15.01.11

Nuestra Señora de Kazán

 

A lo largo del tiempo en el que el Icono de Nuestra Señora de Kazán estuvo en Rusia fue llevado a multitud de batallas por los militares de aquella nación porque tenían una devoción muy especial al mismo. Así, se la llamó, a María en tal advocación, “Protectora de Rusia” y se consideró que era el símbolo de la victoria y de la libertad de Rusia.

Corría el año 1579 y se produjo un incendio en una casa de Kazán. Vivía, en la misma, una niña de nombre Matrona.

En un sueño vio la imagen de la Virgen María y escuchó que se le dijo que buscara la misma en su casa que había resultado pasto de las llamas.

Matrona fue a su casa y encontró, envuelto en un lienzo antiguo y bajo una estufa el icono de Nuestra Señora de Kazán porque, al parecer, había sigo enterrado allí cuando, en el siglo XIII la persecución tártara hacía peligrar la integridad de la misma.

Desde allí se le dio traslado al tempo de San Nicolás, que era la Iglesia más cercana. Posteriormente se hizo lo mismo pero, ahora, a la Catedral de la Anunciación donde, como era de esperar, cobró gran fama por las curaciones milagrosas de personas ciegas que allí iban a rezar.

A lo largo de varios siglos, el Icono de Nuestra Señora de Kazán fue, digamos, utilizado en las diversas crisis que sufrió Rusia e, incluso, se le atribuyó la victoria de aquella nación cuando Napoleón invadió aquellas tierras.

A causa del periodo que Rusia sufrió de dominación comunista el icono salió de su patria y fue puesto a la venta en diversas ocasiones. Por fin, en 1970, el “Blue Army of Our Lady” (Ejército Azul de Nuestra Señora), organización católica estadounidense, lo adquirió y lo llevó a Fátima donde construyó una capilla para albergarlo. Su idea era que fuera devuelto a Rusia cuando se convirtiera ésta para cumplir lo dicho por la Virgen a los pastorcillos de Fátima.

Tras la caída del muro de Berlín y el consiguiente desmoronamiento del régimen comunista ruso el icono le fue entregado a Juan Pablo II Magno en una de sus visitas a Fátima (1993).

Cuando el Papa polaco se despidió del mismo el 25 de agosto de 2004 para devolverlo a su patria rusa pronunció la siguiente oración:

Gloriosa Madre de Jesús, que avanzas ante el pueblo de Dios en los caminos de la fe, del amor y de la unión con Cristo, ¡Bendita seas!

Te llaman bienaventurada todas las generaciones porque ha hecho en tu favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre.

Bendita seas y honrada, Madre, en tu Icono de Kazán, en el que desde hace siglos estás rodeada por la veneración y el amor de los fieles ortodoxos, convirtiéndote en protectora y testigo de las obras particulares de Dios en la historia del pueblo ruso, muy querido por todos nosotros.

La Providencia divina, que tiene la fuerza de vencer al mal y de sacar el bien incluso de las malas obras de los hombres, hizo que tu santo icono, desaparecido en tiempos lejanos, volviera a aparecer en el santuario de Fátima, en Portugal. Sucesivamente, por voluntad de personas que te tienen devoción, fue acogido en la casa del sucesor de Pedro.

Madre del pueblo ortodoxo, la presencia en Roma de tu santa imagen de Kazán nos habla de una unidad profunda entre Oriente y Occidente, que permanece a pesar de las divisiones históricas y de los errores de los hombres.

Te elevamos ahora con especial intensidad nuestra oración, Virgen, mientras nos despedimos de esta sugerente imagen tuya.

Con el corazón, te acompañaremos por el camino que te llevará hacia la santa Rusia.

Acoge la alabanza y el honor que te rinde el pueblo de Dios que está en Roma.

Bendita entre todas las mujeres, al venerar tu icono en esta ciudad, marcada por la sangre de los apóstoles Pedro y Pablo, el obispo de Roma se une espiritualmente a su hermano en el ministerio episcopal, que preside como patriarca la Iglesia ortodoxa rusa.

Y te pide, Madre Santa, que intercedas para que apresure el momento de la plena unidad entre Oriente y Occidente, de la plena comunión entre todos los cristianos.

¡Virgen gloriosa y bendita, señora, abogada y consoladora nuestra, reconcílianos con tu Hijo, encomiéndanos a tu Hijo, preséntanos a tu Hijo!

Amén”

Nuestra Señora de Kazán, Liberadora y Protectora de la Santa Madre Rusia, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán