7.01.11

Dos antropologías en conflicto (5)

A las 12:04 PM, por Daniel Iglesias
Categorías : Doctrina Social y Política
 

5. Dos visiones de la laicidad

La antropología cristiana conduce a una visión de la laicidad como legítima autonomía de los asuntos temporales, de la cultura humana y de la comunidad política (cf. Concilio Vaticano II, constitución pastoral Gaudium et Spes, nn. 36, 59, 76). Esta visión católica de la laicidad contradice tanto al integrismo, que niega la autonomía de la realidad creada, como al secularismo, que la exagera considerándola como independencia respecto de Dios. Mientras que el integrismo une indisolublemente a la fe cosas que le pertenecen sólo accidentalmente, el secularismo separa de la fe cosas que le pertenecen sustancialmente. El Concilio Vaticano II rechaza ambos errores, afirmando que las cosas creadas y la sociedad gozan de leyes y valores propios, que el hombre debe descubrir y emplear, y que la realidad creada depende de Dios y debe ser usada con referencia a Él (cf. ídem, n. 36).

La laicidad así entendida debe ser considerada como un fruto maduro del cristianismo. Está implícita en la famosa sentencia de Jesús: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo 22,21). Todo es de Dios, pero de tal modo que hay un ámbito que es del César, aunque éste esté subordinado a Dios. El Papa Benedicto XVI se ha referido más de una vez a esta visión de la laicidad mediante la expresión “laicidad positiva”.

La antropología individualista conduce a una visión de la laicidad como laicismo, que procura la exclusión de la religión del espacio público. El individualismo concibe a los individuos como mónadas aisladas entre sí que buscan sólo su propia autorrealización individual. Al absolutizar la libertad de elección del individuo, tiende a desvincular a éste de sus semejantes, “liberándolo” de toda atadura o compromiso permanente con ellos, del tipo que sea: matrimonial, familiar, etc. El mismo impulso ideológico que forma esta “sociedad de la desvinculación” tiende a desvincular al hombre de Dios, “liberándolo”, por lo menos en el ámbito público, de la relación religiosa con Él.

Esta visión de la laicidad es un fruto de la Ilustración racionalista. No busca sólo una separación entre la Iglesia y el Estado, sino una “separación sin reconocimiento”. Tiende a organizar la vida social como si Dios y la religión no existieran. Con frecuencia da lugar a una actitud hostil contra la religión, sobre todo la religión católica.

El laicismo pretende quitar a los cristianos su derecho a actuar como cristianos en política y quitar a la Iglesia su derecho a enseñar su doctrina moral social. En nombre de la “tolerancia”, es intolerante con la fe de la Iglesia Católica; y, en nombre de la libertad de pensamiento, pretende imponer la filosofía relativista como requisito indispensable para la pacífica convivencia democrática. (Continuará).

Daniel Iglesias Grèzes