María y san José, cuya protección invoco sobre todas las familias, particularmente sobre las que se encuentran en dificultad o están probadas por la incomprensión y la división. El Salvador, luz del mundo, conceda a todas la gracia para superar cualquier contrariedad, y de este modo puedan avanzar siempre por el camino del bien. Feliz domingo.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Audiencia del miércoles


Benedicto XVI: La Navidad, más allá del sentimentalismo
Ayer en la Audiencia General
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la catequesis que el Papa Benedicto XVI pronunció ayer miércoles 5 de enero, durante la Audiencia General celebrada en el Aula Pablo VI, con peregrinos procedentes de todo el mundo.

* * * * *

Queridos hermanos y hermanas,

Estoy contento de acogeros en esta primera Audiencia General del nuevo año y de todo corazón os doy a vosotros y a vuestras familias mis mayores felicitaciones. Que el Señor del tiempo y de la historia guíe nuestros pasos por el camino del bien y conceda a cada uno abundancia de gracia y de prosperidad. Rodeados aún por la luz de la Santa Navidad, que nos invita al gozo por la venida del Salvador, estamos hoy en la vigilia de la Epifanía, en la que celebramos la manifestación del Señor a todas las gentes. La fiesta de la Navidad fascina hoy como siempre, más que otras grandes fiestas de la Iglesia; fascina porque todos de alguna forma intuyen que el nacimiento de Jesús tiene que ver con las aspiraciones y las esperanzas más profundas del hombre. El consumismo puede apartarnos de esta nostalgia interior, pero si en el corazón está el deseo de acoger a ese Niño que trae la novedad de Dios, que ha venido para darnos la vida en plenitud, las luces de los adornos navideños pueden convertirse incluso en un reflejo de la Luz que se ha encendido con la encarnación de Dios.

En las celebraciones litúrgicas de estos días santos hemos vivido de modo misterioso pero real la entrada del Hijo de Dios en el mundo y hemos sido iluminados una vez más por la luz de su fulgor. Cada celebración es presencia actual del misterio de Cristo y en ella se prolonga la historia de la salvación. A propósito de la Navidad, el papa san León Magno afirma: “Aunque la sucesión de las acciones corpóreas ya ha pasado, como fue ordenado previamente en el designio eterno..., con todo nosotros adoramos continuamente el mismo parto de la Virgen que produce nuestra salvación" (Sermón sobre la Natividad del Señor 29,2), y precisa: "porque ese día no ha pasado de forma tal que haya pasado también el poder de la obra que entonces fue revelada" (Sermón sobre la Epifanía 36,1). Celebrar los acontecimientos de la encarnación del Hijo de Dios no es un simple recuerdo de hechos del pasado, sino que es hacer presentes esos misterios portadores de salvación. En la Liturgia, en la celebración de los Sacramentos, esos misterios se hacen actuales y se convierten en eficaces para nosotros, hoy. De nuevo san León Magno afirma: "Todo lo que el Hijo de Dios hizo y enseñó para reconciliar al mundo, no lo conocemos sólo en el relato de acciones realizadas en el pasado, sino que estamos bajo el efecto del dinamismo de esas acciones presentes" (Sermón 52,1).

En la Constitución sobre la sagrada liturgia, el Concilio Vaticano II subraya que la obra de salvación realizada por Cristo continúa en la Iglesia mediante la celebración de los santos misterios, gracias a la acción del Espíritu Santo. Ya en el Antiguo Testamento, en el camino hacia la plenitud de la fe, tenemos testimonios de cómo la presencia y la acción de Dios fue mediada a través de signos, por ejemplo, el del fuego (cfr Ex 3,2ss; 19,18). Pero a partir de la Encarnación sucede algo sorprendente: el régimen de contacto salvífico con Dios se transforma radicalmente y la carne se convierte en el instrumento de la salvación: "Verbum caro factum est", "el Verbo se hizo carne", escribe el evangelista Juan y un autor cristiano del siglo III, Tertuliano, afirma: "Caro salutis est cardo", "la carne es el eje de la salvación" (De carnis resurrectione, 8,3: PL 2,806).

La Navidad es ya la primicia del "sacramentum-mysterium paschale", es decir, es el inicio del misterio central de la salvación que culmina en la pasión, muerte y resurrección, porque Jesús comienza el ofrecimiento de sí mismo por amor desde el primer instante de su existencia humana en el seno de la Virgen María. La noche de Navidad está por tanto profundamente ligada a la gran vigilia nocturna de la Pascua, cuando la redención se realiza en el sacrificio glorioso del Señor muerto y resucitado. El mismo belén, como imagen de la encarnación del Verbo, a la luz del relato evangélico, alude ya a la Pascua y es interesante ver cómo en algunos iconos de la Natividad en la tradición oriental, el Niño Jesús es representado envuelto en pañales y depositado en un pesebre que tiene la forma de un sepulcro; una alusión al momento en el que Él será bajado de la cruz, envuelto en una sábana y puesto en un sepulcro excavado en la roca (cfr Lc 2,7; 23,53). Encarnación y Pascua no están una junto a la otra, sino que son los dos puntos clave inseparables de la única fe en Jesucristo, el Hijo de Dios Encarnado y Redentor. La Cruz y la Resurrección presuponen la Encarnación. Sólo porque verdaderamente el Hijo, y en Él Dios mismo, “descendió” y “se hizo carne”, la muerte y la resurrección de Jesús son acontecimientos que nos resultan contemporáneos y nos afectan, nos arrancan de la muerte y nos abren a un futuro en el que esta "carne", la existencia terrena y transitoria, entrará en la eternidad de Dios. En esta perspectiva unitaria del Misterio de Cristo, la visita al belén orienta a la visita a la Eucaristía, donde encontramos presente de modo real al Cristo crucificado y resucitado, al Cristo viviente.

La celebración litúrgica de la Navidad, entonces, no es sólo recuerdo, sino que es sobre todo misterio; no es sólo memoria, sino también presencia. Para captar el sentido de estos dos aspectos inseparables, es necesario vivir intensamente todo el Tiempo navideño como la Iglesia lo presenta. Si lo consideramos en sentido amplio, se extiende durante cuarenta días, del 25 de diciembre al 2 de febrero, de la celebración de la Noche de Navidad, a la Maternidad de María, a la Epifanía, al Bautismo de Jesús, a las Bodas de Caná, a la Presentación en el Templo, precisamente en analogía con el Tiempo pascual, que forma una unidad de cincuenta días, hasta Pentecostés. La manifestación de Dios en la carne es el acontecimiento que ha revelado la Verdad en la historia. De hecho, la fecha del 25 de diciembre, vinculada a la idea de la manifestación solar – Dios que aparece como luz sin ocaso en el horizonte de la historia –, nos recuerda que no se trata sólo de una idea, la de que Dios es la plenitud de la luz, sino de una realidad para nosotros los hombres ya realizada y siempre actual: hoy, como entonces, Dios se revela en la carne, es decir, en el “cuerpo vivo" de la Iglesia que peregrina en el tiempo, y en los Sacramentos nos da hoy la salvación.

Los símbolos de las celebraciones navideñas, recordados por las Lecturas y por las oraciones, dan a la liturgia de este Tiempo un sentido profundo de "epifanía" de Dios en su Cristo-Verbo encarnado, es decir, de “manifestación” que posee también un significado escatológico, es decir, que orienta a los últimos tiempos. Ya en el Adviento las dos venidas, la histórica y la del final de la historia, estaban directamente vinculadas; pero es en particular en la Epifanía y en el Bautismo de Jesús donde la manifestación mesiánica se celebra en la perspectiva de las esperanzas escatológicas: la consagración mesiánica de Jesús, Verbo encarnado, mediante la efusión del Espíritu Santo de forma visible, lleva a cumplimiento el tiempo de las promesas e inaugura los últimos tiempos.

