ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 10 de enero de 2011

Santa Sede

El Papa pide a los países musulmanes respeto a las minorías

Benedicto XVI: proclamar en abstracto la libertad religiosa no basta

El Papa pide a Occidente que el Estado no monopolice la educación

Nuevo capítulo en el compromiso del Papa por la libertad religiosa

El cardenal Sarah lleva a Haití la ayuda económica y la cercanía del Papa

Jornadas Mundiales de la Juventud

Jóvenes músicos, invitados a participar en el encuentro de Madrid

Mundo

Casi un millón sigue en TV la misa de la basílica de la Santa Cruz

Arzobispo paquistaní advierte a los fieles que tengan cuidado

Obispos de EE.UU. piden una novena por Haití, un año después del terremoto

Vietnam: Concluye el Año Jubilar con una exhortación al testimonio valiente

Documentación

Discurso del Papa a los embajadores acreditados ante la Santa Sede


Santa Sede


El Papa pide a los países musulmanes respeto a las minorías
Libertad religiosa es más que libertad de culto con restricciones
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI pidió hoy a los países musulmanes, especialmente en Oriente Medio, un mayor respeto a las minorías cristianas, así como una mayor libertad religiosa en países de régimen comunista, como China y Cuba.

El tema de la libertad religiosa fue de nuevo, como lo está siendo en sus últimos discursos, el centro de su intervención durante la tradicional audiencia de primeros de año a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, celebrada hoy en la Sala Regia del Palacio Apostólico.

El Papa quiso recordar, al inicio de su discurso, los trágicos ataques contra cristianos sucedidos durante las recientes fiestas de Navidad, así como el reciente Sínodo Especial de los Obispos para Oriente Medio.

Uno de los puntos que el Papa subrayó, en su repaso de la situación de los cristianos en los países musulmanes, es la distinción entre la verdadera libertad religiosa y la mera libertad de culto, reconocida en estos países.

“El derecho a la libertad religiosa no se aplica plenamente allí donde sólo se garantiza la libertad de culto, y además con limitaciones”, destacó el Papa.

Por ello, exhortó a estos países a que promuevan “la plena salvaguarda de la libertad religiosa y de los demás derechos humanos, mediante programas que, desde la escuela primaria y en el marco de la enseñanza religiosa, enseñen a respetar a todos los hermanos en humanidad”.

Se refirió en primer lugar a la situación de los cristianos en Iraq, mostrando su “consternación” por “los atentados que han sembrado la muerte, el dolor y la angustia entre los cristianos de Iraq, hasta el punto de inducirlos a dejar la tierra de sus padres en la que han vivido desde siglos”.

El Pontífice quiso renovar su “apremiante llamamiento” a las autoridades civiles y religiosas iraquíes a “trabajar para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad y puedan seguir dando su aportación a la sociedad de la que son miembros con pleno derecho”.

En segundo lugar, quiso recordar el reciente atentado contra la comunidad copta en Alejandría, signo, afirmó, de la “urgente necesidad de que los Gobiernos de la Región adopten, a pesar de las dificultades y amenazas, medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas”.

“Si es necesario lo diremos una vez más. En Oriente Medio, los cristianos son ciudadanos originarios y auténticos, leales a su patria y, por ende, cumplen con sus deberes nacionales. Es normal que ellos puedan gozar de todos los derechos como ciudadanos, de la libertad de conciencia y de culto, de la libertad en el ámbito de la educación y de la enseñanza en el ámbito de los medios de comunicación”, recordó, citando el Mensaje conclusivo del reciente Sínodo.

En este sentido, el Papa alabó “la preocupación por los derechos de los más débiles y la clarividencia política que algunos países de Europa han demostrado en estos últimos días, pidiendo una respuesta concertada de la Unión Europea para que los cristianos sean protegidos en Oriente Medio”.

“Por lo que respecta a los Estados de la Península Arábica, donde viven numerosos trabajadores cristianos inmigrantes, espero que la Iglesia católica pueda disponer de estructuras pastorales apropiadas”, pidió el Papa.

Paquistán y Extremo Oriente

Siguiendo su recorrido por Asia, el Papa Benedicto XVI incidió una vez más sobre la situación de Paquistán, y especialmente, la situación creada por el abuso de la ley antiblasfemia, en el tristemente conocido caso de Asia Bibi, mujer cristiana condenada a la horca por supuesta blasfemia.

El Papa pidió al país que lleve a cabo “los esfuerzos necesarios para abrogar” esta ley, “tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas”.

“El trágico asesinato del Gobernador del Punjab pone de manifiesto la urgencia de proceder en este sentido: la veneración a Dios promueve la fraternidad y el amor, no el odio o la división”, afirmó.

También se refirió a las “situaciones preocupantes, a veces violentas, en el Sur y Sureste del continente asiático, en países que tienen por otra parte una tradición de relaciones sociales pacíficas”.

“El peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos”, afirmó el Papa.

Al respecto, subrayó la importancia de que el diálogo interreligioso “favorezca un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de todas las personas y comunidades”.

“Por último, como ya he recordado, la violencia contra los cristianos no perdona ni siquiera a África. Un triste testimonio de ello son los ataques contra dos lugares de culto en Nigeria, mientras se celebraba el Nacimiento de Cristo”, añadió.

Países comunistas

Por otra parte, el Papa quiso recordar la situación de los cristianos en los países de régimen comunista, especialmente China y Cuba.

En ellos, a pesar de que “la Constitución reconoce una cierta libertad religiosa”, la vida de las comunidades religiosas “se hace, de hecho, difícil y a veces incluso insegura”, pues “el ordenamiento jurídico o social se inspira en sistemas filosóficos y políticos que postulan un estricto control, por no decir un monopolio, del Estado sobre la sociedad”.

“Es necesario que cesen tales ambigüedades, de manera que los creyentes no tengan ya que debatirse entre la fidelidad a Dios y la lealtad a su patria”, afirmó el Papa.

Pidió especialmente que se garantice “a la comunidad católica la plena autonomía de organización y la libertad de cumplir su misión, conforme a las normas y estándares internacionales en este ámbito”.

“En este momento, mi pensamiento vuelve de nuevo a las comunidades católicas de China continental y a sus Pastores, que viven un momento de dificultad y de prueba”, afirmó el Papa.

Por otro lado, quiso dirigir “una palabra de ánimo a las autoridades de Cuba”, para que “el diálogo que felizmente se ha instaurado con la Iglesia se refuerce y amplíe todavía más”.

En otro momento, el Papa insistió que “la dimensión religiosa es una característica innegable e irreprimible del ser y del obrar del hombre, la medida de la realización de su destino y de la construcción de la comunidad a la que pertenece”.

“Por consiguiente, cuando el mismo individuo, o los que están a su alrededor, olvidan o niegan este aspecto fundamental, se crean desequilibrios y conflictos en todos los sentidos, tanto en el aspecto personal como interpersonal”.

El derecho a la libertad religiosa “es en realidad el primer derecho, porque históricamente ha sido afirmado en primer lugar, y porque, por otra parte, tiene como objeto la dimensión constitutiva del hombre, es decir, su relación con el Creador”.

