No es un lugar en el espacio

Benedicto XVI asegura que el purgatorio es «un fuego interior que purifica el alma del pecado»

 

El Papa Benedicto XVI aseguró este miércoles que el purgatorio no es un lugar del espacio, del universo, «sino un fuego interior, que purifica el alma del pecado». El Pontífice hizo estas manifestaciones ante unas 9.000 personas que asistieron en el Aula Pablo VI a la audiencia pública de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la figura de santa Catalina de Génova (1447-1510), conocida por su visión sobre el purgatorio.

12/01/11 1:11 PM


 

(Agencias/InfoCatólica) Benedicto XVI señaló que Catalina de Génova en su experiencia mística jamás hizo revelaciones específicas sobre el purgatorio o sobre las almas que se están purificando, frente a la imagen de la época que lo representaba siempre ligado al espacio.

“El purgatorio no es un elemento del paisaje de las entrañas de la Tierra, es un fuego no exterior, sino interno. Esto es el purgatorio, un fuego interior. Es el fuego que purifica las almas en el camino de la plena unión con Dios”, afirmó el Papa. Explicó que la santa no parte del más allá para contar los tormentos del purgatorio e indicar después el camino de la purificación o la conversión, sino que parte de su experiencia interior:

“Hemos escuchado sobre el momento de la conversión, donde Catalina siente de repente la bondad de Dios, la distancia infinita de su propia vida de esta bondad y un fuego abrasador dentro de ella. Y este es el fuego que purifica, es el fuego interior del purgatorio”.

La purificación por el amor de Dios

Benedicto XVI siguió explicando que, según santa Catalina de Génova, “Dios es tan puro y santo que el alma con las manchas del pecado no puede encontrarse en presencia de la divina majestad” y el alma que “se presenta ante Dios aún ligada a los deseos y a la pena que derivan del pecado” conoce que eso le imposibilita gozar de la visión de Dios:

“También nosotros nos damos cuenta de cuán alejados estamos, cómo estamos llenos de tantas cosas, de manera que no podemos ver a Dios. El alma es consciente del inmenso amor y de la perfecta justicia de Dios y, en consecuencia, sufre por no haber respondido de modo correcto y perfecto a ese amor, y por ello el amor mismo a Dios se convierte en llama, el amor mismo la purifica de sus escorias de pecado”.

Finalmente el Papa recordó que la santa utiliza, para explicar la purificación como elevación hacia Dios y abandono a su voluntad, una imagen de Dionisio el Areopagita, la del hilo de oro que une el corazón humano con Dios mismo”. Dios purifica al hombre atándolo con el hílo de oro que es su amor y atrayéndolo “hacia sí con un afecto tan fuerte, que el hombre se queda como “superado y vencido y todo fuera de sí”.

El Pontífice invitó a los fieles a rezar por los difuntos para que puedan gozar de la visión de Dios y les exhortó a la caridad y a prestar una mayor atención hacia los pobres y más necesitados.