Es necesario rescatar este Tiempo navideño de un revestimiento demasiado moralista y sentimental. La celebración de la Navidad no nos propone sólo ejemplos a imitar, como la humildad y la pobreza del Señor, su benevolencia y amor hacia los hombres; sino que es más bien una invitación a dejarnos transformar totalmente por Aquel que ha entrado en nuestra carne. San León Magno exclama: "el Hijo de Dios … se ha unido a nosotros y nos ha unido a nosotros consigo de tal manera que el abajamiento de Dios hasta la condición humana se convirtiera en una elevación del hombre hasta las alturas de Dios" (Sermón sobre la Natividad del Señor 27,2). La manifestación de Dios tiene como fin nuestra participación en la vida divina, la realización en nosotros del misterio de su encarnación. Este misterio es la realización de la vocación del hombre. De nuevo san León Magno explica la importancia concreta y siempre actual para la vida cristiana del misterio de la Navidad: “las palabras del Evangelio y de los Profetas … inflaman nuestro espíritu y nos enseñan a comprender la Natividad del Señor, este misterio del Verbo hecho carne, no tanto como un recuerdo de un acontecimiento pasado, sino como un hecho que tiene lugar ante nuestros ojos... es como si se nos hubiese proclamado de nuevo en la solemnidad de hoy: 'Os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Cristo Señor'" (Sermón sobre la Natividad del Señor 29,1). Y añade: “Reconoce, cristiano, tu dignidad, y, hecho partícipe de la naturaleza divina, cuida de no recaer, con una conducta indigna, de tal grandeza, a la primitiva bajeza" (Sermón sobre la Natividad del Señor, 3).

Queridos amigos, vivamos este Tiempo navideño con intensidad: tras haber adorado al Hijo de Dios hecho hombre y depositado en el pesebre, somos llamados a pasar al altar del Sacrificio, donde Cristo, el Pan vivo bajado del cielo, se nos ofrece como verdadero alimento para la vida eterna. Y lo que hemos visto con nuestros ojos, en la mesa de la Palabra y del Pan de Vida, lo que hemos contemplado, lo que nuestras manos han tocado, es decir, al Verbo hecho carne, anunciémoslo con alegría al mundo y demos testimonio de él generosamente con toda nuestra vida. Renuevo de corazón a todos vosotros y a vuestros seres queridos sentidas felicitaciones por el Nuevo Año y os deseo una buena festividad de la Epifanía.

[En español dijo]

Saludo cordialmente a los fieles de lengua española aquí presentes. En particular, a los peregrinos de España, México, y de otros países latinoamericanos. Os exhorto a vivir con intensidad el misterio del nacimiento del Hijo de Dios, a anunciarlo con alegría al mundo, y dar testimonio de su amor con vuestra vida. Asimismo, os renuevo de corazón mis mejores deseos para este Año Nuevo, así como una feliz fiesta de la Epifanía. Muchas gracias.

[En italiano dijo]

Saludo finalmente a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Mañana, solemnidad de la Epifanía del Señor, recordaremos el camino de los Magos hacia Cristo, guiados por la luz de la estrella. Su ejemplo, queridos jóvenes, alimente en vosotros el deseo de encontrar a Jesús y de transmitir a todos la alegría de su Evangelio; os lleve, queridos enfermos, a ofrecer al Niño de Belén vuestros dolores y sufrimientos, hechos preciosos por la fe; que constituya para vosotros, queridos recién casados, un estímulo constante a hacer vuestras familias “pequeñas iglesias” que acojan los signos misteriosos de Dios y del don de la vida.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Documentación


Homilía del Papa en la misa de la Epifanía del Señor
“Es la Palabra de Dios la verdadera estrella”
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que Benedicto XVI pronunció este jueves por la mañana tras la proclamación del Evangelio y el anuncio del día de la Pascua, durante la misa de la solemnidad de la Epifanía del Señor, celebrada en la Basílica vaticana.