“Me parece que hoy la sociedad, sus responsables y la opinión pública, son más conscientes, incluso aunque no siempre de manera exacta, la gravedad de esta herida contra la dignidad y la libertad de  homo religiosus, sobre la que he querido llamar la atención de todos en muchas ocasiones”, concluyó.

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Benedicto XVI: proclamar en abstracto la libertad religiosa no basta
Pide acciones concretas para conseguir “una paz auténtica y duradera”
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- “No es suficiente una proclamación abstracta de la libertad religiosa”, afirmó hoy el Papa Benedicto XVI al recibir en audiencia a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede para felicitarles por el nuevo año.

En su discurso, el Papa definió la libertad religiosa como una “norma fundamental de la vida social”, que “debe ser aplicada y respetada en todos los niveles y ámbitos”.

“De otra manera – observó –, a pesar de justas afirmaciones de principio, se corre el riesgo de cometer profundas injusticias contra los ciudadanos que desean profesar y practicar libremente su fe”.

De la misma forma, el Pontífice quiso “explicitar algunos principios que inspiran la actividad de la Santa Sede, y de toda la Iglesia católica, ante las Organizaciones Internacionales intergubernamentales, a fin de promover el pleno respeto de la libertad religiosa de todos”.

En primer lugar, explicó, está la convicción de que “no se puede crear una especie de escala en la gravedad de la intolerancia contra las religiones”.

“Desgraciadamente, una actitud semejante es frecuente, y los actos discriminatorios contra los cristianos son considerados precisamente como menos graves, menos dignos de atención por parte de los Gobiernos y de la opinión pública”.

Al mismo tiempo, se debe rechazar el “peligroso contraste que algunos quieren establecer entre el derecho a la libertad religiosa y los demás derechos del hombre, olvidando o negando así el papel central que el respeto de la libertad religiosa tiene en la defensa y protección de la alta dignidad del hombre”.

Todavía menos justificables son “los intentos de oponer al derecho a la libertad religiosa unos derechos pretendidamente nuevos, promovidos activamente por ciertos sectores de la sociedad e incluidos en las legislaciones nacionales o en directivas internacionales, pero que no son, en realidad, más que la expresión de deseos egoístas que no encuentran fundamento en la auténtica naturaleza humana”.

Actividad vaticana

La promoción de una es también el objetivo que persigue la Santa Sede cuando establece concordatos u otros acuerdos.

El Papa ilustró algunas de las formas como la Santa Sede persigue la “plena libertad religiosa de las comunidades católicas”, comenzando por los “concordatos u otros acuerdos” y diciéndose contento de que “Estados de diversas regiones del mundo y de tradiciones religiosas, culturales y jurídicas distintas” elijan este medio “para organizar las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia católica, estableciendo a través del diálogo el cuadro de una colaboración en el respeto de las competencias recíprocas”.

También está al servicio de la libertad religiosa “la actividad de los representantes pontificios en los Estados y Organizaciones internacionales”, recordó.

Al respecto, destacó “con satisfacción” que las autoridades vietnamitas han aceptado la designación de un representante papal “que, visitando las queridas comunidades católicas de ese País, manifestará la solicitud del Sucesor de Pedro”.

También destacó el trabajo llevado a cabo por la diplomacia vaticana para mejorar la representación vaticana en África.

La lección de la historia

El Papa quiso también “reafirmar con fuerza que la religión no constituye un problema para la sociedad”, y que “no es un factor de perturbación o de conflicto”.

“La Iglesia no busca privilegios, ni quiere intervenir en cuestiones extrañas a su misión, sino simplemente cumplirla con libertad”, subrayó.

“¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización?”, preguntó, invitando a “reconocer la gran lección de la historia”.

“La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre”, observó, destacando que las comunidades cristianas”han contribuido mucho a que las personas y los pueblos hayan tomado conciencia de su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de instituciones democráticas y a la afirmación de los derechos del hombre con sus respectivas obligaciones”.

“También hoy, en una sociedad cada vez más globalizada, los cristianos están llamados a dar su aportación preciosa al fatigoso y apasionante compromiso por la justicia, al desarrollo humano integral y a la recta ordenación de las realidades humanas, no sólo con un compromiso civil, económico y político responsable, sino también con el testimonio de su propia fe y caridad”, añadió, citando su reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz.

“Que ninguna sociedad humana se prive voluntariamente de la contribución fundamental que constituyen las personas y las comunidades religiosas”, auguró.

“La sociedad, asegurando plenamente a todos la justa libertad religiosa, podrá gozar de los bienes de la justicia y de la paz que dimanan de la fidelidad de los hombres a Dios y a su santa voluntad”.

Por ello, el Papa concluyó exhortando “a todos, responsables políticos, jefes religiosos y personas de toda clase, a emprender con determinación el camino hacia una paz auténtica y estable, que pase por el respeto del derecho a la libertad religiosa en toda su amplitud”.


 

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El Papa pide a Occidente que el Estado no monopolice la educación
Al felicitar el nuevo año al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI alentó la promoción de sistemas educativos respetuosos con el derecho de los padres a escoger la educación de sus hijos.

Lo hizo en el discurso que dirigió a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede al recibirles este lunes por la mañana en audiencia en la Sala Regia del Palacio Apostólico vaticano para la presentación de las felicitaciones para el nuevo año.

“Exhorto a todos los Gobiernos a promover sistemas educativos que respeten el derecho primordial de las familias a decidir la educación de sus hijos, inspirándose en el principio de subsidiariedad, esencial para organizar una sociedad justa”, dijo.

El Papa calificó como “preocupante” que el servicio que las comunidades religiosas ofrecen a la sociedad a través de iniciativas en el ámbito de la educación de las jóvenes generaciones “sea puesto en peligro u obstaculizado por proyectos de ley que amenazan con crear una especie de monopolio estatal en materia escolástica”.

E indicó que esto “se puede constatar por ejemplo en algunos países de América Latina”, donde muchos países están celebrando “el segundo centenario de su independencia, ocasión propicia para recordar la contribución de la Iglesia católica en la formación de la identidad nacional”.

En referencia al ámbito educativo y las amenazas a la libertad de las familias, el Papa lamentó que en algunos países europeos “se ha impuesto la participación a cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón”.

Marginación de la religión

El Pontífice también se refirió a otras amenazas que el pleno ejercicio de la libertad religiosa sufre en Occidente.

Habló a los diplomáticos presentes de “los países que conceden una gran importancia al pluralismo y la tolerancia, pero donde la religión sufre una marginación creciente”.

“Se tiende a considerar la religión, toda religión, como un factor sin importancia, extraño a la sociedad moderna o incluso desestabilizador, y se busca por diversos medios impedir su influencia en la vida social”, advirtió.

“Se llega así a exigir que los cristianos ejerzan su profesión sin referencia a sus convicciones religiosas o morales, e incluso en contradicción con ellas”, añadió.

En este sentido, puso el ejemplo de las “leyes que limitan el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios o de algunos profesionales del derecho”.

Y a la vez, apuntó como “un motivo de alegría que el Consejo de Europa, en el mes de octubre pasado, haya adoptado una Resolución que protege el derecho del personal médico a la objeción de conciencia frente a ciertos actos que, como el aborto, lesionan gravemente el derecho a la vida”.

También destacó que “otra manifestación de marginación de la religión y, en particular, del cristianismo, consiste en desterrar de la vida pública fiestas y símbolos religiosos, por respeto a los que pertenecen a otras religiones o no creen”.

“De esta manera -indicó-, no sólo se limita el derecho de los creyentes a la expresión pública de su fe, sino que se cortan las raíces culturales que alimentan la identidad profunda y la cohesión social de muchas naciones”.

Sobre la cuestión de la exposición pública de símbolos religiosos, recordó que “el año pasado, algunos países europeos se unieron al recurso del Gobierno italiano en la famosa causa de la exposición del crucifijo en los lugares públicos”.

Y expresó su “gratitud a las autoridades de esas naciones, así como a todos los que se han empeñado en este sentido, episcopados, organizaciones y asociaciones civiles o religiosas, en particular al Patriarcado de Moscú y a los demás representantes de la jerarquía ortodoxa, y a todas las personas, creyentes y también no creyentes, que han querido manifestar su aprecio por este símbolo portador de valores universales”.

Finalmente, subrayó que “reconocer la libertad religiosa significa, además, garantizar que las comunidades religiosas puedan trabajar libremente en la sociedad, con iniciativas en el ámbito social, caritativo o educativo” y destacó que “se puede constatar por todo el mundo la fecunda labor de la Iglesia católica en estos ámbitos”.

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Nuevo capítulo en el compromiso del Papa por la libertad religiosa
El portavoz de la Santa Sede comenta el discurso al Cuerpo Diplomático
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Con su discurso de hoy al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa “ha añadido un nuevo capítulo de grandísima importancia” a su “compromiso con la libertad religiosa en el mundo”.

Así lo afirmó hoy el director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, en su comentario, transmitido por Radio Vaticano, a las palabras dirigidas hoy por el Papa Benedicto XVI a los embajadores de los 178 Estados que mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede.

El padre Lombardi subrayó que esta preocupación del Papa por la libertad religiosa, “aun siempre viva”, en los últimos meses “está mucho más presente en las declaraciones públicas de las más altas autoridades de la Iglesia católica”.

En este sentido, quiso recordar las intervenciones del Papa con ocasión del Sínodo para Oriente Medio, su discurso en Westminster Hall (Londres), “los recientes llamamientos tras los trágicos atentados contra iglesias cristianas en Iraq y en Egipto; o la intervención del cardenal secretario de Estado en la cumbre de la OSCE en Astaná”.

Habla claro

El discurso del Papa de hoy, explica el portavoz vaticano, está vinculado al reciente Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz.

Aquel “había ofrecido un amplio panorama sobre los fundamentos del derecho a la libertad religiosa y sobre la necesidad de tutelarlo frente a riesgos y ataques – tanto de violaciones concretas y dramáticas, como de actitudes negativas de origen ideológico-cultural con consecuencias jurídicas”.

El discurso de hoy, en cambio, “ha ofrecido una serie impresionante de indicaciones sobre lugares y situaciones en las que este derecho es claramente violado, o cuestionado de forma más o menos explícita y radicalmente”.

“Ciertamente no se puede reprochar al Papa que no haya hablado claramente – subraya Lombardi –. Todos pueden comprender sin dificultad lo que ha dicho”.

Además, añade Federico Lombardi, al afrontar este tema, “el Papa se coloca en el corazón de su misión”.

“Nunca hemos olvidado que, en el primer discurso del pontificado, en la Capilla Sixtina, Benedicto XVI señalaba a Dios y la relación del hombre con Dios como la primera de sus prioridades”, afirma.

De aquí, subraya Lombardi, “parte todo empeño suyo y de la Iglesia para servir a la persona y a la comunidad humana”, recordando que también la acción diplomática de la Iglesia “busca ante todo promover la causa de Dios como garante de la causa del hombre”.

“El modo explícito y valiente con el que el Papa Benedicto lleva a cabo su servicio de proponer el derecho a la libertad religiosa para todos”, consiste por un lado en “alentar el diálogo interreligioso y el compromiso de todas las autoridades religiosas y civiles”, en la convicción “de servir así eficazmente a la dignidad de la persona humana y a la paz”.

Por otro, consiste en “defender la libertad de la presencia constructiva y benéfica del testimonio cristiano en el mundo y en la cultura de hoy”.

Esta defensa “se está convirtiendo ciertamente en uno de los rasgos característicos de este pontificado y de su misión histórica”, concluye el padre Lombardi.

 

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El cardenal Sarah lleva a Haití la ayuda económica y la cercanía del Papa
El presidente de “Cor Unum” permanecerá cuatro días en la isla
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI ha enviado al cardenal Robert Sarah, a Haití, país que el 12 de enero de 2010 sufrió un terremoto que causó 250.000 muertos y dejó a un millón de personas sin hogar.

“El presidente de Cor Unum llevará un mensaje del Papa y una ayuda económica a la población tan gravemente golpeada hace un año”, explica un comunicado del Consejo Pontificio Cor Unum publicado este lunes.

El purpurado permanecerá en la isla caribeña desde este lunes hasta el jueves 13 de enero, realizando diversas visitas, presidiendo celebraciones y renovando el compromiso de la Iglesia en la reconstrucción del país.

Este lunes, el cardenal Sarah visita en Léogane las comunidades religiosas de Hermanas de Cristo Rey, cuyo hospital fue destruido por el terremoto; y de Hermanitas de Santa Teresa del Niño Jesús que gestionan un sanatorio para enfermos de sida y tuberculosis.

También visita la comunidad de las Compagnes de Jésus, que tenían un centro de ancianos y una escuela destruidos por el terremoto. Allí coloca la primera piedra de la Ecole Notre Dame des Anges.

En nombre del Papa, el cardenal Sarah llevará una ayuda concreta procedente de las ofrendas recibidas para el terremoto: 800.000 dólares para la reconstrucción de escuelas y 400.000 dólares para la reconstrucción de iglesias.

El martes, el cardenal Sarah, acompañado por el subsecretario de Cor Unum, monseñor Segundo Tejado, se encontrará con el presidente de la República de Haití, René Préval, y visitará el campo de desplazados de Parc Acra, donde celebrará una misa.

“El 12 de enero, el purpurado leerá el Mensaje del Papa durante la misa de conmemoración un año después del terremoto”, explica el comunicado.

Después, mantendrá un encuentro con los obispos y los seminaristas del país, y finalmente, con responsables de las Caritas y de las organizaciones internacionales de voluntariado.

La última cita en tierra haitiana de este viaje tendrá lugar el jueves 13 de enero, cuando celebrará una misa en el convento de las Hijas de María Parideans, que sufrieron la pérdida de quince religiosas bajo los escombros que quedaron tras el terremoto, que hirió también a otras doce hermanas.

