ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 8 de enero de 2011

Foro

Respuesta de un sacerdote copto al Gran Imán de Al-Azhar

Libertad religiosa para todos

La sangre de los fieles


Foro


Respuesta de un sacerdote copto al Gran Imán de Al-Azhar
Algunos religiosos condenan con timidez los asesinatos de los “no musulmanes”
EL CAIRO, sábado, 8 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la respuesta del sacerdote copto egipcio Yoannis Lahzi Gaid, redactor de la página web de la Iglesia Católica de Alejandría (www.coptcatholic.net), a las declaraciones del Gran Imán de Al-Azhar, del pasado 2 de enero, tras eL atentado a la iglesia de los Santos de Alejandría, en las que juzgó las palabras de Benedicto XVI durante el Ángelus de ese mismo día, como una interferencia en los asuntos internos de Egipto.

* * *

Los coptos, durante largo tiempo discriminados, han pedido y están pidiendo una solución justa a sus problemas para frenar las injusticias. Sus exigencias se fundan siempre en el principio que afirma "La patria para todos pero la religión, para Dios" que, según su conciencia, es el fundamento de cualquier estado civil y de cualquier civilización evolucionada. Por desgracia han obtenido,- después de cada suceso de atentado- siempre la misma cortés respuesta y las habituales palabras de comprensión y de solidaridad que no son suficientes para sus necesidades de poder expresarse libremente en el ámbito político, social y sobre todo religioso y de poder vivir tranquilamente, sin tener miedo de la opresión y de las amenazas. Los coptos, en toda su larga y luminosa historia, no han pedido la intervención de países extranjeros para ser ayudados en sus problemas, buscando siempre el evitar las posibles recriminaciones de parte de sus compatriotas que, habrían podido ver en tal intervención extranjera, la traición de parte de los coptos a su patria; y ejerciendo siempre una resistencia pacífica, no obstante el dolor, las injusticias y el silencio perpetrados por las autoridades nacionales.

Por otra parte, vivimos en un mundo globalizado en el que circulan, a tiempo real, noticias del globo entero, por esto es más que natural, respetable Imán Al-Azhar, asistir al alzamiento de una multitud de voces internacionales ante los sucesos aberrantes de los múltiples atentados que han sido verificados y se están verificando; ante las intimidaciones de las que son objeto los cristianos, obligados a emigrar del Oriente Medio para no ser masacrados. Es natural, entonces, escuchar del Santo Padre Benedicto XVI, cabeza de la Iglesia Católica, la invitación a proteger las minorías perseguidas en nuestro querido Oriente. Lo que sorprende, respetable Imán, no son las palabras del Papa, sino la actitud de algunos responsables religiosos y políticos que se quedan quietos y callados ante los múltiples homicidios de gente inocente; y que frente a las injusticias perpetradas a sus hermanos, se limitan a pronunciar las típicas y corteses palabras de condena.

Lo más triste, respetable Imán, es que Al-Azhar, la máxima institución religiosa islámica, se limita a condenar tÍmidamente a través de corteses declaraciones sin, nunca, pronunciarse claramente sobre la cuestión de la violencia y del asesinato de los "no musulmanes". Sin rechazar claramente las "fatwas" islámicas que consienten, incluso instigan y legitiman, el derramamiento de la sangre de los no musulmanes e invitan a apropiarse de los bienes y propiedades de los cristianos como si fuesen botín de guerra.

Es extraño, respetable Imán, que usted como Imán (jefe) de Al-Azhar, no haya pronunciado todavía una declaración explícita que prohíba el asesinato de los no musulmanes, no haya declarado con palabras rotundas, dirigidas a aclarar la posición del Islam frente a la violencia; explicando el significado de la "yihad" (guerra santa) contra los no musulmanes, no haya hecho una clara declaración, de manera que se evite cualquier manipulación coránica por parte de los terroristas.

Es vergonzoso, respetable Imán, que cuando hablan los compatriotas, especialmente aquellos que se declaran "moderados" e "intelectuales", lo máximo que lleguen a decir de los coptos es que son "Ahl-Zimma"- confiados a la tutela del Islam- una frase que destruye todo esperanza de conseguir una convivencia pacífica y civil basada en la igualdad y el respeto. Ya que, el término, "tutelados por el Islam" es un término que se radica en una definición basada en la desigualdad, en cuanto que confía a una parte el deber de proteger a la otra, y por tanto provoca el racismo y la discriminación entre personas que deberían ser iguales y, de la misma manera, ser tuteladas por una misma constitución, unas mismas leyes del Estado.

Respetable Imán, las tragedias que viven los coptos todos los días son más importantes que una visita de cortesía al papa Shenouda III - papa de la Iglesia Copta Ortodoxa de Egipto -,mucho más urgentes que declaraciones verbales, es señal de que en Egipto y en la mayor parte de países árabes falta la "igualdad" entre ciudadanos, es señal de que se aplica el concepto de un Estado policial donde los cuerpos de seguridad y los religiosos controlan las ideas de las personas, de sus actos y finalmente de si respiran.

La solución, respetable Imán, no se encuentra en la condena de las palabras del Papa o de los estados extranjeros, sino en el cuidar nuestras enfermedades con nuestras propias manos. Ni el Santo Padre ni la opinión pública internacional habrían hablado si nuestras condiciones de seguridad y de justicia estuvieran garantizadas, si nuestras leyes asegurasen los derechos de todos, si no se tratase a una parte del pueblo como "minoría perturbadora", o solamente como seres "Ahl-Zimma"- confiados a la tutela islámica-.

Ninguno habría intervenido, respetable Imán, si nuestro país estuviera fundado sobre leyes iguales para todos, sobre leyes aplicadas sin discriminación de religión, de lengua o de pertenencia política. Ninguno habría hablado, si la sangre de nuestros hijos y de nuestros hermanos, no hubiera sido derramada sin culpa, el día de la Navidad y de fin de año. Ninguno habría hablado si los países musulmanes de Medio Oriente hubieran estado al lado de sus hermanos cristianos y hubieran frenado esta hemorragia de emigración, asegurándoles su tutela.

Ninguno habría hablado, si los países islámicos hubieran actuado contra el terrorismo religioso y el integralismo islámico, que legitima la matanza de cristianos; como ha sucedido con las viñetas consideradas ofensivas para el Islam. ¿Por qué se afirma el derecho a un ser humano y se niega el mismo derecho a otro ser humano? ¿Por qué se afirma el derecho de condenar cualquier acto o palabra, cuando son consideradas ofensivas para los musulmanes en países occidentales, sin decir nunca que ésto significa interferir en los asuntos internos de estos países, mientras se condena la oración del Papa contra las masacres, contra las injusticias?

Respetable Imán, nadie habría intervenido si hubiésemos adoptado una única medida de comportamiento, si hubiésemos, desde hace tiempo, estudiado y analizado nuestra situación interna, si hubiésemos resuelto nuestros problemas de forma civilizada y respetando una única ley igual para todos. Y decir que otros países interfieren en nuestros asuntos internos es otro motivo de tristeza porque demuestra solo tenemos miedo del escándalo, que lo que debe continuar es el "silencio del resto del mundo", que no queremos encontrar una solución justa, factible y veloz, queriendo sólo enterrar la cabeza bajo tierra en vez de curar el miembro enfermo, o encima queriendo cortarlo.

Cristianos inocentes han sido asesinados en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro en Baghdad por mano de terroristas que gritaban el nombre de Dios y recitaban versos del Corán. Los coptos han sido asesinados durante el fin de año en Alejandría, por mano de integristas que siguen la voluntad de Alá. Esta es la enfermedad que reside en este modo de interpretar los preceptos coránicos. Pero en esta misma enfermedad se encuentra la cura. Las masacres que los terroristas cometen en perjuicio de los cristianos, ¿son aceptables desde el punto de vista religioso e islámico? ¿Sus versos coránicos y sus argumentos doctrinales se fundan en la verdad? Estos terroristas ¿son verdaderos fieles musulmanes? Estas son las preguntas que necesitan respuesta, respetable Imán porque en su respuesta se encuentra la clave para frenar o alimentar todavía más, los ríos de sangre derramados.

En resumen, respetable Imán, el Santo Padre no ha intervenido en los asuntos internos de Egipto, sino que ha hablado en favor de los cristianos oprimidos y perseguidos, porque su voz se alza siempre contra cualquier discriminación o injusticia, contra cualquier hombre, cristiano o no, porque "el silencio frente a las injusticias es un demonio". Como olvidar que él ha condenado todos los actos de extremismo cometidos contra cristianos o musulmanes así como ha condenado todas las acciones ofensivas hacia los sentimientos de los fieles de cualquier religión.

Habría estado muy mal si su Santidad hubiese callado frente a los homicidios, a las masacres, a las persecuciones, a las migraciones forzadas de los cristianos del Medio Oriente sucedidas a los ojos de todo el mundo. Habría estado mal si él hubiese cerrado los ojos mientras las iglesias son profanadas y saqueadas y si no hubiera levantado la voz viendo que sus hijos son asesinados y perseguidos por el solo motivo de ser cristianos.