 



 

***



 

Queridos hermanos y hermanas,

en la solemnidad de la Epifanía la Iglesia continúa contemplando y celebrando el misterio del nacimiento de Jesús salvador. En particular, el aniversario de hoy destaca el destino y el significado universal de este nacimiento. Haciéndose hombre en el seno de María, el Hijo de Dios vino no sólo para el pueblo de Israel, representado por los pastores de Belén, sino también para toda la humanidad, representada por los Magos. Y es precisamente sobre los Magos y sobre su camino en búsqueda del Mesías (cf. Mt 2,1-12) sobre lo que la Iglesia nos invita hoy a meditar y a rezar. En el Evangelio hemos escuchado que ellos, llegados a Jerusalén desde el Oriente, preguntan: “¿Dónde está el rey de los Judíos que acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella al oriente y venimos a adorarle” (v. 2). ¿Qué tipo de personas eran, y que especie de estrella era aquella? Ellos eran probablemente sabios que escrutaban el cielo, pero no para buscar “leer” en los astros el futuro, eventualmente para recaudar un dinero; eran más bien hombres “en búsqueda” de algo más, en búsqueda de la verdadera luz, capaz de indicar el camino que recorrer en la vida. Eran personas seguras de que en la creación existe lo que podemos definir como la “firma” de Dios, una firma que el hombre puede y debe intentar descubrir y descifrar. Quizás el modo para conocer mejor a estos Magos y acoger su deseo de dejarse guiar por los signos de Dios es detenernos a considerar lo que ellos se encuentran, en su camino, en la gran ciudad de Jerusalén.

En primer lugar se encontraron al rey Herodes. Ciertamente él estaba interesado en el niño del que hablaban los Magos; sin embargo no con el objetivo de adorarlo, como quiere dar a entender mintiendo, sino para suprimirlo. Herodes es un hombre de poder, que sólo logra ver en el otro a un rival a combatir. En el fondo, si reflexionamos bien, también Dios le parece un rival, más bien, un rival especialmente peligroso, que querría privar a los hombres de su espacio vital, de su autonomía, de su poder; un rival que indica el camino que recorrer en la vida e impide, así, hacer todo lo que se quiere. Herodes escucha de sus expertos en las Sagradas Escrituras las palabras del profeta Miqueas (5,1), pero su único pensamiento es el trono. Entonces Dios mismo debe ser ofuscado y las personas deben reducirse a simples peones que mover en el gran tablero de ajedrez del poder. Herodes es un personaje que no nos resulta simpático y que instintivamente juzgamos negativamente por su brutalidad. Pero debemos preguntarnos: ¿quizás hay algo de Herodes también en nosotros? ¿Quizás también nosotros, a veces, vemos a Dios como una especie de rival? ¿Quizás también nosotros somos ciegos ante sus signos, sordos a sus palabras, porque pensamos que pone límites a nuestra vida y no nos permite disponer de la existencia a nuestro gusto? Queridos hermanos y hermanas, cuando vemos a Dios así acabamos por sentirnos insatisfechos y descontentos, porque no nos dejamos guiar por Aquel que es el fundamento de todas las cosas. Debemos eliminar de nuestra mente y de nuestro corazón la idea de la rivalidad, la idea de que dar espacio a Dios es un límite para nosotros mismos; debemos abrirnos a la certeza de que Dios es el amor omnipotente que no quita nada, no amenaza, sino que es el Único capaz de ofrecernos la posibilidad de vivir en plenitud, de experimentar la verdadera alegría.

Los Magos se encuentran después con los estudiosos, los teólogos, los expertos que lo saben todo sobre las Sagradas Escrituras, que conocen las posibles interpretaciones de ellas, que son capaces de citar de memoria cualquier pasaje y que por tanto son una preciosa ayuda para quien quiere recorrer el camino de Dios. Pero, afirma san Agustín, ellos quieren ser guías para los demás, indican el camino, pero no caminan, permanecen inmóviles. Para ellos las Escrituras se convierten en una especie de atlas que leer con curiosidad, un conjunto de palabras y de conceptos por examinar y sobre los que discutir doctamente. Pero nuevamente podemos preguntarnos: ¿no está también en nosotros la tentación de considerar las Sagradas Escrituras, este tesoro riquísimo y vital para la fe de la Iglesia, más como un objeto para el estudio y la discusión de los especialistas que como el Libro que nos indica el camino para llegar a la vida? Pienso que, como he indicado en la Exhortación apostólica Verbum Domini, debería nacer siempre de nuevo en nosotros la disposición profunda a ver la palabra de la Biblia, leída en la Tradición viva de la Iglesia (n. 18) como la verdad que nos dice lo que es el hombre y cómo puede realizarse plenamente, la verdad que es el camino por recorrer cotidianamente, junto a los demás, si queremos construir nuestra existencia sobre roca y no sobre arena.

Y llegamos así a la estrella. ¿Qué tipo de estrella era aquella que los Magos vieron y siguieron? A lo largo de los siglos esta pregunta ha sido objeto de discusiones entre los astrónomos, Kepler, por ejemplo, consideraba que se trataba de una “nova” o una “supernova”, es decir de una de esas estrellas que normalmente emiten una luz débil, pero que pueden tener de manera improvisada una violenta explosión interna que produce una luz excepcional. Sí, cosas interesantes, pero que no nos guían a lo que es esencial para entender esa estrella. Debemos volver al hecho de que esos hombres buscaban las huellas de Dios; buscaban leer su “firma” en la creación; sabían que “los cielos narran la gloria de Dios” (Sal 19,2); estaban seguros, de que Dios puede vislumbrarse en lo creado. Pero, como hombres sabios, sabían sin embargo que no es con un telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de la razón en búsqueda del sentido último de la realidad y con el deseo de Dios movido por la fe, como es posible encontrarlo, incluso se hace posible que Dios se acerque a nosotros. El universo no es el resultado de la casualidad, como algunos quieren hacernos creer. Contemplándolo, estamos invitados a leer en él algo profundo: la sabiduría del Creador, la inagotable fantasía de Dios, su infinito amor por nosotros. No debemos dejarnos limitar la mente por teorías que llegan siempre sólo hasta un cierto punto y que -si miramos bien- no están de hecho en contradicción con la fe, pero no logran explicar el sentido último de la realidad. En la belleza del mundo, en su misterio, en su grandeza y en su racionalidad no podemos dejar de leer la racionalidad eterna, y no podemos menos que dejarnos guiar por ella hasta el único Dios, creador del cielo y de la tierra. Si tenemos esta mirada, veremos a Aquel que ha creado el mundo y Aquel que nació en una cueva en Belén y continúa habitando en medio de nosotros en la Eucaristía, son el mismo Dios vivo, que nos interpela, nos ama, quiere conducirnos a la vida eterna.

Herodes, los expertos en las Escrituras, la estrella. Pero sigamos el camino de los Magos que llegan a Jerusalén. Sobre la gran ciudad la estrella desaparece, ya no se ve. ¿Qué significa? También en este caso debemos leer el signo en profundidad. Para aquellos hombres era lógico buscar al nuevo rey en el palacio real, donde se encontraban los sabios consejeros de la corte. Pero, probablemente con asombro, debieron constatar que aquel recién nacido no se encontraba en los lugares del poder y de la cultura, aunque en aquellos lugares se les ofrecían preciosas informaciones sobre él. Se dieron cuenta, en cambio, de que, a veces, el poder, incluso el del conocimiento, barra el camino al encuentro con el Niño. La estrella les guió entonces a Belén, una pequeña ciudad; les guió entre los pobres, entre los humildes, para encontrar al Rey del mundo. Los criterios de Dios son diferentes a los de los hombres; Dios no se manifiesta en el poder de este mundo, sino en la humildad de su amor, ese amor que pide a nuestra libertad ser acogido para transformarnos y hacernos capaces de llegar a Aquel que es el Amor. Pero también para nosotros las cosas no son tan diferentes como lo eran para los Magos. Si se nos preguntara nuestra opinión sobre cómo Dios debería haber salvado el mundo, quizás responderíamos que debería haber manifestado todo su poder para dar al mundo un sistema económico más justo, en el que cada uno pudiera tener todo lo que quisiera. En realidad, esto sería una especie de violencia sobre el hombre, porque lo privaría de elementos fundamentales que lo caracterizan. De hecho, no involucrarían ni nuestra libertad, ni nuestro amor. El poder de Dios se manifiesta de manera totalmente diferente: en Belén, donde encontramos la aparente impotencia de su amor. Y es allí donde nosotros debemos ir, y es allí donde reencontramos la estrella de Dios.