“La visita tendrá también el objetivo de dar las gracias a todos los que han colaborado en el inmenso trabajo de la fase de emergencia y de renovar el compromiso de la Iglesia en la reconstrucción -concluye el comunicado-, instando a una nueva fase de compromiso caritativo”.

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Jornadas Mundiales de la Juventud


Jóvenes músicos, invitados a participar en el encuentro de Madrid
Publicada la convocatoria de orquesta y coro de la JMJ
MADRID, lunes, 10 enero 2011 (ZENIT.org).- La Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 ha publicado la convocatoria de orquesta y coro para los actos principales del encuentro con Benedicto XVI. Dirigida a aquellos jóvenes con formación instrumental y vocal clásica, que quieran poner sus cualidades al servicio de este evento.

La Jornada Mundial de la Juventud invita a jóvenes con habilidades musicales a formar parte de la orquesta sinfónica y el coro de voluntarios que animarán los actos principales de la Jornada Mundial de la Juventud el próximo mes de agosto en Madrid.

La invitación se dirige a jóvenes con formación instrumental y vocal clásica, que quieran ponerse al servicio de la Jornada. Tendrán la oportunidad de formar parte desde sus orígenes de una iniciativa musical y espiritual ideada para continuar una larga andadura en el tiempo.

Se dirige a instrumentistas de nivel avanzado en sus respectivas secciones de cuerda, viento y percusión; así como cantantes profesionales, estudiantes de canto y cantantes amateur de nivel avanzado.

Pedro Alfaro, creador y director del proyecto explica: “Creo que la música es el arte espiritual por excelencia, con una especial capacidad para despertar grandes ideales en las personas. Por ello, animo a todos los profesionales de la música a compartir su talento con jóvenes procedentes del mundo entero”.

El plazo de inscripción está abierto hasta el 27 de enero de 2011. Las pruebas de selección se realizarán los fines de semana de febrero. La selección final de los participantes se publicará el 23 de febrero de 2011.

Todas las pruebas y ensayos de los seleccionados tendrán lugar en Madrid. Los ensayos serán los sábados por la tarde a partir del 5 de marzo de 2011 y en horario intensivo los días anteriores a la JMJ.

El proyecto es coorganizado por Músicaparatodos (musicaparatodos.com), entidad promotora de actividades musicales. Entre sus objetivos se encuentra la difusión de valores a través de la música. Está especializada en actividades que aúnan calidad musical y capacidad para acercar la experiencia estética musical a grandes audiencias.

Bases y convocatoria en: www.madrid11.com.

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Mundo


Casi un millón sigue en TV la misa de la basílica de la Santa Cruz
Intereconomía seguirá retransmitiendo la liturgia dominical de los benedictinos
MADRID, lunes, 10 enero 2010 (ZENIT.org).- Algunos domingos, la audiencia de quienes siguen la retransmisión televisiva de la basílica de la Santa Cruz, situada en el valle de Cuelgamuros, cerca de San Lorenzo de El Escorial y a unos kilómetros de Madrid de Madrid, ha alcanzado picos cercanos al millón de personas.

Según informa a ZENIT Alberto López Espinosa, aunque se ha reabierto al culto la basílica menor, Intereconomía TV seguirá emitiendo la celebración de la eucaristía, a las once de la mañana, a la vista del éxito entre la audiencia.

De forma ordinaria y habitual –informa López Espinosa--, salvo ocasiones puntuales, Intereconomía TV va a seguir retransmitiendo la Santa Misa de los domingos desde la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos.

“La audiencia está siendo muy elevada y varios días rondó ya el millón de telespectadores”, afirma.

“Son muchos, en efecto, los mensajes que está recibiendo la comunidad benedictina acerca de la impresión y el impacto que a un gran número de personas le causa la Misa en la Basílica, tanto desde el punto de vista litúrgico como desde el doctrinal y del contenido de las homilías”, asegura este lector de ZENIT y miembro de la asociación de Amigos del Valle de los Caídos.

Además, añade, “la repercusión alcanzada tiene cada vez mayor proyección universal, como se constata en diversos medios de comunicación de Hispanoamérica y en algunos canales hispanos de televisión de Estados Unidos (por ejemplo, en el estado de Oregón)”.

“Es obligado hacer un agradecimiento al despliegue de medios realizado por Intereconomía TV para la retransmisión de la Santa Misa, agradecimiento que debe aumentar al ser conscientes del bien espiritual que ello está haciendo en muchas almas en España y fuera de España”, concluye el comunicante.

Además de constatar una presencia mucho mayor de fieles que otros años –informa la página web de la basílica- en las misas de medianoche del 24 de diciembre (Misa del Gallo) y del día de Navidad (25 de diciembre), así como de la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios (1 de enero), los domingos 26 de diciembre y 2 de enero se celebraron en la basílica misas verdaderamente multitudinarias, en cuanto a asistencia de fieles se refiere, muchos de los cuales tuvieron que quedar de pie, a pesar de las dimensiones de la iglesia.

La del domingo 26, Fiesta de la Sagrada Familia, tuvo al padre Santiago Cantera como celebrante principal y fue retransmitida por Intereconomía TV. La del 2 de enero fue celebrada por el padre prior Alfredo Maroto, y “llama la atención observar que, a pesar de coincidir con la Misa de las Familias que a la misma hora tenía lugar en Madrid, la basílica quedó repleta (por ese motivo no fue retransmitida por TV la Misa de la Basílica)”.

Todos estos días fue muy abundante el número de personas que se confesaron y  comulgaron. Así mismo, los benedictinos se han visto sorprendidos por la elevada afluencia de fieles a la eucaristía cotidiana durante estas Navidades, pues su número solía ser bastante reducido por estas fechas en años anteriores.

Por lo tanto, la comunidad benedictina constata “un rebrote de la fe en la Basílica y en todo el conjunto del Valle de los Caídos. La Cruz que preside el santuario revela una vez más su misterio: los tiempos de sufrimiento por la presión externa, vividos por el cristiano en estrecho abrazo con Cristo crucificado y sin retroceder en la profesión pública y valiente de su fe, producen frutos del ciento por uno y hacen que la vida espiritual reverdezca allí donde se veía amenazada”.

La comunidad, firme en sus propósitos y, acogiendo además la solicitud hecha cada vez por más personas que acuden al Valle, está planteando “las maneras de dar forma y continuidad al movimiento espiritual que en este tiempo ha surgido en torno al lugar sagrado, organizando más actos de culto, promoviendo actividades, vías de colaboración, etc”.

Los monjes animan a cuantas personas les sea posible a “continuar acudiendo a la Basílica, a participar de los actos religiosos en ella y a orar con devoción en privado ante el magnífico Cristo del altar mayor y en las capillas laterales, especialmente en la del Santísimo”.

Para saber más:

Homilías en la Basílica: http://www.valledeloscaidos.es/homilias.

Otras páginas relacionadas que no son propiamente de la abadía:

Amigos del Valle de los Caídos: http://www.amigosdelvalledeloscaidos.com/.