Respetable Imán, usted debería haber agradecido al Santo Padre por sus sentidas condolencias ofrecidas a sus/nuestros hermanos coptos, que han sido asesinados el día de nochevieja, en vez de condenar sus palabras considerándolos con una interferencia. Usted debería haber tendido sus manos a las manos del Santo Padre, tendidas para sostener un diálogo pacífico entre las religiones, en vez de rechazar las declaraciones y provocando, contra él y obviamente contra todo cristiano, la exacerbación de una situación, ya muy delicada, reforzando involuntariamente, todavía más, el extremismo.

Que el Señor tenga piedad de nuestro amado Egipto y aleje de él todo extremismo e intolerancia, sembrando en los corazones Su compasión al servicio de la verdad y de la justicia, para trabajar codo con codo, con el fin de establecer la igualdad, la convivencia pacífica y para construir una nación fundada en la libertad religiosa y sobre la igualdad de derechos y deberes de todas las personas. Que nos dé la valentía de curar seriamente las enfermedades, en lugar de condenar a aquellos que quieren nuestro bien, acusándolos de intervenir en nuestros asuntos.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


Libertad religiosa para todos
Por monseñor Felipe Arizmendi Esquivel
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 8 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de Las Casas, con el título "Libertad religiosa par todos".

* * *


 


 


 

VER

De cuando en cuando unos medios califican a católicos de nuestra diócesis como intolerantes, porque alguna comunidad indígena pone trabas a protestantes en la práctica de su fe y les impide hacer proselitismo; incluso les han expulsado y hasta les han dañado en sus propiedades. A pesar de que hemos insistido en el derecho que todos tenemos a practicar la religión de nuestra preferencia, en algunos lugares ni a mí me han hecho caso y lamentamos que hayan sucedido esas injusticias. Son decisiones que no pasan por la diócesis y las parroquias, sino que dependen de las asambleas ejidales, que ven la divergencia religiosa como un atropello a su unidad ancestral, unidad que es esencial en la cultura indígena. También los católicos sufrimos ofensas y descalificaciones por hermanos de otras confesiones, en sus emisoras no autorizadas y en sus visitas insistentes a los hogares católicos.

Por otra parte, cuando los obispos decimos que las leyes no respetan plenamente nuestro derecho a la libertad religiosa, responden que los artículos 24 y 130 de la Constitución ya reconocen ese derecho, y que lo que realmente ambicionamos es imponer nuestros dogmas y nuestra moral a todos los ciudadanos. Esto es falso. No quieren aceptar que esos artículos limitan la libertad religiosa al culto y la creencia, pero no garantizan libertad de expresión y participación. Pretenden reforzar el laicismo oficial, para impedirnos esas libertades.

JUZGAR

El Papa Benedicto XVI ha dedicado su Mensaje de la Jornada de la Paz, este 1 de enero de 2011, precisamente a "La libertad religiosa, camino para la paz". Entre otras cosas, afirma: "Se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal. En otras regiones, se dan formas más silenciosas y sofisticadas de prejuicio y de oposición hacia los creyentes y los símbolos religiosos. Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa. Todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral... Es inconcebible que los creyentes tengan que suprimir una parte de sí mismos -su fe- para ser ciudadanos activos. Nunca debería ser necesario renegar de Dios para poder gozar de los propios derechos".

Y describe lo que implica la libertad religiosa: "Toda persona ha de poder ejercer libremente el derecho a profesar y manifestar, individualmente o comunitariamente, la propia religión o fe, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, las publicaciones, el culto o la observancia de los ritos. No debería haber obstáculos si quisiera adherirse eventualmente a otra religión, o no profesar ninguna".

ACTUAR

Reitero mi insistente llamado a las comunidades donde persisten conflictos de intolerancia religiosa, en Chiapas y en otras latitudes, a respetar el justo derecho de todos a practicar su propia religión. Transcribo lo que dije el 21 de noviembre de 2001, en un evento de las Sociedades Bíblicas, al entregar la Biblia traducida al tsotsil de Chamula: "Hemos de aprender a respetarnos en nuestras legítimas diferencias y a no repetir agresiones y ofensas. No aprobamos ni promovemos expulsiones de quienes deciden profesar una religión diferente a la de la mayoría en una comunidad. Aunque sea un acuerdo tomado en asamblea comunitaria, es violatorio de derechos fundamentales de la persona humana. Toda expulsión o discriminación por motivos religiosos no es acorde con el Evangelio ni con nuestra ley civil, y por tanto la Iglesia Católica la rechaza y no la alienta. Los niños tienen derecho a ser aceptados en cualquier escuela, sean de la religión que fueren. Y para lograr este nuevo clima de libertad religiosa para todos, los líderes cristianos y las autoridades civiles debemos inculcar y exigir un gran respeto a la diversidad religiosa de las personas, de los grupos y de las comunidades".

