ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 9 de enero de 2011

Santa Sede

El Papa expresa cercanía a la población de Haití a un año del terremoto

Benedicto XVI agradece a parlamentarios pro-libertad religiosa

El Papa: Las parroquias apoyen a las familias en la transmisión de la fe

Benedicto XVI predica amor concreto con el ejemplo

Dios llora en la tierra

El estallido de la fe cristiana en África

Mundo

Pakistán: Asesinado por apoyar a Asia Bibi

Éxito del libro de monseñor Sebastián sobre la nueva evangelización

Análisis

Bebés usa y tira

Angelus

Benedicto XVI: La “gran responsabilidad” de “acoger al recién bautizado”

Documentación

Homilía del Papa en la misa de la fiesta del Bautismo del Señor


Santa Sede


El Papa expresa cercanía a la población de Haití a un año del terremoto
La Basílica de Santa María la Mayor de Roma acogerá una misa por las víctimas
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI volvió a dirigir un pensamiento especial a la población de Haití este domingo durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, un año después del terrible terremoto que devastó la isla caribeña causando la muerte de más de 220.000 personas.

“En el contexto de la oración mariana, deseo reservar un particular recuerdo a la población de Haití, un año después del terrible terremoto, al que por desgracia ha seguido también una grave epidemia de cólera”, dijo el Papa.

“El cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, va hoy a la Isla caribeña, para expresar mi constante cercanía y la de toda la Iglesia”, añadió.

Hoy, en Haití, un millón de personas, entre ellas 500.000 niños, viven todavía en 1.200 lugares de acogida temporal en condiciones dramáticas.

Además, en los últimos meses, una epidemia de cólera se ha difundido rápidamente en todos los departamentos del país, causando hasta ahora 3.500 víctimas.

En medio del caos generado por el terremoto, al que se añade la crisis política posterior a las elecciones del pasado mes de noviembre, ha saltado la alarma sobre las adopciones ilegales de niños haitianos.

Misas en Roma y Puerto Príncipe

En Roma, en concreto en la Basílica de Santa María la Mayor, el secretario de Estado vaticano, el cardenal Tarcisio Bertone, presidirá una celebración eucarística por las víctimas del terremoto el próximo 12 de enero a las 16,30 horas.

El cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede y los demás cuerpos diplomáticos presentes en Roma han sido invitados a la misa.

El mismo día, el cardenal Robert Sarah, que estará en Haití del 10 al 13 de enero, presidirá la misa entre las ruinas de la catedral de Puerto Príncipe, concelebrada por el nuncio apostólico, monseñor Bernardito Auza y por todos los obispos de la isla.

El cardenal Sarah, que estará acompañado en este viaje por el subsecretario del mismo Consejo Pontificio, monseñor Segundo Tejado Muñoz, se encontrará con los obispos de la isla y realizará una visita al presidente de la República.

En vísperas de su partida hacia Haití, el purpurado explicó ante los micrófonos de Radio Vaticano que “en esta ocasión intentaré manifestar que no sólo el Santo Padre está cerca del pueblo haitiano, sino toda la Iglesia, todo el pueblo de Dios está cerca y reza por la población de Haití que sufre, también con la promesa de ayudar de manera concreta a reconstruir el país”.

“Hemos hecho mucho, pero debemos continuar porque hay mucho por hacer: reconstruir escuelas, hospitales, casas,... -añadió-. Por tanto, no debemos olvidar a este pueblo que sufre y debemos intensificar la solidaridad y el apoyo para ayudar al pueblo de Haití a reconstruir el país”.



 

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Benedicto XVI agradece a parlamentarios pro-libertad religiosa
Y saluda a los coptos presentes en el Vaticano para el rezo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa saludó este domingo a un grupo de unos doscientos parlamentarios italianos de la mayoría y la oposición que participaban en el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro.

Los diputados se habían congregado, acompañados por el capellán de Montecitorio, monseñor Lorenzo, para manifestar su solidaridad tras el atentado de fin de año en el que fallecieron 23 cristianos coptos de Alejandría de Egipto.

La delegación había suscrito un llamamiento por la libertad religiosa en el que piden a las instituciones nacionales e internacionales acciones concretas contra la creciente oleada de cristianofobia.

El alcalde de Roma, Gianni Alemanno; la presidente de la Región Lazio, Renata Polverini, y el presidente de la provincia de Roma, Nicola Zingaretti también estuvieron presentes para la ocasión en la plaza de San Pedro.

“Saludo al grupo de Parlamentarios italianos, aquí presentes, y les agradezco su compromiso, compartido con otros compañeros, a favor de la libertad religiosa -dijo el Papa-. Con ellos saludo también a los fieles coptos aquí presentes a los que renuevo mi cercanía”.

Al día siguiente del atentado contra los cristianos coptos en Alejandría de Egipto, el ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Franco Frattini, pidió un debate político en el próximo Consejo de Ministros de Exteriores de la Unión Europea del 31 de enero sobre la violencia y la discriminación de los cristianos en el mundo.

Según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, Frattini ha pedido la intervención de la Unión Europea para que se tutele la libertad religiosa y ha expresado su voluntad de enviar una carta a la Alto Representante para los Asuntos exteriores y la política de Seguridad de la Unión Europea, Catherine Ashton.

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El Papa: Las parroquias apoyen a las familias en la transmisión de la fe
Benedicto XVI bautiza a 21 bebés en la misa del Bautismo del Señor
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa destacó la gran necesidad actual de que la comunidad cristiana y la familia colaboren en el proceso de crecimiento en la fe.

Lo hizo este domingo en la homilía que pronunció durante la misa de la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada en la Capilla Sixtina y en el transcurso de la cual bautizó a 21 bebés de entre cuatro semanas y cuatro meses de vida, hijos de trabajadores del Vaticano y la Santa Sede.

Benedicto XVI indicó que la Iglesia, que acoge a los bautizados entre sus hijos, “debe hacerse cargo, junto a los padres y a los padrinos, de acompañarlos en este camino de crecimiento” hacia la madurez cristiana.

“La colaboración entre comunidad cristiana y familia es más necesaria que nunca en el actual contexto social, en el que la institución familiar está amenazada por muchas partes y se encuentra que tiene que enfrentarse a no pocas dificultades en su misión de educar en la fe”, afirmó.

En este sentido, explicó que “la disminución de referencias culturales estables y la rápida transformación a la que está sometida continuamente la sociedad, hacen verdaderamente arduo el compromiso educativo”.

“Por eso, es necesario que las parroquias se esfuercen cada vez más en apoyar a las familias, pequeñas Iglesias domésticas, en su tarea de transmisión de la fe”, añadió.

El Pontífice destacó que los niños que reciben el Bautismo inician “un camino que deberá ser un camino de santidad y de conformarse a Jesús, una realidad que está puesta en ellos como la semilla de un árbol espléndido, que se debe hacer crecer”.

“Por eso, comprendiendo la grandeza de este don, desde los primeros siglos se ha tenido la consideración de dar el Bautismo a los niños justo después de nacer”, dijo.

Además de la importancia de la gracia, el Papa señaló que “ciertamente, será después necesaria una adhesión libre y consciente a esta vida de fe y de amor”.

“Por eso -señaló- es necesario que, después del Bautismo, sean educados en la fe, instruidos según la sabiduría de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia, de manera que crezca en ellos esta semilla de la fe”.

Bautismo de Jesús

En referencia a la fiesta del Bautismo del Señor, con la que se cierra este domingo el tiempo navideño, Benedicto XVI indicó que el gesto de Cristo de querer ser bautizado por Juan como un pecador más “revela sobre todo quién es Jesús”.

“Él, que está sin pecado, se deja tratar como pecador, para llevar sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, también de nuestra culpa”, explicó.

“Este acto de abajamiento, con el que Jesús quiere ajustarse totalmente al designio de amor del Padre y conformarse a nosotros, manifiesta la plena sintonía de voluntad y de entente que hay entre las personas de la Santísima Trinidad”, añadió.

El Pontífice también indicó que aun llamándose bautismo, el de Juan “no tenía el valor sacramental del rito que celebramos hoy” y subrayó que “es de hecho con su muerte y resurrección como Jesús instituye los Sacramentos y hace nacer la Iglesia”.

Sacramento del bautismo

El sacramento del bautismo, añadió, inserta a los bautizados “en este intercambio de amor recíproco que hay en Dios entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”, “en la vida misma de Jesús, que murió en la cruz para liberarnos del pecado y resucitando venció la muerte”.

“Por eso, inmersos espiritualmente en su muerte y resurrección, son liberados del pecado original y en ellos empieza la vida de la gracia, que es la vida misma de Jesús Resucitado”, prosiguió.

Benedicto XVI destacó que “dándonos la fe, el Señor nos ha dado lo más precioso de la vida, es decir el motivo más verdadero y más bello por el que vivir: por gracia hemos creído en Dios, hemos conocido su amor, con el que quiere salvarnos y liberarnos del mal” y añadió que “la fe es el gran don con el que nos da también la vida eterna, la verdadera vida”.

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Benedicto XVI predica amor concreto con el ejemplo
El portavoz vaticano comenta sus encuentros con pobres y niños
CIUDAD DEL VATICANO, 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI no sólo predica con sus escritos el amor, lo hace también con gestos concretos, como han sido los encuentros con personas pobres y con niños, mantenidos durante estas fiestas navideñas, constata el portavoz vaticano.

El padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, ha comentado en el editorial del informativo semanal "Octava Dies", producido por el Centro Televisivo Vaticano, el almuerzo que el papa ofreció, el 26 de diciembre, a las personas asistidas por comunidades romanas de las Misioneras de la Caridad, y la visita que realizó la víspera de Reyes a niños ingresados en el Policlínico Gemelli de Roma.

"Es un pequeño gesto, pero quiere decir mucho. No es una apurada formalidad. Es algo que pertenece a la esencia de la vida de la Iglesia y por lo tanto también del servicio del Papa", asegura el padre Lombardi.

"Dios es caridad. Dios es amor. Es el título del primer gran escrito de Benedicto XVI. Y a lo largo del camino, Jesús se incinó a menudo ante los pobres y los enfermos, acogió y abrazó a los niños que le salían al paso...", añade el portavoz vaticano.

"El tiempo de la Navidad evoca espontáneamente la exigencia de solidaridad; el Dios hecho niño nos ayuda a reconocer en cada niño su imagen, a acoger con afecto y trepidación la vida que nace, y que en su fragilidad reclama cuidado y protección".

"El mensaje es valido para cada día del año --considera Lombardi--. La Iglesia reza, escucha la Palabra y celebra en la Eucaristía el encuentro con Dios, pero vive de amor concreto, y en este amor son privilegiados los pequeños, y aquellos que humanamente y socialmente corren el riesgo de ser olvidados. Naturalmente también el camino del Papa pasa por esta etapa en cada uno de sus tiempos y en cada una de sus peregrinaciones".



 

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Dios llora en la tierra


El estallido de la fe cristiana en África
Entrevista con el antiguo superior general de los Misioneros de África
ROMA, 9 de enero de 2011(ZENIT.org).-  A menudo se ha llamado a África el continente olvidado. Sin embargo, con las visitas de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, los fieles han conocido mejor África como el hogar de una de las poblaciones católicas de más rápido crecimiento en el mundo.

Para la Sociedad de Misiones Africanas, África es todo menos un continente olvidado. Esta institución religiosa ha estado trabajando en el continente durante más de 150 años.

Para conocer a estos misioneros y su labor en África, hemos entrevistado al obispo Kieran O'Reilly, consagrado obispo de Killaloe, Irlanda, el pasado mes de agosto. Antes de este nombramiento había ocupado durante casi diez años el cargo de superior general de la Sociedad de Misiones Africanas.

--África ha experimentado una explosión de catolicismo desde 1,2 millones de fieles en 1900 hasta los más de 140 millones de hoy. ¿A qué atribuye usted esta explosión de fe en África?

--Monseñor O'Reilly: Muchos de mis amigos obispos en África dirían, "sobre todo es una bendición de Dios y una gran gracia" - ver los números de bautismo, tanto de adultos como de niños, ver el número de personas que se acercan a otros sacramentos.

Pero supongo que la realidad de África es que, desde su independencia hace 40 ó 50 años, hemos asistido a un enorme crecimiento del urbanismo en África. Con el crecimiento de las ciudades, muchas personas se han desplazado de las zonas rurales para encontrarse en las ciudades, que son en gran parte extrañas, hasta que puedan integrar a las comunidades que están en ellas. Con mucha frecuencia estas comunidades se asocian con Iglesias por lo que se tiene, como ha ocurrido, gente que, al moverse de las zonas rurales, acaban inmediatamente en el tejido de la vida de la Iglesia de las zonas urbanas.

--¿Y probablemente lo buscaban porque es una realidad que conocen en este ambiente extraño?

--Monseñor O'Reilly: Sí, pero en África también hay un sentido muy fuerte de unión entre las aldeas y las personas que son de aldeas ya establecidas en las ciudades - así que se unen inmediatamente. Puedes trasladarte geográficamente, pero estás unido a tu zona y a tus propias raíces.

--¿Ha cambiado la labor misionera debido a la urbanización?

--Monseñor O'Reilly: Si hablo por nosotros, por nuestro instituto misionero - dado que una de nuestras labores primarias es la evangelización - ha cambiado. Está evolucionando continuamente dado el tamaño de los números de gente con la que ahora se trata. Y cuando se habla de la cuestión de los números hay que encuadrarla también dentro del crecimiento de población de África, porque, especialmente en el África subsahariana, la población ha crecido enormemente en los últimos treinta años y continuará haciéndolo: buena salud, agua limpia, son muchos los factores que han contribuido a esto. La realidad del crecimiento de la Iglesia está muy ligada también al crecimiento de África.

--De hecho, se dice que el 90% de la población tiene menos de 24 años. Esto también es un desafío para la Iglesia. ¿Cómo se piensa servir a la juventud ahora?

--Monseñor O'Reilly: Es un desafío enorme. Una de las cosas que me han impresionado al viajar a grandes ciudades como Kinshasa, Lagos, Abiyán, cualquiera de las ciudades de África, es el enorme número de jóvenes - especialmente la población que va escuelas de secundaria - y, en consecuencia, el número de personas preparadas para la universidad pero que están sin trabajo. Se ve un movimiento tremendo todos los días. Sólo hay que ir a Lagos para ver el número de gente y el desafío también para el gobierno a la hora de proporcionar los servicios básicos para una población que está creciendo de modo tan rápido.

La infraestructura requerida es enorme, por lo que para nosotros como Iglesia, al considerarlo, una de las principales cosas que tuvimos que hacer fue establecer colegios. Construimos la iglesia y la siguiente cosa que tienes en un colegio en la siguiente puerta - o como solía ocurrir en las primeras misiones - la iglesia era la escuela. Pero ahora con el número de niños que quieren ir a los colegios, la Iglesia ya no es capaz de hacerlo sola y el estado apenas tiene recursos. Tenemos que contribuir en esto de modo especial porque la educación es esperanza.

--¿Cuál es la respuesta?

--Monseñor O'Reilly: La respuesta es no perder la esperanza. La respuesta es comprometerse. La respuesta es seguir trabajando con la Iglesia local, con los grupos locales, buscar la ayuda oportuna de Ayuda a la Iglesia Necesitada y de organizaciones parecidas como ella, personas generosas del extranjero. La gente puede decir: "Oh, estamos cansados de dar". No, nunca te cansarás de dar, es para los niños, es para su futuro, es para la esperanza. Nunca te puedes cansar con esto. El desafío es enorme porque la población sigue creciendo.

--En el año 2050, se dice que tres países africanos estarán entre los 10 países con mayor número de católicos del mundo: Uganda, Congo y Nigeria. ¿Está en África el futuro del catolicismo?

--Monseñor O'Reilly: Es una pregunta difícil. Diría como respuesta que una gran parte del futuro del catolicismo está en África pero no está todo en ella, y como consecuencia de ello, creo que tiene que haber más conciencia de la realidad africana dentro de nuestra Iglesia. No está muy lejos de esta ciudad de Roma. Sólo hay que cruzar el Mediterráneo, pero, en ocasiones, puede parecer muy distante. Así que será la realidad demográfica - es decir, de esta forma va a ser. Por eso creo que a todos los niveles dentro de la Iglesia tiene que haber una verdadera toma de conciencia de esto y un planteamiento dinámico hacia esta realidad.

--¿Cuál es la fuerza de la fe africana?

--Monseñor O'Reilly: Supongo que la fuerza de la fe africana viene de la africana viene de la misma gente, de la manera en que se relacionan con la existencia de Dios, con la realidad de Jesucristo en sus vidas y con la forma en que el cristianismo puede entrar en el rico contexto de sus culturas de ayuda mutua. Hay un gran sentido de poder compartir mientras que quizás en otras culturas seamos más egocéntricos. Esto donde se ve mejor es en la mesa. Siempre hay comida, no importa, siempre hay arroz suficiente. Nadie se irá hambriento. Tienen ese sentido, si usted quiere, que es el corazón de la hospitalidad y la acogida cristianas. Resulta inspirador cuando vas a diversos lugares de África. Siempre lo ves.

--¿Cuál es la debilidad de la fe católica en África?

--Monseñor O'Reilly: Una debilidad que supongo es no haber podido afrontar lo más rápidamente algunas realidades del entorno.

--¿Por ejemplo?

--Monseñor O'Reilly: Uno de los grandes temas en los que siempre se planteará un desafío es todo el asunto de la corrupción: corrupción en la sociedad, que es de verdad una enfermedad terrible y hace un daño tremendo a todo. Personas buenas, bien capacitadas, no puede lograr un puesto de trabajo porque no pagan el soborno. Toda la infraestructura de poder se puede centrar en prácticas y pagos corruptos. La Iglesia lo intenta, pero es muy difícil, porque es algo que está arraigado en muchas culturas actualmente, y hay que decir que se debe con demasiada frecuencia a los líderes y a los extranjeros, quienes han venido para sacar provecho con cualquier propósito, puede que para extraer recursos. Para conseguir un trato mejor, no dudan en pagar y, luego, si dentro del país no existen controles ni rendición de cuentas, todo se derrumba.

--Veamos otro tema. Hemos estado hablando sobre el crecimiento del catolicismo pero también hemos visto un fuerte crecimiento del islam. Uno de cada tres africanos se considera musulmán. ¿Qué desafío plantea esto a la Iglesia católica en África?

--Monseñor O'Reilly: El desafío más importante que plantea es poder trabajar con nuestros hermanos y hermanas. Viven en la puerta de al lado. Nuestra iglesia está construida al lado de la mezquita. Trabajan en los mismos campos. Viajan en los mismos autobuses. Por eso, una de las cosas más importantes es el respeto mutuo; que debe desarrollarse y que debe venir de una comprensión de nuestra parte y de la suya de los valores que sostenemos y, por supuesto, cuando esto ocurre empiezas a descubrir que nuestros valores son comunes, que hay una búsqueda común del bien.

Siempre está el riesgo - y ha estado presente en África con estas dos grandes religiones que menciona - de elementos extremistas dentro de ellas que quieren sacar provecho para unos fines específicos, ya sea políticos, sociales o económicos, para intentar desestabilizar una región, un gobierno o un ministerio. Pero, creo que una de las cosas más importantes que ha ocurrido en los últimos 30 años es el gran acercamiento que ha habido y cómo hemos trabajo unos con otros a diversos niveles en el gobierno. Conozco Nigeria, con los recientes enfrentamientos en Bauchi, el líder de la Iglesia católica y el imán salieron inmediatamente juntos a resolver y a hablar sobre lo que estaba ocurriendo. Así que es cierto que hay un gran avance hacia una mejor comprensión y respeto de las posturas de unos y otros y de sus formas y nuestras formas de vivir y trabajar juntos.

--¿Incluso el Papa Benedicto XVI se ha expresado con contundencia sobre esta cuestión del diálogo con el islam como solución a muchos conflictos que parecen estar aumentando?

--Monseñor O'Reilly: Así es. Desgraciadamente muchos de ellos son "manipulados", para ventaja de algunos políticos o de algunas personas y, entonces, el buen trabajo hecho sobre el terreno se deshace muy rápidamente y tienes que volver a construir. Intentamos construir una sociedad justa y los valores del islam en ese sentido son los mismos que los nuestros, por lo que trabajamos junto por este fin.

--Tanto cristianos como musulmanes han incorporado muchas creencias tradicionales africanas. ¿Estamos hablando aquí de sincretismo? Hay también un renacimiento de las creencias tradicionales africanas. ¿Cómo ve usted esta cuestión?

--Monseñor O'Reilly: Hay un renacer. Es posible que ligado a Brasil y a los diferentes cultos desarrollados allí. También está ligado, creo, con los medios de comunicación. Hay un mercado enorme de representaciones y relatos en los que la brujería forma una parte importante de la historia. Esto está actualmente muy difundido en África. Lo he visto por todas partes. Así que es un gran desafío. En muchos casos puede venir de una situación en la que hay una gran pobreza y desempleo. Incluso las mejores personas, debido a sus hijos, buscarán en cualquier dirección. Irán a cualquier parte si su hijo no está bien. ¿Quién no lo haría?

Así que la respuesta tiene que ser, de nuevo, educación, una comprensión adecuada de lo que hace la Iglesia católica. Es algo de lo que somos conscientes de sus diversos aspectos - una preparación cuidadosa de nuestros propios ministros, religiosos y laicos - de manera que esta situación no nos devuelva nuevamente a una época de miedo o a una época en la que estas fuerzas atenazaban de modo desordenado la vida de la gente. Este no sería el caso. Siempre existe en riesgo en sociedades en las que dominan la pobreza, la miseria y el desempleo.

--En el documento de Juan Pablo II "Ecclesia in Africa", escribía que ha llegado la hora de África. ¿Diría usted que es así?

--Monseñor O'Reilly: Sí, en algunos niveles. Quiero decir que dentro de la Iglesia es cierto que ha llegado, debido a las estadísticas que usted citaba y al hecho de que estas estadísticas irán aumentando en los próximos 10, 20, 30 años. África, desgraciadamente, en el mundo económico, está quedando arrinconada cada vez más, y está siendo usada cada vez en mayor medida sólo por sus recursos, como podemos ver en el caso de las grandes potencias que así lo están haciendo. Pero en cuanto a la Iglesia, diría que el momento ha llegado, y creo que Juan Pablo II se dio cuenta de que, en el futuro, será un continente que será central, quizás no el dominante, pero central para la vida de la Iglesia en su misión.

--¿Cómo cambiará esto a la Iglesia universal?

--Monseñor O'Reilly: A mejor, espero, porque supongo que la riqueza de todas nuestras iglesias, de dondequiera que venga, es la riqueza de alguien como Pablo, que toma unas raíces cuasi greco-judías, las lleva a Roma e introduce el Evangelio. Por eso, si podemos inculturar plenamente el Evangelio en África, África devolverá una riqueza a la Iglesia universal que no podemos imaginar. Y si podemos ver el rostro de Cristo como se manifiesta en sus culturas, tendremos la riqueza que el Espíritu quiere que tengamos.

--¿Qué le ha dado África a usted?

--Monseñor O'Reilly: Me ha dado el sentido de que el espíritu está presente en sus comunidades. Las comunidades que he encontrado son las más inspiradoras y las más humildes. Cómo es posible que las personas se sirvan unas a otras cómo los hacen sin tener en cuenta el coste. Se entregarán de forma generosa al servicio de la Iglesia. Son asombrosos. Aman a la Iglesia.



 

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para "Dios llora en la Tierra", un programa semanal radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.


Más información en
 
www.ain-es.orgwww.aischile.cl   



 

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Mundo


Pakistán: Asesinado por apoyar a Asia Bibi
El presidente del episcopado lamenta la muerte del gobernador del Punjab
ISLAMABAD, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El gobernador de la provincia pakistaní del Punjab, Salman Taseer, fue asesinado este martes 4 de enero en el garaje de un restaurante de Islamabad al ser alcanzado por una ráfaga de Kalachnikov disparada por uno de sus guardaespaldas.

El asesino, perteneciente a una sección de élite de la provincia del Punjab encargada de la seguridad de altas personalidades, declaró haber matado a Taseer “porque había calificado las leyes antiblasfemia como kala kanoon (“ley negra”), informó la agencia Eglises d'Asie.

La víctima, de 65 años y de religión musulmana, había expresado su oposición a estas leyes a finales del año 2010, cuando había exhortado al presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, a perdonar a la cristiana Asia Bibi, condenada a muerte en base a las leyes antiblasfemia.

Numerosas voces, en Pakistán y en otros países, se han alzado para condenar el asesinato de Salman Taseer.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Pakistán, el arzobispo de Lahore monseñor Lawrence Saldanha, calificó la noticia como un schock y afirmó: “Hemos perdido a un gran amigo y a un firme adversario de la ley sobre la blasfemia”.

Por su parte, el obispo auxiliar de Lahore monseñor Sebastian Shaw declaró a Ayuda a la Iglesia Necesitada que la gente está conmocionada y horrorizada por la muerte del gobernador del Punjab.

El prelado está exhortando a los fieles a evitar acciones o comentarios en público que pudieran ser malinterpretados y usados para justificar actos de violencia e intimidación.

“No debemos vivir en el miedo”, afirmó, “debemos tener confianza en Dios, pero si vamos por las calles expresándonos en este momento, se creará una reacción negativa”.

Los artículos 295B y 295C del Código Penal de Pakistán -las leyes sobre la blasfemia- prevén penas, entre ellas la de muerte, para quien insulte al profeta Mahoma, y cárcel por la profanación del Corán.

Estas normas han suscitado una creciente oposición por parte de defensores de los derechos humanos, no sólo por la dureza de las penas, sino también y sobre todo por el hecho de que actualmente se han convertido en un pretexto para la violencia y la intimidación de las minorías.

Asia Bibi ha sido la primera mujer condenada a muerte en base a estas leyes. Su destino dependerá de la decisión de un alto tribunal.

En algunas ciudades de Pakistán se han llevado a cabo manifestaciones en defensa de las leyes sobre la blasfemia. En Peshawar, un imán ha ofrecido una recompensa de 5.853 dólares por el asesinato de Asia Bibi.

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Éxito del libro de monseñor Sebastián sobre la nueva evangelización
Uno de los estudios sistemáticos más completo
MADRID, 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Pocas semanas después de su publicación, prácticamente se ha agotado la primera edición del libro "Evangelizar" de monseñor Fernando Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, publicado por Ediciones Encuentro (Madrid).

El libro se ha publicado mientras Benedicto XVI está impulsando una pastoral de evangelización en los países descristianizados de Occidente para lo que ha creado incluso un dicasterio vaticano dedicado precisamente a "la promoción de la Nueva Evangelización"

La obra es uno de los estudios sistemáticos de la pastoral de evangelización más completo publicado hasta ahora.

"Siempre es tiempo de evangelización -explica monseñor Sebastián--. Siempre es el tiempo del primer anuncio. Dios nos da el don de la fe de una vez para siempre, pero nosotros tenemos que renovarla cada mañana. Consciente de mis limitaciones, ofrezco estas páginas a cuantos sienten la inquietud de descubrir los nuevos caminos de la evangelización, aquí, en España, en estos momentos de prueba y en los años venideros que no serán mucho mejores".

El autor dedica un primer capítulo a la historia de esta iniciativa desde los tiempos de Pablo VI, como precursor, hasta Benedicto XVI, pasando por Juan Pablo II.

En un segundo capítulo examina las características de una pastoral de evangelización, que el antiguo arzobispo navarro entiende centrada en la fe: la de los que nunca creyeron en serio, de quienes la perdieron, o de quienes creen pero tienen una fe débil y enferma.

En el siguiente capítulo monseñor Sebastián trata de responder a la pregunta de por qué se ha producido en los países occidentales una apostasía generalizada de las convicciones cristinas.

En el cuarto capítulo analiza el autor las relaciones mutuas entre la fe y la cultura, llamando la atención cómo los cambios culturales, como ahora ocurre, provocan crisis de fe generalizadas.

Pero monseñor Sebastián no se detiene sólo en un lúcido diagnóstico, sino que también delinea los modos y los agentes --pastores y fieles-- que han de llevar a cabo la nueva evangelización, a la que ha de acompañar de forma inseparables, según el arzobispo emérito de Pamplona, una verdadera conversión cristiana, pues la evangelización siempre ha requerido una comprensión del mensaje y una libertad en el anuncio que sólo alcanzan los verdaderos siervos de Dios: los santos.

El capítulo sexto está dedicado al contenido del anuncio. Para evangelizar hay que anunciar de forma comprensible y convincente el núcleo del cristianismo, y es preciso realizarlo teniendo en cuenta la mentalidad desde la cual los hombres y mujeres de hoy van a recibir este anuncio. No es lo mismo anunciar el evangelio a quien no lo ha oído nunca que hacerlo a quienes lo han escuchado y lo han rechazado, influenciados por el laicismo o secularismo dominante, por inútil o incompatible con el verdadero desarrollo y la felicidad de los hombres. Para evangelizar hace falta santidad, ciencia y paciencia, sentencia monseñor Sebastián.

Un nuevo capítulo se decida a los instrumentos más importantes para evangelizar, entre los que destaca dar más atención a la formación de los catecúmenos, de los candidatos. La acción santificadora del Espíritu y del Señor por medio de los sacramentos está asegurada, lo que falla con frecuencia, según monseñor Sebastián, son las disposiciones de los sujetos, es decir la fe de quienes van a recibir o han recibido el bautismo, la fe y la conversión de quienes reciben la confirmación, participan en la eucaristía o contraen matrimonio ante Dios y ante la Iglesia. La iniciación cristiana, el catecumenado, la preparación adecuada para recibir los sacramentos es por esto uno de los puntos más recomendados por el autor.

El libro a la par que mira a la superación de la secularización interna en la comunidad cristiana, presenta también sugerencias para poder llegar con el anuncio del Evangelio a quienes están alejados de la Iglesia, a los que ha de salir a buscar y entra en el terreno de la incredulidad y del laicismo.

El libro concluye con una proclamación de la esperanza en una Iglesia siempre renovada y siempre joven.

Más información sobre el libro "Evangelizar" (424 páginas, 19.00 €) en

http://www.ediciones-encuentro.es

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Análisis


Bebés usa y tira
Cada vez más niños con discapacidad son abortados
ROMA, 9 de enero de 2011(ZENIT.org).-  Los defensores del aborto siempre han defendido el derecho de la mujer a controlar su cuerpo y a poder disponer del niño no nacido según deseen. En una decisión extraña, un tribunal belga ha avalado este razonamiento hasta afirmar que un niño tiene el derecho a ser abortado.

La revista belga, "Revue Générale des Assurances et Responsabilités" acaba de publicar la sentencia del Tribunal de Apelación de Bruselas del 21 de septiembre sobre el caso de un niño nacido discapacitado, después de un error en la diagnosis prenatal, según la revista de prensa Gènéthique del 29 de noviembre al 3 de diciembre.

El tribunal dictaminó que los padres del niño podían reclamar daños y perjuicios de los médicos que no lograron detectar la incapacidad. Afirmaban que, al hacer legal el aborto terapéutico, los legisladores pretendían que las mujeres pudieran evitar dar a luz a niños gravemente discapacitados, "teniendo en cuenta no sólo los intereses de la madre, sino también los del niño no nacido mismo".

De esta forma, los jueces consideraban que el niño debería haber tenido el "derecho" a un aborto, si su discapacidad se hubiera diagnosticado correctamente.

El reportaje sobre la sentencia no explicaba cómo el tribunal llegaba a considerar al niño no nacido como capaz de ser sujeto de derechos, y por qué ese derecho sólo era el de ser asesinado y no el de vivir.

¿Una buena madre?

La escritora británica Virginia Ironside daba un paso más, en la cada vez más común aceptación de la opinión de que es mejor abortar a los bebés discapacitados, al declarar que preferiría ahogar a su hijo para poner fin a su sufrimiento, informaba el 5 de octubre el periódico Daily Mail.

Hizo estos comentarios durante el programa de radio de la BBC1 "Sunday Morning Live". Ironside también decía que abortar a un bebé no querido o discapacitado, "es el acto de una madre amorosa".

Sus declaraciones provocaron muchas críticas. Peter Evans, hablando en nombre de la Christian Medical Fellowship, afirmaba: "Para nosotros hacer juicios de que una persona no es digna de vivir, no es digna de la oportunidad de vivir, es algo peligroso", informaba el Daily Mail.

Ian Birrell, padre de una hija de 16 años discapacitada, firmaba un artículo adjunto en el que reconocía las dificultades de cuidar a un hijo discapacitado, pero también decía que es una experiencia intensamente gratificante. Acusaba a Ironside de mostrar un modo de pensar demasiado común, el de que la gente con discapacidades es inferior.

"Imagínese la protesta si la señora Ironside hubiera dicho que los niños negros o los adolescentes gays deberían ser exterminados", comentaba Birrell.

Otros, sin embargo, la defendían. La columnista del periódico Guardian, Zoe Williams, defendía que tenía "una opinión válida y era valiente al expresarla", en un artículo del 5 de octubre.

Williams decía que el argumento de Ironside era un paso crucial porque había formulado la dimensión moral de ser proabortista. Era como un golpe a lo que William describe como "la autoproclamada superioridad moral de los anti abortistas".

El Sunday Times dio oportunidad a Virginia Ironside de explicar mejor su razonamiento en un artículo de opinión publicado el 10 de octubre. Sostenía que las muertes misericordiosas de gente anciana y enferma ocurren y que los jueces, en general, se muestran clementes con ellas. Extender esta práctica a los no nacidos o a los recién nacidos es simplemente lo que haría una buena madre, afirmaba.

Nuevos tests

La postura de eliminar a quienes se considera indignos recibirá ayuda de los nuevos tests que harán más fácil detectar las anormalidades en el embarazo. Se ha desarrollado un análisis de sangre para las mujeres embarazadas capaz de detectar casi todos los desórdenes genéticos, informaba el 9 de diciembre el Times de Londres.

Si pruebas más amplias confirman los resultados preliminares, el test podría reemplazar a técnicas más invasivas y arriesgadas como amniocentesis, que exige insertar una aguja en el vientre para tomar una muestra de tejido fetal.

De igual forma, el test podrá usarse a una semana de embarazo tan temprana como la octava, bastante antes que los procedimientos actualmente usados, lo que dará a la mujer más tiempo para decidir si abortar o no, añadía el Times.

Alasdair Palmer, comentado estas noticias en el periódico Telegraph del 11 de diciembre, afirmaba que test como este evitarían que gente como él naciera. Palmer, que sufre de esclerosis múltiple, suscitaba la preocupación de un posible aumento de abortos de bebés con defectos genéticos, incluyendo los menos importantes como el labio leporino.

De modo rutinario se abortará a los bebés con síndrome de Down, observaba y, una vez que se acepte esta mentalidad como una práctica aceptable, se hará más difícil trazar una línea. ¿Deberemos abortar a los que sufran de dislexia, autismo, o sean excesivamente bajos?, preguntaba.

"No logro ver base alguna que permita que la ley especifique, y mucho menos imponga, un principio que diga: este defecto genético es lo bastante malo como para que sea mejor que este feto nunca nazca - pero este otro no es tan malo", reflexionaba Palmer.

Incluso sin los nuevos tests ya ha habido un significativo descenso en el nacimiento de niños con desórdenes genéticos, debido al aborto selectivo. Un largo reportaje de Associated Press, publicado el 17 de febrero, citaba a la Dra. Wendy Chung, directora de genética clínica en la Universidad de Columbia, quien decía que debido a la diagnosis han descendido el porcentaje de enfermedades como el Tay-sachs.

En los últimos años, han aumentado las pruebas para la fibrosis cística, y en Massachusetts, por ejemplo, el nacimiento de bebés con esta enfermedad cayó de 29 en el año 2000 a sólo 10 en el 2003.

En California, informaba Associated Press, Kaiser Permanente, una gran organización sanitaria, ofrecía la diagnosis prenatal. Del 2006 al 2008, 87 parejas con mutaciones de fibrosis cística accedieron a que se analizaran sus fetos, y se encontró que 23 tenían esta enfermedad. 16 de los 17 fetos que se consideró que tendrían un tipo grave de esta enfermedad fueron abortados, así como 4 de 6 que se pronosticó que tendrían un tipo menos grave.

En ocasiones las parejas optan por abortar incluso aunque no haya problemas genéticos, como informaba el 10 de diciembre el periódico Canadian National Post.

Cuando la esposa de una pareja a la que se nombra descubrió que esperaba gemelos, sintieron que no podrían hacer frente a otros dos niños, además del pequeño que ya tenían. Por eso decidieron hacer lo que se llama una "reducción selectiva", y uno de los gemelos fue abortado.

El artículo citaba a una obstetra de Nueva York, Mark Evans, especialista en esta técnica, quien decía que muchos casos tienen que ver con parejas que están en su segundo matrimonio y que ya han tenido hijos y sólo quieren un hijo más.

Cada ser humano, único

"Dios ama a cada ser humano de manera única y profunda", declaraba el 13 de febrero Benedicto XVI en su discurso a los miembros de la Academia Pontificia para la Vida.

El Papa observaba que la bioética es un campo de batalla crucial en la lucha entre la supremacía de la tecnología y la responsabilidad moral humana. En este conflicto es vital mantener el principio de la dignidad humana como fuente de derechos de las personas.

"Cuando se invoca el respeto por la dignidad de la persona es fundamental que sea pleno, total y sin sujeciones, excepto las de reconocer que se está siempre ante una vida humana", afirmaba.

El pontífice advertío que la historia muestra lo peligroso que puede ser el estado cuando proclama que es la fuente y principio de la ética y legisla sobre materias que afectan a la persona y a la sociedad.

El paso del derecho a abortar al derecho a ser abortado demuestra claramente los peligros de abandonar los principios éticos fundamentales.

Por el padre John Flynn, L. C., traducción de Justo Amado

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Angelus


Benedicto XVI: La “gran responsabilidad” de “acoger al recién bautizado”
Intervención con motivo del Ángelus
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación las palabras que dirigió Benedicto XVI este domingo a mediodía al rezar la oración mariana del Ángelus desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico Vaticano junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, tras bautizar a un grupo de bebés en la Capilla Sixtina.



 

***



 

¡Queridos hermanos y hermanas!

Hoy la Iglesia celebra el Bautismo del Señor, fiesta que concluye el tiempo litúrgico de la Navidad. Este misterio de la vida de Cristo muestra visiblemente que su venida a la carne es el acto sublime de amor de las Tres Personas divinas. Podemos decir que de este solemne acontecimiento la acción creadora, redentora y santificadora de la Santísima Trinidad será cada vez más manifiesta en la misión pública de Jesús, en su enseñanza, en los milagros, en su pasión, muerte y resurrección. Leemos, de hecho, en el Evangelio según san Mateo, que “bautizado Jesús, salió luego del agua; y he aquí que se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre él, mientras una voz del cielo decía: “'Éste es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias'» (3,16-17). El Espíritu Santo “mora” en el Hijo y da testimonio de la divinidad, mientras la voz del Padre, procedente de los cielos, expresa la comunión de amor. “La conclusión de la escena del bautismo nos dice que Jesús ha recibido esta “unción” auténtica, que Él es el Ungido [el Cristo] esperado” (Jesús de Nazaret, Milán 2007, 47-48), como confirmación de la profecía de Isaías: “He aquí mi Siervo, a quien sostengo yo; mi elegido, en quien se complace mi alma” (Is 42,1). Es verdaderamente el Mesías, el Hijo del Altísimo que, saliendo de las aguas del Jordán, establece la regeneración en el Espíritu y abre, a los que lo quieran, la posibilidad de convertirse en hijos de Dios. No es por casualidad, de hecho, que todo bautizado adquiera el carácter de hijo a partir del nombre cristiano, signo inconfundible de que el Espíritu Santo hace nacer “de nuevo” al hombre desde el seno de la Iglesia. El beato Antonio Rosmini afirma que “el bautizado sufre una secreta pero potentísima operación, por la cual es elevado al orden sobrenatural, es puesto en comunicación con Dios (Del principio supremo de la metódica…, Turín 1857, n. 331). Todo esto se ha realizado nuevamente esta mañana, durante la celebración eucarística en la Capilla Sixtina, donde he conferido el sacramento del Bautismo a 21 bebés.

Queridos amigos, el Bautismo es el inicio de la vida espiritual, que encuentra su plenitud por medio de la Iglesia. En la hora propicia del Sacramento, mientras la Comunidad eclesial reza y confía a Dios a un nuevo hijo, los padres y los padrinos se comprometen a acoger al recién bautizado sosteniéndolo en la formación y en la educación cristiana. ¡Y ésta es una gran responsabilidad, que deriva de un gran don! Por eso, deseo alentar a todos los fieles a redescubrir la belleza de estar bautizados y pertenecer a la gran familia de Dios, y a dar gozoso testimonio de su fe, para que ésta genere frutos de bien y de concordia.

Lo pedimos por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Auxilio de los cristianos, a quien confiamos a los padres que se están preparando para el Bautismo de sus hijos, así como a los catequistas. ¡Que toda la comunidad participe en la alegría del renacimiento del agua y del Espíritu Santo!

[Después de rezar el Ángelus, dijo:]

En el contexto de la oración mariana, deseo reservar un particular recuerdo a la población de Haití, un año después del terrible terremoto, al que por desgracia ha seguido también una grave epidemia de cólera. El cardenal Robert Sarah, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum, va hoy a la Isla caribeña, para expresar mi constante cercanía y la de toda la Iglesia.

Saludo al grupo de Parlamentarios italianos, aquí presentes, y les agradezco su compromiso, compartido con otros compañeros, a favor de la libertad religiosa. Con ellos saludo también a los fieles coptos aquí presentes a los que renuevo mi cercanía.

[A continuación, saludó a los peregrinos en diversas lenguas. En español, dijo:]

Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española. En este domingo, que sigue a la Fiesta de la Epifanía, celebramos el Bautismo del Señor, concluyendo así el tiempo litúrgico de la Navidad. El Padre manifiesta en el Jordán a Jesús como su Hijo amado, ungido por el Espíritu, revelando también así el misterio del nuevo bautismo por el que llegamos a ser en verdad hijos suyos. Que la intercesión de la Santísima Virgen María os ayude a ser imagen de aquel que hemos conocido semejante a nosotros en la carne y renueve en todos la vocación a la santidad a la que se está llamado por el bautismo. Feliz domingo.



 

[Traducción del original italiano por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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Documentación


Homilía del Papa en la misa de la fiesta del Bautismo del Señor
“La colaboración entre comunidad cristiana y familia es más necesaria que nunca”
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 9 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía que Benedicto XVI pronunció durante la misa de la fiesta del Bautismo del Señor, celebrada este domingo por la mañana en la Capilla Sixtina y durante la cual administró el sacramento del Bautismo a 21 bebés.



 

***



 

Queridos hermanos y hermanas,

estoy contento de daros una cordial bienvenida en particular a vosotros, padres, padrinos y madrinas de los 21 bebés a los que, en breve, tendré la alegría de administrar el Sacramento del Bautismo. Como ya es tradición, este rito tiene lugar también este año en la santa Eucaristía con la que celebramos el Bautismo del Señor. Se trata de la Fiesta que, en el primer domingo después de la solemnidad de la Epifanía, cierra el tiempo navideño con la manifestación del Señor en el Jordán.

Según el relato del evangelista Mateo (3,13-17), Jesús fue de Galilea al río Jordán, para hacerse bautizar por Juan; de hecho, acudían de toda Palestina para escuchar la prédica de este gran profeta, el anuncio de la venida del Reino de Dios, y para recibir el bautismo, es decir para someterse a ese signo de penitencia que llamaba a la conversión del pecado. Aun llamándose bautismo, éste no tenía el valor sacramental del rito que celebramos hoy; como sabéis, es de hecho con su muerte y resurrección como Jesús instituye los Sacramentos y hace nacer la Iglesia. El administrado por Juan, era un acto penitencial, un gesto que invitaba a la humildad frente a Dios, invitaba a un nuevo inicio: sumergiéndose en el agua, el penitente reconocía haber pecado, imploraba a Dios la purificación de sus culpas y era enviado a cambiar los malos comportamientos, como muriendo en el agua y resurgiendo a una nueva vida.

Por eso, cuando el Bautista ve a Jesús que, en fila con los pecadores, viene a hacerse bautizar, queda asombrado; reconociendo en él al Mesías, el Santo de Dios, Aquel que está sin pecado, Juan manifiesta su desconcierto; él mismo, el bautista hubiera querido hacerse bautizar por Jesús. Pero Jesús le exhorta a no oponer resistencia, a aceptar cumplir este acto, para hacer lo que es conveniente y “cumplir toda justicia”. Con esta expresión, Jesús manifiesta haber venido al mundo para hacer la voluntad de Quien lo ha enviado, para cumplir todo lo que el Padre le pide; para obedecer al Padre Él ha aceptado hacerse hombre. Este gesto revela sobre todo quién es Jesús; es el Hijo de Dios, verdadero Dios como el Padre; es Aquel que “se ha bajado” para hacerse uno de nosotros, Aquel que se ha hecho hombre y ha aceptado humillarse hasta la muerte de cruz (cf. Fil 2,7). El bautismo de Jesús, del que hoy hacemos memoria, se sitúa en esta lógica de la humildad y de la solidaridad: es el gesto de Aquel que quiere hacerse en todo uno de nosotros y se pone realmente en fila con los pecadores; Él, que está sin pecado, se deja tratar como pecador (cf. 2Cor 5,21), para llevar sobre sus hombros el peso de la culpa de toda la humanidad, también de nuestra culpa. Es el “siervo de Dios” del que nos ha hablado el profeta Isaías en la primera lectura (cf. 42,1). Su humildad está dictada por la voluntad de establecer una comunión plena con la humanidad, por el deseo de realizar una verdadera solidaridad con el hombre y con su condición. El gesto de Jesús anticipa la Cruz, la aceptación de la muerte por los pecados del hombre. Este acto de abajamiento, con el que Jesús quiere ajustarse totalmente al designio de amor del Padre y conformarse a nosotros, manifiesta la plena sintonía de voluntad y de entente que hay entre las personas de la Santísima Trinidad. Para ese acto de amor, el Espíritu de Dios se manifiesta y viene como una paloma sobre Él, y en ese momento el amor que une a Jesús y al Padre es testimoniado a los que asisten al bautismo por una voz de lo alto que todos oyen. El Padre manifiesta abiertamente a los hombres, a nosotros, la comunión profunda que lo liga al Hijo: la voz que resuena de lo alto atestigua que Jesús es obediente en todo al Padre y que esta obediencia es expresión del amor que les une entre ellos. Por eso, el Padre pone su complacencia en Jesús, porque reconoce en el actuar del Hijo el deseo de seguir en todo su voluntad: “éste es mi Hijo amado en quien tengo mis complacencias” (Mt 3,17). Y esta palabra del Padre alude también, en anticipo, la victoria de la resurrección y nos dice cómo debemos vivir para estar en la complacencia del Padre, comportándonos como Jesús.

Queridos padres, el Bautismo que vosotros hoy pedís para vuestros hijos, les inserta en este intercambio de amor recíproco que hay en Dios entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; por este gesto que voy a realizar, se derrama en ellos el amor de Dios, inundándoles de sus dones. A través del lavado del agua, vuestros hijos se insertan en la vida misma de Jesús, que murió en la cruz para liberarnos del pecado y resucitando venció la muerte. Por eso, inmersos espiritualmente en su muerte y resurrección, son liberados del pecado original y en ellos empieza la vida de la gracia, que es la vida misma de Jesús Resucitado. “Él -afirma San Pablo- se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celador de buenas obras” (Tt 2,14).

Queridos amigos, dándonos la fe, el Señor nos ha dado lo más precioso de la vida, es decir el motivo más verdadero y más bello por el que vivir: por gracia hemos creído en Dios, hemos conocido su amor, con el que quiere salvarnos y liberarnos del mal. La fe es el gran don con el que nos da también la vida eterna, la verdadera vida. Ahora vosotros, queridos padres, padrinos y madrinas, pedís a la Iglesia que acoja en su seno a estos niños, que les dé el Bautismo: y esta petición la hacéis en razón del don de la fe que vosotros mismos habéis, a vuestra vez, recibido. Con el profeta Isaías, todo cristiano puede repetir: “desde el seno materno me formó para siervo suyo” (cf. 49,5); así, queridos padres, vuestros hijos son un don precioso del Señor, quien se ha reservado para sí su corazón, para poderlo volver a colmar de su amor. A través del sacramento del Bautismo, hoy los consagra y los llama a seguir a Jesús, a través de la realización de su vocación personal según el particular designio de amor que el Padre tiene en mente para cada uno de ellos: meta de esta peregrinación terrena será la plena comunión con Él en la felicidad eterna.

Recibiendo el Bautismo, estos niños obtienen en don un sello espiritual indeleble, el “carácter”, que marca interiormente para siempre su pertenencia al Señor y los hace miembros vivos de su cuerpo místico, que es la Iglesia. Al entrar a formar parte del Pueblo de Dios, para estos niños, empieza hoy un camino que deberá ser un camino de santidad y de conformarse a Jesús, una realidad que está puesta en ellos como la semilla de un árbol espléndido, que se debe hacer crecer. Por eso, comprendiendo la grandeza de este don, desde los primeros siglos se ha tenido la consideración de dar el Bautismo a los niños justo después de nacer. Ciertamente, será después necesaria una adhesión libre y consciente a esta vida de fe y de amor, y por eso es necesario que, después del Bautismo, sean educados en la fe, instruidos según la sabiduría de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia, de manera que crezca en ellos esta semilla de la fe que hoy reciben y puedan llegar a la plena madurez cristiana. La Iglesia, que los acoge entre sus hijos, debe hacerse cargo, junto a los padres y a los padrinos, de acompañarlos en este camino de crecimiento. La colaboración entre comunidad cristiana y familia es más necesaria que nunca en el actual contexto social, en el que la institución familiar está amenazada por muchas partes y se encuentra que tiene que enfrentarse a no pocas dificultades en su misión de educar en la fe. La disminución de referencias culturales estables y la rápida transformación a la que está sometida continuamente la sociedad, hacen verdaderamente arduo el compromiso educativo. Por eso, es necesario que las parroquias se esfuercen cada vez más en apoyar a las familias, pequeñas Iglesias domésticas, en su tarea de transmisión de la fe.

Queridísimos padres, doy gracias con vosotros al Señor por el don del Bautismo de estos hijos vuestros; al elevar nuestra oración por ellos, invocamos el don abundante del Espíritu Santo, que hoy les consagra como imagen de Cristo sacerdote, rey y profeta. Confiándoles a la maternal intercesión de María Santísima, pidamos por su vida y salud, para que puedan crecer y madurar en la fe, y llevar, con su vida, frutos de santidad y de amor. ¡Amén!


 

[Traducción del original italiano por Patricia Navas

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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