Hermandad del Valle de los Caídos: http://www.hermandaddelvalle.org/.

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Arzobispo paquistaní advierte a los fieles que tengan cuidado
Calma tensa tras el asesinato del gobernador opuesto a la ley antiblasfemia
LAHORE, lunes, 10 enero 2011 (ZENIT.org).- Los cristianos y otras minorías en Paquistán están siendo advertidos por sus líderes, tras el asesinato del gobernador Salman Taseer de la provincia del Punjab, el pasado 4 de enero, para que eviten cualquier acción que pueda dar excusas a los violentos.

El obispo auxiliar de Lahore, monseñor Sebastian Shaw–informa Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN)- declaró que en todo el país la gente está “impresionada y horrorizada” por la muerte de Salman Taseer, gobernador del Punjab, asesinado a tiros el pasado martes.

El comentario de monseñor Shaw se produjo a raíz de informes de que Malik Mumtaz Hussain, el hombre acusado del asesinato de Taseer, actuó en respuesta a las últimas declaraciones del gobernador criticando las controvertidas leyes antiblasfemia.

Taseer, el año pasado, pidió al presidente de Paquistán Asif Ali Zardari que perdonara a la cristiana Asia Bibi, que se encuentra en la galería de la muerte de la prisión, acusada por las leyes antiblasfemia.

Hablando de Paquistán, en una entrevista con AIN, el obispo dijo que estaba pidiendo a los fieles que evitaran comentarios públicos o acciones que pudieran crear malentendidos entre las turbas, y ser usadas para justificar actos de violencia e intimidación.

Monseñor Shaw dijo: “Toda nuestra gente debe ser muy cuidadosa. Decir algo puede incitar a las turbas”. “No debemos vivir en el temor. Debemos confiar en Dios pero si vamos a la calle a expresarnos ahora, habrá una reacción negativa”. “Si la gente hace declaraciones y emprende acciones que inciten, no serán ellos quienes sufran sino sus comunidades”.

Describiendo la respuesta de los cristianos y otros a la muerte de Taseer, dijo: “Hay muy tristes e impresionantes noticias. Mucha gente está horrorizada. La gente llora”.

Los comentarios del obispo coincididieron con un creciente malestar a lo largo de todo Paquistán por declaraciones y manifestaciones de paquistaníes, horrorizados por las críticas del gobernador Taseer a las leyes de la blasfemia.

Los códigos penales paquistaníes 295B y 295C –conocidos como leyes de la blasfemia- imponen sentencias que incluyen la pena capital, por insultar al profeta Mahoma, y cadena perpetua por profanar el Corán.

La legislación se aplica en contra de la creciente oposición de tribunales de derechos humanos no sólo por sus duras sentencias, sino también entre la evidencia creciente de que se ha convertido en pretexto para la violencia e intimidación contra las minorías, incluídos, junto a los cristianos, algunos grupos musulmanes moderados.

El asunto llegó a su culmen cuando Asia Bibi, de 45 años, se convirtió en la primera mujer condenada a muerte por las leyes de la blasfemia. Está pendiente de que se cumpla la sentencia de la corte suprema. En muchas ciudades, hubo manifestaciones en defensa de las leyes de la blasfemia y, en Peshawar, un imán ofreció una recompensa de 5.853 dólares a quien asesine a la señora Bibi.

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Obispos de EE.UU. piden una novena por Haití, un año después del terremoto
Los Caballeros de Colón ayudan a niños que perdieron sus extremidades
WASHINGTON D.C, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org) .- La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos invitaron a los fieles a pedirle a Nuestra Señora de Guadalupe que ayude a Haití, un año después del devastador terremoto que destruyó la capital, Puerto Príncipe.

El arzobispo de Miami (Florida), monseñor Thomas Wenski presidente del Grupo Asesor Especial para Haití,en la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU confirmó que la isla está todavía necesitada de “oraciones y solidaridad”, cumpliéndose el 12 de enero, un año del suceso.

El arzobispo destacó la solidaridad entre los católicos en todo tipo de organizaciones, recordando “los trágicos sucesos de aquella fatídica tarde” y pidiendo una respuesta “llena de fe”.

La USCCB invita a los católicos a empezar una Novena a Nuestra Señora de Guadalupe en el aniversario de la fecha, el próximo miércoles. La novena terminará con una Misa el fin de semana del 22-23 de enero, que es la fecha oficial de la colecta nacional para América Latina, incluyendo Haití y todo el Caribe.

Cambiando una vida

Mientras tanto, los Caballeros de Colón, se preparan para el aniversario realizando un continuado esfuerzo en su programa Healing Haiti's Children.

Los Caballeros contribuyeron con más de un millón en la ayuda a Haití, específicamente a través de su programa, que se dedica a dar atención protésica y de rehabilitación, durante dos años y sin coste alguno, a los niños que sufrieron una amputación durante el terremoto. Los Caballeros cuentan con la colaboración de Project Medishare para su programa.

“Nos sentimos honrados de ser capaces de dar este regalo de esperanza a los niños de Haití”- dijo el Caballero Supremo Carl Anderson. “Es extraño ser capaz de hacer algo que cambie la vida para siempre. Dar movilidad consigue exactamente esto, hay pocas cosas que pueden cambiar tanto la vida de un niño como el poder recuperar la capacidad de moverse libremente”.

Más de 100 niños han sido dotados de prótesis y han comenzado una terapia, y cientos recibirán prótesis a través del programa.

Sin embargo, los niños que reciben los miembros protésicos están en etapa de crecimiento y por tanto necesitan dos o tres prótesis más a lo largo de un año, “esto es esencial para que continúen con su vida y con el trabajo de recuperación de sus miembros”dijo el Dr. Bart Green, fundador del Project Medishare. “El Project Medishare está orgulloso de su colaboración con los Caballeros de Colón”, afirmó, “nos ha permitido levantar a cientos de niños haitianos de sus sillas de ruedas para hacer frente a los muchos retos que ofrece esta nación devastada”.

Traducción del ingles por Carmen Álvarez

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Vietnam: Concluye el Año Jubilar con una exhortación al testimonio valiente
El enviado del Papa a las celebraciones destaca la fidelidad de los mártires del país
HANOI, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- El enviado del Papa a las celebraciones conclusivas del Año Jubilar de la Iglesia en Vietnam animó a los católicos del país a cumplir su deber de ciudadanos y de cristianos sin miedo a dar testimonio de su amor a Jesús, como lo hicieron los mártires vietnamitas.

El prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Ivan Dias, presidió este viernes 7 de enero una misa en la catedral de Hanoi en honor a los 117 mártires vietnamitas, informó Radio Vaticano.

“Allá donde estemos -dijo el cardenal Dias-, también nosotros debemos cumplir perfectamente con nuestro deber de ciudadanos y de cristianos, sin miedo a dar testimonio de nuestro amor y nuestra fidelidad a Jesucristo y a su Evangelio hasta el don de nuestra vida, hasta derramar la sangre como san Andrea Dung Lac y sus compañeros mártires”.

El purpurado transmitió a los asistentes el saludo cálido y la bendición del Papa y les aseguró que “estáis siempre en el corazón y en la oración del Santo Padre”.

“Yo, como prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, estoy cerca vuestro cada día en la oración y llevo con solicitud la vida, los desafíos y las preocupaciones de la Iglesia en Vietnam”, añadió.

El purpurado se refirió al testimonio del mártir san Andrea Dung Lac y sus compañeros en el proceso de canonización.

Y exhortó a los cristianos a cumplir fielmente el “deber que Dios ha confiado a cada uno, como padres y madres de familia, hijos e hijas en la familia, como estudiantes, empleados, trabajadores, directivos,...”.

En este sentido, el cardenal destacó la fidelidad y la precisión con la que san Andrea Dung Lac cumplió su deber de pastor, dando así testimonio de su profunda fe y su amor radical a Cristo y a su rebaño.

El sábado, continuaron las ceremonias de clausura del Año Santo en el santuario mariano nacional de La Vang, con una gran celebración en torno a la Virgen María y la acogida del enviado del Papa.

El quinto de los cinco vice-primeros ministros en ejercicio, Nguyên Thiên Nhân, representó al Gobierno vietnamita, a pesar de que el programa inicial preveía la participación del jefe de Estado y del primer ministro, según la agencia Eglises d'Asie.

Para numerosos peregrinos que participaron en la fiesta en el santuario mariano, la conclusión del Año Jubilar supuso una nueva esperanza.

Como indicó Benedicto XVI en su mensaje dirigido a los católicos de Vietnam ante la apertura de ese tiempo de gracias, el recuerdo de los 117 mártires de Vietnam “ayudará a todo el pueblo de Dios en Vietnam a activar su caridad, a aumentar su esperanza y a fortalecer su fe que es probada a veces en el día a día”.

Por su parte, los obispos vietnamitas animaron, en su carta dirigida a la comunidad católica del país para proclamar el Jubileo, a dedicar una atención al ejercicio de la caridad para desarrollar el espíritu de comunión en el seno de la Iglesia.

En concreto, destacaron la importancia de anunciar el evangelio, contribuyendo así al desarrollo social, y de ofrecer un cuidado especial a la juventud.

La Iglesia en Vietnam ha celebrado un año especial de gracias entre noviembre de 2009 y enero de 2011 con motivo del 350 aniversario de la creación de los dos vicariatos apostólicos de Tonkín y la Cochinchina (en 1659) y de los 50 años de la institución de la jerarquía católica en Vietnam (en 1960).

Un momento central del Jubileo fue la gran asamblea del pueblo de Dios basada en el modelo del Sínodo de los Obispos, organizada por la archidiócesis de Ciudad Ho Chi Minh entre el 21 y el 25 de noviembre de 2009.

Según la agencia AsiaNewsActualmente, hay en el país casi 8 millones de fieles católicos -un 7% de los 87 millones de habitantes- divididos en 26 diócesis y en 2.228 parroquias, unos 2.900 sacerdotes, 1.500 religiosos y diez mil hermanas; 1.500 seminaristas y 400.000 catequistas.

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Documentación


Discurso del Papa a los embajadores acreditados ante la Santa Sede
Con la felicitación por el nuevo año
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 10 de enero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió hoy a los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, a quienes recibió en audiencia en la Sala Regia del Palacio Apostólico, para felicitarles el nuevo año.

* * * * *

Señoras y Señores

Me alegra recibiros, ilustres Representantes de tantos países, en este encuentro en el que, como cada año, os reunís con el Sucesor de Pedro. Este encuentro reviste un gran significado, ya que ofrece una imagen, al mismo tiempo que un ejemplo, del papel de la Iglesia y de la Santa Sede en la comunidad internacional. Saludo cordialmente a cada uno, en particular a los que participáis por primera vez. Os agradezco la dedicación y atención con que, en el ejercicio de vuestras delicadas funciones, seguís mis actividades, las de la curia romana y así, en cierta medida, la vida de la Iglesia católica en todo el mundo. Vuestro Decano, el Embajador Alejandro Valladares Lanza, se ha hecho portavoz de vuestros sentimientos, y le agradezco los deseos que me ha expresado en nombre de todos. Conociendo la unión de vuestra comunidad, estoy seguro de que en vuestro recuerdo estará hoy presente la Embajadora del Reino de los Países Bajos, la Baronesa van Lynden-Leijten, que hace unas semanas marchó a la casa del Padre. Me uno con la oración a vuestros sentimientos.

Al comienzo de un nuevo año, resuena en nuestros corazones y en el mundo entero el eco del anuncio gozoso que resplandeció en la noche Belén hace veinte siglos, noche que simboliza la condición humana en su necesidad de luz, de amor y de paz. A los hombres de entonces, así como a los de ahora, los ejércitos celestiales llevaron la buena nueva de la llegada del Salvador: «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en un país de sombras, una luz les brilló» (Is 9,1). El Misterio del Hijo de Dios que se hace hombre supera completamente cualquier expectativa humana. En su absoluta gratuidad, este acontecimiento de salvación es la respuesta auténtica y completa al deseo más profundo del corazón. De Dios viene la verdad, el bien, la bondad, la vida en plenitud que cada hombre busca consciente o inconscientemente. Aspirando a estos bienes, toda persona busca a su Creador, ya que «sólo Dios responde a la sed que hay en el corazón de todo ser humano» (Exhort. ap. Postsinodal Verbum Domini, 23). La humanidad, a través de sus creencias y ritos, ha manifestado a lo largo de su historia una búsqueda incesante de Dios, y «estas formas de expresión son tan universales que se puede llamar al hombre un ser religioso» (Catecismo de la Iglesia Católica, 28). La dimensión religiosa es una característica innegable e irreprimible del ser y del obrar del hombre, la medida de la realización de su destino y de la construcción de la comunidad a la que pertenece. Por consiguiente, cuando el mismo individuo, o los que están a su alrededor, olvidan o niegan este aspecto fundamental, se crean desequilibrios y conflictos en todos los sentidos, tanto en el aspecto personal como interpersonal.

Esta verdad primera y fundamental es la razón por la que, en el Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, de este año, he señalado la libertad religiosa como el camino fundamental para la construcción de la paz. Ésta, en efecto, se construye y se conserva solo cuando el hombre puede buscar y servir a Dios libremente en su corazón, en su vida y en sus relaciones con los demás.

Señoras y Señores Embajadores, vuestra presencia en esta solemne circunstancia me invita a realizar un recorrido general por los países que representáis y por el mundo entero. En esta panorámica, ¿no se ven acaso numerosas situaciones en las que lamentablemente el derecho a la libertad religiosa ha sido lesionado o negado? Este derecho del hombre, que es en realidad el primer derecho, porque históricamente ha sido afirmado en primer lugar, y porque, por otra parte, tiene como objeto la dimensión constitutiva del hombre, es decir, su relación con el Creador, ¿no ha sido demasiadas veces puesto en discusión o violado? Me parece que hoy la sociedad, sus responsables y la opinión pública, son más conscientes, incluso aunque no siempre de manera exacta, la gravedad de esta herida contra la dignidad y la libertad del homo religiosus, sobre la que he querido llamar la atención de todos en muchas ocasiones.

Lo he hecho en mis viajes apostólicos del último año, en Malta y Portugal, en Chipre, en el Reino Unido y en España. Más allá de las características diferentes de estos países, conservo de todos un recuerdo lleno de gratitud por la acogida que me han dispensado. La Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para el Medio Oriente, celebrada en el Vaticano en octubre pasado, ha sido un momento de oración y reflexión, en el que el pensamiento se ha dirigido con insistencia a las comunidades cristianas de esta región del mundo, tan probadas a causa de su adhesión a Cristo y a la Iglesia.

Sí, mirando hacia Oriente, nos han consternado los atentados que han sembrado la muerte, el dolor y la angustia entre los cristianos de Iraq, hasta el punto de inducirlos a dejar la tierra de sus padres en la que han vivido desde siglos. Renuevo a las autoridades de ese País y a los jefes religiosos musulmanes mi apremiante llamamiento a trabajar para que sus conciudadanos cristianos puedan vivir con seguridad y puedan seguir dando su aportación a la sociedad de la que son miembros con pleno derecho. También en Egipto, en Alejandría, el terrorismo ha golpeado brutalmente a los fieles reunidos en oración en una iglesia. Esta sucesión de ataques es un signo más de la urgente necesidad de que los Gobiernos de la Región adopten, a pesar de las dificultades y amenazas, medidas eficaces para la protección de las minorías religiosas. Si es necesario lo diremos una vez más. En Oriente Medio, «los cristianos son ciudadanos originarios y auténticos, leales a su patria y, por ende, cumplen con sus deberes nacionales. Es normal que ellos puedan gozar de todos los derechos como ciudadanos, de la libertad de conciencia y de culto, de la libertad en el ámbito de la educación y de la enseñanza en el ámbito de los medios de comunicación» (Mensaje al Pueblo de Dios del Sínodo de Obispos para Oriente Medio, 10). A este respecto, aprecio la preocupación por los derechos de los más débiles y la clarividencia política que algunos países de Europa han demostrado en estos últimos días, pidiendo una respuesta concertada de la Unión Europea para que los cristianos sean protegidos en Oriente Medio. Quisiera recordar, en definitiva, que el derecho a la libertad religiosa no se aplica plenamente allí donde sólo se garantiza la libertad de culto, y además con limitaciones. Asimismo, animo a que se promueva la plena salvaguarda de la libertad religiosa y de los demás derechos humanos, mediante programas que, desde la escuela primaria y en el marco de la enseñanza religiosa, enseñen a respetar a todos los hermanos en humanidad. Por lo que respecta a los Estados de la Península Arábica, donde viven numerosos trabajadores cristianos inmigrantes, espero que la Iglesia católica pueda disponer de estructuras pastorales apropiadas.

Entre las normas que lesionan el derecho de las personas a la libertad religiosa, merece una mención especial la ley contra la blasfemia en Pakistán: Animo de nuevo a las autoridades de ese País a realizar los esfuerzos necesarios para abrogarla, tanto más cuanto es evidente que sirve de pretexto para cometer injusticias y violencias contra las minorías religiosas. El trágico asesinato del Gobernador del Punjab pone de manifiesto la urgencia de proceder en este sentido: la veneración a Dios promueve la fraternidad y el amor, no el odio o la división. Se pueden mencionar otras situaciones preocupantes, a veces violentas, en el Sur y Sureste del continente asiático, en países que tienen por otra parte una tradición de relaciones sociales pacíficas. El peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos. A este respecto, es importante que el diálogo interreligioso favorezca un compromiso común para reconocer y promover la libertad religiosa de todas las personas y comunidades. Por último, como ya he recordado, la violencia contra los cristianos no perdona ni siquiera a África. Un triste testimonio de ello son los ataques contra dos lugares de culto en Nigeria, mientras se celebraba el Nacimiento de Cristo.

Por otra parte, en diversos países en que la Constitución reconoce una cierta libertad religiosa, la vida de las comunidades religiosas se hace, de hecho, difícil y a veces incluso insegura (cf. Conc. Vat. II, Decl.Dignitatis Humanae, 15), ya que el ordenamiento jurídico o social se inspira en sistemas filosóficos y políticos que postulan un estricto control, por no decir un monopolio, del Estado sobre la sociedad. Es necesario que cesen tales ambigüedades, de manera que los creyentes no tengan ya que debatirse entre la fidelidad a Dios y la lealtad a su patria. Pido de modo particular que todos garanticen a la comunidad católica la plena autonomía de organización y la libertad de cumplir su misión, conforme a las normas y estándares internacionales en este ámbito. En este momento, mi pensamiento vuelve de nuevo a las comunidades católicas de China continental y a sus Pastores, que viven un momento de dificultad y de prueba. Por otro lado, quisiera dirigir una palabra de ánimo a las autoridades de Cuba, País que en 2010 ha celebrado los 75 años de sus relaciones diplomáticas ininterrumpidas con la Santa Sede, para que el diálogo que felizmente se ha instaurado con la Iglesia se refuerce y amplíe todavía más.

Dirigiendo nuestra mirada de Oriente a Occidente, nos encontramos frente a otros tipos de amenazas contra el pleno ejercicio de la libertad religiosa. Pienso, en primer lugar, en los países que conceden una gran importancia al pluralismo y la tolerancia, pero donde la religión sufre una marginación creciente. Se tiende a considerar la religión, toda religión, como un factor sin importancia, extraño a la sociedad moderna o incluso desestabilizador, y se busca por diversos medios impedir su influencia en la vida social. Se llega así a exigir que los cristianos ejerzan su profesión sin referencia a sus convicciones religiosas o morales, e incluso en contradicción con ellas, como, por ejemplo, allí donde están en vigor leyes que limitan el derecho a la objeción de conciencia de los profesionales sanitarios o de algunos profesionales del derecho.

En este contexto, es un motivo de alegría que el Consejo de Europa, en el mes de octubre pasado, haya adoptado una Resolución que protege el derecho del personal médico a la objeción de conciencia frente a ciertos actos que, como el aborto, lesionan gravemente el derecho a la vida.

Otra manifestación de marginación de la religión y, en particular, del cristianismo, consiste en desterrar de la vida pública fiestas y símbolos religiosos, por respeto a los que pertenecen a otras religiones o no creen. De esta manera, no sólo se limita el derecho de los creyentes a la expresión pública de su fe, sino que se cortan las raíces culturales que alimentan la identidad profunda y la cohesión social de muchas naciones. El año pasado, algunos países europeos se unieron al recurso del Gobierno italiano en la famosa causa de la exposición del crucifijo en los lugares públicos. Deseo expresar mi gratitud a las autoridades de esas naciones, así como a todos los que se han empeñado en este sentido, episcopados, organizaciones y asociaciones civiles o religiosas, en particular al Patriarcado de Moscú y a los demás representantes de la jerarquía ortodoxa, y a todas las personas, creyentes y también no creyentes, que han querido manifestar su aprecio por este símbolo portador de valores universales.