Así nos aparece bien claro también un último elemento importante del acontecimiento de los Magos: el lenguaje de lo creado nos permite recorrer un buen tramo de camino hacia Dios, pero no nos da la luz definitiva. Al final, para los Magos fue indispensable escuchar la voz de las Sagradas Escrituras: sólo ellas podían indicarles el camino. Es la Palabra de Dios la verdadera estrella, que, en la incertidumbre de los discursos humanos, nos ofrece el inmenso esplendor de la verdad divina. Queridos hermanos y hermanas, dejémonos guiar por la estrella, que es la Palabra de Dios, sigámosla en nuestra vida, caminando con la Iglesia, donde la Palabra ha plantado su tienda. Nuestro camino estará siempre iluminado por una luz que ningún otro signo puede darnos. Y podremos también nosotros convertirnos en estrellas para los demás, reflejo de esa luz que Cristo ha hecho resplandecer sobre nosotros. Amén.


[Traducción del original italiano por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Discurso del Papa en su visita al Policlínico Gemelli
“El mayor regalo nos lo ha hecho Dios a cada uno de nosotros”
ROMA, jueves 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció ayer durante su visita al Policlínico Gemelli, en ocasión de la solemnidad de la Epifanía.

* * * * *

Señor cardenal, queridos sacerdotes, autoridades académicas, dirigentes, personal médico y paramédico, queridos niños, padres y amigos,

¿Por qué he venido hoy aquí, día en que celebramos la solemnidad de la Epifanía? Antes que nada para daros las gracias. Gracias a vosotros, niños, que me habéis acogido: quiero deciros que os quiero mucho y que me siento cerca de vosotros con mi oración y mi afecto, también para daros fuerzas al afrontar vuestra enfermedad. Querría agradeceros también a vosotros padres, familia, dirigentes y todo el personal del Policlínico, que con competencia y caridad cuidan a los que sufren; en particular querría agradecer al equipo de este departamento de pediatría y del centro de atención a los niños con espina bífida. Bendigo a las personas, el desempeño y el ambiente en el que se ejercita de un modo concreto el amor hacia los más pequeños y más necesitados.

Queridos niños y jóvenes, he querido reunirme con vosotros también para hacer un poco como los Magos, que celebramos en esta fiesta de la Epifanía: ellos llevaron regalos a Jesús – oro, incienso y mirra – para manifestarle adoración y afecto. Hoy os he traído también yo regalos, para que sintáis, por medio de este pequeño gesto, la cercanía y el afecto del Papa. Pero querría que todos, adultos y niños, en este tiempo de Navidad, recordásemos que el mayor regalo nos lo ha hecho Dios a cada uno de nosotros.

Miremos a la cueva de Belén, en el pesebre, ¿qué vemos?¿qué encontramos? Está María, está José, pero sobre todo hay un niño, pequeño y necesitado de atención, de cuidados, de amor: ese niño es Jesús, ese niño es Dios mismo que ha querido bajar a la tierra para mostranos cuánto nos quiere, es Dios mismo que se ha hecho pequeño como vosotros, para decirnos que está siempre a nuestro lado y para señalar a cada uno de nosotros que todo niño refleja su rostro.