Esperamos mayor madurez de nuestros legisladores, para que hagan avanzar el derecho de todos, creyentes y no creyentes, católicos y de otras confesiones, a la plena libertad religiosa.

Envìa esta noticia a un amigo

arriba


La sangre de los fieles
Por Giovanni Maria Vian
CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 8 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos el artículo que ha escrito el director del diario de la Santa Sede "L'Osservatore Romano" Giovanni Maria Vian, sobre el atentado que la pasada Nochevieja acabó con la vida de 24 cristianos coptos en la ciudad de Alejandría.

* * *


 

La matanza de Alejandría -que golpeó en la metrópoli egipcia a los fieles coptos ortodoxos a la salida de una celebración litúrgica- ha encontrado espacio en los medios de comunicación de todo el mundo, al término de un año marcado por violencias y atentados contra los cristianos. Y una vez más se ha levantado la voz de Benedicto XVI, que ha condenado "este vil gesto de muerte, al igual que el de colocar bombas, como sucede ahora, cerca de las casas de los cristianos en Irak para obligarlos a irse". Con la denuncia sin rodeos de una "estrategia de violencia que tiene como blanco a los cristianos, y tiene consecuencias para toda la población".


Esta vez los atentados anticristianos -que se multiplican en diversas regiones del mundo- parecen haber atraído la atención mediática internacional, que generalmente no es muy sensible a estos temas. En efecto, desde hace al menos tres años altos exponentes de la Santa Sede y de la Iglesia católica lanzan el grito de alarma frente a la cristianofobia. Una realidad que lamentablemente crece, que alarma y que es preciso combatir al menos tanto como la islamofobia y el antisemitismo, como ya subrayó el arzobispo Dominique Mamberti el 10 de enero de 2008 en una conferencia en Roma.

"Los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe" escribió el Papa en el Mensaje para la Jornada mundial de la paz, pero ni siquiera esto obtuvo demasiado espacio en la reflexión de los medios de comunicación. Así se ha pasado por alto el lúcido análisis de Benedicto XVI, que se centra en el fundamentalismo y el laicismo -definidos como "formas especulares y extremas de rechazo del pluralismo y de la laicidad"- y recuerda la declaración conciliar Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa cuando subraya que esta "es condición para la búsqueda de la verdad y que la verdad no se impone con la violencia sino por 'la fuerza de la misma verdad'".

Pese a representaciones contrarias, favorecidas precisamente por el laicismo, que identifican la religión con el oscurantismo y la intolerancia. En su Mensaje el Papa subraya que sobre todo en Asia y en África "las víctimas son principalmente miembros de las minorías religiosas, a los cuales se impide profesar libremente o cambiar la propia religión". Sobre las violencias que toman como pretexto la religión y matan a los fieles, muchas veces la Santa Sede y Benedicto XVI han levantado la voz, sin hacer distinciones entre las víctimas, ya fueran musulmanas o cristianas. 

Sobre estos actos espantosos e intolerables, "que no respetan ya lo que es sagrado para el otro, y en los que por el contrario se derrumban las reglas más elementales de la humanidad", el Papa volvió a hablar en su discurso del pasado 20 de diciembre para felicitar la Navidad. Refieriéndose a la celebración del Sínodo de las Iglesias de Oriente Medio, Benedicto XVI recordó la sabiduría del consejero del muftí de Líbano cuando dijo: "Hiriendo a los cristianos, se nos hiere a nosotros mismos". Sin embargo, "lamentablemente, esta voz de la razón, y otras análogas, que agradecemos profundamente, son -añadió el Papa- demasiado débiles. También aquí el obstáculo es el vínculo entre afán de lucro y ceguera ideológica".

Después de la matanza de Alejandría, han llegado muchas voces de solidaridad y de racionabilidad de musulmanes, judíos y cristianos, de distintas partes del mundo, y esto es una señal de esperanza. Que da razón a las palabras de Benedicto XVI y a su tenaz voluntad orientada a la convivencia: "El ser humano es uno solo y la humanidad es una sola. Lo que en cualquier lugar se hace contra el hombre al final hiere a todos". Porque derramar la sangre de los fieles, de cada creyente y de cada criatura humana, ofende a Dios. 

Envìa esta noticia a un amigo

arriba