15.01.11

Algo ha cambiado en la Iglesia que peregrina en el País Vasco

A las 11:01 AM, por Luis Fernando
Categorías : Actualidad, Obispos españoles
 

Si mi anterior post era una amarga denucia y crítica a la presencia, en las últimas décadas, de sacerdotes pro-etarras en el seno de las diócesis vascas, el de hoy tiene un sentido completamente opuesto. Mons. José Ignacio Munilla ha decidido enviar a su vicario general a un acto de homenaje a Gregorio Ordóñez, político asesinado por Eta hace casi 16 años (23-2-1995).

No hay más que ver la reacción de la familia de Ordóñez para entender que algo ha cambiado, y para bien, en las diócesis vascas. Como poco, en la guipuzcoana. Y es que la postura de los anteriores pastores de la diócesis de San Sebastián no era la de pleno y total apoyo a las víctimas de ETA. Al menos no lo entendían así dichas víctimas. Y si los afectados por el terrorismo se quejaban del trato que la Iglesia les ha dado, el problema lo tenía la Iglesia, no las víctimas.

Supongo que este paso dado por el pastor de la Iglesia en Guipúzcoa provocará lecturas interesadas de carácter político. Es inevitable que así ocurra. Pero la verdadera lectura es de carácter pastoral. El apoyo que la Iglesia ha de dar a los que han muerto a manos de terroristas ha de ser total. No puede hacer distanciamiento de ningún tipo. No se puede jugar a la equidistancia entre quienes matan y los que son asesinados. No se puede añadir al dolor de la pérdida de un ser querido el dolor del desamparo de quienes tienen el deber y la obligación de llorar con el que llora.

Obviamente Gregorio Ordóñez es una víctima más de ETA. Para Dios no hay acepción de personas y tanto vale la muerte de un político como la de un señor que desgraciadamente pasaba por el lugar de un atentado. La presencia del vicario general de San Sebastián en el homenaje al politico asesinado puede y debe ser el primer gesto de otros muchos más que tengan como protagonistas a víctimas de la barbarie etarra. La Iglesia no podrá cumplir un papel digno en relación a un hipotético fin próximo del terrorismo si no está al lado de quienes más lo han sufrido. Con los anteriores pastores de las diócesis vascas, tal cosa era imposible. En mayor o menor medida eran parte del problema. Hoy vemos que la Iglesia en el País Vasco empieza a ocupar el lugar que nunca debió abandonar. Felicitémonos por ello.

Luis Fernando Pérez Bustamante