Ahora, antes de concluir, no puedo dejar de saludar a todo el personal y a todos los pacientes de este gran hospital. Animo a todas las iniciativas de bien y de voluntariado, como también las instituciones que se comprometen en el servicio de la vida, en particular al Instituto Científico Internacional Pablo VI, dedicado a promover la procreación responsable. ¡Gracias a todos de nuevo! ¡El Papa os quiere mucho!

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

©Copyright 2011 Libreria Editrice Vaticana]

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Carta apostólica sobre actividades en el ámbito financiero y monetario
De Benedicto XVI
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 6 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos la carta apostólica de Benedicto XVI en forma de "motu proprio" para la prevención y el contraste de las actividades ilegales en el ámbito financiero y monetario.

* * *

 



La Santa Sede siempre ha levantado su voz para instar a todas las personas de buena voluntad, y sobre todo a los líderes de las naciones, al compromiso de la edificación, también a través de una paz justa y duradera en todo el mundo, de la ciudad universal de Dios hacia la que avanza la historia de la comunidad de los pueblos y las naciones. [Benedicto XVI, Carta Encíclica "Caritas in veritate" (29 de junio de 2009), 7: AAS 101 / 2009), 645]. Por desgracia, en nuestro tiempo la paz, en una sociedad cada vez más global, se ve amenazada por diversas causas, entre las cuales las de un uso impropio del mercado y de la economía y aquella, terrible y destructiva, de la violencia perpetrada por el terrorismo, que causa muerte, sufrimientos, odio e inestabilidad social.

Muy oportunamente, la comunidad internacional se está dotando cada vez más de los principios y herramientas jurídicas que permiten prevenir y combatir los fenómenos del reciclaje de capital y la financiación del terrorismo.

La Santa Sede aprueba este compromiso y quiere hacer propias aquellas reglas para la utilización de los recursos materiales necesarios para la realización de su misión y de las tareas del Estado de la Ciudad del Vaticano.

En este marco, incluida la aplicación de la Convención monetaria entre el Estado de la Ciudad del Vaticano y la Unión Europea de 17 de diciembre de 2009, he aprobado para ese Estado la emanación de la Ley concerniente a la prevención y lucha contra el blanqueo de los ingresos procedentes de actividades delictivas y de la financiación del terrorismo, del 30 de diciembre de 2010, que se promulga hoy.

Con la presente Carta Apostólica en forma de Motu Proprio:

a) establezco que la mencionada ley del Estado de la Ciudad del Vaticano y sus modificaciones posteriores tengan validez para los Departamentos de la Curia Romana y de todos los organismos y entidades dependientes de la Santa Sede, donde lleven a cabo las actividades citadas en el art. 2 de dicha Ley;

b) instituyo la Autoridad de Información Financiera (AIF), indicada en el artículo 33 de la "Ley concerniente a la prevención y contraste del reciclaje del producto de actividades delictivas y de financiación del terrorismo" como institución ligada a la Santa Sede, en conformidad con los artículos 186 y 190-191 de la Constitución Apostólica "Pastor Bonus", confiriéndole la personalidad jurídica canónica pública y la personalidad civil vaticana y aprobando el Estatuto, unido al presente Motu Proprio.

c) establezco que la Autoridad de Información Financiera (AIF) ejerza sus funciones en relación con los dicasterios de la Curia Romana y de todos los organismos y entidades mencionadas en el inciso a);

d) delego, con limitación a las hipótesis delictivas mencionadas en la citada ley, a los órganos judiciales competentes del Estado de la Ciudad del Vaticano, el ejercicio de la jurisdicción penal en relación con los dicasterios de la Curia Romana y de todas las organizaciones y entidades mencionadas en el apartado a).
Dispongo que las disposiciones establecidas tengan valor pleno y estable a partir de la fecha de hoy, no obstante cualquier disposición en contrario, aunque merezca mención especial.

Establezco que la presente Carta Apostólica Motu Proprio sea publicada en el Acta Apostolicae Sedis.

Publicado en Roma, en el palacio apostólico, el 30 de diciembre de 2010, el sexto de mi Pontificado.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba