6.01.11

Reyes Magos

 

Esto se ha realizado, lo sabemos, en el hecho de que tres magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para conocer y adorar al Rey del cielo y de la tierra. La docilidad de los magos a esta estrella nos indica el modo de nuestra obediencia, para que, en la medida de nuestras posibilidades, seamos servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo

San León Magno
Sermón en la Epifanía del Señor

El texto de San León Magno nos muestra la importancia intrínseca que tiene el día de la Epifanía del Señor y nos pone en el camino hacia el reconocimiento de la voluntad de Dios y de su cumplimiento.

Se manifiesta Jesús como quien es: Mesías de Israel. Además, es hijo de Dios y Salvador del mundo. Así se manifiesta aquel pequeño niño al que habían ido a adorar unos sabios llegados de muy lejanas tierras llevados por una fe, protocristianos, y conducidos por el Espíritu Santo a través de una estrella.

¿Qué es lo que hicieron, pues, los sabios? Creyeron en la existencia del Mesías sin haberlo visto, tan sólo confiados en la dirección de un astro que les mostraba el camino. Esto es, creyeron sin haber visto, esto es tuvieron Fe. Tuvieron, como dice S. León Magno en la cita que encabeza este comentario, docilidad a aquel astro. Y ¿cómo tener docilidad a un astro si no se entiende que está guiado por una fuerza superior a nuestro entendimiento?

Era, por lo tanto, cuestión de confianza, de fidelidad y, así, de creencia porque de ser paganos aquellos sabios se convirtieron en un camino que le llevó, desde sus naciones hasta aquel pobre portal judío. Vinieron a ser lo que no eran.

Acudieron no sin evitar el obstáculo de Herodes que, interesado por la noticia del nacimiento de un rey, y de los judíos, había querido congraciarse con los magos aduciendo su interés por adorar a quien había nacido en Belén (como le dijeron, a él mismo, sus propios sabios, que estaba escrito)

Antes que nada, tenemos que poner por delante la extraña actitud de Herodes que, conociendo el lugar donde tenía que hacer el rey de los judíos no acude raudo a matarlo (pues tal era su intención como se vio luego con la matanza de los protomártires inocentes) sino que decide esperar, pacientemente, a que unas personas que no conocía de nada, volviesen para indicarle el lugar exacto del nacimiento. Es la actitud de quien no siente fe (ambición y egoísmo) y no se ve urgido a acudir a Belén sino quien se considera demasiado importante como para dejar todo lo que tiene entre manos e ir a adorar a Jesús que es lo que, precisamente, hicieron los pastores avisados por el ángel: lo dejaron todo, era de noche, y fueron en busca del nacido. La fe les movió.

Se manifiesta, así, Jesús al mundo no exento de pobreza y de humildad. No era un rey poderoso a lo mundano sino pobre y humilde según la consideración del mundo. Su riqueza y grandeza la llevaba en su corazón y estaban flanqueadas por el Amor y la Entrega a la voluntad de su Padre.

Y así se manifestó Jesús al mundo: adorado por unos sabios venidos de lejanas tierras y presentándose como la salvación y siendo Salvador de la humanidad, creación misericordiosa de Dios.

A Él, por tanto, nos debemos como hermanos en la fe y como discípulos suyos. Y a Él debemos rendir homenaje de fidelidad y entrega de manos, cabeza y corazón.

Eleuterio Fernández Guzmán