Reconocer la libertad religiosa significa, además, garantizar que las comunidades religiosas puedan trabajar libremente en la sociedad, con iniciativas en el ámbito social, caritativo o educativo. Por otra parte, se puede constatar por todo el mundo la fecunda labor de la Iglesia católica en estos ámbitos. Es preocupante que este servicio que las comunidades religiosas ofrecen a toda la sociedad, en particular mediante la educación de las jóvenes generaciones, sea puesto en peligro u obstaculizado por proyectos de ley que amenazan con crear una especie de monopolio estatal en materia escolástica, como se puede constatar por ejemplo en algunos países de América Latina. Mientras muchos de ellos celebran el segundo centenario de su independencia, ocasión propicia para recordar la contribución de la Iglesia católica en la formación de la identidad nacional, exhorto a todos los Gobiernos a promover sistemas educativos que respeten el derecho primordial de las familias a decidir la educación de sus hijos, inspirándose en el principio de subsidiariedad, esencial para organizar una sociedad justa.

Continuando mi reflexión, no puedo dejar de mencionar otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos, allí donde se ha impuesto la participación a cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón.

Señoras y Señores Embajadores.

En esta solemne circunstancia, permitirme explicitar algunos principios que inspiran la actividad de la Santa Sede, y de toda la Iglesia católica, ante las Organizaciones Internacionales intergubernamentales, a fin de promover el pleno respeto de la libertad religiosa de todos. En primer lugar, está la convicción de que no se puede crear una especie de escala en la gravedad de la intolerancia contra las religiones. Desgraciadamente, una actitud semejante es frecuente, y los actos discriminatorios contra los cristianos son considerados precisamente como menos graves, menos dignos de atención por parte de los Gobiernos y de la opinión pública. Al mismo tiempo, se debe rechazar también el peligroso contraste que algunos quieren establecer entre el derecho a la libertad religiosa y los demás derechos del hombre, olvidando o negando así el papel central que el respeto de la libertad religiosa tiene en la defensa y protección de la alta dignidad del hombre. Todavía menos justificables son los intentos de oponer al derecho a la libertad religiosa unos derechos pretendidamente nuevos, promovidos activamente por ciertos sectores de la sociedad e incluidos en las legislaciones nacionales o en directivas internacionales, pero que no son, en realidad, más que la expresión de deseos egoístas que no encuentran fundamento en la auténtica naturaleza humana. Por último, es necesario afirmar que no es suficiente una proclamación abstracta de la libertad religiosa: esta norma fundamental de la vida social debe ser aplicada y respetada en todos los niveles y ámbitos; de otra manera, a pesar de justas afirmaciones de principio, se corre el riesgo de cometer profundas injusticias contra los ciudadanos que desean profesar y practicar libremente su fe.

La promoción de una plena libertad religiosa de las comunidades católicas es también el objetivo que persigue la Santa Sede cuando establece concordatos u otros acuerdos. Me alegra el que algunos Estados de diversas regiones del mundo y de tradiciones religiosas, culturales y jurídicas distintas elijan el instrumento de las convenciones internacionales como medio para organizar las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia católica, estableciendo a través del diálogo el cuadro de una colaboración en el respeto de las competencias recíprocas. El año pasado se ha concluido y ha entrado en vigor un Acuerdo para la asistencia religiosa de los fieles católicos de las fuerzas armadas en Bosnia-Herzegovina, y actualmente hay negociaciones en curso en diversos países. Esperamos un resultado positivo que asegure una solución que respete la naturaleza y la libertad de la Iglesia, para el bien de toda la sociedad.

La actividad de los representantes pontificios en los Estados y Organizaciones internacionales está igualmente al servicio de la libertad religiosa. Quisiera señalar con satisfacción que las autoridades vietnamitas han aceptado la designación de un Representante mío que, visitando las queridas comunidades católicas de ese País, manifestará la solicitud del Sucesor de Pedro. Quisiera igualmente recordar que, durante el año pasado, la red diplomática de la Santa Sede se ha reforzado en África, desde ahora una presencia estable se ha asegurado en tres países donde el nuncio no era residente. Si Dios quiere, me acercaré una vez más a ese continente, a Benin, el próximo noviembre, para entregar la Exhortación apostólica que recogerá el fruto de los trabajos de la segunda Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos.

Ante este ilustre auditorio, quisiera reafirmar con fuerza que la religión no constituye un problema para la sociedad, no es un factor de perturbación o de conflicto. Quisiera repetir que la Iglesia no busca privilegios, ni quiere intervenir en cuestiones extrañas a su misión, sino simplemente cumplirla con libertad. Invito a cada uno a reconocer la gran lección de la historia: «¿Cómo negar la aportación de las grandes religiones del mundo al desarrollo de la civilización? La búsqueda sincera de Dios ha llevado a un mayor respeto de la dignidad del hombre. Las comunidades cristianas, con su patrimonio de valores y principios, han contribuido mucho a que las personas y los pueblos hayan tomado conciencia de su propia identidad y dignidad, así como a la conquista de instituciones democráticas y a la afirmación de los derechos del hombre con sus respectivas obligaciones. También hoy, en una sociedad cada vez más globalizada, los cristianos están llamados a dar su aportación preciosa al fatigoso y apasionante compromiso por la justicia, al desarrollo humano integral y a la recta ordenación de las realidades humanas, no sólo con un compromiso civil, económico y político responsable, sino también con el testimonio de su propia fe y caridad» (Mensaje para la celebración de la Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2011, 7).

En este sentido, la figura de la Beata Madre Teresa de Calcuta es emblemática: el centenario de su nacimiento se ha celebrado en Tirana, en Skopje, en Pristina, así como en India; le han rendido un vibrante homenaje, no sólo la Iglesia, sino también las autoridades civiles y los jefes religiosos, sin contar personas de todas las confesiones. Ejemplos como el suyo muestran al mundo cuánto puede beneficiar a la sociedad el compromiso que nace de la fe.

Que ninguna sociedad humana se prive voluntariamente de la contribución fundamental que constituyen las personas y las comunidades religiosas. Como recuerda el Concilio Vaticano II, la sociedad, asegurando plenamente a todos la justa libertad religiosa, podrá así gozar «de los bienes de la justicia y de la paz que dimanan de la fidelidad de los hombres a Dios y a su santa voluntad» (Decl. Dignitatis Humanae, 6).

Por eso, mientras formulo votos para que este nuevo año sea rico en concordia y en un progreso real, exhorto a todos, responsables políticos, jefes religiosos y personas de toda clase, a emprender con determinación el camino hacia una paz auténtica y estable, que pase por el respeto del derecho a la libertad religiosa en toda su amplitud.

Sobre este compromiso, que para hacerse realidad necesita del empeño de toda la familia humana, invoco la Bendición de Dios Todopoderoso, que por su Hijo Jesucristo, nuestra paz, llevó a cabo nuestra reconciliación con él y entre nosotros (Ef. 2, 14).

Feliz año a todos.

[©Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]

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