Cáritas, Manos Unidas, Mensajeros de la Paz y Entreculturas rinden cuentas de su trabajo en el país

Un año con Haití en el corazón

"Es hora de llevar la justicia a Haití", aseguran los expertos a pie de campo

Jesús Bastante, 11 de enero de 2011 a las 17:11

 

(Jesús Bastante).- El 12 de enero de 2010, la Tierra bramó en Haití. Un brutal terremoto sembró de muerte y destrucción el pequeño país caribeño, ya entonces uno de los más pobres del mundo. Cientos de miles de muertos, millones de desplazados, el caos se apoderó de Haití. Todavía hoy, cientos de miles de hombres y mujeres malviven en la calle, continúa el desgobierno y otra plaga, esta vez en forma de cólera, sigue cobrándose la vida de este rincón abandonado de Dios. O no tanto. Como diría Forges, el mundo no se ha olvidado de Haití. La solidaridad internacional hizo de este país un símbolo, hasta el punto de que los donativos, por primera vez en mucho tiempo, superaron todas las expectativas. Queda mucho por hacer, pero las principales ONG -entre ellas, las católicas, Cáritas, Manos Unidas, Entreculturas o Mensajeros de la Paz- prosiguen, con esperanza y trabajo, conscientes de que hay un futuro para Haití

Pese al esfuerzo, son muchos los escombros que todavía no han sido retirados, los edificios que aún siguen derruidos, las aceras inexistentes, los parques sin flores.... Miles de desplazados continúan deambulando por las calles de Puerto Príncipe. Como afirma Manos Unidas, "de una u otra manera, todos han terminado siendo víctimas directas o indirectas de la catástrofe. En Haití está todo por hacer: en el ámbito de la educación, de la salud, de la gobernabilidad, en el aspecto productivo y en el de la infraestructura: las carreteras, la vivienda, la recogida de basuras, el cuidado del medio ambiente... Todo".

Esta asociación, que trabaja desde hace décadas en el país con socios locales, constata cómo el horror y el descontrol que surgió tras la catástrofe "no es fruto del temblor, sino de las grandes carencias estructurales, derivadas de doscientos años de injusticias de toda índole permitidas, cuando no provocadas, por la comunidad internacional". Por ello, defienden, "creemos que es hora de llevar la justicia a Haití. Es el momento de poner en marcha nuestros esfuerzos, cada uno en su ámbito de actuación, para intentar revertir esa tendencia y garantizar el disfrute de los derechos humanos básicos para todos los haitianos".

La recaudación contabilizada en Manos Unidas, desde la apertura de la cuenta de emergencia tras el terremoto de Haití y hasta hoy, asciende a 3.538.660,00 euros. Manos Unidas ha enviado la ayuda en dos fases: en una primera, se mandaron fondos para paliar la emergencia más inmediata (apoyo para la obtención de alimentos, agua y medicinas). En la segunda, los fondos se destinaron al apoyo a la rehabilitación productiva - agropecuaria, reactivación de la actividad educativa y construcción - y a la reconstrucción de viviendas para damnificados.

Por su parte, Cáritas Española ha podido llevar ayuda directa a 367.500 damnificados a través de un importante paquete de proyectos a los que se han destinado un total de 7.448.146 euros. Un año después, los programas de emergencia y reconstrucción de Caritas en Haití están consolidados. Para mayo de 2011, Caritas Internationalis habrá invertido más de 217 millones de dólares en el país. Esto incluye la distribución de kits de higiene y ayuda alimentaria, infraestructura y proyectos de vivienda, educación, agua, salubridad, fomento de capacidades y programas de salud. Asimismo, dentro de esta respuesta se incluyen necesidades de emergencia adicionales provocadas por los huracanes, inundaciones y la epidemia de cólera que han azotado el país en los útlimos meses.

El padre Ángel, presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, se encuentra ahora en Haití. El sacerdote fue uno de los primeros en llegar a la zona afectada, gracias al trabajo que realiza Mensajeros de la Paz en República Dominicana. Desde Puerto Príncipe, el padre Ángel insiste en que "Haití sigue necesitando de la ayuda y la solidaridad de todos, pero es imprescindible que se cumplan las promesas de los gobiernos y de la Comunidad Internacional. Un año después apenas se ha hecho efectivo un 20% de la ayuda prometida a Haití. Es inadmisible". "La solidaridad de los ciudadanos está llegando a los haitianos a través del trabajo de las ONG, pero la situación del país excede con mucho lo que podemos hacer nosotros. Es urgente empezar la reconstrucción de edificios, viviendas, carreteras, saneamientos, escuelas y hospitales. No vale decir que el gobierno es débil y esperar a que venga otro más fuerte. La población no puede esperar más. Los haitianos llevan un año sufriendo, muriendo de sed y de hambre, sin techo y sin medios de vida. Las enfermedades infecciosas proliferan en un país donde no hay alcantarillado ni recogida de basuras, y más del 90% de la población no tiene acceso al agua potable. El cólera ha provocado cerca de 4.500 muertes según los datos oficiales, pero apenas hay estadísticas sobre los fallecimientos a causa de la malaria, o el tifus. Las gastroenteritis, por ejemplo, cuestan la vida a cientos de niños haitianos cada día".

Durante 2010 Mensajeros de la Paz ha enviado a Haití más de 700 toneladas de ayuda (medicamentos, material de primera necesidad, ropa, y material sanitario) y se ha desplazado a más de 30 cooperantes y voluntarios sanitarios para atender a los damnificados del terremoto. Además, en el terreno se trabaja en estrecha colaboración con organizaciones y ordenes religiosas haitianas, y algunos misioneros españoles.

Entre los proyectos de inminente apertura en 2011 está la creación de una granja agrícola y un proyecto de microcréditos agropecuarios en zonas rurales de Haití. También está prevista la construcción de un hospital y de un hogar-escuela para 250 niños.

Finalmente, Luis Arancibia, director adjunto de Entreculturas, también se encuentra en Haití, comprobando el trabajo realizado por esta ONG jesuita, que trabaja conjuntamente con el Servicio Jesuita a Refugiados. Este servicio ha denunciado recientemente las masivas expulsiones de haitianos refugiados en República Dominicana. Un año después, el mundo sigue mirando a Haití. Una herida que sigue sangrando en el corazón del planeta.